Vello púbico
Había un pendejo en la cama. Sobre la sábana pulcra recién lavada en aquella misma semana o la anterior tal vez, pero no mucho más atrás. Un pendejo, seguro que no era una ceja ni pestaña ni un cabello, era un vello púbico.
Había otro pendejo en la misma cama, tenía dieciséis años y se acababa de echar el primer polvo de su vida. Por fin. Ya no tendría que mentir más en las conversaciones de los recreos , en el vestuario después del partido, entre los amigos y primos precoces. Ya había mojado la habichuela y si bien no había sido ni la mitad de sabroso que como lo había imaginado sobre el final, si tenía en cuenta la primera mitad del acto previo al acto en sí, al follamiento, a la follación, a la follatoriedad justo antes de tener que embocar el nabo y quedar en evidencia que no tenía ni la menor idea de cómo se envainaba aquello en lo otro. Todo el toqueteo de pechos, el avance hacia quitar el sostén, el incómodo trance de ayudar a desabrocharlo que sin embargo no consiguió empañar nada de lo que a continuación se presentó cuando los pezones quedaron al aire y juntó sus labios a esos contornos esponjosos, hipnotizadores, divinos, redondos, pequeños y grandes como limones, sensibles como su propio glande, y aunque ya había chupado tetas y las había manoseado y aprendido a apretar con suavidad, nunca se le habían presentado tan a pedir de boca, ambas, en una situación tan desahogada, tan controlada que hasta revestía cierto riesgo, tan así que deseó repentinamente el socorro de algún pequeño obstáculo en el caso de que precisase disimular con cualquier interpretación histriónica, bien a causa de una bajada de bandera, de una eyaculación precoz o de otro papelón por el estilo.
Los besos eran largos, mientras las manos recorrían a placer lo que más les gustaba, ora los senos, ora las nalgas por debajo de la falda y por encima del tanga y de vez en cuando, como sin quererlo, un paseíllo por el área de la vulva. En esos recorridos sentía un aguijón de placer supremo mezclado con cierto temor frente al sacrilegio, como si le tocase el pubis a su propia madre y esta se apasionase arrebatada. Vuelta al culo que allí había menos complicaciones con las manos y las transferencias. Los besos, las caricias por los muslos, sentir los dedos de ella, sus gemidos.
No estaba lo que se dice enamorado, pero le gustaba mucho aquella muchacha, lamentablemente no había podido ser la chica a la que había amado en silencio durante toda la escuela, pero al menos no era una de emergencia, ni una fulana, era una chica muy deseable, que realmente le gustaba y con la cual parecía haber reciprocidad en tal sentido.
Que bien lo había pasado hasta que apenas rozando el monte de Venus de la muchacha con su pene desnudo se le escapó sin poder evitarlo el primer chorro de semen, y a continuación, al ser una situación tan relajada, tan controlada, ninguna excusa se presentó como auxilio, si bien pudo continuar sin mayores contratiempos ya que el pene siguió erguido, era tal el desenfreno y el gusto que sentía, que apenas se le había aflojado un instante sin darle tiempo a quedar fláccida, y entonces empezó la peregrinación por los ardides, trucos y tretas para lograr introducirla en aquel agujero que deseaba tanto como lo perturbaba, sin admitir que no lo había hecho nunca ni aceptar de su partenaire un sabio consejo. Hasta que en el límite de casi ocurrirle al rabo lo que no le había sucedido con la primera eyaculación, encontró la boca de entrada muy ayudado por los movimientos de ella y en cuanto la introdujo comenzó a cabalgar como un frenesí desmedido, de manera desenfrenada, la estuvo embistiendo de tal modo que de una tacada se echó dos sacudidas más sin sacarla de la vagina, pero en aquél tercer chorro en tan poco espacio de tiempo, el pene no opuso más resistencia a aquel necesario aunque sonrojante descanso. Ella estaba en la mitad de su salsa y no pudieron volver a conectarse en la misma frecuencia, ni siquiera cuando un rato más tarde, él recobró bríos luego de un cigarrillo un trago y una charla inconexa guiada por la euforia de haber roto su intangible virginidad masculina y se le volvió a echar encima para repetir aquella vertiginosa descarga.
Fue cuando ella decidió que era suficiente, que no sacaría mucho más en limpio de allí, se había hecho tarde y debía marcharse, en parte él lo lamentó, pero se sentía tan bien como no recordaba haberse sentido desde que era muy pequeño, en una edad perdida entre las alucinaciones y los recuerdos.
Ella se colocó la tanga en la cama. Sus cuerpos estaban empapados de la transpiración de él, hasta la sábana bajera estaba mojada.
Se despidieron mientras ella se vestía. Ella le dijo que no hacía falta que él se vistiese, ni que la acompañase a la puerta, encendió un cigarrillo, hablaron dos o tres palabras más y entonces ella se marchó, él ni siquiera salió de la cama, tampoco quería que ella le viese el tamaño del miembro en vigilia, ya era suficiente con la escasa duración del escarceo horizontal como materia prima para la sorna.
Cuando ella se fue, entonces se levantó, apretó el botón “play” del equipo de música y sonaron las guitarras de un tema de rock. Volvió a la cama y se quedó mirando al techo, su mirada se perdió en la pintura blanca a la cal, pero en sus ojos se reflejaba algo que no estaba en ese techo, que no estaba ni siquiera cerca de aquella habitación y sin embargo había estado siempre esperándolo, había estado allí junto a él en toda su vida, tan cerca y tan lejos como está una lombriz a diez centímetros bajo nuestros pies.
Apagó la colilla del cigarrillo y antes de ir a la cocina a prepararse un café y sentir que ya empezaría a hacer cosas de hombre adulto, vio aquel vello sobre la cama y dijo para sí:
- Aún queda un pendejo en la cama.
Hispania de la Gleba
En Andalucía hoy falleció entre muchas otras personas, una anciana, a la que ya le venía tocando esta semana o la siguiente, y que pertenece a una prosapia que se formó a partir de negocios muy legales como era la "esclavitud " cuando era legal, la inquisición cuando lo era, y que de manos del genocida F. Franco, uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis europeo del siglo XX y de toda su Historia, a saber: Hitler, Stalin, Mussolini y Franco, recuperó gran parte de su patrimonio nacionalizado por el gobierno de la República, democráticamente elegido en la urnas, luego de torturar y fusilar a todos los participantes de dicho gobierno y cientos de miles de simpatizantes.
Hoy parece que ha fallecido de manera natural una de los integrantes de esa familia, que no hizo mayor daño a nadie excepto por supuesto si se tiene en cuenta a todos sus asalariados que les pagaba una miseria mientras las leyes españolas estaban lejos de Europa y la protección a los derechos de los trabajadores más aún. Si se tiene en cuenta que con la que está cayendo en materia de carencias en la península Ibérica en su parte Hispana, a esta aristócrata que cuenta con una fortuna de 3.700.000.000 de euros, se le adjudicaba por parte del Estado, tres millones de euros de regalo para que cultivase las tierras. Las que en su mayoría tenía improductivas.
Desde luego no existe la más mínima razón para que me apene ni me alegre su desenlace más que esperable.
Pena no me da porque no la conozco de nada, nunca crucé una palabra con ella y tampoco ha dado ni una obra al mundo, no ha dejado un libro que valga la pena leer, un cuadro, una película, un edificio, una nueva medicina, algo de provecho general, un Museo público, una escuela pública, no se le conoce obra, ni beneficio en pos de la humanidad. Ni siquiera es mi pariente.
Tampoco murió de un modo que despierte la misericordia como los decapitados de Isis, los baleados de cualquier parte del mundo , los desahuciados, los jóvenes, los enfermos adoloridos, los mendigos, los alcohólicos, los olvidados, los abusados, los niños y los bebés.
Alegría jamás siento por nadie que muera, por ningún trance desagradable para mis prójimos. Sea lo que fuere lo que hubiesen hecho en vida, mi alegría tiene otro destino.
A lo sumo podría ponerme contento si se le pincha una rueda del automóvil a alguien que va a presentar una candidatura a un puesto que yo aspiro a la misma hora que yo, y aún así reconozco que sería una maldad, pero nada más que eso. Ni siquiera por la desgracia de lo que se entiende como un enemigo, cajón en el cual según desde donde se mire, a esta señora más de uno en la situación en que estamos, podría archivarla. Alegría sólo por cosas edificantes, buenas, agradables, que sumen. Nunca por un dolor. Eso lo aprendí desde antes de hablar.
Respeto ninguno fuera del mismo que me merece la frutera de un barrio al que nunca fui, o la señora que alquila sus atributos en cualquier esquina penumbrosa del Planeta. El que las buenas costumbres y el civismo sugieren.
La Televisión Nacional lleva desde la mañana sin parar dando la noticia de tal deceso.
La noticia no dura más que lo siguiente:
"Fulana de tal pasó a mejor vida"- nada más.
Pero llevan desde la mañana aleccionando a la gente, intentando infundir una lástima colectiva, que al parecer si bien no para mi sorpresa aunque sí para una profunda vergüenza ajena, sí que sienten muchos pobres.
Porque considero una noticia adecuada para gestinonarla entre los componentes de su familia, incluso entre los de su clase social, entiendo que la aristocracia se acercase a la capilla, un poco por afecto y otro mucho por no perderse el movimiento de fichas tras bambalinas, que en esos eventos significa una "inasistencia poco afortunada".
Pero que lloren unas personas porque bailaba bien la Sevillana, y le llame valiente porque que se acostó con muchos toreros, el mismo tipo de señora cocinera de sancochos, que si su vecina se acostaba con muchos toreros la denunciaba a la Guardia Civil y al Cura por "guarra" en al época de Franco, y hoy le destriparía el nombre a cuchicheos con otras vecinas en los sibilinos bancos de las espantosas plazas pueblerinas.
¿ Pero que lloren desconsoladamente por su pérdida los nietos de los que reventaron a balazos en las fosas aún no abiertas y llamadas a ser cerradas a cal y canto por la eternidad si muere el último testigo?, no puede remitirme a otra experiencia corporal que la arcada.
Mi abuela Celia de la Serna y La Llosa, que no contaba con esa alcurnia, pero portaba una nada desdeñable flor en orto latinoamericano de la apariencias y las posesiones de ultramar, también antes de nacer su primogénito e ínclito hijo, fue conocida por ser una mujer atrevida, que se “ponía el mundo por montera” la primera mujer en usar el pelo a garçon, en montar como los hombres, con la piernas a los lados del caballo, en fumar en público junto a hombres, en hablar de política acaloradamente y con criterio, era ferviente feminista lectora de Beauvoir, pero no sólo no se codeó con los dictadores que han inundado la Historia Argentina para poder hacerlo, sino que huyó de su educación y el protectorado de su hermana mayor Carmen, para casarse con mi abuelo Ernesto, un simpático y pintoresco hombre de su siglo, pero poco acaudalado para la ocasión y demasiado aventurero, se fugó con él, prescindió de su jugosa herencia, tuvo un hijo que dio vuelta el calcetín de la Historia del siglo XX en América latina, y falleció de un dolorosísimo cáncer sin emitir una sola queja.
No sólo porque sea mi abuela, pero a esa abuela de porte aristocrático de allende los mares y de final ciertamente dramático, al igual que a la otra de procedencia campesina de Burgos, las respeto por algo más que mi relación consanguínea.
Quizás tanta obsecuencia institucional con la Casa de Alba no sea casual, España está a punto de estar obligada a decidir si cambiar y convertirse finalmente en un país cívico, que condene la corrupción, el abuso con los animales, las diferencias abrumadoras de trato entre las clases, que aprueba una legislación del siglo XXI, y cuando esto ocurre, el dilema plantea si pasar al próximo nivel y perder la inocencia, o correr bajo las mantas y enrollarse como un bebé, regresando al principio de los Tiempos, a la Hispania de la Gleba.
Posición común: sentido común
Durante los primeros años de mi estancia en La Habana vivía en el Hotel Habana Libre, que había sido antes dela Revolución Hotel Habana Hilton. Cada mañana bajaba a desayunar a un coqueto restaurante en la planta Mezzanini, ordenaba un par de huevos fritos que venían con unas gruesas fetas de jamón caliente debajo, y pedía además una ración queso fresco. Me comía los huevos pero el jamón y el queso lo metía dentro de los panecillos calientes untados con mantequilla, los envolvía en las finas servilletas de tela blanca, y los llevaba a la escuela.
Mis compañeros del colegio no tomaban el desayuno en aquel restaurante, y la gran mayoría hacía años que no habían tenido la ocasión de saborear el jamón. Yo me ocupaba de acercarlos a ese recuerdo impreso en el hipotálamo.
Una tarde se acercó uno de los “compañeros revolucionarios” del ICAP que atendía a mi familia, y se tomó un tiempo para explicarme que en Cuba se había hecho la Revolución para que todo el mundo fuese igual, sin embargo-dijo- aún quedaban cosas por hacer, y por el momento la población de “fuera del Hotel” no tenía el mismo acceso al modo de vida que generosamente la Revolución nos estaba brindando a los de “dentro del Hotel”.
Sugirió que no llevase más los bocaditos de jamón al colegio, porque los niños podrían estarse llevando una idea equivocada.
En ese instante conocí el carácter subversivo de dos de los elementos más extraviados y extrañados en la isla de Cuba: el jamón y la verdad.
Eso ocurrió hace unos cuantos abriles ya, pero la nomenclatura que gobierna el país hoy, a 25 años de la caída del Muro de Berlín, sigue siendo exactamente la misma, con algunos obligados pequeños retoques dada la intervención inexorable del paso del tiempo. En estos días parecen quererse remozar, aggiornar y pretenden hacerse ver como reformistas maquillando la paupérrima realidad de la situación socio económica de la isla, con medidas que ni siquiera consiguen emparchar las innumerables y profundas carencias de la población.
En lo que va del más de medio siglo de secuestro de la soberanía de la ciudadanía sobre su gobierno y la toma de decisiones, por primera vez la cúpula del gobierno de Cuba, manifiesta el deseo creíble de que haya un acercamiento a Estados Unidos, y del fin del bloqueo económico y las medidas de la ley Helms Burton. Con el mismo ahínco piden una relajación de los términos en la Posición Común Europea, una normalización de las relaciones de intercambio socio económico.
Las soflamas y algarabías públicas en modo de queja, frente a la más que esperable reacción como mínimo, de un bloqueo económico por parte de la potencia en contra de la cual se erigía la Revolución, no eran más que una cortina de humo en forma de victimismo, que sin embargo le granjeaba la seguridad de un pueblo unido frente a la crueldad de un enemigo exterior, la amenaza permanente.
Sin embargo el enfriamiento de las relaciones con Europa, la posición de Suecia frente a persistencia del gobierno cubano a violar sistemáticamente los derechos humanos y negar al pueblo la participación en las decisiones de su propio destino a través del sufragio, es un escollo que no estaba previsto en su ruta de viaje, que acarrea más inconvenientes reales, que ventajas como elemento cohesionador de la población en torno a “la amenaza del mal”.
Cuba cuenta con las mismas posibilidades que cualquier otra nación, de mantener una relación fluida, de amistad e intercambio económico y cultural, deseada por toda la Unión Europea, y por sus lazos históricos con la isla cuenta incluso con más simpatías y deseos de esa normalización. Pero ciertas condiciones mínimas son indispensables, sin las cuales Europa no sería el garante de los más altos logros cívicos, de progreso y convivencia que viene siendo desde hace décadas como brújula para el resto del mundo occidental.
Cuba debe abrir el juego de una vez y por todas a la población. Los presos de la Primavera Negra que fueron puestos en libertad extrapenal u obligados a salir del país, ni indultados ni sobreseídos, sino absueltos, debe detener las continuas olas represivas sobre sus familiares u otras organizaciones que se manifiestan en su legítimo derecho a favor de otras opciones de gobierno.
Y debe profundizar en todos los sentidos y entenderlo como una oportunidad más que como un incordio al que es invitado a través de la presión, no porque se lo pide el Mundo, sino por una cuestión de elemental sentido común y supervivencia, el país necesita modernizarse, tendrá que contar con una clase trabajadora y media competitiva, que participe activamente en la política y en la toma de decisiones democráticas a través del voto libre y directo para elegir a sus representantes. Debe tomarse con seriedad el respeto a los derechos humanos, el respeto a la divergencia, a la información, a la libertad de opinión, de publicación, de prensa, editorial. Debe permitir y además fomentar la libre asociación política, dentro de un marco democrático y acorde a unas leyes modernas y tolerantes.
Para el inicio de esas conversaciones con Europa, Cuba debería empezar a considerar la posibilidad de desistir de la concesión de espejismos como sucedáneos de las verdaderas libertades que el país precisa y que la gente añora o intuye que apreciaría si pudiese disfrutar, y de no continuar engañando para presentar estas eximias dádivas como grandes concesiones, como sucedáneos del jamón que yo les llevaba a mis compañeros de clase.
Yes we can
Yes we can- fue lo primero que me vino a la cabeza hace unos meses, cuando la substancia del espontáneo movimiento de Indignados, los vecinos de Burgos , los mineros de León, la Marea Blanca de los profesionales de la salud contra la privatización de la sanidad madrileña, y varios sectores descontentos con el acontecer político y social español cristalizaron en un partido político de nombre “Podemos”.
Por un lado sentí la enorme simpatía que a cualquier ciudadano común de las clases medias y trabajadoras de España les produce cualquier voz que se alce aunque fuese medianamente para denunciar el abuso al que está siendo sometida población desde que asumió el poder el Partido Popular, e incluso desde los últimos meses del gobierno del PSOE, cuando con nocturnidad y alevosía se reunieron los dos principales partidos para reformar el artículo 135, de la Constitución a petición de Alemania que da prioridad absoluta al pago de intereses de la deuda frente a cualquier otra necesidad de gastos.
Por ese mismo lado me produjo una gran satisfacción al constatar que no todo estaba perdido en el páramo de virtudes que se encontraba la sociedad española, tras votar de forma continuada a opciones obsoletas y manchadas de pies a cabeza con el viscoso tinte de la corrupción, y que un sentimiento de culpa y de resarcimiento, proveniente de la misma población que pocos años atrás hacían la vista gorda a los notorios y públicos desmanes y desfalcos de las arcas públicas, toda vez que daba la sensación de que la “bonanza económica” producida por una serie de burbujas, encabezada por la inmobiliaria, permanecería eternamente.
Pero esta misma razón llamó mi preocupación. ¿ Sería un reflejo más de la actitud adolescente del pueblo español en materia de participación de las decisiones trascendentes del país, en su versión colectiva, reflejada en la falta total de autocritica y una vez acaecido el retorno de cualquier período de crecimiento macroeconómico volverían a las viejas costumbres y al canto de sirenas a los mismos amos? ¿O estaríamos de verdad frente a la histórica posibilidad de que la ciudadanía forme parte activa en la política, participando de sus aciertos y errores, aceptando el reto de ser sus propios amos, la autonomía de la edad adulta?
Y con el paso de los meses el ascenso de esta fuerza nacida en lo más genuino de la indignación ciudadana, fue creciendo de manera tan exponencial, que incluso sus dirigentes, hasta entonces elegidos de manera asamblearia, conociendo los mecanismos modernos de la publicidad, habiendo sido conductores del fenómeno, con apariencias televisivas, habiéndose apoyado en profundos conocimientos de politología, aún ellos mismos han sido sorprendidos por tan vertiginoso crecimiento. Incluso expresaron su temor de morir de éxito, declinando la posibilidad de presentar candidaturas para las alcandías en las próximas elecciones municipales, por el riesgo de tener que enfrentar algún caso desagradable de los que el Poder provee, antes de las elecciones generales.
En ese mismo temor reconocieron de manera no declarada, inconsciente si se quiere, que el poder cuenta con rudimentos para corromper a cualquiera.
Los dos partidos mayoritarios, que se han alternado en el Gobierno de España durante las últimas décadas, las mejores que ha vivido el pueblo español a lo largo de toda su Historia pero que ya ha llegado a un punto de saturación, no supieron catar el alcance del fenómeno y continúan sin hacer un análisis desprovisto de prejuicios y plagado de unidades de medidas caducas e inútiles frente a este Tsunami social, donde se une toda la indignación, pero también la desorientación de la población de cara al cambio de paradigmas socio-económicos que les toca vivir a los españoles, a los europeos en general y a todo lo conocido hasta ahora como el Primer mundo, dado el cambio de fichas en el reparto de la riqueza, el movimiento de los mercados y la irrupción de nuevos actores en las jerarquías financieras mundiales.
Fueron minimizados por el PP y el PSOE, hasta que llegaron las elecciones europeas, y Podemos se alzó con un trozo de la tarta que no sólo dejaba atónitos a ambos partidos de la “casta” como los denominan ellos, sino también a Partidos que desde hace años vienen intentando desestabilizar ese binomio político, caso de UPyD, Ciutadans, e Izquierda Unida, a los cuales arrebató una parte substancial de su masa votante gracias a que no presentar ningún pasado a nivel de gestión de gobierno, les permite a un discurso desenfadado que conecta de manera directa con la gente, ciertamente vapuleada, aunque mucho más propensa a la reforma que a la revolución, con el deseo común de profundizar en la calidad democrática, manteniendo los logros de la Social democracia y sus garantías y libertades colectivas e individuales, y tratar de manera aséptica el tema de la corrupción lacerante que afecta al país.
A raíz de las últimas encuestas, del diario El país, y del CIS, que dan ambas a Podemos ganadora en voto directo, aunque luego en la cocina de las encuestas se sazonen y tras mezclarse con otros ingredientes den como resultado que en estimación de voto el PP sigue primero, seguido muy cerca por el PSOE y pisándole los pies Podemos, la verdad es que de repente ambos mastodontes de política española, han comenzado aunque aún con cierta pereza, a despertar ante la realidad con diferentes reacciones, aunque en un momento ambos coincidieron en acusar a Podemos de “populista”. Acusación que tiene particular gracia en la actual coyuntura, ya que estamos siendo gobernados por un partido que incumplió uno cada punto de su programa de gobierno, y que incluso la única promesa que iban a cumplir, la llamada Ley del Aborto, la retiraron por causas populistas, ya que les ocasionaba más daño en la indignación popular que el que les causó la retirada de la confianza de los sectores anti abortistas más conservadores.
En la actualidad, ambos partidos, continúan sin percatarse del tamaño de esa ola de opinión, continúan sin estar del todo agradecidos de que el pueblo español, lejos de protagonizar estallidos sociales, elija la opción más cívica posible, y persisten en ataques fútiles, estériles, que en todo caso añaden más leña al fuego, el PP va más allá de la acusación de "populismo" advirtiendo del peligro que representan, toda vez que son marxistas leninistas escondidos tras la fachada de demócratas. Se apoyan en las relaciones de Podemos con el proceso de Nicolás Maduro en Venezuela, y con menos ahínco en el apoyo a Correa en Ecuador, a Evo Morales en Bolivia y sobre todo a Mújica en Uruguay por la simpatía con que cuentan estos últimos entre la población y por los resultados que presentan sus administraciones.
Las relaciones con Venezuela de Podemos han existido y en la medida que avanzan en las encuestas las airean menos, pero han sido en todo caso mucho menos importantes en los hechos que las relaciones de comercio de armamento por parte del ejecutivo español con dicho país. No obstante es un hecho que tales lazos despiertan un cierto resquemor en una parte nada despreciable de la población, y no sin ser asistidos por la razón.
Pero aún cuando la política así como la economía son terrenos vedados para las artes del presagio y el vaticinio, sí hay que decir que la tendencia que se observa de cambio por parte de Podemos, es mucho más cercana a moverse hacia el centro que hacia un extremo, hacia los márgenes que le reserva la política real, toda vez que Pablo Iglesias, quien se convirtió en la cabeza más visible tras un movimiento típico de la política de la "casta", dejando fuera a Pablo Echenique, el actor más asambleario, menos personalista de la cúpula del movimiento, ha rebajado su encendido discurso contra la banca, la monarquía, la policía, el ejército y hasta la Iglesia, diciéndole al periodista Jordi Évole, en una entrevista en uno de los programas de mayor audiencia nacional, que la policía y el ejercito son necesarios para un país moderno, que el actual Papa le despierta mucha simpatía y le infunde respeto, que le gustaría conocer a la Reina Letizia, y que aunque no le guste el capitalismo, es el sistema que hay y es dentro del cual habrá que trabajar para mejorarlo. Al PSOE le llevó más de 100 años perder su identidad obrera y socialista, Podemos en unos poquitos meses ha cambiado sensiblemente el discurso y la diana de sus criticas y como toda la sociedad, está en permanente mutación.
Podemos, como un cuchillo, no es ni bueno, ni malo, si secciona la naranja será una cosa y si en el mismo acto corta el dedo será otra. Podemos es la conciencia nacional, es el alcance al que quiera llegar la ciudadanía, y de que manera quiera verse en el mapa de la conciencia colectiva. Mi simpatía por este movimiento puede partir del deseo a veces impulsivo y no demasiado reflexionado de darle una patada al tablero y empezar una nueva partida siempre que el juego siga siendo el mismo, ya que es cierto que el sistema ha llegado a su tope de tolerancia, se ve incapacitado de asumir y metabolizar la putrefaccion que han provocado la corrupción en la política, en la gran patronal, en la Justicia, en las fuerzas del orden, o en el mismo deporte.
En cambio no es esperable de Podemos algo que no esté en el deseo, la reflexión, la decisión, la autocritica colectiva del país. Aún cuando su nombre descansa sobre la primera persona del plural, todo su tinglado se monta sobre la tercera persona del plural, "la casta", "ellos", "lo que no va más", todo lo que no somos nosotros. Modificar ese aspecto que participó activamente en el crecimiento exponencial de la agrupación y que del mismo modo podría ser el elemento que los fagocite, es no obstante el mayor reto de cara al futuro, construirse sobre una identidad definida y un programa determinado.
Yes We can de Obama, así como Podemos, son expresiones de un fuerte deseo de cambio de lo perimido por algo nuevo pero impreciso, es un estado de ánimo, que está más relacionado con el estímulo de aquello que no queremos que con cualquier posibilidad real de lo que esté por venir. Podemos es una forma utópica coherente con nuestros tiempo del vacío, de la levedad, del escaso esfuerzo, y por suerte del casi inexistente adoctrinamiento ideológico.
Y tanto de Podemos como de Yes we can, cabe esperar que deje entrar aire fresco, nuevas caras, voces limpias, más ideas que hechos, cabe esperar que si no se consigue cerrar el “aguantadero” de Guantánamo, al menos que no se torture nunca más a los retenidos entre sus paredes.