El asesinato de Floyd fue un crimen racista a todas luces y debe ser atendido como tal de modo integral, para comenzar el largo camino de erradicar los resabios del esclavismo.
El racismo pasa de mano en mano, la gran mayoría de los negros estadounidenses hoy, son racistas con los inmigrantes centroamericanos, primero que todo: Porque pueden. 2º porque encontraron una raza menos favorecida, más explotada, y encima más bajita y desnutrida, y 3ª porque buena parte no quieren perder sus ventajas de víctima histórica, ya demasiado perdieron con los Casinos para las etnias originarias, los primeros habitantes de América y los más damnificados de toda esta historia.
Lo mismo pasó con los irlandeses racistas en EEUU, habían sido la última capa social del mundo en Europa y de repente se ven blancos y señores feudales frente no sólo a negros e indios sino a italianos inmigrantes.
Les pasó también a los sicilianos inmigrantes con respecto de los negros.
Asesinatos de inmigrantes ocurren igual en España, en Italia en UK hacia razas no dominantes, no sólo por el ingrediente de odio racial, sino también simplemente porque si el agente armado sucumbe a un rapto de violencia, propio de toda fuerza de represión, hay muchas más probabilidades de impunidad si se ejerce sobre una victima de una raza, clase social o género históricamente estigmatizado que si se ejecuta sobre una familia blanca de clase media.
El asesino habría matado con idéntica saña a un transexual, a un guatemalteco sin papeles, o a un dependiente de crack o heroína con HIV de cualquier raza.
El racismo muda de victimas y de victimarios, curémoslo en sus dos hábitats, en nuestro interior primero, y luego, o acaso a la vez, en el modelo social dominante.