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18 febrero 2012 6 18 /02 /febrero /2012 01:08

 

 

 

-En Cuba no tenemos libertad de prensa ni de expresión- le respondía Fidel Castro a Barbara Walters, en la primera entrevista que mantuvieron durante la década de los 70. Más recientemente Walters repitió la experiencia de entrevistarlo, pero ya con la URSS caída, el comandante no fue tan altanero en su reivindicación de la intolerancia, intentó explicarse mejor, aunque con similar resultado.

Durante los años en que viví en Cuba Fidel solo concedía entrevistas a periodistas extranjeros. Es una característica que mantiene desde ha tiempo, ya en la Sierra Maestra prefería desplegar sus encantos histriónicos frente a los cronistas  foráneos, norteamericanos de ser posible, como cuando para sacar de dudas a sus admiradores estadounidenses sobre su estado de forma, concedió una entrevista a Herbert L. Matthews ,  en lugar de a un periodista cubano.

Errol Flynn el famoso actor de películas de Hollywood, llegó a sentirse atraído por la mística revolucionaria, y visitó a los rebeldes en sus campamentos. Fidel trabó amistad con él y sostuvo charlas  con  fines propagandísticos. Pero no profesaba ese nivel de simpatía por ningún periodista ni artista de la escena nacional.

El propio Che Guevara,  a través Radio Rebelde, creada por él, atendió a periodistas cubanos que el jefe máximo no deseaba atender.

En los años recientes he podido apreciar, que ha sido entrevistado en más de una ocasión, en un  programa de televisión que se desarrolló en la última década, pero sin el más minimo incomodo para el mandatario, no creo que criatura alguna se atreva a llamar periodismo, a ese ejercicio de obsecuencia límite.

En una ocasión pude ver a su conductor entrevistandolo, agachado, esbozando la sonrisa que cualquiera pagaría por esconder, una mueca de servilismo indescriptiblemente patética. No tengo nada contra ese trabajador de la información, valoro en su justa medida su trabajo al frente de aquel programa, La  mesa redonda, el cual resulta dificil de ver completo, desde la pluralidad de las sociedades injustas, pero de libre opinión. 

Luego fue Frei Betto, un fraile dominico brasileño , que escribió un libro  sobre Fidel y la religión, donde a pesar de haber fustigado de mil maneras a todos los religiosos en la isla, el comandante se permitió hacer una loa de la educación de los Jesuitas. Yo, no estando seguro de la evolución ni de la creación,  pero siendo preferentemente ateo, no daba pábulo a lo que oía. 

 Más tarde leí un libro de Tad Szulc, periodista de origen polaco, nacionalizado norteamericano, el cual es el mejor de los documentos que he leído, sin trazos sentimentales en él, netamente descriptivos y documentales. El libro es una serie de extensas entrevistas concedidas al periodista en La Habana, mientras cualquier periodista cubano se relamía por la milésima de lo que le había dado al bueno de Tad.

Incluso María Schriver, del clan Kennedy, le hizo una melosa entrevista en 1988, donde él declaraba que el poder lo vivía no sin pesadumbre, ya que su deseo oculto, eternamente postergado , era sentarse a tomar un helado en una esquina, tal como lo comentó alguna vez, Gabriel García Márquez.  Otro que carecía de carnet de identidad azul, al que dedicaba horas de entrevistas y charlas. Aunque este, extrañamente,  no era norteamericano como Oliver Stone, a quien concedió una larga entrevista filmada, que constituye una conocida pelicula comercial.

Pareciese haberle asistido una fascinación inicial con Estados Unidos que en algún punto hubiese sufrido una sensible quiebra, tal como revelan sus continuadas visitas a ese país cuando era joven, en detrimento de cualquier país socialista o del tercer mundo, y su inclinación a sentirse refrendado, en el respeto de los profesionales, gobernantes, o artistas de aquel  país, pretendidamente enemigo.

Ernest Hemingway, tras su enfática determinación, dejó claro que lno fue mutua la admiración y devoción de Fidel hacia su literatura y fama de aventurero,  si bien tuvo una simpática respuesta en los primeros días de la revolución.

Recientemente,  se presentó un libro de sus memorias, donde se pudo ver a Fidel, en una denodada lucha por terminar alguna de las frases que a duras penas comenzaba, mediante titubeos, preguntas difusas, peticiones de aclaraciones absurdas, y toda suerte de incoherencias, no hago una chanza sobre un ser senil, les dejo a ellos las burlas sobre los defectos de las personas, a las que quieren desautorizar. Opino que pudieron resultar patéticas, las seis horas que duró la ponencia, con la totalidad de las personas asistentes,  asintiendo con la cabeza a cuanta incoherencia saliese de la humanidad ya reducida, del amortizado geronte. 

Un periodista acreditado al acto, cubano, debió soportar estoicamente, durante diecisiete minutos,  con una sonrisa pétrea, que con toda probabilidad, le causó primero dolores en las comisuras de los labios, para culminar adormeciéndoselos, de tal manera que cuando Fidel dio por bueno el fin de la  respuesta, el hombre se sentó con la cara idénticamente igual que como la había sostenido durante el período de balbuceos, en que no se movió ni una mosca. Y lo más probable es que con ese rictus lo haya encontrado su familia al arribo a su hogar, para mantener alejada toda sospecha de la más mínima diferencia de criterio con el comandante.

 Desde afuera resulta fácil criticar, y sé que es un universo de dificultades, tan solo percatarse de lo bajo que se llega a caer con esa actitud. Cuando alguien crece en aquella sociedad, donde ese hombre - simbolo, lo significa todo, desde la virtud, hasta la última palabra sobre el destino de los hombres, de todos  los hombres que allí habitan, resulta dificil discernir entre que es instinto de conservación y que es adoración ritual.  En cualquier caso no resulta una situación envidiable.

 

Hoy el país espera impaciente la visita del Papa Benedicto. La feligresía cubana en altísimo crecimiento, no solo en comparación con la época en que era más que recomendable ser marxista y ateo, sino en comparación también con era pre revolucionaria, se aviene a un halo de esperanza, con respecto de la cual me permito mantener mis reservas.

¿ Cuales serán las de Fidel?

¿Sentirá en los confines de su vida, cargada de acontecimientos que confesar, la llamada del sentimiento religioso tal como lo asegura su hija Alina desde Miami? ¿querrá limpiar el camino, atravesado de maleza para una eventual entrada en el paraíso?.

¿O hará movimientos, una vez más de agilidad maquiavélica incomparable, para situarse entre quienes hasta hace poco eran sus enconados enemigos?.

De lo que sí estoy convencido es que cualquier cosa que termine decidiendo, no eligirá un prelado compatriota, será ejecutada  a través de un interlocutor extranjero. Tanto como lo puede ser un Papa alemán no demasiado familiarizado con el comunismo científico ni la dictadura del proletariado, aunque sí como Fidel, conocedor de las excelencias de la buena mesa, de los tronos duraderos, y de los excelentes vinos que ayudan a cerrar los tratos más ventajosos.

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15 enero 2012 7 15 /01 /enero /2012 12:07

 

 

  Terciopelo Mojado. I.

La criba.


Más a menudo de lo que me gustaría admitir, algunas personas me interpelan, acerca de la razón por la cual me refiero en mis escritos,  reflexiones, conversaciones, pensamientos, charlas, disquisiciones, polémicas, debates o discusiones, a la situación socio política cubana.

Me preguntan si después de tanto tiempo fuera de la isla, aún conservo el interés intacto.

Y lo cierto, debería responder es que no, que el tiempo y la distancia me han permitido develar aspectos otrora difusos, y que el interés ha ido in crescendo una vez alejado de los focos de adoctrinamiento cotidiano; incluso con tiempo se acrecentó el enigma.

No hay demasiado que explicar, podría simplemente decir que me he convertido en una especie de cubanólogo comunistólogo del caribe. Pero si bien no me siento extraño con estas definiciones inciertas, la verdad es que llevo este tema grabado en la carne, porque es la realidad más compleja y nutrida de factores,  más controvertida y contradictoria conque haya tenido oportunidad de lidiar en toda mi vida.

Además concurre un detalle nada baladí que puede contribuir en la fijación. Pertenezco a ese conjunto de personas, que alguna vez fuimos puestos en tela de juicio, por seres que creyéndose en superioridad moral, repartían a su alrededor toda suerte de definiciones y epítetos despectivos, denigratorios, que de algún modo consiguieron estigmatizarnos, a unos más que a otros cabe destacar,  y que nos provocaron que con el paso del tiempo hayamos ido acumulando , un deseo permanente, de que enseñasen su verdadera calaña. Especímenes estos, que provenían de las filas de los convencidos y firmes comunistas, dentro de la sociedad de la dictadura del proletariado, pelotón formado en su mayoría, por un grueso de patanes simuladores en virtud de obtención de privilegios y prebendas, o a merced de la coacción de sus superiores. Y en aislados casos, honradas excepciones, gente bien intencionada, aunque orientada de manera inconveniente.  

Quizás también me interese más contar las batallitas, que alejadas de escenarios polvorientos y colmados de tiras de piel y huesos ensangrentados, casan mejor con mi naturaleza,  definitivamente más inclinada a lo frugal y hedonista que a la exhibición de la herida abierta en zanja. La monstruosidad del dolor.

Quiero aclarar que no soy valiente en absoluto. Cuando el sable en alto se aproxima al galope, se desmorona todo montaje previo, todo barniz, y emerge lo innato, ese tipo de valor temerario que no se adquiere mediante la educación ni la persuasión. A los de esa madera se los reconoce a la legua, no pretendo figurar en esa instantánea.

Pero trato de aproximarme al centro incandescente de mi purgatorio, para acallar el crepitar de las llamas o entornar las compuertas del horno. Y en ese viaje me ha podido caer un barniz contestario. Sin la posibilidad de obtener grandes beneficios, y por haber tomado riesgo impensables, perdí sin embargo, más de lo que jamás habría comprometido de buena gana. Nada que no se pueda solucionar con otra buena mano de barniz.

No obstante fui un testigo privilegiado, más por el tiempo y la circunstancia que me tocó vivir, que por la voluntad de serlo. Solo habiéndome criado y visto envuelto en las intrigas palaciegas del Vaticano, podría haber tenido una noción tan completa como la que tuve, de lo que es la doble moral, vivir en la simulación constante, en el doble discurso perenne, fraguado en los vértices salivados de las más viperinas lenguas.

 

TERCIOPELO MOJADO. II.

Futuro.


En estos días Eliecer Ávila, aquél famoso joven polemizador cubano sobre derechos fundamentales del pueblo, con el genuflexo ministro Ricardo Alarcón, convertido actualmente en un disidente activo, publicó un artículo en el cual advierte, sobre el peligro del más que posible uso de la fuerza por parte del gobierno, en caso de que existiesen manifestaciones contrarias al sistema. Sería conveniente no pasar esta advertencia por alto. Conato de aviso.

En pos de cualquiera que resulte ser el tipo de sociedad que se reclame y avecine, será conveniente contemplar que una considerable masa social no querrá abandonar su status actual, por más paupérrimo que este pudiese aparentar. Es probable que las personas involucradas en el actual sistema ofrezcan resistencia al cambio, ya por su nivel de participación, por la cantidad de tiempo en cargos de relativa importancia, o por haberse desempañado toda la vida en puestos poco útiles o sumamente burocráticos, caso en que están representados la mayoría de los trabajadores estatales cubanos.

Así como sucedió en los países del este de Europa, podría existir la amenaza de una importante cantidad de mano de obra desocupada, de la cual solo un bajo porcentaje, podría emplearse en tareas más o menos legales, por ejemplo los elementos bien formados de las fuerzas de seguridad y espionaje, que estarían con toda probabilidad, bien cotizados en agencias de inteligencia, o en el crimen organizado.

 Y en muy pocos terrenos más.

Por ello es importante, a quienes tengan la delicada tarea de plantear una alternativa a la desfachatez y el sinsentido que desgobierna hoy la isla de Cuba, que tengan en cuenta, la amenaza que puede representar el cambio no sólo para el aparato represivo que sería sustituído en un nuevo gobierno, sino para gran parte de la sociedad.  Es asumible que no estén en disposición de aprobar la opción del ostracismo y el desahucio. No sin chistar.

Y tanto por la conveniencia de evitar derramamientos de líquidos de cromatismo refulgente, siempre lamentables, como por ir directamente hacia la convergencia de todos los sectores posibles, convendrá prestar especial atención a este aspecto.

En la propia intención de evitar el espectáculo de la represión, que bien cabe esperar si son amenazadas sus cotidianeidades, se puede ensayar el esfuerzo por andar sendas, que sumen en la construcción de una nueva realidad plural, aglutinadora, donde cada cubano, que no hubiese tenido responsabilidad en actos de consecuencias irreversibles, y quisiese hacerlo, pudiese integrarse.

El nivel de comprensión, y de altruismo que, llegado el caso, será requerible para construir una sociedad en la que todos quepan, colocará alto el listón de la conducta, del autocontrol, pero también, será directamente proporcional a la satisfacción de formar parte de la construcción de un país sensiblemente mejor.

De los jinetes que suelten las riendas del deseo, en un territorio adusto, plagado de obstáculos en la brega del hombre, por su porción de libertad.

 

 

 

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29 diciembre 2011 4 29 /12 /diciembre /2011 22:44
 
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29 noviembre 2011 2 29 /11 /noviembre /2011 00:47

 

 

 

 

Esta semana, una amiga que vive lejos, me comentó que a través de un estudio genealógico, descubrió lo que ya se temía, y que ya me había comentado: que es pariente de Celia Sanchez Manduley, a raíz de un antepasado común de origen italiano que desembarcó en lo que era la provincia de Oriente en Cuba, hace mucho tiempo ya.

Celia fué una de las pocas mujeres combatientes en la Sierra Maestra con los rebeldes. Desde muy temprano, una fiel confidente de Fidel, a quien él confiaba sus preocupaciones más mundanas, y viceversa. La única integrante de la dirigencia cubana de la revolución que tenía patente de corso para continuar mostrandose religiosa, había sido una tigresa en la columna Mariana  Grajales, además mantuvo siempre intactas las buenas relaciones y eso en una autocracia tan vertical,  cuenta.

Celia era de perfil muy bajo. Se rumorea que aún cerca de 1980, cuando se vuela la tapa de los sesos de un disparo a causa del sufrimiento de un cruento cáncer según versión oficial, seguía siendo la persona en quien Fidel descansaba,  en cuya casa se quitaba las botas de campaña con mayor despreocupación , del mismo modo que por supuesto, se rumoreaba que habían sido amantes en la Sierra Maestra.  El barrio en que vivía en el Vedado, y donde Guarapo la visitaba, continuó llamandose el barrio de Fidel, haciendo alusión al tiempo que él pernoctó allí, donde dos calles a la redonda permanecían con guardias apostados, y no se permitía la entrada a quienes no fuesen vecinos.

La Habana toda estaba dispuesta a que cualquier cuadra tuviese una casa que pasase a ser, la casa de Fidel, de  hecho el país entero le pertenecía, pero niingún barrio fué tan popularmente conocido por su vecindario como aquel, ni siquiera el exclusivo  barrio de ex ricos que ocupa desde hace mucho tiempo. Hasta bastante después de que Celia se suicidó, allí siguieron apostados los guardias en las garitas.
  Armando Hart Dávalos la bautizó, como la flor de la revolución, y desde entonces se la representa en cuadros, con una orquídea en la oreja. Otros intelectuales cubanos menos obsecuentes que Hart, la bautizaron como la flor de piedra.

 

 Mi amiga, es también familia de Gerardo Machado, ex presidente cubano que llegó al poder,  acorde a las tradiciones latinoamericanas, a través del poco original método del golpe de estado. Si también Celia Sánchez era familia de Machado es algo que no se contempla, pero que tampco se hubiese hecho vox populi nunca, por ninguna de ambas partes.

Mi amiga, que siendo una adolescente, debió abandonar la isla del Caribe a la edad de catorce años. rumbo a los estados Unidos, bajo el programa migratorio conocido como Pedro Pan,  nunca regresó a su barrio. Con ello dejó tres cosas detrás:

A sus padres, que  años más tarde , cuando el padre salió de la prisión de Isla de Pinos,  le darían alcance y caza en tierras norteamericanas, justo cuando sus lágrimas comenzaban a enjuagarse, y su cuerpo, presionando el corset les rogaba a modo de amnistía, que ampliaran  su  demora.

Segundo, al país,  ese concepto abstracto,  que se resume en la gente querida y los no tanto, las calles , los olores , los colores, los sabores, el bullicio, el olor y el sabor otra vez, y esto no lo volvió a ver nunca más, y aún no sabe si en realidad ,como parte de su ser le indica , desea verlo como a ninguna otra cosa, para encontrar a la niña perdida que dejó, o como la otra parte más sesuda le sugiere, ahí no hay nada que  ir a buscar. Los sueños sueños son. 

Y en tercer lugar está esa niña a la que dejó. Soñadora en el patio de la casa señorial, entre las alumnas educadas de la escuela de monjas, en el altillo de su tío, del calor de su ama de llaves, en los secretos de sus pensamientos, sobre la almohada en las noches plagadas de sueños truncos. La niña que dejó en La Habana, implorante ante el rictus de los adultos y sus ocupaciones, y ante los nuevos ocupantes barbudos del barrio. La que jamás pudo subirse al avión.

La que se fué escuchó el rock de la vitrola, y habló el inglés de las cowgirls, y seguramente le costó lo suyo, pero hoy sonriente mira el camino andado. 

Y mientras con audacia emprende uno nuevo, puede ser, que el descubrimiento de que ella, una loba esteparia que se sobrepuso a todas las estocadas domésticas, era pariente de aquella mujer felina,  ya fuere flor de piedra o mar pacífico, la redireccione de espaldas a lo que la razón le indica, a ir en busca de aquella niña aún sentada en la hamaca, rodeada del verde y la espontaneidad húmeda, y consiga abrazarla como debieron hacerlo otros y decirle que se tranquilice,  que el tiempo que la ha hecho eterna, casi no ha transcurrido, que la ha ido a proteger, y a decirle también que ella ni se voló la tapa de los sesos, ni fué confidente de Fidel.

Y que nunca estuvo perdido, aquello que al fin se encuentra.


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6 noviembre 2011 7 06 /11 /noviembre /2011 16:02

 

- Papá, no quiero seguir haciendo carreras, ni cursos, ni estudiar nada más.

- ¿Pero qué pasa con las carreras y los cursos, se le ha ocurrido a algún profesor suspenderte? dime quién ha osado hacerlo ahora mismo, por favor mi hijita.

- No papito, tranquilo, todos me aprueban todas las materias con sobresaliente.  Es que me quiero dedicar a los derechos de las personas.

-Pero hija  ¿Es que existe algún derecho del que no nos hayamos encargado ya tu familia?

- Bueno papá, algo nuevo, que el tío y tú no lo tenían como prioridad. Eso es todo.

- ¿Los derecho de quienes hija?

- De las chernitas y los pajaritos, papá.

- Que bien hija mía, siempre tan sensible con la naturaleza. Pero eso no son derechos de las personas sino de los animalitos, de la fauna.

- No papá, de los pargos, de los gansos, como les dicen ustedes, pero son personas, me refiero a los homosexuales.

- ¡Pero hija! ¿Es que no te hemos dado tu madre y yo lo que precisas, podrías decirme por qué te ha dado por eso?.

-  Sí papá, mami y tú me han dado siempre de todo.  Es que tuve un amiguito en la facultad que era, tú sabes, así como dicen ustedes un poco cherna, la policía le daba muchos golpes, cada dos por tres duerme en celdas con asesinos que lo violan, me encariñé con él y una cosa fue llevando a la otra. Además, papá por una cierta familiaridad no definida, difusa, pero muy presente.

- Hija a simple vista parece interesante, haz un plan de acción , no escatimes en gastos y preséntamelo, así veré en que te puedo ayudar. Pensandolo bien pequeña, creo que podrás contar con mi apoyo.

- Que bueno papá. Voy a necesitar que la policía deje de darles palos por la calle, de molestarlos y detenerlos donde quiera que estén, de llevarlos a dormir a la comisaría para que les hagan unos favorcitos extras, porque se asustan papi, y tienen razón, tienes que entender que también son gente.  Como el tío Alfredo que era casi como un hermano para ustedes.

- Sí, hija, casi como un hermano. Hablaré con tu tío a ver que dice, tú sabes como es él.

- ¡Papá, que buena acogida!, eres el papá más sensible y bueno del mundo. Sólo hay que ir preparando unos libros y unos documentales, que barnicen un poco las versiones apocalípticas de aquellos escritores serviles del imperio, o las mentiras de todos esos internos de las UMAP. Unos retoques como los que estamos haciendo últimamente con todo lo demás, por favor papi ¡Anda, papito más bueno del mundo!

 

- Bueno tú sabes que todo eso tengo que hablarlo con el tío. Convencerlo de que ahora veamos el problema con una nueva óptica es imposible, hay que lograr que él piense que es idea suya para que esté de acuerdo. Luego incluso podríamos darte un apoyo político incluso policial, en el sentido en que todos aquellos que ofrezcan resistencia a este cambio, reciban su correctivo. Me gusta la idea.

- Pero papá, ¿ cómo explicaremos un cambio tan repentino?.

- Tranquila, date cuenta hijita, que todo lo que hoy prohibimos alguna vez fue obligado y viceversa.  ¡No hay tarea que por el bien de la Patria se nos resista!. Mañana mismo estoy mandando a incluir en el comité Central a una mariquita, perdón, a un cherna.

- ¡No papaíto! a partir de ahora son gays, nada de chernas ni gansos, por favor.

- Bien querida, siempre tan persuasiva. Que sería de uno sin su familia.  Mi abanderada de los gays en la Cuba recontra post revolucionaria.

- Gracias papi, esta patria te debe tanto.

- De nada hijita; pensandolo bien, hasta podré aportar el recuerdo de algún perturbador sueño adolescente. ¡Ay, quien tuviera veinte años y la misma cinturita!

 

La vocación de la nena.
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29 octubre 2011 6 29 /10 /octubre /2011 00:23

 

 

 

 

Todos huyen de mi blues, nena.

Parecía decir estos días el máximo líder de la revolución cubana.

Y en realidad es que ya está quedándose solo con sus incondicionales.

Atrás quedaron otros tiempos, en que las huestes cansadas de comer en la misma mesa con el mismo mantel, corrían delante de las consignas que desde su tribuna en la isla lanzaban los dirigentes a propios y extraños.

Y por ellas perecían, soportaban dolor, encanecían en una prisión hostil. Consiguiendo en efecto, otro mantel y otra mesa, y no encontrando en el fondo del plato de sopa a ningún Fidel tangible, a ningún discurso salvador que lo fuese a rescatar, ni una arenga alimenticia.

En cada selva una patada en el trasero,

y en el babero,

El blues del abandono nena.

En algún medio de difusión propagandista, escuché durante la semana pasada que el máximo líder de la revolución cubana hacía un alegato antibelicista, al juzgar el acoso, asedio y posterior asesinato del tirano Muamar el Gadafi, por las tropas de los rebeldes Libios, apoyados por las tropas de la OTAN, como un acto de destrucción imperialista.

Concediendo que en efecto, no dejaron correr demasiado tiempo los buenos aliados para, apenas conocida la noticia de la ultima bocanada de aire de el Gadafi a causa de su brutal linchamiento,  acudir raudos a cubrir los apetitosos pozos de petróleo. Me pregunto:

¿Se trata de los mismos dirigentes , de barba y verde olivo que encendían cuanta tibia mecha hubiese, cercana a algún barril de pólvora  en el tercer mundo?

¿ Los mismos que mandaban tropas a cuanto país africano las solicitase, fraternal y desinteresadamente?

¿ Quiénes abrazaron la carrera armamentista de la URSS, e incluso se plegaron a los modos y modales del poco refinado Jruschov en aquel octubre tormentoso,  y seis años más tarde encubrieron la invasión de tanques en la Primavera de Praga, y apoyaron todos los desmanes que el uso de la fuerza imperialista soviética produjo y amenazó con causar?.

Estoy convencido de que me los han cambiado.

Algún truco nacido de la novísima tecnología de los últimos días, habrán usado para colocar a unas pésimas réplicas, de aquellos grandes revolucionarios inclaudicables, que cualquier cosa soportarían antes de ver caer los pilares del socialismo estalinista, de la dictadura del proletariado, antes de entregar los principios leninistas a cambio de cualquier solución que los mantenga vivos y en la poltrona.

Siempre fieles a aquel lema marxista, pero no de Carlos sino de Groucho  que rezaba:

_ ¡Estos son mis principios!, si no le gustan, tengo otros.

Algo habrá hecho la CIA me temo.

Hoy en Cuba se puede comprar lo que sea con una buena suma de dinero capitalista. Casas , coches, empresas. Campos de golf.

Revolución be bop.

Se prefiere el comprador extranjero.

Es el paraíso de las empresas. No existen huelgas, los salarios son bajísimos, y no hay sindicatos garantes.

Sigue habiendo partido único, y dictadura, aunque ya ni se molestan en decir que pertenece al proletariado.

Y ahora  se nos hacen pacifistas.

Solo nos faltan unos comandantes adalides de la democracia, abanderando a los indignados por la escasez de participación de los pueblos, en la oxidada costumbre de votar tan solamente cada dos años.

Un comandante de Wilkileaks, y de Green Peace, y de Amnesty levantando su voz por los presos de conciencia.

Y también uno, con una guitarra bajo un framboyán cantando su blues:

Nobody’s fault but mine.

 

 

 

 

 

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14 septiembre 2011 3 14 /09 /septiembre /2011 22:58

La Habana, década del 70. La cola de la guagua en Coopelia, hace calor, el aroma del salitre esparcido por la ciudad a causa del golpeo de las olas contra el malecón de los enamorados que se obsequian caricias y se prometen   todo  para siempre.

Una cola interminable para comer ensalada de helados de Coopelia.

El canal seis repite un discurso de Guarapo que dura tres horas,  no es de los más largos, el canal dos aún tiene la señal de ajuste, para cuando la gente llegue a sus casas, si tienen la suerte de que la guagua siga sin pasar o parar un par de horas más, podrán ver las aventuras, el noticiero o una película rusa, o la serie "17 instantes de una Primavera", con mucha fortuna una película argentina o mexicana de los años cincuenta, con Hugo del Carril o Negrete, o una de piratas con Erroll Flynn. Si la guagua no demora como es habitual, tragarán discurso. Porque tampoco es racomendable que los vecinos escuchen un silencio sepulcral, mientras el Jefe habla por los dos canales.

 Un taxi por fin,

-Mi socio, dónde tú vas?  - cojo por línea y llego hasta Marianao,

 Diez pesos encima de lo que marca el taxímetro y paramos en casa de un socio a tomar  un buchito de café.  ¡Sube!.

 El olor de las plantas alrededor del río Almendares, una vegetación exuberante, ni un kiosco donde apagar la sed, ni una guarapera en el país de la caña, en el país de la vegetación ni un mango.  Puestos de venta de ron estatales, bodegas de venta por la libreta, malanga y papa de venta libre, una papa buena cada tres apolismadas. Un grano de arroz cada cambolo y cada gorgojo. De repente, un hombre sin camisa  atraviesa la avenida y se detiene en la esquina, haciendo la mímica de que conduce una guagua, hace el gesto de detenerse, ordena a un público imaginario a que suba y se apriete bien  en el fondo, cierra las puertas y sigue su camino, en medio de la avenida. 

Es el loco de la guagua, también está el loco del duro frío en el mismo barrio, que va gritando que vende una especie de helado artesanal,  Y está el que grita ¡Rebelde, rebelde!,  ese sí vende de verdad el periódico Juventud Rebelde, a  un níquel,  pero todos los días discute con el loco que también grita ¡Rebelde, rebelde! y no vende nada.

Locos como en cualquier ciudad infernal,  que cuentan con el beneficio del diagnostico, entre otros cientos de miles de esquizofrénicos que no están medicados.

Pasa tremenda mulata, y unos muchachos detrás piropeándola, ella se ríe y menea con gracia lo que sabe sacar de paseo bajo la cintura. El discurso durará tres horas, el día anterior todo el barrio de la Lisa tuvo que ir a la Plaza, se pusieron guaguas y camiones, hacía un calor tremendo, pegajoso y con mosquitos.

Presos con veinte años de calor y mosquitos  sin mar ni brisa, mosquitos que ya son carne de cuartel y de prisión.

Por suerte no fue de los discursos largos, no era de los autocríticos que declamaba por aquellos días, tras los cuales destituía a tres ministros y los "tronaba". Truenos, rayos y centellas, como muestra de un novedoso sentido de la autocrítica.

Pensar en llegar a casa y que todavía queden dos horas de charla, añorar de manera abstracta la demora de la guagua, no hay  nada más en el refrigerador, agua, café frío , mantequilla, queso crema y leche condensada, “que ganas de comer un bistec” parecía decir Robert Plant en las canciones de Led Zeppelin,  por algo lo tendrían prohibido,

También  Grand Funk y Peter Frampton decían en sus canciones que darían una mano por comerse un bistec. Todo ese rollo del LSD o de la hierba y la heroína eran sólo eufemismos y excusas para hablar del subversivo tema de la carne.

Ni pensar en hablar de comer jamón. Era la metáfora vehicular del anticomunismo radical, del terrorismo organizado.

Un policía llama a un muchacho peludo en la calle y lo meten en un patrullero, se llevan también a un afeminado, por pájaro, por cherna, por pargo, por ganso, así las cosas, los homosexuales perseguidos por patrulleros policiales, cuando a juzgar por los vocablos con que eran denominados, hubiese sido más pertinente que los llevaran a un acuario, a un corral o a un museo botánico.

Un grupo de estudiantes cruza la avenida Línea con la vitalidad y alegría en las venas, en los cuerpos curtidos por el salitre y  el sol, a pesar de la falta de mango en la bodega, a pesar de la policía, la fmc, la ujc, los cdr, la ctc, el pcc, y los interminables discursos del primo de Barrabás, del bloqueo,  de los obedientes, de los mítines y  las reuniones, de las colas  y el calor.

 Gracias al cadencioso andar de una mulata que en estos años, se las arregló para que ningún día en su totalidad, fuese un mal día.

Para que no fuese sólamente un día de locos, un infierno fabricante de borrachos desafectos y de vagos habituales derretidos bajo el sol a la espera de la demora o prontitud de una guagua.

Saga o soga.

Blues del bistec.
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12 septiembre 2011 1 12 /09 /septiembre /2011 22:15

 

Desde el  descubrimiento  del tabaco y del hábito de fumarlos, los puros habanos fueron un signo de distinción ya en las colonias o en la Metrópolis, y de ahí en más una seña de identidad  de las personas más acaudaladas y poderosas del planeta, caso Rotschild o las caricaturas de Tío Sam.
Si  la revolución socialista había estigmatizado a toda la burguesía , por contravenir los fines del nuevo estado, y se les había conminado a abandonar el territorio nacional con lo puesto, me preguntaba ¿por qué los apellidos  Partagás H Uppman, o las casas Regalier el cuño y Romeo y Julieta , pasaban a ser símbolos identitarios de la Revolución, fetiches comunistas del Caribe?, La caracterización del enemigo capitalista norteamericano que más se usaba en la URSS , siempre iba acompañada de un puro tabaco, cosa que a partir del triunfo de la revolución cubana se modificó en parte, ya que en la URSS era muy conocida la imagen de Fidel con el tabaco en la boca.
Los rusos solían besar en la boca a sus visitantes. En las calles de La Habana se comentaba que cuando Fidel se encontraba oficial o extraoficialmente con Leonid Ilich Brezhniev, iba con un puro largo y grueso encendido y entre los labios, para obligar al premier ruso a dar por bueno el saludo con un abrazo de carácter latino, y evitar un innecesario intercambio internacionalista de babas revolucionarias .
Un buen tabaco pasó a ser incluso símbolo de rebeldía anti imperialista, tanto para los visitantes que encontraban cierta gracia en aficionarse al habano mientras paseaban por La Habana de brazos de una amiga cercana, como para los dirigentes del gobierno, que insistían en ofrecer la imagen de una cara con un gorro verde olivo y un Montecristo entre dientes, con una amiga íntima en cada brazo. 
Los hombres del pueblo trabajador podían disfrutar también del humo del tabaco, aunque de unas brevas mucho más humildes  en calidad y confección, que al poco de haber sido encendidas se abrían  en la punta como un plumero, apagandose de inmediato,  acompañados del cariño revolucionario de  su miliciana esposa, la compañera del bigotico.
La diferencia entre la caricatura de Rotschild con el bombín en la cabeza, el habano en la boca, y la efigie de un jefe revolucionario con el mismo puro y una gorra verde, parecía ser sólo una cuestión de gustos en sombreros.
Aunque había alguna más, el  ritmo de la amiga cubana bailando salsa es incomparable.
 
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