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1 junio 2012 5 01 /06 /junio /2012 23:58

 

 

 

Ni en el mejor de los sueños los Rothschild o los Rockefeller se habrían imaginado una situación de tanta satisfacción para sus intereses ni de semejante impunidad para sus no demasiados prolijos procedimientos para hacerse con todo el vil metal posible, como los que se garantizan en la España de hoy a todo magnate, ministro, juez, o cualquier otro representante del poder económico o político, para que ejecute sus planes a sus anchas.

Como los que se les garantizan hoy en día a todo crápula en tierras hispánicas.

 

Ya habrían querido los viejos acaudalados haber  contado con ejecutivos que hiciesen por ellos la labor de depauperar la economía, esquilmar y rapiñar todo el dinero y los bienes posibles de las clases medias y bajas, engrosar los beneficios de los más poderosos del país, y por si fuese poco haberlo logrado democracia mediante, con la participación de las victimas que gustosos de su rol acuden a votarlos, concediéndoles el beneficio del absolutismo. Aquellos hombres de fortuna no estaban al tanto de los novedosos secretos: ¡que dictadura ni ocho cuartos! son caras y cuentan con mala prensa, hay que brindar mucho fútbol, gran hermano, revistas, hay que darles la ilusión de ser nuevos ricos y despedirán a placer su conciencia, su sabiduría colectiva acumulada con el paso de los siglos, y se bajarán los pantalones a la primera sugerencia de módica morcilla para el sindicato de los desclasados impolutos, de los mandarines de los  barrios dormitorio, rebozados de agua de colonia, rellenos de sillones de cuerina blanca y mucama del propio sub sector.

No sé como han hecho , por mi parte nada que objetar; los felicito.

Rodrigo Rato, ex ministro de economía del gobierno de Aznar, al que le precede buena fama porque fomentó el abaratamiento del suelo desatando el vertiginoso desarrollo  de la “bonanza del ladrillo” y luego fue extirpado del FMI como el sujeto que no advirtió ni el aroma que antecedía al virulento tufo que luego inundó Europa, deja ahora la dirección de Bankia una vez que esta entidad que decía ir de mil maravillas, se desploma misteriosamente absorbiendo más de veinte mil millones de euros del contribuyente, sin que nadie explique algo ni se responsabilice, nos comunica su director que no dirá una palabra al respecto, ni siquiera off the record, y que solamente se encontrará en los tribunales con quien ose mancillar su honor , los mismos dirigidos por sus amigos, esos que le conferían sus secretos en los pasillos del poder, como el propio Carlos Divar, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo general del Poder Judicial quien alejado en distancia y contenidos del incómodo influjo de la especie Garzón, manifiesta que ni dimitirá ni se disculpará de manera alguna tras haber sido sorprendido gastando más de veinte mil euros en unos veinte onerosos viajes de fin de semana de la mano de un enigmático acompañante con cargo al erario público.

Los cuerpos de seguridad han perdido el norte, reprimen a todo tipo de manifestantes pacíficos, presentando luego una alta factura de heridos policiales y dos o tres manifestantes ligeramente rasguñados, cuando en la imágenes se pueden apreciar brutales cargas a estudiantes o a mineros.

Mientras el gobierno se supera a sí mismo ya que lejos de cumplir  alguno de los ítems que presentó en la campaña electoral, está haciendo justamente lo opuesto de las promesas.

Ni una de las medidas antipopulares y obsecuentes con los poderosos que han sido grabadas a fuego en el escaso período de cinco meses ha sido presentada a los españoles , que es donde reside la soberanía nacional, sino en los organismos europeos que son los que están rigiendo la política española, ya sea en Bruselas, o directamente en el despacho de Angela Merkel.

No ha habido ni una sanción por corrupción en todos los renglones de la sociedad, gran parte de ellos emanados de las filas del partido gobernante.

 Escándalos como la complicidad de la Iglesia en el robo sistemático de bebés recién nacidos en las maternidades, que en cualquier sitio constituiría un fuerte acicate, en España casi no es mencionado, es ignorado por la mayoría de juzgados, no admitido a trámite, constituyendo un truculento espectáculo, no solo ya de sometimiento al poder eclesiástico , sino a cualquier horror o perversión que este decida desarrollar a cuerpo de rey.

Y hablando de reyes, por Palacio la cosa no anda mucho mejor. Se le juntan todo tipo de escándalos a la Casa Real. Aunque puede parecer absurdo convenir en darle la jefatura de Estado a monarcas, que esta sea decidida a través de la fecundación del óvulo como único método de elección, y luego pretender que un rey Borbón no se distraiga en la caza mayor, o que prescinda de viajes de placer y objetos de lujo. Para tal caso convendría haber decidido previamente una vía de representación menos suntuosa y de más bajo caché, que tan exclusivo linaje.

El presidente de la Nación no se presenta en ningún sitio a dar explicaciones y cuando lo hace es para continuar con ristra interminable de huidizas excusas, o directamente con faltas a la verdad. Las que comenzara a hacer famosas con su gestión del mayor desastre medio ambiental en España, el hundimiento del Prestige, el cual era solo “ un hilito de plastilina” según palabras del propio Mariano Rajoy quien entonces era Ministro de la presidencia y Portavoz del gobierno de Aznar.

Pero el hecho que me lleva a evaluar al flamante gobierno como inepto para conducir al país, es más de orden práctico que moral.

La desorientación de casi todos los mandos en este corto período de tiempo ha sido proverbial, ínclita. Con una prima de riesgo disparada y casi un cuarto de la población activa en paro y con previsiones de empeorar, estamos más allá del borde del precipicio; la única razón por la cual aún no nos hemos despeñado es porque permitir la caída de España implicaría asumir que inmediatamente podrían hacerlo Italia y luego incluso Francia, poniendo punto final al proyecto del euro.

Hay vida más allá del susto, pero hay que tomar las riendas.

Este desconcierto moral, este apremio económico y esta incertidumbre social constituirían la dicha de Cecil Rodhes o del viejo Ford y no es que ellos no contasen con ventajas en sus generosos sistemas de explotación, pero nuestros expoliadores cuentan con un tesoro de incalculable valor: nuestra aprobación y aquiescencia.

 

 

 

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