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10 marzo 2024 7 10 /03 /marzo /2024 14:02

Ya cuando llegué a Cuba siendo un niño la gente recordaba a Mirtha Legrand de sus películas y los vestidos, escaleras y teléfonos blancos, como a Hugo del Carril o a su propia hermana Silvia.

En la oficina de los Montoneros en Miramar, había revistas "Humor", "Gente" y vídeos Betamax de diferentes eventos del país extrañado, entre los cuales el rey era la final de 1978 frente a Holanda. Pero también había videos diversos de programas frívolos de televisión. Me encantaba verlos cuando podía quedarme solo en la oficina, mi madre trabajaba ahí y me habían acogido como un adolescente argentino que se había cubanizado demasiado y había que recuperar, no sé para que fin, pero yo estaba encantado de presenciar toda aquel crisol de olores, colores, acentos, temas, humor, costumbres y hasta calidades diferentes a las que nos sometía la sociedad del hombre nuevo en la laguna del ron y que me traía reminiscencias de mi habitat, del que la brusquedad de la época me había arrancado.

Uno de los videos contenía recortes de programas "Almorzando con Mirtha Legrand". Ya me parecía un hecho remarcable, tipo hito, que aquella admirada actriz de mucho antes de la revolución por los viejos, aun siguiese en el "puche" dirigiendo programas, y huelga decir que la variedad de morfi en la mesa visto desde La Habana competía con ventaja en interés respecto de los temas y comensales. Había un recorte en especial que me sometió a una reflexión frente a las contradicciones de esas que suponen el crecimiento. Mirtha había invitado a una serie de actores o periodistas que festejaban el campeonato del Mundo obtenido frente a Holanda, y hacían hincapié en que de esa forma los medios del mundo podrían ver que toda la mala prensa que había en Europa sobre los derechos humanos en Argentina, eran una burda mentira, que además de campeones éramos "derechos y humanos".

Por aquel entonces entre las dirigencias de los partidos y organizaciones exiliados, los presos y otros pocos valientes que quedaban aun sueltos y con vida en el país, acunando sueños infructuosos de resistencia, se dirimió el tema de si apoyar el Mundial del '78 o hacerle boicot desde el exterior. Los Montoneros optaban por apoyarlo argumentando que así podrían ver los periodistas y futbolistas la realidad gris existente, el PRT y su brazo armado ERP defendían que apoyar el Mundial en cierto modo era hacerle propaganda a Videla y a su proyecto, había que denunciar la dictadura y por principios todo lo que organizase, el PC, más frío que tibio desde que la URSS los obligó a una buena relación con Videla a merced de la compra del trigo argentino a la Junta, hacía equilibrismo entre ambas posiciones porque bajo ningún concepto querían quedar identificados con uno u otro "ultra" como les llamaban a los guerrilleros (el PC tenía un cantito que rezaba "la ultra, la CIA, la misma porquería"). Y claro este debate aun cuando mi opinión no importaba a nadie más que a mi, me era totalmente pertinente, porque mi padre a quien rendía un sentimiento impreciso entre la añoranza, el respeto y la bronca, estaba preso por ser hermano del Che, pero también por militar en el PRT y aunque en aquellas largas cartas que conseguían salvar la censura y el pésimo servicio de correos sociolista no podíamos comentar nada al respecto, imaginaba su posición, y por el otro lado estaba mi madre que había comenzado a simpatizar con los Montoneros, un poco por zafar de la nostalgia enfermiza del exilio, enocntrarse con semejantes, reverdecer su humor porteño, y otro poco para poder respirar sacando la cabeza del asfixiante compartimento estanco de tanto Guevara, guevarismo y guevariano de última hora, que nos rodeaba en la isla. Y por otro lado estaba mi propia conciencia ¿gritar los goles de la Selección al unísono con los alaridos de dolor de los secuestrados antes de ser ejecutados o arrojados al Río de La Plata? ¿otorgarle a los asesinos el gentilicio "argentino" conquistado a lo largo de tanto tiempo de diferentes luchas, regalarles los colores de la bandera de Belgrano, en la camiseta del deporte más popular, más inherente a ese sector meta por los que se suponía se estaba queriendo hacer aquella revolución?

En fin, un rollo. No fui más allá de ver una y otra vez el video de la final estrenando una pizca de espíritu autocrítico, porque en verdad, aunque de vez en cuando fuese a aquella oficina en la casona del paquete barrio Miramar, yo cada día estaba más aplatanado, y aparte de esos vídeos y el cuchillo kriss con la inscripción en honor a la amistad Arafat-Montoneros, pocas cosas me importaban más que lo que le interesaba a cualquier adolescente habanero.

Pasaron los años, las traiciones de Guarapo abrazando al enviado de Galtieri, callando los crímenes de la Junta Militar, manteniendo una posición equidistante entre lo que le ordenaba Brezhnev desde el PCUS y las reminiscencias que le traían los efluvios ya en declive de esos facinerosos revolucionarios bellamente exiliados, junto por supuesto a los millones de verdes que habían tenido a bien depositar en cuentas cubiches. Ya se sabe, cada mano lava a la otra y entre las dos lavan la cara. Y una vez regresado a mi Buenos Aires querido, vi que seguía en la TV a la inacabable Legrand y me pregunté entre los juicios a los genocidas, los trapos que salían al aire, porque no se hacía énfasis en los bufones de palacio con que contó aquel breve pero intenso período de horror y muerte del firulete en la milonga.

Tiempo después, acostumbrado al desarraigo que siembra el exilio en los niños que nunca llegan a asumir como suya ni a entender del todo la causa de su diáspora, volví a emigrar una y otra vez a distintos lugares, y hoy, dejando que descansen las rueditas de mis patines, cuando puedo ver el pasado que nunca me ocurrió a través de la pantalla de una computadora en modo de archivos audiovisuales en distintos soportes o notas periodísticas de aquellos años, aparece cada domingo propuesto para mi perfil de consumidor, como una vieja roncha o esguince que reaparece una y otra vez, el banquete televisado de la actriz amada por los viejos cubanos de antaño, los teléfonos blancos, que atestigua como pocos un siglo de la frivolidad artística y social, cambalache del XX y el XXI en un país tan ecléctico, movido e inestable como de un sólido sentido identitario, absolutamente encantado de conocerse.

Este domingo, el famoso "streaming" audiovisual de las redes, me trajo a la misma Mirtha que junto a Nini Marshall, Libertad Lamarque y otros acudió al llamado de Perón para solidarizarse con el terremoto de 1944, hoy derramando serpentinas de gratitud ante su última "esperanza blanca" para erradicar los remanentes de aquel apuesto general que tuvo la osadía de elegir a Eva, a la manzana y a la serpiente.

Pero aun expirando su rechazo al peronismo y en franca gratitud a todo aporte a su erradicación, el el programa de ayer hizo gala de una declaración que tuvo lugar años atrás, cuando frente a una acusación de la ex presidente Cristina Fernández, expresó "tengo muchos defectos, pero no ese, no soy una mala persona", cuando frente a la declaración de la actual canciller Mondino "es absurdo darle plata a los jubilados porque se van a morir", un tanto impelida a mostrar cierta distancia con tan innecesaria muestra de crueldad, con sus 97 abriles a cuesta, acotó:

"Yo pienso vivir muchos años más"

 

 

 

Cambalache

Cambalache

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16 febrero 2024 5 16 /02 /febrero /2024 23:06

El arte es como una flor que sale en cualquier climatología, en cualquier relieve, en cualquier latitud y terreno, puede salir en el desierto como en la selva, en un jardín inglés como en la tundra rusa, en la Patagonia como en Australia central.

Desde la más remota antigüedad los artistas contaron con el favor del mecenazgo, Michelangelo, Leonardo, Velázquez, Goya, Rembrandt, el Caravaggio, Monet, Vermeer, Van Gogh por Theo, Bach, Mozart, Haendel, Beethoven, Chopin, por solo mencionar a los más grandes. Y siempre la nobleza sufragó los gastos y necesidades de bardos, bufones y juglares para divertir a la corte.

Es que de no haber sido así, todos los artistas tendrían que haber sido los hijos de los reyes, los duques, los condes y marqueses, y tendríamos una ristra de lienzos y partiruras pintados y compuestos por esos incapaces de la más simple creación artistica, que nadie, ni siquiera en el funeral de su mascota, se le ocurriría reproducir. Salvando honrosas excepciones como el sueco Prince Eugen que fue un gran pintor, no hay demasiados ejemplares conocidos. No necesariamente la pulsión artística se encuentra abonada por inconvenientes de integración al medie, en espíritus sensibles e inquietos, pero sí muy a menudo y en mayor cantidad de lo que suele admitirse.

Más hacia nuestros días Andy Warhol empezó diseñando discos en RCA gracias a una ayuda de la compañía, Robert Rauschenberg y Richard Serra fueron ayudados financieramente para trabajar con la enorme cantidad de metal que precisaban para sus instalaciones, Serrat cantó en el obelisco porteño gratis para la gente, los Rolling Stones en La Habana y en Copacabana en Río de Janeiro, para medio millón y un millón de personas respectivamente, también gratis para el público, pero ellos cobraron logicamente, Giacometti exponía en plazas del cantón italiano pero le pagaban, Vigeland llenó las calles de Oslo de sus esculturas, a cambio de vil metal. ¡gracias a Tutatis y a todas las deidades!.

De los Medici a los Rothschild el mecenazgo siempre fue restribuído con creces. Y ojo con la versión de que en esa época se financiaba a los artistas con medios privados "con la suya", porque nunca fue más de los trabajadores, siervos de la gleba o esclavos, o sea "la de todos" que en esa época, hoy los estados recaudan de todas las clases sociales, de los sectores productivos, especuladores, rentistas y de gran patrimonio.

Los únicos que siempre estuvieron medio embromados fueron los escritores, ese trabajo tan solitario y duro, por eso escribían en Argentina Borges, Bioy Casares, Benito Lynch, Mujica Lainez, Victoria Ocampo, etc. y a los demás les costaba una ovoide postura de gallina y la mitad de la otra.

El arte surge de cualquier simiente y cualquier país que acune un elemental sentimiento de amor por la cultura tiene como deber regarlo, cuidarlo, protegerlo y después disfrutarlo por el resto de la eternidad.

PD: A todo esto, también soy de la opinión, que llegar a ser presidente de una nación gracias a los consejos telepáticos de un perro fallecido años atrás, requiere de un enorme caudal, aunque no artistico sí creativo, tanto del can emisor como del ser receptor, que merece como pocos bienes comunes, ser materializado y perpetuado su resguardo sin escatimar un solo centavo de fondos estatales.

Mecenas
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21 enero 2024 7 21 /01 /enero /2024 15:54

Cuando mejor sale lo que está todo fríamente calculado es cuando aparenta haber estado librado al azar.

Primero toda esa sanata de anarco capitalismo contra un concepto tan impreciso y ambivalente como "la casta", toda vez que castas son todas las capas sociales, desde la más alta hasta los "intocables", ninguna merece más esa denominación que se suele usar con sentido peyorativo y engañoso para señalar a los semi-privilegiados, nunca a los verdaderos privilegiados, los que manejan el coto.

Después las promesas de que ya estaban asegurados 30.000.000.000 de dólares para dolarizar la economía o paliar los desbarajustes, eso sí muy concretos, del gobierno entonces vigente. El juramento de que ninguna fuerza productiva, trabajadora, ni media ni baja sufriría los ajustes necesarios para poner las cosas en su lugar, sino que únicamente lo padecerían "los políticos corruptos y los empresarios prebendarios".

Prometer que desde el mismo día de la asunción se cortaría el trasvase de dinero de los bolsillos de los argentinos al pérfido estado en modo de "impuestos" , lo cual constituye un robo, un atraco, un hurto, camuflado con eufemismos propios de las sanguijuelas socialistas. Se eliminarçia todo impuesto a cualquier bien y transacción.

Dejemos fuera los disparates de noches etílicas o crípticos mensajes desde el más allá de la erudición de un can, de implementar vouchers, ventas de armamento pesado libremente en cualquier esquina, guerra al Vaticano por ser el centro del mal universal, venta de niños y órganos y pelotudeces por el estilo, que no obstante también fueron dichas unas y prometidas otras, pero podemos permitirnos admitir un margen generoso de realismo, tras los exabruptos que cualquier campaña proselitista, en el país del verso, puede presentar.

Una vez en el poder ¡Albricias! todo lo anterior se vio necesariamente anulado, postergado o soslayado, dada la sorpresa de que se llevó quien basó su campaña en que no había un peso, que el país estaba muriendo de hambre, que la moneda valía menos que estiércol, de que no había en las arcas en efecto, el dinero que ya había adivinado que no habría,

Y así vinieron sobre este rudimentario verso,  uno más tosco que otro, que no molestó en lo más minimo a los votantes, metabolización que solo se explica a merced del expreso deseo de desbancar a los insoportables, inútiles, corruptos, y prepotentes emperadores que hasta entonces hacían del país su sala de juegos.

Al día siguiente de asumir, ni había 30 mil millones apalabrados de nadie, ni iba a sufrir la casta política ni empresarial sino única y exclusivamente la productiva de las clases medias y bajas, se incorporó en el nuevo gobierno a buena parte de los burócratas histórcios de la política argentina, excluyendo únicamente a aquellos con quienes no está de acuerdo y de um plumazo, a los dos días, devaluó la moneda y perdió más de la mitad de su valor frente a las divisas, lo cual ascendió la inflación al número récord de 25% en diciembre del pasado año.

Hoy el Gobierno tal como estaba prevista en la hoja de ruta, da un paso más allá, anunció que prepara una reforma penal previendo el desmadre calculado, que provocará el aluvión de medidas, decretos y ajustes devastadores para el bolsillo y la vida de la población.  Un nuevo trasvase de las riquezas de Argentina a manos puntuales, que difiilmente sería tolerado sin más en una sociedad de tradición irreverente y participativa.

El plan estaba orquestado, estas fusiones de los sectores de poder más reaccionarios no fueron improvisadas. Sí acaso fueron producto de la necesidad que animó a limar asperezas en un santiamén, por dos razones probables, porque ni existían tales asperezas y todo era un sketch para la “gilada”, o porque si alguna diferencia existió y esa sí perdurará por el resto de los tiempos amén, es el criterio de a cual buitre corresponde la carroña dejada a los eficaces empleados tras la devastación general.

Totalmente acorde con la idiosincrasia autóctona, no olvidemos al mussoliniano general del Ejército Juan Domingo Perón, cuando en su primera presidencia instauró el hiperónimo “Tercera Posición”, una coexistencia pacífica entre oligarquía y pueblo trabajador en sus palabras o burguesía y proletariado en términos marxistas, y una vez en el exilio a salvo de las bombas que no pudieron evitar sus huestes, al resguardo con su colega el genocida Francisco Franco, cuando era más acorde a un perfil conspirativo que gestor, expresó en una carta: "Es fundamental que nuestros jóvenes comprendan que deben tener siempre presente en la lucha y en la preparación de la organización que: es imposible la coexistencia pacífica entre las clases oprimidas y opresoras”, para animar, en lo que era de una destreza incomparable, al surgimiento de esos mismos “muchachos” a los que unos años más tarde echaría de Plaza de Mayo al grito de “imberbes” a la vez que les echara encima toda la pericia tarantiniana de José López Rega y su Triple A.

Nada nuevo bajo el sol.

 

Nada nuevo bajo el sol
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16 enero 2024 2 16 /01 /enero /2024 14:52

CAPITULO II

A los ignorantes de siempre, fanáticos de cuanto pensamiento resumido a la estrechez del entrecejo (sin llegar al extremos de tomar como medida el mío) y felices de repetir una consigna como un disco rayado frente a cualquier fenómeno o acontecimiento que les requiera opinión, que hoy aseguran en redes, en charlas, y hasta en libros, que Argentina se cansó de "comunismo".

Cabría hacerles un último aunque preciado favor, de decirles que el pueblo argento se cansó, como este seguro servidor, del peronismo en cualquiera de sus presentaciones. A saber el mayor enemigo nacional del comunismo, ni la dictadura militar combatió al Partido Comunista Argentino como lo combatió Perón, un militar académico general del Ejército, formado en ideas de Benito Mussolini, y que tras dejar a su pueblo abandonado a las bombas golpistas, se exilió en el único país en que aún gobernaba uno de los mayores jinetes del Apocalipsis europeo, el mayor anticomunista español: Francisco Franco.

En Argentina, la mayor presencia del comunismo, o la izquierda tradicional , anarquista, socialista, trotskista o marxista leninista, tuvo una oportunidad cuando de forma incipiente, estuvo inserta en las fuerzas rpoductivas de fábricas y campo, precisamente antes de asumir Perón, quien los combatió con ambas caras de la moneda, por un lado fuerte represión, de lo queda el testimonio de las torturas al estudiante Ernesto Mario Bravo, y por otro dádivas a los humildes, a los más necesitados. Eso sí, hay que apuntar que fueron dádivas con todos los condicionantes con que los dictadores alienan a sus pueblos, pero sumamente sustanciosas e inéditamente generosas, imposibles de ser obtenidas mediante una revolución, por lo menos por lo que sabemos que fueron las sociedades donde gobernó el cuento comunista, ni siquiera en sus mejores momentos.

Así que por favor trumpismo miamense, ilústrese aunque sea un mínimo para cubrir la casi imperceptible grieta que padece su compactado lema, lo que la gente en Argentina no quiso más ni en pintura es "peronismo", una forma sudamericana que ha llegado bastante en forma hasta nuestros días, de anticomunismo fascista, usando el inteligente método gattopardista de entregar un tanto por ciento para no perder el total,

Y dejen de hablar tanta cascarita de piña (por no ser escatológico)

Opinión de hipopotamo
Opinión de hipopotamo
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16 enero 2024 2 16 /01 /enero /2024 14:44

Paremos de hablar de "los otros", "ah, pero Macri...." sustituido por "¡ah, pero Alberto y Cristina...", se acabó, basta de excusas baratas y pusilánimes para salames redomados.

Fue el ministro Caputo quien devaluó el dólar a lo bestia, a más de la mitad, producto de lo cual se dispararon todos los precios muy por encima del 200% porque el fabricante y comerciante argentino, con toda la razón del mundo, remitiéndose a experiencias históricas, no sabe que nuevo desastre acontecerá.

Esa política la eligió este nuevo gobierno apenas asumir, eso de que es la única manera es una cuento persa para autoengañados, solo fue el procedimiento que eligió el nuevo presidente y su equipo, únicos responsables de sus decisiones políticas, el resultado está siendo cero daño a la casta y a los poderosos corruptos, todo el estrago a la clase media y trabajadora.

De anarco capitalista no tiene ninguna pinta este ejecutivo, más bien del viejo y archiconocido neoliberalismo cipayo que transfiere toda la riqueza a sectores e intereses monopólicos, ya sean foráneos o espurios.

4 años estuvieron diciendo "Ah, pero Macri" y ahora "Ah, pero Alberto y CFK". No señores, la caca de cada pertuso es propia.

Ah, y no me pregunten más, por qué no le doy un tiempo para decir si me gustan sus políticas, su línea filosófica, su amor a Thatcher o a Elon Musk, al capitalismo de 1750 sin estado ni protección social de ningún tipo, del mismo modo que no esperan ustedes los resultados para, recién entonces decir que les gusta. Ganó y respeto la decisión popular y habrá que esperar para echarlo si la gente quiere, pero no pidan que yo someta mi simpatía y la sujete a resultados a largo plazo de políticas, además, tan opuestas a mi ideario de democracia cívica, de progreso socio económico cultural general, de todos los sectores de la sociedad.

Por favor.

La culpa es de los de antes

La culpa es de los de antes

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10 noviembre 2023 5 10 /11 /noviembre /2023 19:44

Israel está reproduciendo el ensañamiento cruel sobre los palestinos civiles, que los nazis ejercieron sobre los judíos polacos en el gueto de Varsovia, sitiandolos, hambreandolos,  llevandolos a una muerte segura. Gueto que visité, como a Auschwitz -Birkenau, y Dachau, el primer campo de concentración nazi, ubicado a las afueras de Múnich, fundado en 1933, siendo el primero con la inscripción en la puerta "Arbeit Macht Frei". Lugares donde fui a presentar mis respetos por los millones de muertos semitas, y para mantener la memoria de lo leído, que si bien no garantiza un Nunca más, sí previene de la indiferencia frente a la barbarie.

Al menos 8.500 niños han sido asesinados a bombazos, dentro de los veinticinco mil civiles que hasta la fecha perdieron la vida, más los que probablemente estén muriendo producto de las diferentes carencias. A tres meses de la incursión de Hamás denominada Operación inundación de Al- Aqsa, el asesinato de más de mil israelíes y el secuestro de unos doscientos, solo se sigue informando de este hecho, nada sobre la brutal venganza del ejército israelí sobre la población palestina.

Pero las razones de por qué no se informa en la prensa escrita y audiovisual Argentina, distorsionando la realidad, hay que encontrarlas en distintas razones. Por un lado la comunidad judía en Buenos Aires es realmente importante, una comunidad unida, conciente de su ancestral cultura, no menos ancestrales padecimientos y sólida económicamente. Y por otro lado y más importante es que Buenos Aires, sufrió dos terribles atentados contra la comunidad, uno en la Embajada de Israel causando numerosas bajas, y gran destrozo, y otro en la AMIA, el mayor atentado en la historia de América Latina, que percibí personalmente cuando vivía en Córdoba y Anchorena, no muy lejos y todo el barrio tembló el día del bombazo. Además de saberse que estuvo patrocinado por algún estado islámico, lo más duro para todos los argentinos, no sólo para los judíos, es que se entorpeció toda investigación para dar con quienes protagonizaron los hechos, practicando una complicidad manifiesta desde distintos gobiernos, y que aun hoy continúan sin esclarecerse los detalles de semejante acto de destrucción y terror como la identidad de los culpables.

A esto podemos añadir que el fiscal Alberto Nisman, con una vida de dandi, lo más distante de un pozo depresivo que se pueda tener idea, murió de un tiro en la cabeza el día antes de asistir a exponer sus convicciones sobre la autoría del atentado. Muerte que se cerró con la poco tranquilizadora carátula de: "suicidio". Caso sobre el cual, en vista de su esclarecimiento, se avanzó con la misma lentitud pasmosa que sobre la masacre de la AMIA.

También cabe apuntar que la oligarquía argentina históricamente fue antisemita, no eran bienvenidos los judíos en los clubes selectos de la sociedad, aun cuando cuya riqueza cumpliese con los requisitos requeridos. El caudillo Juan Domingo Perón y el movimiento que creó fue también poco receptivo con la comunidad judía. Durante el período de la II Guerra Mundial la Argentina en la mayor parte mantuvo la neutralidad, a grandes rasgos, el ejército era de tradición prusiana pero al mismo tiempo con un arraigado sentimiento anti británico, lo cual sumado a la tradición neutral durante la I Guerra y la Guerra del Pacífico propiciaron la neutralidad, hasta que las presiones en 1944 fueron insoportables y debió, casi al final de la guerra, en marzo de 1945 declarar la Guerra al eje. La fuerte inmigración alemana e italiana en el país propiciaba un apoyo pasivo para no condenar al Eje fascista. El Ministro de exteriores Enrique Ruiz Guiñazú durante el ascenso de Hitler, llegó incluso a negar pasaportes a judíos argentinos, y a su vez el diputado  Enrique Dickmann investigó el intento alemán de apoderarse de la Patagonia para luego colonizar el resto del país. Hace mucho que la grieta es una marca registrada argenta.

Las simpatía y oposición al Eje durante los años de guerra fue compleja y tirante, en una Argentina con un importante panorama ideológico de gran diversidad cromática, sin embargo existía más unanimidad en cuanto al rechazo a los Aliados, incluso desde las posiciones políticas antagónicas, por el fuerte rechazo a Inglaterra y EEUU, aunque al final las presiones y el pragmatismo impusieron la alineación con este bando.

Una vez concluída la guerra cuando los oficiales nazis huyeron raudos en las pocas direcciones posibles, una de ellas fue la Argentina de Perón, muchos se establecieron en el sur del país. Como una mueca burlona del destino, a modo de fuste justiciero, muchos de estos criminales de guerra nazis debieron vivir durante años escondidos, humillados por el veredicto de la Historia, mientras observaban como la comunidad judía respetada y querida, se integraba, progresaba y se hacía fuerte e influyente en la capital del país.

Pero aún entendiendo la animosidad que puede embargar a la comunidad y gran parte de la sociedad porteña, el periodismo no debería ceder a la pulsión del embuste, la ocultación y la manipulación de las noticias. Sobre todo cuando son tan bruscas y no hay posibilidad de que el tiempo no termine dejando claros los hechos y sus cómplices. Aunque le supusiese un mayor, y en algunos casos comprensiblemente doloroso ejercicio intelectual, el periodismo debería entregarse a su juramento hipocrático implícito y practicar una profundización en el razonamiento para aproximarse al por qué, mucho antes que a la siempre esquiva y camuflada realidad.

El camino siempre es la verdad.

 

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5 octubre 2023 4 05 /10 /octubre /2023 19:55

Viviría en esos cottages ingleses de techo de paja o de ladrillo a la vista, rodeado de libros y luz tenue

Viviría en una cabaña a veinte metros del mar Caribe, del Mediterráneo, en Baleares, Sicilia o Cerdeña, o en el paseo de Las Canteras en Las Palmas.

Viviría en un loft frente al Central Park, en Greenwich Village,em el Upper East Side amoblado por Woody Allen, y acaso en el Lower Manhattan, incluso en un adosado al inicio de Brooklyn. Sin mis queridas ratas.

Podría vivir en la torre de Plaza España o en los apartamentos del Four Seasons de Madrid, en Palermo Chico, puede que también en un Petit Hotel entre Barracas y San Telmo colindando con Parque Lezama, en Buenos Aires.

En el distrito 1 de Viena, al lado del Graben. O frente al Dam en Amsterdam, en Gamla Stam o en las casas de chocolate al costado de los infinitos lagos en Estocolmo. En un crescent en Bath, o en el barrio de Chelsea o la calle Belgravia de Londres. En Los suburbios de Portland, en alguna torre de Seattle o al lado del Pike Place Market. En Key Bizcayne, en Coconut Grove, o en Miami Beach entre la calle 30 y Ocean Drive y 67 y Collins Avenue, o en Bal Harbour, también podría acostumbrarme a Brickell incluso a la Sabuesera. Sin los adorados mosquitos.

Podría vivir en una clásica estancia en el campo de Buenos Aires, que huela a cuero, a caballo, a asado y a libros, preferentemente en Baradero; también en el barrio de Miramar en Cuba sobre la Avenida 1ª o 5ª entre 14 y 60 o en Santa María. Podría vivir en la Toscana, o entre la plaza del Duomo y el teatro de la Scala en Milán, podría vivir en el Algarve en Portugal, o en toda la costa de Cádiz y buena parte de la Malagueña. Podría vivir en la Costra Brava, en una Massía del interior de Girona o en Sant Feliu de Gixols. En una casa burguesa de Italia del sur de techos altos, tulipas venecianas y jardines misteriosos, en Bari, Brindisi, la Puglia o Calabria. En Beitostolen o en Bergen en Noruega, en Aero en Dinamarca, en Reikiavik frente al mar, en el pueblo Porvoo de Helsinki, en Marsella, en Bordeaux, en toda la Bretaña y buena parte de Normandía. En una casa tradicional japonesa con su jardín Zen en Kioto o en Nara. En uno de los pisos señoriales en León o en una casona de montaña con su chimenea y sus mastines al norte de la provincia.

Pero donde me derretiría por vivir es en un departamento paquetisimo con paredes y suelos irregulares de parquet tan impecable como gastado, vigas de madera noble a la vista, cocina poblada de cacharros de cobre, ventanales amplios, en el barrio Latino, en Trocadero, en Nation, Picpus, Boulevard Saint Germain, o en los Campos de Marte, decoración Woody Allen. Naturalmente en Paris, sin las mimosas chinches.

 

Balcón, sofá jardín
Balcón, sofá jardín
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26 julio 2023 3 26 /07 /julio /2023 00:48

Tenía seis años, había elegido un barco anclado en el Dock Sud de Buenos Aires, para participar del concurso de pintura de La Boca a la que me llevó mi tía Celia. El barco se movía pero logré pintarlo como si lo hubiese captado con una cámara, con un parpadeo prolongado.
El día de los premios me llevé el tercero, al ver el primero y el segundo me sentí tan frustrado que mi tía me preguntó que me ocurría, le dije que mi pintura era mucho más arriesgada y lograda que aquellas dos, entonces me dijo:
-Martín, no sientas lástima de vos mismo- y fue una de las frases que junto a un manojo de citas me han acompañado como muletas auxiliares a lo largo de la vida.
Celia es la hermana mayor de mi padre, ya que el mayor de todos, Ernesto, el ínclito personaje de la política, la mística y la leyenda, concluyó su circulo vital mucho antes que los hermanos. 
Celia vivía hasta ayer, antes de la pnademia desatada en 2020. viajaba de un lado a otro, pintaba, impartía clases, armaba proyectos, tenía energía para protestar por toda injusticia que se cometía alrededor. Inagotable, pero sobre todo era la persona más coherente que conocí, en la realidad y la ficción.  
Eran cinco hermanos, fueron criados por mis abuelos Ernesto y Celia, él un bon vivant, personaje pintoresco de Buenos Aires nacido con el siglo XX, emprendedor empedernido que no concluía ningún proyecto, le seducía más la fase creativa del sueño que su concreción, solidario con los exiliados republicanos españoles, y no obstante pertenecer a una familia tradicional de costumbres conservadoras, mostraba un cariño inusual en la época con sus hijos, a través de juegos, risas, charlas y debates, como más tarde lo hiciera con sus nietos, hombre pícaro, de recursos en la charla, seductor, hedonista a la manera que un caballero podía permitirse. Y mi abuela Celia, una mujer de una educación estricta, pero rica en virtudes, en colegios de monjas, a las que siempre recordó con afecto a pesar de su temprano ateísmo y feminismo militante, nadaba con notable estilo largas distancias, tenía una proverbial puntería en tiro con armas de fuego, y aunque no se salvaba de alguna frivolidad como ganar campeonatos de bridge, fue de las primeras damas argentinas en cabalgar con las piernas a ambos lados de la montura, en fumar, usar pantalones y cortarse el pelo a lo garçon, quien puso a mi tío Ernesto mucho antes de ser el “Che” a aprender francés a los dos años y a Celia a aprender inglés con una institutriz, y no les permitía abandonar las lecciones, lectora empedernida y fuente de la cual Ernestito extrajo la conclusión de que todo en la vida es lograble mediante la fuerza de voluntad.
Tía Celia tenía un año y medio menos que su hermano Ernesto, pasaron la niñez y juventud estrechamente unidos en juegos, deportes, Ernesto estudió medicina que era una carrera familiar, y Celia arquitectura como quería su padre que era ingeniero civil. Ambos recitaban a Machado y quizás por ello tomaron caminos distintos.
No habla en público y casi ni en privado de su hermano por temor a que sean utilizadas sus palabras, todavía ni siquiera ha podido mirar las fotos del cuerpo sin vida del Che en la infame escuelita boliviana. Para ella, él es el hermano mayor, el de las hazañas. Jamás obtuvo prebendas de su imagen sino que al contrario se ofreció para aportar conocimientos de arquitectura en una Cuba que se había quedado de repente vacía de profesionales. Visitó en la cárcel a mi viejo, otro fenomeno, al inicio de la dictadura y al final, cuando nadie progresista entraba a Argentina, salían o bien con la piernas raudas y ligeras sobre el suelo o tiesas hacia delante.
No sé si por haber sido un niño que prefería los rincones para expresarme con mayor libertad hablando conmigo mismo y mis duendes y fantasmas, porque me llevó al concurso de pintura, al estreno de Yellow Submarine, o porque yo admiraba su estilo entre hippie, feminista, desinhibido y su imagen me permitía liberarme a la atracción que sentía, con el toque del barniz edípico que le daba ese condimento hereje e irreverente que me cautivaba, o simplemente por los enigmas propios de cualquier tipo de afecto. A lo largo de los años seguí viendo a Celia de un modo u otro, siempre me enriquecí con sus historias, sus puntos de vista completamente disparatados y milimetricamente exactos a la vez, hemos seguido visitándonos con el océano mediante y le brindó su locura firme, su coherencia disparatada y su cariño, a mi retoño, y soy testigo de cómo, no sólo se puede vivir la vida entera amparado en la coherencia, sino que precisamente hace la vida más fácil de ser andada y entendida, aún cuando en apariencia presente mayores obstáculos, queda más llena de sentido y sobre todo del poder supremo que otorga ser consecuente y acreedor de una buena cuota de dignidad consensuada.

Hoy partió, discutiendo, peleando, con los fantasmas visibles y los palpables, con los presumibles y los agazapados, se fue para descansar pero seguro que ya también está extrañando sus libros, sus investigaciones, su lápiz y sus pinceles. No importa tía, del lado de allá se pinta con soplidos.

Cuando me preguntan cómo sería el Che si estuviese vivo, abstracción en la cual caben dos posibilidades, una, que permaneciese con la edad del héroe de los afiches, y la otra, tan abstracta pero más imaginable, que cargase con sus correspondientes ochenta y nueve años, no tengo dudas, si a lo largo de la vida Ernesto hubiese logrado mantener su coherencia, su valor y su capacidad para romper convencionalismos, sería como tía Celia.

Ernestito y Celita en burro, en el patio de la casa y en Mar del Plata con toda la familia
Ernestito y Celita en burro, en el patio de la casa y en Mar del Plata con toda la familia
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15 junio 2023 4 15 /06 /junio /2023 14:01

Lo que muchos pensaban que era una ensoñación libidinosa perversa de acaudalados ociosos fumados acomodados en sus sofás, o un deseo de escarmiento al poder político proveniente del enfado seudo popular con las instituciones, pero que en ningún caso llegaría siquiera a acercarse a la línea de salida, está hoy en condiciones de producirse de un modo más que objetivo, preocupante y a la vez adrenalinico, contagioso, goloso. Javier Milei es una opción real en la vida pública argentina.

Analicemos sus planteos una vez retirada la capa de barnices. Milei empezará cerrando el Banco Central, eliminará el peso o cualquier denominación de moneda autóctona e instaurará el dólar estadounidense como moneda nacional, aunque ya puestos ¿por qué no Libras esterlinas? y de paso nos ponemos de bandera la Unión Jack, somos Reino Unido y resolvemos todos los problemas de un golpe; incluso el de las Malvinas. Liberará las condiciones para el mercado de compra y venta de todo tipo de armas, en un país donde la violencia cotidiana latente, el prejuicio social y racial es una barrera tangible, palpable, sangrante. Colocará a Victoria Villarroel de vicepresidenta, una defensora sin remilgos ni pruritos de la represión del gobierno de facto de la Junta Militar a las organizaciones guerrilleras, a partidos de izquierda pacíficos, a estudiantes, sindicalistas, intelectuales, etc., defensora de la prohibición del aborto, contraria al estado laico, aunque con un reclamo justo de reconocimiento de todas las víctimas sin distinción ideológica.

Pero lo más curioso, lo más tremendo desde el punto de vista de la involución social reflejada en el retroceso de conciencia del votante argentino, es que Milei les propone regresar al primer capitalismo, el de Birmingham, Liverpool y Manchester del siglo XVIII, previo a la aparición del marxismo precisamente por la desprotección de los trabajadores. Sin estado, sin escuela ni salud pública, sin protección laboral, sin vacaciones ni jubilación, sin derechos para la clase productiva. Se podrá educar y curar quien tenga plata para pagar por ello. Tal es el ideario de los anarcocapitalistas.

Una barbaridad de tal calibre es impensable que haya progresado sin la incalculable ayuda de sus predecesores en la acción y la soflama.

El caldo de cultivo para el desarrollo de estos disparates es una saturación del mundo de la política tradicional, un discurso interesado proveniente de las fauces de un Steve Bannon que contaminó mucho más allá de los confines con que había soñado en un inicio. Esa hiperbólica protección de los más humildes con el dispendio de dos chirolas para perpetuar una clase subsidiaria, ociosa y súbdita de la dádiva, una saturación de los intrincados mecanismos de corrupción de la política tradicional, de su inoperancia y burocratización, que en vez de producir el deseo de asearlos es desviado, deliberadamente, hacia el de sustituirlos. Cabe recordar que en la historia, la única política sin políticos la han protagonizado los militares y los reyes, apropiándose de todo y de todos. El mecanismo que lleva al ser humano a la autofagia de su propia obra, al caos tras la perfección, es digno de estudio, pero de ningún modo conforma una ley natural.

La irrupción de un fenómeno como Milei debería hacernos reflexionar en que es necesario abordar un cúmulo de problemáticas sociales que no son estructurales, pero que se han enquistado en la columna vertebral de la sociedad. Quizás sea hora de promover menos restricciones para la creación de riqueza, para el emprendimiento, más incentivo y motivación para las inversiones, la creación de fuentes de trabajo para las personas paradas, de manera que el bien común obtenga diversos beneficios, económicos y de dignificación de las personas.

Otra cosa es que pague medicina, hospital y escuela privada quien cuente con recursos para ello y lo elija por comodidad, confort, motivos religiosos o de diversa índole personal, pero sin abandonar en un ápice lo público. Otra cosa es retomar una ética del trabajo, del esfuerzo, pero de todas las clases sociales, privilegiados y humildes facilitando más que una vía, un corredor para el ascenso o la estabilidad, a que todo ser humano aspira en la medida de las expectativas que satisfagan sus necesidades. Que la delincuencia no sea una opción tan viable que a veces parece ser la más conveniente, ni entre los ladrones de guante blanco, ni entre los ladrones a pie de calle, que la violencia antes de castigada, sea profundamente tratada en la profilaxis educativa, en la difusión de valores cívicos.

Otra cosa es luchar a brazo partido para que todos esos jóvenes capaces, sedientos de alcanzar diversos horizontes, culturales, empresariales, técnicos, científicos, no se vayan del país, sean considerados un bien y como tal se los trate, y que a aquellos que tuvieron que emigrar se les brinde todo lo posible para que resulte atractivo su retorno, si así lo deseasen. Para analizar a Milei o mejor dicho a los abducidos por su mensaje hay que tomar un cuarto de ácido y observar de frente y sin prejuicios la realidad.

Mi criterio sobre Javier Milei, aun cuando considero indecoroso emitir críticas sobre quienes no conozco, dado su carácter de personaje público me permito decir que es un showman atractivo, con gran desparpajo, insultante, peleador, que va de audaz a temerario, de atrevido a intrépido, esas virtudes no se las quita nadie, y eso atrae, subyuga, en medio de tanta cobardía, de tanta pusilanimidad, un disertante calificado para enseñar historia de la economía aunque un poco repetitivo con Hayek y sus compatriotas austríacos, más que nada para asuntos domésticos, a lo sumo para administrar una empresa modesta, y así mismo un teórico admirable en cuanto a los laberintos dialécticos en que se aventura. De carácter muy irascible, se irrita con demasiada facilidad y desprecia a cualquier disertante que no se somete a su criterio.  ¿Elegirlo para dirigir un país, incluso infinitamente menos complejo que Argentina, aunque fuese el país más simple pequeño y predecible del mundo? Es un disparate solo a la altura de sus propuestas.

O quizás de la locura provenga la razón y a la Argentina le convenga refundarse como un territorio al este de la costa de California o la Texas del siglo XIX, plagado de buscadores de oro y de petróleo, de cowboys armados defendiendo sus feudos, con religiones de estricto cumplimiento de bases calvinistas, donde impere la la ley del Talión y del dólar.

Con suerte este Western Argentina, sentaría las bases luteranas para que dentro de dos siglos podamos vivir en enormes casas en barrios limpios de ateos y viciosos hedonistas, con un patio trasero presidido por una barbacoa a gas que chamusque bien las puntas de las salchichas, los bordes de los patys y las crestas de un manojo de coles hervidas.

Sacramento austral
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2 junio 2023 5 02 /06 /junio /2023 21:26

Crecí en La Habana escuchando música rock de los casetes grabados con dedicación aunque escasísima tecnología, de los discos llevados de guilletén por algún marino, vice pincho o artista viajero de los escasos que ponían sus pies en tierra de "libettá".Alguno era técnico extranjero como Humberto Salomoni, mitad cubano mitad italiano, que incluso era miembro del club Kiss Army, tenía todos los long plays de Paul Simon, Ace Frehley, Peter Criss y Gene Simmons, Humberto tenía discos de Nazareth, de Pat Travers, de Ted Nugent o de un incipiente Iron Maiden. Otros amigos tenían a Deep Purple, Led Zeppelin y un pibe argentino a Rolling Stones. Alexis tenía casetes grabados con alta fidelidad de los Beatles, a quienes todos adorábamos.

A mediados del año '81 un pibe argentino apareció por Miramar de la nada o desde México, con un montón de casetes grabados de fábrica del rock argentino que yo no había tenido la oportunidad de conocer. Grabé todo lo que tenía, lo que más me gustó era Pappo's Blues. Era lo más parecido a lo que yo escuchaba, después Manal y Pescado Rabioso. A Charly García con Sui Géneris no lo consideraba rock sino una especie de trovador más hedonista que los cubanos, pero en ese orden. Pero había un pibe que escuché un año más tarde, tocaba en la banda de Juan Carlos Baglietto. Este muchacho argentino, tenía aquel disco con "De regreso Mirta", y "la vida es una moneda, ojo que hablo de monedas y no de gruesos billetes" . Al poco de eso regresamos a Argentina, diciembre de 1983, todo era destape, tetas, culos, chupadas de pija, de cochas, minas, chupi, baile, porros, creatividad, y mucha música rock por doquier, en el parque Lezama, en Barrancas de Belgrano de gratarola, y en Velez, Nina Hagen teloneada por Virus, Baglietto y ya separado, el flaco Fito Páez, que ya había sacado el álbum Del '63, canción que yo cantaba diciendo "nací en el '63, con Kennedy a la cabeza, una melodía en la nariz, pienso que hasta el aire estaba raro, empezaba mayo" esto último era lo único en que sentía que me diferenciaba de esa canción y de Giros, y de Tres agujas y de la energía de La rumba del piano.

Me gustaba la música de Fito y me identificaba en cierta forma pero era demasiado contemporáneo como para convertirse en un ídolo del rock o de la música ciudadana, que la verdad es que nunca me entusiasmó demasiado. Por aquel tiempo asistía a ver a Celeste Carballo, a Charly a Virus a los Abuelos en los conciertos gratuitos que daban por doquier. Hasta que volvió Pappo a la Argentina y los disfruté como pocos, lo vi solo, con Riff, con BB King, con el gordo Salinas, con Malosetti con Medina y con Botafogo. Los casetes ya no los grababa de los discos traídos de estrangis, sino que los compraba en Corrientes y Callao en Cesar Pó, en Zival's. en plaza Lezica Primera Junta, pero me iba más por Jimmy Rushing, Whiterspoon, Muddy Waters, BB King y esos monstruos a los que me había llevado Jimi Hendrix, más específicamente el último período de Jimi con su banda de gitanos haciendo temas como Machine Gun o estirando los blues como Red House hasta el día de hoy. Más tarde volví a Cuba, no me acostumbraba del todo a estar lejos de los amigos que la vida me había regalado en la isla.

Hasta que por curda, me castigaron a trabajar en un proyecto precioso en Santiago de Cuba, el Baconao Turquino, me dieron a elegir y escogí ser buzo con Ponce y su tripulación buscando coral negro, hundiendo pecios, sacando un cañón de la última batalla naval entre EEUU y España que se cambió por una montura de Maceo, y satisfaciendo al bravo de Lázaro Ponce en sus veleidades de buscador de oro por la cayería de las Doce leguas, o Los Jardines de la Reina, donde, aunque sin cofre, se puede apreciar una joya en un paraíso bajo el agua.

Antes de ir a Santiago de Cuba, apareció una petisa morocha por la UPEC en la Avenida 23, donde nos reuníamos en la tarde para empezar a cargar ron en la modalidad de chakata, mezclado con té y un toque de limón, vestida de negro corte The Cure, para anunciar una película de Fito Páez, la pasarían en la sala de video de la UNEAC, a pocas cuadras de allí. Ahí estuvimos escuchando la historia previa que esta mujer nos contó de las peripecias y desventuras que atravesaron las cintas del filme una vez lo hubieron terminado, producto de un robo, había costado unos ochenta mil dólares, que si bien siempre es plata, en aquel entonces, y para un Fito que empezaba, y mencionado en una Habana sedienta de un fula aquello nos parecía todo el oro del Nilo, también habló de crimen sin castigo. Dejó de hablar, se apagó la luz y comenzó una maravilla de audiovisual en tonos oscuros, violetas, purpuras, negros, azules, un Fito altisonante con letras reventadas, fuertes, repletas de la energía que había hecho al rock arrollar toda otra revolución, me enganchó la película, la canción Ciudad de Pobres corazones, las baladas, "yo no elegí y no quiero, quiero salir y no puedo", que a menudo me sorprendo tarareando. Y Ámbar violeta.

Una vez que estaba buceando detrás de una picúa con una resaca de laguer de tres pares de timbales, salí del agua y me dijeron hay un argentino rompiéndola toda en La Habana. Cuando volví una semana a casa, mi novia de entonces, Alejandra, me contó que su mejor amiga, Jenia, que entonces era novia de mi primo Camilo, había asistido al mítico concierto de Fito en la Habana invitada por Santiaguito Feliú, a que había sido su novio, el coco de ella años atrás. Cuando terminó el concierto, ella le pidió a Santiaguito que se lo presentara, a Jenia le encantaban las lucecitas de colores, y era lo suficientemente linda como para seducirlas y guardarlas en su bolsillo. Se conocieron y ahí mismo dejó plantado a mi primo, se fugó con Fito una semana de joda y singueta. Camilo no se lo tomó tan mal como cabe esperar en el Caribe, pero gracia, lo que se llama gracia con lo rápido que corren los chismes en La Habana no le hizo ninguna. Raulito, hermano de Jenia le tomó afecto a Fito, y como estudiaba piano se aficionó al rock argentino, a través del rosarino conoció la música de Charly que para ese entonces ya contaba con una producción inmensa, Mi suegra, de la pequeña burguesía chilena que había coqueteado con la izquierda cuando Allende, exiliada primero en Bélgica y después en el doce plantas de Alamar, se mostraba tan envidiosa con ese éxito de un argentino nada acorde a los cánones de la Nueva trova o de los milicianos, como habitualmente se mostraban algunos chilenos con los argentinos, profiriendo acusaciones de mariquita que hoy seguro negaría al menos, recordarlo. Como todos los homofobos, anti rock, odiadores del hippismo y de los movimientos elvisprelianos de entonces. He oído en repetidas ocasiones a Fito decir que él no es un genio musical, quizás en el sentido formal y técnico no, pero sí es un bardo genial e hiperproductivo.

Más tarde el Consejo de estado a cargo de quienes estaba acordaron con mi familia que me echarían de Cuba de una patada en el traste, fui al aeropuerto por segunda vez tras una curda olímpica en que no me permitieron abordar el avión, con mi primo camilo, él iba con un guardaespaldas para cuidarlo y que volviese sano, yo iba con guarda pero para asegurarse que esa vez no bebía nada y me iba pa' casa de la pinga poripayá.

Una vez en Buenos Aires pasamos días muy divertidos con Camilo, él habló en un acto donde también habló Robertico Robaina, qeu era famoso por no reusar del todo de una pose de pepillo, al contrario que Luis Orlando Domínguez, el singao de la UJC que habían tronado antes que él. Robertico se dejaba el pelo largo atrás a lo Mc Cartney, y se hacía un doblez en la manga de la camisa, característica de pepillos rockeros. Yo estaba ahí por la curda y las hembras que sobraban y todas querían un pedacito, una reverberación del rabo del guerrillero heroico prohibido en Argentina hasta hacía muy poco tiempo.

Un par de años más tarde, Victoria, una amiga intima de la novia mía de entonces, se fue con su padre que era director de cine a filmar Sur, al sur argentino. Bajaron con Goyeneche y Fito Páez, Al regresar le contó a Úrsula que se había hecho muy amiga de Fito. después lo vi en la Fundación Banco Patricios, donde a menudo actuaban Norman Brisky, Cecilia Rosetto, y todos los fines de semana Urdapilleta y Tortonesse, quienes bajaban a tomar una Heineken una vez terminada la obra, y nos quedábamos hablando de bueyes perdidos. Yo estaba entre los camareros modernos que atendían el bar vestidos por Gripo, con Chuchi una pintora excelente , Rosario y Fabio cantante y bajista de Suárez, Alejandra pintora su novio Richard, y mi amiga Valeria. Rolando era obsesivo de su torta de frutilla, se podía tocar de todo menos esa torta, yo cometí la ignominia de comerme media torta, era muy buen tipo, me aguantó hasta que entre torta, Heinekens y propinas extras me pidió con gran delicadeza, que volviese cuando quisiese pero de parroquiano,

Una tarde asistieron a la obra Fito, Cecilia Roth y Eusebio Poncela, que acababa de filmar Martín H. Los atendí y charlamos un poco. después lo vi en La Habana en uno de mis viajes , Santiago, Raulito y Alejandro me dijeron que me sumase a los amigos que compartirían una botella de ron con Fito y Cecilia en los jardines del Hotel Nacional, así lo hicimos, mi noche terminó después de cantar "por esa calle pasa el 99 nena, ahora vamos hacia allá" mientras Fito rasgaba la guitarra de Santiago, y Cecilia me decía desde atrás, lo recuerdo como si fuese hoy "Martín, deja de beber" . Desperté con ese frío de la madrugada incluso en el Caribe, con las estrellas de techo , como en cierta forma era habitual, pero al menos estabna sobre la hierba de los jardines del Nacional, nadie me robó nada en esa ocasión.

Después Jorge y Juan Mario, amigos de mi mentora Gladys, le hicieron la escenografía de Circo Beat, y así entre una cosa y la otra al escuchar las canciones de Fito, nacido en el '63, en mi país, con algunos amigos comunes, tiempos comunes, aires comunes, aunque no lo conociese llegué a tomarlo como un colega del camino, por otros niveles pero en la misma dirección y similar destino.

Unas décadas más tarde, había terminado de recorrer las superficies donde se apilaban los pallets de la empresa de logística para la cual trabajaba ya en España, y me apresté a aparcar el coche y reservar habitación en el Hotel acostumbrado en la ciudad de Salamanca, cuando veo un cartel "Fiesta universitaria, hoy Fito" seguí de largo en el coche y me quedé pensando que seguro sería Fito y Fitipaldis, un conjunto español que no me interesa en lo más mínimo. Al rato vi otro cartel y puede leer que se trataba de Paéz, en un teatro de Salamanca, y tocaba en un rato. Así que de repente sentí un fuego, un avatar estaba como yo, en la España profunda para cantar su repertorio rioplatense. saqué entrada y esperé. El show fue a capela, solo con guitarra y piano, una maravilla, la última vez que lo había visto Ursula me había invitado como regalo de cumpleaños a un teatro en Plaza Flores, y había un súper show, esta vez era más intimo a priori, hasta que arrancó con Ciudad de pobres corazones elevado sobre su guitarra, una barbaridad. Ahí sentí que a pesar de ser de la misma generación ya podía tomarlo como un ídolo que hizo de su vida lo que yo había derrochado. Así que cuando terminó me quedé esperando en la puerta trasera por donde salían los artistas a que saliese para saludarlo, explicándole un poco fugazmente de que lo conocía, pero eso se parecía mucho al cholulismo que tanto despreciaba, y a la vez quería esperarlo, los minutos pasaban, bajó un amigo suyo rosarino que lo acompaña a todos lados toda la vida, le dije que quería solo saludarlo como argentino contemporáneo y cultor de sus canciones, sobre todo del álbum Ey en ese lugar del mundo. cuando había transcurrido más tiempo del que el decoro me permite admitir, salió un grupo de gente, unas chicas, chicos y en medio él, parecía como si ya supiese que había un pesado esperándolo, y salió del grupo solo un instante para decirme "flaco, no tengo tiempo" y se metió en un coche raudo, duro, desaprensivo y yo me quedé con una cara de boludo que nunca antes había sentido, o mejor dicho sí, la había experimentado, nadie siente lo que no es, pero no estoy seguro todavía, de poder revelar también hoy ese otro episodio, acaso más bochornoso si cabe que el "flaco, rajá de acá" en la parte trasera de un teatro pulgoso de Salamanca.

Podía habérmelo guardado para siempre porque nadie me vio protagonizando semejante ridículo, pero prefiero sacarlo porque cada vez que suena la música de Fito desde entonces siento un desdén, hermanado con el que Camilo experimentó cuando tras hablar Robaina aquella vez en Baires, una de las chicas que nos levantamos, en el coche con que nos condujo a la fiesta, puso de una cara y de otra el casete Ciudad de pobres corazones. 

Y también, en definitiva, años atrás me había tomado su ron. Así que espero que al liberarme de la anécdota, con el rubor compartido, el dar oportunidad a la chanza, me deje también espacio a poder volver a disfrutar "Polaroid de locura ordinaria" sin abochornarme de ese muchacho parado en la noche esperando un saludo de quien, sí, era una estrella pero no para él, sintiendose más boludo que los pollitos y ahora que lo veo dejandose embelesar por los festejos de "El amor después del amor" me pregunto si el boludo puede que sea otro, o que haya dos. Al fin y al cabo, yo había leído a Bukowski mucho antes que Fito supiese que existía.

 

Jardin del Hotel Nacional

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