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15 enero 2012 7 15 /01 /enero /2012 12:07

 

 

  Terciopelo Mojado. I.

La criba.


Más a menudo de lo que me gustaría admitir, algunas personas me interpelan, acerca de la razón por la cual me refiero en mis escritos,  reflexiones, conversaciones, pensamientos, charlas, disquisiciones, polémicas, debates o discusiones, a la situación socio política cubana.

Me preguntan si después de tanto tiempo fuera de la isla, aún conservo el interés intacto.

Y lo cierto, debería responder es que no, que el tiempo y la distancia me han permitido develar aspectos otrora difusos, y que el interés ha ido in crescendo una vez alejado de los focos de adoctrinamiento cotidiano; incluso con tiempo se acrecentó el enigma.

No hay demasiado que explicar, podría simplemente decir que me he convertido en una especie de cubanólogo comunistólogo del caribe. Pero si bien no me siento extraño con estas definiciones inciertas, la verdad es que llevo este tema grabado en la carne, porque es la realidad más compleja y nutrida de factores,  más controvertida y contradictoria conque haya tenido oportunidad de lidiar en toda mi vida.

Además concurre un detalle nada baladí que puede contribuir en la fijación. Pertenezco a ese conjunto de personas, que alguna vez fuimos puestos en tela de juicio, por seres que creyéndose en superioridad moral, repartían a su alrededor toda suerte de definiciones y epítetos despectivos, denigratorios, que de algún modo consiguieron estigmatizarnos, a unos más que a otros cabe destacar,  y que nos provocaron que con el paso del tiempo hayamos ido acumulando , un deseo permanente, de que enseñasen su verdadera calaña. Especímenes estos, que provenían de las filas de los convencidos y firmes comunistas, dentro de la sociedad de la dictadura del proletariado, pelotón formado en su mayoría, por un grueso de patanes simuladores en virtud de obtención de privilegios y prebendas, o a merced de la coacción de sus superiores. Y en aislados casos, honradas excepciones, gente bien intencionada, aunque orientada de manera inconveniente.  

Quizás también me interese más contar las batallitas, que alejadas de escenarios polvorientos y colmados de tiras de piel y huesos ensangrentados, casan mejor con mi naturaleza,  definitivamente más inclinada a lo frugal y hedonista que a la exhibición de la herida abierta en zanja. La monstruosidad del dolor.

Quiero aclarar que no soy valiente en absoluto. Cuando el sable en alto se aproxima al galope, se desmorona todo montaje previo, todo barniz, y emerge lo innato, ese tipo de valor temerario que no se adquiere mediante la educación ni la persuasión. A los de esa madera se los reconoce a la legua, no pretendo figurar en esa instantánea.

Pero trato de aproximarme al centro incandescente de mi purgatorio, para acallar el crepitar de las llamas o entornar las compuertas del horno. Y en ese viaje me ha podido caer un barniz contestario. Sin la posibilidad de obtener grandes beneficios, y por haber tomado riesgo impensables, perdí sin embargo, más de lo que jamás habría comprometido de buena gana. Nada que no se pueda solucionar con otra buena mano de barniz.

No obstante fui un testigo privilegiado, más por el tiempo y la circunstancia que me tocó vivir, que por la voluntad de serlo. Solo habiéndome criado y visto envuelto en las intrigas palaciegas del Vaticano, podría haber tenido una noción tan completa como la que tuve, de lo que es la doble moral, vivir en la simulación constante, en el doble discurso perenne, fraguado en los vértices salivados de las más viperinas lenguas.

 

TERCIOPELO MOJADO. II.

Futuro.


En estos días Eliecer Ávila, aquél famoso joven polemizador cubano sobre derechos fundamentales del pueblo, con el genuflexo ministro Ricardo Alarcón, convertido actualmente en un disidente activo, publicó un artículo en el cual advierte, sobre el peligro del más que posible uso de la fuerza por parte del gobierno, en caso de que existiesen manifestaciones contrarias al sistema. Sería conveniente no pasar esta advertencia por alto. Conato de aviso.

En pos de cualquiera que resulte ser el tipo de sociedad que se reclame y avecine, será conveniente contemplar que una considerable masa social no querrá abandonar su status actual, por más paupérrimo que este pudiese aparentar. Es probable que las personas involucradas en el actual sistema ofrezcan resistencia al cambio, ya por su nivel de participación, por la cantidad de tiempo en cargos de relativa importancia, o por haberse desempañado toda la vida en puestos poco útiles o sumamente burocráticos, caso en que están representados la mayoría de los trabajadores estatales cubanos.

Así como sucedió en los países del este de Europa, podría existir la amenaza de una importante cantidad de mano de obra desocupada, de la cual solo un bajo porcentaje, podría emplearse en tareas más o menos legales, por ejemplo los elementos bien formados de las fuerzas de seguridad y espionaje, que estarían con toda probabilidad, bien cotizados en agencias de inteligencia, o en el crimen organizado.

 Y en muy pocos terrenos más.

Por ello es importante, a quienes tengan la delicada tarea de plantear una alternativa a la desfachatez y el sinsentido que desgobierna hoy la isla de Cuba, que tengan en cuenta, la amenaza que puede representar el cambio no sólo para el aparato represivo que sería sustituído en un nuevo gobierno, sino para gran parte de la sociedad.  Es asumible que no estén en disposición de aprobar la opción del ostracismo y el desahucio. No sin chistar.

Y tanto por la conveniencia de evitar derramamientos de líquidos de cromatismo refulgente, siempre lamentables, como por ir directamente hacia la convergencia de todos los sectores posibles, convendrá prestar especial atención a este aspecto.

En la propia intención de evitar el espectáculo de la represión, que bien cabe esperar si son amenazadas sus cotidianeidades, se puede ensayar el esfuerzo por andar sendas, que sumen en la construcción de una nueva realidad plural, aglutinadora, donde cada cubano, que no hubiese tenido responsabilidad en actos de consecuencias irreversibles, y quisiese hacerlo, pudiese integrarse.

El nivel de comprensión, y de altruismo que, llegado el caso, será requerible para construir una sociedad en la que todos quepan, colocará alto el listón de la conducta, del autocontrol, pero también, será directamente proporcional a la satisfacción de formar parte de la construcción de un país sensiblemente mejor.

De los jinetes que suelten las riendas del deseo, en un territorio adusto, plagado de obstáculos en la brega del hombre, por su porción de libertad.

 

 

 

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