La brújula y la alforja de Venezuela
Chávez y después Maduro tuvieron la oportunidad de oro para juntar a todos los sectores socioeconómicos venezolanos, desde los afines a los más opositores para fundar la potencia que quería Bolívar, una potencia de felicidad, de progreso, donde cupiesen los postergados a losn que dio visibilidad Chávez, los pobres jamás respetados, pero también la clase media baja y alta, intelectuales y artistas, y una vez que aprendiesen la lección, también la gran empresa siempre que entendiese que no se debe hambrear a ningún venezolano, que seguro lo habrían entendido, llegó un momento que la oligarquía dio señales de haber aprendido la lección, pero en lugar de eso, continuó la política de la cizaña, del odio y la división para extraer ganancias del enfrentamiento entre compatriotas.
Todos los sectores llegado el momento tuvieron la oportunidad y la voluntad menos Maduro y la cúpula que tenía ya dividida al país.
Hoy es un infierno, todos los vectores de la miseria alcanzan récords, hay hambre, una inflación Centroafricana es una oda a la violencia criminal, y encima el gobierno mata a quien considera desafecto.
Las preguntas son muchas, las más inmediatas son ¿quién y con qué fines tomará el poder después de este crimen de masas? ¿reeditarán la misma represión con la parte contraria y volverán a explotar a a los humildes?
¿O por fin entre venezolanos se habrán dado cuenta que la solución está en levantar un país para todos, donde ninguna sensibilidad ideológica ni clase social, ni en definitiva ningún venezolano quede relegado?
A veces es bueno perder la alforja y la brújula para redescubrir nuevas fuerzas, ideas y caminos. Venezuela hoy no sólo se representa a sí misma, en su territorio se debaten diferentes asuntos ¿quedará fulminado el socialismo bolivariano incluso en su tramo final? ¿Qué manos tramitarán los destinos sinuosos del petróleo y sus beneficios? ¿Qué condiciones pondrá China para que su préstamo de cinco mil millones de dólares no se vaya c on Maduro? y por último ¿Cómo gestionará de ahora en más Vladimir Putin, el encargado de devolver el orgullo de super potencia a Rusia, su anhelo de construir una base en el Caribe?
Experimento la contradicción de preocuparme por los cubanos mas pobres una vez que el gobierno de la isla no cuente con esta vaca con la ubre ya agrietada de tanto ordeñarla; con el hecho de que deberán encontrar también su rumbo.
Y que ningún venezolano debe permanecer un minuto más exiliado, preso, ni amenazado por sus ideas actuales ni futuras, en caso de cambio de sensibilidad ideológica en el poder, a la vez que es deber cívico apoyar el derecho de los manifestantes, a efectuar los reclamos que estimen convenientes, y de igual manera, oponerse de plano a cualquier remota posibilidad de invasión violenta extranjera, que irrumpa tanto en la soberanía de Venezuela, como de cualquier nación del mundo.
Como siempre, en el plano consciente elijo el optimismo y la ingenuidad y confiar en que, quien sea que termine tomando el timón, intentará hacer lo mejor para el país en su totalidad, pero esa moneda tiene otra cara: el plano inconsciente en donde no elijo, sino que de súbito aparece lo que con más claridad me temo y suele ser precisamente lo contrario.
Morronga Man
En Canadá un hombre de cincuenta y seis se creía una niña de cuatro años y amparado en la ley de perspectiva de identidad, se hizo trans edad y trans género, como sus padres habían fallecido de ancianos, la ley lo consideró una niña desamparada y fue adoptado por un matrimonio de lesbianas que ya había adoptado a una niña de cinco años, así es que se viste de rosa, se pone moñitos, zapatitos de broche y juega a las muñecas con su hermanita mayor. Sus hijos lo procesaron a su manera.
En Estados Unidos un grupo pelea por lograr que la ONU reconozca la trans raza, ya no quieren ser anglo descendientes sino afro descendientes, se tiñen la piel, se encrespan el pelo, lo de bailar lo llevan como pueden, y buscaron padres y familias afroamericanas que los adoptaron. Los blues los cantan igual de mal que cuando eran blancos.
También en EEUU una señora que no anduvo con suerte en el matrimonio, se declaró del género de la "mismidad", se dio cuenta que no quiere tener relaciones con hombres ni con mujeres, se da placer a sí misma, se mantiene, tiene un espejo de cuerpo entero, se considera feliz sola y entonces decidió casarse con ella misma, y es así que figura como su propia esposa, si a ella le ocurriese algo ella misma sería la beneficiaria y todo queda en casita.
En Inglaterra una entrenadora de delfines se casó con su delfín por la ley de género que ampara sentirse un animal. Buscaron una sirena que hiciese de sacerdotisa para que la unión fuese contemplada de forma anfibia, pero se tuvieron que conformar con una buzo con cola de rana.
Basándome en esto y no quiero que lo tiren a broma, en este solemne acto, aunque de inmediato iré a formalizarlo al juzgado mientras continúe siendo persona, me declaro Pinga, a partir de ahora buscaré una mujer que se crea coño para probar como va la cosa, bueno, hoy por hoy no tiene que haber sido una dama, con tal de que se crea coño es suficiente.
O sea que ahora soy "Pinga para todo el mundo".
Toda vez que hoy soy un tremendo pingón de un metro setenta y siete centímetros, dejo a la altura del betún a Rocco Siffredi, al Niño Polla, a todos los de Zaire y al de la beca que iba a la ducha sin toalla. Esta ventaja de tamaño Guiness es obvia, la otra que es que tengo dos morrongas, una soy todo yo, y la otra es la que conservo de antes de mi cambio de identidad, pero además tengo una tercera ventaja en que nadie pensó, cuando los años vayan cayendo, me seguiré levantando como un resorte sin necesidad de pastillas ni elixires.
Bueno quizás ya muy adentrado en abriles medio doblado a la altura cervical, algo titubeante al andar, hasta incluso acaso deba usar algún rudimento, espero que no se vuelva a poner de moda aquella canción de mi juventud en Cuba:
"Se me perdió el bastón/ se me perdió el bastón"
A la mierda la jerga política
La verdad es que ni soy, ni me siento el animal político de Aristóteles. Han sido años de inercia. Ni siquiera opinaría de política si no hubiese sido tamizado por una recia sobre dosis directa a la aorta de Cuba y de todo lo que de ello se desprende, sumado al entorno de idolatría y endiosamiento al hermano de mi padre en algunos ámbitos, a la vez que en otros un encono en su contra igualmente hiperbólico.
Habría seguido sintiendo cada injusticia en lo más profundo de mi ser, pero creo que no habría tenido elementos ni la pulsión por canalizarlo a través del discurso político e ideológico.
Si hubiese sentido mayor pena por un ser humano sufriendo frío, a lo mejor habría sido ingeniero textil o de energías alternativas, si me hubiese apenado más alguien con hambre me habría dedicado al sector alimentario, agricultor, ganadero, si el alma me la hubiese embargado un mendigo sería ingeniero civil, arquitecto, constructor, poeta maldito, eremita, o mendigo.
Tantos caminos me habría sugerido mi sentido común natural para llegar directo a los asuntos que me conmoviesen, antes que el atajo intangible de hacerme de un discurso, de un sistema de pros y contras, de altanería moral, de declaraciones rotundas y altisonantes de principios, de iconos, fetiches, paradigmas, constructores de la nada, que de nada y para nada sirven.
No lo puedo asegurar, pero así como intenté con el vino y el tabaco obteniendo buenos resultados, y con el café y los pinchitos forajidos sin demasiado éxito, intentaré alejarme de escribir con el estigma del permanente barniz político, de esta posición clara y diáfana que no requiere de ninguna reflexión previa para encarar cualquier cariz ético.
Y acaso a través de ese camino regrese de vez en cuando a criterios políticos más saneados, desintoxicados, alejados del mínimo atisbo de dogma, a participar y opinar sobre lo que puedo modificar, destituir o edificar. Nos acostumbramos a blasfemar contra Guarapo Castro, Trump, Putin, los chinos o los banqueros, y nos olvidamos que los indeseables están más cerca, en la misma esquina cuando nos cobran veinte céntimos más el café, la carne pasada, o aun más cerca, cuando de nuestra propia sangre nos pican con más alevosía que el mosquito "Aedes aegypti"
Aun debo un artículo sobre los sesenta años del sempiterno gobierno en Cuba, no en sentido cronológico como el que publiqué el día que se cumplió el aniversario, sino auscultando la posible herencia del sistema, cuatro charlas ya pactadas, y después ¡voilá! observación del entorno y del interno, escribir sobre las miradas, sobre los roces, sobre lamer chocolate o vulvas, sobre el campo, el olfato, la noche en la ciudad, la risa y los ruidos, la amistad y el sacrificio, la almohada, el asma, las traiciones, el abandono, el desamor, el placer y el dolor, la uña enterrada en el canal raquídeo y las diferentes eyaculaciones, sobre lenguas, vaginas, anos, o sobre la socorrida mano de las pajas patéticas, vergonzantes, solitarias, escondidas, perdedoras, silenciadas, pero gozosas como el baile de mil demonios antes de la siesta.
Cronos
Gracias a una de esas posibilidades que ofrece la modernidad quedé con una señorita que decía contar con cincuenta y nueve abriles, ello me inspiró el recuerdo de mi devoción por la profesora de Astronomía cuando descruzaba las rodillas para volver a cruzarlas bajo su escritorio, dando bandazos de muslos aterciopelados y coloreados por el sol caribeño, y siempre que la visibilidad lo permitiese, apreciar la resguardada entrada a la cueva sede del concilio de dioses y demonios, que todo feligrés y pagano de aquel aula y alrededores ansiaba conocer casi tanto como los placeres prohibidos de la Yuma.
Bueno, cincuenta y nueve ya no es lo mismo desde los cincuenta y seis, que unos treinta y pico a cuarenta desde los diecisiete, pero para jugar a papá mamá durante los rounds que pudiesen aguantarse en pie y después cada uno a su casita, representaba todo un honor, y un nada desdeñable placer.
Si fuesen cincuenta y nueve.
Llegué al bar con la clásica mezcla de entusiasmo y expectativa de quien está a punto de salir a un escenario, faltaba un minuto para la hora acordada, y recibí un mensaje preguntándome si ya estaba, entonces pensé que ella llevaba más inquietud aún que yo y me dije- Hoy Pepe se moja hasta empaparse-.
Cuando llegó casi la trato de usted. Aquello sólo podía tener cincuenta y nueve años en el principio de la cifra que describiría la solera de aquél desmesurado crisol de arrugas y más pliegues, ora en manos, ora en brazos, escote, cuellos y lo digo en plural porque eran tantas las arrugas, que parecía llevar una nutrida cantidad de pescuezos. Más que un timo era una afrenta, un desfalco.
La primera mirada fue de total sorpresa y la segunda fue para buscar la mesa más retirada y resguardada de luz y del tránsito humano. Pero aún deseando huir despavorido, preferí mantener en mi pecho la medalla de caballero que yo mismo me otorgué frente a la estatua de la traicionada y depreciada reina Juana La Loca, una tarde de magia y luz en Tordesillas, y entonces le dije:
-¿Qué deseas tomar? evitando hipérboles como "preciosa" "bella" o el atrevido "bombón". Más que nada porque de ser cierto sería el fósil de un bombón de la corte de Doña Sancha previo al arribo a Europa del chocolate y el azúcar .
Para mi sorpresa en medio de una charla menos animada que las palabras más lúgubres dentro de un panteón familiar, me confesó que "ella no confiaba en absoluto en las citas porque había muchos hombres mentirosos". Todo era tan del absurdo de Ionesco que asentí casi con la misma resignación del esposo al que la señora le pregunta antes de apagar la luz para dormir en pijama: ¿aún me amas?.
Sin embargo la absoluta libertad para comportarme como me diese la gana que me brindaba tal oportunidad, a sabiendas ambos que había sido vilmente conducido hasta allí para probar mi flema frente la revelación del más abyecto de los engaños, y el derecho que ello me otorgaba a encabezar cualquier tema de conversación o un silencio prolongado hasta bastante rebasados los límites que los buenos modales sugieren, me hizo sentir no del todo engañado, o mejor dicho, no del todo molesto por semejante embuste y me permitió la libertad de usar un interlocutor válido para abordar el tema que me viniese en gana. Pero tampoco había algo de que hablar que no fuese sobre marcas de lavarropas o de tiempos de cocción de granos y legumbres; así que al cabo de mi jugo de uvas, y de observar cada parte visible de su anatomía para asegurarme de que ni con la imaginación de Lewis Carroll conseguiría una pizca de motivación, le espeté, como respetuoso benjamín en presencia de la más excelsa ancianidad, un -Que bellos ojos tienes- que sonó más bien a:
-Al menos el color de los ojos no se arruga-
¿Sería mayor la tentación al engaño que al pecado de la carne, o el control sobre el armado de esa ficción conseguía vencer a cualquier resignación?
Pagué, nunca había estado tan feliz de despedirme de un billete, y nos dijimos adiós recordando" cualquier cosa ya estamos en contacto". Me sorprendió ser abordado por una sensación confortable, de orgullo de mi bondad, de haber abonado el coste total de alguna socarronería del pasado.
De camino a mi coche la idea de que una de las enormes pasas de uva que hacían las veces de tetas se me metiese en la boca fue tan aterradora que debí sacudir mi cabeza a ambos lados como si tuviese una avispa, e introducirme en un supermercado para comprar un buen pedazo de queso y fetas del mejor jamón, me había ganado con creces el derecho a no volver a portarme bien por el resto del día.
Eso sí, si escucho de nuevo alguien decir que la lascivia y el vicio hacen embusteros a los hombres, no lo volveré a saldar con un trozo de gruyere, ni siquiera con el mejor de los jamones.
Fefa, recreo y carbón
Cuando era muy joven hace muchos abriles, Fefa, una gorda graciosa que cursaba dos grados más arriba que yo, se me encarnó de repente cuando pegue el estirón. hasta ese instante había sido un alfeñique no demasiado agraciado, pero tras el esparcimiento de huesos músculos y tendones, sobre un manojo de tendones y venas, me convertí en un joven que podría calificarse de... aceptable plus; pero cuando sacaba a pasear unas no demasiado experimentadas, pero sí atrevidas artes seductoras ¡ah! ahí pasaba al selecto estrato de los elegidos, aunque sólo fuese lo que duraba el alarde.
Hete aquí que mozas, guainas, zagalas, muchachas bellas y zopencas, en algún momento del día me echaban aquella mirada tan distinta de las de sólo un año atrás. Pero ello no significaba que todo era lo que parecía, algunos amigos creían que tenía varias novias y lo cierto es que a veces tenía dos a la vez, pero la cosa no pasaba de besos más o menos torpes, algún apretón de teta, ohh esos masajes de tetas que hasta después de la muerte nos mantendrán vivos, y pantalón enjabonado, aunque no había amigo al que no le hubiese dicho que ya había mojado tanto la habichuela que hasta había aprendido a nadar.
Ningún pecado, todos hacían lo mismo.
Un día que me quedé fuera de clases para fumar y se me acercó la gorda Fefa a picar un cigarro, yo los escondía en las medias, pero mi abuela me había cosido los bajos del pantalón tan arriba que cuando me sentaba se veía casi toda la cajetilla. Además todos usaban el mismo escondite.
Le di un cigarro y la verdad que la gorda me cayó bien de entrada, empezamos a reinos y no parábamos de hablar, como si nos conociésemos desde hacía tiempo, pero ella era mayor que yo, incluso podía ser que más de dos años mayor porque había repetido un grado. La gorda tenía tremendo culo y unas tetas enormes, hablando con ella me puse a pensar lo que sería todo aquello sin sujeción.
Empezamos a vernos en recreos y turnos saltados para fumar y comer mierda, me preguntaba por las chicas con que salía o que quería salir, o que ella pensaba que querían salir conmigo, y los que salían con ella, hoy creo que esas charlas nos fascinaban porque aún sin darnos cuenta estábamos de alguna manera franeleando con la ficción y la terminología picante de las fantasías.
Mi casa estaba cerca de la escuela y un día que nos escapamos un turno que sería seguido del receso o sea que teníamos una hora entera y cinco minutos para vagar le dije si quería podíamos ir a casa y ahí fumábamos y comíamos algo. caminando pro aquel pasillo sin alumnos parecíamos un número diez, yo tan flaco y ella tan redondita. En casa me preguntó si mis padres no tenían algo de beber que tuviese alcohol, le dije que vivía solo con mi madre pero buscaría, encontré una botella de licor de plátano, le serví un vaso, le puse hielo y yo cogí un café.
Mientras fumábamos la gorda abrió las piernas dejándome un impresionante filo, aunque no tenía aquella separación de muslos de pie, sin embargo sentada era otra cosa, de repente empecé a atosigarme con el humo y a calentarme como una cafetera, la gorda se fue acercando a mi y me plantó un beso en la boca, el beso se hizo interminable, sentía sus dedos por todo mi cuerpo, los míos empezaron recorrerla, a amasijar tetas, a sacarlas afuera, a chuparlas, a meterlos en la entrepierna y al poco rato de que me echó una mano a la bragueta sentí la erupción de un volcán de placer con la herramienta en sus dedos, entre el calzoncillo y el vientre, me asistió un repentino ataque de pudor por haberme ido tan rápido, ella me miró me dio unos besos más fue al baño a lavarse la mano y cuando yo entré a lavarme para salir nuevamente extasiado en que por fin metería el rabo en una cueva mullida, y vaya que mullida, escuché la llave en la puerta.
Mi madre.
Eran varias cosas que debía explicar, que hacía en hora de clases en casa, el humo del cigarro, Fefa con la blusa desabotonada y el vaso de licor de plátano. Salí del baño y mi madre entró a su habitación haciendome una seña para que fuese, me dijo: Ahora te vas inmediatamente de aquí al colegio, te llevas a tu amiga y cuando vuelvas vamos a hablar seriamente.
Tenía una mezcla de la más que obvia situación engorrosa por ambos lados en que me acababa de ver envuelto, con una alegría de la vida manifestada en esa respiración diáfana que ocupaba todos los pulmones y me llegaba hasta la base del mismo rabo para empujarlo con insistencia hacia la elevación celestial. Salimos de casa, la gorda le restó importancia riéndose, yo no sabía como decirle que quería singar, saltarnos el turno tras el receso y buscar un lugar, cualquiera, en un matorral, me daba igual, lo único que quería era seguir explorando aquellas masas perfumadas y ardientes, mientras caminábamos al colegio no se me ocurría nada y tampoco Fefa me ayudó con alguna sugerencia, con alguna señal, cualquiera que hubiese emitido y yo habría encontrado el mejor pent house para entetarme y embollarme todo y salir de allí hecho un rey.
Llegamos justo al recreo y ya había grupos de amigas de ella a los que se apresuró a aproximarse despidiéndome con un "nos vemos" y yo seguí recto, sabía que al terminar las clases debería demorarme en cualquier lugar, ir a la playa, a pasear al Vedado, a casa de amigos, pero en ese momento no sabía que hacer, me llamó el Nene, me pidió un cigarro y cuando fui a sacarlo vi que me había dejado la cajetilla en casa, otra explicación para mamá, de donde sacaba la plata, le diría que eran de la gorda Fefa, ¿pero de todo lo demás que le iba a decir?
-No tengo cigarros Nene, vamos a picarle a Peter- y pasamos el resto de los minutos del receso contando chistes y mentiras, me callé la historia suculenta que llevaba fresca en la recámara, es curioso como un escarceo sin mayor fulgor, en el núcleo de aquellos bravos alardosos era estirado por todos los costados hasta que triplicaba su tamaño y en cambio, ni la tortura del torniquete o la gota china me habrían hecho confesar el espléndido encuentro con Fefa la gorda; del mismo modos que seguro Fefa, sin ser la elegida para pasear de la mano por la Rampa, templaba diez veces más que la más linda del colegio, trofeo de campeones, sonó el timbre agudo de fin de descanso y la profesora Genoveva nos esperó como cada día al borde de la escalera, dando palmadas para que apurásemos el paso. Arriba, adentro.
Fin del recreo.
Aniversario 60 de la Involución cubana
Chequeando noticias y correos electrónicos me apareció la respuesta de una amiga a un tuit que decía: “Vimos en familia la película «Inocencia», de Alejandro Gil, un capítulo muy doloroso de nuestra historia. No olvidemos jamás que así como abundan los héroes, no faltan los mal nacidos por error en #Cuba, que pueden ser peores que el enemigo que la ataca. Viva siempre #CubaLibre!” Al concluir volví a leer el nombre del destinatario porque no entendía si se trataba de una broma, si era un truco de edición, o una manera de encabezar una crítica.
El contenido era del actual presidente de Cuba Miguel Díaz -Canel , no tenía nada de trucado y no pertenecía a una soflama de su adolescencia en medio del entusiasmo por ir salvando capas en su ascenso al Himalaya del poder por la ladera de la furia incondicional, nada de eso, fue escrito hace tan solo 24 horas, el 30 de diciembre del presente año, a las puertas del festejo del vulgo por una vuelta más de nuestro planeta alrededor del Sol, y sobre todo del 60 aniversario del triunfo de lo que en su tiempo, fuese un faro de ilusión, de esperanza del pueblo cubano en la reanudación de un período democrático con la Constitución del 1940, y un haz de luz para sectores pre claros, intelectuales, obreros y campesinos de América Latina, que sentían la pulsión universal del cambio y no contaban, superados Cárdenas, Vargas y Perón, con un referente identitario a la altura de las expectativas.
Revolución que arribó al poder con el apoyo de todos los sectores cívicos cubanos, una sociedad muy polifacética, de gran presencia cultural, con una renta per cápita muy superior a las de la mayoría de países latinoamericanos de entonces incluso superior a la de España, los guerrilleros de la Sierra Maestra recibieron a lo largo de la isla el determinante apoyo moral y militante e de todos los partidos políticos, y logístico y de financiación de parte la burguesía y pequeña burguesía cubana, de gran parte del exilio en EEUU y Centroamérica, incluso contó con las simpatías de no pocs estrellas de cine de literatura de pensamiento norteamericanas, como Errol Flynn, Ava Gadner, Allen Ginsberg y un sinfín de figuras de la época, la revolución de los barbudos.
La revolución de los barbudos equivalía a decir, la rebelión de los irreverentes, de los iconoclastas, de los descontentos, de los inadaptados, de los estigmatizados, de los contestatarios, de los herejes. Así lo entendió el mundo mientras en Cuba la ciudadanía se iba percatando de a poco, que esa ilusión se alejaba a pasos muy aligerados de la realidad. Presos políticos de la propia ala, muertes sospechosas, exilios, prohibiciones, comenzaron a componer el panorama cotidiano que acompañaba a un genuino entusiasmo popular de las clases más paupérrimas y tradicionalmente desfavorecidas desde el principio de los tiempos en el reparto toda nobleza.
Con artimañas casi artísticas, un descollante Fidel Castro fue paulatinamente silenciando, encarcelando, fusilando, exiliando incluso reclutando, mediante la manipulación o la célebre persuasión “Vito Corleoniana” de la proposición que no se puede rechazar, a todos los sectores que en su momento fueron claves para el triunfo de aquel proyecto, pretendidamente común, los que en la medida que fueron descubriendo las intenciones de Fidel, tanto de apropiarse del poder absoluto como de recostarse sobre la economía y protección de la Unión Soviética, comenzaron a conspirar o simplemente en mayor o menor grado, mostrarse en desacuerdo.
Así y todo tras la declaración del carácter socialista de la revolución y de los lineamientos para los intelectuales de que “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”, la intelectualidad universal, aún conociendo de primera mano el perfil represor que tomaba el proyecto “Involucionario” decidieron sacrificarse a sí mismos en el caso en que les hubiese tocado ser cubanos, en beneficio de la masa, y apoyar sin fisuras el proceso, a la par que parte del pueblo humilde y parte del pueblo oportunista; el fascismo alcanza su punto más fuerte que con el protagonismo del pueblo unido. Y así, con la única oposición del campo capitalista, y el apoyo absoluto del Segundo Mundo y las fuerzas progresistas mundiales de a poco, tras los batistianos y contrarrevolucionarios, fueron ingresando a prisión trotskistas, descontentos del PSP que era el Partido Comunista, cristianos demócratas, y luego empezaron a encarcelar a comandantes , a oficiales del Ejército Rebelde, que no simpatizaban con el comunismo, a profesionales, a empresarios amigos, luego a obreros y campesinos que ostentaban diferentes sensibilidades ideológicas, a intelectuales, hasta que el pueblo adocenado, asustado y monitorizado entendió que sólo había un camino: “Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”.
Cuando Ernesto “Che” Guevara, quien sí fuese entusiasta participe y precursor del carácter marxista leninista de la Revolución, comenzase a percatarse de la desmedida ambición de poder de Fidel Guarapo Castro y la entrega incondicional de Cuba a una URSS completamente distanciada de los postulados leninistas del internacionalismo proletario, de la solidaridad entre los pueblos, excusados por la Realpolitik a que los obligaba la Coexistencia Pacífica, ya era tarde, y acaso para no dejar apagar aquella fuerte llama inicial del Granma, se embarcó en diferents expediciones revolucionarias pero esta vez sólo, con la aspereza del poeta coherente, decepcionado de las artes del poder, hasta concluir sus honrosos pasos en la selva boliviana donde sería abandonado por todos los revolucionarios, hasta el instante en que se conoció su muerte, cuando retornaron los aspavientos de la lealtad incondicional para construir un mito a medida que se les fue de las manos y del limitado universo de sus mezquindades.
Después vendrían los años más estruendosamente recordados, las dictaduras latinoamericanas, los fuertes lazos comerciales de la URSS con la Junta Militar Argentina, y por traslación las negociaciones entre Fidel Guarapo Castro y Jorge Rafael Videla para no denunciarse mutuamente mientras en Argentina morían de las formas más horribles miles de militantes revolucionarios imbuidos precisamente por la revolución cubana. Luego llegaría la amistad Reagan-Gorbachov, Perestroika y Glasnot, y Fidel decidiría que aunque todo su pueblo muriese de hambre menos por supuesto su clase aristocrática, resistirían la situación económica terrible que vivió Cuba. Al no existir más la posibilidad de bombardear Estados Unidos, de bañar de sangre guerrillera Latinoamérica, Fidel con su sempiterno traje de iguana se convirtió en “ecológico y pacifista”, el mismo que habría encolerizado de manera enfermiza cuando Nikita Jruschev retiró los misiles nucleares de Cuba tras negociar con Kennedy, porque ya no podría lanzarlos sobre Washington.
Y así a lo largo de estos sesenta años, ha sido un país gobernado por un solo partido político, una sola familia, una estructura de poder muy fuerte y bien establecida, mecanismos de control y de terror de suma eficacia, que han pasado por toda suerte de “revisionismos históricos” desde un cristianismo democrático, a una dictadura del proletariado, a una revolución martiana, a una revolución bolivariana, a una pantomima de elecciones para que se aupase un relativamente joven Presidente no perteneciente a la prosapia y pedigrí de La Sierra Maestra, pero que hace sólo 24 horas fue capaz de tuitear palabras que reviven al más intolerante y represor Guarapo.
Todo con tal de continuar atornillados al poder, y de impedir la implementación precisamente de la palabra más usada, gastada, restregada, despojada de sentido y vilipendiada de las que han hecho uso:
Revolución.