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El blog de martinguevara

Camilo, una traición perpetua

27 Agosto 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Cuba Opinión, #Cuba flash., #Opinion crítica.

El Che sabía que Camilo no era comunista, lo escribió incluso tras su muerte, pero era su mejor amigo, el único que podía jaranear con él con la típica jodedera cubana. Ernesto lo quería como un hermano, la critica de que a veces era indisciplinado tenía base en que no era marxista, pero el Che conocía y admirada su diligencia como guerrillero, y como leal comandante dirigente de la tropa y querido por el pueblo. En honor a esa amistad le puso Camilo a su primer hijo varón, mientras que esperó al segundo para ponerle su propio nombre. El respeto y el afecto del Che hacia Camilo fue de una gran profundidad.

Sin embargo, había otro comandante que lo odiaba íntimamente, porque la valentía y carisma del señor de La vanguardia lo ponía en evidencia: Raúl. Este tomó la excusa de la no adhesión al comunismo de Camilo para fomentar cizaña contra él entre la tropa, entre otros jefes y sobre todo en su hermano comandante en jefe.

Fidel lo evaluaba como un útil lugarteniente, un fiel servidor, pero un peligroso contrincante en afecto y respeto por parte del pueblo.

La desaparición misteriosa e increíble de Camilo fue el episodio más enigmático de la Revolución Cubana, y a mi entender, la más triste, amarga, criminal, y suicida del proyecto utópico revolucionario.

En lo personal nunca escondí mi convicción, no por el conocimiento de las pruebas sino por lo inexorable de la conveniencia, de que Fidel Guarapo Castro se deshizo de Camilo, como ya probablemente ya había ayudado a hacer con Frank País, acaso de algún dirigente del Partido Ortodoxo más, y luego haría con el Che, Ochoa, los hermanos de la Guardia, y un prolongado etcétera.

Una vez me castigaron desde el Consejo de Estado a ir a trabajar a Santiago de Cuba, en resumen, me hicieron buzo y trabajé en un yate precioso en las aguas más cristalinas que se pueda uno imaginar. El jefe de aquellos dos yates y de la rama de arqueología subacuática del Plan Baconao Turquino, era Lázaro Ponce, de Ciego de Ávila, quien fuera el personaje real, representado en la película cubana Patty Candela. Lázaro fue el encargado de buscar a Camilo durante muchos días en el mar. No encontró ni una sola mancha de aceite sobre la superficie del agua, y aún siendo muy leal a Guarapo, alguna vez con unos rones encima, en las noches de charla en la popa del yate “El ojo azul”, nos dijo a los buzos, marineros y a Sarita, la bióloga del barco y su amante, que allí, en todo aquello alrededor, no había caído ningún avión.Durante las décadas siguientes se hizo frecuente el rumor, convertido en chisme pero en voz baja, ora de que Camilo estaba en la Isla de Pinos, mendigando por Miami, incluso alguno aseguraba haberlo visto recogiendo cabos de cigarrillos por las calles de La Habana. Lo que venía a decir la elección de favorecer dichos infundios, es que el pueblo cubano no se creyó nunca lo de la desaparición mágica y trágica de la avioneta que lo transportaba.

De alguna manera, alguna vez habrá que saber que ocurrió con Camilo Cienfuegos. O acaso lo más perturbador, es que tras la muerte por ley de vida de todos los protagonistas, por falta de documentación, quede enterrado en el fondo del período más turbio del proceso, un hecho crucial en un hito del camino, desde el cual hay un antes, un durante, que eran todos los caminos posibles, y un después, que fue el rumbo de la degeneración de cada uno de los sueños loables. La maldición de una traición.

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La huída

25 Agosto 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Europa Aorta, #Relax

Sonny estaba de lo más pancho escuchando Midnight Rambler en el cinco punto uno enganchado a su computadora, cuando escuchó en medio de los punteos de guitarra y el sonido de la armónica, unos pequeños golpes, tímidos, sordos que parecían más en la puerta de entrada de su apartamento que en la batería de los Stones, bajó la música para cerciorarse de que no se equivocaba ya que las pocas veces que alguien lo llamaba, usaba el timbre cuyo botón estaba ala izquierda de la puerta.

En efecto, alguien estaba requiriendo su atención. Descalzó sus pies de las pantuflas que los cubrían y con los calcetines de lana se acercó sigilosamente a la puerta para mirar por la mirilla de quien podría tratarse. Generalmente quien está fuera escucha pasos ve alguna sombra por la mirilla o un resto por la hendija que se trasluce por debajo, pero aún así Sonny prefería tomar ese recaudo, ya después si conocía a la persona se excusaría. Era una chica de pelo castaño ondeado sobre los hombres, no la conocía, pero sin preguntar a través de la puerta cerrada, decidió abrir con cierto reparo torciendo un poco el torso porque estaba en calzoncillos.

-Por favor, déjeme pasar, le explico adentro- le dijo la muchacha en voz muy baja, casi imperceptible. Esto puso en alerta a Sonny, pero evaluó toda la situación, la chica era menuda, sus manos estaban libres, no parecía alterada por droga alguna ni padecer un estado síquico peligroso o delirante a juzgar por la firmeza de los ojos, lo que sí parecía asustada, y pensó que dejarla pasar sería el mejor desenlace de ese pequeño y misterioso percance.

Una vez que Ángela se había presentado, Sonny le ofreció agua y asiento, entonces ella le pidió que volviese a subir el volumen de la música de modo que si el que la perseguía llegaba a esa planta no sospechase que ella estaba dentro. No era exactamente susto lo que revelaban sus ojos, sino preocupación.

-No vaya a pensar que soy una de esas.

-Si no me explicas un poco que ocurre, quien eres y de donde vienes, no tengo ninguna pista para pensar nada.

Ángela, proveniente de un hogar de clase media bien establecida,  se había ido a dar la vuelta al mundo, hasta donde llegaran los caminos que emprendía y alcanzasen los billetes que en la medida que iban menguando, con más celo guardaba en el reverso de su pantalón vaquero. Conoció mucha gente, nadie le interesaba tanto como detenerse por más tiempo que el que podía subyugarla una buena habitación, algunas comidas, almohada o sofás acolchados hasta recobrar fuerzas y ánimo para continuar intentando alejarse de su espalda. En una de esas, en Francia, conoció a Pierre, un boxeador amateur cuya mayor aspiración era poder boxear algún día en Las Vegas y que lo presentasen con un cuadro de Monet detrás, era su pintor favorito y era lo único que, según él, Francia tenía de diferente para ofrecer al mundo. Ángela lo encontraba tan naif que pensaba que él se inventaba ese personaje con la nariz achatada a trompadas fetichista de un pintor impresionista. Pero le encantaba, más que por la conexión sexual que tenía con él, que no era en absoluto deficiente, lo que lo hacía irresistible era su capacidad de protegerla, de abrazarla y hacerla sentir segura sin poner ninguna condición, más bien estando siempre presto a abandonar todo para ir a pelear a los estados Unidos. Todo por un nocaut. Pierre aún era amateur porque la mayoría de su habilidad en el box la había adquirido en peleas callejeras en un suburbio de Brest, ciudad de la que se comentaba que pugnaba con Calais para ver quien era la más fea. Decidió apuntarse al deporte bastante crecido ya, cuando evaluó que si bien se había llevado unas buenas palizas, habían sido muchas más las veces que había ganado y casi siempre con contrincantes bastante más grandes, cosa que en el ringo no ocurriría. Lo cierto es que Pierre tenía dotes naturales para boxear bien, piernas, cintura, mandíbula, hombros, una pegada fuerte y sobre todo esa agresividad, ese deseo de someterse a la prueba para superarla, lejos del miedo que suele tener habitualmente la gente a llegar a las manos, a él lo excitaba si se terciaba la ocasión.

Ángela siguió Pierre a  Pontoise, ciudad cuna del impresionismo, donde él deseaba con vivir porque allí habían vivido casi todos los impresionistas, menos Claude Monet, además estaba cerca de Paris lo cual era muy conveniente por las peleas que podían surgir. Y porque era un pueblo bello, diferente de su barrio de jeringuillas y hormigón armado.

-¿Y qué haces aquí en la escalera de mi edificio, tan lejos de Pontoise?

Ángela creyó que había encontrado el fin de la búsqueda que implicaban sus traslados en la geografía, en las costumbres, en los climas y los acentos, si bien era opuesta a la convivencia en pareja, no vio con malos ojos la posibilidad de asentir cuando Pierre le  propuso que se mudase con él para estar juntos y solucionaban el tema de abaratar gastos. Ya que si bien Pierre era boxeador amateur entre cuerdas, fuera de ellas peleaba por dinero, y a veces hacía algún que otro trabajito que requería de sus habilidades en solucionar expeditivamente los entuertos más habituales y así fue que empezaron a compartir cafés matutinos, charlas nocturnas, la televisión, los libros, el olor del baño con uso reciente, el de los calcetines, pantalones y ropa interior colgada en las sillas hasta que llegaron los gases estomacales liberados por el orificio más cubierto y protegido del cuerpo humano. Ahí ambos llegaron al acuerdo de que, aunque costase un poco, se levantarían e irían al baño o al porche de la casita que alquilaban, a dejar que los aires interiores y exteriores se mezclasen lejos de las narices.

Fueron entrando en la monotonía que atrapa a toda buena vida, y que de a poco va pegando la vuelta para dejar de ser tan buena.

Un día lo llamaron desde París que si quería aceptar un combate en Worcester, cerca de Birmingham, de donde era la salsa oscura para carnes, le explicaron que el premio era una bolsa de dinero pero sobre todo era la posibilidad de saltar al boxeo inglés en Londres. Aceptó con entusiasmo, esa noche hizo el amor tres veces, primero por delante después por detrás y luego estuvo mamándole el chochín a Ángela hasta las dos de la mañana cuando le echó el último polvo de costado. A Ángela no le gustaba mucho cuando tenía que ir a fajarse, pero esa vez pensó “si va a ser así, ya nos vamos a Las Vegas”

Pierre ganó en Worcester, esa noche cató rendido en la cama, pero a la siguiente otra vez se sintió como un león rey de la manada con su leona elegida.

Con el tiempo Pierre fue ganando cada vez más dinero con las peleas, que ya las competía en el deporte profesional, aunque nunca peleó en Londres, era reclamado desde diferentes ciudades a las que viajaban juntos y luego regresaban ala tranquilidad de su pueblo impresionista donde ya habían alquilado una casita, un poco más cara pero bastante más mona. Pierre no guardaba el dinero en el banco, una de las cosas con que había si9mpatizado cuando conoció a Ángela es que ella lo escondiese en la costura interna del pantalón, exactamente como él. Ya las cantidades que ingresaban no eran susceptibles de tal escondrijo pero descansaban en el fondo de jarrones, bajo colchones, en el placard en gruesos fajos.

-¿Espérate, le robaste el dinero?

Pierre tuvo que partir casi de urgencia a Brest por un asunto familiar y Ángela, por primera vez en mucho tiempo se quedó sola. El tercer día se sintió tan bien, que empezó a recordar los efluvios dulzones del camino, de arribar a una nueva ciudad sin conocer a nadie, de escuchar silencio cuando se callaba y escuchar su música, ver sus películas, sus programas de radio y televisión, de levantarse a la hora que deseaba comer sola acuclillada en un sillón o en un café dejando las horas pasar frente a una ventana. Pierre le mandaba mensajes diciendo que estaba todo bien, que no se preocupase, y ella le respondía que se tomase todo el tiempo que precisase para resolver todos los problemas. La madre de Pierre había enfermado y no mejoraba con el paso de los días. Ángela decidió no esperar a que Pierre regresase y tomó un tren con hacia Brest con todo el dinero que él le había indicado que llevase. Pensó que no era justo que todo eso se gastase en una madre que no le había hecho ni caso, de la cual no había oído hablar ni una sola noche de revelaciones e historias, más que mencionada en episodios poco memorables. Se bajó en Rennes, se metió en una brasserie, comió bebió vino y se fue a un hotelito a dormir la mona mientras el teléfono no paraba de sonar.

A la mañana siguiente tras desayunar y aún con resaca, envió un texto a Pierre de que llegaría un poco más tarde porque se había sentido mal y tuvo que bajarse en el camino. Tomó un tren a Bordeaux, de ahí cambió a otro a Hendaya, cruzó a Irún, paró dos días en Fuenterrabía y de ahí decidió ir a Burgos, donde alquiló un pequeño apartamento de un living, un cuarto y un balcón a una plaza. Tiró el teléfono y compró una nuevo con una nueva tarjeta de prepago, pidió perdón a  la virgen de los ateos, y a un dios devorador por la poca culpa que tenía Pierre de sus impulsos de libertad, del abandono y del hurto. No pudo dormir tranquila pero no dio marcha atrás.

-Ángela, ¿Pierre te siguió hasta aquí?

La madre de Pierre murió a los tres meses mirando la foto de su hijo abogado, casado con una chica de familia proletaria pero que vestía de saco y corbata, de la propia ciudad de Brest, que, tras conseguir de ella que le cediese sus ahorros para balancear las apariencias en la boda, nunca más la fue a visitar, ni siquiera mientras Pierre la acompañaba en el final de su enfermedad, se comunicaba con él por las aplicaciones del teléfono móvil, y a veces, tras la insistencia de la madre, le enviaba un saludo con la mano.

Una vez que falleció la madre, el hermano se presentó en la casa para iniciar según él los trámites del sepelio, el entierro, y por supuesto de lo poco que restaba en pie de la herencia. Pierre llevaba unas semanas difíciles por la desaparición de Ángela, y no lo ayudaba mucho el empeoramiento de la salud de su madre. Le contó a su hermano Antón la historia con Ángela, su vida en Pontoise, el dinero que había conseguido amasar boxeando, y la inexplicable faena que le había hecho y que aun, no conseguía asimilar. Antón, al sentir a su hermano sin fuerzas incluso ni para ir tras Ángela, le ofreció sus servicios como abogado para seguirla allí donde se escondiese y formular una acusación por el robo. Pierre le dijo que no tenía como demostrarlo frente a un juez ya que el dinero no estaba declarado. Antón le dijo que no se preocupase, que él se haría cargo de eso.

Ahí comenzaron las pesquisas y minuciosas averiguaciones de Antón, que primero regresó a su casa de Marsella y acto seguido comenzó a pisar el rastro que habían dejado los talones de Ángela.

Lo que no podía imaginar Pierre, es que esta vez Antón no lo hacía movido por la avaricia habitual, por una vez en mucho tiempo, como cuando eran niños sentía compasión por el hermano, quería ayudarlo, encontrando a Ángela y resolviendo el tema todo lo más parecido al cuento la Intrusa de Borges, que el civismo y un mínimo de decoro permitiesen.

Pontoise y Brest
Pontoise y Brest

Pontoise y Brest

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Aroma a roble

24 Agosto 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Relax

Muchas veces vi a mi madre reflexionando si era mejor sufrir el exilio o padecer la cárcel como mi padre en Argentina. Con el agravante lapidario de que el padecimiento de mi madre, nadie lo tendría en cuenta, es más, se consideraba un privilegio y en honor a la verdad en cierta forma lo era, en comparación con el heroísmo de soportar la tortura y el temor que supone la prisión en manos de carceleros inescrupulosos.

Mamá sufría por el dolor que sentía mi padre, por su suerte, por la incertidumbre cada día de si aparecería en una zanja o desaparecería en el río, también sufría por estar lejos de su tierra, y también por la vergüenza de haberse "salvado"

En cierta forma esto lo sentí yo también al ir creciendo y pensando que ya estaba en edad de cargar con un arma e ir a liberar a mi viejo, esa obsesión me saltaba cada noche antes de ir a dormir, a veces se colaba en mis sueños adoptando las formas y los desenlaces más disimiles, los que temía o los que deseaba mi subconsciente. De ahí que me despertase en medio de la noche entonando una oración recitada a modo de verso que hasta hoy me acompaña, "mami, mami que estás en los cielos/ niño chiquitito, objeto puntiagudo" o me despertaba pleno de ilusión, de autosuficiencia, si había conseguido morir en el intento de liberar al viejo, y todos honraban mi acto de valor, eso lo sentía en paralelo a que mi otro yo, el que debía cargar la mochila de lo inevitable y lo cotidiano, lavaba los dientes que pronto se pudrirían y enlazaba su pañoleta.

Mamá, acarreaba fantasmas de mucho antes de aquel episodio histórico, que le hicieron un camino, una senda en que no fuese extraño el sentimiento de tristeza, de fomentos frente a la baja autoestima, de una mortaja adecuada para morir de tristeza.

El viejo no jugó sus cartas de héroe, sus mucho puntos ganados en la resistencia a todos los peligros, no aceptó vivir cómodamente en el Caribe cuando salió de la cárcel, se quedó en su apartamento con el colchón en el suelo, lo cual siguió cubriéndolo de virtudes. Se enferma de todos los virus, bacterias y dolencias que existen, pero igualmente se cura, es un mecanismo de lucha que ya tiene desde antes también de aquel período histórico de mi país.

En cambio yo, soy una mezcla de uno y otra. Ni moriré ni venceré, aún busco la dimensión en que la brisa suave y el aroma a roble, sea una constante

 

Aroma a roble
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Cambalache

23 Agosto 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Argentina frizzante, #Opinion crítica.

La época que nos ha tocado vivir, es curiosa. Hasta hace un suspiro en tiempos históricos, las acusaciones por el enriquecimiento de una familia, las hacía la izquierda. Esa fue la semilla de la que surgió, a la vez que condenaba todo esfuerzo por enriquecerse, dentro o fuera de la legalidad, considerada igual de ilegítima.

Hoy la derecha ha tomado el relevo.

Tanto en Argentina como en España afloran los periodistas e incluso juristas críticos, con elementos progresistas que se presentan como revolucionarios, y que sin embargo ganaron suntuosas cantidades de dinero en diferentes áreas, cultura, empresa, tecnología, etc., Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, Javier Bardem, Polanco, Felipe González, el sorprendente incremento patrimonial de Irene Montero, o Pablo Iglesias, y un extenso etcétera. Hay que aclarar que un fenómeno que proviene de la Europa latina, mediterránea, donde no tuvo lugar la Reforma, donde se mantuvo como virtud. el estoicismo asceta, frente a la austeridad realista luterana. Nadie en Estados Unidos critica a Bill Gates, Mark Zuckerberg, Whoopie Goldberg o Bono por ser ricos, ni los capitalistas o revolucionarios alemanes hace casi dos siglos, se condenaron a Frederich Engels por extraer plusvalía de sus obreros para mantener a Karl Marx en sus construcción de la teoría comunista, ni entonces ni hoy.

Tal critica de sectores de derecha defensores de un sistema de clases, es curiosa, por un lado son fieles escuderos de monarquías, de los grupos económicos más poderosos, de los episodios más crueles y vergonzantes de la Historia protagonizados por los más ambiciosos conquistadores en todo el mundo, pero aún así, reconocen que lo impoluto, la pulcritud ética que supone el ser de izquierda, es incompatible con el grado de “putrefacción” que presupone, y ahí la sorpresa, el dedicarse a ganar dinero. Cosa con la que, debo admitir estoy al cien por ciento de acuerdo. De dicha razón provienen mis criticas a "Guarapo" y a sus jenízaros, que con tal acumulación demuestran que nunca fueron revolucionarios, mucho menos comunistas, todo se reducía al oportunismo, arribismo, la megalomanía, él como Erich Honecker, Ceaucescu, Ortega, Chávez y otros  aspiradores a reyes, a emperadores, a dioses que usaron la inocencia de los oprimidos presentandose como sus liberadores.

Es tan curioso como de rabiosa actualidad, que de los defensores de las sociedad de clases, de la acumulación de dinero, de la explotación del prójimo, surja esta critica a acumular patrimonio.

Estos críticos de derecha dicen : "Si sois subyugados por los placeres que proporciona la riqueza material, no podéis continuar con vuestros discursos éticos de justicia social; por el contrario si queréis seguir haciendo uso de estos discursos, deberéis retornar a una vida humilde, alejada de los rezumos y efluvios endulzantes del vil metal"

En el fondo, tienen el mismo concepto sobre la acumulación de riqueza que el marxista más recalcitrante.

De ahí que parezca absurdo que la persecución a CFK en Argentina, sea emprendida por los sectores más identificados con el poder económico, jueces, periodistas y políticos afines a los Roca, Pérez Companc, Macri, Anchorena o Bunge y Born, los históricos acumuladores de riqueza, y que en lugar de perseguirla por lo que en realidad la detestan, alguna medida de contenido popular o el único inciso en el que fue rotunda como militante, el castigo a los terroristas de estado de la última dictadura militar, la persigan por haberse enriquecido, y sobre todo por hacerlo con presunta ilegalida ¡Pero si ese y no otro es leitmotiv de la derecha! Del mismo modo me causa asombro, aunque cada vez menos, que sean elementos de la desnatada izquierda actual, quienes defiendan el enriquecimiento desmedido, sea legal o no, como éticamente adecuado para un dirigente de sus huestes. En resumida cuenta, la derecha persigue el enriquecimiento y la izquierda lo defiende.

Más que un cambio, lo que ha habido es una inversión de paradigmas. Este es el Cambalache que anunciaba Santos Discépolo.

No estoy tan seguro de que perseguir a un presidente del propio país sea conveniente para los interesas finales de ese mismo país, aunque en todo caso, creo que un juicio no penal sino moral, de valores, tanto por enriquecimiento ilícito, como simplemente por enriquecimiento mientras a los militantes de izquierda eran torturados y lanzados al río, quienes deberían llevarlo a cabo en todo caso serían las fuerzas progresistas. De las que solo nos van quedando residuos extraviados o iconos convertidos en piezas museísticas, como Mujica.

 

Cambalache
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Una mota de justicia

21 Agosto 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Opinion crítica., #Relax

Antonio Ramón Ramón nació en Granada a finales del siglo XIX, en una familia disfuncional de labradores, el padre padecía un tipo de esquizofrenia que de vez en cuando, le llevaba a pensar que la esposa y la hija lo querían matar.

Antonio aprendió a leer, escribir y alguna operación aritmética antes de tomar la azada, las riendas del burro y "tirar todo tieso" para el campo. A los 22 años se fue al norte de África, donde el padre había vivido, una vez en Argelia lo confundían con otro joven, hasta que dio con él y supo que tenía un medio hermano fuera del matrimonio, de nombre Manuel Vaca. Desde ese día se hicieron inseparables. Al ver que no cambiaba mucho la dureza de Granada con Argelia, decidieron poner rumbo a América. Llegaron a Brasil, pero las condiciones de trabajo eran casi esclavistas en ese época, y como contaban con pocos recursos decidieron que uno de los dos se iría a Argentina y cuando pudiese se traería al otro hermano. Antonio se quedó en Brasil, al poco tiempo recibió una carta que Manuel le contaba que iría a Chile donde trabajar en las salinas de Iquique era considerado el oro blanco, se comentaba que se podía salir rico de allí en poco tiempo. Antonio le contó que había conseguido trabajo en el ferrocarril, que no estaba tan mal.

Pasado un tiempo Antonio leyó las noticias de la matanza de más de dos mil obreros de las salinas en la escuela Santa María de Iquique, que estaban marchando y protestando para que les considerasen el cien por ciento de los cheques pagarés, que ya eran miserables, de los cuales además cobraban solo el sesenta por ciento.

Los patrones se cansaron de la protesta y decidieron dar un escarmiento para futuros atrevidos, pusieron una tropa de ametralladoras y cañones, al mando del general Roberto Silva Renard, con la orden de disparar a todos los manifestantes, mataron hombres, mujeres, niños, bebés, más de dos mil personas.

Antonio comunicó a sus empleadores que se iría a Chile para aclarar sus sospechas sobre que le había ocurrido a su hermano al no recibir ninguna carta suya. Y en efecto al llegar a Iquique supo que su querido e inseparable medio hermano Manuel Vaca estaba entre los asesinados. Comenzó a urdir una venganza.

Tras saber que el general estaba destinado en Santiago de Chile dirigiendo una fábrica de municiones, se dirigió hacia allá y estudió sus movimientos. Una tarde que el general caminaba tranquilamente por la acera que llevaba a la fábrica, regresando de un almuerzo, Antonio saltó por detrás, tomándolo por el cuello le acercó un pañuelo empapado en somníferos que consiguieron adormecer a Roberto Silva, entonces Antonio, raudo antes de que la gente se aproximase, lo introdujo en la parte trasera de una carreta, le cubrió la cabeza con un bolsa de arpillera, ató sus manos y pies con una cuerda y se dirigió al almacén abandonado donde ya había acondicionado una esquina del sótano par5a alojar al asesino de su hermano junto a otras dos mil personas.

Durante semanas lo mantuvo con agua, pan y carne cocida con verduras, sin responder a ninguna de las interrogantes y súplicas del reo. Una mañana se sentó frente al general en un pequeño banco de tres patas de los que se usan para ordeñar, y habló por primera vez

-Soy hermano de uno de los que mataste en Iquique. En estos tres años ¿cuantas veces has pensado en las vidas que segaste aquel día?

El general balbuceó, no atinó a articular una respuesta coherente aquella mañana. Pero al día siguiente cuando Antonio regresó con la intención de hablar, el general se sinceró y dijo que si bien le asaltaban las imágenes de aquel día, como el Ejército lo había premiado con el puesto en la fábrica, no le daba el matiz trágico, solo perturbable. Antonio le preguntó por los niños ametrallados, el general se hundió en el silencio.

Así pasó un día tras otro, hasat que el general se desplomó en un llanto en que mezclaba el temor por su vida y un atisbo de remordimiento, ante la toma de conciencia de que aquello no tenía posibilidad de redención. Una semanasa más tarde Antonio emprendió un viaje en diligencia desde Santiago a Iquique con el general detrás, amordazado y bien atado, a quien alimentaba en las noches en algún sitio seguro. Una vez arribados a la escuela Santa María de Iquique, esperó a la madrugada, bajó al general del carruaje, lo llevó hasta el lugar donde cayeron masacrados los dos mil obreros, le quitó la venda de los ojos y la mordaza, lo primero que vio el general, es que estaba rodeado de decenas de personas, y detrás de ellas había otras decenas, su mirada era de asombro pero la expresión de su rostro y sus hombros era de derrota.

-Todas estas personas, al igual que yo, son familiares de los asesinados por usted, hay hermanos, padres, hijos, esposas, incluso hay sobrevivientes entre ellos. Este revólver de seis balas se lo entrego para que usted decida con total libertad a quien más le toca morir, nadie se moverá de su sitio.

El general tomó el arma con las manos ya desatadas, arrodillado en el centro, oliendo la humedad de la tierra que tres años atrás fuese el fondo de un río de sangre, colocó el cañón del arma en el cielo de su boca y accionó el gatillo causando un fiuerte estruendo y dispersando parte de sus sesos mezclados con trozos de hueso parietal por la tierra ya seca.

Eso habría sido un final posible, pero lo que en verdad tuvo lugar aquel  14 de diciembre de 1914, fue diferente, el general no llegó a perturbarse por la perversión de su acto, pero de todos modos se consumó la justicia. Antonio esperó a que Silva regresase a la fábrica y mientras caminaba pr la acera saltó sobre sus hombros clavando una daga de acero en el costado derecho de su cuello, lo escuchó chillar, sintió como se le aflojaron las piernas y de inmediato lo giró para propinarle otra puñalada que decretó la invalidez de por vida del asesino, no sin antes gemir y lloriquear por su vida, inundando el ambiente de un olor nauseabundo proveniente de la materia que sus esfínteres ya flojos, no pudieron contener. Antonio permaneció unos segundos mirando al general retorciendose en al suelo, y cuando la gente comenzó a amontonarse alrededor, salió corriendo. Pensó en su hermano pero en esa ocasión, sin pena ni rabia, con una sonrisa dibujada en su cara, la misma que tenía cuando los agentes le detuvieron al no conseguir envenenarse con la poción que bebió en aquel instante, idéntico semblante que usó su defensa en el juicio para aducir una enfermedad mental heredada de su padre, excusa que Antonio aceptó para intentar evitar la mayor porción de castigo posible, pero sabiendo que no, que era, como con en el justiciero de Olot, como Gabor a la salida de una comisaría en San Telmo y como la venganza de Bruno en Catania, un granito de justicia en un mundo inundado por cataratas de abusos.

Antonio recibió un calvario de reprimendas, desde los planazos de sables desde su detención hasta el trato vejatorio durante sus años prisión, pero él sonrió hasta el día impreciso, desconocido, misterioso, de su fin.

Antonio, aun adolorido por los planazos de sable recibidos en su detención, sonrió cuando supo que el periódico obrero El Despertar de los Trabajadores de Iquique, reivindicó el atentado titulando el 16 de diciembre de 1914: «Se ha hecho la justicia del pueblo»,

 

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Una mota de justicia
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Matanzas de nadie

12 Agosto 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Cuba Opinión, #Cuba flash., #Opinion crítica.

Por supuesto que el régimen cubano es el único responsable de sus carencias, su inutilidad, su reparto elitista de los pocos bienes que existen, pero lo que me entristece a mi no es que esto se destaque a raíz de los incendios, explosiones, rayos y centellas en los tanques de petróleo de Matanzas en Cuba, sino que se haga reemplazando el primer sentimiento que cualquiera debería tener con sus compatriotas cuando ocurre una desgracia de este calibre.

Como los haitianos los indios, los tailandeses, antes de ponerse a despotricar contra sus magnates o sus gobernantes por la paupérrima atención a las victimas de Tsunamis, terremotos, huracanes, ante todo lloran a sus compatriotas. O los estadounidenses o europeos cuando regresan los soldaditos que mandan a morir a las guerras, claro que reciben criticas, pero antes un sepelio, unos cuantos minutos de silencio. He visto a haitianos, a indios y a estadounidenses en el exterior llorar primero a sus victimas, sentir algo de verdad por su gente, organizarse para ayudar, mucho antes de lógicamente ponerse a despotricar contra sus gobernantes, sus ricos, sus explotadores, etc.

En este caso en cambio vi a cubanos de adentro, dirigentes y tracatanes, justificando la falta total de medios, poniéndose la venda antes de la herida y ni siquiera mencionando a las víctimas, y quienes esperaba más sentimientos de solidaridad, de quienes viven fuera, seguros, con sus asados, sus aires acondicionados, sus coches, sus casas bien construidas, sentir, como haitianos e indios, un dolor por su gente, no, nada de eso, los vi en redes yendo a correr para llegar a tiempo a su porción de carroña.

Cuando se cayó el edificio de Miami Beach con muchas más muertes que el Saratoga y el incendio juntos, los Youtubers cubanos radicados allí, donde deberían ser activos y cívicos, se despetroncaban a ver quien lamía más medias primero, para decir que eso le pasa a cualquiera, y que no fue nada, que nadie tenía la culpa, ni una critica a la propia ciudad donde pagan impuestos. Los estadounidenses por supuesto, fueron los críticos activos, porque eso lo tienen claro, a su gente no se la toca, pero el cubano hizo horas de audiovisuales lamiendo el trasero de los constructores, sin que por supuesto, estos se lo pidiesen.

Y no me vengan con que "sí; pero.." porque el "pero" invalida todo lo anterior.

Esto me conduce inevitablemente a la idea de que aquel régimen, en inicio de utopías y rápidamente girado hacia el poder arbitrario, y al poco tiempo a los privilegios de los gerontes, luego de los extranjeros de toda laya, hasta que le llegó el turno a los empresarios, como en cualquier sociedad capitalista pero sin permiso para cubanos, a no ser que fuesen hijos de comandantes, no solo pudrió el alma de sus huestes con la doble moral, la envidia, el odio, la chivatería y la represión, sino también la de sus opositores en el exilio, ha intoxicado, profundamente, aunque espero que remediablemente el alma de los cubanos de ambas orillas. Quiero aclarar que la posición de los opositores que he podido leer de dentro de la isla, que es la oposición verdadera, es diametralmente opuesta a toda esta mezquindad de ambos bandos.

Por otro lado están las víctimas, los bomberos, los damnificados, los que perdieron sus casas, sus medios de vida, la miseria que les quedaba y la que les espera; lo peor es que esos, los únicos que deberían importarnos, no les interesan a nadie, ni a los de adentro ni a los de afuera. Tal el legado de aquella sempiterna seguidilla de dictaduras.

 

Una vez dicho lo anterior; se encontraron restos óseos de cuatro personas en el lugar de las explosiones en Matanzas. Presumiblemente de los 14 desaparecidos, la mayoría bomberos y algunos soldados que hacían el Servicio Militar Obligatorio.

Aún cuando en la caída del rayo no tiene ninguna responsabilidad persona ni institución alguna, ni comunistas ni capitalistas, ni surrealistas, sí la tienen de modo integral en la utilización de prácticamente niños ingresados a la fuerza como carne de cañón al servicio militar. Jamás hijos de "pinchos", siempre mestizos, negros, los más humildes, los más alejados de los centros de poder, utilizados para estas y otras tareas, acaso menos peligrosas, pero en ocasiones más denigrantes.

Debemos exigir el fin del Servicio Militar Obligatorio. La entrega a la vida militar debe ser voluntaria e incentivada, los efectivos de unas fuerzas armadas deben estar orgullosos de formar parte de esa institución, no estar obligados, avergonzados, cansados, rabiosos o asustados.

Y mientras se desmantela esa humillación histórica a los menos privilegiados, en lo inmediato debemos conminar a que se juzgue y condene con severidad a quienes enviaron a la muerte a estos jóvenes recién salidos de la pubertad.

 

Matanzas de nadie
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