" />
Overblog
Seguir este blog Administration + Create my blog
18 diciembre 2012 2 18 /12 /diciembre /2012 14:36

 

 

En estos días que se acerca el tradicional derroche de gastos en dulces, carnes, juguetes, perfumes, estos días de felicidad para los grandes almacenes, las grandes superficies, son propicios sin embargo para acercarnos aunque sea un poco a la médula espinal de nuestros problemas estructurales, de nuestras pifias ancestrales.

Soy de esos ilusos que considera que estamos diseñados y preparados para el amor por encima de todo lo demás; a sabiendas de que suena cursi, algo amanerado, un poco flojo de esfínter, con toques floridos y almibarados; pero esa imagen no es más que la que han querido hacernos ver desde el amplio y confortable habitáculo desde el que se mueven los hilos, ese es el diversionismo ideológico en su forma más pura, la distracción de nuestros genuinos intereses como seres destinados a compartir el hábitat, de nuestra condición de animales gregarios. 
El camino que finalmente nos llevará en andas hacia la mejor calidad de vida y el que no quieren que veamos, se andará con nuestra determinación a ser partes integrantes de un paisaje común, a entregarnos antes que a desconfiar, a sonreír antes que a fruncir el ceño, a considerar la proximidad del otro una bendición en lugar de un riesgo. Y con el esfuerzo que requiere el hecho de entender de una vez por todas que esta masa que habitamos el mundo, los cuales respiramos con idénticos recipientes el mismo aire y los cuales procesamos de igual manera unos que otros el alimento y la energía, solamente si logramos que todos lo podamos hacer con un mínimo de satisfacción, será entonces que también en el mismo acto, estaremos atendiendo en todas sus solicitudes y exigencias de ese yo, de ese individuo de rasgos únicos e intransferibles que somos en toda nuestra plenitud de igual modo que conformamos el ser social. 
No hay posibilidad de libertad y emancipación conviviendo con el temor, el odio o la desconfianza al otro.
Recuerdo que el primer "otro" que encontré con quien tuve que lidiar asuntos de cierta entidad, tenía habitación en mi propio ser.

Y luego a renglón seguido existe la segunda inyección de inmunidad al buen rollo, de exacerbación de la diferencia, que es la que nos aplican una vez que constatan que tenemos claro que de este modo no va el asunto.  Es entonces cunado nos inyectan el virus del revolucionario, del rebelde, del luchador, del antagonista, llevándonos a pensar que todo nuestro proyecto está sujeto a  ganar una o varias batallas, a erradicar al enemigo, los sempiternos  "malos" y de este modo nos llevan secuestrando desde eras perdidas en la lejanía, el paupérrimo pero importantísimo tiempo con que cada vida humana cuenta para transformar algo desde la raíz.

 Nada que no sea el interés no demasiado transparente de los habitantes del confortable ambiente desde el cual se manejan los hilos, pasa por el antagonismo, nada que realmente valga la pena pasa por suprimir o erradicar a los infectados por el virus de la primera, ni de la segunda inyección.

Aún cuando no tengo siquiera la más pálida idea de cómo proceder para mejorar las espinosas relaciones, las  enconadas disputas personales que nos acaecen, no me cabe duda que en el comienzo de la solución está presente el acto de mostrar el alma, de conceder amor y pocos rituales más.

 

Compartir este post
Repost0
17 noviembre 2012 6 17 /11 /noviembre /2012 22:50

 

 

Andaba por las inmediaciones del museo Rodin y decidí entrar, me lo habían recomendado encarecidamente por la casona principal y los jardines además de por las obras escultóricas. Una preciosidad. 
En un instante me vi frente a El Pensador, a las estatuas de Honorato de Balzac, a las de Víctor Hugo, a las tres Sombras y a la Puerta del Infierno, un impacto nunca lo suficientemente anunciado. Eran hechas en bronce, luego aparecieron otras en mármol, de menor tamaño pero tan bellas o más si cabe. Tres pinturas de Rodin, además de una de Van Gogh, una de Monet y una de Munch, el noruego de el Grito. 
Y sobre el final del trayecto propuesto, casi cuando me iba a ir a tomar mi porción de aire afuera, cuando iba a poner coto al rejunte de imágenes, trazos y texturas que ya bailaban en mi retina sin orden ni armonía, provocados por los paseos alienantes por el museo cual auditor de cuadros realizando un inventario, vi dos obras que me impactaron y me dejaron abducido frente a ellas, acercándome y tomando distancia,  ora dando la espalda ora girándome repentinamente para sorprenderlas desde otro ángulo en el regreso de alguna travesura, estaban hechas en mármol verde, una era La ola y la otra Las chismosas, de Camille Claudel, no eran demasiado llamativas, ni  grandes, eran la cosa tallada más linda que he visto en mi vida. 
Y fue distinto incluso a las primeras veces que había tenido la oportunidad de ver enfrente de mi a los cuadros de mi educación, tras entrar a un salón ya indicado en un folleto, bien un Goya de toda la vida, como la Maja Desnuda o vestida, o cuando vi por primera vez el Guernica, que por más que me lo esperaba y que conocía cada figura en matices del blanco y negro no por eso dejé de quedarme de una pieza, cuando vi mi primer van Gogh, la primera bailarina de Degas, el primer Greco, cuando sin esperarlo apareció delante de mi una escena con vida, algo superior al arte, pintado por Vermeer, una holandesa en una habitación iluminada por un haz de luz flamenca, o cuando me pasó algo similar con los brillos y la sombras del Caravaggio o con un cuadro de Constable y sus nubes inglesas.

En el caso de las dos esculturas de Camille conocía la historia de la artista, había leído su biografía, los horrores a que ayudó Auguste a confinarla. Pero no fue hasta que me detuve en seco a mirar a las cuatro vecinas chismosas, quizás inventándose un adulterio inexistente o acaso revelando uno real, y a continuación una inmensa Ola a punto de caer sobre tres ninfas alegres, que Camille me ocupó, me invadió, apoderándose gentil pero bruscamente de mi impavidez, de mi anonadamiento, entonces mi alma le cedió albergue, y me convertí como un tiempo atrás ocurriese en Tordesillas en fiel escudero de la traicionada Reina de Castilla Juana la Loca, en su admirador y amante incondicional, dispuesto a sacudir de la testa toda la obra de Rodin almacenada hasta ese instante, y llevarmela de paseo por el Sena en la retina de manera firme y clara,  sentir el tacto de las uñas adolescentes, las yemas de los dedos geniales,  y sacudir su delantal cubierto de polvo y aceptar aquel desajuste en la pupila que aparece cuando se observa lo imposible, el brillo por el que todos los la encerraron. 
De paseo por el París de la libertad para los mediocres, con el fin de salvarla, fuera de Rodin y de la mansión de sombras de bronce, protegiendo sus manos del frío de los barrotes, recibiendo la mirada de sus ojos en espiral y desempolvando sobre el Sena el delantal de escultora manchado también, por el mismo tipo de sangre que sobre el final de sus días, le empapase a Juana el alma y ahogase su corona.

 

 

Las chismosas y la gran ola, de Camille Claudel
Las chismosas y la gran ola, de Camille Claudel

Las chismosas y la gran ola, de Camille Claudel

Compartir este post
Repost0
2 noviembre 2012 5 02 /11 /noviembre /2012 21:12

 

 

Ho optato per abbracciare il lemma: “Quello che importa é il procedere e non l’obbiettivo”, invertendo l’ordine dei fattori ed alterando il prodotto della famosa frase negativa che recita: “Il fine giustifica il mezzo”.

Se qualcuno segue il mio stesso fine ma con metodi differenti che non approvo, é probabile che non approvi nemmeno i suoi obbiettivi, e viceversa.

Per questo ho le mie collezioni, i miei pruriti, i miei inconvenienti con tutto ció che ha significato la Sinistra, anche se ci tengo a sottolineare che ce l’ho solamente con quella che arrivó e si radicó al Potere grazie alla famosa premessa dell’adesso ‘tocca a me’.

Nessun “club” mi sembra cosí buono da garantire la mia incondizionata abnegazione, provo simpatia per i comunisti spagnoli, i nord americani o i letterati, quelli che sono inclini piú alla dissidenza, alla divergenza, al coraggio di andare contro le disposizioni, che a quelli ossequiosi che aderirono a questa denominazione per ottenere benefici nel potere. Questi ultimi procedono allo stesso modo della destra quando tiene la padella dalla parte del manico; per mantenersi al potere ricorrono alla repressione, alla confusione, alla menzogna, all’atrofia alla quale conduce l’amore incondizionato al trono ed alla corona. Alla stella ed agli allori.

 

Sono i metodi quelli che mi trovano favorevole, contrario o indifferente ad un determinato programma politico, e non il fine o l’ideologia dichiarata, e noto che Cuba ha ceduto a questa disgraziata consuetudine ispana del “Caudillismo” (fare il Capo), che ci ha tramandato l’Iberia sino al midollo, quella necessitá di paternalismo, quella tendenza a delegare tutto il potere a chi lo sa maneggiare con mano abile e dura.

Non sono femminista, ma bensí uno che sogna l’uguaglianza tra tutti gli individui senza distinzione di nessun tipo. Non fa eccezione alla regola la linea marcatamente maschilista delle Rivoluzioni e delle proteste e i risultati positivi dei rivoluzionari, giacché in generale, le societá sono costruite dal mascolino, ancora piu che dal maschile. Dal semplice diagramma di una casa, sino ai quartieri, agli edifici, gli oggetti, ecc..., concepiti dal punto di vista fallico, sia nell’estetico che in essenza.

 

Vorrei far notare che il comandante della Rivoluzione Cubana Ernesto Guevara, anche se potrebbe essere considerato sessista dal punto di vista odierno, visto ch’era avezzo ad esortare alla virilitá, all’essere ‘Uomini’, è anche vero che nell'universo dei fatti si comportava in maniera totalmente differente alla percezione che, in generale, la societá aveva verso le donne del suo tempo, considerando che a casa sua ebbe l’opportunitá di vedere come sua madre fu una donna militante, ribelle, colta, cavalcava e nuotava meglio che la maggior parte degli uomini, fumava, aveva i capelli corti alla maschiaccio, aveva buona mira sia con le pistole che con i fucili; la cosa piu significativa che il comandante Ernesto vide sin da bambino, fu che sua madre era di gran lunga piu spericolata di suo padre, anche se questi era tutto un avventuriero. Ebbe pure due sorelle architette, con un certo carattere, determinazione e un senso spiccato d’indipendenza fuori dal comune. Anche se, sia chiaro, che in pratica, tanto in quella casa, come in quelle attorno, le decisioni finali continuavano ed essere cose da uomini.

 

Credo che in questo campo, cosí come in altri, lui fosse convinto che in qualsiasi situazione, la pratica, valeva sicuramente piu di qualsiasi proselitismo. Cosí lo testimonia la realtá, le donne che Ernesto ebbe come compagne, furono sempre donne dal carattere forte, intelligenti, tendenti all’indipendenza, compagne in tutti i sensi, di diversi stili peró con tratti comuni, che non gli fecero da serve, ma bensí lo appoggiarono apportando. Dalla sua inseparabile amica Tita Infante, con la quale condivideva i primi rudimenti di filosofia e letteratura; Carmen “Chichina” Ferreyra, che era qualsiasi cosa meno una donna sottomessa; la sua prima moglie, compagna di lotta e sua maestra nella militanza e madre della sua prima figlia, Hilda Galatea; la sua prima compagna nella Sierra Maestra, la contadina Zoila Rodríguez, di un coraggio senza pari, che gli insegnó i segreti della medicina popolare; la sua seconda moglie e madre di 4 figli suoi, Aleida March, donna impavida, proveniente dalla lotta clandestina contro il Regime di Batista; cosí come la coraggiosa Tamara Bunke, conosciuta con il nome di Tania la Guerrigliera, che morí combattendo in Bolivia, per la quale Ernesto provava una profonda ammirazione. Nessuna di loro eccelleva in cucina o nel fare la calzetta.

 

Il ‘Modus vivendi’ del potere della cupola cubana, dopo piu di cinquant’anni, ha sepolto lapidale qualsiasi buona intenzione iniziale di riforme dei riflessi retró della societá precedente.

Per questo motivo, oggi, volevo condividere la mia sensazione. Ossia: che il posto piu propizio alla metamorfosi della societá, o il controllo piu adeguato ad ogni rivoluzione in evoluzione, si riduce all’individuo ed al suo intorno. Se non siamo in grado di educare e nemmeno modificare i nostri piu primitivi impulsi in quel piccolo ambito, quale esperienza e autoritá morale si suppone debba assisterci al momento di applicarla a grande scala?

 

 

Compartir este post
Repost0
5 octubre 2012 5 05 /10 /octubre /2012 22:39

 

 

 

Era sorprendente su escaso criterio para seleccionar las chicas, en general. En algunos momentos del día se podía decir que todas  le parecían atractivas, cuando menos para una refriega.

Pero tenía, en efecto, ciertas predilecciones, ciertas características a las que a priori se sentía más cercano.

Un buen par de senos, bien colocados y bastante grandes, le calentaban de manera inmediata, hacían que pusiese a altas temperaturas su caldera, y que la manija se le atascase de lo dura que se tornaba. Aunque por lo general los demás rasgos, de las mujeres que ostentaban grandes pechos, le resultaban ajenos. Casi se podía  decir que le intimidaban. Las mujeres de grandes tetas tenían el mismo tipo de arrogancia que los hombres de grandes falos.

Le gustaban delgadas, que los ojos de ellas no rebasasen la altura de su boca, con los pechos del tamaño de naranjas discretas o de dos limones generosos, las manos suaves, el pelo lacio, preferentemente las caderas prominentes, desde donde descolgasen unas piernas delgadas,  que al juntar las rodillas dejasen un espacio vacío entre los muslos, una ranura de luz. De trasero firme y con una marcada zanja, de buenas vistas  por delante como por detrás. 

Le parecía fundamental poder acurrucarla en su regazo, de ahí que las prefiriese menudas, y también porque no le molestaba echar de vez en cuando algún "amistoso" en la calle, ya fuese apoyado en un muro, en el capó de un coche, en una escalera,  de pie o acostados en un jardín. Y claro, para todas estas posiciones era condición sine qua non que ambos contasen con un peso y una figura maniobrables.  Pero más que para nada,  la volatilidad  la prefería para los besos.

No era de portar un gran calibre, así que no andaba a la caza de vaginas anchas,  le gustaban de aspecto virginal, inocente, vuvlvas apretadas para sentir su turgencia.

Le gustaban más que todas,  las muchachas que sentían una gran inclinación a hacer el sexo. Que estuviesen dispustas a practicarlo en cualquier sitio. Pero prefería que fuesen sofisticadas, chicas cultas, con un semblante atractivo, aunque no necesariamente en la manera convencional, para poder verlas más de un par de veces.

No le importaba demasiado el color del cabello, de la piel o de los ojos. Pero sí su vestimenta, el léxico y tono de voz, el brillo de la inteligencia en sus pupilas, que tuviese cierta expresión de rebeldía y aspiración feminista o igualitaria, y que en lo posible, no se maquillasen, que usasen la menor cantidad de esos infames potingues.

De vez en cuando se solía enamorar de ese tipo de chicas, y algunas veces hasta se hacían novios. Claro que en realidad, la mayoría de las ocasiones debía contentarse con híbridos más o menos lejanos a sus patrones.

Pero había otro perfil muy definido de mujer que le gustaba tanto o más:

La mujer madura.

 De labios rojos,  pelos negros o rubios, de piel blanca, tostada o tintada , le daba igual. El requisito en este caso era un cuerpo guerrero, que dejase ver el deseo desde la misma vestimenta. El maquillaje entonces, le resultaba excitante, y prefería el pelo rizado.

Le resultaba indiferente el grado de  cultura que tuviese, prefiriendo que no fuese de demasiado buena cuna ni excesivamente fina, para poder escuchar aquellas expresiones  soeces, que iban directo desde los oídos hasta la base de su manija. Le gustaba que estas mujeres fuesen muy desinhibidas, que se enrollasen en la lidia, como si temiesen que fuese a ser su última vez. Con ellas, parecía sentirse en el derecho de probar todo tipo de fantasías, como si se lo debiesen a cambio del obsequio de su juventud.

Aquello que con las chicas jóvenes eran deseos de caricias y gemidos , con las maduras eran apretones y gruñidos. Pequeñas descargas de amor eléctrico. Húmedas gatas ronroneantes, de lenguas ásperas y uñas afiladas.

En los actos sexuales, la imaginación echaba un empujón amigo a la carne cuando se precisaba, a la inversa que en la masturbación, donde era la mano quien se ofrecía solidaria a asistir, al efectista pero insuficiente aporte inicial de la fantasía.

Entre una cosa y la otra tenía su protuberancia de tal forma ocupada, que con el paso del tiempo,  llegó a preguntarse si aquella ausencia casi total de  histeria y  neurotismo, no serían lo más cercano al nirvana que conseguiría estar jamás.

Y no habría dudado nunca jurarlo, de no ser por aquella extraña e incontenible sensación que lo embargaba ni bien eyaculaba, aquella fuerza, esa voz interior que le daba de manera  seca y tajante, la orden exacta, el terrible mandato, que hasta ahora, por más que lo había intentado,  no había conseguido desobedecer jamás.

 

Compartir este post
Repost0
2 octubre 2012 2 02 /10 /octubre /2012 22:41

 

 

 

 

Una razón de peso por la que el lugar no resultaba un cómodo cobijo para dormir, era que la gracia más difundida, consistía en tirar botas de trabajo por la noche cuando apagaban las luces, provocando un estruendo de risas una vez que hacía diana en cualquier parte del cuerpo de algún desprevenido durmiente. La mayoría de las veces, las botas iban apertrechadas con líquidos renales de varios jodedores, de modo que el estruendo de las risas una vez que la bota de goma de caucho, rellena de desperdicios, daba con un destinatario, se podía escuchar en todos los rincones del albergue. En ese caso no sólo salía perjudicado el que recibía el botazo y su tesoro, sino también los que moraban bajo el arco del trayecto que trazaba el ominoso calzado, antes de colisionar con el último desgraciado de la fila.

La beca, o escuela de internados en el campo, combinando estudio y trabajo había sido una ocurrencia del omnipresente Guarapo, quien como siempre tenía a alguien a quien culpar por si la cosa no salía demasiado bien, en este caso, como en ocasión del asalto al cuartel Moncada, le tocó cargar con el muerto de la autoría intelectual, al bueno de José Martí.

 Había otro juego igual de difundido en la Beca que era salir en pandilla cuando las luces se apagaban a las diez, y sorprender desprevenido a quien estuviese durmiendo, dándole un sonora bofetada, y luego dispersándose rápidamente mientras el asustado objeto de la broma, se despertaba entre el ardor de su cara y el desconcierto. Este juego presentaba diversas variaciones. Una de ellas era asestar el golpe con un palo, otra con un cinturón. 

Pero la broma que más me impactó, fue la de las colillas encendidas entre los dedos del pie mientras el incauto dormía. Cuando las brasas llegaban a hacerse sentir en la piel, todas a una vez, y el recién despertado echaba las manos a la candela instintivamente, se quemaba los veinte dedos. Hay que admitir que tenía algo de absurdo y cómico.

Hay que admitir que cualquier hombre elegido al azar, horrorizaría a cualquier fiera.


Era difícil imaginar un blanco mejor ni siquiera ideado, para esas botas rellenas, los bofetones sonoros, y los cabos de cigarrillos en los pies, que el hall de entrada al albergue, nuestro dormitorio, la antesala del arsenal de las bromas histéricas y la filosofía húmeda. 


Cada noche volaban raudos sobre mi cabeza, los dichosos calzados de trabajo, y era cuestión de tiempo que a cada uno le tocase recibir el impacto. A mi nunca me dio un botazo de pleno pero si llegué a conocer de cerca los efluvios de las esencias que atesoraban su interior sobre mis sábanas. Y también conocí de cerca el bochorno de alguna sonora galleta.


Las víctimas de ninguna de las tres bromas eran elegidas totalmente al azar. Se descartaba en primera instancia a los profesores, que dormían en una zona del albergue y que eran cómplices de los chistosos nocturnos y de los violentos repetidores que ponían orden en los albergues, luego a los más guapos o mayores de edad, quienes ocupaban también una zona que consideraban privilegiada, por la razón que fuere; luego descartaban también a los musculosos y a los grandes, aunque no fuesen violentos, no era cuestión de poner a prueba la paciencia de aquellos mozalbetes. Tampoco había que arriesgar con los dirigentes de las organizaciones estudiantiles, o miembros de la UJC, chivatos por amor a la delación. Por último, y ya habiendo descartado todos los grupos de riesgo, quedaban los débiles, los nobles, los bajitos, los lunáticos, los mongólicos, los aplicados en el aula, los atildados; y los ratones, sobrenombre que se les ponía a los menos entusiastas con cualquier tipo de combate. También los que como yo, estaban todavía algo perdidos en ese lugar y juntaban un poco de cada uno de esos subgrupos. Intentaba evitar que me diesen una galleta o me tiraran una bota, pero sin encender la luz y vociferar a voz en cuello:
-¡Me cago en la putísima madre de quien hizo esto, y si es hombre que salte ahora mismo!


Este pataleo de ahorcado, se le permitía al elegido para el sketch nocturno, hasta ahí se podía llegar. Pero no era conveniente pasarse, porque sino además de la galleta o la bota podía uno pasar la noche con incomodidades en la postura, a razón de un buen ramillete de puntapiés. Una vez, al recibir en plena cara una galleta con más estruendo que dolor, me levanté fuera de mis casillas y sin importarme lo que pasara, encendí la luz y me salió del pecho un grito natural: 


-¡Me cago en el recontracoño de la madre del maricón que me hizo esto, su puta madre, su abuela y toda su parentela se cansaron de mamarme la pinga! Si es menos ratón que toda su familia que salte que me lo voy a merendar. 


Apenas terminé de desfogarme presentí que me había excedido en el celo puesto en mi llamada al ofensor.


Y vaya si saltó. Saltaron tres, el del medio me dijo que había sido él quien me había golpeado en la oscuridad, y que si quería me daba también con la luz encendida. Entonces noté que mis brazos no respondían, que la ira que había sentido unos segundos atrás, se había convertido súbitamente en compasión por mi mismo, las piernas me temblaron, se me aflojó el hombro y por más que quería mantener los puños apretados, los dedos, caprichosos, se alejaban de la palma de la mano, se me hacía imposible mantenerlos, no ya apretados sino unidos, empecé a tener ganas de orinar y de ir de vientre, cuando me rodearon los tres, sólo alcancé a decir con un hilo de voz inaudible, titubeante desde el bloqueo casi total de la garganta hasta la inconsistencia  de los labios:


-Disculpen lo que dije pero no me dejan dormir ninguna noche-
Y ahí mismo comenzaron a golpearme en turba. No caí al suelo, no me dolían los golpes, estaba dominado por la soledad, anestesiado por el miedo a la soledad, y un rato después, ya había entrado en calor y había perdido el miedo paralizante, usaba los movimientos para defenderme, y de a poco comencé a soltar puñetzos con gran precisión, pero con la finalidad contraria a la de los púgiles, buscaba errar el golpe, era tan complicado como hacer diana, no me convenía en absoluto golpear de lleno a alguno de los tres. Solo se detuvieron cuando abrieron la puerta dos profesores, y preguntaron que había pasado, y los cuatro les dijimos que era un problema entre nosotros. Aquel episodio me granjeó un minimo, casi imperceptible, pero gratificante respeto. A partir de ese día segundos antes de que tirasen la bota, instantes antes de resultar bautizado por las cálidas gotitas amarillas, mi oído creía escuchar:


-¡Caballeros, cuidado con el argentino!.

 

Compartir este post
Repost0
23 septiembre 2012 7 23 /09 /septiembre /2012 01:40

 

 

Era una mujer feminista, no solo en las formas, aunque también. Usaba el pelo corto a lo garzón, vestía pantalones, montaba con las piernas a ambos lados del  caballo, fumaba, nadaba de manera brillante y mostraba una puntería  inusual con armas de fuego. Pero por encima de todo decidió el modo en como vivir, lo que deseaba hacer y lo que quería ser.

La manifestación de su feminismo era mucho más que una pose desde el mismo momento en que huyó de la casa familiar para casarse con Ernesto, un inquieto muchacho menos joven que ella y procedente de una nutrida y antigua familia argentina, de tradición  tan ligada al país como a los emprendimientos con dirección al abismo  

 

Se casaron tuvieron hijos y los crió a medias con su esposo , leyó lo que quiso, se cultivó primeramente del modo que su familia y su clase le tenía reservado y luego siguiendo la senda de los fuegos; su búsqueda y su extravío.  Murió en los años sesenta en mitad de su vida persiguiendo o apartándose de quién sabe qué.

Era mi abuela paterna.

El mundo ha cambiado desde entonces. Los países entraron en guerras, en cambios, en progresos y en involuciones. Hubo más beneficiarios de la emancipación que damnificados, algunos en modo de clases sociales, otros como razas  o  por sus predilecciones sexuales, la libertad en el arte, la expresión desenfadada y exitosa de la cultura popular, y finalmente un grupo que comprende a todos los demás y que asombra por su magnitud en comparación a su sometimiento, un grupo que había vivido de espaldas los diagramas sociales,  las mujeres.

 Evoluciones que tuvieron lugar un poco por la persistencia de quienes menos desistían y otro tanto por la saturación de un modelo que ya no proponía algo nuevo. Las mujeres comenzaron su camino de ascenso en todos los rubros de la sociedad.

Más hacia nuestros días,  un hombre que está a punto de entrar a una de las tantas tiendas del centro de la ciudad, empuja el portón de entrada y al percatarse que detrás de sí esperaba su turno para entrar una mujer,  instintivamente le hace una seña para que pase adelante, la mujer en un principio queda perpleja, luego sonríe y le dice:-No, no pase usted por favor- El hombre le repite que tome la delantera y entonces ella le da a entender con meridiana claridad que aunque agradece el detalle no tiene por costumbre aceptar ese tipo de caballerosidad que oculta una contracara discriminatoria.

A mi me tocaron unos padres que experimentaban en los tempranos sesentas con ser un matrimonio igualitario. Desde que yo nací se diferenciaban en sus atributos de género y algunos marcados rasgos personales y familiares, aparte de en otros cientos de cosas más. Pero no en el reparto de funciones y roles, las tareas eran compartidas por partes iguales. Claro que siempre hubo una tercera persona en la casa, casualmente una mujer, para poder soportar el peso de la inexperiencia típica de los tiempos de cambios, y hacerse cargo de cuanto pañal, biberón, almuerzo y cena se hubiesen olvidado por los quehaceres de la modernidad.

Mi abuela materna.

O sea que de una forma u otra siempre vi a una mujer  en  las cercanías del ruido a  cacerolas.

Una vez ya situado en mi propia experiencia, pasé años deshojando margaritas antes de tener una relación de pareja duradera, y desde que tengo recuerdos siempre busqué el remanso en unos brazos en los cuales pudiese  recostarme cuando lo precisase, aparte del gusto distintivo de ese tipo de proximidad y por supuesto el retozo de mi miembro; pero nunca se me pasó por el antojo transformar la pareja en una especie de contrato con una criada o con una abuela. Creo recordar que todas mis relaciones con las mujeres han sido de iguales, tanto que a veces me asombraba mi flexibilidad de género. o quizás a mi memoria le ocurre como a mi espejo, que tiene tanta miopía como yo.

Si no intentase forjar cierto tipo de amistad en la pareja, confiar el uno en el otro y reír de la misma tontería,¿ cómo compartir el sueño?.

La lucha por la igualdad en los derechos de las mujeres a todo nivel debe continuar, ya que en la mayoría de los sitios y situaciones la mujer sigue llevando la de perder, a partir de ese tramo de tránsito de finales del siglo XIX y el  XX hacia la emancipación en que se desmoronaron los equilibrios de la caballerosidad y el poder masculino, antes de que constituyese un hecho la obtención de algunos derechos homologados.

Habría constituído una entelequia transitar miles de años hasta nuestros días, sin dotar a lo que hoy entendemos como machismo,     de una contrapartida de obligaciones y de desventajas que supusiesen cuando no la conformidad , al menos la convivencia que evitó la rebelión de la mitad de la humanidad.

Acaso al principio de todo salieron el hombre y la mujer de la cueva a buscar leña y cazar algún refrigerio, y tal vez cuando por una ligera diferencia apreciaron que uno regresaba con más cantidad que el otro de ambas materias primas y que a la vez nadie había atendido a las criaturas que lloraban a su llegada, decidieron que por distribución eficaz y productiva del trabajo, era mejor que uno saliese a por los elementos del exterior y el otro se quedase en la cueva. Quizás el hecho de que el hombre en casi todas las culturas sin conexión alguna fuese el cazador y leñador y la mujer la cocinera y quien cuidase de los niños respondiese a un tipo de habilidad intuitiva más apropiadas para cada tarea, o a la adecuación de la realidad a las analogías de lo fálico y lo uterino, no a raíz de un mero reflejo nato condicionado por lo social, sino más de naturaleza innata, toda vez que aparte de nuestros tipos de curvas y las oquedades o protuberancias, nos socorren toda suerte de diferencias bienvenidas y complementarias; acerca las cuales solo el haber abierto juicio de valores por la preponderancia masculina más que machista, en el diagrama del mundo desde la concepción de las religiones hasta los sistemas gubernamentales pasando por el simple hecho de la construcción de las ciudades ha estigmatizado lo femenino como secundario, propiciando el más arraigado de los machismos, el alimentado de leche materna.

 

En mi ámbito familiar y social estuve justo en la línea que también empezó a permitir al hombre gozar de esta nueva manera de relacionamiento, aunque en mi adolescencia aún se suponía que debía acompañar a mi novia a su casa todos los días y no hacerlo día por medio cada uno, debía evitar a toda costa  presentar una erección  fallida en un momento dado,  o largarme a llorar como un crío, lo que entonces sería como una magdalena o aceptar que estaba calado de terror ante una posible pelea a puñetazos, cosas de las que mis amigas sin el más mínimo problema podían echar mano cuando lo deseasen. No pasó mucho tiempo hasta que yo mismo me encargué de hacer mío el ideario de la igualdad, ya que aparte del natural sentimiento de solidaridad hacia mis compañeras, en el ínterin de formación en que yo me encontraba no tenía ninguna ventaja y todo lo que podía esperar de dicha equidad eran ganancias.

En mi medio ambiente ya estaba mal visto que los hombres fuésemos demasiado machos con las mujeres, pero aún no contábamos con licencia para dejar de serlo entre nosotros.

Teníamos obligaciones de tipo machista que nos han llevado a perder la esencia y la verdadera riqueza de la masculinidad desprovista del estigma de lo viril, del arrojo y la potencia, es menester por ende  intercambiar roles y mezclarse en la medida en que esa sea la voluntad propia. La libertad en la elección dentro de la diversidad, es el mejor antídoto contra la desigualdad.

 

Aún falta terreno por recorrer en ambos sentidos, no tanto en los puestos directivos, a Europa hoy la maneja por un lado Merkel en la política y por el otro Lagarde en la finanza, pero sí en las clases medias y sobre todo bajas. Frenar el rezago, la reacción ante el cambio del machismo extremo expresado en el maltrato cotidiano que constituye una tortura más consentida de lo que se admite, aunque es cierto que va en aumento su rechazo, no es menos cierto que muchas son las que mueren en manos de sus captores tolerados.

Y así como hay que repartir los empleos clásicamente relegados a la mujer, por otro lado también falta recorrido para que dejen de ser tareas exclusivamente masculinas las de soldados, mineros, limpia cloacas, tractoristas, aradores, pastores de ganados, pica piedras en canteras, albañiles, marineros pescadores de alta mar, cazadores,  obreros de fundición, buscadores de oro en garimpos entre otros empleos nada reclamados por ola de igualdad alguna.

 

Recuerdo que cuando era un niño vi una pareja de hippies en un aeropuerto de espaldas, iban abrazados por la cintura y no era fácil por detrás distinguir los sexos de cada uno, tenían idéntica estatura, usaban el pelo largo, y ambos vestían pantalones acampanados y a la cintura. Por mi parte deseo un emparejamiento que no tienda a desdibujar los contornos que enmarcan la atracción. 

 Mi abuela materna vivió entre sartenes y aunque desde la más minima expresión de sus aspiraciones enturbió languideciendo supeditada a las atenciones a la familia, sobrevivó de largo y con enorme salud a su esposo. Mientras que mi otra abuela, no era sin embargo un calco de su marido en estatura ni en curvas, pero vaya si lo superó en valor y expresión auténtica de su personalidad, aunque ello le costase el precio de una muerte temprana.

 

 

Compartir este post
Repost0
1 septiembre 2012 6 01 /09 /septiembre /2012 17:36

9

 

 

 

Compartir este post
Repost0
30 agosto 2012 4 30 /08 /agosto /2012 04:38

 

 

Una vez mientras no sabía bien donde pararía, estaba viviendo en una oficina que tenían ciertos muchachos en la habana, una noche puse el tocadiscos al mango con el lp made in japan de deep purple, sonaba lazy o space truckin una de esas largas con punteos y solos de batería interminables, yo estaba a oscuras con unos rones por dentro y por fuera y empuñando una escoba esmeradísimo en la mímica, sacándole chispas al punteo de blackmore, súbitamente entró un alto representante de esos muchachos y abrió la puerta sin avisar y cuando encendió la luz yo estaba meneando la cabeza frenéticamente, yo ya era un muchachote grande y me inundé de vergüenza, pero me hice el boludo, lo saludé y fui dejando de a poco lo que estaba haciendo explicándome como podía, aparenté con decoro salir de ese trance aunque sentí que un hormigueo constante acompañado de un tibio ardor tomó posesión de toda la curvatura de mis orejas hasta la punta de la nariz.

Un par de días después me tocó a mi entrar de repente a la oficina, era una casona burguesa del barrio de miramar, de dos plantas, tenía un generoso jardín, nunca supe porque habiendo tanto espacio se amontonaban en la entrada el televisor, el vídeo, la bandera en cuya asta yo había incrustado cierta vez una bala de una browning nueve milimetros, y el equipo de música; corría el año ochenta y pico y al no haber aparatos de video rusos, los japoneses que lograban establecerse en su lugar, se convertían en una atracción. Pues casi en el sitio exacto donde yo había estado con mi palo de escoba a modo de stratocaster, lo encontré al testigo de mi anhelo, solo, observándose a sí mismo con suma atención en un vídeo por la noche con la luz apagada y cuando entré, casi copiando mi frenesí de dos días atrás me dijo sin que yo preguntase nada, -Estoy revisando a ver como quedó para mandarlo a unos sindicatos! Y aunque él no daba brincos, cabezazos ni tenía las venas empapadas en ron, su voz temblaba del mismo modo que la mía había vacilado al dar explicaciones que nunca habían sido solicitadas.
En la entonces moderna pantalla enorme de aquel ya anciano tv, quien cuarenta y ocho horas atrás evitase sonreir con ademanes que lo evidenciaban ante mi eterna frustración frente a la fantasía de ser un rocker de gran tirón, desveló su pretensión de que al menos en apariencia aquella barriguita desapareciese entre los destellos de color gracias a la tecnología sony trinitrón y alguna chica lo mirase como sus menos cándidos que perversos ojos lo hacían desde la penumbra.
Marlon Brando y Jimi Hendrix, de ahí en más todo fue mutis y ninguno de los dos precisó de la prisa, para ir hasta la fuente a brindar elemental aseo a sus prendas interiores.

 

 

Compartir este post
Repost0
6 mayo 2012 7 06 /05 /mayo /2012 00:51

 

 

 

Aquella preciosa y molesta profesión, el periodismo

Parece ser que no han cambiado demasiado las cosas cuando el asunto se pone tirante, y sobre lo que se investiga o informa se transforma en algo serio, comprometedor, entonces surgen obstáculos diversos, que en algunos casos consiguen detener el objetivo principal. Impiden destapar la verdad si está oculta, o darle lustre en caso de que esté opaca.

La actividad se está viendo afectada por la intrusión en el mejor de los casos, de una pléyade de bien intencionados sucedáneos, el abaratamiento o directamente la gratuidad de la prensa escrita y con ello la precarización de la información y de sus voceros.

La profesión se está diluyendo en el magma de los nuevos soportes, pero ayudada muy de cerca y concienzudamente por los beneficiarios de que gobiernen en este terreno los monopolios informativos y generadores de opinión, dadas las absorciones de medianos grupos mediáticos casi siempre incómodos para el poder,  por enormes monopolios  que con preocupante frecuencia despiden gran cantidad de trabajadores, o dejan atemorizados por su  futuro a la mayoría ubicándolos en situación de interinidad consiguiendo parcializarlos, y luego conceden una uniformidad a la información de manera que solo existen los mismos temas de interés general en casi todos los medios, censurada la diversidad de enfoques, como está ocurriendo en buena parte de los conflictos más enconados y preocupantes a nivel mundial.

La autocensura y el conductismo  en numerosos medios informativos deja a buena parte de la población a merced de una información sesgada y demasiado marcada por los intereses de los auspiciantes.

Aunque tampoco se espera la salvación de mano de las hordas  que juran llevar la verdad a los hogares, que surgen como hongos dadas las facilidades de creación inmediatas en medios como internet, en su mayoría compuestas por  audaces y avezados émulos de periodistas cargados de voluntad, pero igualmente desprovistos de profesionalidad. Sobre todo en el rubro de contrastación y verificación de la noticia.

Nos invaden informaciones que confunden lo verídico con lo veraz y hasta llega a ser placentera su lectura, aunque resulte de escasa seriedad armarse una idea sobre algo a partir de una premisa falsa, y nocivo para el conocimiento. Casi no existe buscador o empresa de peso en internet que no posea una sección de noticias en su página frontal, del  más variado tenor según el perfil de la página, pero con el común denominador de un bajísimo nivel de exigencia en la calidad informativa. Millones de personas leen solo esas noticias, que en suma conforman la cantidad de tiempo medio que destinamos por día para la lectura, conformando esa su particular idea de lo que es “estar informados”, constituyendo este un fenómeno novedoso a partir de internet.

Para encontrar a alguien tan despistado antiguamente había que rastrearlos entre los lectores de las Selecciones del Reader Digest o del Sputnik.

Pero los casos más preocupantes de perdida del peso y  la presencia periodística son las prácticas que se llevan a cabo dentro del enorme y variopinto mundo de la censura. Desde casos como el de Cuba donde a partir de los años sesenta el periodismo político dejó de existir,  convirtiéndose en una invitación permanente a la adulación, la obsecuencia, la complicidad y la opacidad, el intento institucional desde la prensa oficial de desprestigio de la oposición en países con gobiernos de practicas difusamente totalitarias, pasando por la dictadura del mercado en buena parte de Occidente, hasta la terrible realidad que viven por ejemplo, los reporteros en México cuando informan acerca de las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez o acerca de los carteles del narco, con casos  que han llegado a la tortura y el  asesinato de periodistas. Se ha intervenido hasta para obstaculizar la información desde dentro de los conflictos armados, con el fin poco oculto de no dar publicidad a las atrocidades que pudiesen tener lugar.

¿ Qué hacer? Incluso el corporativismo que en una situación de amenaza a la profesión puede tener su razón de ser y su utilidad, sin embargo no resulta de gran auxilio en la oxigenación necesaria de la profesión, más bien la puede condenar a la endogamia y la autofagia.

Mis padres eran estudiantes de periodismo, se conocieron en la facultad de Buenos Aires y el primer fruto de aquello, antes que cualquier  producto de la deontología pofesional,  fue el nacimiento del firmante de esta nota. Quizás deba a ello la sensación de sentirme un tanto cronista de mi tiempo. Al cabo de medio siglo de vida siento la necesidad de expresarme más allá de las pinceladas a los recuerdos  e interpretaciones de los pasajes circunscritos a los contornos exclusivos de mi vida, me embarga la pulsión de contar lo que sucede alrededor, de participar en mi mundo opinando, tal vez con algunas imperdonables vetas ideologizadas, residuo inevitable del enfrentamiento a  los totalitarios  años y ambientes de los que me vi rodeado.  Intentando dejar al desnudo el carozo y que llegada la ocasión pueda reconvertirse en simiente.

Aunque también considerando como un deber de todos los intrusos bienintencionados, que no confundamos este deseo altruista de contribución en los aledaños de la opinión, con el responsable ejercicio del periodismo.

Ni siquiera los mejores chistes se obtienen mediante la improvisación.

 

 

 

 

Compartir este post
Repost0
27 abril 2012 5 27 /04 /abril /2012 18:30

 

 

Gamotrán Camforte me decía a mi mismo mientras hacía denodados esfuerzos por incorporarme. La cabeza hacía todo lo que podía por seguir mi directriz de no partirse en dos, pero a juzgar por el dolor no me estaba llevando mucho el apunte. El hombro lo tenía lleno de una pasta rojiza con olor dulzón, y la boca con un sabor agrio y carente de saliva, miré alrededor y reconocí el pie del lavatorio del baño, entonces me di cuenta que había podido dejar la puerta abierta y me levanté como pude, pero dos pasos más adelante perdí pie y pisada y fui a dar contra la mesita de luz que estaba al salir del baño, tiré al suelo la taza de café los libros el despertador y el cenicero, y decidí quedarme un rato más allí hasta que se me pasaran las ganas de asirme al parquet. Me dormí un rato más y entonces logré incorporarme y llegar a la puerta que no estaba muy  lejos , todo en ese mísero departamento excepto la salvación, estaba demasiado cerca.

Presioné fuertemente las sienes y luego las cavidades orbitales por encima de los párpados con los dedos medio y pulgar, bordeando los ojos, eso me hizo ver las estrellas en sus colores originales con resplandores plateados repletos de mil demonios, pero al menos consiguió aliviarme hasta que me pude sentar.

¿ Qué habría querido decir con aquello?. Lo cierto es que en Claudio no se podía creer ni cuando daba la hora, pero a veces decía cosas que parecían venir de otra dimensión, de una existencia por donde ni por asomo paseó vez alguna su codo ni  su trasero. Aunque quizás en aquella ocasión, justo gracias a lo absurdo que parecía, tuviese algo de sentido.

                  Tenía que salir de aquel antro o los pulmones me iban cobrar una factura aún mayor que los silbidos asmáticos y la tos de fumador que cada mañana resoplaban de los fuelles. Estaban bien adiestrados y podían optimizar la obtención de oxígeno de cada bocanada de aire, pero no les podía exigir lo imposible.

                  Llevaba cuatro meses alquilando ese departamento de un ambiente y ya me estaban pidiendo que lo abandonase con urgencia, ya que otros lo codiciaban como si fuese el Ritz, la propietaria era una conocida de mi amiga Karina, quien intercedió para el alquiler ya que un tiempo atrás solíamos dormir juntos y se nos estaba yendo todo en hoteles. Y aunque yo no hiciese demasiado por la salud ambiental de aquel rectángulo donde cada noche descansaba mis huesos por trescientos pesos al mes, lo cierto es que al viciado aire que se respiraba allí contribuían otros condicionantes , tales como que estaba encajonado, no recibía un rayo de sol en todo el año, si se lo aireaba entraba una corriente de viento gélido y húmedo que en invierno podía matar de neumonía y en verano de intoxicación a merced de los efluvios del pequeño patio al que daba.

                  “Al demonio con todo aquello”- me dije- si no puede esperar unos días más a que le pague dos meses de alquiler será mejor ganar tiempo e irme de aquel sitio. No sin antes darme unas cuantas duchas, algunas por higiene y otras para mitigar las jaquecas acumuladas.

                  Claudio me había dicho que en algunos sitios de la  costa cuando llegaba la temporada estival solía haber mucho trabajo, la gran mayoría del malo, del verdaderamente malo de ese que no pagan y si lo hacen solo pagan la mitad de lo prometido, pero se podía encontrar algún puesto de camarero en algún restaurante caro que permitiese regresar luego a la ciudad con unos cuantos billetes como para tirar unos meses sin preocupaciones. Gamotrán Camforte me repetía yo una y otra vez, no significaba nada, era como decir "barzao" en lugar de abrazo, pero sobre dos palabras que desconocía.

                  Junté todo lo de mi propiedad, que con libros incluídos  no llegaba a llenar dos bolsos deportivos, le dejé una nota a la conocida de Karina diciéndole que ya podía intoxicar a algún otro desprevenido con los pulmones más saludables que los míos, con respecto a la factura de teléfono le puse en la nota: “Dios te la pague”,  y me fui.

                  Antes de haber emigrado solía ir cuando era niño con mis padres a dos sitios de la costa , a un camping en San Clemente del Tuyu y a Villa Gesell. De aquello había pasado mucho tiempo, pero ambas seguían siendo zonas de veraneo, elegí Villa Gesell porque la gente me decía que tenía más onda, tanto la playa y el ambiente de la gente como los restaurantes y fondas donde se podía trabajar. Pero en realidad no había pensado en trabajar más que cuando me fui por toda la costa del Atlántico desde Uruguay hasta Guyana Francesa buscando un barco para convertirme en Simbad.

                  Fui a un pequeño hotel que había en la avenida Buenos Aires en pleno centro, cerca de donde paraba cuando era niño. Todo había cambiado, esa zona que otrora estaba entre pinos era en aquel momento un corredor de centros comerciales, eso sí diseñados con mucho mejor gusto que sus parientes de la ciudad.  Estaba plagado de pequeños bares, cafeterías, discotecas, balnearios, y la gente que estaba de recreo tenían toda la pinta de estar pasándola francamente bien.

                  Antes de ir un primo de mi padre me comentó que mi tío Ernesto, cuando era muy joven había comprado junto con mi abuelo unas tierras en Villa Gesell,  mi abuelo había tenido tiempo de venderlas cuando comenzó el desarrollo turístico , no así mi tío que estaba en otras contingencias. Fui a verlas, estaban justo donde ahora se encontraba la casa redonda, una casa que sería de lo más vulgar si no fuese porque sus paredes estaban dispuestas en efecto, de modo circular.

                   Un hombre que regentaba un bar familiar que competía  en hamburguesas y emparedados con un negocio tradicional de Villa Gesell, Sanguchetto, me dijo que podía empezar a trabajar cuando quisiese, me habló de pagarme una suma de dinero el primer mes y viendo si todo funcionaba bien me la doblaría. Le dije que sí y me fui a pasar un día entre los bosques de Cariló, una playa contigua donde se respiraba un ambiente mucho más tranquilo que en Gesell , donde el metro cuadrado era sensiblemente más caro y donde no había sorpresas bajo la arena.

  

 
 
Compartir este post
Compartir este post
Repost0

Presentación

  • : El blog de martinguevara
  • : Mi déjà vu. En este espacio comparto reflexiones, flashes sobre la actualidad y el sedimento de la memoria.
  • Contacto