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El blog de martinguevara

La paz del bullicio

6 Junio 2023 , Escrito por martinguevara

De igual manera que los religiosos dicen que "los caminos de Dios son misteriosos" los agnósticos debemos aplicarlo a lo que llamamos casualidad, que no es más que un conjunto de causalidades de las cuales desconocemos los mecanismo que las sustentan.

A mi me suelen pasar cosas entre raras, graciosas y bizarras, acaso también siempre las he andado sembrando para luego cosecharlas, pero desde hace un tiempo, un personaje eremita se fue apoderando de mi vida cotidiana sin darme cuenta del todo de las consecuencias que ello podría acarrear. Tras dejar el alcohol y sucedáneos de a poco fui viendo que no era tan gregario como creía ser, y que las reuniones de más de tres me causaban cierta impaciencia, inquietud, incomodidad. En cambio dos o tres eran perfectas, porque de ese modo la comunicación estaba garantizada hasta el punto en que pudiese producirse, ya fuese más tarde o temprano, el silencio entre dos no deja mucho espacio para esquivar la evidencia de que todo interés fue exprimido y la reunión acabó. Con el tiempo fui sintiéndome cada vez mejor estando solo, me divorcié, veía a mi hijo pequeño cada día, el único que me insuflaba ganas de disfrutar de tiempo compartido, y la presencia femenina alrededor en forma de amantes sin demasiada implicación personal y profundizando en una cita mía que convertí en lema "en el vaso de mi baño un cepillo de dientes es suficiente" , creyéndome acaso original, interesante, conocedor de una especie de verdad que el resto, abreviados en sus márgenes, atravesados por vidas pusilánimes, ignoraba. Típico de pelotudos. Y cada vez fui alejando más a los nuevos conocidos, hasta que me aparté de mis amigos más encarecidos, con la inestimable ayuda de estas benditas malditas redes sociales, "no puedo hoy, tengo cosas que hacer", "me voy de viaje", "estoy cansado", "gracias pero no" etc., y por supuesto toda esa gente a la que fui dándoles el bate, echándoles repelente de manera subrepticia, comenzaron a entender el mensaje no demasiado oculto. Hasta que quitando las amantes ocasionales de cada vez menos tiempo de interacción, y algún que otro gran amigo de los que no abandona ni echándoles gasolina y encendiendo un fósforo, fui quedándome, como era pretendido, a placer, a mis anchas, absolutamente desatestiguado. La gente no sabe que soy extremadamente tímido, me dijo hace poco chica a la que le comenté que me gustaba su culo: "cualquiera lo diría" y entonces me di cuenta que ya nadie me creería nada, ni siquiera lo que realmente rezumase mi esencia, ya me estaban cubriendo tantas escamas y capas de moho que no se veía el haz de luz que indica el camino a la médula espinal. Aún así seguí y seguí, la madre de mi segundo hijo, que nunca me soltó la mano a pesar del escaso decoro que en ocasiones mostré en mis devaneos, me decía "no juegues a este juego, porque ya toda tu familia está lejos, no te hablan muchos por la política, otros por el carácter y la mayoría por la falta de roce, tus amigos lejos, los últimos también los estás alejando, cuidado, no arriesgues tanto" La verdad es que la escuché, como siempre tenía razón en todo, pero no podía evitar el peso de la gravedad o aun sentía un intimo placer en representar ese personaje un tanto cínico, interesado en la cultura, la lectura, dos o tres chupamedias, algunos culos y tetas, y mucho pensamiento revelador de la nada más absoluta, de la inutilidad más pulida, más perfecta e intransferible que he conocido, el esfuerzo más improductivo que me fuese posible alcanzar.

Así es que el mayor tesoro de mi vida, que son las almas que se han unido a mis pasos a lo largo del camino, los que no me vinieron dados, sino elegidos los fui apartando y me quedé lo que se llama, lo que se conoce, como materialmente solo. Por fin llegué a ese estado de nirvana, en que estando rodeado de ciudades, bullicio mundano, viajando todo el tiempo, lidiando con la pelotudez de la sociedad desde la clarividencia de mi inteligencia, conseguí alcanzar la soledad en mi genuina nube de pedo estelar.

Murió mi tía Celia, que había sido un ejemplo en muchas virtudes pero también en este terreno, en como hacer para alejar toda ayuda posible, vi a mi viejo solo, pensé en mi guía espiritual Gladys que murió sin nos diésemos un abrazo aunque ya concedidos los respectivos perdones, en mi vieja que se fue en su cama tras el café sola, y solo yo de ella, en Yiye, hierático, alejado, helado. En ese entonces estaba comenzando a conocer a una mujer como no me pasaba en toda esa época de búsqueda de mi mismo no sé bien para regodearme en qué rincón de este enorme espacio habitado de recuerdos y fantasmas que inunda mi interior. Regresé a casa, me pregunté que hago, donde vivo, como vivo, ¿vivo?

Y me dispuse a desandar una parte del recodo del camino transitado con las alpargatas malolientes, las uñas en la tierra cercenando lombrices, sentí por primera vez la profundidad de la espina que llevaba inserta en el talón. Abracé a mi hijo, a mi ex esposa, a la amante anterior  del gym y a la nueva la amé más, y justo cuando en mi pecho estallaba un empujón que hizo volar por el aire la armadura que me protegía de los deseos y temores, fui abandonado en un santiamén, como yo mismo había dejado envueltas entre las pelusas de debajo de la cama, cada cuenta del rosario que había sido legado con mimo entre los dedos de mis manos.

Y así como el dolor y el amor comparten gestos, aullidos y suspiros, antes de llegar al fondo, volví a levantar la astilla que provoca la chispa con otro beso, pero no hay boca que arrastre el vacío de otra boca, y corrí a destapar las arterias resecas desesperadas por el flujo vital, y me percaté a tiempo, de que solos no somos nadie, de que la velocidad se ve andando, de que más valen cien palomas volando que una en la mano. Y que la senda de la esperanza es una promesa vacía y un escalón tras otro, el asidero de un abrazo.

 

Monet

Monet

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