" />
Overblog
Seguir este blog Administration + Create my blog
16 enero 2024 2 16 /01 /enero /2024 14:52

CAPITULO II

A los ignorantes de siempre, fanáticos de cuanto pensamiento resumido a la estrechez del entrecejo (sin llegar al extremos de tomar como medida el mío) y felices de repetir una consigna como un disco rayado frente a cualquier fenómeno o acontecimiento que les requiera opinión, que hoy aseguran en redes, en charlas, y hasta en libros, que Argentina se cansó de "comunismo".

Cabría hacerles un último aunque preciado favor, de decirles que el pueblo argento se cansó, como este seguro servidor, del peronismo en cualquiera de sus presentaciones. A saber el mayor enemigo nacional del comunismo, ni la dictadura militar combatió al Partido Comunista Argentino como lo combatió Perón, un militar académico general del Ejército, formado en ideas de Benito Mussolini, y que tras dejar a su pueblo abandonado a las bombas golpistas, se exilió en el único país en que aún gobernaba uno de los mayores jinetes del Apocalipsis europeo, el mayor anticomunista español: Francisco Franco.

En Argentina, la mayor presencia del comunismo, o la izquierda tradicional , anarquista, socialista, trotskista o marxista leninista, tuvo una oportunidad cuando de forma incipiente, estuvo inserta en las fuerzas rpoductivas de fábricas y campo, precisamente antes de asumir Perón, quien los combatió con ambas caras de la moneda, por un lado fuerte represión, de lo queda el testimonio de las torturas al estudiante Ernesto Mario Bravo, y por otro dádivas a los humildes, a los más necesitados. Eso sí, hay que apuntar que fueron dádivas con todos los condicionantes con que los dictadores alienan a sus pueblos, pero sumamente sustanciosas e inéditamente generosas, imposibles de ser obtenidas mediante una revolución, por lo menos por lo que sabemos que fueron las sociedades donde gobernó el cuento comunista, ni siquiera en sus mejores momentos.

Así que por favor trumpismo miamense, ilústrese aunque sea un mínimo para cubrir la casi imperceptible grieta que padece su compactado lema, lo que la gente en Argentina no quiso más ni en pintura es "peronismo", una forma sudamericana que ha llegado bastante en forma hasta nuestros días, de anticomunismo fascista, usando el inteligente método gattopardista de entregar un tanto por ciento para no perder el total,

Y dejen de hablar tanta cascarita de piña (por no ser escatológico)

Opinión de hipopotamo
Opinión de hipopotamo
Compartir este post
Repost0
5 octubre 2023 4 05 /10 /octubre /2023 19:55

Viviría en esos cottages ingleses de techo de paja o de ladrillo a la vista, rodeado de libros y luz tenue

Viviría en una cabaña a veinte metros del mar Caribe, del Mediterráneo, en Baleares, Sicilia o Cerdeña, o en el paseo de Las Canteras en Las Palmas.

Viviría en un loft frente al Central Park, en Greenwich Village,em el Upper East Side amoblado por Woody Allen, y acaso en el Lower Manhattan, incluso en un adosado al inicio de Brooklyn. Sin mis queridas ratas.

Podría vivir en la torre de Plaza España o en los apartamentos del Four Seasons de Madrid, en Palermo Chico, puede que también en un Petit Hotel entre Barracas y San Telmo colindando con Parque Lezama, en Buenos Aires.

En el distrito 1 de Viena, al lado del Graben. O frente al Dam en Amsterdam, en Gamla Stam o en las casas de chocolate al costado de los infinitos lagos en Estocolmo. En un crescent en Bath, o en el barrio de Chelsea o la calle Belgravia de Londres. En Los suburbios de Portland, en alguna torre de Seattle o al lado del Pike Place Market. En Key Bizcayne, en Coconut Grove, o en Miami Beach entre la calle 30 y Ocean Drive y 67 y Collins Avenue, o en Bal Harbour, también podría acostumbrarme a Brickell incluso a la Sabuesera. Sin los adorados mosquitos.

Podría vivir en una clásica estancia en el campo de Buenos Aires, que huela a cuero, a caballo, a asado y a libros, preferentemente en Baradero; también en el barrio de Miramar en Cuba sobre la Avenida 1ª o 5ª entre 14 y 60 o en Santa María. Podría vivir en la Toscana, o entre la plaza del Duomo y el teatro de la Scala en Milán, podría vivir en el Algarve en Portugal, o en toda la costa de Cádiz y buena parte de la Malagueña. Podría vivir en la Costra Brava, en una Massía del interior de Girona o en Sant Feliu de Gixols. En una casa burguesa de Italia del sur de techos altos, tulipas venecianas y jardines misteriosos, en Bari, Brindisi, la Puglia o Calabria. En Beitostolen o en Bergen en Noruega, en Aero en Dinamarca, en Reikiavik frente al mar, en el pueblo Porvoo de Helsinki, en Marsella, en Bordeaux, en toda la Bretaña y buena parte de Normandía. En una casa tradicional japonesa con su jardín Zen en Kioto o en Nara. En uno de los pisos señoriales en León o en una casona de montaña con su chimenea y sus mastines al norte de la provincia.

Pero donde me derretiría por vivir es en un departamento paquetisimo con paredes y suelos irregulares de parquet tan impecable como gastado, vigas de madera noble a la vista, cocina poblada de cacharros de cobre, ventanales amplios, en el barrio Latino, en Trocadero, en Nation, Picpus, Boulevard Saint Germain, o en los Campos de Marte, decoración Woody Allen. Naturalmente en Paris, sin las mimosas chinches.

 

Balcón, sofá jardín
Balcón, sofá jardín
Compartir este post
Repost0
26 julio 2023 3 26 /07 /julio /2023 00:48

Tenía seis años, había elegido un barco anclado en el Dock Sud de Buenos Aires, para participar del concurso de pintura de La Boca a la que me llevó mi tía Celia. El barco se movía pero logré pintarlo como si lo hubiese captado con una cámara, con un parpadeo prolongado.
El día de los premios me llevé el tercero, al ver el primero y el segundo me sentí tan frustrado que mi tía me preguntó que me ocurría, le dije que mi pintura era mucho más arriesgada y lograda que aquellas dos, entonces me dijo:
-Martín, no sientas lástima de vos mismo- y fue una de las frases que junto a un manojo de citas me han acompañado como muletas auxiliares a lo largo de la vida.
Celia es la hermana mayor de mi padre, ya que el mayor de todos, Ernesto, el ínclito personaje de la política, la mística y la leyenda, concluyó su circulo vital mucho antes que los hermanos. 
Celia vivía hasta ayer, antes de la pnademia desatada en 2020. viajaba de un lado a otro, pintaba, impartía clases, armaba proyectos, tenía energía para protestar por toda injusticia que se cometía alrededor. Inagotable, pero sobre todo era la persona más coherente que conocí, en la realidad y la ficción.  
Eran cinco hermanos, fueron criados por mis abuelos Ernesto y Celia, él un bon vivant, personaje pintoresco de Buenos Aires nacido con el siglo XX, emprendedor empedernido que no concluía ningún proyecto, le seducía más la fase creativa del sueño que su concreción, solidario con los exiliados republicanos españoles, y no obstante pertenecer a una familia tradicional de costumbres conservadoras, mostraba un cariño inusual en la época con sus hijos, a través de juegos, risas, charlas y debates, como más tarde lo hiciera con sus nietos, hombre pícaro, de recursos en la charla, seductor, hedonista a la manera que un caballero podía permitirse. Y mi abuela Celia, una mujer de una educación estricta, pero rica en virtudes, en colegios de monjas, a las que siempre recordó con afecto a pesar de su temprano ateísmo y feminismo militante, nadaba con notable estilo largas distancias, tenía una proverbial puntería en tiro con armas de fuego, y aunque no se salvaba de alguna frivolidad como ganar campeonatos de bridge, fue de las primeras damas argentinas en cabalgar con las piernas a ambos lados de la montura, en fumar, usar pantalones y cortarse el pelo a lo garçon, quien puso a mi tío Ernesto mucho antes de ser el “Che” a aprender francés a los dos años y a Celia a aprender inglés con una institutriz, y no les permitía abandonar las lecciones, lectora empedernida y fuente de la cual Ernestito extrajo la conclusión de que todo en la vida es lograble mediante la fuerza de voluntad.
Tía Celia tenía un año y medio menos que su hermano Ernesto, pasaron la niñez y juventud estrechamente unidos en juegos, deportes, Ernesto estudió medicina que era una carrera familiar, y Celia arquitectura como quería su padre que era ingeniero civil. Ambos recitaban a Machado y quizás por ello tomaron caminos distintos.
No habla en público y casi ni en privado de su hermano por temor a que sean utilizadas sus palabras, todavía ni siquiera ha podido mirar las fotos del cuerpo sin vida del Che en la infame escuelita boliviana. Para ella, él es el hermano mayor, el de las hazañas. Jamás obtuvo prebendas de su imagen sino que al contrario se ofreció para aportar conocimientos de arquitectura en una Cuba que se había quedado de repente vacía de profesionales. Visitó en la cárcel a mi viejo, otro fenomeno, al inicio de la dictadura y al final, cuando nadie progresista entraba a Argentina, salían o bien con la piernas raudas y ligeras sobre el suelo o tiesas hacia delante.
No sé si por haber sido un niño que prefería los rincones para expresarme con mayor libertad hablando conmigo mismo y mis duendes y fantasmas, porque me llevó al concurso de pintura, al estreno de Yellow Submarine, o porque yo admiraba su estilo entre hippie, feminista, desinhibido y su imagen me permitía liberarme a la atracción que sentía, con el toque del barniz edípico que le daba ese condimento hereje e irreverente que me cautivaba, o simplemente por los enigmas propios de cualquier tipo de afecto. A lo largo de los años seguí viendo a Celia de un modo u otro, siempre me enriquecí con sus historias, sus puntos de vista completamente disparatados y milimetricamente exactos a la vez, hemos seguido visitándonos con el océano mediante y le brindó su locura firme, su coherencia disparatada y su cariño, a mi retoño, y soy testigo de cómo, no sólo se puede vivir la vida entera amparado en la coherencia, sino que precisamente hace la vida más fácil de ser andada y entendida, aún cuando en apariencia presente mayores obstáculos, queda más llena de sentido y sobre todo del poder supremo que otorga ser consecuente y acreedor de una buena cuota de dignidad consensuada.

Hoy partió, discutiendo, peleando, con los fantasmas visibles y los palpables, con los presumibles y los agazapados, se fue para descansar pero seguro que ya también está extrañando sus libros, sus investigaciones, su lápiz y sus pinceles. No importa tía, del lado de allá se pinta con soplidos.

Cuando me preguntan cómo sería el Che si estuviese vivo, abstracción en la cual caben dos posibilidades, una, que permaneciese con la edad del héroe de los afiches, y la otra, tan abstracta pero más imaginable, que cargase con sus correspondientes ochenta y nueve años, no tengo dudas, si a lo largo de la vida Ernesto hubiese logrado mantener su coherencia, su valor y su capacidad para romper convencionalismos, sería como tía Celia.

Ernestito y Celita en burro, en el patio de la casa y en Mar del Plata con toda la familia
Ernestito y Celita en burro, en el patio de la casa y en Mar del Plata con toda la familia
Ernestito y Celita en burro, en el patio de la casa y en Mar del Plata con toda la familia

Ernestito y Celita en burro, en el patio de la casa y en Mar del Plata con toda la familia

Compartir este post
Repost0
2 mayo 2023 2 02 /05 /mayo /2023 22:44

A los 12 años fui como extra a la filmación de una escena de la Matanza de Iquique, de Pedro Chaskel y Fedora Robles junto con Pedrito y Paula sus hijos, en las afueras de La Habana, y en un descanso subimos a una locomotora abandonada, de no sé si era un viejo central o una estación de tren. Cuando vimos que se podía subir al techo subi y me puse a correr por el techo cilíndrico de la vieja locomotora. Resbalé y caí a la hierba crecida cuando apoyé las manos una me quedó sobre un cambolo grande, el resultado fue que me fracturé la muñeca. Así fue mi primer yeso que cubría solo el antebrazo, podía meter una regla para rascarme cuando era insoportable la picazón. Me sentía Tarzán, un brazo roto, "ese seguro es un tigre, un fiera, un aguanta dolor y un salvaje" pensaba que pensaban y me pavoneaba con mi yeso entre niñas que pensarán "que clase de comemierda, sube a una locomotora abandonada, se cae y se rompe el brazo, ahora no puede bañarse en la piscina todo el verano"

Otra vez, al poco tiempo estaba corriendo por el segundo piso del Hotel Habana Libre, con Fernando, Pedrito, Manuel y Ronnie, y me resbalé justo frente a las Cañitas, apoyé los dedos de la misma mano, la izquierda y me fisuré tres dedos: meñique, anular y medio. Nuevamente yeso, ya no me pavoneaba tanto, empezaron las bromas, "el hombre yeso", "la momia" y por ahí, pero aún así era una gloriosa herida de guerra. Cuando por ventura quedase a merced de un grupo de negros guapos, pensarían "cuidado con el múcaro que es un tipo es un hueso, no le tiene miedo a nada sale de una fractura y entra en otra". Clin, caja. ganancia. Ese yeso también llegaba hasta antes de la articulación.

La tercera vez fue en Guanabo, ya vivía en Alamar, y estuve primero apuntado en judo en Cojimar, una belleza tomar el bote de madera a diez centavos, y escuchar el remo en el agua y el ruido de la soga, el sopote y el remo al accionarlo el chalupero. Pero había poca gente, eran más los de esgrima, y dos compañeros de clase iban a Guanabo que era un club deportivo grande, importante, entonces me apunté ahí. Lleno de pibes, un profesor que mandaba a correr varias manzanas, pero era un club de verdad, y Guanabo era también pintoresco, sobre todo tras el puente de madera. Rompí caídas en las ocho modalidades, aprendí varias proyecciones, y en la primera competición en se cogía cinturón de color, en mi caso amarillo, me metieron un estrallón sucio, que solo fue un quinto de punto, llamado koka, o sea faltaban cuatro kokas más para perder, o un wasari y un yuko, o claro, un ipón. Pero no pude seguir el sonido fue estruendoso, y el dolor y la hinchazón no se hicieron esperar. Tuve que levantarme del tatami y salir al policlínico acompañado por el profesor. Un desastre, fisura doble en el codo, hemorragia interna y salida del líquido de la articulación. Me pusieron un yeso en forma de L y el médico me dijo que recordase encarecidamente, que en cuanto me quitasen el yeso, a los 45 días, fuese a fisioterapia y ultrasonido porque aunque la fisura era leve era en un sitio complicado. Estuve 45 días con el yeso, sin saber por donde meter la regla para rascarme, las "manuelas", por suerte, eran con la diestra. Todos firmaban en el yeso, "el hombre momia". Al salir de la escayola no fui a fisioterapia y fui solo a dos sesiones de ultrasonido, resultado: nunca más pude enderezar el brazo completamente. Me quedó el codo medio trabado, por no darle bola al doctor.

Detrás de casa había un jardín cercado, donde sesionaba un circulo infantil y un área botánica de distintos árboles, que más tarde fue un lugar para bailar música de guapería los sábados. Piñazos, patás y mordidas se vieron sin compasión. Me subí con un conocido del barrio Orama, a un árbol de mango, no era época todavía, pero ya había algunos mangos pitones. Lo único es que estaban demasiado alto. Hasta ese día yo trepaba a los árboles que parecía un mono. De verdad, me gustaba pensar que tenía esa habilidad por mi parentesco más cercano que el resto de humanos con los simios, ya que un año en que falté cuatro meses lectivos a la escuela Felipe Poey, me hice amigo de un chimpancé pequeño en el Zoológico de Nuevo Vedado a donde iba cada tarde que no descargábamos en casa de mi amigo Carlitos Cecilia. En fin, el tema es que subí como llevado por Mandinga a las ramas más altas pero también menos gruesas del árbol, le dije a Orama "brother, ahí veo un mango pintón, que está casi maduro". Eran mangos machos, generosos, carnosos, con uno bueno podíamos comer ambos. Comencé a caminar sobre una rama, agarrándome de otra de más arriba y cuando logré coger el mango mis pies sintieron como se partió su apoyo, caí al vacío desde una altura de una cuarta planta pero con la suerte que fui dándome golpes en la caída con ramas cada vez más gruesas que aminoraban la velocidad rumbo al suelo. Entre la muñeca y el codo me partí el cúbito y el radio y se salieron del lugar, empecé a dar vueltas en el suelo y a echar espuma. Cuando me desperté estaba a hombres de mi madre o de la Negra Ángela, que me daba los H. Upmann y los Montecristo que fumaba escondido. Y cuando me volví a despertar estaba en el policlínico de la zona 5. El médico dijo ¡aguanta! y tiró de la mano mientras otro sujetaba el brazo, revolvió los huesos y la carne hasta que encontró, no encajar de manera perfecta, pero al menos sí hueso con hueso. La gente que sabe dice que el tipo hizo un trabajo de locos, porque si tenía que esperar a llegar al Fructuoso Rodríguez en el Vedado, el brazo podría tener que ser operado. Recién entonces me llevaron al Ortopédico, el doctor dijo que estaba perfecta la faena del médico de urgencia, y me enviaron a dormir al neurológico, ahí cerca, por si acaso, para quedar en observación. Probablemente el golpe me recolocó el cerebro dotándome de una inteligencia y refinamiento intuitivo superlativo, o quizás me dejó turulato agilipollado para casi siempre, Nunca se sabrá, como en la película de Peter Sellers "The Gardener". Lo que sí se supo cuando a los 45 días me sacaron el yeso es que la muñeca me quedó rara. Nunca más trepé con esa intrepidez y velocidad ningún árbol. Ni me subo a una montaña rusa, ni a ninguna atracción de feria que especule con las alturas y el movimiento.

Varios años más tarde, habiendo dejado a Patricia en la casa en que paraba de Pepín y de Azucena en Entre Ríos al 400, donde también vivía el histórico Manuel Lamana, yendo a tomar el colectivo que me dejaría en Córdoba y Anchorena donde vivía, se me tiraron encima tres tipos, se agarraron a mi reloj, y no me dieron chance a darles las tres chirolas que llevaba encima y que me exigían dando voces, me tiraban golpes de los que sin otra posibilidad debía defenderme como pude, pasaban muchos automóviles, había una garita con policía en el Congreso de la Nación, frente a donde me estaban friendo y nadie hizo nada. En ese tiempo la merca era muy barata en Buenos Aires y había una importante cantidad de gente enganchada, como incluso yo lo había estado un tiempo antes, pero jamás salí a domar a nadie, los pibes estaban sacados y querían aunque fuese un paase más. Uno fue a pegarme con algo que tenía en la mano en la cabeza, levanté la extremidad para proteger la mollera, y "crack" llegó de visita el ruido familiar de mi brazo izquierdo. De los gritos que di se fueron rajando, corrí hasta donde Entre Ríos se convierte en Callao y tomé un taxi, llegué a casa y me acosté a dormir. Durante la noche el dolor era tremendo así que me puse el pantalón como puede y me fui al Hospital Fernández. Rayos X, fractura del cúbito y yeso por otros 45 días.

O sea, señores, mi brazo izquierdo tras cinco sucesos de rotura, con hasta nueve fracturas, levantando el peso limite en el gimnasio, impulsando el agua en cada brazada descompensado con el derecho, hasta cubrir el kilómetro en natación de piscina o mar, aunque no se note, es, como en la literatura de ciencia ficción o de fantasía, uno de esos muertos vivos, sobrevivientes del volcán de un dios devorador, que en sus huesos astillados catalizó todos esos otros suicidios, en los que no se me ocurrió pensar más de dos horas seguidas.

Hoy haciendo unas planchas en el suelo, cuando sentí los pequeños dolores de todas las fracturas juntas,  pensé que hay gente con mala pata, yo tuve mal brazo, o acaso no, pobrecito, se hizo cargo de todos los porrazos físicos tangibles, y quien sabe de cuantos más de corte espiritual.

 

Koka y Mata de mango
Koka y Mata de mango

Koka y Mata de mango

Compartir este post
Repost0
25 abril 2023 2 25 /04 /abril /2023 10:44

Me gusta este recuerdo.

Tenía dos casetes de música jazz, de noventa minutos cada uno. Uno era de Louis Armstrong y el otro de Glenn Miller, me encantaba el swing y el sonido New Orleans, así que cuando me metía unos buches de ron en mi casa de 1ª y 16 y me iba caminando al Sierra Maestra, a darme un baño, comer una hamburguesa, tomar un laguer y ver a amigos y materiales, muchas veces iba tarareando The bucket's got a hole in it o Chattanooga Choo Choo, sabroso por avenida primera, medio en pedo , el sol en la cara, la camisa abierta, el blue jean empercudido y las botas calientes, nada de short y chancletas como se usa hoy; a la playa había que ir como a la fiesta, después habría tiempo de cambiarse.

A veces paraba un ratito en 12 para mirar las jevitas ricas que se arriesgaban a alimentar las fantasías de los rascabucheadores que más de una vez cobraron gruesos tranqueos por pajuzos. Había una niña que me tenía loco, lo que se dice arrebatado, en aquel tiempo no se usaba tanga en Cuba, ella era la precursora, pero eso no sería nada sin su clase de culo y Papa John's, que aunque no tuve el gusto de conocerlo personalmente, se podía intuir sin mucha dificultad donde se hendía la prenda premonitoria. Cada vez que esa chiquita se bañaba seguro habría un mira hueco alrededor, más o menos camuflado. Después pasaba el Karl Marx fijándome siempre de reojo, desde el inconsciente, si alguna vez se les volvía a ocurrir ocultar a toda la población un festival de rockeros y estrellas del pop internacional como aquel que me perdí a finales de los setenta. Pero nada, alguna vez los Son 14, o los Van Van, en tiempos en que los pepillos no escuchábamos música de guapos, un par de años más tarde todo se mezcló y hasta Mayenye comió ajonjolí.

Más adelante el Cristino, donde solo iban familiares de pinchos como podía ser yo pero sin ser mi caso, y chivatones de los de verdad. Donde años más tarde una prima de la planta de mi pie cuando lleva una semana sin agua y jabón, negó la entrada a mi hijo que vivía en 5ª y 10 pero no era hijo de revolucionarios, a un cumpleaños de su hija, que pobrecita no era culpable de las consecuencias de una bola de cebo tan amorfa. Y unos pasos más allá, el drive way del Sierra Maestra, con su vigilante en la entrada, su tienda de productos especiales para técnicos extranjeros donde compraba mi madre, los cartones de cigarrillos Populares, la jamonada, el queso, el ron Legendario, el laguer cubano sin etiqueta, el Polar, el Hatuey y el Pilsen Urquell. también el vino búlgaro Cabernet. Y mucha más comida, tabaco y curda que la que había en la bodega.

Aquello era un abuso que avergonzaba, y por eso en vez de manifestarme mediante la abstención, llevaba amigos y novias a casa a comer todos los días, de esa forma pagaba la culpa de ser participe de ese engaño de la sociedad de la igualdad. Tenía un carnet de técnico extranjero, casi nunca me lo pedían a la entrada del Sierra, pero lo llevaba encima por si había un guardia nuevo, o uno "imperfecto", que de haberlos, haylos.

A la entrada, iluminado con el sol que entraba por los dos flancos, desde el mar y desde el cielo abierto de esa pequeña ensenada que hacía la costa de La Habana en ese punto, el mármol del suelo brillaba y el perfume del salitre empujaba a la cafetería de la entrada, para tomar una Pilsen fría. A esa altura generalmente ya me había encontrado con un amigo, una jevita, un primo, o cualquiera para meter una muela, la que se terciase, la que el estado de ánimo y el humor sugiriesen. Pero nada de política, en Cuba no se hablaba nada de eso, al revés de lo que la gente de afuera de la isla piensa, esa omni y multi presencia de la jerga política, ideológica, adoctrinada y alienante, causaba el efecto opuesto, en cuanto el cubano se despegaba de la muela oficial, del poema obligado, hablaba de todo menos de política.

A veces estaba Fernando, a veces el dominicano loco, a veces Niurka, a veces Natalia bailarina de ballet acuático, a veces Renata, a veces el otro Fernando, el colombiano loco que sacó la cara por mi años atrás en la beca cuando me tenían loco a botazos voladores nocturnos llenos de meado, a veces a Robertón, que era un hacha para todos los deportes, apenas había empezado a jugar voleibol en la canchita de atrás de la piscina y ya era el mejor, igual que al wind surf. No teníamos tablas como las que había en el capitalismo, pero teníamos alguna tabla cicatrizada y su botavara resistente a la obsolescencia, lo cual era un lujo. Pero el que con más frecuencia encontraba antes de entrar, o íbamos desde mi casa porque era cubano y tenía que entrar con un ruso o sucedáneo, era mi amigo desde que llegué a Cuba diez atrás de aquello, Evelio, que era “esponja” como yo pero el doble.

Esa vez lo encontré ya adentro, tomando una cerveza en el muro que daba al mar.

-Que volá yenika, me entró Fernan.

-Qué volaíta brother, hoy traje eso.

Yo también tenía la botella fría en la mano, le dije que fusemos atrás. Tras bañarnos en la piscina grande, en el mar nadando hasta los yakis que habían situado para que las marejadas no arruinasen las fachadas. Una vez me singué a una titi en un yaki, cubanismo que proviene del término “jaks”, con el sol lamiéndome la espalda, y ella de frente al cielo y a la orilla de enfrente a noventa millas, uno de los palos más ricos que se pueden echar en Miramar, porque la estructura del yaki permite acomodarse para mamar bollo, luego subir para ser succionado en el rabo, e invita a distintas posiciones para la singuetta.

Y cuando cayó el sol le dije a Evelio- vamos a jamar algo- nos pusimos en la cola de la cafetería de la piscina, y de repente se me coló una rusa, el Sierra Maestra era más que nada hogar de rusos, que escudaban sus acciones en la isla bajo la denominación de técnicos extranjeros, pero eran militares, maestros de técnicas policiales, algún ingeniero, y mucho chivatón de su compañero que a su vez era vigilante de otro. Porque los que más hacían negocios en mercado negro entonces eran los rusos, compraban lo que no iban a consumir de la tienda de privilegios, y lo revendían en la poca población con que se dignaban a hablar. Había también polacos, húngaros, rumanos, búlgaros, ninguno de estos soportaba a los rusos, y eso que eran todos de partidos comunistas de sus países, si no salía nadie. Yo tuve amigos rusos, alguna noviecita también, aunque la rusa de esa época no se parecía en nada a la que anda ufana llena de rublos hoy por Marbella, esbeltas, “producidísimas”, lacadas, plastificadas, pero lindas. No, aquellas eran como salidas de una dacha, el traje de baño partía hacia abajo casi desde el sobaco, que dicho sea de paso, cada uno de aquellos sobacos sí que eran un arma letal mil veces más poderoso que todo el arsenal estadounidense, se bañaban en la piscina nadando en estilo pecho sin meter la cabeza en el agua, usaban gorros de pelo, y en la parte que hacían pie, siempre había algunas parejas de rusos jugando ajedrez con un tablero flotante, y miraban con ojos de oso con rabia a los niños que salpicaban o saltaban desde el borde en vez de hacerlo en la parte profunda y desde el trampolín. Los demás "técnicos" no se sentían cómodos con los rusos porque estos se creían superiores, bueno, no es que se creyesen, estaban situados en instancias superiores, y a los cubanos, que eran los encargados de construirles el edificio Mazinger, la embajada fortaleza más hostil con la estética de la Historia, ni siquiera les hablaban. Salvedad hecha por las numerosas parejas ruso-cubanas que vivían de manera normal en la isla, generalmente compuestas en la URSS durante un período de trabajo o estudio del cubano/a en la patria superior.

Toqué el hombro de la rusa, y le dije que se me había colado, yo también era "técnico" .

-Mucho poco tiempo Cuba, no habla española- me dijo la muy singá.

Cuando cogía aire para decirle no recuerdo que barbaridad, Evelio me hizo señas de que la dejase por imposible, ¡él! justo él que cada día si querías ver una bronca a la salida del colegio Orlando Pantoja, a las 4 y 20 en la sinagoga lo tenías en el ring. Pero tenía razón, la rusa se empacó, se cuadró como una gendarme y no estaba dispuesta a deponer su derecho a arrebatar a los cubanos, a los aplatanados, o al resto del mundo incluso, su puesto para el helado. Cuando le tocó, la rusa dijo en español acentuado con el tono especiado de la taiga:

-Compañera, bocadita di qiueso-

Y entonces le dije: Tú sí que sabes hablar español y colarte como un cubano-

Cogimos un bocadito cada uno, y ya cayendo el sol, le dije a mi amigo, hoy nada de materiales ni socios, que traigo el Jazz. Se le llamaba ñaña, “efori”, veneno, eran unas hojitas de marihuana seca envueltas en papel de estraza, lo que en aquella Habana de inicio de los ochenta era un porro, al coste de una “monja”, cinco pesos, de los pesos que valían, que traían a Maceo altivo, orgulloso, casi como un ruso en el Sierra Maestra, no como hoy que el pobre está en los billetes alicaído, tumbado, sin machete ni cohete. Fumamos el porro y Evelio me decía -brother no me hace ná- y cada vez que lo repetía demoraba más en terminar la frase, hasta que empezó a reírse, y yo me empecé a deshollejarme a carcajadas. La cantidad era escasa pero era del Escambray, una calidad superior.

En esa época y aún hoy, fumar yerba era un delito muy penado por la ley, por eso me refería a quemar una ñaña, como : " tocar Jazz"; así que para honrar el mote apelativo nos pusimos a cantar los temas de jazz de Armstrong y Miller, a dos voces, dos trompetas, dos baterías, en el fondo de las piscinas del Sierra, frente a las cabañitas, a los yakis, al sol del mar naciente cayendo sobre nuestra nota de ron, laguer y jazz.

No dejamos de reírnos hasta que nos despedimos en la parada de la guagua recordando la recién aprendida frase que marca la superioridad racial de los Urales:

"Compañera, bocadita di quieso"

 

Sierra Maestra Be bop
Compartir este post
Repost0
7 abril 2023 5 07 /04 /abril /2023 10:49

Hasta hace no mucho estábamos todos en contra de la represión del sistema opresivo al que se había llegado en Cuba, so pretexto de una revolución que llevase justicia social, bienestar, desarrollo y dignidad al pueblo, tras tomar el atajo que condujo a todo lo contrario.

Un Guarapo que se atornilló al poder segando todo desarrollo de creatividad en los terrenos de la economía, la política, el arte, la vida cotidiana, y viviendo cada vez más alejado de la realidad de su pueblo.

Una enorme masa de emigrados de diferentes épocas, y por diversas razones, compartíamos el mismo común denominador, No a la dictadura, No a Guarapo, No a la mentira y la represión, Sí a la Libertad, Sí al progreso, Sí a la creatividad, la ambición o la holgazanería, Sí a la movilidad territorial y social.

Éramos como hermanos de una causa, de un sentimiento común. Pero nada dura para siempre.

De repente ganó terreno una corriente extremista en todo el mundo haciendo pie ancho en los Estados Unidos, que comenzó a arrojar luz sobre los rincones umbríos, empezó a abrir compartimentos hasta entonces estancos, casi olvidados, vimos que aquello que alumbraba no contaba con el mejor de los aspectos. Y del común denominador cada vez fue quedando menos hasta solo permanecer el No a Guarapo. En todo lo demás empezamos a tener discrepancias, pero analicemos incluso ese solitario acuerdo tácito contra "Maraña".

Yo no quiero la dictadura, pero quiero a los hermanos mejicanos y guatemaltecos, ustedes los odian y les gritan "no los queremos, no los necesitamos" como gritaban sus avatares a los emigrantes del Mariel en 1980, No quiero a Guarapo porque quiero libertad, democracia, cromatismo, variedad, concordia, convivencia y progreso,ustedes no quieren concordia, odian al diferente, odian al discordante, le llaman comunista a quien tiene otra sensibilidad ideológica, filosófica, política, como antes sus avatares le llamaban gusano al disidente, dicen que la salud debe ser pagada, no universal como la educación porque eso lo relacionan con el comunismo sin saber que existe Europa, continenete donde se inventó el capitalismo y donde la salud es de la más alta calidad y de acceso universal; son racistas, incluso siendo mestizos, son clasistas acérrimo, incluso trabajando 12 horas diarias. No a Guarapo porque odio las armas, el militarismo, así se disfrace de miliciano, guerrillero o marine, amo la paz, pero ustedes aman las guerras de la 82 división aerotransportada y abrazan las armas automáticas, mientras más masacres se producen más defienden la venta libre de ametralladoras. No queríamos a Guarapo por el partido y el pensamiento único, y ahora ustedes claman por una idea monolítica y apoyan un golpe de estado en la propia casa histórica de la democracia universal, el Capitolio.

Empezamos a ver que hay acaso las mismas diferencias insalvables entre los de ese común denominador que con los de fuera de la ecuación.

Claro, tras todo esto me gustaría saber ¿qué era lo que no les gustaba de Guarapo a estos herederos del pensamiento único?

 

Un nudo se hace con los extremos
Compartir este post
Repost0
31 marzo 2023 5 31 /03 /marzo /2023 18:15

Ayer estuve chateando con un conocido y una conocida que estuvieron becados como yo, que leyeron mis artículos sobre la ESBEC donde se vivía un refinado presidio y que en su momento, me discutieron que ellos no habían tenido esa misma experiencia. En aquel entonces terminamos concluyendo, que quizás era por la beca en sí.

Ayer, mi amigo me reconoció que todo aquel que lo niega, es porque era uno de esos repetidores presidiarios de los que aplicaban abusos agudos que en algunos casos provocaron traumas duraderos, o bien porque se callaron la boca sobre lo que vieron en primera fila y es muy difícil aceptar el bochorno de la cobardía, y la chica igualmente me reconoció que la mujer que diga que no sabía que había muchos profesores que cambiaban un palo por una buena nota, es o bien que ella dio la tota por ese aprobado, o que vio un caso muy de cerca que la pasó mal y nunca habló de ello.

Yo creo que lo mismo ocurre si se le pregunta a un profesor, los que dicen que no saben nada de eso es que singaron niñas por presión o que lo tuvieron tan cerca que les da vergüenza admitir su complicidad.

En este tipo de atropello, de abuso, de violaciones que eran tan comunes en la vida cotidiana de los adolescentes cubanos, es necesario denunciar, hablar, destapar, nadie es culpable si no fue culpable. Y si lo fue, pedir perdón es lo más liberador, pero no se puede como con todo lo demás seguir tapando aquellas barbaridades. Los presos deben hablar de la prisión, los desterrados del destierro, pero también las víctimas de estas vejaciones deben confesarlas, quienes la padecieron y quienes lo sabían. así como los niños víctimas de los chivatones en las asambleas de moral comunista, muchos de los cuales hoy están acomodados en la dictadura y también en el "exilio". Hay que denunciarlos, el que fue abusador de adolescente fue represor de mayor, el que fue chivatón de niño fue chivatón de mayor, no les demos el premio del beneficio del silencio y la eterna complicidad.

Incluso diré más, el propio concepto de definir a la víctima con la palabra "trajinados", es una continuación de la humillación abyecta que debe ser inaceptable, porque le supone un grado de virilidad de hombría, de guapería a los abusadores, mientras que la realidad nos señala que eran unos cobardes sátrapas. Y muchas veces sus victimas después fueron los valientes de la disidencia, estudiantes de algo unico para lo que debieron superar todos los obstáculos, o campeones en ser solidarios con los demás. Existen numerosas formas de valentía que no pasan por el abuso del guapo de paja y trapo con el más flaco o por la razón que fuese, con el entonces, más asustadizo. Y lo mismo respecto de las mujeres que fueron violentadas sin saberlo entonces, por un asqueroso pedófilo, oportunista, poco hombre que las convirtió en aprendices de prostitutas infundiendo un miedo, respeto, y a veces atractivo del que un hombre mayor, jamás debe aprovecharse frente a una muchacha que aunque ya haya emplumado, continua siendo una niña y necesita su protección. Y por supuesto no dejar títere con cabeza de aquellos que truncaron la carrera de cualquier niño, joven o adulto mediante la delación, ya fuese por fijarse en un examen, por usar blue jeans, por escuchar a Led Zeppelin, por comentar el simple deseo de una salida ilegal, o por desearle ñampiti gorrión a Guarapo y toda su maldita prole.

Llegó el cambio de turno

 

Cambio de turno
Compartir este post
Repost0
25 marzo 2023 6 25 /03 /marzo /2023 21:43

Recibí la invitación por correo para ver el documental “Partidos” de Silvia Di Florio. Justo ese día tenía que ir desde León a Madrid ver a mi hijo que estudia en una de sus universidades, así que me inscribí para asistir a la proyección, la sala estaba hasta el tope.  

La película de una factura visual pulcra, en la que se nota mucha muñeca para los primeros planos, los entrevistados iban desde lo divertido, hilarante, reflexivos, tiernos, emotivos, un Héctor Alterio impecable como rapsoda de León Felipe, además de todos los atributos técnicos, no recuerdo haber aplaudido últimamente tanto una obra con ese ímpetu y entusiasmo. Me di cuenta cuando paré que tenía una película húmeda cubriendo mis ojos provocado por la profundidad de los recuerdos que me trajo la obra de Di Florio. La experiencia sensorial continuó cuando miré hacia la fila de atrás y vi a una de las entrevistadas que había dicho que su padre era español y había huído del Valle de los Caídos, solo dos escaparon de ese infierno, Manuel Lamana y Nicolás Sánchez Albornoz, de inmediato le pregunté si era hija de Manuel, me dijo que sí. Le conté que lo había conocido años atrás en su departamento de la calle Entre Ríos al 400, un hombre de vasta cultura, elegante, de conversación fluida y con una nutrida biblioteca. Pocas cosas tienen un color tan lindo como los ojos de Maruja Lamana. Habló el embajador, quien al igual que su padre, atesora la única virtud sobre la cual se erigen las demás posibles, es buen tipo, después tomó la palabra la directora, más tarde el encargado de fotografía, algunos asistentes y yo me quedé quieto en el asiento entre hierático divagante, mecido por el aire en un tiempo sin espacio, sin continuidad. Miré atrás, y todo el auditorio era un aquelarre a la intemperie de brujos y brujas victoriosos. Por primera vez en mi asistencia a eventos que recuerdan el golpe de estado, la muerte, el exilio, sentí que flotaba un halo de conquista, la gente estaba contenta de encontrarse, la película expelió sobre la sala la misma bocanada de aire fresco con que fue concebida. Al mismo tiempo se exponía en la sexta planta del espacio cultural Kirchner en Buenos Aires.

Yo tenía que volver a León, pero antes hablé con Silvia, le conté que ella plasmó exactamente lo mismo que sentimos los exiliados argentinos en todo el mundo, no solo en Madrid, y que sentían los exiliados de todos los países del mundo donde la plaga de golpes de estado sanguinarios se hizo presente.

En el autobús de regreso no se me iban las imágenes de la película, pero comenzaron a instigarme a despertar un sentimiento diferente al que me había embargado durante la reverberación del evento. Comencé a sentir una profunda indignación, una desazón en el interior como un soplido del dios del hielo, a la vez que bronca, ardiente como el aliento de un dragón colérico.

La dictadura militar argentina fue doblemente trágica, en primer lugar porque fue la más terrible de las del Cono Sur de América en cuanto a asesinados, desaparecidos, suplicios, mecanismos de detección, destrucción y sometimiento del campo popular militante, y en segunda, porque con todas las demás dictaduras hubo un derroche de solidaridad desde los países del Segundo Mundo del bloque socialista, Erich Honecker de la RDA conseguía la liberación de Luis Corvalán secretario del Partido Comunista Chileno, la Unión Soviética condenaba a Stroessner y a Somoza,  los peri durante años, del sufrimiento de los revolucionarios bolivianos, peron aundo, no solo en Madrid, y que sentierban desde lo diveódicos cubanos hablaban de los tormentos provocados por los fascistas a Raúl Sendic, del sufrimiento de los revolucionarios bolivianos, pero Argentina nunca fue mencionada por Fidel Castro en sus frecuentes discursos, ni en los artículos del Granma, ni en los noticieros de televisión.

El ejército argentino, que no era una Gendarmería Nacional al uso del resto de América Latina, sino que tenía proyecto propio, decidió romper el bloqueo, boicot o veto estadounidense a la URSS, vendiéndole gran parte de su producción de cereales. Este hecho provocó que altos mandos militares argentinos fuesen honrados con la medalla de Lenin en Moscú y en reciprocidad militares soviéticos fueron condecorados con la orden San Martín, esto era solo el aspecto formal, simbólico, de una herida mucho más profunda al espíritu inicial de aquella revolución de Octubre.

No solo se honraba a quienes en esos momentos estaban torturando y asesinando a militantes revolucionarios sino que se dio la orden a los países satélites de la URSS y a los partidos comunistas dispersos por el mundo, que apoyasen al gobierno de Jorge Rafael Videla, considerándolo como un gobierno Cívico-militar. Negándole el tratamiento de dictadura, y muchísimo menos informar sobre las atrocidades cometidas en sus centros de detención clandestinos y oficiales, ni permitir la difusión de actos de solidaridad con las víctimas.

Fidel Castro cumplió cabalmente la ordenes de la Madre Patria de los Soviets. Se llegó al limite de que Cuba negó el apoyo a una comisión de investigación sobre DDHH a las cárceles argentinas impulsada por Jimmy Carter, y a cambio la cancillería argentina negó su apoyo en la OEA a una condena a Cuba por violación de los derechos humanos. Una mano lavaba a la otra y ambas intentaban, en vano, limpiar el trasero. De tal manera que en la escuela cuando llegaba un niño chileno, los demás estudiantes y maestros lo recibían casi como un mártir, una victima, ya que cada día, por todos los medios, se hablaba del monstruo de Pinochet, igual con uruguayos, bolivianos o paraguayos incluso con brasileros, pero a mi, me preguntaban ¿por qué estás aquí y no bailando tango en Argentina?

-Porque hay una dictadura, y es mucho más sangrienta y perversa que la de Pinochet.

Pero las miradas eran desconfiadas “¿cómo va a haber una dictadura si Fidel nunca lo menciona? ¡y mira que no escatima en mencionar a los países en desgracia!” Cosa que con motivo de la inminencia del conflicto armado entre Argentina y Reino Unido por las Islas Malvinas, se recrudeció, ya que no solo Fidel no mencionaba a Argentina como dictadura sino que se hermanaba con Leopoldo Fortunato Galtieri a través de su canciller Nicanor Costa Méndez, reconocido racista de ultraderecha, proponiéndole toda la ayuda necesaria para que los soldados cubanos combatiesen junto a los combatientes del Ejército Argentino. Yo me veía con el cuello hinchado y la arteria carótida por reventar, conminado a explicarles que ese valeroso ejército a que hacía referencia el comandante en sus brindis con Costa Méndez, era el que aún tenía olor a quemado en los dedos por la picana eléctrica con que mataron a miles de militantes revolucionarios.

El segundo mundo, que se suponía lideraba las políticas y utopías por las que habían caído y estaban presos y exiliados todos los militantes de izquierdas, con sus particularidades como el peronismo, pero con idénticos fines de justicia social, les daban la espalda y confraternizaban con los verdugos.

Ese exilio fue doblemente duro. Los de España podían ser comprendidos por la población, los vecinos, los compañeros de trabajo o de estudios, Por esta razón insignes exiliados, agradeciendo la generosidad financiera de los cubanos, sin embargo debieron abandonar la isla rumbo a España, caso de los Duhalde, los Roca-Feijin, quienes no podían ejercer su impulso natural de denunciar a la dictadura, o Matilde Artés “Sacha” la primera abuela encontrar a su nieta Carla, precisamente desde tierras hispanas. Al final quedamos muy pocos exiliados argentinos en Cuba, la oficina de Montoneros y la guardería que acogía a niños que habían perdido a sus padres muertos, desaparecidos o presos políticos, es una historia para otras páginas, y su emplazamiento en el burgués barrio de Miramar, obedece a estímulos muy diferentes de la solidaridad internacionalista. Imagino que en los países del Este de Europa no habría ninguno que no fuese del Partido Comunista, que gozó de numerosas prebendas de su protector “gobierno Cívico-militar” de Videla y compañía. Quizás esa es la razón por la que pocos entiendan esta doble amargura que nos provoca a los escasos damnificados, el recuerdo de aquella tragedia nacional.

Cuando el autobús hacía las dos últimas rotondas antes de llegar a la estación de buses de León, pensé: “Buena película, pero ahora, aunque los damnificados seamos pocos, deberíamos impulsar un capítulo de continuación, que recree las dulzuras de aquella cómplice connivencia entre extremos amalgamados por un buen puñado de rupias”

Es nuestra deuda con los olvidados

 

Afiche de "Partidos" y Fidel Castro con Nicanor Costa Méndez
Afiche de "Partidos" y Fidel Castro con Nicanor Costa Méndez

Afiche de "Partidos" y Fidel Castro con Nicanor Costa Méndez

Compartir este post
Repost0
22 marzo 2023 3 22 /03 /marzo /2023 13:26

El partido de pelota que definió al campeón en la 5ª final del Clásico Mundial de Béisbol, fue lo mejor que he visto en mucho tiempo en deporte junto a la final del otro Mundial reciente, el de fútbol.

Ayer Japón cada vez que iba al bate ponía dos hombres en bases o las llenaba hasta la quinta entrada, cuando el picther estadounidense ponchó a un gran bateador con bases llenas y 3-1 en el marcador. Turner lo volvió a hacer y contra un pitcheo que jamás en mi vida vi algo igual. EEUU se abrochó los pantalones a mitad del partido e impidió más carreras, pero no pudo con el mejor equipo del mundo, del país que son los Reyes en unos jóvenes Clásicos Mundiales de Béisbol, con nada menos que tres preseas.

¿Qué hablar de Shohei Ohtani que no haya dicho él ya en el campo? Es el pelotero más integral, más completo y bestial que mis ojos han contemplado a lo largo de toda esta maravillosa vida.

Como en fútbol, Inglaterra lo inventó pero Brasil es el mayor campeón mundial, en béisbol, lo inventó EEUU pero es Japón el mayor exponente, aunque inmediatamente detrás están los creadores.

Me dio mucha pena ver caer a Cuba días atrás, selección con la cual yo iba porque esto es un campeonato de deporte no un congreso de partidos políticos, de hecho no sé ni quiero saber que piensan los peloteros japoneses ni los estadounidenses, ni siquiera mi vecino ni que ninguno de ellos tengan que saber lo que pienso yo. Pero con un 14-2 no cabe lamento, en una derrota así la primera ausencia es la de la dignidad y la vergüenza, porque ningún equipo es tan malo en ningún deporte para caer así en una semifinal. Siempre nos quedará la duda del verdadero nivel de aquellos peloteros del Cuba desde los años '7' de Capiró y Marquetti, hasta los '80 de Pedro Medina, Vinent, Cheíto, Anglada, Urquiola y tantas figuras enormes de este deporte. Era una pelota de altura, pero nunca pudimos verla refrendada contra los profesionales de la MLB, y no había ninguna otra razón que la política, incluso ni eso, la razón era el miedo de Fidel Guarapo castro a ver caer a Cuba contra EEUU, porque la pelota profesional y amateur no presentaba ninguna diferencia como sí ocurría con el boxeo, y las circunstancias que nos impidieron ver un Teófilo Stevenson- Mohamed Alí, encuentro en que había tal interés que fue Don King a hacer los arreglos a Cuba.

Por eso ayer disfruté como un enano, no con la nostalgia amarga que es común cuando el equipo de tus simpatías queda en el camino, sino extasiado de ver después de tanto tiempo a dos titanes beisboleros de semejante calidad frente a frente. Ayer Japón-EEUU y antes de ayer México-Japón, sin desmerecer el EEUU-Venezuela, después de una eternidad, volví a ver béisbol al duro y casi sin guantes.

 

Pelota en la altura
Compartir este post
Repost0
17 marzo 2023 5 17 /03 /marzo /2023 13:43

Cada cubano es un potencial anfitrión de un pequeño Fidel Guarapo Castro alojado en su interior, que según el momento, se hace inmenso.

Lo que no se sabe a ciencia cierta es si ese Fidelito intolerante fue legado por el monster o a él se lo legó la misma estela identitaria que recorre la isla buscando bebés recién nacidos para regarlos de su polvo de fanatismo inflexible. A diestra o siniestra.

Nunca creí que se llegase a este nivel.

Dentro de Cuba veíamos como se borraban de los registros y fotos públicas a deportistas, artistas, cantantes, que decidían tomar el camino más ancestral del ser humano, la emigración por los motivos que cada uno considere pertinentes. Hoy vemos un calco exacto en la diáspora condenando más que censurando a deportistas, artistas, cantantes. Diáspora de la que el porcentaje de verdadero exilio hoy, es tan nimio que se diluye en la totalidad, gente que eran delatores desde niños en las asambleas de moral comunista, lo que llamábamos "chivatones" en el CDR, que dieron golpes a la escoria que se fue en el ochenta por el Mariel y más golpes aún a los refugiados en la Embajada del Perú, hoy los vemos guapeando detrás de la verja como perritos cruzados con jutías, más guerrilleros del Escambray que Cheíto León, más pingunsudos que Mahoma y Mulei El Kader, y que una vez reencontrado su cauce en un aparentemente nuevo, pero antiquísimo púlpito de acusadores en sus nuevos cede erres trumpistas, vociferan contra la selección de pelota cubana, otrora el mayor símbolo de unión dentro todos los acreedores del gentilicio "cubano", cuando en las cárceles de Machado, Batista o el propio Guarapo se detenía la enemistad entre guardias y reos para compartir una sonrisa o una chanza por el triunfo del equipo de sus amores aunque minutos más tarde regresasen a la hosquedad y el dolor.

Cubano: arranca de tu interior ese pequeño gigante Fidel que te impide aceptar que cada uno tenga la ideología y los pensamientos que le dé su real gana, deja penetrar dentro tuyo la esencia de la democracia y quítate esos mecanismos dictatoriales de decirle a cada cual lo que tiene que pensar, lo que está bien y lo que está mal, elige tu pensamiento, tu sensibilidad filosófica e ideológica y deja que cada uno de todos los demás, sea como le salga de sus partes nobles, porque precisamente eso es lo que le reclamamos a la Involución y cada una de las posiciones intolerantes. Esta dolencia es común a toda Latinoamérica con honrosas salvedades pero en el cubano alcanza cotas que superan toda posibilidad de análisis.

Eso aparte del ridículo de politizar el actual team Cuba, que tiene jugadores ultracapitalistas, mucho más que estos berreadores seriales, ex y actuales delatores de toda ralea, pero aunque todos pensasen diametralmente opuesto a mis ideas cosa que jamás tendría porque enterarme, yo hincharía por ellos, como hincho por Messi o por Haaland sin importarme un pepino a quien votan, porque el beisbol, como el fútbol, son deportes no partidos políticos ni manifiestos ideológicos.

En Argentina, por ejemplo, país donde también existe una grieta profunda, hubo dos experiencias en dos mundiales diferentes, en la última conquista la selección del deporte nacional unió a los irreconciliables, cinco millones fueron a recibirla, los unos y los otros olvidando sus diferencias gracias al fútbol. Sin embargo en el Mundial del '78 gran parte de los exiliados que, acaso con cierta razón, boicotearon a la Selección Nacional, hoy sienten bochorno de su decisión de entonces, ante la evidencia de que Videla murió en la cárcel y nada ocultó sus crímenes, mientras que Mario Kempes se convirtió en ídolo inmortal.

La mejor manera de combatir la dictadura sería abrazando a los peloteros en Miami, haciendoles ver que no todo es lo mismo, enseñandoles la virtud de la democracia, de la convivnecia a pesar de las diferencias, la concordia, el civismo y no la misma porquería de intolerancia.
Al final la basura es barrida por la escoba de la Historia, en cambio los títulos, la gloria, permanecen.

 

¡Fuera de aquí y fuera de allá!
¡Fuera de aquí y fuera de allá!
Compartir este post
Repost0

Presentación

  • : El blog de martinguevara
  • : Mi déjà vu. En este espacio comparto reflexiones, flashes sobre la actualidad y el sedimento de la memoria.
  • Contacto