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El blog de martinguevara

Bleeding Heart

23 Marzo 2017 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Europa Aorta

Londres ha vuelto a sangrar. Europa en su perenne solidaridad está conmocionada.

Los atentados terroristas no son producto de los ataques de Occidente al Magreb y los países árabes.

Eso está ahí y es un motivo de movilización para los pacifistas, pero no son las familiares de las miles de víctimas civiles de bombardeos llamados eufemísticamente "daños colaterales" quienes instruyen y materializan los atentados terroristas.

El relato de los atentados árabes de los años sesenta y setenta en Europa tenían relación directa con la represión francesa en Argelia, aunque sólo en el relato, los revolucionarios argelinos no ponían ni aprobaban las bombas en centros comerciales europeos, esos revolucionarios que propagaban la igualdad del hombre y la mujer, la separación de religión y Estado, el imperio de la justicia, fueron también las primeras víctimas del fundamentalismo islámico.

Los ataques del siglo XXI se asientan sobre el relato de la recuperación de la totalidad del Califato, y la destrucción del "corrompido mundo Occidental que mora y medra de espaldas a la virtud".

Al Qaeda consolida su presencia en EEUU y Europa durante el comienzo del siglo XXI a través no sólo de atentados sanguinarios sino de una preocupante llamada casi obsesiva a todos sus efectivos a atentar en suelo apóstata, pagano, "Zindiq". Osama Bin Laden, el jerarca y autor intelectual de la organización terrorista, pertenecía a una familia acaudalada saudí con estrechos lazos comerciales petrolíferos con el mundo occidental.

Al Qaeda no llegó a dominar territorios, no tuvo "patria" o Califato, ello contribuyó a que hiciese hincapié de manera permanente en los ataques en Occidente allí donde se presentase la mínima posibilidad de causar daño. En cambio el Estado Islámico sí llegó a consolidar un territorio donde ha practicado las peores aberraciones con sus habitantes, y los ataques a Occidente en la substancia y la estrategia continuaron siendo igual de importantes que para Al Qaeda, pero en los hechos el llamado a derramar la sangre exclusivamente en Occidente disminuyó al tener que repartirse en los terrenos de su propio califato. Sin embargo nunca han abandonado la vía del terror en Europa y EEUU habiéndose recrudecido la amenaza en los últimos meses.

Por otro lado, con la desaparición de la URSS y el escaso nivel de amenaza que significaba el narcotráfico y los militares díscolos como el panameño Noriega, la industria armamentista necesitaba "como agua de mayo" a un chivo expiatorio lo suficientemente creíble como para producir la cantidad de armamento que sostiene gran parte de la economía occidental. Ello coincidiendo con la gran frustración de las sucesivas guerras en Afganistán, primero contra fuerzas soviéticas y el apoyo norteamericano en armamento a los muyahidines y estudiantes del Talibán, y luego contra las fuerzas norteamericanas y de la OTAN, así como las ingentes matanzas en la segunda campaña bélica en territorio Iraquí, ingredientes que dieron como resultado un cóctel de alta peligrosidad y de gran efecto en ambos extremos para dotar de una explicación presentable, a las bajezas surgidas en el umbrío confín de las mazmorras de lo más ruin del espíritu humano.

Estos actos abominables, el terrorismo en suelo occidental, las acciones bélicas y daños colaterales en tierra "hereje" no se explican por ningún ansia de justicia ni de reparación moral, son movidas por la bajeza de la especie, son pergeñadas en el vertedero de los desperdicios de lo peor de la especie humana.

Los terroristas saben donde dirigen el ataque, como en las Torres gemelas de NY, en el maratón de Boston, en Atocha en Madrid, en París varias veces, en Londres, en Berlín, así como en los numerosos atentados en sus propias tierras en mercados, plazas, congregaciones públicas, dan en la diana de lo que consideran su enemigo a muerte: la gente trabajadora, libre, en paz, a los que su familia espera en casa.

Los anónimos constructores cotidianos de la vida.

Nos toca a nosotros defender con nuestra actitud el corazón de las libertades y la civilización. De ahí lo oportuno de manifestar con rotundidad:

"Este es nuestro modo de vida, es el que todos preferimos, es la esperanza del mundo, seguiremos construyéndolo, no nos llevarán a su redil, viviremos como hemos elegido vivir"

Y a quienes quieran usar nuestro dolor o indignación para sus beneficios, les decimos que cualquier desmedida escalada de locura sólo se sana de una manera: con una gran espiral de cordura.

 

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El viaje

18 Marzo 2017 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Relax

Me llevó una harpía, me ubicó en una cueva, dijo que era un secuestro amable, gentil, que me colmaría de placeres y me dotaría de habilidad y fuerza, Así fue que viví con Shira, mi harpía amante, algunas partes de su cuerpo estaban compuestas de plumas y pezuñas, otras, las nobles, estaban cubiertas de piel tersa de mujer divina, en la penumbra de aquella cueva en lo alto de una colina desde donde se divisaba la miseria y grandeza del monte Olimpo, había noches en que mi alma se hundía en la zozobra, entonces ella colocaba mi cabeza entre sus piernas y me embargaba una sensación de paz infinita cuando los labios de su vulva lamían mis mejillas, mis párpados, los ojos, nos fundíamos en un beso que hacía desaparecer el tiempo y la nostalgia; la vida y la muerte correteaban entre las piernas.

Un día me sorprendí besando sus pezones rodeados de plumas, acariciando sus pezuñas, temí enamorarme sin remedio. Sabía que debía volver a vivir con los peligros del aire y el sol, de la gente, los manjares y la guerra; pero a la vez sabía como si se tratase de una premonición que nunca volvería a sentirme tan protegido, y en cada espasmo se me anunciaba que no volvería a experimentar el arrullo mullido de las circunstancias presentes en aquella cueva de los orgasmos.

Aún así un día aproveché el paso del grifo Afen, uno de los pocos amigos que Shira dejaba entrar a la cueva las noches de fiesta en que bebíamos Úk, para pedirle que me llevase al prado más allá de los montes. Fue a recogerme al día siguiente mientras Shira estaba fuera, nunca quise saber que hacía ella durante sus ausencias de la cueva.

Había intuido que Afen estaba enamorado de Shira y no lamentaría demasiado mi huida. Sentado en su lomo, mientras atravesábamos nubes entre la luz que volvía bañarme, sentí a mis ojos pugnar contra el viento por lograr que brotaran lágrimas. Aquello no era una huida, era una dolorosa partida, un adiós sin despedida.

Afen el grifo, mi amigo por siempre me dejó en un claro donde pastaban bebían y cazaban los Sátiros, así que debía apresurarme en encontrar una manera de continuar mi regreso.

Comencé a galopar convertido en un centauro invadido de bríos y seguridad que me daban el arco y las flechas que sostenían mis manos, hasta que se presentó delante mío el bosque de las Medusas con sus riesgos más que tangibles, entonces los cascos de mis patas se elevaron, mi torso velludo se convirtió en el orgulloso pecho de un caballo, se estiró mi cara y sentí un par de alas extensas moviéndose hacia arriba y hacia abajo mientras me elevaba por mi mismo.

Todavía muy lejos del sitio donde me raptó Shira, atravieso el aire invadido por una energía que doblega el cansancio, dejo de ser un Pegaso, todo mi cuerpo arde y sin embargo, con los restos de fuerzas que me quedan, las influencias del amor de Shira, la compasión de Afen y los restos del efecto del Úk, no paro de volar, me elevo hasta donde las tejas enseñan sus mejores vistas y las brújulas sus secretos más celosamente guardados.

Shira, Afen y yo
Shira, Afen y yo
Shira, Afen y yo

Shira, Afen y yo

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8 de Marzo

8 Marzo 2017 , Escrito por martinguevara

Este ocho de Marzo me dirijo a los hombres.

Mi abuela era feminista, mi madre también, mi padre aunque sea hombre también lo era, a mi no me quedó mucho más espacio que serlo y en este caso de muy buena gana.

La mayoría de los hombres no saben que viviendo en la igualdad en la pareja todo lo que les espera son ganancias.

No teman machistas, todo es cosecha.

La novia, esposa, es una compañera, una amiga, el día que estés débil, aterrorizado frente a la vida tendrás el apoyo de quien más te conoce y te quiere, a veces será ella la que esté fuerte, la que salga a poner el pecho como si tuviese el falo y tú te quedes atendiendo el hogar, como si tuvieses el útero.

Imagina el alivio de no tener que simular en cada instante de tu vida ser ese permanente varón temerario, gladiador y viril, aprenderás mucho más de la compañera que elegiste con las premisas de la igualdad, que si hubieses elegido una mujer que convenga en ser tu sirviente y ayudarás a que entre todos erradiquemos el sometimiento de cualquier ser humano. Y en adición aprenderás mucho de ti, conocerás un yo más integral.

El machismo es un grillete evidente para la mujer; pero ojo, para el hombre son unas camufladas esposas bien apretadas que le impiden conocerse en toda su amplitud, dimensión y profundidad.

¿Y sabes qué? No pasa nada, respetar a tu par y respetarte a ti mismo te hace, incluso dentro de tus parámetros, mucho más hombre.

8 de Marzo
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El prepucio de Vespucio

7 Marzo 2017 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Opinion crítica.

No me gusta Trump pero tampoco me gustan nada esos repentinos amantes y defensores de la subcultura del atraso, de la excusa eterna, del victimismo estructural, del latinoamericanismo unido.

¿A que se refieren con «nuestra América»?

¿A que eran todos indios y por ende una misma cosa?
 Antes de la llegada de los españoles había infinidad de tribus de fenotipos de genotipos de alturas de tipos de cabello de tamaños de brazos de piernas de religiones de indumentaria de idiomas de costumbres gran variedad y diferencia de alimentación entre unas tribus y otras de modo de vida de sociedad de relaciones de producción de caza de pesca de agricultura.

Después de la colonización también. Al Caribe fueron canarios, catalanes y extremeños, a México andaluces y extremeños, a la parte norte de Sud América levantinos, extremeños, andaluces, castellanos. Al sur fueron vascos, cántabros, maragatos, catalanes, astures. Españoles todos, pero tremendamente distintos entre sí, y aún más en aquellos tiempos si cabe imaginarlo.

Existe más parecido entre un guaraní y un irlandés de Mayo que entre un guaraní y un yanomami o entre un tehuelche y un noruego que entre un misquito y un tehuelche. Llamarle a todo el continente «nuestra América» es prueba de un racismo congénito o de una ignorancia supina.

¿A cual peor?

No existe tal unidad excepto para la ex metrópoli y sus vástagos criollos cuándo las tribus del continente fueron colonizadas. Y ni siquiera para ellos era lo mismo Honduras que el Potosí.

Todo lo que sea salir de la General Paz en Buenos Aires o de la Vía Blanca en La Habana me es tan ajeno como el Cuzco o Maracaibo, a las cuales tampoco sabría diferenciar de Burundi ni de Djibouti.

Por ende, intentar dotar de una identidad ficticia a ese rejunte de procedencias, de fenotipos, de idiomas, costumbres, tan diferentes entre sí, no obedece en modo alguno a la solidaridad con el oprimido sino qué es parte del mismo mecanismo racista colonizador conquistador que se pretende rebatir al reivindicar esa Latinoamérica unida.

Por otra parte ¿qué utilidad podría tener amalgamar a un montón de fracasos, complejos y desastres?

No le echen la culpa al bueno de Amerigo Vespucci, él sólo pisó una ínfima parte de su Mundus Novus.

Otra cosa es que digamos que nos sentimos profundamente latinoamericanos toda vez que: salivamos por la ventanilla del automóvil, rara vez usamos el paso de cebra para cruzar la calle, y si el pagador se despista...nos quedamos con el vuelto.

El prepucio de Vespucio
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