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15 junio 2020 1 15 /06 /junio /2020 18:25

Me siento cercano a mi tío en su profundidad multicromática  auscultando entre los límites de las certidumbres y las incógnitas más íntimas y las más universales, el intelectual de acción, hombre que buscaba dentro y fuera de sí una verdad, la huella de la piedra extraviada, el que luchaba desde niño contra cada obstáculo, que amaba la poesía, las novias de carácter fuerte y no le hacía asco a que fuesen descomunalmente ricas o de procedencia indígena, al iconoclasta, al médico que demostró empiricamente que las terapias para la lepra deben incluir el contacto fisico con el enfermo, al que sentía el dolor del apenado, o la pena del adolorido como propia.

Sin embargo me siento distante de su empatía con la violencia aun cuando era común a todas las partes en liza, en particular con los fusilamientos aunque la inmensa mayoría fuesen asesinos, torturadores y delatores a sueldo de la dictadura anterior; pero rechazo de plano todas las formas de hacer sangrar para alcanzar objetivos politicos, económicos y sociales. Inclusive, en los últimos tiempos voy tomando conciencia de que también hay una buena cuota de violencia en, según lo que comemos o con que nos vestimos.

Pero resulta muy sospechoso aquellos que llevan décadas condenando únicamente los casi doscientos fusilados en La Cabaña bajo el mando del Che, sin embargo no abren la boca siquiera para mencionar los millones que se han asesinado  desde aquel año 1959 hasta hoy, bombardeos sobre civiles, niños, ancianos, ya fuese en Viet Nam con el Napalm que se agarraba a la piel hasta abrazar los huesos, o el Agente naranja que somete a un crisol de sufrimientos y deformaciones físicas, o con cohetes en Irak, Afganistán, Panamá, causando cientos de miles de muertos civiles, ni condenan las torturas de ese ejército en Abu Ghraib, en Guantánamo, o en donde quiera que vuelen cargados de bombas para a masacrar seres humanos.

Sólo puedo hablar de la ínfima violencia que ejerció mi tío, de la de la 82 División, de la Royal Navy, del G2, de la KGB, el genocidio fascista español, italiano y alemán, el comunista soviético, el chino y kampucheano, de la policía racista estadounidense, la represora de cualquier diversidad, cubana o soviética, los descuartizamientos y lapidaciones de Arabia Saudi, los desaparecidos de las dictaduras latinoamericanas, y las victimas de las guerrilas, las masacres de Africa entre africanos; con aquellos que, como yo, condenan todas estas modalidades de horror y las demás que existen, no únicamente la de los ajenos, mientras se justifica la de los que se perciben como propios.

Con esa gente no gasto ni un minuto.

Si se dirige a mí, un familiar o amigo de algún fusilado en la Cabaña, lo escucho con silencio sepulcral porque me interesan las infrahistorias, y en lo que a mi respecta me he conducido con extrema delicadeza cuando he hablado, con ex presos políticos cubanos, el sólo hecho de que hubiesen pasado 15 o 20 años presos me infunde respeto y una proximidad empática nacida acaso en la memoria de los años que pasó mi viejo entre rejas. Al margen de la ideología que emperifollase al reo.

Y teniendo en cuenta que lo que lo elevó a la categoría de mito en ese mundo que pisó, viajó, donde vertió su sacrificio, no fue su costado menos apreciado, conocido casi en exclusiva en el sur de La Florida, sino al contrario, desde su muerte millones de personas han vestido su imagen en camisetas, carteles y convicciones, por su entrega a la humanidad a lo largo de una vida abigarrada, expandida más allá de lo que entendemos por treinta y nueve años. Irónico y rígido, audaz y soñador, afectuoso y temerario.

Algunos me han hablado de su discurso en la ONU en que declaró, de la manera menos politicamente correcta, perturbadora y también más sincera posible: "Hemos fusilado, fusilamos, y seguiremos fusilando".

Lo que nunca escuché ni no ha escuchado nadie, es a un mandatario de cualquier otra nación en el mismo estrado de la ONU reconociendo:

"Sí, tiramos Napalm y agente naranja a millones de civiles, niños, ancianos, mujeres y hombres, torturamos salvajemente a opositores, matamos millones de personas a bombazos, robamos los recursos naturales y humanos, mentimos, destruímos y aniquilamos. "Lo hicimos, lo hacemos y lo seguiremos haciendo porque está en nuestra esencia"

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