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7 diciembre 2020 1 07 /12 /diciembre /2020 23:34

El parque Hanói estaba a unos cien metros, había arboles de mango, aguacate, tamarindo. la temporada de mangos recién comenzaba, así que no había casi fruta madura, pero algunos, bien arriba donde daba más el sol, sí que había.

Yo era un mono trepando árboles, fui con Orama, que también estaba en noveno grado pero no en mi aula. Llegamos cerca de la copa y vi un mango pintón, la mitad roja y la otra verde, pero que y se podía comer, sólo tenía que caminar con cuidado por la rama en que estaba parado agarrándome de la de arriba que corría paralela. Oramas me dijo que no fuese, que comiésemos los verdes con sal, pero esos me daban dolor de estómago, hace poco vi que también en Vietnam es costumbre comerlos así , y yo le dije "no te preocupes que el mango lo compartimos entre los dos". Arriba de los árboles cuenta el más mínimo equilibrio con cualquier parte del cuerpo, yo sabía manejarme, llegué a una parte en que la rama a la que me agarraba, donde colgaba el mango, se volvió tan delgada que cedió ante mi presión para no dejar todo mi peso en la que apoyaba los pies, y al quebrarse perdí el control del equilibrio, caí y conseguí asirme a la rama en que estaba parado, pero también cedió y caí al vacío. Por el camino fui dándome golpes con ramas más o menos gruesas, hasta que el suelo, de tierra y hojas, detuvo mi caída. Del golpe sólo recuerdo el brazo y que empecé a dar vueltas en círculos en el suelo mientras Orama bajaba y me gritaba alarmado.

Lo próximo que recuerdo es estar en los brazos de mi madre y la Negra Cordero, su íntima amiga, me pusieron en un automóvil y volví a tener uso de memoria en el policlínico. Los huesos del antebrazo se me habían partido de tal manera que parecía una zeta, pero no llegaron a atravesar la piel, el médico que me atendió me pidió que aguantara y tiró del brazo mientras otros me sostenían hasta que acomodó cúbito con cúbito y radio con radio, aunque quedaron medio torcidos. Me llevaron de urgencia al Hospital Ortopédico Fructuoso Rodríguez, donde ya había estado ya que era la cuarta vez que me fracturaba el mismo brazo, el médico de policlínico de Alamar había acertado tanto que el doctor prefirió no volver a desacomodarlo ya que había empezado a soldar y sólo estaba muy poco torcido, me pusieron el yeso y de ahí al Neurológico, que estaba al lado, esa era la zona de Hospitales, también ahí estaba el Infantil Pedro Borrás, donde estuve ingresado también una vez, y el Oncológico el que por suerte nunca tuve que pisar como paciente.

En el neurológico me hicieron varias pruebas, porque tras dar esas vueltas sobre mi eje al caer, me desmayé y empecé a echar una espuma por la boca, como contaba Oramas, que acto seguido empezó a llamar la atención de los transeúntes y a darles mi dirección mientras se quedó a mi lado esperando, y fue cuando llegó mi madre y Ángela, la Negra, que en efecto me vieron con esa espuma en la boca que nunca supe de que se trató, pero que de vez en cuando la pasta de dientes me hace pensar en ella, como en ese viento que da en la nuca y se va, como el aliento de un muerto convertido en fantasma, o el chasquido de la rama y la sensación de vacío.

Me mantuvieron en observación porque dos desmayos de varios minutos tras un golpe de un caída de la altura de un cuarta planta, aunque me detuviesen ramas en el aire, podían significar varias cosas. Por suerte sólo significaron que acaso desconecté un pelín más los cables ya pelados de mi coco, o, nunca se sabe, quizás conseguí empatarlos. Al día siguiente me dieron el alta, estaba magullado por todos lados, pero en cierta forma contento de haberla sacado barata. La mayoría de los despelotes mentales que tuve, disparates, incongruencias, y más tarde ajustes con el alcohol, las drogas, algunos me lo atribuyeron a ese porrazo, no, lo único que me dejó ese golpe es cierto respeto a las alturas, pero yo, ya era distraído y lunático desde que empecé a caminar. Unos ños más adelante, tuve una novia que se llamaba Hanoi, que también casi me costó la cabeza.

Cuando me dejaron en casa pregunté por Orama, le avisaron y fue a verme, lo primero que le dije fue:

-Brother ¿te jamaste el mango?

 

Matas con mangos verdes y pintones.
Matas con mangos verdes y pintones.

Matas con mangos verdes y pintones.

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