opinion critica.
Tortura estatal
Mi posición desde al menos que tenía once años cuando encarcelaron a mi padre por espacio de tiempo de ocho años y medio: no creo en la cárcel en ningún caso, ni en un simple robo, ni en una violación, ni para poderosos fascistas como Videla, sus torturadores, los esbirros cubanos, o estas dos chicas que torturaron y violaron a su hijo de cinco años de manera cotidiana, para concluir descuartizándolo.
Así como fue revolucionario el concepto de prisión frente al de tortura y muerte pública, con descuartizamientos y hogueras, cuando se consideró que la mezcla de castigo y tiempo de reflexión recluido era más humano, menos salvaje, que el despedazamiento para goce del pueblo sediento, cual plaza de toreo o torre Maya, de sangre y dolor. Desde el siglo pasado la ciencia conoce que la prisión solo acentúa las perversiones, las parafilias y el sentimiento de odio a la sociedad. Ya Víctor Hugo decía en los Miserables, que el penúltimo escalón de la especie humana era el preso, pero el último estaba reservado para el guardacárcdel.
Creo que alejarnos de castigos vengativos, nos cura como comunidad a todo nivel, regional o universal, volcar todo nuestro esfuerzo en conseguir, que un día los delincuentes y criminales entiendan, desde la génesis, desde el nacimiento de sus perturbaciones, no desde la culpa, que algo hicieron mal, muy mal o malísimamente mal. Esto entronca con la polémica suscitada en España por algunas consecuencias de la ley popularmente conocida como "Sólo sí es sí" en la que algunos reos ven disminuída su condena de dieciseis años a catorce, haciendo énfasis en que la ley es mala porque el torturado castigado por el Estado sufre un par de años menos. Claro no digo que salgan a la calle, sino que de entrada sean atendidos, todos los criminales, de todas las modalidades, allí donde la gravedad de su caso lo requiera.
Existen casos que se podrán liberar a convivir en sociedad y casos que nunca podrán ser siquiera expuestos a dicha evaluación. Pero en todos ellos sería un avance que si bien no nos colocaría como un ejemplo de velocidad en temas de vanguardia, pero al menos, con rezago, nos auxiliaría en la búsqueda de un mundo atento a las cuestiones que nos hagan mejores individuos, y con ello mejor comunidad.
Mezquindad por partida doble
Estoy ciertamente shockeado por el comentario de un conocido de las redes, del cual no diré el nombre, pero sí que proviene de esas generaciones que como yo, llamábamos monstruos, crueles, aberraciones de la naturaleza a los dictadores de América Latina (ellos a los de una adscripción ideológica, yo a todos), y aun peor a sus esbirros torturadores. Hoy me sale defendiendo subrepticiamente, claro, porque a nadie en sus sanos cabales se atreve a protegerlas abiertamente a las madres de Lucio Dupuy que lo torturaron periódicamente teniendo cinco años, partiéndole bracitos, quemándolo con cigarrillos, pinchándolo con tijeras, propinándole duras palizas en la cara y todo el cuerpito, lo violaron con un consolador, rompiéndole los esfínteres, el anito, y lo mataron como a Tupac Amaru destrozándolo, tras lo cual festejaron con vino merca y muchas risas por haber acabado del todo y de la manera más cruel con un varón presente y futuro macho. Todo esto con el abandono de sus obligaciones de todas las instituciones que debieron cuidar de Lucio, desde la jueza que arrebató al niño de los brazos del padre, al jardín de infantes que no advirtió a las autoridades cuando el niño asistía frecuentemente con los brazos partidos, golpes, moretones, quemaduras, al igual que del hospital donde varias veces tuvieron que llevarlo porque se habían "pasado" en la tortura. Acaso temerosos de una reprimenda jerárquica coaptada por la más acérrima misandría, enemiga a muerte del espíritu igualitario del feminismo, otra cosa habría sido si al nene lo hubiesen llevado así mismo dos padres gays, o una pareja heterosexual, casos en los cuales de inmediato, con toda probabilidad se habrían encendido todas las alarmas.
Este buen samaritano con estas harpías, mientras, como todos nosotros, nunca escondió sus sentimientos hacia los torturadores de las dictaduras de derechas e izquierdas, que no se dedicaban a aplicar tormentos a niñitos y menos aún que fuesen sus hijos, o sea aun menos crueles que estas dos porquerías, sin embargo consideraba que con estas había que tener compasión y entender que las circunstancias socioeconómicas o psicológicas las llevaron a ser así.
En Primera diré que por supuesto, como a Hitler, a Videla, a Guarapo Stalin y todos sus esbirros, ninguno nació mordiendo la teta de la madre y buscando con los deditos el corazón para destrozarlo, y no por ello vamos a profesarles la ternura que alguno que otro muestra con estas dos criminales, aun cuando los crímenes de aquellos esbirros siendo execrables lo eran mucho menos que el de las dos en cuestión, al no concurrir agravante de edad y de parentesco.
En Segunda diré que he vivido ambientes de gente ralamente criada en la peores condiciones que se pueden criar en América Latina, conocí por casualidad al peor tipo del Morro de los Macacos de Río de Janeiro en el año mil novecientos noventa, daba miedo su mirada, conocí al Turco, el primer caso de SIDA heterosexual de Argentina, que llegó a dejar en garantía a Micky su hijo menor, en la Villa del Bajo Flores por una bolsa de merca de cinco gramos, y que Claudia, la madre, que había sido mi compañera de curdas, ocupaciones de casas y sustento cuando estuve preso en Villa Gesell, por, en este caso sí, error policial, al cabo de pocas horas fue a pagar lo que el Turco debía, pero aquel ser despreciable ni violó ni mató, ni siquiera le pegaba a su hijo. Y del brasilero Bibinho a quien debí conocer para obtener permiso de subir a casa de la Paraguaia que trabajaba conmigo lavando platos en Sat's , se comentaban en el morro numerosos crímenes, incluso sobre cabezas cortadas, pero ninguna a su propia descendencia. O sea que si fuese por las condiciones de vida pobres, toda América debería estar llena de esta bestias y en África no se podría decir ni - hola- . Y la verdad es que este fue el caso más sangrante que he escuchado en todo mi ya, considerable tiempo de vida.
Lo cual demuestra que no solo la crueldad es infinita, inagotable, sino que también puede serlo la completa irresponsabilidad enajenada o la más cruda mezquindad. Como el objetivo de las torturadoras, violadoras y asesinas no era un militante de izquierda o de derecha, mayor que sabe lo que hace, sino un niñito de cinco años absolutamente inocente del todo, y encima hijo, pues les importa un bledo.
Mi precepción, al menos desde que mi padre cayó prisionero y permaneció así por espacio de ocho años y medio, es que todo castigo estatal es venganza, y es un crimen aberrante. Hay que buscar nuevas formas de tratar lo que salió mal, en la mayoría de las veces por nuestra propia falta de responsabilidad, aun cuando hay que entender que existen casos imposibles de recuperar.
Vivan la cadenas
A muchas reflexiones y sornas nos invitó esta Copa Mundial, desde la hipocresía occidental regalándole un campeonato a los Talibanes con dinero, porque esa es la única diferencia de Catar o Arabia con Afganistán respecto de los derechos humanos, hasta el altísimo nivel deportivo expuesto en los 32 selecciones, que llevaron a grandes seleccionados volver cuando aún no habían cerrado del todo la puerta de su casita. El manejo no siempre adecuado de la herramienta VAR para minimizar las injusticias, una organización exquisita sobre los cadáveres de seis mil quinientos trabajadores socialmente ubicados entre obreros y esclavos, la riqueza de los jeques y la impunidad de todas las violaciones a las libertades y derechos fundamentales. La superioridad como equipo de Argentina y como ente deportivo futbolístico de Leonel Messi Cuccittini y la calidad de Marruecos, Croacia, Costa Rica o Canadá. La altísima competitividad de una gran Francia y el seguro segundo puesto y relevo como primero de Kylian Mbappé. Y mucho más.
Pero acaso lo que más me sorprendió no de la manera más grata fue la inquina-envidia que en primer momento pensé que era producto exclusivo de la prensa y elite madridista con respecto a Argentina, toda vez que no solo no mediaba una razón histórica para la bronca, sino más bien muchas para la gratitud o el respeto, pero al final pude ver lamentablemente que se trataba también del público común, de los parroquianos de los bares. Me pregunté si Argentina había invadido a España alguna vez, o los habría colonizado, o si sus empresas explotaban españoles, me pregunté si no había sido Argentina el hogar de millones de españoles desde la conquista, y muy especialmente luego, cuando no fueron a mandar sino a saciar el hambre, a trabajar para progresar y sentirse ciudadanos de pleno derecho, el que les otorgó la Constitución Argentina. Al mismo tiempo me pregunté si no había venido a España Evita Perón en un duro período, literalmente famélico, para hacer formal entrega de 400.000 toneladas de trigo, 120.000 de maíz, 8.000 de aceites comestibles, 16.000 de tortas oleaginosas, 10.000 de lentejas, 20.000 de carne congelada, 5.000 de carne salada y 50.000 cajones de huevos, todo para el pueblo español, en solidaridad de un Perón criado en el fascismo de Mussolini, para con el fascista ibérico pero también con las vicisitudes extremas del pueblo español. Antes de encontrar respuesta empecé a preguntarme si en serio todos esos feligreses de barra y chato que habían sido hooligans primero de Polonia, después de Australia, más tarde de Holanda, luego de Croacia, se atreverían a hinchar en favor de Francia contra un país que además de haberlos ayudado en los momentos más difíciles, eran hijos, descendientes suyos, que atesoran tanto el idioma español que lo recrean, lo enriquecen se envanecen hablándolo, enseñoreándolo, se pavonean honrando la lengua de Cervantes cosa que debería enorgullecer a España, y que al parecer, a algunos les da bronca. Mientras rotativos ingleses, país con el cual Argentina mantuvo un conflicto armado relativamente reciente, como The Sun o Daily Mirror se alegraban de la victoria argentina, la madre patria se enojaba por la alegría de su hijo benefactor.
Acaso más sorpresa aun que esa inquina tan pronunciada, para la que sin duda, aunque de manera muy oculta, alguna razón mediará, fue que hinchasen a favor de Francia en la final. Ese maravilloso país al que mi educación le debe todo el refinamiento cultural, la noción de la rebeldía y los valores cívicos del modernismo, pero que acaso a la Historia de España no sea lo más amable toda vez que fue padeciendo sus invasiones que murieron cientos de miles de españoles, que eligieron cortar las cabezas de monarcas que España decidió servir, y más hacia nuestros días siempre han mostrado un halo de superioridad muy manifiesta respecto del resto del mundo pero en particular de sus vecinos tras los Pirineos. Y para rematar, específicamente en el mundo del fútbol, solo se puede explicar la animadversión con Argentina a merced del lobby madridista por el daño futbolístico causado por Messi en la casa blanca, el mayor goleador de la historia de los clásicos, cosa que era su obligación. Pero es un disparate que el amor a Francia partiese de ese mismo lobby después de la humillación a que sometió al Real Madrid su estrella Kylian Mbappé, no solo tomándoles el pelo hasta un día antes de su contrato, sino riendo cuando su afición cantaba el ya famoso “puto Real Madrid “ en el campo del Paris Saint Germain.
Fue triste y así se los hice saber a los presentes en aquel bar, les comenté que jamás los argentinos irían contra España o Italia si jugasen contra cualquier otro país, que era sorprendente, triste y una dura enfermedad española que se venía repitiendo desde las Guerras Carlistas, nunca algo más cainita, antes con la traición de Fernando el Deseado- el Felón vendiendo la España de los liberales a su "padre" Napoleón tras tanta sangre derramada y tanto trabajo para confeccionar la Constitución de Cádiz, más tarde con el golpe de estado de Franco matando más de medio millón de compatriotas, el odio a catalanes y vascos, el de estos a los godos. Obviamente tuve amigos españoles que me felicitaron, pero eran amigos, ello no alcanzó a camuflar. Lo más gris es que casi todas las hinchadas del mundo querían que ganase Argentina, por Messi, pero su madre, ex peticionaria y beneficiaria de pan, paz y patria, no.
Radiografía de un mal endémico. Y por qué no admitirlo, también hereditario.
Jacobinos, girondinos y pan calentito
Parte de esos sectores encargados burocráticamente de difundir lo que hoy se llaman “bulos” o fake news, junto, incluso a una buena parte de mi familia, dijeron en Cuba que yo era agente del Imperio por denunciar las aberraciones de la dictadura y la total incoherencia entre discurso y modo de vida de Guarapo Castro. Más cerca de aquí, una amiga muy derechista, me acusó de comunista, por ser socialdemócrata y en el caso español, particularmente anti franquista, toda vez que aun, a día de hoy, no ha tenido lugar en el arco parlamentario al completo una condena unánime al golpe terrorista al gobierno elegido en las urnas, ni a la a posterior dictadura marcadamente sangrienta que se extendió cuatro décadas, y que por ende, sus reminiscencias, en ocasiones, sazonan con tal ahínco la realidad actual que con frecuencia colonizan su sabor.
No señores, no tengo esos honores tan elevados, ni tengo la fortuna de haber sido contratado por la CIA ni el honor de figurar en la Historia junto a Ho Chi Min o Karl Marx. Mi anti totalitarismo y antifascismo se debe a que sólo acepto como modo de vida, la paz, la concordia en pos de la convivencia, el respeto a las personas independientemente de su raza, sexo, clase social, la libertad de expresión y de empresa, el progreso entendido en ambos sentidos, progresismo y crecimiento, con prioridad en la protección de los menos favorecidos, y de todos los seres vivos.
Desde mi punto de vista Stalin, Hitler y Franco pertenecen al mismo conjunto, aunque se sitúen en los extremos opuestos, precisamente para resultar complementarios, del mismo modo que Helmut Kohl, Mitterrand y González, ocupan un mismo compartimento más allá de situarse en uno u otro punto cardinal del espectro ideológico sujetos a cánones cívicos.
Izquierda y derecha solo alcanzan para explicar donde se ubicaron girondinos y jacobinos en la Asamblea Nacional de Versalles, pero es insuficiente para describir la enorme gama de sensibilidades que cohabitan nuestro espacio. Una verdadera ruptura de paradigmas es la violencia o la opresión, ahí sí podríamos situar una línea divisoria entre el tipo de sociedad en que deseamos, trabajamos, exigimos o luchamos para vivir y otras formas de existir situadas en otro plano, en otras dimensiones, dentro de las cuales, como es obvio, también existen los matices y las diferencias tan reconciliables dentro de cada dimensión, como irreconciliables entre ellas.
No me sitúo en una posición equidistante entre un extremo y otro y ni siquiera entre una ideología y otra para encontrar el centro, ya que eso conduce a depender permanentemente de los estados de ánimo puntuales de la sociedad. No, mi posición se sitúa fuera de ese antagonismo interesado, no es de centro, mi posición es hegemónica, absoluta abarca todo el espectro, todo el espacio de la conviviencia, tanto en la conicidencia como en la diferencia. Un juglar argentino nacido en la inmediatez de la radio pero fluctuante hacia el reposo de la filosofía popular, Alejandro Dolina, sentenció: "La inteligencia se caracteriza por distinguir los matices; el poder necesita a extremos que carezcan de esta habilidad para que se odien a partir de la primera mirada"
Nada cambia, excepto...
Hace años escribí un artículo sobre la gestión del accidente de Spanair, en la cual el estado directamente se presentó como abogado defensor de la compañía y como acusador de las víctimas mortales y sus familiares, dejando el caso en nada, como cada tema que involucra al estado, ya sea policía, guardia civil, AENA, ministerios, etc.
En la misma época escribí otro artículo titulado “Sonsoles habría visto el Jaguar” haciendo referencia a la esposa del ex presidente del gobierno Rodríguez Zapatero y de la extrema miopía de Ana Matos, jerarca del Partido Popular que no había percibido los ingentes ingresos de emolumentos de su esposo Jesús Sepúlveda, también cóndor o cuervo del PP, a la vivienda y cuenta común de ambos, llegando incluso a no detectar un automóvil Jaguar de alta gama pago en modo de trapicheo de algún favor a tiempo. Con énfasis en la connivencia de la Justicia para con la despistada política invidente.
Hoy se repite la historia de Spanair en el juicio por el descarrilamiento del tren de alta velocidad en una curva de Galicia donde perdieron la vida decenas de personas, en el cual el Estado español no ha escatimado en esfuerzos y gastos para entorpecer las investigaciones, para cargar con toda la responsabilidad del siniestro al maquinista, para no presentar la más mínima duda sobre la perfección de los trenes de cara a sus contratos sustanciosos con la dictadura de Arabia Saudí y otros.
Al mismo tiempo tenemos a toda la judicatura movilizada para exculpar de cualquier manera a toda la cúpula del partido Popular en los flagrantes casos de Gürtel y Púnica. A los jerarcas más importantes ni siquiera tocarlos, ni siquiera investigarlos, caso Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy o M. Rajoy, Jorge Fernández Díaz, importante caballero del Opus, y absoluciones, sobreseimientos y amnistías para los menos importantes, caso Cifuentes quien resultó absuelta de un delito del cual fue la única beneficiaria mientras en su lugar fueron condenados ejecutivos bajo su mando que no ganaron nada con la falsificación.
Mientras tanto, a Griñan y Chávez del PSOE sí se les aplicó las penas más duras, sin atenuantes.
Torturadores que mueren condecorados protegidos por el estado, militares retirados que amenazan con matar a veinte millones de españoles, policías municipales madrileños que amenazan abiertamente a la alcaldesa y a políticos con asesinarlos, y a magrebíes, subsaharianos y sudamericanos matarlos mediante horas de tortura, sin consecuencia penal para ninguno de ellos.
Nada ha cambiado excepto acaso, que estos elementos del poder fascista, otrora obligados a esconder o disimular sus inclinaciones xenófobas, nazis, criminales, hoy gozan de un partido legitimado por la democracia, que les proporciona un ámbito político para expresar sus aspiraciones corruptas, clasistas, dictatoriales y terroristas, con total libertad.
Carpa de campaña
El cañón de la Luger estaba aún caliente pero tuvo que enfundarla aunque le ardiese un poco la cadera porque el combate se estaba recrudeciendo y tenía que usar ya mismo el fusil automático. Las balas rompían cada mili segundo de silencio entre las hojas próximas a su cara antes de impactar en el destino final un tronco, muchas hojas más antes de caer o el cuerpo de alguno de sus hombres, en ese caso el sonido de los disparos, de las hojas y los troncos se mezclaba con un grito. Dio la orden de no retroceder ni un paso, había que ganar esa batalla, que por el ruido parecía un bombardeo de la II Guerra mundial pero apenas pasaba de ser una escaramuza. Eso sí, muy importante, del otro lado del río estaban los víveres, municiones y los mensajes que esperaba desde hacía semanas en su radio o en su transmisor por morse, pero no llegaban de ninguna forma. Dio la orden de que se separasen e hiciesen fuego en un ángulo de cuarenta y cinco grados. Al cabo de tres horas los tiros menguaron hasta extinguirse casi por completo, a ratos se escuchaba un disparo en retirada, habían ganado, pero habían perdido dos hombres, uno de ellos muy importante por sus conocimientos en combate, y el otro que era menos experimentado sin embargo era una persona que transmitía optimismo a la tropa, siempre con la moral muy alta. El bando contrario perdió más hombres,
“Vamos, tomemos las armas que nos sirvan, recuerden que las pesadas no nos convienen aunque sean muy destructivas, no tenemos con que cargarlas, todas nuestras tácticas están sujetas a golpear y poder evacuar antes de que el enemigo reaccione, armas certeras y livianas, muchachos”
-Lo de muchacho no irá conmigo ¿no?- dijo ella con una sonrisa.
Tomaron lo que podían cargar, arrimaron a dos heridos enemigos a los árboles tras una primera atención, con la intención de tratar sus heridas en cuanto regresasen, y siguieron la senda para cruzar el río en la dirección en que los esperaba una carga camuflada. En efecto allí estaba, la comida era más de la que podían acarrear hasta el campamento, como eran conservas las devolvieron al escondite y se llevaron las que pudieron, el mortero, las granadas, las municiones y antes de irse leyó los mensajes escritos en un papel de estraza plegado. No eran esperanzadores, pero se sintió aliviado de conocer la realidad, en su opinión era mejor siempre atenerse a los hechos, aunque algunas veces habría preferido no enterarse de nada, mantener una ilusión a priori vana , pero muy útil para mantener la moral de la tropa alta, incluso la suya propia.
La carpa de campaña estaba sujeta a dos troncos, desde uno de los cuales también tenía atada una de las puntas de la hamaca hacia otro árbol de más allá desde donde estaba atada una soga que iba hasta el tronco de la carpa, así que su zona formaba un triángulo. Encendió su pipa con tabaco rubio que no obstante sabía fuerte gracias a su pésima calidad, se acostó en la hamaca y empezó a leer una biografía de Goethe, un escritor que había leído unos años atrás. Lo grande la literatura, se decía, es que aunque uno crea haber disfrutado un escritor en el pasado cuando lo leyó, no se da cuenta de que cada vez que lo recuerda y recuerda la obra, mezcla los acontecimientos de sus capítulos entre ellos, o con otros de otros libros, o de otros escritores, e incluso con la vida real, omitiendo y agregando, el escritor renace multiplicado, enriquecido. Al leer la biografía, además de entreverar los escritos en su memoria, especulaba sobre como habría empezado a escribir aquella historia, la relacionaba con una época de la vida, si sabía que escribía por la mañana temprano lo imaginaba en pantuflas, si en la biografía se enteraba que Goethe salía a caminar cada mediodía se entretenía pensando en cuando habría escrito aquel pasaje de Fausto, si antes de salir o en el retorno, por la frescura este lo escribió al regresar. Hacer este tipo de ejercicios no solo conseguía divertirlo y sacarlo de la tensión cotidiana sino que también le proporcionaba elementos para su propia escritura, ya que antes de dormir, cada noche apuntaba los acontecimientos del día. En efecto, escribió dos páginas sobre aquel combate en una libreta forrada de cuero, lamentó la muerte de sus dos hombres, recordó la broma de Tania y se quedó dormido en la misma hamaca, se despertó más tarde tiritando de frío y se metió en su carpa.
¿Sería posible que todo fuese solo producto de su aspiración íntima, que no le acompañase ninguno de los dirigentes que lo habían entusiasmado para tomar el camino de la aventura en lugar de acompañarlos en el de la burocracia? ¿Serían todas sus certezas producto de una mente privilegiada que lograba ver con claridad las problemáticas y las soluciones aplicables, o solo eran ensoñaciones y alucinaciones de un loco que creía galopar por campos de nube en busca de su Dulcinea perdida tras un haz de luz, al doblar el horizonte? Más allá de la posibilidad de éxito de la empresa ¿tenía algún sentido o era únicamente mantener la llama de la antorcha encendida?
¡Que días aquellos en Portela jugándole carreras a Rober! el muy boludo siempre fue más rápido que yo en los deportes pero el límite de su aguante no era ni siquiera el comienzo de mi transpiración. La abuela con esas tortas nos deleitaba siempre, las caras de los Egui cuando les ofrecía un pedazo, debí haberlas fotografiado, eran la más viva representación del Nirvana, la vieja estanciera no solo cocinaba el mejor dulce jamás sacado de un horno sino que les ofrecía los cachos más sustanciosos. Después, que burros eran los primos para interpretar cualquier verso, no hablar ya de los franceses, un simple poema romántico, me encantaría saber de donde sacaban el ánimo para dedicarse a estudiar aquellas nimiedades, pero bueno cada loco con su tema. ¿Qué sería de Paco, de todos los gallegos, se habrían quedado en la isla? y Celia siempre escudera de mis andanzas estaría construyendo uno de sus palacios en el aire, ojalá pudiese pintarlos entre átomos, pero sobre todo me pregunto que sería de Chichi ¿ me tendrá entre sus pensamientos? todo envejece y todo se oxida menos el cariño, como dicen los jamaicanos, el amor es uno, siempre el mismo.
Bueno mejor me duermo que mañana tendremos que atravesar el poblado, caramba no se ha sumado ni uno, tengo que ver como los convenzo, pero ese es el dilema, hacer proselitismo requiere de engatusar sabiendo dorar la píldora y vender un papel de lija como terciopelo, en cambio decir la verdad en cada momento dignifica, la diferencia con mentir se siente en el instante en el pecho, es como si cupiese todo el cielo en él, pero a la vez es como si ahuyentase a los ilusos, pero ¿está mal una razonable cuota de ilusión cuando se persigue una quimera, una utopía, cuando la barriga ruge de hambre, el cuerpo cruje de calambres, todo es olor a barro, pólvora y gotas de sangre? En fin, mejor dormir para no aguantar más el peso de los párpados ni este ardor entre los dedos de los pies. El joven Werther debió sentirse más o menos así cuando le confesó por carta a su amigo Guillermo, la pena que embargó su alma cuando supo que al final, Charlotte se casó con Albert.
Pasta fecal
Una curiosidad intercultural.
En Argentina, los piqueteros, simpatizantes de la "Involución" cubana, como esta de ellos, salen cada día a cortar toda la ciudad, a hacer imposible transitar de un punto a otro, acampan enfrente a la Casa de gobierno, queman contenedores, uno fue una vez con un mortero a tirar explosivos contra las fuerzas represivas y ahora reclama los DDHH para no ir preso, por una justicia que no lo metió ni un día en un calabozo.
En Cuba, tras décadas de abuso, de hambre, de carencias, de prohibiciones y de obligaciones mientras ven a los jerarcas y sus parientes enriquecerse groseramente con lo que a ellos y a sus hijos les falta, y tras aguantar una escalada del precio del dólar que deja en 10 dólares el sueldo medio, colas de horas o días bajo lluvia, sol de justicia mosquitos MIG 21, que atacan con misiles a velocidad supersónica, un hambre de tres pares de timbales, dos, tres, hasta cinco días de apagón continuado, y prohibición de hablar de todo eso, de leer, de escribirlo, de gritar, de mandar pa' la pinga al "Sin casa" número Uno y su esposa gastadora de dos y tres mil dólares por cartera Loewe o Prada, cuando estas víctimas de tanto abuso, queman un fosforo y cortan una carreterita donde transita un coche cada hora que no va a ningún lado, los mismos que apoyan y adiestran a esos otros piqueteros interamericanos, a los autóctonos les llaman terroristas patrocinados por la CIA, les caen a palos, cabillazos, piñazos, galletas, en la calle, y en la comisaría se dan gusto los jenízaros, cogiendo turnos, de apalear a los pobres desesperados, antes que una In-Justicia manejada desde el Consejo de Estado les eche penas propias para genocidas, de veinte veinticinco y treinta años en mazmorras plagadas de asesinos y violadores.
Atención todos los que todavía tienen los cojones y la vergüenza de defender aquel cúmulo de abusos y de violaciones de los más elementales derechos humanos y cívicos, ya no hay excusas, un día serán vistos y juzgados como cómplices de embuchar toda esta pasta fecal para ser degustada por sus vasallos.
Camilo, una traición perpetua
El Che sabía que Camilo no era comunista, lo escribió incluso tras su muerte, pero era su mejor amigo, el único que podía jaranear con él con la típica jodedera cubana. Ernesto lo quería como un hermano, la critica de que a veces era indisciplinado tenía base en que no era marxista, pero el Che conocía y admirada su diligencia como guerrillero, y como leal comandante dirigente de la tropa y querido por el pueblo. En honor a esa amistad le puso Camilo a su primer hijo varón, mientras que esperó al segundo para ponerle su propio nombre. El respeto y el afecto del Che hacia Camilo fue de una gran profundidad.
Sin embargo, había otro comandante que lo odiaba íntimamente, porque la valentía y carisma del señor de La vanguardia lo ponía en evidencia: Raúl. Este tomó la excusa de la no adhesión al comunismo de Camilo para fomentar cizaña contra él entre la tropa, entre otros jefes y sobre todo en su hermano comandante en jefe.
Fidel lo evaluaba como un útil lugarteniente, un fiel servidor, pero un peligroso contrincante en afecto y respeto por parte del pueblo.
La desaparición misteriosa e increíble de Camilo fue el episodio más enigmático de la Revolución Cubana, y a mi entender, la más triste, amarga, criminal, y suicida del proyecto utópico revolucionario.
En lo personal nunca escondí mi convicción, no por el conocimiento de las pruebas sino por lo inexorable de la conveniencia, de que Fidel Guarapo Castro se deshizo de Camilo, como ya probablemente ya había ayudado a hacer con Frank País, acaso de algún dirigente del Partido Ortodoxo más, y luego haría con el Che, Ochoa, los hermanos de la Guardia, y un prolongado etcétera.
Una vez me castigaron desde el Consejo de Estado a ir a trabajar a Santiago de Cuba, en resumen, me hicieron buzo y trabajé en un yate precioso en las aguas más cristalinas que se pueda uno imaginar. El jefe de aquellos dos yates y de la rama de arqueología subacuática del Plan Baconao Turquino, era Lázaro Ponce, de Ciego de Ávila, quien fuera el personaje real, representado en la película cubana Patty Candela. Lázaro fue el encargado de buscar a Camilo durante muchos días en el mar. No encontró ni una sola mancha de aceite sobre la superficie del agua, y aún siendo muy leal a Guarapo, alguna vez con unos rones encima, en las noches de charla en la popa del yate “El ojo azul”, nos dijo a los buzos, marineros y a Sarita, la bióloga del barco y su amante, que allí, en todo aquello alrededor, no había caído ningún avión.Durante las décadas siguientes se hizo frecuente el rumor, convertido en chisme pero en voz baja, ora de que Camilo estaba en la Isla de Pinos, mendigando por Miami, incluso alguno aseguraba haberlo visto recogiendo cabos de cigarrillos por las calles de La Habana. Lo que venía a decir la elección de favorecer dichos infundios, es que el pueblo cubano no se creyó nunca lo de la desaparición mágica y trágica de la avioneta que lo transportaba.
De alguna manera, alguna vez habrá que saber que ocurrió con Camilo Cienfuegos. O acaso lo más perturbador, es que tras la muerte por ley de vida de todos los protagonistas, por falta de documentación, quede enterrado en el fondo del período más turbio del proceso, un hecho crucial en un hito del camino, desde el cual hay un antes, un durante, que eran todos los caminos posibles, y un después, que fue el rumbo de la degeneración de cada uno de los sueños loables. La maldición de una traición.
Cambalache
La época que nos ha tocado vivir, es curiosa. Hasta hace un suspiro en tiempos históricos, las acusaciones por el enriquecimiento de una familia, las hacía la izquierda. Esa fue la semilla de la que surgió, a la vez que condenaba todo esfuerzo por enriquecerse, dentro o fuera de la legalidad, considerada igual de ilegítima.
Hoy la derecha ha tomado el relevo.
Tanto en Argentina como en España afloran los periodistas e incluso juristas críticos, con elementos progresistas que se presentan como revolucionarios, y que sin embargo ganaron suntuosas cantidades de dinero en diferentes áreas, cultura, empresa, tecnología, etc., Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, Javier Bardem, Polanco, Felipe González, el sorprendente incremento patrimonial de Irene Montero, o Pablo Iglesias, y un extenso etcétera. Hay que aclarar que un fenómeno que proviene de la Europa latina, mediterránea, donde no tuvo lugar la Reforma, donde se mantuvo como virtud. el estoicismo asceta, frente a la austeridad realista luterana. Nadie en Estados Unidos critica a Bill Gates, Mark Zuckerberg, Whoopie Goldberg o Bono por ser ricos, ni los capitalistas o revolucionarios alemanes hace casi dos siglos, se condenaron a Frederich Engels por extraer plusvalía de sus obreros para mantener a Karl Marx en sus construcción de la teoría comunista, ni entonces ni hoy.
Tal critica de sectores de derecha defensores de un sistema de clases, es curiosa, por un lado son fieles escuderos de monarquías, de los grupos económicos más poderosos, de los episodios más crueles y vergonzantes de la Historia protagonizados por los más ambiciosos conquistadores en todo el mundo, pero aún así, reconocen que lo impoluto, la pulcritud ética que supone el ser de izquierda, es incompatible con el grado de “putrefacción” que presupone, y ahí la sorpresa, el dedicarse a ganar dinero. Cosa con la que, debo admitir estoy al cien por ciento de acuerdo. De dicha razón provienen mis criticas a "Guarapo" y a sus jenízaros, que con tal acumulación demuestran que nunca fueron revolucionarios, mucho menos comunistas, todo se reducía al oportunismo, arribismo, la megalomanía, él como Erich Honecker, Ceaucescu, Ortega, Chávez y otros aspiradores a reyes, a emperadores, a dioses que usaron la inocencia de los oprimidos presentandose como sus liberadores.
Es tan curioso como de rabiosa actualidad, que de los defensores de las sociedad de clases, de la acumulación de dinero, de la explotación del prójimo, surja esta critica a acumular patrimonio.
Estos críticos de derecha dicen : "Si sois subyugados por los placeres que proporciona la riqueza material, no podéis continuar con vuestros discursos éticos de justicia social; por el contrario si queréis seguir haciendo uso de estos discursos, deberéis retornar a una vida humilde, alejada de los rezumos y efluvios endulzantes del vil metal"
En el fondo, tienen el mismo concepto sobre la acumulación de riqueza que el marxista más recalcitrante.
De ahí que parezca absurdo que la persecución a CFK en Argentina, sea emprendida por los sectores más identificados con el poder económico, jueces, periodistas y políticos afines a los Roca, Pérez Companc, Macri, Anchorena o Bunge y Born, los históricos acumuladores de riqueza, y que en lugar de perseguirla por lo que en realidad la detestan, alguna medida de contenido popular o el único inciso en el que fue rotunda como militante, el castigo a los terroristas de estado de la última dictadura militar, la persigan por haberse enriquecido, y sobre todo por hacerlo con presunta ilegalida ¡Pero si ese y no otro es leitmotiv de la derecha! Del mismo modo me causa asombro, aunque cada vez menos, que sean elementos de la desnatada izquierda actual, quienes defiendan el enriquecimiento desmedido, sea legal o no, como éticamente adecuado para un dirigente de sus huestes. En resumida cuenta, la derecha persigue el enriquecimiento y la izquierda lo defiende.
Más que un cambio, lo que ha habido es una inversión de paradigmas. Este es el Cambalache que anunciaba Santos Discépolo.
No estoy tan seguro de que perseguir a un presidente del propio país sea conveniente para los interesas finales de ese mismo país, aunque en todo caso, creo que un juicio no penal sino moral, de valores, tanto por enriquecimiento ilícito, como simplemente por enriquecimiento mientras a los militantes de izquierda eran torturados y lanzados al río, quienes deberían llevarlo a cabo en todo caso serían las fuerzas progresistas. De las que solo nos van quedando residuos extraviados o iconos convertidos en piezas museísticas, como Mujica.
Una mota de justicia
Antonio Ramón Ramón nació en Granada a finales del siglo XIX, en una familia disfuncional de labradores, el padre padecía un tipo de esquizofrenia que de vez en cuando, le llevaba a pensar que la esposa y la hija lo querían matar.
Antonio aprendió a leer, escribir y alguna operación aritmética antes de tomar la azada, las riendas del burro y "tirar todo tieso" para el campo. A los 22 años se fue al norte de África, donde el padre había vivido, una vez en Argelia lo confundían con otro joven, hasta que dio con él y supo que tenía un medio hermano fuera del matrimonio, de nombre Manuel Vaca. Desde ese día se hicieron inseparables. Al ver que no cambiaba mucho la dureza de Granada con Argelia, decidieron poner rumbo a América. Llegaron a Brasil, pero las condiciones de trabajo eran casi esclavistas en ese época, y como contaban con pocos recursos decidieron que uno de los dos se iría a Argentina y cuando pudiese se traería al otro hermano. Antonio se quedó en Brasil, al poco tiempo recibió una carta que Manuel le contaba que iría a Chile donde trabajar en las salinas de Iquique era considerado el oro blanco, se comentaba que se podía salir rico de allí en poco tiempo. Antonio le contó que había conseguido trabajo en el ferrocarril, que no estaba tan mal.
Pasado un tiempo Antonio leyó las noticias de la matanza de más de dos mil obreros de las salinas en la escuela Santa María de Iquique, que estaban marchando y protestando para que les considerasen el cien por ciento de los cheques pagarés, que ya eran miserables, de los cuales además cobraban solo el sesenta por ciento.
Los patrones se cansaron de la protesta y decidieron dar un escarmiento para futuros atrevidos, pusieron una tropa de ametralladoras y cañones, al mando del general Roberto Silva Renard, con la orden de disparar a todos los manifestantes, mataron hombres, mujeres, niños, bebés, más de dos mil personas.
Antonio comunicó a sus empleadores que se iría a Chile para aclarar sus sospechas sobre que le había ocurrido a su hermano al no recibir ninguna carta suya. Y en efecto al llegar a Iquique supo que su querido e inseparable medio hermano Manuel Vaca estaba entre los asesinados. Comenzó a urdir una venganza.
Tras saber que el general estaba destinado en Santiago de Chile dirigiendo una fábrica de municiones, se dirigió hacia allá y estudió sus movimientos. Una tarde que el general caminaba tranquilamente por la acera que llevaba a la fábrica, regresando de un almuerzo, Antonio saltó por detrás, tomándolo por el cuello le acercó un pañuelo empapado en somníferos que consiguieron adormecer a Roberto Silva, entonces Antonio, raudo antes de que la gente se aproximase, lo introdujo en la parte trasera de una carreta, le cubrió la cabeza con un bolsa de arpillera, ató sus manos y pies con una cuerda y se dirigió al almacén abandonado donde ya había acondicionado una esquina del sótano par5a alojar al asesino de su hermano junto a otras dos mil personas.
Durante semanas lo mantuvo con agua, pan y carne cocida con verduras, sin responder a ninguna de las interrogantes y súplicas del reo. Una mañana se sentó frente al general en un pequeño banco de tres patas de los que se usan para ordeñar, y habló por primera vez
-Soy hermano de uno de los que mataste en Iquique. En estos tres años ¿cuantas veces has pensado en las vidas que segaste aquel día?
El general balbuceó, no atinó a articular una respuesta coherente aquella mañana. Pero al día siguiente cuando Antonio regresó con la intención de hablar, el general se sinceró y dijo que si bien le asaltaban las imágenes de aquel día, como el Ejército lo había premiado con el puesto en la fábrica, no le daba el matiz trágico, solo perturbable. Antonio le preguntó por los niños ametrallados, el general se hundió en el silencio.
Así pasó un día tras otro, hasat que el general se desplomó en un llanto en que mezclaba el temor por su vida y un atisbo de remordimiento, ante la toma de conciencia de que aquello no tenía posibilidad de redención. Una semanasa más tarde Antonio emprendió un viaje en diligencia desde Santiago a Iquique con el general detrás, amordazado y bien atado, a quien alimentaba en las noches en algún sitio seguro. Una vez arribados a la escuela Santa María de Iquique, esperó a la madrugada, bajó al general del carruaje, lo llevó hasta el lugar donde cayeron masacrados los dos mil obreros, le quitó la venda de los ojos y la mordaza, lo primero que vio el general, es que estaba rodeado de decenas de personas, y detrás de ellas había otras decenas, su mirada era de asombro pero la expresión de su rostro y sus hombros era de derrota.
-Todas estas personas, al igual que yo, son familiares de los asesinados por usted, hay hermanos, padres, hijos, esposas, incluso hay sobrevivientes entre ellos. Este revólver de seis balas se lo entrego para que usted decida con total libertad a quien más le toca morir, nadie se moverá de su sitio.
El general tomó el arma con las manos ya desatadas, arrodillado en el centro, oliendo la humedad de la tierra que tres años atrás fuese el fondo de un río de sangre, colocó el cañón del arma en el cielo de su boca y accionó el gatillo causando un fiuerte estruendo y dispersando parte de sus sesos mezclados con trozos de hueso parietal por la tierra ya seca.
Eso habría sido un final posible, pero lo que en verdad tuvo lugar aquel 14 de diciembre de 1914, fue diferente, el general no llegó a perturbarse por la perversión de su acto, pero de todos modos se consumó la justicia. Antonio esperó a que Silva regresase a la fábrica y mientras caminaba pr la acera saltó sobre sus hombros clavando una daga de acero en el costado derecho de su cuello, lo escuchó chillar, sintió como se le aflojaron las piernas y de inmediato lo giró para propinarle otra puñalada que decretó la invalidez de por vida del asesino, no sin antes gemir y lloriquear por su vida, inundando el ambiente de un olor nauseabundo proveniente de la materia que sus esfínteres ya flojos, no pudieron contener. Antonio permaneció unos segundos mirando al general retorciendose en al suelo, y cuando la gente comenzó a amontonarse alrededor, salió corriendo. Pensó en su hermano pero en esa ocasión, sin pena ni rabia, con una sonrisa dibujada en su cara, la misma que tenía cuando los agentes le detuvieron al no conseguir envenenarse con la poción que bebió en aquel instante, idéntico semblante que usó su defensa en el juicio para aducir una enfermedad mental heredada de su padre, excusa que Antonio aceptó para intentar evitar la mayor porción de castigo posible, pero sabiendo que no, que era, como con en el justiciero de Olot, como Gabor a la salida de una comisaría en San Telmo y como la venganza de Bruno en Catania, un granito de justicia en un mundo inundado por cataratas de abusos.
Antonio recibió un calvario de reprimendas, desde los planazos de sables desde su detención hasta el trato vejatorio durante sus años prisión, pero él sonrió hasta el día impreciso, desconocido, misterioso, de su fin.
Antonio, aun adolorido por los planazos de sable recibidos en su detención, sonrió cuando supo que el periódico obrero El Despertar de los Trabajadores de Iquique, reivindicó el atentado titulando el 16 de diciembre de 1914: «Se ha hecho la justicia del pueblo»,