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30 julio 2015 4 30 /07 /julio /2015 23:00

Cuba ha entrado en un nuevo y alentador período de construcción del “Nuevo Socialismo”, con algunas sensibles diferencias con aquel socialismo real que intentó a toda costa introducir en el carácter sedado y festivo del caribeño.

¿Cómo hará el Comité Central del Partido para modificar ese conjunto de gustos tan arraigados en el espíritu revolucionario, austero, casi  asceta, que según ellos se apoderaron del deseo colectivo cubano de la post Revolución?

Durante  más de medio siglo el cubano vivió depreciando los modos y costumbres viciosos del mundo capitalista. Por tal razón más que soportar, eran felices si tenían un sólo par de zapatos, una estoica jarra de agua en el refrigerador, una cama que se caía a pedazos hacia abajo y a resortes hacia arriba, y una capacidad de convivencia y comunicación insólita con mosquitos y cucarachas en lugar del poco ecológico repelente.

Por ello es importante advertir al visitante, al incauto turista, al desconocedor de los parámetros estéticos y los límites del sacrificio del pueblo cubano, en pos de que no vaya a confundir el paisaje de ruinas en colores pasteles, los borrachos , la estética minimalista en el vestir, en el calzar, en el vivir, con drama alguno, entienda que eso es una decisión soberana y meditada de los habaneros, que prefieren su ciudad desmoronándose, no obstante intensa y originalmente fotogénica, mil veces antes que verla desarrollada y confortable.

Precisamente en ello radica el carácter autentico del cubano. 
El cubano prefiere con creces pernoctar en los antiguos y derruidos edificios habaneros conocidos como "solares" donde de modo identitario, escasea la luz y el agua y está abarrotado de familias.

 El cubano debe a su espíritu  aventurero el disfrutar de cada minuto de incógnita en que no se sabe si el techo se le derrumbara encima, como ocurre cada mes con alguna de dichas construcciones.

Además el cubano siente verdadero solazo, retozo, gozo, placer, algarabía, felicidad se podría admitir, de saber que el visitante extranjero descansa en un Hotel con todas las comodidades que él no puede, ni por supuesto quiere disfrutar, el cubano vive feliz sabiendo que su hermana, su tía, y hasta su esposa se ausentan de la casa en la noche, para hacer las delicias de ese visitante extranjero, para que regrese a su país habiendo tenido una experiencia integral, una visión completa de la isla.

El cubano desprecia la langosta, los mariscos todos, los buenos pescados, las salsas ricas, el ron y los tabacos de calidad; por supuesto no puede ni ver la carne vacuna, y si se trata de un buen chuletón, puede hasta ocasionarles un paro cardíaco: el cubano detesta la fibra de la cárnica.

En su lugar ama una masa amorfa de olor penetrante, llamada "pasta de oca", propuesta como solución revolucionaria contra la perversión del gusto burgués por “Guarapo”,  el barbado líder espiritual; al cubano le priva el arroz con gorgojos, el café de chícharos, la pizza de condones. Mientras él vea que el visitante extranjero que disfruta de su hermana, también ingiere todas esas cosas llenas de sabores enemigos del proletariado por las que muchos suspiran, el cubano es feliz.

Otra cosa, el cubano ama la bicicleta, a ser posible sin velocidades, y lo que más le gusta es manejarla especialmente bajo el sol más justiciero del verano, para ir a buscar una cabeza de ajo, un par de tuercas o una lata de pintura sustraída al Estado en la otra punta de la ciudad.

Le encanta esperar horas un transporte público, no es que estos funcionen mal, es que el cubano ama la cola, la fajazón, llegar muy tarde a la casa extenuado de cansancio y con la barriga vacía.

Mientras él vea que el visitante foráneo viaja cómodo en sus coches de alquiler, en sus ómnibus perfectos, con su aires acondicionado, comen bien, beben lo mejor, se divierte con su señora o sus hermanas, se baña en las mejores playas, disfruta del golf, del buceo,  del yachting, entonces el cubano es feliz, se siente revolucionariamente realizado.

¿ Qué ardid tendrá preparado ahora el gobierno para que el pueblo, a duras penas desista del deleite de manjares como la pasta de oca y el arroz con gorgojos?

Por favor, en nombre del pueblo de Cuba: ¡cualquier cosa que no sea la imposición imperialista de la langosta y el jamón!

 

20 Minutos por La Habana- Yusnaby Pérez

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23 julio 2015 4 23 /07 /julio /2015 21:46

En 1966, el conocido activista e intelectual de la generación "Beat" norteamericana, Allen Ginsberg, fue invitado a Cuba por Haydeé Santamaría de Casa de las Américas, al poco tiempo lo expulsaron de manera fulminante, por criticar la represión contra la homosexualidad que ordenaban practicar el tío y el padre de Mariela "Rainbow" Castromasov, y tal vez lo echaron también por ser homosexual él mismo.

Me pregunto ¿no hay otras personas con más autoridad moral para ser los adalides de cualquier tipo de cambio en Cuba que únicamente los integrantes de esa familia?

¿No hay en toda Cuba ni un sólo gay o lesbiana con más conocimiento de las necesidades de su colectividad y con más derecho que esta muchacha para dirigir ese movimiento? ¿Sólo lo puede hacer ella?

Hoy Mariela nos muestra una faceta ya adulta de su personalidad, ligada cada vez con menor disimulo a los deseos de permanencia sempiterna en el poder, hablando de los opositores al feudo de sus padres como un manojo de ignorantes y de vendidos.

Resulta patético además de increíble que alguna persona de bien que en su momento simpatizó con aquella lejana revolución, logre tras un esfuerzo encomiable, establecer algún tipo de nexo entre aquella experiencia barbuda con esta ruina anquilosada y consiga sentir la misma simpatía por este cúmulo de despropósitos.

En el mundo imperfecto pero en cierta medida libre, a los sectores más retrógrados, nos permitimos llamarlos intolerantes y hasta algunos los tildan de fascistas, porque ellos se contentan solamente con elecciones libres nacionales, municipales y autonómicas cada cuatro años, al contrario de los ejemplares "indignados" que exigen una democracia permanente.

Ya por eso los acusamos de cavernícolas.

No imagino ningún político en un país civilizado, ni siquiera de los más conservadores, que se atreviese a hacer gala de haber prohibido toda oposición por más de cincuenta años, y menos aún que encima se refiera públicamente con el tratamiento de: “manojo de ignorantes y de corruptos”, a aquellos que a pesar de las dificultades y los riesgos, osan luchar de una manera ejemplarmente pacifista, por los cambios y por participación en la política nacional.

Las señora Rainbow Castromasov nos instruye sobre corrupción.

¿Habrá expresión mayor de la corrupción política, que detentar el poder más de medio siglo segando todo atisbo de oposición?

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2 julio 2015 4 02 /07 /julio /2015 17:27

La muchacha bonita, ya no tan lozana aunque todavía bella, poco a poco retorna al regazo de su ora amado, ora odiado príncipe.

Desde el mismo descubrimiento de América, Cuba fue la novia preferida, la elegida de los magnates del momento.

En aquellos tiempos que en Tordesillas el mundo Nuevo se dividió entre propiedad de España o de Portugal, la Perla del Caribe ya tuvo un trato privilegiado, se construyeron palacios, fortalezas, casonas, ciudades que no se construían en el viejo continente, se mudaron nobles españoles a la isla.

Por Cuba pasaban ufanos los barcos con las riquezas sustraídas que iban a la Metrópoli, de entre todas las amantes que tuvo el imperio colonialista durante esos siglos, Cuba recibía un trato especial.

En cuanto se  soltó de la mano de la avejentada y empobrecida Corona española, a través de la Enmienda Platt supo recalar en los tersos brazos del flamante magnate moderno, los Estados Unidos de Norteamérica.

Para cuando esa relación se hubo enfriado, porque la novia de los ricos y famosos decidió que iba a probar suerte en la aventura autónoma, cuando amagó con independizarse nuevamente, ya tenía nuevo pretendiente  si bien no de gran alcurnia, sí con inigualable poder.

A los dos años del triunfo de la Revolución, ya sin ambages , sin un Fidel jurando que rechazaba de plano el comunismo, Cuba, la bella se puso de novia oficialmente con la URSS con la cual ya llevaba un noviazgo extraoficial aunque conocido por todo el barrio.

Si bien en aquel momento la patria de los soviets, era una de las dos potencias mundiales, y en ese sentido Cuba podía presumir de un novio poderoso, lo cierto es que el glamour y la sofisticación holgaron por su ausencia, la Perla se vio en los rudos brazos de la dictadura del proletariado.

Aunque para Fidel fue suficiente que Moscú la prometiese manutención a cambio de la entrega de su alma en el cruce de caminos.

La URSS, sin embargo, cuando subió Gorbachov traicionó a Cuba, decidió dejarla por novias más sofisticadas, mejor vestidas, de aspecto más moderno aunque con mucho menos sabor, Cuba se sintió ofendida en lo más profundo de su orgullo, e intentó pedirle a Moscú que acarrease con ella hacia los nuevos destinos,  la relación expiraba, Moscú se negó como un hombre que cercano a la tercera edad desea experimentar su últimos raptos de virilidad con una tigresa algunos de años más joven e infinidad de veces más viva.

La verdad es que Fidel no consultó nada de eso con los millones de esqueléticos zombis, que sobre sus bicicletas chinas sorteaban en zigzag las manadas de mosquitos hambrientos, que no encontraban ni gota de glóbulo rojo que valiese a pena bajo aquellos pellejos retorcidos por ron de “chispa de tren”, la pasta de oca y el infierno de los apagones.

Cuba, la Cuba de los hermanos “Castramasov”, dijo: ¿ Ah sí? Pues voy a aguantar, ¡Socialismo o Muerte! mi pueblo desaparecerá de hambre o de piojos, pero no nos rendiremos.  Y entonces salió alocada, despelotada, como poseída por un demonio que no controlaba, a buscar un nuevo novio.

Los chinos habían sido despreciados por Fidel y públicamente condenados en los años en que parecía que la URSS sería eterna y le convenía hacerse pasar por un empedernido anti maoísta.

No way- dijeron los chinos con su modo de decir- No huawei!

Aunque Cuba era ya una experimentada y  pícara sobreviviente entre los cambios de los tiempos, no le quedó más remedio que ir en busca de un novio rústico, soez, procaz, impresentable en sociedad; pero no quedaba otra alternativa, había que encontrarlo y debía ser "maceta" como se dice en Cuba a los que tienen mucho dinero.

Encontró a Venezuela.

Normalmente una persona como Chávez para Fidel durante los años sesenta, setenta y ochenta no habría pasado de ser un diversionista populista, y en el mejor de los casos un revisionista, militar oportunista del Ejercito tradicional que jamás podría encarnar ningún cambio serio. Un tipo simpaticón, al cual la URSS habría ordenado de inmediato dar la espalda por poco serio y profundo.

Pero los tiempos habían cambiado, y el compañero Chávez pasó a ser el estandarte de la Revolución latinoamericana.

Mientras, las gráciles palmas reales, el aroma del aire, la belleza de la arena y el empaque de las ciudades de Cuba sufrían al recordarse novia de aquel esperpento.

 Cuba no tenia nada contra Venezuela, es más, la adoraba, pero no para ser su novia, quizás su amante de una tarde, su amiga y confidente por siempre sobre pescas y pecados.

La Perla del Caribe por primera vez conoció  la desolada sensación de haber sido y ya no ser.

Como un tango o como una pesadilla.

Hasta que llegó Obama, y de a poco Cuba empezó a hacerle caídas de ojos, Raúl Castro empezó a mandar mensajes en clave oculta a través de las transparencias del abanico de la seducción, Barack acusó recibo.

Estaba necesitado de conectar algún buen hit, hablando en lenguaje de béisbol, ya que últimamente no les estaban saliendo del todo bien la puesta en práctica de sus loables intenciones. Quizás pensó que tampoco estaría de más algo que dotase de sentido al premio Nobel de la paz,  moviendo los acontecimientos en la cronología unos pocos añitos de aquí para allá.

El Papa con su espíritu modernizante de la Iglesia hasta cierto punto, tuvo también una actitud valiente al volver a unir en sagrado matrimonio a dos antiguos conocidos, a dos novios del pasado.

Cuba está de vuelta con su ex príncipe, y al parecer vuelve a despertar toda esa pasión de siempre en los buenos amoríos, ya que no sólo es bella sino que es todo candor.

Sólo quedan ver los  términos del acuerdo pre matrimonial, y el estilo de pareja que eligen para interpretar esta, su flamante y glamorosa unión tapa de las más llamativas  revistas de acontecimientos sociales de todo el mundo.

Eso sí, bien casada, para que no se comente en el barrio ni nadie vuelva a rumorear que cuando se pierde el waniquiqui, “La Perla” sale a jinetear.

 

La Perla del Caribe
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10 enero 2015 6 10 /01 /enero /2015 23:08

Ante los rumores insistentes de la muerte física de Fidel, debo decir que en mi criterio, aquel Fifo- Caballo-Guarapo-Esteban*,  temido por los suyos y admirado por sus ajenos ya murió hace mucho tiempo.

Esa persona anciana balbuceante que queda abrazándose con cuanto Papas y bufón de alcurnia pase por Cuba, no es ni una tira de la uña del mejor conspirador en la sombra y púgil en distancias cortas que ha existido en la política latinoamericana en el siglo XX, y uno de los más temibles bichos de siempre. Aunque que nunca fue de nadie excepto de sí mismo, traicionó a toda ideología en que adscribió y a todo compañero a quien adocenó, desde José A. Echevarria, Eduardo Chibás, Frank País, Abel Santamaría, su hermana Haydeé, Osvaldo Dorticós, Huber Matos, Camilo, los cubanos que vivían en Miami exiliados de Batista, a quienes les pidió y de quienes recibió mucho dinero, todos los anarquistas, la mayoría de los comunistas previos al 59 del Partido Socialista Popular. Más tarde todos los “no comunistas” posteriores a 1961, luego todos los no seguidores de Nikita Kruschov del 65, como el caso de el Che.

Más tarde todo aquél que le decía que la zafra del 70 no tenía posibilidad de triunfar, como Orlando Borrego, era defenestrado, más tarde a todos los que decían que la zafra del 70 iba.

Primero a todo burgués, luego a todo proletario, luego a todo el que protestase porque los burgueses españoles, italianos, franceses y canadienses, se estaban comprando Cuba a golpe de dólar, la moneda enemiga, y los cubanos no podían siquiera acostarse en una habitación de un hotel de La Habana con aire acondicionado, ni una sola noche.

A los seriamente sospechados  por tener amaneramientos refinados, sofisticados, demasiado cultos, y duramente castigados y presos con trabajo forzado a quines ostentaban una desviación de la conducta sexual, de la “hombría revolucionaria”.

A los reprimidos por disfrutar de gustos pequeño burgueses, o de las nuevas corrientes provenientes de afuera de Cuba, como el Rock, el Pop, el Punk, la actitud contestaría.

Toda  la libertad de expresión durísimamente castigada, hasta penas altísimas de prisión.

Presos por tener dólares para comprarse un ventilador, un pantalón blue jean , un puerco, una caguama, y ni hablar de unos bistecs de vaca cuatrereada. Después pasó a ser enemigo de los que estaban en contra de que el dólar se legalizase, seguían reas personas porque se le encontraron 50 dólares, y Guarapo, que legalizó de la noche a la mañana la tenencia de dólares, no pidió perdón a nadie por el dolor que causó, ni siquiera se planteó soltar a los que estaban en prisión defendiendo sus postrimerías por tal afrenta igual de caprichosamente castigada que luego derogada.

 Fidel quien se abrazó con los ortodoxos, los jesuitas, los norteamericanos, los burgueses cubanos de donde provenía su esposa Díaz Balart y todos sus amigos, luego con los comunistas pro URSS y anti guerrillas, luego los demócratas latinoamericanistas, los religiosos del Tercer mundo, luego con la dictadura Argentina, con Videla, con Galtieri, con Costa Méndez por orden de la URSS, luego con los reyes de España, con el papa polaco anti comunista que derribó el comunismo mundial, con Arafat, con Jomeini contra Saddam Hussein, al poco tiempo con Saddam Hussein contra Bush padre. Luego con un revisionista dicharachero como Chávez.

Y para terminar, con Estados Unidos, entregando la pantomima de la Revolución Involutiva para comenzar un Capitalismo de partido único.

Un hombre que hizo bandera de la medicina cubana, y cuando se enfermó que vio las orejas al lobo, no reparó en gastos y se hizo traer a una eminencia del Hospital Gregorio Marañon "español no cubano",.

Un tipo que no reparó en gastos mientras su pueblo carecía de todo, por vivir un día más, todo tipo de cuidados, lo que sea para no morir, el deseo de vivir hasta la eternidad contrapuesto a la actitud de todo guerrillero valiente.  Viajaba con quinientos guardaespaldas.

Hablo de Guarapo, quien se construyó su Choza vivendi, en el sitio más exclusivo de toda Cuba, y uno de los más exclusivos de América, donde estaba el hoyo 14 del campo de Golf del Club de los ciudadanos más suntuosamente ricos de Cuba, el Havana Biltmore Yatch and Country Club, en Jaimanitas.

Un Guarapo que tenía casas por toda la isla, a quien la isla le pertenecía, un Fidel-Guarapo que tenía colecciones de yates a su disposición, y dos en exclusiva, no en propiedad como es todo en Cuba como coartada para que no se los pueda acusar de acaparadores capitalistas, pero con mucho más poder que cualquier capitalista en su país.

Yates para cazar y pescar, con amigos multimillonarios, no con revolucionarios luchadores del mundo. Donde le cocinaba langosta a Depardieu, a García Márquez, a Maradona, de quien llegó a la desfachatez de decir que era el “Che Guevara del deporte”, sin juzgar al astro futbolista, sino comparando con lo que le caía en Cuba a alguien homologable, hay que decir que en Cuba quien fuese sorprendido fumándose un porro de marihuana, si no era hijo de dirigentes, era encarcelado por cinco años, y si a un deportista de elite lo cogiesen con un kilogramo de cocaína, es harto difícil imaginar el nivel del castigo que le aplicarían por traición al Comandante.

Amigo y defensor de capitalistas como Meliá, o similares europeos y canadienses. Empresarios igualmente exploradores que los cubanos  a quienes habían echado de Cuba, y que encima no eran ni cubanos.

Guarapo-Fidel,  quien visitó la tierra de su padre, Galicia, no de la mano de algún republicano revolucionario anti fascista, sino  precisamente de mano del mayor fascista y racista que quedaba vivo en la democracia, el franquista y anti comunista Manuel Fraga, con quien anduvo durante días cominedo abundantemente, bebiendo ron a voluntad y jugando dominó,

Guarapo no llega triunfante de nada al final de su vida.

Como no llegaron Pinochet o Franco aunque hayan muerto tranquilos en su cama.

Y aunque yo no sea revolucionario, no puedo menos que reconocer que tanto Camilo, Frank País, Che, Santamaría, Mella, Villena, Guiteras, Lenin, Marx,  cualquiera caído en Angola, Etiopía, o Mozambique, y todos los disidentes y todos los fusilados, los enloquecidos, los ahogados, los exiliados, los expulsados, los humillados cubanos, murieron, pero sobre todo vivieron con mucha más dignidad revolucionaria que el amortizadísimo Guarapo-Fifo-Caballo- Esteban*.

* El cubano de a pie siempre jocoso, le llamaba Esteban a Fidel, por “Este-bandido” salvando así la rigurosísima censura. 

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30 diciembre 2014 2 30 /12 /diciembre /2014 12:20

Da pena la gente que se quiere agarrar a sus mezquinos privilegios de exiliado de oro en EEUU, y sólo por ello desea que no se solucionen las pocas cosas que se puedan arreglar en este tímido primer acercamiento entre Cuba y EEUU, más que nada pensando en sus compatriotas de la Isla, cansados, hastiados, hartos de carencias, de cinturones, de soga.

Pero también me indignan como al que más cuando veo a todos estos oportunistas de tres al cuarto, que fueron lo más obsecuente y pusilánime del mundo que se pueda encontrar en el mercado de la cobardía. Quienes hicieron una profesión de olfatearles el trasero a los gerontes Comandantes "Zanahoria Bros.", asintiendo ante cualquier aventura o cualquier directriz por contradictoria que fuere, aún cuando para ello debieron pisotear los derechos de todos sus conciudadanos, maldecir a su propia sangre llamándoles gusanos.

 Ya fuese porque preferían vivir en EEUU o por pensar diferente a ellos, condenar todo lo que proviniese de la "sociedad del mal" (en público por supuesto, ya que en privado siempre fueron los que más bienes del campo capitalista tenían), toda esa gentuza rellena de materia putrefacta.

 O parafraseándolos a ellos mismos con sus dos términos favoritos: esa Escoria, y esa Gusanera, que hoy dejan ver claramente la madera ética de que se constituyeron sus vidas, y van acomodándose para un futuro de cercanía con Estados Unidos mirando con lascivia los genitales del imperio con sus insaciables lenguas babeantes, que ya no lubricarán los glandes soviéticos, chinos y venezolanos.

 Expresándoles su amor a los “yanquis” como les llamasen despectivamente, con los cuales de seguro, como decíamos algunos desde hace años, se los verá haciendo pinches negocios, vendiendo hasta los calzoncillos de sus padres, siempre y cuando desde luego, no lo impida una consciente oposición organizada de la parte digna del pueblo cubano, en sus ya descalzas clases trabajadoras, en sus incipientes clases medias.

Siento una mezcla de ambos.

Sólo les digo a los posibilistas que quieran cerrar y mirar hacia otro lado, que miren a España hoy, a cuarenta años de muerto el dictador, hay que revisar toda la Transición, porque el negocio de aceptar la condición de intocables de la dictadura que cedió la democracia como una dádiva postergable, no resultó ser todo lo redondo que prometía.

Progreso sí, pero con memoria.

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7 diciembre 2014 7 07 /12 /diciembre /2014 22:28

Terminaba una maratónica reunión del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, presidida por el Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, Presidente de Cuba, presidente del Partido Comunista de Cuba y del Buró político del Partido, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (sepan disculpar si pasé por alto unos cuantos cargos más, pero es que se me empezaba a olvidar lo que quería escribir).

Antes de salir cada uno a la casa de su amante a bajarse su pomo de ron y lijar su pernil de jamón para disipar el agobio de seis horas de muela interminable, de una especie de Do sostenido del Comandante y la profunda, aunque secretísima depresión a que ello podía someter, la reunión exigía que todos votasen los puntos que se habían tocado durante los milenios que pareció durar el acto.

En el preciso instante, en que el genízaro de gesto adusto al referir su mirada al público y solícito al agacharse ante la escudriñadora vigilancia de Guarapo, invitó a levantar las manos a quienes estuviesen de acuerdo con las propuestas del Comandante, un asistente de una de las filas del medio, que había pasado aquél sucedáneo de “la eternidad”, aplaudiendo rabiosamente cada intervención divina, sintió una fuerte punzada que le recorrió desde el dedo pulgar e índice todo el brazo hasta la parte derecha del pecho, haciéndose particularmente insoportable el dolor en la base de la tetilla, el hombre hizo todo lo posible manteniendo el rictus impasible, como un maniquí de cera, por no torcer su gesto, no arruinar la fiesta de la pasión al Líder, al dios devorador del mal, hizo denodados esfuerzos por no emitir un quejido, ni siquiera un gruñido que pusiese sobre aviso a los asistentes vecinos de su asiento. Sólo si su esposa, sus hijos o su amante se encontrasen allí y le prestasen más atención a él que a Guarapo, habrían podido notar por la rigidez de las comisuras de sus labios, la palidez de su rostro y el agarrotamiento de sus dedos, que una parte suya reclamaba urgente auxilio al ánima de la discreción.

El genízaro, asombrado ante la insistencia del asistente en no alzar su mano dando a entender un voto negativo con su actitud, cosa que no había ocurrido jamás en décadas de reuniones, tuvo un rapto de suprema solidaridad, mostró un gesto en el límite de la lealtad y tras un prolongado silencio casi absoluto, roto únicamente por un flato del asombrado hermano achinado del monarca barbudo, se dignó a repetir al invitación por segunda y última vez, haciendo énfasis en ello, a votar la propuesta que como una bendición, bajaba en forma de lineamiento desde el trono principal.

El desconcertante y bravo asistente de los brazos en posición de descanso, de la innovadora y pionera abstención, valeroso desacato de la sempiterna unanimidad revolucionaria, desoyó la invitación, ya presentaba signos de momificación, sus pantalones estaban mojados, las manos retorciendo sobe las rodillas y su mirada perdida.

Entonces el genízaro, ya abandonando todo vestigio de complicidad con el inconsciente desgraciado, se dirigió directamente a él ante el escrutinio en el gesto de Guarapo y de su achinado o hermano de vientre flojo, diciéndole:

-Compañero, ¿está votando usted en contra de los lineamientos de nuestro Comandante en Jefe?

-Argh- fue lo único que alcanzó a responder el temerario militante antes de balancearse hacia adelante y terminar cayendo de forma pesada sobre el suelo del teatro Karl Marx.

Sus vecinos de asiento mostraron alarma conscientes de que tampoco era muy recomendable desvivirse por salvar a un presunto traidor, pero también impresionados ante la posibilidad de que todo pudiese acabar allí, lo socorrieron y animaron a los otros asistentes llamar a una ambulancia.

Unos días más tarde, el militante del Comité Central recuperó su salud y fue considerado definitivamente fuera de peligro por el infarto que había sufrido aquella fatídica tarde, cuando creyó que sería dado de alta del hospital, recibió la visita de un superior comunicándole que lamentablemente en el mundo se había difundido la noticia de que por primera vez, una medida del Comandante no había sido unánimemente respaldada por todo el Comité Central, y entonces desde el Buró Político se decidió que demasiado contemplativa e indulgente, era la Revolución con elementos que la traicionaban de aquella manera, pero no podían arrogarse el derecho que soberanamente le pertenecía al pueblo, de perdonar semejante ultraje a los héroes, a los mártires de la revolución, al pueblo entero, por ende se lo envió a la Taiga rusa a cumplir veinte años de reclusión, empezando por construir el tren de Baikal Amur, intercambiándolo por un ruso que cortaría caña en la provincia de Oriente durante las horas de más sol por la misma cantidad de años, ya que se había quedado dormido en un acto de Leonid Ilich Brezhnev.

El cubano aguantó mucho frío pero a los pocos años llegaron la Perestoika y Glasnot y fue puesto en libertad, vagando durante unos años por la Siberia en estado de enajenación mental, ingiriendo hielo con excrementos y vodka, hasta que una investigación periodística recuperó su curiosa historia y se convirtió de repente en un hito, en un ejemplo de las más altas cotas del coraje disidente, alternando premios y menciones con personalidades del tamaño de Lech Walessa y Vaclav Havel en las principales convenciones internacionales de derechos humanos.

El ruso corrió una suerte menos afortunada, se cuenta que aún corta caña en algún área de castigo, pero que ni siquiera sus centinelas lo reconocen y saben diferenciarlo de los demás castigados autóctonos, ya achicharrado por el sol, sus ojos azules ennegrecidos por el hollín de la caña quemada, su idioma reducido como el de sus colegas a sonidos guturales.

Los domingos, único día de descanso, se cubre de agua salada excremento y ron.

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2 octubre 2014 4 02 /10 /octubre /2014 02:01

-¡Caballero denle nariz a eso! -dijo mi amigo el Nene causando una mezcla de risa y asentimiento generalizado de los viajeros que se atiborraban al principio de la guagua, mientras el grupo de rusos recién ascendido en la anterior parada, continuaba conversando con el conductor del autobús preguntando algo referente a la dirección a donde se dirigían.

Yo no me había enterado de cual era la procedencia de aquel supuesto fuerte olor que llevó a mi amigo a “pitar” de ese modo, porque me encontraba un poco más adentro, hacia el centro, aprisionado por el resto de componentes de aquella morcilla ambulante encargada de trasladar al pueblo trabajador.

Pero sí que pude enterarme cuando a empellones, hubieron llegado a mi proximidad aquellos ciudadanos técnicos extranjeros provenientes de la “Gran madre patria roja” que desinteresadamente ofrecían sus servicios y auspicio solidarios al indisciplinado pueblo cubano.

¡Santo cielo! eso no era solamente olor a sobacos mezclado con ajo, cebollas, pies, calcetines y otras interioridades, aquello era un fenómeno superior, poseía volumen, aunque no se pudiese notar a simple vista se podía intuir que aquel aroma le daba cierta espesura y consistencia al aire, era el súmmum de lo vomitivo, de lo repugnante, era la verdadera bomba humana, la revelación del secreto de la victoria de los rusos sobre Napoleón y los soviéticos sobre los alemanes. ¡Santo cielo!-repetí.

En La Habana la gente era graciosa cuando estaban en masa, porque el cubano a nivel íntimo es en realidad mucho más melancólico de lo que se cree, pero la identidad colectiva más reconocible es su dicharachería, la risa, los ademanes exagerados al modo andaluz, canario, calabrés o napolitano, y casi siempre cuando alguien con características especiales, subía a una guagua algún gracioso tomaba la iniciativa y expresaba en voz alta un criterio que buscaba convertirse en una gracia, en un chiste. 

Cuando algún pasajero reduce su volumen a causa de una accidental pérdida de gas intestinal, los comentarios son generalizados y casi siempre permiten pasar el fétido momento acompañados de carcajadas. Pero nada de eso fue ni siquiera posible con este notable grupo de rusos, que asaltaron a bombazos fétidos nuestro trayecto colectivo, ya suficientemente merecedor de un premio a la resistencia estoica frente al escarnio y el suplicio cotidiano, el comentario del Nene no daba demasiado  sitio a la risa, a la gracia, acaso a duras penas conteniendo la respiración, se sostenía la esperanza de salir de allí liberado de una intoxicación letal.

Con todo y eso conseguir ascender, abordar, conquistar otra guagua era considerada una empresa tan arriesgada e improbable, que la gente no sin sopesar el dilema en su fuero interno, en su mayoría se decantaron por continuar en la guagua con un halo de esperanza de que el dios de los Urales, nos asistiese invitando a aquellas sus criaturas, a descender en cualquiera que fuese la próxima parada.

La vida entera estaremos en deuda con las deidades eslavas que atendieron nuestras súplicas haciendo que dos paradas más allá, el chofer les dijese a los aromatizados inocentes que habían llegado a su destino.

Cuando nos hubimos bajado en la parada de Alamar, mi amigo el Nene me espetó:

-Brother al lado de esos bolos tu eres un jabón, un champú, un perfume, un naranjo en flor.

Debo reconocer que casi me incomodó que alguien me hubiese arrebatado con tal nitidez y rotundidad la presea que me otorgaba mi desafección a la ducha y la consiguiente inclinación a las esencias enfrascadas.

Por entonces yo solía pensar, que quitando todo lo referente a la temeridad, a la propensión al trabajo, al afecto al sacrificio y a la espantosa repentina atracción por la estética comunista, una de las pocas cosas que sí me situaban en primera línea de parentesco con mi tío Ernesto, era precisamente esa desaprensión a las citas higiénico sanitarias con el agua y el jabón, además de compartir el disfrute de la poesía y de las cosas genuinas.

Quizás fue por ello que me causó un instintivo rechazo más que por cualquier otra razón, la noticia de estos días de que en el marco del aluvión de actuales disparates y los coqueteos con la fruta prohibida por décadas de las diversas formas de mercadeo, que está atravesando, disfrutando o padeciendo Cuba y sus políticas, se incluía la aparición de dos originales fragancias enfrascadas por un ministerio del Estado, por supuesto para vender en moneda de valor en divisas, llamadas una de ellas "Ernesto" por el Che Guevara, y la otra "Hugo" por Chávez.

Perfume Ernesto. 

¿Podría algo superar aquella estrambótica invitación en la escuela primaria cubana a ser como el Che,  todas las mañanas, en cada matutino escolar luego de saludar la bandera?

Aquella frase de:  Pioneros por el comunismo ¡Seremos como el Che! para mí, lejos de invitar a los niños a ser disciplinados, obedientes, rectos, delatores de sus compañeros, o amantes del jabón, precisamente incitaba a los pioneros a lo opuesto, ser como el Che era mostrarse rebelde, desobediente, critico ante el poder, original, libre pensador, autónomo, y en temas de aseo, por supuesto, muy, pero muy poco apegado al paso por la duchas.

Más que el hecho de que cada día sin pedir disculpas, sin abandonar el poder por el estrepitoso fracaso por las penurias infligidas, comandasen nuevas ocurrencias para llevar a una especie de menjunje, de cóctel terriblemente injusto mezclando lo peor del socialismo con lo peor del capitalismo al país caribeño, la misma dirigencia, las mismas personas, que habían reprimido durante años con mano intransigente, cualquier desviación ideológica de los cerrados principios dogmáticos importados de la fría y lejana Rusia de los sobacos prohibidos, más que el hecho irritante de que sean ellos quienes hoy mercadeen con las imágenes y los fetiches revolucionarios; más incluso que por el hecho del ultraje a la razón que significa comparar, ubicar en el mismo parangón, en la misma línea ideológica, de vida, de clase, de finalidades, de objetivos y de procedimientos, a dos seres tan disímiles como pueden haber sido Ernesto Guevara y Hugo Chávez, uno, la persona más ácida y menos populista y demagoga de sus tiempos, y la otra la persona más cubierta por barnices y vacía de contenidos, de sustrato y sustento filosófico, uno, un intelectual de la acción y el otro un prestidigitador de los tiempos que corren, en todo caso en ese terreno mucho más emparentado con Fidel, dicharachero, encantado de conocerse, de ejercer el culto a la personalidad hasta el paroxismo, un hombre procedente del ejército, que hizo carrera de la obediencia, de la obsecuencia, del no debate, de la no discusión, aunque luego paradójicamente y también a diferencia de Ernesto, fue un buen usuario de las urnas para sus finalidades de poder , y más que probablemente como corresponde a un natural de un país cálido, haya sido un hombre limpio, aseado, enjabonado, planchado, peinado, insípido, impersonal como toda piel recién liberada de su ph genuino con el restregar de la esponja, incluso mucho más que las abismales diferencias entre esos célebres latinoamericanos, y la descarada adaptación de la dirigencia cubana al nuevo estilo de sociedad dictatorial china, de concesiones mínimas en lo económico pero intransigencia total en el control político, aún más que todo eso me incordió el hecho, de que algún atrevido desalmado de algún departamento ministerial, me usurpase sin más uno de los escasos parecidos indiscutibles que me identifican con la figura de mi tío, me habría sentido menos agraviado si en su reclamo publicitario rezase: "Si eres del estilo del Che, neutraliza el tufillo de tu sudoración comunista con en esta colonia de gran raigambre revolucionaria", en lugar de bautizar a dicho extracto de esencias con el nombre de -Ernesto- en honor al "buen olor" que el conocido revolucionario solía pasear por pampas, selvas y ministerios.

Pero-me dije- no hay demasiado motivo para la preocupación, el paso de los años me ha acercado entre otras sorpresas, la de verme convertido en un hombre aficionado a esas excéntricas sesiones periódicas de agua enjabonada, aunque he de admitir que en cuestión de perfumes, como siempre, sigo prefiriendo lo francés.

 

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18 julio 2014 5 18 /07 /julio /2014 01:09

 

Sarita intentaba comer carne de vaca a todas horas, los muchachos de Ciego de Ávila decían que estaban tan acostumbrados a comer bistec todos los días en sus casas que no importaba si dejaban de comerlo algún día, lo decían delante de ella y del maquinista que era también de Santiago de Cuba y también le daba a la carne que era un espectáculo temiendo no volver a verla en el resto de la existencia.

 Sarita se picaba con las puyas pero no dejaba de comer sus bistecs con cebolla, ajito y limón.

Un día fuimos a su casa a buscarla porque teníamos que zarpar antes de lo previsto, y la madre nos dejó en el salón de su casa, sentados en sillones balancines de preciosa madera y confección. Nos ofreció café, Sarita demoraba y nos ofreció otra tacita más, mientras yo me entretenía observando la casa, el techo azul, con artesonados, tenía vigas a la vista, las rejas de las ventanas habían sido hechas muy cuidadosamente por algún buen herrero de los ya muertos, y desde allí se veía el empedrado de la calle, esa casa tenía en sí más buen gusto que todas la conversaciones que manteníamos cada noche. Y entonces Sarita Salió por fin pero con la cabeza tapada por una especie de gorro de baño.

Cuando llegamos al barco en el coche Sarita se metió en el camarote y zarpamos, a las dos horas, Ponce la llamó y le dio la orden de entrar al agua y practicar un buceo mientras nosotros observábamos en la borda mirando. La chica no quería de ningún modo, hasta que no tuvo más remedio que tirarse con el equipo, salió con el pelo absolutamente enroscado, a merced de toda la grasa que se echaba, intentaba  taparlo de cualquier manera, y corriendo al camarote para echar mano de su máquina de alisar y pasarse las próximas horas en esa ardua tarea, que cualquier improvisto como aquel podía derribar, me dio pena que pensase que hasta ese día no era evidente la escasa suavidad de su pelo. y me di cuenta hasta en que pequeñas cosas está presente la ignominia que debieron sufrir esos seres humanos completamente abusados y desprovistos de todo , hasta del simple orgullo de mostrar su belleza. Ella tenía el pelo largo por los hombros, cada noche le pasaba la plancha para que quedase liso, algo que hacían muchas mujeres mulatas, yo prefería la belleza de ese tipo de pelo enrulado, pero las que eran más claras de piel  quizás pensarían que estirándoselo podrían pasar por blancas, y que gozarían de mejor status.

El resultado de aquel pelo duro caído sobre el hombre podía ser pasable solo si se tratase de una foto, pero que en la realidad cuando la mujer mueve la cabeza, va en todas direcciones como un casco, era para mí mucho más agraviante que cualquier sitio al que las pudiese condenar el prejuicio racial, ya que se sumaba el elemento de  la anomalía.  Pero aún así podía comprenderla.

 

Era algo más profundo que un simple patrón estético el que ella ocultaba. Sobre esta particularidad de los descendientes de africanos en América leí muchos trabajos, siempre  escritos por blancos que estudiaban la negritud, pero nunca pude leer algo que sitúe la belleza o menoscabo de la raza afroamericana alejada de estridentes orgullos o complejos raciales, por eso considero que el crimen aquel aún continúa vivo,   nadie que viva hoy es culpable, pero aún hay víctimas, tan brutal fue lo que se hizo. Entendía el principio de su complejo. Si bien yo siempre sentí aprecio por mi pelo oscuro, sabía que no era un patrón precisamente de representación del poder de tipo europeo, ya que indicaba que podía descender de africanos, de indígenas o de judíos, sin embargo hacer algo por disimularlo me habría parecido además de una tarea ardua que no merecía tal esfuerzo, un serio ataque a mi ya deficiente estructura de amor propio.  Por otro lado quizás gracias  a la libertad que me obsequió mi perenne actitud de concentración exclusiva en mis cavilaciones, siempre le brindé muy poco interés a las convenciones, y de alguna manera me quedó la convicción de que justamente, la raza de Sarita no solo no tenía nada de qué avergonzarse, sino que si afinamos la óptica de observación acaso cuenten con muchos más motivos para sentirse dichosos y agradecidos de la naturaleza que la gran mayoría. Pero el orgullo de una etnia que se le había dado históricamente un trato tan duro, y se le continuaba tratando despectivamente en la Revolución de todos, es algo que precisa de trabajo y de un definitivo destierro de prejuicios tan bochornosos.

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17 julio 2014 4 17 /07 /julio /2014 05:40
Nos dieron las llaves del nuevo departamento de Alamar, y aunque estaba bajo el mismo nombre que la anterior casa en aquel barrio que ya adquiría visos de ciudad, y aunque sus edificios fuesen de cinco plantas sin ascensor, y los departamentos muy parecidos, la zona en que se encontraba era sensiblemente diferente a la zona 6 donde habíamos vivido.

Esa parte del barrio llegó a albergar a cincuenta mil habitantes, no había tiendas dentro, ni estancos de tabaco, ni alimenticios, ¡no había un punto expendedor de agua!. La guagua tampoco entraba, solo rodeaba ese inmenso sub barrio de Alamar, y por supuesto los apagones de luz eran allí de récord, motivo de asombro interestelar. Mi edificio estaba justo al principio, por suerte teníamos una cafetería al lado, donde de vez en cuando había helado y el resto de las veces un sirope azucarado muy frío, que al bajarse uno de la guagua resultaba una bendición, y más aún para aquellos vecinos a los que aún les quedaban minutos de caminata hasta sus casas, desde el mostrador en que dos empleadas tenían casi todo el día para charlar sobre sus historias de guaguas llenas y hombres restregones, debido al escaso público comensal y claro, a la rapidez con que se acababa el helado durante el día.

Y aunque se tratase del principio del barrio, los ejemplares de mosquitos con que tuve contacto, podían haber sido amaestrados y adiestrados en las milicias de tropas territoriales de no ser porque en su excesiva agresividad, no habrían distinguido entre enemigos y lugareños.

La vecindad ocurrente como siempre en Cuba, a ese trozo de Alamar que nacía en mi casa y se extendía hasta allende los horrores, colindando con la playa de Baconao, a través de la costa y hacia el infinito en su profundidad, la bautizaron: “la Siberia”.

El Che había muerto en Bolivia antes de que se empezara a construir Alamar, pero él había bautizado la frase “el hombre nuevo”. Había ideado una generación posterior a la del triunfo de la Revolución, que educada en una sociedad que ofreciera estímulos morales y no materiales, una sociedad justa, de la cual estuvieran desterrados los valores del capitalismo, valores individualistas, egoístas, daría lugar a nuevos valores que el hombre adoptaría en solo una generación. Pensaba que el recuerdo genético de la ferocidad animal que habita en el ser humano para sustraer el alimento al prójimo se erradicaría en una generación, o en dos. Aplicando claro está, una concienzuda instrumentalización ideológica, una limpieza de vicios antiguos, capitalistas según decían, a través de la educación. Este hombre nuevo, compuesto de la arcilla de las nuevas generaciones llegaría a ser la envidia de los hombres del mundo, regidos por la rapiña en que han sido engendrados y educados. Estas nuevas generaciones criadas en la solidaridad, en el internacionalismo proletario, en la motivación moral para ser mejores trabajadores, también tendrían una férrea disciplina revolucionaria, y entenderían justo el castigo a cualquier desvío ideológico, deberían tener un orden, una moral y una conducta ejemplares. De esto se lo podía responsabilizar al Che, pero del espanto estético y funcional de Alamar y su Siberia, doy votos como Guevara, que con toda seguridad, ni en sus más estrictas y perversas ideas de construcción de una nueva estética que estuviese privada de apéndices, de artilugios, de adornos inútiles, a Ernesto se le habría pasado por la cabeza semejante engendro de la fealdad hecho a la más pulcra perfección.

Sentía que mi tío desde donde sea que estuviese, me decía de vez en cuando algo más o menos así:

_ Martín, esta fue una buena intención , no una ocurrencia vacía, sino el engranaje de una cadena que llevaría a una sociedad que algún día pudiese suplantar al capitalismo, y a la explotación del hombre por el hombre, ya no por el medio de la revolución violenta , sino de la invitación a los obreros y hombres de bien de todo el mundo, con un modelo que los sedujese mucho más que el del éxito personal, un ejemplo más de tracción paralela; pero tú sobrino, hijo de mi hermano siempre aturdido, el risueño Patatín, no desmayes, ni se te ocurra ser un vasallo de nadie, y menos aún de mis designios y errores, no son estos proyectos para ti, aunque sí lo fuesen para tu padre, mantente libre de la manera que sea, aturdido si quieres, bravo o acobardado, fresco o perturbado, pero distante de toda esta porquería en que se ha convertido lo que hice o quise hacer, si quieres pelea contra ello, y si no tienes ganas de luchar no lo hagas, pero no te doblegues, no te conviertas, no me aflojes viejo, que ya quedan pocos”.

En fin ¿por qué uno iría a tratarse mal a sí mismo?

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13 junio 2014 5 13 /06 /junio /2014 14:35

 

Como todo lo que habíamos acordado había salido no demasiado bien, me dijeron en Consejo de Estado que conseguía un trabajo y lo hacía bien de inmediato o me tenía que largar de la isla. Froilán, un ser humano único, me salvó de garras de la EJT donde me querían enviar, un sitio donde sin dudas, el primer día habría perecido ahogado ante el asalto abrupto de las toneladas de sudor o perforado por los embates que los mosquitos MIG 17 que entrenan entre los cañaverale. Froilán intercedió para que me enviasen a Santiago de Cuba al proyecto Baconao Turquino.

En el aeropuerto me recibió Iván, un joven ingeniero de La Habana, que me dijo que sería mi guía por unos días hasta que me reuniese con el general Robertico y hablásemos de cuál sería mi trabajo. Me llevó en su Lada 1500 a la “casa de visita” donde viviría unos días, una preciosa casona, con habitaciones disponibles para invitados del General. Iván me enseñó dos habitaciones y me dijo escoge la que quieras, y me elegí una que daba a un jardín florido, y que era muy espaciosa para mí solo. Iván me dijo que había cocineras y mucamas para limpiar la habitación que no había que cocinar nada, pero me llevó a la despensa y las neveras para mostrarme que había todo tipo de carnes  embutidos  y quesos para comer a la hora que quisiese, de igual  modo cervezas y ron a espuertas. Las habitaciones tenían aire acondicionado y los baños eran individuales y muy cómodos, con toallas que se cambiaban cada día. Al otro día por la mañana fuimos a dar una vuelta por el Parque Baconao Turquino y me explicó que allí estaban desarrollando un complejo turístico que debía dejar pequeño a Varadero cuando estuviese terminado, pero que llevaría años. A él le habían propuesto como ingeniero mudarse allí y poder desarrollar todo el potencial de sus ideas con total libertad, y me dijo que lo estaba haciendo, me llevó por las obras que había construido y realmente eran inusuales. En una parte de la costa donde chocaban con fuerza las olas Iván había mandado poner una serie de cañas de bambú de unos quince centímetros de diámetro y diferente altura, formando  un sikus  gigante y cada vez que las olas daban contra la costa emitía el sonido de una melodía que parecía provenir del mar. Era lindo y además salía de ese esquema socialsita de que sólo se construyan cosas prácticas, nada que tuviese como fin la estética pura o el hedonismo de por sí. Luego proyectó un valle plagado de dinosaurios en estatuas de diferentes tamaños, un hombre prehistórico con su mazo en la mano con los pies a cada lado de la carretera, había que pasar por debajo de él, y eso conducía a un museo de miniaturas que había hecho un suizo.  Cosas raras en la Cuba revolucionaria. Y eso en un par de años solamente, estaba orgulloso y lleno de energía con ganas de hacer cosas, que no necesariamente eran útiles en el sentido clásico que se entiende por la utilidad, que embellecían un lugar tanto, le daban un toque tan personal, que sería eso lo que lo diferenciaría de los sitios exclusivamente estivales.

Tomamos unas cervezas frente al mar y cuando nos fueron a cobrar lo cargaron a una cuenta del Plan, y así en dos hoteles más, y me contó que además de tener crédito libre en el Plan Baconao, por todo Santiago tener nuestra posición era considerado como un privilegio mayor y podíamos entrar en todos los sitios, como restaurantes cabarets, marinas, clubes deportivos, con solo mencionar donde trabajábamos y bajo las ordenes de quien. Iván me dijo que Robertico le pidió que estuviese unos días conmigo llevándome con él al trabajo y que yo fuese viendo en que me gustaría desempeñarme.

Cuando regresamos a la casa de visita,  me  eché  en la cama con los brazos abiertos mirando el techo, me sentía mejor que si hubiese ido a recoger un premio, yo había ido a enfrentarme a un trabajo que me enderezaría, una especie de castigo, sin embargo cada paso que daba, cada cosa que me enseñaban era mejor, parecía una broma donde había una cámara oculta. Y aún faltaba que me dijesen en donde iba a trabajar.

A la semana de dar vueltas con Iván y tener claro que cualquiera de esos sitios me gustaba para trabajar, me mandó a llamar Robertico a su casa de visita. Me pasaron a recoger en un jeep y tuvimos una conversación informal, en la cual por supuesto no podía faltar la admiración de él por mi tío, yo me sentí un poco intimidado ante tanto espacio, tantas botellas de whisky, escoltas o subordinados comiendo sándwiches de jamón, langosta, aquello era una maravilla, ese tipo de castigo era como arder en el infierno de las ninfómanas y el jolgorio. Me dijo que se tenía que ir ya mismo en un helicóptero, que estaba supervisando las obras del Plan, y que me tenía reservada una sorpresa, que al día siguiente me mudaría al sitio donde iba a trabajar, que por la mañana me iría a ver mi nuevo instructor y jefe.

Lo saludé le di las gracias me tomé dos vasos de whisky antes de salir de allí, y me fui a la casa de visita preocupado por donde sería que me llevaría, pero me daba buena espina la manera en que me había tratado, y además me dijo que si no me gustaba que lo dijese y procuraría otra cosa. Cuando llegué, Iván me estaba esperando para cenar y para irnos a tomar algunas cervezas por ahí en su coche. El ya sabía que al día siguiente dejaba la casa de visita, y también sabía dónde iba, y me dijo que no podía decirme nada, pero me aseguró que me iba a gustar, que según lo que yo le había comentado y él había visto en mi durante esa semana seguro que me gustaría. Y me aseguró que si no fuese así se lo dijese a él que él se lo decía a Robertico, que le había caído bien y creía que yo tenía que estar donde mejor me sintiese. 

            Al día siguiente apareció en la casa de visita un hombre bajo, de voz fuerte y con mucha vitalidad, parecía eléctrico, me dio la mano y sonrió a regañadientes, se me presentó como Lázaro, y me dijo que él estaba a cargo del desarrollo de la flota de buzos, de barcos hundidos para hacer turismo subacuático, lo que se llama pecios, y de la extracción de coral negro en las costas de la isla para financiar el proyecto. Me preguntó si me gustaría vivir en un yate y me preguntó si sabía bucear. Le dije que en apnea sí, y me dijo:

_ ¡No hay problemas vamos a hacer de ti un señor buzo!

Cuando llegamos al puerto y subimos al yate me dio un camarote comodísimo, empapelado a la inglesa, en el ropero cabían todas mis cosas, tenía mesita de luz y dos camas muy cómodas,  con aire acondicionado, y en cuanto dejé la ropa me presentó al resto de la tripulación, su sobrino Omar buzo de unos treinta años delgado y atlético, Albertico un buzo de unos cuarenta años grueso, el cocinero, su hijo que se llamaba Iván como el ingeniero, y Sarita, la bióloga de a bordo.  Sacaron unos trozos de jamón y cervezas y me dijeron que había que brindar. Entre todos me daban una bienvenida que aún parecía que estaba en un cuento, me decían que sería buen buzo, que no preocupase que aprendería con ellos, que Albertico era uno de los mejores buzos de Cuba, a lo que Albertico me dijo que de eso nada, que el mejor era el mismo Lázaro. Me contó que había sido quien había protagonizado una acción para detener un atentado a Raúl Castro, que era famosa porque había sido llevada al cine con éxito bajo el nombre de Operación Patty Candela. También Lázaro fue uno de los buzos que trabajaron en la pantomima de la búsqueda del cadáver o de algún resto de la avioneta de Camilo Cienfuegos.

Cuando me quedé sólo con mi cervecita en la borda mirando hacia al isla Granma en medio de la bahía de Santiago mientras caía el sol no me sentí especialmente bien, necesitaba otra cervecita más.

 

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