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24 junio 2016 5 24 /06 /junio /2016 18:40

Tras el éxito del Brexit ya temido antes de la desgraciada muerte de la política laborista Jo Cox y después descartado, la libra cae en picado, la bolsa se desinfla con una vertiginosidad alarmante, la prima de riesgo de cada nación de la UE se descontrola, pero todo eso, tarde o temprano se recuperará, es gestionable, Europa lo puede aguantar, e incluso puede y debe aprovechar la ocasión para confeccionar una unión renovada entre Estados que quieran permanecer, aportar y entiendan las ventajas de formar parte de un proyecto común, y de inmediato  acometer las refacciones que pide a gritos el sentido común, como incentivar el gasto en lugar de aplacarlo, austeridad con respecto a la desmesura a la que se arribó con la burbuja inmobiliaria y bancaria, pero no austeridad en el consumo doméstico ni en el gasto social. Las queridas islas británicas que se las arreglen como puedan  quieran, es momento de proceder con altura, sin revanchas absurdas, ni vehemencia tras el desplante recibido, sino coordinación, armonía, y sobre todo el catalejo puesto en el futuro con las referencias del pasado europeo.  Trabajar junto al Reino Unido para que salgan lo más rápido y menos traumático posible para todos los actores en escena.

Cabe recordar que casi la mitad de los británicos no ha querido irse, es un número muy alto que se resiste a la tentación de la pasión inmediata, frente al descontento general por una Europa que ha olvidado en los últimos años a sus recursos humanos, son muchos los que han resistido a la cizaña de los grandes intereses contrarios a la unión continental, que han introducido exitosos elementos de desconfianza, y conquistado voluntades en su favor.

Lo más preocupante es la contagiosa sensación de desacuerdo que existe hoy en la mayoría de los Estados de Europa y en un número preocupante de ámbitos. Más aún que la desidia circundante, preocupa el deseo expreso de que la haya, la tendencia a la división, al rechazo del período más fértil del continente. Necesitamos romper el ciclo de saturación que sucede a todo modelo, y marcar la tendencia a su opuesto, porque la negación del progreso, el desarrollo y la paz, las generaciones actuales no la conocen, pero la Historia de Europa la conoce más que nadie sobre la faz del planeta. Ahora es cuando más esfuerzo hay que hacer en idear razones atractivas para las generaciones decepcionadas que han nacido dentro del período de bienestar social y progreso y sienten que se los ha abandonado últimamente, dando por sentada como un hecho natural la calidad de vida a la que se ha arribado, precisamente gracias a la concordia y la colaboración.

Ojalá que como individuos y como sociedad se sepa ver la diferencia entre la abulia y el desastre sin necesidad de atravesar por la experiencia para tomar partido.

En lo que respecta a los habitantes de esas islas que tanto apreciamos los anglófilos, aparte de sentir que nos abandone el mejor sentido del humor, los únicos que manejan por la izquierda, y de detestar la consiguiente suba de precio de las papas fritas de cebolla caramelizada y queso cheddar, lamento la decisión profundamente por todos los jóvenes que en su mayoría votaron por la permanencia sabiendo lo que significa para su educación y horizontes profesionales, incluso lo siento por las personas mayores que lo hicieron por una manipulada la nostalgia imperial de algo que nunca tuvieron (las mentes tienden a desear volver a edades en que las enfermedades y los desgastes físicos no estaban a tiro de piedra),  a partir de hoy mismo comienzan un camino plagado de escollos, de problemas que deberán resolver de inmediato.

A menos de un día de la votación, Nigel Farage, el autor del discurso más duro contra la permanencia, acaba de comunicar que la promesa de invertir los más de trescientos millones de libras que semanalmente Reino Unido aportaba a la UE (pasando por alto lo que se recababa a cambio)  en la que basó su campaña, no será posible cumplirla; los escoceses que votaron junto a Irlanda del Norte permanecer,  ya están elevando sus voces, porque precisamente el argumento de mayor peso que esgrimió Westminster para que Escocia no se independizara del Reino Unido, era que de permaneciendo seguirían en Europa, y abandonando saldrían de la Unión.

Del recorte de derechos que ha sufrido la clase obrera y media británica, así como el resto de la europea en los últimos años, que es tan legítima como su enfado, se responsabiliza a los distintos tipos de inmigrantes que ciertamente Reino Unido debía más tarde o temprano gestionar, los que llegan con todos los derechos provenientes de la Common Wealth y de los países de la UE,  además de la inmigración irregular. Aún admitiendo que el flujo migratorio hacia gran Bretaña es particularmente numeroso, y  aún cuando un elector se sintiese atraído por utilizar los argumentos del Brexit elaborados con la mínima reflexión posible, debería apuntar más bien a las compañías y empresarios que contratan esa mano de obra tan atractiva por sus bajos costes. Pero siempre resulta menos azaroso y arriesgado, imaginar el éxito en una contienda si se emprende contra el enemigo más débil.

Por otro lado la movilización ciudadana hoy mismo ya ha presentado  más de cien mil firmas como está estipulado en el Parlamento, y logrado que se analice y se discuta la posibilidad de volver a hacer el referéndum, aplicando un mínimo de 60% para hacer efectiva la opción de abandonar y condicionándolo a  una participación no menor del 75% del electorado, aunque es poco probable que esto progrese, sí es cierto que los procesos parlamentarios que se abren a partir de hoy mismo, para encarar los nuemrosos cambios y sus procedimientos, serán muy complejos.

Hay curiosidad también por ver como queda distribuida la jerarquía administrativa, tanto en términos formales como en los más cotidianos, aspecto muy sensible en las islas, una vez desaparecida la UE como organismo supra nacional que facilitaba la percepción de integración entre cuatro sensibilidades culturales y nacionales, Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y Gales, la percepción de estas décadas de compartir un espacio en concordia e igualdad de condiciones, en lugar de una relación de súbditos de tres naciones a los designios de una.

En todo caso los británicos deberán ahora resolver temas muchos más arduos que dejar a Europa, deberán acordar entre toda su gran diversidad, qué y como quieren ser, cosa de la que no se han tenido que ocupar en los últimos cuarenta años.

Un amigo dice que aparte de Estados Unidos, no conoce ninguna nación del mundo capaz de reinventarse sin primero autodestruirse, ojalá esta vez mi acertado amigo haya errado en el análisis.

 

Good bye UK
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Comentarios

W
Lo preocupante, como te dije en un comentario de FB, es el cronico Alzheimer que sufre la humanidad. Brexit puede, facilmente, derivar en una guerra nunca antes vista. Hoy, votan a lo sirios a los cuales acusan de los males que aquejan al Reino; le seguiran en la espiral de culpas ustedes en la Peninsula u otro cualquiera. Realmente, no importa. Mi temor viene de una observacion curiosa: excepto los USA, no conozco otra nacion capaz de reinventarse a si misma sin correr el riesgo de auto destruirse.
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