Todavía me estoy riendo.
Los rabiosos mal perdedores del madridismo dicen que Mbappé es un "pesetero" que se quedó en su casa, donde nació, donde están sus amigos, sus padres, sus tíos, su idioma, sus comidas, sus esquinas, sus recuerdos, solo por dinero, que no se fue a otro país, donde se habla otra lengua, al club que otrora alardeaba de ser el más rico y por eso se llenaba de galácticos y compraba árbitros y balones de oro a trocha y mocha, porque es un traidor.
¿Perdón? ¿Qué me perdí?
Lo primero, todos, absolutamente todos los deportistas profesionales de elite o el peor pagado de cuarta división, juegan por dinero, y por la mayor cantidad de dinero que puedan conseguir. Absolutamente todos los jugadores extranjeros, incluso de otras provincias, ni siquiera los de otros barrios jugarían en los clubes que conocemos, si fuese gratis, cada uno, el fin de semana, como hacen muchos, jugaría con los amigos en el club que le queda más cerca de la casa.
Pero es más, toda la gente que trabaja lo hace a cambio de una paga, ya sea en forma de salario, comisiones, incentivos.
En toda mi vida, solo he sabido de una persona que dejó su pasar burgués para atender sus utopías, incluso atendió enfermos ad honorem durante toda su vida, a leprosos en Perú, a guajiros y casquitos en Cuba, a nativos en Congo y a campesinos indígenas en Bolivia, además de poder ser un gran profesional henchido de dinero, podía haber tenido la mejor de las vidas como comandante en un régimen en que la erótica del poder que recubre a un comandante, es mucho mayor que la de un gran magnate en las economías de mercado, y dejó todo, para luchar hasta morir pesando la mitad de sus kilogramos, persiguiendo sus afanes, objetivos, sueños, que nada tenían que ver con los beneficios materiales. Otro podría haber sido Jesús, solo que la distancia en el tiempo pueden haber difuminado los límites entre la ficción mística y la realidad.
Todos los demás que he conocido, han sido "peseteros" si ese término se usa en carácter descriptivo para referirse a quien cobra a cambio de los servicios prestados en materia de empleo, pero si se utiliza en tono peyorativo, entonces también todos, absolutamente todos hoy en día, son peseteros, solo que unos pueden ganar más y otros, mordisqueandose las uñas, se quedan a verlas pasar.