Pequeños gigantes
Hay pequeñas grandes personas que andan por este mundo, lejos de sus casas de la infancia y de sus afectos primarios, personas dignas que han soportado el peso de una vida difícil en el plano afectivo, no obstante jamás se quejan y tiran hacia adelante.
A veces se equivocan como todos los demás, cuando lo hacen sacan las uñas y dientes porque están cansados de recibir tortazos, y temen un desprecio, un abandono más.
A esos deliciosos seres, que a menudo son mucho más valerosos y buenos que nosotros, les debemos afecto, protección, compañía, tolerancia, no necesitan ser juzgados con la liviandad de quien nunca ha atravesado un bache, ni castigados ni ofendidos; aún cuando puedan haber causado un poco de daño, nuestro deber es ayudarlos, protegerlos..
Hacer un mundo mejor no arranca en una guerrilla ni una misión en la selva a diez mil kilómetros de casa, empieza con bajarse uno del caballo de las costumbres y el orgullo, e incluso el de las convicciones y tender la mano a quien lo precisa. A lo más granado de nuestra especie, esas almas que no mendigan auxilio ni comprensión, pero que lo requieren y agradecerán más que nadie.
El salto del ángel
Tenía un conocido al cual quería bastante, pero ello no me impide decir que parecía el tipo mas bobo del mundo.
Durante unos años, cuando era niño no le cabía duda alguna de que era un boludo, se lo decían sus padres en chistes y broncas, y lo sabía por el rabo del ojo. Las cosas que se ven con el rabo del ojo, en cantidad son menor que las que se ven de frente, pero siempre son más importantes.
Con los años por una razón de supervivencia pasó a destruir la belleza que habitaba en su interior solitario y triste para reconvertirse en un jodedor, sin que su madera fuese realmente esa, y con el tiempo, la verdad es que tampoco le fue demasiado mal.
Aunque impuesto, el carácter "fiestero" terminó por no disgustarle del todo, y aprendió que encerraba modos de comunicación a los cuales su timidez jamás tendría acceso. Luego una cosa llevó a la otra, un vaso al de más allá, una mujer a la de al lado y la bola rodó hasta el borde mismo del abismo. Pero nunca cayó. ¿Saben por qué? porque mi amigo tenía un ángel de la guarda.
Tremendo cabrón ese ángel, siempre andaba de parranda de tal manera borracho que se caía, riéndose desde la mañana a la noche. No obstante, cuando de verdad, cuando en serio lo precisaba, ahí estaba él para auxiliarlo. No le había tocado el mejor ángel de todos atendiendo a los cánones angelicales de la eficiencia y la seriedad, pero en el de la gracia y la improvisación, la verdad que tuvo pocas quejas. El mismo ángel se encargó siempre de encontrarle los mejores amigos. Mi amigo no tenía una maravillosa relación familiar - No es culpa de nadie- le solía decir el ángel - ¡c'est la vie!
Así pasaron años uno cerca del otro pero en lo cuales no necesitaron comunicarse de una forma obvia y expeditiva, aunque a la sombra el beodo milagrero se encargase de los detalles del decorado de la vida de mi amigo, que luego de formar familia adquirió una carácter social más que aceptable y hasta de cierto éxito personal.
Un día de repente el ángel se fue y él se dio cuenta cuando más lo necesitaba. A raíz de una decepción sorpresiva como toda decepción, se quedó con el pecho oprimido, el alma hundida y la mente perdida, y no paraba de llamar a su ángel.
Empezó a desvariar por los cafés de las ciudades buscando al pícaro bebedor, y así mi amigo volvió al trago, a las mujeres, a los colegas de la noche, hasta que nuevamente llegó al borde del mismo abismo en el cual había estado hacía un largo tiempo atrás asomando su napia.
Cuando vio la altura sintió la atracción del vacío, buscó desesperado a su alrededor al ángel que nunca lo había abandonado en los momentos más difíciles para que lo asistiese sobre que hacer, pero no estaba allí.
Llegado ese momento él tenía la certeza de que su destino era saltar, sabía que lo había retrasado un tiempo para darse el gusto de representar un rol que le habían negado y durante una temporada le salió bien, pero ya había llegado la hora.
Dejó el reloj en una roca, una foto, y se quitó los zapatos marrones de suela de caucho.
Se lanzó al vacío sin mirar atrás, fue dándose algunos golpes contra las rocas y antes del tortazo final, un abrazo fuerte lo sostuvo, ahí estaba presto, con aliento a whisky barato su ángel, que con una sonrisa le iluminó el alma y le susurró al oído:
-No te preocupes viejo bribón, jamás te abandonaría. Ahora nos vamos juntos al salón contiguo, que acá ya se terminó la fiesta.
Rima
Mi hijo cumplió doce años hace un par de semanas. Siempre le enseño el placer de leer, de escribir de dibujar, de disfrutar del arte.
Ayer a la noche fuimos a comer una pizza cerca de casa y me sorprendió en el coche recitando la mitad de "Volverán las oscuras golondrinas".
Un poema con el que me fui despistado a más de un abismo en los años en que todo era un despiste general.
¿Estará el pichón comenzando a libar la miel del amor, maravillosa si es correspondido y terrible si es de "heartbreaker"?
Uno de los versos más increíbles de la historia del poesía. La Poesía y España tuvieron el mayor romance imaginable, Góngora, Quevedo, Bécquer, Unamuno, Machado, Lope, García Lorca, el mago y tronco Miguel Hernández, Salinas, Gamoneda o Mestre. Con el amor y el respeto de todas las otras lenguas, la poesía española fue "la Poesía".
Le dije que haga lo que haga, ame siempre la poesía, ya que es la única expresión artística que no se puede domesticar, no se puede escribir poesía a medida, no se vende a pedido, y también porque cada obra poética contiene literatura, música, plástica, histrionismo. Pasión.
Gustavo Adolfo Bécquer.
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres ,
esas...¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
esas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo, absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así... no te querrán!
Gustavo A. Bécquer
Autofagia
Yo encuentro válida cualquier posicionamiento que muestre respeto hacia los demás. La que no parece a simple vista una opción demasiado válida, es el fanatismo.
Los fanáticos creen que hay extremismos gatunos o perrunos, diurnos o nocturnos, carnívoros o vegetarianos, de izquierdas o de derechas, y lo que no alcanzan a ver es que el "fanatismo" de por si conforma un conjunto, una posición, una opción.
De tal modo que un fanático de izquierda está mucho más cercano en todo a un fanático de derechas o de cricket tibetano, que de un atemperado simpatizante de la izquierda civilizada. Si se le prohibiese hablar de política a un extremista de derechas y a un extremista de izquierdas, y se los colocase bajo un mismo techo, sentirían una familiaridad inusitada, se verían más cercanos que gemelos, más que clones, casi siameses! Se percatarían de que piensan igual, actúan del mismo modo frente a todo estímulo, son idénticos.
Y si de repente se les permitiese hablar de política, seguirían siendo iguales, haciendo las mismas cosas, sólo que desde entonces se odiarían a muerte, pero eso sí, con idéntico furor e intensidad.
Dejen el fanatismo señores, la gente no es buena integral ni mala del todo, no hay inmaculados ni demonios.
En este momento los asuntos que tiene en torno de sí el gobierno argentino carecen del mínimo decoro y de toda claridad, sin embargo otras obras que ha hecho a lo largo de estos años han tenido altura.
Sólo se trata de equilibrio y civismo.
¿Qué otra finalidad puede encerrar la defensa a ultranza de los errores propios y la permanente gresca frente a los ajenos, que la permanencia sempiterna en un estado de necedad colectiva profunda?
Autofagia be bop.
Castro vs. Castro