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El blog de martinguevara

Guillén subversivo

17 Febrero 2014 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Cuba Opinión

 

 

 

Debía regresar de ver a mi amigo chimpancé en el zoológico no antes de las cinco de la tarde, para mantener en secreto en el Hotel Habana Libre mi inasistencia a clases. Cuando llegaba más temprano o bien me iba a caminar por la calle Infanta, o iba al museo Napoleónico, a la escalinata de la Universidad o bien a una pequeña librería y también  tienda para saciar a uno de los pocos hobbies individuales contra los que asombrosamente, el Estado no sólo no atentó sino que incluso  promovió, la filatelia, que estaba en la calle L y 25. Unos pocos años más tarde ambas tiendas se trasladaron unificadas a la esquina más centrica del barrio de El Vedado, en las intersecciones de las calles L y 23.

A raíz de un más que correcto artículo que leí hoy sobre las librerías en Cuba, me asaltó el recuerdo del paupérrimo espectáculo que ofecía la estatería de los libros, aún cuando contaba con todos esos ejemplares soviéticos de ciencias, escasa literatura y artes además de los de Ediciones Cubanas, comparado con la vivacidad y autenticidad del mostrador de los sellos postales.

En lo que a mi sensibilidad respecta y a la de muchos conocidos, lo que nos predispuso en contra o a estar de espaldas a la "Involución" cubana no fue la falta de acceso al consumo, ya que éramos más bien entusiastas defensores de que las personas podíamos ser igual de felices sin la necesidad de comprar compulsivamente, de hecho no recuerdo haberme sumado a esa ola del transformismo post moderno que algunos amigos padecieron o experimentaron según se lo mire, aunque es cierto que si bien en lo estrictamente personal la compra de baratijas no constituye para mi ningún bálsamo ni sustituto de otras carencias, defiendo la belleza plástica del paisaje en el que la variedad de artículos en el mercado toman parte desde ropa hasta pintura para inmuebles, frente a aquellas pretendidamente artísticas aguafuertes de las calles de La Habana desconchadas como ruinas de post guerra, de las cuales el fotógrafo huye despavorido apenas concluye el trabajo del obturador de su cámara.

Exceptuando algún añorado sándwich, equipos e instrumentos de música, algún perfume francés, y el sempiterno blue jean de Levi Strauss, lo que echábamos mis amigo y yo de menos era la libertad de escribir, pensar, debatir, viajar, expresar lo que sea en cualquier medio y soporte.  

Y por supuesto para alimentar lo anterior, el acceso a todo tipo de  lecturas. Paradójicamente en el único país de Latinoamérica que hacía gala de contar con la totalidad d ela población alfabetizada y donde ciertamente se invertían no pocos recursos y tiempo en la educación y el adoctrinamiento de la masa.

 Hoy se pueden encontrar más y menos títulos que en los años en que la isla era un satélite de la URSS, en aquel entonces era imposible simplemente que Padura publicase lo que hoy publica, y varios de los títulos que hoy se pueden leer estaban directamente prohibidos, además de estar desaocnsejadas publicaciones como Pradiso de Lezama Lima, nada acerca de la cultura Yoruba o el sincretismo religioso, considerado igual de procaz que lo que lo había considerado la burguesía pero ocultado con mayor denodo, por otro lado sí que se encontraban en las estanterías los más plomizos e insufribles portavoces del Realismo Socialista asi mismo como una nutrida cantidad de libros científicos de la editorial MIR y libros de arte con una gran  confección a precios subvencionados sobre los pintores que había en el Museo Hermitage.

 

 

La declaración de que "dentro de la Revolución todo y fuera de esta nada" de Fidel fue letal para la cultura, fue devastador, hasta los más intelectuales valores de la cultura nacional que eran numerosos y de enorme calado, se vieron conminados a manifestarse sin titubeos en favor de la restricción y censura total y absoluta del régimen o destinar toda su obra al exilio editorial, cuando no exiliarse de hecho ellos mismos. 

 

Hay muchos capítulos duros, tremendos, muy graves, algunos que van aparejados a desaparición física de personas, otros a penas y dolores intensos que deberán ser revisados e investigados con el fin de que nunca se repitan una vez acabado el perverso experimento que ya dobló la curva hacia su segundo medio siglo. Pero acaso sea en el atque frontal a la expresión escrita en el que más se deberá ahondar por su carácter depredador de toda posibilidad de producir bienes artísticos y culturales de calidad, de la destrucción del discenso, del principio filosófico hegeliano y luego marxista de la negación de la negación, condición sine qua non para el progreso o simplemente el arribo a la "razón"; por su utilidad como rudimento para aplicar la lobotomía colectiva, la instrumentalización ideológica que por un lado tanto daño causó a varias generaciones, y por otro y aún peor, tanto rechazo causa a las actuales y causará a las futuras a la hora de separar la paja del trigo, y saber ver y reconocer aquello positivo y hasta conveniente o necesario en la cultura colectiva, que por simple y muy comprensible saturación será imposible de ver con buenos ojos en la educación post-dirigida.

 

Ese doble daño, el de las generaciones que no tuvieron posibilidad de ser Carpentier, Lezama Lima, Vitier, Cabrera Infante, Marinello, Portocarrero, Lam, Guillén, Mella, al no poder estar conformados por la diversidad de arcilla cultural a la que tuvieron acceso los propios revolucionarios que luego negaron a las nuevas generaciones la bondad de todo el caudal de conocimientos que los libros nos legan, como el mismo Fidel Castro y familia, Hart Dávalos, Roa, Ernesto Guevara, Fernández Retamar, Carlos Rafael Rodriguez, Chibás, Frank País, Hydee Santamaría, Vilma Espin y un extenso etcétera de Saturnos fagocitadores de sus propios hijos, y el de las generaciones que no tendrán el más mínimo respeto, simpatía y por ende casi ni idea de la obra y el conocimiento legado por ilustres filósofos, artistas, activistas revolucionarios, honestamente ilusionados con la posibilidad de un cambio hacia un mundo más justo, y mucho menos de aquellos concebidos bajo la sombra de los totalitarismos comunistas, entre los que ciertamente constituyen la inmensa mayoría los de nula calidad artística.

 

Así mismo como se avizora un arduo trabajo para que las nuevas generaciones recuperen el entusiasmo por proyectos sociales colectivos, por volver a percibir con algo de simpatía alguna vez la militancia política, será de complicado mantener en la primera línea de las vidrieras de las librerías a Gorki, a Cardenal y a Guillén.

Aunque del bueno de Nicolás hace mucho tiempo ya que el poema "Tengo", debería estar catalogado como material subversivo de alto voltaje. 

 

Reproduzco dos estrofas que más que una loa a la "Involución", parecen haber sido escritas hoy como una reivindicación airada de un poeta disidente a punto de familiarizarse con el tacto fresco de los barrotes en las mejillas.

 

"Tengo, vamos a ver,

tengo el gusto de ir

yo, campesino, obrero, gente simple,

tengo el gusto de ir

(es un ejemplo)

a un banco y hablar con el administrador,

no en inglés,

no en señor,

sino decirle compañero como se dice en español.

 

Tengo, vamos a ver,

que siendo un negro

nadie me puede detener

a la puerta de un dancing o de un bar.

O bien en la carpeta de un hotel

gritarme que no hay pieza,

una mínima pieza y no una pieza colosal,

una pequeña pieza donde yo pueda descansar.

 

 

Fragmento de : TENGO - Poemas de Nicolás Guillén

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A Santi

12 Febrero 2014 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Cuba flash.

 

 

Acabo de enterarme de algo que me dejó helado.
Ha muerto el Gran Santiago Feliú, para todos nosotros Santi.

No tengo ahora las palabras correctas porque me acabo de enterar, pero quería ante nada dejar aquí de manifiesto mi más íntimo respeto por todo lo que fue su carrera, su valor para hacer lo que le daba la real y santísima gana, un revolucionario en mejor sentido de la palabra, en muchos terrenos, incluso ha hecho que un servidor, que no soportaba a Nueva Trova clásica, a Silvio, Pablo, Noel, Sara, y su propio hermano Vicente, terminase abrazando la estética y cierto mensaje de ese sub-movimiento. 
Los que vivíamos en Cuba vimos una sensible pero importantísima diferencia que naturalmente desde afuera no se puede explicar de fácil manera, cuando salieron él, Xiomara Laugart, Tosca, Donato y Roberto Poveda, Delgado, Gerardo Alfonso, Carlos Varela, Jose Luis Barba, Adrián y algunos otros que seguro paso por alto de aquella época, que aunque trovadores, llevaban muy impregnado lo social y rebelde del Rock'n'roll que yo abrazaba y disfrutaba. 
Tal era así que por mucho tiempo yo prefería ir a sus recitales aunque sus canciones no me gustasen de una manera especial, excepto la voz de Xiomara, porque el antes el durante y el después era propio de la vida de rock, las chicas de alrededor, las modas, las substancias los pensamientos y hasta muchas letras, que ir a los recitales de los inocentes y a veces demasiados estereotipados aunque muy valientes conjuntos de rock, que se limitaban a hacer versiones domésticas de los grandes grupos de moda de fuera de la hermética isla, fundamentalmente ingleses y norteamericanos.

Ese grupo paradigmático de la Trova contestataria cubana, entre la cual Santiaguito sobresalió por su carácter de lobo solitario porque aunque gregario como él solo, podía vivir con cincuenta personas alrededor, también era particular y precisaba su propio espacio como todo creador diferente, también por su propia obra, su precioso dúo con Gunila en Vida, y también porque no decirlo por su parentesco con Vicente, uno de los tótems de la “Nueva vieja Trova” y además vocero del establishment, y por su condición de ahijado de Silvio Rodríguez, quien según tengo entendido lo ha querido bien hasta ayer mismo... al menos a él sí lo quiso como es debido. 
Santiago tuvo valor para muchas cosas que hoy parecen fáciles o minúsculas, pero que en aquel hermetismo se precisaba contar con una determinación y una personalidad fuera de lo común, decidida y valerosa, desde hacerse a sí mismo sin pasar por el aro de nada de lo que se suponía había que hacer, ni cumplir con requisitos académicos, ni guardar la forma oficial u oficiosa, ni hacer nada de lo que le sugería Vicente y Silvio, sino muchas veces lo contrario. Supo amalgamar las poses y las bondades típicas del éxito oficial con una gran dignidad y honestidad artística distintivas de la cultura alternativa.

 No me interesan las diferencias que hubo con los demás componentes de aquel grupo, que las hubo claro está, como en cualquier movimiento, lo importante es que fue fiel a sí mismo. Lo fue siempre. 
No es que lo diga hoy, se lo dije a él en más de una ocasión, aún cuando pensaba diferente en muchas cosas, sin llegar a la intimidad que concede la amistad, coincidimos por edad y por afinidades en varios grupos de amigos comunes.

Su modo de vida era sólo para él, un verdadero Rolling Stone, y un verdadero trovador solitario con sus propios sueños y sus propias utopías y poesías. Aunque no coincidiese con él y su entorno en muchas cosas, le guardo desde siempre por ser de mi propia generación y ser tan independiente y valiente, un gran respeto y afecto como ser humano, también quiero saludar a su hermana Ruchi. 

Santi, donde quiera que estés si me lo permites, mis respetos y mi cariño irán contigo, ojalá encuentres toda la paz que te mereces, eres un grande, y aunque tu
muerte a los 51 años puede parecer muy prematura y en cierta forma lo es,, también es cierto que te llevas en la alforja una cantidad tan enorme de experiencias vividas que dejarás sonrojado, sin aliento, a cualquiera de los dos mandamases con quien tengas el gusto de comenzar a discrepar en cuanto hayas puesto tus pies y dejado tu alforja y la guitarra en alguna habitación desordenada del más allá, ya sea al de la barba blanca que lo cree saber todo o al de la cola roja que todo lo sabe.

 

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La monarquía lumpen

8 Febrero 2014 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Europa Aorta

 

 

De entrada debo decir en honor a la verdad, que al adquirir la doble nacionalidad española, fui conminado a jurar lealtad a España y al rey en un acto solemne, y antes de aceptar hacerlo por la parte que correspondía a la monarquía medité profundamente sobre lo que iba a hacer, los actos no son gratuitos, atan a las personas a determinadas consecuencias, y a pesar de lo anacrónico y hasta disparatado que consideraba el procedimiento de la cópula y posterior fecundación del óvulo como único requisito para establecer la jefatura de Estado, y de lo injusto que me parecía históricamente dicha institución, convine hacerlo, porque ciertamente pude tras escarbar mucho en razones que me socorriesen en mi cometido, encontrar virtudes en Juan Carlos Borbón Dos Sicilias, en su papel como una instancia supra partidista, en una España que no tenía ni mucho menos aún resuelto su horrible pasado reciente de dolor, sangre y lágrimas. Y por supuesto, nobleza obliga, también porque jurar la lealtad a su alteza no es que conviniese a mis intereses más íntimos, sino que me agenciaba en aquel entonces una situación de normalidad en un país que crecía a un ritmo fabuloso y donde se encontraba más manteca pegada en el techo que toda la que había sobre la mesa en el resto del mundo.

A raíz de ello cada vez que he emitido mis criterios acerca del absurdo de que los Borbones sean objeto de tanta obsecuencia y temor institucional y hasta popular, mis compañeros de trabajo, mi mujer, como mis amigos y mi propia conciencia me recordaban en sorna mi solemne promesa.

Y es cierto que no me siento nada confortable emitiendo criterios lacerantes, envenenados, destinados a dañar más que a ayudar a mejorar, aunque me gustaría públicamente al menos ser todo lo critico que soy en privado, pero bueno, es mi cruz, en ello involucré mi palabra y mi honor, así que debo convivir con el lenguaje descafeinado, sugestivo, y aterciopelado que suele acompañar las criticas a estos "locos desclasados" en las revistas semanales de chismes y cotilleos.

Hoy la infanta Cristina responde ante todo un Juez donde los haya, que firmaba todo documento que su marido le ordenaba firmar sin leer su contenido ya que se fiaba de él. No sabía nada, no sospechaba nada, gastaba dinero de una tarjeta a espuertas pero no tenía ni idea de donde salía. Esto último podría ser más creíble teniendo en cuenta su crianza, pero hay que decir que el estado gastó una nada despreciable cantidad de dinero en avispar a estos críos y situarlos, como mínimo dentro de la media nacional en instrucción y conocimientos generales. Hoy en día en el ámbito del poder político español se esta haciendo frecuente que mujeres de relevancia expresen a la justicia que aunque convivían y hacían uso de las prebendas obtenidas a merced de la incursión de sus esposos en negocios no todo lo transparentes que sería deseable, ellas no sabían nada en absoluto, que no tenían ni remota idea de donde provenía el dinero, como en el caso de la Ministra de sanidad Ana Mato que veía pasar Jaguars por su garaje y números en su cuenta corriente sin preguntarle al marido de donde provenían. Flaco favor al feminismo le hacen estas muchachas. Aunque lo llamativo más allá de eso, es que si la sociedad en su conjunto por deferencia consiente y acepta tan disparatada versión ¿cómo se explica que a renglón seguido no se les destituya fulminantemente de todo cargo que requiera el concurso de la más mínima cantidad de materia gris?

La infanta arguye que el marido la engañó, es de suponer que a  renglón seguido de cualquier engaño conyugal de ese calibre lo menos que sucede en una pareja ordinaria es una separación tajante y una querella por más de un daño y perjuicio, pero si encima se trata de una traición a la jefatura de Estado ¿cómo se entiende que Cristina Borbón una vez que se enteró del presunto tinglado que tenía montado el bueno de Iñaki a costa de su influencia Real continuase viviendo bajo el mismo techo, incluso se mudasen juntos varias veces y se hiciesen arrumacos en público, si declara que esto la hizo sentirse profundamente engañada? En todo caso esto no hablaría mal de su lealtad personal, pero por cierto no deja demasiado bien parada la versión de su más que oportuna amnesia selectiva.

Al saber hoy que ha manifestado un montón de evasivas poco nobles, confieso que me ha dado algo de pena. No es que sienta alguna pasión especial por esa monarquía a la que juré lealtad, pero sí me habría gustado cierta "realeza" algo de altura a última hora, que dejase plantados a sus abogados, a las estrategias, a las mentiras, y que se irguiese en sí misma, que recuperase ese tono, esa veta de magnanimidad tanto en la felicidad como en la adversidad que se les supone en las grandes odas a los monarcas, o simplemente a las personas de coraje y bondad que tienen el derecho y hasta la obligación de equivocarse para encontrar su más intimo camino.

Casi siempre estoy del lado de los pecadores, de los que se sientan en el banquillo de los acusados, es algo que no puedo evitar, al día siguiente de que un ser despreciable encuentra su desgracia y su semblante cambia, y todos los abandonan, ya nadie le ríe sus chistes, sus hombros se curvan hacia abajo, el mentón se esconde sobre la nuez de la garganta, su mirada deja de traspasar vivaz el iris de su pupila y se centra taciturna en su inmenso y desconocido interior, en ese momento dejo de sentir el sentimiento que profesaba el día anterior, cierta veta de conmiseración de identificación, de solidaridad me embarga, pero sólo cuando el sujeto demuestra que llegó al final del precipicio, que está en cierto modo feliz de haber perdido todo, que tiene más energía para volar a un nuevo comienzo que para continuar sorteando heces y deshechos en la senda de su condena.

Siento que la institución perdió una oportunidad de oro para en cierto resarcirse de algunos últimos tropiezos, y para por el mismo precio dejarnos el sabor de boca de un verdadero cuento de hadas, brujas y princesas.

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