" />
Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
2 junio 2023 5 02 /06 /junio /2023 21:26

Crecí en La Habana escuchando música rock de los casetes grabados con dedicación aunque escasísima tecnología, de los discos llevados de guilletén por algún marino, vice pincho o artista viajero de los escasos que ponían sus pies en tierra de "libettá".Alguno era técnico extranjero como Humberto Salomoni, mitad cubano mitad italiano, que incluso era miembro del club Kiss Army, tenía todos los long plays de Paul Simon, Ace Frehley, Peter Criss y Gene Simmons, Humberto tenía discos de Nazareth, de Pat Travers, de Ted Nugent o de un incipiente Iron Maiden. Otros amigos tenían a Deep Purple, Led Zeppelin y un pibe argentino a Rolling Stones. Alexis tenía casetes grabados con alta fidelidad de los Beatles, a quienes todos adorábamos.

A mediados del año '81 un pibe argentino apareció por Miramar de la nada o desde México, con un montón de casetes grabados de fábrica del rock argentino que yo no había tenido la oportunidad de conocer. Grabé todo lo que tenía, lo que más me gustó era Pappo's Blues. Era lo más parecido a lo que yo escuchaba, después Manal y Pescado Rabioso. A Charly García con Sui Géneris no lo consideraba rock sino una especie de trovador más hedonista que los cubanos, pero en ese orden. Pero había un pibe que escuché un año más tarde, tocaba en la banda de Juan Carlos Baglietto. Este muchacho argentino, tenía aquel disco con "De regreso Mirta", y "la vida es una moneda, ojo que hablo de monedas y no de gruesos billetes" . Al poco de eso regresamos a Argentina, diciembre de 1983, todo era destape, tetas, culos, chupadas de pija, de cochas, minas, chupi, baile, porros, creatividad, y mucha música rock por doquier, en el parque Lezama, en Barrancas de Belgrano de gratarola, y en Velez, Nina Hagen teloneada por Virus, Baglietto y ya separado, el flaco Fito Páez, que ya había sacado el álbum Del '63, canción que yo cantaba diciendo "nací en el '63, con Kennedy a la cabeza, una melodía en la nariz, pienso que hasta el aire estaba raro, empezaba mayo" esto último era lo único en que sentía que me diferenciaba de esa canción y de Giros, y de Tres agujas y de la energía de La rumba del piano.

Me gustaba la música de Fito y me identificaba en cierta forma pero era demasiado contemporáneo como para convertirse en un ídolo del rock o de la música ciudadana, que la verdad es que nunca me entusiasmó demasiado. Por aquel tiempo asistía a ver a Celeste Carballo, a Charly a Virus a los Abuelos en los conciertos gratuitos que daban por doquier. Hasta que volvió Pappo a la Argentina y los disfruté como pocos, lo vi solo, con Riff, con BB King, con el gordo Salinas, con Malosetti con Medina y con Botafogo. Los casetes ya no los grababa de los discos traídos de estrangis, sino que los compraba en Corrientes y Callao en Cesar Pó, en Zival's. en plaza Lezica Primera Junta, pero me iba más por Jimmy Rushing, Whiterspoon, Muddy Waters, BB King y esos monstruos a los que me había llevado Jimi Hendrix, más específicamente el último período de Jimi con su banda de gitanos haciendo temas como Machine Gun o estirando los blues como Red House hasta el día de hoy. Más tarde volví a Cuba, no me acostumbraba del todo a estar lejos de los amigos que la vida me había regalado en la isla.

Hasta que por curda, me castigaron a trabajar en un proyecto precioso en Santiago de Cuba, el Baconao Turquino, me dieron a elegir y escogí ser buzo con Ponce y su tripulación buscando coral negro, hundiendo pecios, sacando un cañón de la última batalla naval entre EEUU y España que se cambió por una montura de Maceo, y satisfaciendo al bravo de Lázaro Ponce en sus veleidades de buscador de oro por la cayería de las Doce leguas, o Los Jardines de la Reina, donde, aunque sin cofre, se puede apreciar una joya en un paraíso bajo el agua.

Antes de ir a Santiago de Cuba, apareció una petisa morocha por la UPEC en la Avenida 23, donde nos reuníamos en la tarde para empezar a cargar ron en la modalidad de chakata, mezclado con té y un toque de limón, vestida de negro corte The Cure, para anunciar una película de Fito Páez, la pasarían en la sala de video de la UNEAC, a pocas cuadras de allí. Ahí estuvimos escuchando la historia previa que esta mujer nos contó de las peripecias y desventuras que atravesaron las cintas del filme una vez lo hubieron terminado, producto de un robo, había costado unos ochenta mil dólares, que si bien siempre es plata, en aquel entonces, y para un Fito que empezaba, y mencionado en una Habana sedienta de un fula aquello nos parecía todo el oro del Nilo, también habló de crimen sin castigo. Dejó de hablar, se apagó la luz y comenzó una maravilla de audiovisual en tonos oscuros, violetas, purpuras, negros, azules, un Fito altisonante con letras reventadas, fuertes, repletas de la energía que había hecho al rock arrollar toda otra revolución, me enganchó la película, la canción Ciudad de Pobres corazones, las baladas, "yo no elegí y no quiero, quiero salir y no puedo", que a menudo me sorprendo tarareando. Y Ámbar violeta.

Una vez que estaba buceando detrás de una picúa con una resaca de laguer de tres pares de timbales, salí del agua y me dijeron hay un argentino rompiéndola toda en La Habana. Cuando volví una semana a casa, mi novia de entonces, Alejandra, me contó que su mejor amiga, Jenia, que entonces era novia de mi primo Camilo, había asistido al mítico concierto de Fito en la Habana invitada por Santiaguito Feliú, a que había sido su novio, el coco de ella años atrás. Cuando terminó el concierto, ella le pidió a Santiaguito que se lo presentara, a Jenia le encantaban las lucecitas de colores, y era lo suficientemente linda como para seducirlas y guardarlas en su bolsillo. Se conocieron y ahí mismo dejó plantado a mi primo, se fugó con Fito una semana de joda y singueta. Camilo no se lo tomó tan mal como cabe esperar en el Caribe, pero gracia, lo que se llama gracia con lo rápido que corren los chismes en La Habana no le hizo ninguna. Raulito, hermano de Jenia le tomó afecto a Fito, y como estudiaba piano se aficionó al rock argentino, a través del rosarino conoció la música de Charly que para ese entonces ya contaba con una producción inmensa, Mi suegra, de la pequeña burguesía chilena que había coqueteado con la izquierda cuando Allende, exiliada primero en Bélgica y después en el doce plantas de Alamar, se mostraba tan envidiosa con ese éxito de un argentino nada acorde a los cánones de la Nueva trova o de los milicianos, como habitualmente se mostraban algunos chilenos con los argentinos, profiriendo acusaciones de mariquita que hoy seguro negaría al menos, recordarlo. Como todos los homofobos, anti rock, odiadores del hippismo y de los movimientos elvisprelianos de entonces. He oído en repetidas ocasiones a Fito decir que él no es un genio musical, quizás en el sentido formal y técnico no, pero sí es un bardo genial e hiperproductivo.

Más tarde el Consejo de estado a cargo de quienes estaba acordaron con mi familia que me echarían de Cuba de una patada en el traste, fui al aeropuerto por segunda vez tras una curda olímpica en que no me permitieron abordar el avión, con mi primo camilo, él iba con un guardaespaldas para cuidarlo y que volviese sano, yo iba con guarda pero para asegurarse que esa vez no bebía nada y me iba pa' casa de la pinga poripayá.

Una vez en Buenos Aires pasamos días muy divertidos con Camilo, él habló en un acto donde también habló Robertico Robaina, qeu era famoso por no reusar del todo de una pose de pepillo, al contrario que Luis Orlando Domínguez, el singao de la UJC que habían tronado antes que él. Robertico se dejaba el pelo largo atrás a lo Mc Cartney, y se hacía un doblez en la manga de la camisa, característica de pepillos rockeros. Yo estaba ahí por la curda y las hembras que sobraban y todas querían un pedacito, una reverberación del rabo del guerrillero heroico prohibido en Argentina hasta hacía muy poco tiempo.

Un par de años más tarde, Victoria, una amiga intima de la novia mía de entonces, se fue con su padre que era director de cine a filmar Sur, al sur argentino. Bajaron con Goyeneche y Fito Páez, Al regresar le contó a Úrsula que se había hecho muy amiga de Fito. después lo vi en la Fundación Banco Patricios, donde a menudo actuaban Norman Brisky, Cecilia Rosetto, y todos los fines de semana Urdapilleta y Tortonesse, quienes bajaban a tomar una Heineken una vez terminada la obra, y nos quedábamos hablando de bueyes perdidos. Yo estaba entre los camareros modernos que atendían el bar vestidos por Gripo, con Chuchi una pintora excelente , Rosario y Fabio cantante y bajista de Suárez, Alejandra pintora su novio Richard, y mi amiga Valeria. Rolando era obsesivo de su torta de frutilla, se podía tocar de todo menos esa torta, yo cometí la ignominia de comerme media torta, era muy buen tipo, me aguantó hasta que entre torta, Heinekens y propinas extras me pidió con gran delicadeza, que volviese cuando quisiese pero de parroquiano,

Una tarde asistieron a la obra Fito, Cecilia Roth y Eusebio Poncela, que acababa de filmar Martín H. Los atendí y charlamos un poco. después lo vi en La Habana en uno de mis viajes , Santiago, Raulito y Alejandro me dijeron que me sumase a los amigos que compartirían una botella de ron con Fito y Cecilia en los jardines del Hotel Nacional, así lo hicimos, mi noche terminó después de cantar "por esa calle pasa el 99 nena, ahora vamos hacia allá" mientras Fito rasgaba la guitarra de Santiago, y Cecilia me decía desde atrás, lo recuerdo como si fuese hoy "Martín, deja de beber" . Desperté con ese frío de la madrugada incluso en el Caribe, con las estrellas de techo , como en cierta forma era habitual, pero al menos estabna sobre la hierba de los jardines del Nacional, nadie me robó nada en esa ocasión.

Después Jorge y Juan Mario, amigos de mi mentora Gladys, le hicieron la escenografía de Circo Beat, y así entre una cosa y la otra al escuchar las canciones de Fito, nacido en el '63, en mi país, con algunos amigos comunes, tiempos comunes, aires comunes, aunque no lo conociese llegué a tomarlo como un colega del camino, por otros niveles pero en la misma dirección y similar destino.

Unas décadas más tarde, había terminado de recorrer las superficies donde se apilaban los pallets de la empresa de logística para la cual trabajaba ya en España, y me apresté a aparcar el coche y reservar habitación en el Hotel acostumbrado en la ciudad de Salamanca, cuando veo un cartel "Fiesta universitaria, hoy Fito" seguí de largo en el coche y me quedé pensando que seguro sería Fito y Fitipaldis, un conjunto español que no me interesa en lo más mínimo. Al rato vi otro cartel y puede leer que se trataba de Paéz, en un teatro de Salamanca, y tocaba en un rato. Así que de repente sentí un fuego, un avatar estaba como yo, en la España profunda para cantar su repertorio rioplatense. saqué entrada y esperé. El show fue a capela, solo con guitarra y piano, una maravilla, la última vez que lo había visto Ursula me había invitado como regalo de cumpleaños a un teatro en Plaza Flores, y había un súper show, esta vez era más intimo a priori, hasta que arrancó con Ciudad de pobres corazones elevado sobre su guitarra, una barbaridad. Ahí sentí que a pesar de ser de la misma generación ya podía tomarlo como un ídolo que hizo de su vida lo que yo había derrochado. Así que cuando terminó me quedé esperando en la puerta trasera por donde salían los artistas a que saliese para saludarlo, explicándole un poco fugazmente de que lo conocía, pero eso se parecía mucho al cholulismo que tanto despreciaba, y a la vez quería esperarlo, los minutos pasaban, bajó un amigo suyo rosarino que lo acompaña a todos lados toda la vida, le dije que quería solo saludarlo como argentino contemporáneo y cultor de sus canciones, sobre todo del álbum Ey en ese lugar del mundo. cuando había transcurrido más tiempo del que el decoro me permite admitir, salió un grupo de gente, unas chicas, chicos y en medio él, parecía como si ya supiese que había un pesado esperándolo, y salió del grupo solo un instante para decirme "flaco, no tengo tiempo" y se metió en un coche raudo, duro, desaprensivo y yo me quedé con una cara de boludo que nunca antes había sentido, o mejor dicho sí, la había experimentado, nadie siente lo que no es, pero no estoy seguro todavía, de poder revelar también hoy ese otro episodio, acaso más bochornoso si cabe que el "flaco, rajá de acá" en la parte trasera de un teatro pulgoso de Salamanca.

Podía habérmelo guardado para siempre porque nadie me vio protagonizando semejante ridículo, pero prefiero sacarlo porque cada vez que suena la música de Fito desde entonces siento un desdén, hermanado con el que Camilo experimentó cuando tras hablar Robaina aquella vez en Baires, una de las chicas que nos levantamos, en el coche con que nos condujo a la fiesta, puso de una cara y de otra el casete Ciudad de pobres corazones. 

Y también, en definitiva, años atrás me había tomado su ron. Así que espero que al liberarme de la anécdota, con el rubor compartido, el dar oportunidad a la chanza, me deje también espacio a poder volver a disfrutar "Polaroid de locura ordinaria" sin abochornarme de ese muchacho parado en la noche esperando un saludo de quien, sí, era una estrella pero no para él, sintiendose más boludo que los pollitos y ahora que lo veo dejandose embelesar por los festejos de "El amor después del amor" me pregunto si el boludo puede que sea otro, o que haya dos. Al fin y al cabo, yo había leído a Bukowski mucho antes que Fito supiese que existía.

 

Jardin del Hotel Nacional

Jardin del Hotel Nacional

Compartir este post
Repost0

Comentarios

Presentación

  • : El blog de martinguevara
  • : Mi déjà vu. En este espacio comparto reflexiones, flashes sobre la actualidad y el sedimento de la memoria.
  • Contacto