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17 diciembre 2022 6 17 /12 /diciembre /2022 23:31

Había un bar en el Vedado, Rampa abajo que se llamaba La zorra y el cuervo. Después que me botaron de Cuba, La zorra y el cuervo se convirtió en un templo del jazz, tocó incluso uno de los hermanos Marsalis, no recuerdo si Branford o Wynton. pero antes de ese tiempo de brillo internacional, era un bar de esos oscuros escaleras abajo, con tenues luces, música en volumen alto y mucha apretadera y singadera en las sillas y asientos desvencijados bajo la penumbra. La peste a fana lo acreditaba, pero si se estaba dispuesto a saltarse un pelín la higiene pequeño burguesa, podía ser sumamente estimulante.

No es que fuese habitual de ese tipo de bar, en la Rampa había restaurantes y bares bajo tierra, algunos finos y otros no tanto, uno muy lindo era en la Casa de Checoslovaquia, que se llamaba Praga, y se comía comida checa, estaba muy bien, y el otro era un bareto aun más sórdido que la Zorra y el cuervo. El Tikoa, detrás de la parada de la guagua. En ese antro directamente el camarero atendía con linterna, no había otra manera de no que no terminase estampado contra una pared o sobre una parejita metiendo fuerte en el sofá, pudiendo llegar a confundir el accidente con otras intenciones. El jamoneo en esos bares, como el facho de curda, podía oficiar de propina atractiva. En el Tikoa, la peste a meado era comparable a la de los ya resecos lechazos. Por doquier se elevaba un tufillo, pero también por todos lados abundaban culitos enfundados en zayitas apretaditas o pantaloncitos de láster, que marcaban bollitos abultados, a lo que en realidad deben su mote de "bollo" las vulvas cubanas.

Así que una de cal y otra de arena.

Uno de esos días en que los morenos de Centro Habana o Carlitos me había encargado una pequeña compra, que colecté una discreta suma de estilla, decidimos ir con mi panga a vacilar por esos bares de mala muerte donde el baro podía cundir más que en el Turquino, menos que comprar unos pomos y escurrirlos en el malecón o en la plaza de 21, pero con el aliciente de materiales pret a porter.

Apenas entré, una mulatica divina estaba bajo el haz de luz endeble de uno de los pocos focos encendidos allí abajo, iba con una blanquita de bajichupa. Yo le entré a la diosa del café con leche, y mi socio a la blanca pandillera. Tal y como presentí, la blanquita era candela. La mulatica no se quedaba atrás pero es como si estuviese aprendiendo. Nos comentaron rápidamente que estaban "trabajando", me llamó la atención porque en aquel entonces no había jineterismo, alguna puta vieja en la ostionera de Infanta, alguna en Jesús María en la ronera, y las de los Cabarets, pero tan jovencitas y bien parecidas no era común.

Bauticé el Tikoa aquel, nunca había echado un amistoso allí, pero preferí de pie y que mi damisela se agarrase del respaldo del sofá, porque el vinilo de ese asiento era un singao chicle de pegajoso que estaba. Y una cosa era sentarse en pantalones, y otro era apoyar la suave piel de las asentaderas en aquellas superpuestas y endurecidas capas de cremita de leche sin azúcar.

El brother clavó en otro sofá, al rato nos juntamos en una mesita más decente y terminamos de tomarnos la botella que se había llevado la mitad de la ganancia del bisne.

Cuando acabamos el pomo, decidimos ir a a ver a Bobby Carcassés, que cantaba jazz haciendo scat como Jelly Roll Morton o Sachtmo, entiéndase, no igual que ellos, sino ese sonido que ellos hacían con la voz, en otro bar de El Vedado, el Karachi que estaba en la calle K, bajando desde la embajada de la India, no era el Maxim donde años más tarde cantó de forma habitual el bueno de Bobby.

En el Karachi el ambiente era más fino, la luz perfecta para un club nocturno, las mesas limpias, pedimos otro pomo de ron y refrescos, Carcassés bordó la noche. Cuando metí la mano en el bolsillo quedaban casi los pesos justos para el rifle y poquito más, así que les dije como debíamos proceder. Salír las chicas primero, después mi ambia, abriendo un patín hasta el Pío Pío de L, y yo iría detrás pisándoles los talones, cosa que se produjo de manera casi literal porque en cuanto me dirigí a la  puerta de salida, vino corriendo el camarero que ya se había percatado de la jugada. La mezcla de risas y paso apretado no es la mejor combinación pero era difícil parar de reír y parar de correr habría sido un suicidio.

Tomamos un taxi con el dinero del pomo y los refrescos y fuimos a 1ª y 16. mi madre tenía llaves del apartamento de enfrente al mío, que daba al mar desde un segundo piso, una estampa de postal. Ahí dejé a mi amigo en un cuarto con la mulatica y yo me fui con la blanquita riquísima de “aquí la pinga para cualquiera", así todos comíamos de cada plato un poco.

Al otro día por la noche, tomando unos tragos en Siete Mares, le dije a mi socio:

-Brother, la mulatica era lindísima pero tenía la regla. me lo dijo cuando fui a mamarle el bollo en el Tikoa.

-¡Coño, singao, me la diste con la puñalá y no me dijiste nada! ¿pero bajaste?

Cambiamos de tema cuando apareció Alberto el cojo, un viejo rey de los curdas y monarca de los “macetas”. Imposible de igualar.

 

Bizarro II -Tikoa
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14 diciembre 2022 3 14 /12 /diciembre /2022 12:40

Desde los diez a los veintidós años me crié en Cuba. Nunca vi un solo chamaco con un balón en los pies, y sí a todos con guantes y pelotas de goma o o poly jugando un pisicorre o al duro. Una vez fui al Pedro Marrero para saciar mi nostalgia futbolera, pero me espectáculo de patadas en los tobillos me bastó y sirvió para olvidar el pasado, al menos mientras siguiese en Cuba, y empecé a jugar voleibol, porque la verdad es que el béisbol así como el fútbol, para jugarlo más o menos bien hay que mamarlo desde muy pequeñito. Con doce años si te viene un roletazo chapeando bajito o una línea por primera o por el montículo, no le metes la mano por segunda vez, porque la primera que se la metiste, lo más seguro es qu ee te haya casi partido la quijada. Y en fútbol a los doce años no aprendes ni a tocarla.

Por eso me llama la atención tantos cubanos hoy absolutamente hooligans de fútbol, sin entender nada en la práctica, pero acaso sí en la teoría, tanto los de dentro de la isla como los de fuera. Al principio pensé que era uno de esos resortes que provocó la guajirización y cerrazón de la Involución, que hicieron que todo lo de "afuera" sea mejor que lo cubano, hasta el punto que una niña bonita, se le llamaba "diploniña", haciendo alusión a las tiendas donde se vendías productos del capitalismo. Quizás haya algo de eso, pienso que sí porque es evidente que todo lo de afuera es codiciado, y puede ser que con el paso del tiempo se haya ido despreciando el beisbol a partir de ahora le diré la pelota, como se dice en Cuba, por dos razones, una porque perdió mucha calidad, y dos, porque es sinónimo de guajirismo, de chealdad, de zapatos Kiko, cigarros Populares, pasta de dientes Perla y sobre todo, como el boxeo, la bandera de la Involución. Matar al padre. Incluso en EEUU ocurre ya, que los cheos, los rednecks o afroamericanos anticuados de gorrita y barriga son los amantes de la pelota, los menos conservadores abrazan el soccer, y los del medio, modernos pero autóctonos, con el mayor de los sentidos comunes se bañan en su lago más cristalino y beben de su fuente más pura; el básquet.

Así que hoy pienso, que aun cuando en Cuba no tienen ni idea de impulsar una pelota si no es con un bate o en su defecto, con la mano, este fenómeno de opinar sobre el deporte más internacional, responde a un espíritu de modernidad, de actualidad, de integración al mundo. Claro, el cubano es numerista, y no quiere parecer que le gusta desde el otro día, entonces te hablan de su amor al fútbol desde Cruyff o Kempes, cuando en esa épocase  le llamaba balompié al fútbol, y la casi totalidad creía que Stallone era una estrella del balón. Numeristas.

Ahora todos, igual que fueron opositores o alzados en el Escambray y pasaron por los calabozos de Villa Marista, igual que no aceptaron ni un kilito de ayudas de los impuestos a los contribuyentes al llegar al Yuma, y trabajaron desde el primer día como se ven obligados a hacer los mejicanos, también todos jugaron al balompié, actual fútbol en la isla y veían los partidos de la gran Liga Cubana de fútbol por el canal seis o el dos en lugar de los discursos de Guarapo.

Un "Numerista" no es exactamente un mentiroso, numerista remite es más bien a un grado superior la elaboración de la fantasía, el numerista llega a la esquina donde están los socios del barrio haciendo media, y él siente la pulsión, la necesidad imperativa de subir la parada del último cuento, el numerista es capaz de tener un tío astronauta para discutir del espacio, es capaz de decirte como hizo Bill Gates para hacerse el más rico, el numerista no te va a permitir nunca atesorar una anécdota que sobresalga, él te la va a reducir a trizas con la épica que está por venir, en cuanto te dice:

-Ah, eso no es ná, el otro día yo.....

Ojo, no atribuyo esa fantasía de que Cuba era un país futbolero, a la voluntad del embuste, no, nada de eso, creo que se trata de una ficción muy poderosa con el fin de romper de modo abrupto con todo un pasado, a mi mismo me ocurre en otros terrenos, que hablo de ciertas comodidades de las que disfruto en España como si las hubiese tenido desde que nací, una ficción, es como las mujeres españolas que se tiñen casi todas de rubio, quieren negar sus raíces porque están relacionadas con pobreza, con menosprecio, y creo que el beisbol, para muchos cubanos de hoy, está relacionado en sus cabezas, en sus recuerdos con Guarapo esperando a la selección nacional al pie del avión para que le dediquen la medalla, como era obligado, al propio Guarapo en el Latinoamericano, entre eso y que incluso, ya en EEUU es cheo, es para los barrigones con gorrita. Ganas de entrar al mundo de hoy, basta de aislarse ni siquiera con la pelota estadounidense, que los aparta del resto del mundo.

Pero hasta ahí lo veo normal, bien, incluso saludable, lo que me asombra y es motivo de estudio es la suplantación de la realidad, aquí hay gente que me ha dicho que en todas las escuelas se jugaba fútbol, en los barrios nada de pisicorres, de pelota al duro, sino fútbol, una distorsión de la realidad, que si me despojo de esta mochila de prejuicios, de estructuras de pensamiento de vectores de la razón, podría encontrarla más poética que un rejunte de versos, más creativa que una obra futurista y más real maravilloso que todo el movimiento del boom latinoamericano.

Pedro Marrero, Principal estadio de "balompié" en La Habana

Pedro Marrero, Principal estadio de "balompié" en La Habana

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17 noviembre 2022 4 17 /11 /noviembre /2022 12:47

Mediaba el año 1974 en La Habana.

Yo vivía con mi madre y hermanos en el Habana Libre, pero ese día estábamos invitados a casa de un argentino residente en Miramar desde inicios de la revolución, Ernesto Mario Bravo, aquel estudiante torturado por el gobierno de Juan Domingo Perón por su afiliación al Partido Comunista, caso en que se concedió total impunidad a los torturadores. Bravo estaba casado con Estela Bravo una brava documentalista estadounidense, de Nueva York, hija de un sindicalista defensor de la España Republicana, que conoció a Ernesto en Europa con quien se casó estableciendo su hogar en la incipiente y prometedora revolución de los sueños.

Ernesto era químico, Estela artista pero ambos estaban unidos por una profunda conciencia social, intereses políticos e historia compartida desde distintas latitudes. tenían un par de hijas muy simpáticas, una ligeramente mayor que yo y otra que ya se distanciaba lo suficiente como para pertenecer a otra dimensión, en esa edad solo tres años pueden significar mayor diferencia que entre una persona de cincuenta y otra de treinta años, nosotros éramos niños y ella una señorita, probablemente ya con su primer menstruación, teticas salientes y chismes sobre muchachos. Entonces con la hija menor nos fuimos a jugar a los árboles de al lado del edificio de ellos que a mi edad parecía un bosquecito, en 5ª entre 8 y 10 apenas pasado el túnel, en Miramar, donde estaba el coqueto departamento de ellos. Mi madre y los anfitriones se quedaron charlando, tomando seguramente algo que tuviese ese mágico elixir cubano que recién iba descubriendo, con que eran agasajados sin complejo ni pudor en toda casa, desde la más revolucionaria y pulcra hasta la más jaranera: el ron.

Cuando regresamos habían llegado otros invitados, después de cenar algo los niños nos fuimos a dormir, en mi caso, hasta que fuese la hora de regresar al hotel . Unos años más tarde mi madre, cuando ya mi padre llevaba años trabado en una cárcel del sur del mundo, al sur de Argentina, más al sur que el infierno, me contó lo que yo a esa edad recién llegado a Cuba no tenía ni idea.

Los invitados que llegaron cuando estábamos jugando al escondido en el bosquecillo, eran Soledad Bravo, una cantante venezolana de origen español, Mercedes Sosa y Pablito Milanés. Cuando me lo contó me dio cosa no haber sabido en ese omento quienes eran esas tres figuras del canto, pero sentí, aunque fuese en carácter retroactivo una especie de relevancia aristocrática dentro del universo de la cultura, al haber compartido desde mis ronquidos una velada con semejantes monstruos de la queja armonizada. Mi vieja me contó que primero cantó Soledad y su voz era preciosa, luego Pablito, muy simpático según me dijo, cantó versos de protesta o de posicionamiento revolucionario con su voz de "Filin", una cosa diferente, peculiar, hasta que le tocó a la "Negra Sosa" que desde que pronunció la primera vocal estirada por esas prodigiosas cuerdas vocales bendecidas por la diosa Melpómene todos quedaron embrujados, y daba igual las letras, y daba igual la guitarra, que creo que la tocaba Pablito, todo, las paredes, el bosquecito, la avenida, el túnel y hasta mi sueño fueron invadidas y sazonadas por la voz de la voluminosa cantante folclórica argentina.

Aquel día además de mi vieja, Ernesto y Estela, también Milanés conoció a Mercedes Sosa y empezaron una larga amistad.

Hoy que Pablo Milanés está delicado de salud, recordé esta anécdota de como, con independencia de si es enmedio de un bombardeo o un acuerdo histórico, un niño está en otro mundo,  distinto del de una muchacha solo tres años mayor que él, de los cantos de sirena de una revolución involutiva e incluso, de las estrellas de la eternidad.

Principio del formulario

Final del formulari

Pablito Milanés y Mercedes Sosa

Pablito Milanés y Mercedes Sosa

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9 octubre 2022 7 09 /10 /octubre /2022 19:25

El cañón de la Luger estaba aún caliente pero tuvo que enfundarla aunque le ardiese un poco la cadera porque el combate se estaba recrudeciendo y tenía que usar ya mismo el fusil automático. Las balas rompían cada mili segundo de silencio entre las hojas próximas a su cara antes de impactar en el destino final un tronco, muchas hojas más antes de caer o el cuerpo de alguno de sus hombres, en ese caso el sonido de los disparos, de las hojas y los troncos se mezclaba con un grito. Dio la orden de no retroceder ni un paso, había que ganar esa batalla, que por el ruido parecía un bombardeo de la II Guerra mundial pero apenas pasaba de ser una escaramuza. Eso sí, muy importante, del otro lado del río estaban los víveres, municiones y los mensajes que esperaba desde hacía semanas en su radio o en su transmisor por morse, pero no llegaban de ninguna forma. Dio la orden de que se separasen e hiciesen fuego en un ángulo de cuarenta y cinco grados. Al cabo de tres horas los tiros menguaron hasta extinguirse casi por completo, a ratos se escuchaba un disparo en retirada, habían ganado, pero habían perdido dos hombres, uno de ellos muy importante por sus conocimientos en combate, y el otro que era menos experimentado sin embargo era una persona que transmitía optimismo a la tropa, siempre con la moral muy alta. El bando contrario perdió más hombres,

“Vamos, tomemos las armas que nos sirvan, recuerden que las pesadas no nos convienen aunque sean muy destructivas, no tenemos con que cargarlas, todas nuestras tácticas están sujetas a golpear y poder evacuar antes de que el enemigo reaccione, armas certeras y livianas, muchachos”

-Lo de muchacho no irá conmigo ¿no?- dijo ella con una sonrisa.

Tomaron lo que podían cargar, arrimaron a dos heridos enemigos a los árboles tras una primera atención, con la intención de tratar sus heridas en cuanto regresasen, y siguieron la senda para cruzar el río en la dirección en que los esperaba una carga camuflada. En efecto allí estaba, la comida era más de la que podían acarrear hasta el campamento,  como eran conservas las devolvieron al escondite y se llevaron las que pudieron, el mortero, las granadas, las municiones y antes de irse leyó los mensajes escritos en un papel de estraza plegado. No eran esperanzadores, pero se sintió aliviado de conocer la realidad, en su opinión era mejor siempre atenerse a los hechos, aunque algunas veces habría preferido no enterarse de nada, mantener una ilusión a priori vana , pero muy útil para mantener la moral de la tropa alta, incluso la suya propia.

La carpa de campaña estaba sujeta a dos troncos, desde uno de los cuales también tenía atada una de las puntas de la hamaca hacia otro árbol de más allá desde donde estaba atada una soga que iba hasta el tronco de la carpa, así que su zona formaba un triángulo. Encendió su pipa con tabaco rubio que no obstante sabía fuerte gracias a su pésima calidad, se acostó en la hamaca y empezó a leer una biografía de Goethe, un escritor que había leído unos años atrás. Lo grande la literatura, se decía, es que aunque uno crea haber disfrutado un escritor en el pasado cuando lo leyó, no se da cuenta de que cada vez que lo recuerda y recuerda la obra, mezcla los acontecimientos de sus capítulos entre ellos, o con otros de otros libros, o de otros escritores, e incluso con la vida real, omitiendo y agregando, el escritor renace multiplicado, enriquecido. Al leer la biografía, además de entreverar los escritos en su memoria, especulaba sobre como habría empezado a escribir aquella historia, la relacionaba con una época de la vida, si sabía que escribía por la mañana temprano lo imaginaba en pantuflas,  si en la biografía se enteraba que Goethe salía a caminar cada mediodía se entretenía pensando en cuando habría escrito aquel pasaje de Fausto, si antes de salir o en el retorno, por la frescura este lo escribió al regresar. Hacer este tipo de ejercicios no solo conseguía divertirlo y sacarlo de la tensión cotidiana sino que también le proporcionaba elementos para su propia escritura, ya que antes de dormir, cada noche apuntaba los acontecimientos del día. En efecto, escribió dos páginas sobre aquel combate en una libreta forrada de cuero, lamentó la muerte de sus dos hombres, recordó la broma de Tania y se quedó dormido en la misma hamaca, se despertó más tarde tiritando de frío y se metió en su carpa.

¿Sería posible que todo fuese solo producto de su aspiración íntima, que no le acompañase ninguno de los dirigentes que lo habían entusiasmado para tomar el camino de la aventura en lugar de acompañarlos en el de la burocracia? ¿Serían todas sus certezas producto de una mente privilegiada que lograba ver con claridad las problemáticas y las soluciones aplicables, o solo eran ensoñaciones y alucinaciones de un loco que creía galopar por campos de nube en busca de su Dulcinea perdida tras un haz de luz, al doblar el horizonte? Más allá de la posibilidad de éxito de la empresa ¿tenía algún sentido o era únicamente mantener la llama de la antorcha encendida?

¡Que días aquellos en Portela jugándole carreras a Rober! el muy boludo siempre fue más rápido que yo en los deportes pero el límite de su aguante no era ni siquiera el comienzo de mi transpiración. La abuela con esas tortas nos deleitaba siempre, las caras de los Egui cuando les ofrecía un pedazo, debí haberlas fotografiado, eran la más viva representación del Nirvana, la vieja estanciera no solo cocinaba el mejor dulce jamás sacado de un horno sino que les ofrecía los cachos más sustanciosos. Después, que burros eran los primos para interpretar cualquier verso, no hablar ya de los franceses, un simple poema romántico, me encantaría saber de donde sacaban el ánimo para dedicarse a estudiar aquellas nimiedades, pero bueno cada loco con su tema. ¿Qué sería de Paco, de todos los gallegos, se habrían quedado en la isla? y Celia siempre escudera de mis andanzas estaría construyendo uno de sus palacios en el aire, ojalá pudiese pintarlos entre átomos, pero sobre todo me pregunto que sería de Chichi ¿ me tendrá entre sus pensamientos? todo envejece y todo se oxida menos el cariño, como dicen los jamaicanos, el amor es uno, siempre el mismo.

Bueno mejor me duermo que mañana tendremos que atravesar el poblado, caramba no se ha sumado ni uno, tengo que ver como los convenzo, pero ese es el dilema, hacer proselitismo requiere de engatusar sabiendo dorar la píldora y vender un papel de lija como terciopelo, en cambio decir la verdad en cada momento dignifica, la diferencia con mentir se siente en el instante en el pecho, es como si cupiese todo el cielo en él, pero a la vez es como si ahuyentase a los ilusos, pero ¿está mal una razonable cuota de ilusión cuando se persigue una quimera, una utopía, cuando la barriga ruge de hambre, el cuerpo cruje de calambres, todo es olor a barro, pólvora y gotas de sangre? En fin, mejor dormir para no aguantar más el peso de los párpados ni este ardor entre los dedos de los pies. El joven Werther debió sentirse más o menos así cuando le confesó por carta a su amigo Guillermo, la pena que embargó su alma cuando supo que al final, Charlotte se casó con Albert.

 

Carpa de campaña
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4 octubre 2022 2 04 /10 /octubre /2022 18:46

Una curiosidad intercultural.

En Argentina, los piqueteros, simpatizantes de la "Involución" cubana,  como esta de ellos, salen cada día a cortar toda la ciudad, a hacer imposible transitar de un punto a otro, acampan enfrente a la Casa de gobierno, queman contenedores, uno fue una vez con un mortero a tirar explosivos contra las fuerzas represivas y ahora reclama los DDHH para no ir preso, por una justicia que no lo metió ni un día en un calabozo.

En Cuba, tras décadas de abuso, de hambre, de carencias, de prohibiciones y de obligaciones mientras ven a los jerarcas y sus parientes enriquecerse groseramente con lo que a ellos y a sus hijos les falta, y tras aguantar una escalada del precio del dólar que deja en 10 dólares el sueldo medio, colas de horas o días bajo lluvia, sol de justicia mosquitos MIG 21, que atacan con misiles a velocidad supersónica, un hambre de tres pares de timbales, dos, tres, hasta cinco días de apagón continuado, y prohibición de hablar de todo eso, de leer, de escribirlo, de gritar, de mandar pa' la pinga al "Sin casa" número Uno y su esposa gastadora de dos y tres mil dólares por cartera Loewe o Prada, cuando estas víctimas de tanto abuso, queman un fosforo y cortan una carreterita donde transita un coche cada hora que no va a ningún lado, los mismos que apoyan y adiestran a esos otros piqueteros interamericanos, a los autóctonos les llaman terroristas patrocinados por la CIA, les caen a palos, cabillazos, piñazos, galletas, en la calle, y en la comisaría se dan gusto los jenízaros, cogiendo turnos, de apalear a los pobres desesperados, antes que una In-Justicia manejada desde el Consejo de Estado les eche penas propias para genocidas, de veinte veinticinco y treinta años en mazmorras plagadas de asesinos y violadores.

Atención todos los que todavía tienen los cojones y la vergüenza de defender aquel cúmulo de abusos y de violaciones de los más elementales derechos humanos y cívicos, ya no hay excusas, un día serán vistos y juzgados como cómplices de embuchar toda esta pasta fecal para ser degustada por sus vasallos. 

 

Pasta fecal
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4 septiembre 2022 7 04 /09 /septiembre /2022 13:21

Tenía dos casetes de música jazz, de noventa minutos cada uno. Uno era de Louis Armstrong y el otro de Glenn Miller, me encantaba el swing y el sonido New Orleans, así que cuando me metía unos buches de ron en mi casa de 1ª y 16 y me iba caminando al Sierra Maestra, a darme un baño, comer un bocadito, tomar un laguer y ver a amigos o materiales, iba tarareando The bucket's got a hole in it o Chattanooga Choo Choo, sabroso, medio en pedo, el sol en la cara, la camisa abierta, el blue jean empercudido y las botas calientes por avenida primera, nada de short y chancletas como se usa hoy; a la playa había que ir como a la fiesta.

A veces paraba un ratito en 12 para mirar las jevitas ricas que se arriesgaban a alimentar las fantasías de los rescabucheadores que más de una vez cobraron gruesos tranqueos por pajuzos. Había una niña que me tenía loco, lo que se dice arrebatado, en aquel tiempo no se usaba tanga en Cuba, ella fue la precursora, pero eso no sería nada sin su clase de culo y Papa John's, que aunque no tuve el gusto de conocerlo personalmente, se podía intuir sin mucha dificultad el deleite de su elixir donde se hendía la prenda premonitoria. Cada vez que esa chiquita se bañaba habría legiones de mira huecos alrededor. Después pasaba el Karl Marx fijándome siempre de reojo, desde el inconsciente, si alguna vez se les volvía a ocurrir ocultar a toda la población un festival de rockeros y estrellas del pop internacional como aquel que me perdí a finales de los setenta. Pero nada, alguna rara vez anunciaban a los Son 14, o a los Van Van, en tiempos en que los pepillos no escuchábamos música de guapos, un par de años más tarde todo se mezcló y hasta Manyenye comió ajonjolí.

Más adelante el Cristino, donde solo iban familiares de pinchos como podía ser yo pero sin ser mi caso, y chivatones de los de verdad. Donde años más tarde una prima, negó la entrada a mi hijo que vivía en 5ª y 10 pero no era hijo de una madre revolucionaria, a una lujosa fiesta de cumpleaños de su hija, que pobrecita no era culpable de las consecuencias de una bola de cebo tan amorfa. Y unos pasos más allá, el drive way del Sierra Maestra, con su vigilante en la entrada, su tienda de productos especiales para técnicos extranjeros donde mi madre compraba los cartones de cigarrillos Populares, la jamonada, el queso, el ron Legendario, el laguer cubano sin etiqueta, a veces el Polar, el Hatuey y el Pilsen Urquell y el vino búlgaro Cabernet. Y mucha más comida, tabaco y curda que la que había en la bodega del arroz con cambolos y gorgojos.

Aquello era un abuso que a mi me avergonzaba, en vez de manifestarme mediante la abstención o la denuncia, llevaba amigos y novias a casa a comer todos los días, de esa forma pagaba la culpa de ser participe del engaño de la igualdad. Tenía un carnet de técnico extranjero, casi nunca me lo pedían a la entrada del Sierra, pero lo llevaba por si el de la puerta era un guardia nuevo, o un "imperfecto"

A la entrada, iluminado con el sol que entraba por los dos flancos, desde el mar y desde el cielo abierto de esa pequeña ensenada que hacía la costa de La Habana en ese punto, el mármol del suelo brillaba y el perfume del salitre empujaba a la cafetería de la entrada, para tomar una Pilsen fría. A esa altura generalmente ya me había encontrado con un amigo, una jevita, un primo, o cualquiera para meter una muela, la que se terciase, la que el estado de ánimo y el humor sugiriesen. Pero nada de política, en Cuba no se hablaba nada de eso, al revés de lo que la gente de afuera de la isla piensa, esa omni y multi presencia de la jerga política, ideológica, adoctrinada y alienante, causaba el efecto opuesto en los ámbitos íntimos, en cuanto el cubano se despegaba de la necesidad de muela oficial, del poema obligado, hablaba de todo menos de política.

A veces estaba Fernando, a veces el dominicano loco, a veces Niurka, a veces la bailarina de ballet acuático, a veces Renata, a veces el otro Fernando, el colombiano loco que sacó la cara por mi años atrás en la beca cuando me tenían loco a botazos voladores nocturnos llenos de meado, a veces a Robertón, que era un hacha para todos los deportes, apenas había empezado a jugar voleibol en la canchita de atrás de la piscina y ya era el mejor, igual que al wind surf. No teníamos tablas como las que había en el capitalismo, pero teníamos alguna tabla y su botavara, lo cual era un lujo. Pero el que con más frecuencia encontraba antes de entrar, o íbamos desde mi casa porque era cubano y tenía que entrar con un ruso o sucedáneo, era mi amigo desde que llegué a Cuba diez atrás de aquello, Evelio, que era esponja igual que yo.

Esa vez lo encontré ya adentro, tomando una cerveza en el muro que daba al mar.

-Que volá yenika, me entró Fernan.

-Qué volaíta brother, hoy traje eso.

Yo también tenía la botella fría en la mano, le dije que fusemos atrás. Tras bañarnos en la piscina grande, en el mar nadando hasta los yakis que habían situado para que las marejadas no arruinasen las fachadas. Una vez me singué a una titi en un yaki, cubanismo que proviene del término “jaks”, con el sol lamiéndome la espalda, y ella de frente al cielo y a la orilla de enfrente a noventa millas, uno de los palos más ricos que se pueden echar en Miramar, porque la estructura del yaki permite acomodarse para mamar bollo, luego subir para ser succionado en el rabo, e invita a distintas posiciones para la singuetta. La singuetta es como la vendetta pero en plan bueno.

Y cuando cayó el sol le dije a Evelio- vamos a jamar algo- nos pusimos en la cola de la cafetería de la piscina, y de repente se me coló una rusa, el Sierra Maestra era más que nada hogar de rusos, que escudaban sus acciones en la isla bajo la denominación de técnicos extranjeros, pero eran militares, maestros de técnicas policiales, algún ingeniero, y mucho chivatón de su compañero que a su vez era vigilante de otro. Porque los que más hacían negocios en mercado negro entonces eran los rusos, compraban lo que no iban a consumir de la tienda de privilegios, y lo revendían en la poca población con que se dignaban a hablar. Había también polacos, húngaros, rumanos, búlgaros, ninguno de estos soportaba a los rusos, y eso que eran todos de partidos comunistas de sus países, si no salía nadie. Yo tuve amigos rusos, alguna noviecita también, aunque la rusa de esa época no se parecía en nada a la que anda ufana llena de rublos hoy por Marbella, esbeltas, producidísimas, lacadas, plastificadas, pero lindas. No, aquellas eran como salidas de una dacha, el traje de baño partía hacia abajo casi desde el sobaco, que dicho sea de paso, cada uno de aquellos sobacos sí que eran un arma letal mil veces más poderoso que todo el arsenal estadounidense, se bañaban en la piscina nadando en estilo pecho sin meter la cabeza en el agua, usaban gorros de pelo, y en la parte que hacían pie, siempre había algunas parejas de rusos jugando ajedrez con un tablero flotante, y miraban con ojos de oso con rabia a los niños que salpicaban o saltaban desde el borde en vez de hacerlo en la parte profunda y desde el trampolín. Los demás "técnicos" no se sentían cómodos con los rusos porque estos se creían superiores, bueno, no es que se creyesen, estaban situados en instancias superiores, y a los cubanos, que eran los encargados de construirles el edificio Mazinger, la embajada fortaleza más hostil con la estética de la Historia, ni siquiera les hablaban. Salvedad hecha por las numerosas parejas ruso-cubanas que vivían de manera normal en la isla, generalmente compuestas en la URSS durante un período de trabajo o estudio del cubano/a en la patria superior.

Le toqué el hombro a la rusa, y le dije que se me había colado, yo también era "técnico" .

-Mucho poco tiempo Cuba, no habla española- me dijo la muy descará.

Cuando cogía aire para decirle no recuerdo que barbaridad, Evelio me hizo señas de que la dejase por imposible, ¡él! justo él que cada día si querías ver una bronca a la salida del colegio Orlando Pantoja, a las 4 y 20 en la sinagoga lo tenías en el ring. Pero tenía razón, la rusa se empacó, se cuadró como una gendarme y no estaba dispuesta a deponer su derecho a arrebatar a los cubanos, a los aplatanados, o al resto del mundo incluso, su puesto para el helado. Cuando le tocó, la rusa dijo en español acentuado con el tono especiado de la taiga:

-Compañera, bocadita di qiueso-

Y entonces le dije: Tú sí que sabes hablar español y colarte como un cubano-

Cogimos un bocadito cada uno, y ya cayendo el sol, le dije a mi amigo, hoy nada de materiales ni socios, que traigo el Jazz. Lo que él ya sabía. Le llamaban ñaña, efori, veneno, eran unas hojitas de marihuana seca envueltas en papel de estraza, lo que en aquella Habana de inicio de los ochenta era un porro, al coste de una “monja”, cinco pesos, de los pesos que valían, que traían a Maceo altivo, orgulloso, casi como un ruso en en el Sierra Maestra, no como hoy que el pobre está en los billetes alicaído, tumbado, sin machete ni cohete. Fumamos el porro y Evelio me decía -brother no me hace ná- y cada vez que lo repetía demoraba más en terminar la frase, hasta que empezó a reírse, y yo me empecé a deshollejarme a carcajadas. La cantidad era escasa pero era del Esacambray, una calidad superior.

En esa época y aún hoy, fumar yerba era un delito muy penado por la ley, por eso me refería a quemar una ñaña, como : " tocar Jazz"; así que para honrar el mote apelativo nos pusimos a cantar los temas de jazz de Armstrong y Miller, a dos voces, dos trompetas, dos baterías, en el fondo de las piscinas del Sierra, frente a las cabañitas, a los yakis, al sol del mar naciente cayendo sobre nuestra nota de ron, laguer y jazz.

No dejamos de reírnos hasta que nos despedimos en la parada de la guagua recordando la recién aprendida frase que marca la superioridad racial de los Urales:

"Compañera, bocadita di quieso"

Piscina del Sierra

Piscina del Sierra

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27 agosto 2022 6 27 /08 /agosto /2022 23:22

El Che sabía que Camilo no era comunista, lo escribió incluso tras su muerte, pero era su mejor amigo, el único que podía jaranear con él con la típica jodedera cubana. Ernesto lo quería como un hermano, la critica de que a veces era indisciplinado tenía base en que no era marxista, pero el Che conocía y admirada su diligencia como guerrillero, y como leal comandante dirigente de la tropa y querido por el pueblo. En honor a esa amistad le puso Camilo a su primer hijo varón, mientras que esperó al segundo para ponerle su propio nombre. El respeto y el afecto del Che hacia Camilo fue de una gran profundidad.

Sin embargo, había otro comandante que lo odiaba íntimamente, porque la valentía y carisma del señor de La vanguardia lo ponía en evidencia: Raúl. Este tomó la excusa de la no adhesión al comunismo de Camilo para fomentar cizaña contra él entre la tropa, entre otros jefes y sobre todo en su hermano comandante en jefe.

Fidel lo evaluaba como un útil lugarteniente, un fiel servidor, pero un peligroso contrincante en afecto y respeto por parte del pueblo.

La desaparición misteriosa e increíble de Camilo fue el episodio más enigmático de la Revolución Cubana, y a mi entender, la más triste, amarga, criminal, y suicida del proyecto utópico revolucionario.

En lo personal nunca escondí mi convicción, no por el conocimiento de las pruebas sino por lo inexorable de la conveniencia, de que Fidel Guarapo Castro se deshizo de Camilo, como ya probablemente ya había ayudado a hacer con Frank País, acaso de algún dirigente del Partido Ortodoxo más, y luego haría con el Che, Ochoa, los hermanos de la Guardia, y un prolongado etcétera.

Una vez me castigaron desde el Consejo de Estado a ir a trabajar a Santiago de Cuba, en resumen, me hicieron buzo y trabajé en un yate precioso en las aguas más cristalinas que se pueda uno imaginar. El jefe de aquellos dos yates y de la rama de arqueología subacuática del Plan Baconao Turquino, era Lázaro Ponce, de Ciego de Ávila, quien fuera el personaje real, representado en la película cubana Patty Candela. Lázaro fue el encargado de buscar a Camilo durante muchos días en el mar. No encontró ni una sola mancha de aceite sobre la superficie del agua, y aún siendo muy leal a Guarapo, alguna vez con unos rones encima, en las noches de charla en la popa del yate “El ojo azul”, nos dijo a los buzos, marineros y a Sarita, la bióloga del barco y su amante, que allí, en todo aquello alrededor, no había caído ningún avión.Durante las décadas siguientes se hizo frecuente el rumor, convertido en chisme pero en voz baja, ora de que Camilo estaba en la Isla de Pinos, mendigando por Miami, incluso alguno aseguraba haberlo visto recogiendo cabos de cigarrillos por las calles de La Habana. Lo que venía a decir la elección de favorecer dichos infundios, es que el pueblo cubano no se creyó nunca lo de la desaparición mágica y trágica de la avioneta que lo transportaba.

De alguna manera, alguna vez habrá que saber que ocurrió con Camilo Cienfuegos. O acaso lo más perturbador, es que tras la muerte por ley de vida de todos los protagonistas, por falta de documentación, quede enterrado en el fondo del período más turbio del proceso, un hecho crucial en un hito del camino, desde el cual hay un antes, un durante, que eran todos los caminos posibles, y un después, que fue el rumbo de la degeneración de cada uno de los sueños loables. La maldición de una traición.

Camilo, una traición perpetua
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12 agosto 2022 5 12 /08 /agosto /2022 14:13

Por supuesto que el régimen cubano es el único responsable de sus carencias, su inutilidad, su reparto elitista de los pocos bienes que existen, pero lo que me entristece a mi no es que esto se destaque a raíz de los incendios, explosiones, rayos y centellas en los tanques de petróleo de Matanzas en Cuba, sino que se haga reemplazando el primer sentimiento que cualquiera debería tener con sus compatriotas cuando ocurre una desgracia de este calibre.

Como los haitianos los indios, los tailandeses, antes de ponerse a despotricar contra sus magnates o sus gobernantes por la paupérrima atención a las victimas de Tsunamis, terremotos, huracanes, ante todo lloran a sus compatriotas. O los estadounidenses o europeos cuando regresan los soldaditos que mandan a morir a las guerras, claro que reciben criticas, pero antes un sepelio, unos cuantos minutos de silencio. He visto a haitianos, a indios y a estadounidenses en el exterior llorar primero a sus victimas, sentir algo de verdad por su gente, organizarse para ayudar, mucho antes de lógicamente ponerse a despotricar contra sus gobernantes, sus ricos, sus explotadores, etc.

En este caso en cambio vi a cubanos de adentro, dirigentes y tracatanes, justificando la falta total de medios, poniéndose la venda antes de la herida y ni siquiera mencionando a las víctimas, y quienes esperaba más sentimientos de solidaridad, de quienes viven fuera, seguros, con sus asados, sus aires acondicionados, sus coches, sus casas bien construidas, sentir, como haitianos e indios, un dolor por su gente, no, nada de eso, los vi en redes yendo a correr para llegar a tiempo a su porción de carroña.

Cuando se cayó el edificio de Miami Beach con muchas más muertes que el Saratoga y el incendio juntos, los Youtubers cubanos radicados allí, donde deberían ser activos y cívicos, se despetroncaban a ver quien lamía más medias primero, para decir que eso le pasa a cualquiera, y que no fue nada, que nadie tenía la culpa, ni una critica a la propia ciudad donde pagan impuestos. Los estadounidenses por supuesto, fueron los críticos activos, porque eso lo tienen claro, a su gente no se la toca, pero el cubano hizo horas de audiovisuales lamiendo el trasero de los constructores, sin que por supuesto, estos se lo pidiesen.

Y no me vengan con que "sí; pero.." porque el "pero" invalida todo lo anterior.

Esto me conduce inevitablemente a la idea de que aquel régimen, en inicio de utopías y rápidamente girado hacia el poder arbitrario, y al poco tiempo a los privilegios de los gerontes, luego de los extranjeros de toda laya, hasta que le llegó el turno a los empresarios, como en cualquier sociedad capitalista pero sin permiso para cubanos, a no ser que fuesen hijos de comandantes, no solo pudrió el alma de sus huestes con la doble moral, la envidia, el odio, la chivatería y la represión, sino también la de sus opositores en el exilio, ha intoxicado, profundamente, aunque espero que remediablemente el alma de los cubanos de ambas orillas. Quiero aclarar que la posición de los opositores que he podido leer de dentro de la isla, que es la oposición verdadera, es diametralmente opuesta a toda esta mezquindad de ambos bandos.

Por otro lado están las víctimas, los bomberos, los damnificados, los que perdieron sus casas, sus medios de vida, la miseria que les quedaba y la que les espera; lo peor es que esos, los únicos que deberían importarnos, no les interesan a nadie, ni a los de adentro ni a los de afuera. Tal el legado de aquella sempiterna seguidilla de dictaduras.

 

Una vez dicho lo anterior; se encontraron restos óseos de cuatro personas en el lugar de las explosiones en Matanzas. Presumiblemente de los 14 desaparecidos, la mayoría bomberos y algunos soldados que hacían el Servicio Militar Obligatorio.

Aún cuando en la caída del rayo no tiene ninguna responsabilidad persona ni institución alguna, ni comunistas ni capitalistas, ni surrealistas, sí la tienen de modo integral en la utilización de prácticamente niños ingresados a la fuerza como carne de cañón al servicio militar. Jamás hijos de "pinchos", siempre mestizos, negros, los más humildes, los más alejados de los centros de poder, utilizados para estas y otras tareas, acaso menos peligrosas, pero en ocasiones más denigrantes.

Debemos exigir el fin del Servicio Militar Obligatorio. La entrega a la vida militar debe ser voluntaria e incentivada, los efectivos de unas fuerzas armadas deben estar orgullosos de formar parte de esa institución, no estar obligados, avergonzados, cansados, rabiosos o asustados.

Y mientras se desmantela esa humillación histórica a los menos privilegiados, en lo inmediato debemos conminar a que se juzgue y condene con severidad a quienes enviaron a la muerte a estos jóvenes recién salidos de la pubertad.

 

Matanzas de nadie
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22 julio 2022 5 22 /07 /julio /2022 19:43

A 10 años de la desaparición física de Oswaldo Payá y Harold Cepero, la placa, la calle o plaza recordatoria que se hace más necesaria es en su barrio habanero de El Cerro, alejada de todo negocio y veleidades.

Urge recuperar es el mensaje del propio Payá en el Proyecto Varela, a lo que dedicó su vida y obra, sus ideas y ejemplo pacifista cristiano, de concordia, libertad y progreso para Cuba y hacer caso omiso, a las tergiversaciones de quienes hoy se erigen en sus voceros incitando a baños de sangre entre cubanos, a los que de más está decir, no están dispuestos a donar ni una gota.

Payá fue un grande al que ahora muchos se adhieren por conveniencia, con la aquiescencia incluso de algunos de sus allegados que conocen y padecieron el apartheid de que fue objeto por parte de los comecandelas que hoy lo reivindican.

Sus compañeros del Proyecto Varela y de la primera formación, el Movimiento Cristiano Liberación, recuerdan como no conocía el descanso a la hora de ir de una iglesia a otra de las diferentes parroquias sobre las cuales trabajaba entre El Cerro y El Vedado, concientizando tanto sobre la necesidad de un futuro mejor, como de sus convicciones católicas, en el sentido más asimilable a Cristo posible. Estudió ingeniería, entre otras razones, porque carreras como periodismo, abogacía, estaban vedadas para los activistas católicos.

Tras la muerte de los dos activistas, el español conductor del automóvil, Ángel Carromero, despues de ser liberado de una condena por homicidio involuntario por la justicia dictatorial, no ha sido lo rotundo que era de esperar frente al público y al periodismo general, durante todos estos años asegurando con tono de sugerencia, que la pérdida del control del volante sobre la gravilla se produjo por un atropello intencional desde la parte posterior de su vehículo, sin concretar una narración convincente de los hechos. Por su parte Jens Aron Modig ha vivido aterrado desde aquello, lo conocí en una visita que me hicieron al Parlamento sueco en Gamla Stam, estaba sentado en un sofá situado en un pasillo, frente a la cafetería que servía el piscolabis de los políticos, me lo presentó Mileydi Fougstedt de SILC junto al joven del partido liberal que nos hacía el recorrido, y el Presidente de las Juventudes Demócrata Cristianas de Suecia se quedó paralizado, me tendió la mano como salida de un ataúd, cuando le dijeron en sueco es el “brorson del Che” antes de que le explicasen más sus ojos se volvieron los de un cordero aterrado. Tenía pensado hacerle algunas preguntas sobre aquel nefasto día, por supuesto con toda la delicadeza que el caso requería, pero al ver que se hundió nuevamente en el sofá como una albóndiga rehuyendo mi mirada, la de Mileydi y la del amable político liberal, abandoné la intención. Es de suponer que ambos fueron seriamente advertidos, de manera más eficaz que mediante una amenaza al uso, por la Seguridad del Estado cubana, que a lo largo de las décadas ha conseguido que incluso, hermanos, padres, hijos callen o tergiversen las versiones sobre las muertes de sus padres, ha logrado que compañeros de comandantes de la revolución, oculten, hasta muchos años más tarde cuando se atrevieron a hablar, sus propias y más intimas sospechas de que sus desapariciones físicas fueron producto de atentados maquinados desde dentro del aparato revolucionario.

La verdad sobre la muerte de Oswaldo y Harold, si fue provocada como todos a su alrededor, incluído el propio Payá esperaban que un día siucediese, o solo fue tremendamente afortunada para el régimen cubano, tarde o temprano saldrá a la luz como salen las espinas de los erizos, y como salen todas las verdades, pero por lo pronto lo importante es tomar el ejemplo de la lucha, la convicción, el humanismo y el amor que inundaba el pecho de estos dos grandes cubanos, y particularmente en estos días, de gran descontento en la isla, de movilizaciones de descontento por todo el territorio nacional, hagamos que así como la tragedia de su final están insertas por siempre en el triángulo rojo de la bandera por la que vivieron, lo estén también en el futuro esperanzador de sus franjas banquiazules.

Oswaldo Payá y Harold Cepero, prohibido olvidar
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5 julio 2022 2 05 /07 /julio /2022 11:31

11 de Julio

Hubo un día que la gente explotó, hubo un día que la gente dijo basta, hubo un día que la gente perdió el miedo a expresarse, hubo un día más cívico que todos los demás días en que la gente si bien no no gritaba, y acaso no rompía ningún vidrio, sin embargo durante décadas acumulaban la indignación, la humillación, la burla generalizada, las parafilias que generaban la metabolización de los abusos, la perturbación que causa la doble moral permanente, cronometrada al milímetro y al segundo como un viaje al espacio,  la sordidez del espacio donde la vergüenza reside, donde se cobija

donde intenta apartarse de la cotidianeidad de las vidas que deben seguir funcionando como si todo anduviese sobre ruedas engrasadas y bien atornilladas.

Porque cívico es construir una sociedad justa, cívico es reclamar y hacer valer derechos, cumplir con deberes para con la sociedad, largamente sobrecumplidos en más de sesenta años, cívico es protestar, cuando se rompe el asa que sostiene la taza de la razón, de la equidad, de la justicia, manifestarse en consecuencia, mostrar no solo el enfado generalizado, el hastío colectivo, sino la energía y las ganas de establecer un espacio conjunto, donde todos tengan cabida, donde ninguna idea sea reprimida, donde ninguna persona sea secuestrada, abusada, reprimida por sus aspiraciones, anulada por sus sueños, donde el único límite para ejercer la libertad de un individuo, sea donde comienza el derecho y la libertad de otro individuo.

El 11 de Julio, día en que desde San Antonio de los Baños, en la provincia de La Habana se produjo una protesta masiva que alcanzó  62 puntos de la isla, representa el día de la dignidad, del civismo, de la conciencia de progreso, y de la certeza de que la lucha pacífica, la lucha democrática es capaz de mover todas las conciencias.

La dictadura cometió el más grave de los pecados al no ser capaz de interpretar con algo más de inteligencia y empatía las protestas a lo largo de toda la isla, y responder en la persona del presidente Díaz Canel puesto a dedo por Raúl Castro, con un abierto llamado a reprimir sin piedad cualquier muestra de descontento por las paupérrimas condiciones de vida de los ciudadanos, la opresión y prohibiciones en que viven sometidos. Una vez más el sistema saturado, perimido, incapaz de dar de sí ni siquiera una respuesta a la problemática de alimentar a su población, en lugar de leer en clave incluso socialista, que los hastiados, los manifestantes, eran el sujeto de la Revolución, el pueblo más humilde, el pueblo más trabajador, marginado de los privilegios, mestizo, estigmatizado y en consecuencia escucharlos aunque fuese de manera hipócrita y mostrar cierta sensibilidad. Tras reprimir a golpes y prisión inmediata, a lo largo del año, el poder ratificó su mano dura aplicando penas de prisión absolutamente desmedidas y violadoras de los Derechos Humanos a casi trescientos manifestantes, bajo la excusa de que las protestas fueron orquestadas e inducidas por elementos  contrarrevolucionarios desde el exterior, incurriendo en el absurdo de señalar el dedo y no hacia donde el dedo apunta. Ninguna manifestación en la historia tiene lugar si no existen causas, y todas desde la revolución francesa, la rusa, la cubana, la polaca, la portuguesa o la tunecina son dirigidas por un partido o líder.

Hoy, a un año de aquella deflagración pacífica, el deber de quienes estamos a salvo de las necesidades permanentes, acuciantes y selectivas (nunca a quienes detentan el poder ni sus familiares), lejos de los golpes, de la represión, de la prisión y las sentencias condenatorias a décadas de reclusión en condiciones inhumanas, conviviendo con criminales de toda laya, quienes estamos distantes de tener que decidir si por una vez somos libres, dignos y salimos a dar el pecho en lugar de seguir aguantando un cúmulo insoportable de privaciones e injusticias, quienes tenemos la barriga llena y la almohada mullida, estamos obligados moralmente, como mínimo a rendir homenaje a los valientes que sembraron un hito, un paradigma, que obligará aún a los más fieles seguidores de la utopía inicial de la revolución, a los más puros cultores de los sueños de los años sesenta, a que cuando observen e intenten explicar la Historia del proceso cubano, hagan un obligado alto en el camino, para reflexionar o desentenderse, del grito desesperado de un país entero.

11 de Julio
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