Cada cubano es un potencial anfitrión de un pequeño Fidel Guarapo Castro alojado en su interior, que según el momento, se hace inmenso.
Lo que no se sabe a ciencia cierta es si ese Fidelito intolerante fue legado por el monster o a él se lo legó la misma estela identitaria que recorre la isla buscando bebés recién nacidos para regarlos de su polvo de fanatismo inflexible. A diestra o siniestra.
Nunca creí que se llegase a este nivel.
Dentro de Cuba veíamos como se borraban de los registros y fotos públicas a deportistas, artistas, cantantes, que decidían tomar el camino más ancestral del ser humano, la emigración por los motivos que cada uno considere pertinentes. Hoy vemos un calco exacto en la diáspora condenando más que censurando a deportistas, artistas, cantantes. Diáspora de la que el porcentaje de verdadero exilio hoy, es tan nimio que se diluye en la totalidad, gente que eran delatores desde niños en las asambleas de moral comunista, lo que llamábamos "chivatones" en el CDR, que dieron golpes a la escoria que se fue en el ochenta por el Mariel y más golpes aún a los refugiados en la Embajada del Perú, hoy los vemos guapeando detrás de la verja como perritos cruzados con jutías, más guerrilleros del Escambray que Cheíto León, más pingunsudos que Mahoma y Mulei El Kader, y que una vez reencontrado su cauce en un aparentemente nuevo, pero antiquísimo púlpito de acusadores en sus nuevos cede erres trumpistas, vociferan contra la selección de pelota cubana, otrora el mayor símbolo de unión dentro todos los acreedores del gentilicio "cubano", cuando en las cárceles de Machado, Batista o el propio Guarapo se detenía la enemistad entre guardias y reos para compartir una sonrisa o una chanza por el triunfo del equipo de sus amores aunque minutos más tarde regresasen a la hosquedad y el dolor.
Cubano: arranca de tu interior ese pequeño gigante Fidel que te impide aceptar que cada uno tenga la ideología y los pensamientos que le dé su real gana, deja penetrar dentro tuyo la esencia de la democracia y quítate esos mecanismos dictatoriales de decirle a cada cual lo que tiene que pensar, lo que está bien y lo que está mal, elige tu pensamiento, tu sensibilidad filosófica e ideológica y deja que cada uno de todos los demás, sea como le salga de sus partes nobles, porque precisamente eso es lo que le reclamamos a la Involución y cada una de las posiciones intolerantes. Esta dolencia es común a toda Latinoamérica con honrosas salvedades pero en el cubano alcanza cotas que superan toda posibilidad de análisis.
Eso aparte del ridículo de politizar el actual team Cuba, que tiene jugadores ultracapitalistas, mucho más que estos berreadores seriales, ex y actuales delatores de toda ralea, pero aunque todos pensasen diametralmente opuesto a mis ideas cosa que jamás tendría porque enterarme, yo hincharía por ellos, como hincho por Messi o por Haaland sin importarme un pepino a quien votan, porque el beisbol, como el fútbol, son deportes no partidos políticos ni manifiestos ideológicos.
En Argentina, por ejemplo, país donde también existe una grieta profunda, hubo dos experiencias en dos mundiales diferentes, en la última conquista la selección del deporte nacional unió a los irreconciliables, cinco millones fueron a recibirla, los unos y los otros olvidando sus diferencias gracias al fútbol. Sin embargo en el Mundial del '78 gran parte de los exiliados que, acaso con cierta razón, boicotearon a la Selección Nacional, hoy sienten bochorno de su decisión de entonces, ante la evidencia de que Videla murió en la cárcel y nada ocultó sus crímenes, mientras que Mario Kempes se convirtió en ídolo inmortal.
La mejor manera de combatir la dictadura sería abrazando a los peloteros en Miami, haciendoles ver que no todo es lo mismo, enseñandoles la virtud de la democracia, de la convivnecia a pesar de las diferencias, la concordia, el civismo y no la misma porquería de intolerancia.
Al final la basura es barrida por la escoba de la Historia, en cambio los títulos, la gloria, permanecen.