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El blog de martinguevara

Tarará

13 Abril 2014 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Cuba flash.

En ese mismo verano nos habían comentado que la manera de pasar unas vacaciones fabulosas, pagadas y encima cobrando un dinerito, era como Guía en el campamento de pioneros de Tarará, el mismo sitio donde años atrás apenas llegados de Argentina, mi hermano y yo habíamos estado internados con vistas a atenuar los efectos del asma.  Nos dijeron que por el día se pasaba todo el tiempo en la playa o haciendo deportes, se comía todo lo que se quería, y por las noches después de acostar a los niños se armaban fiestas de los profesores y guías. No lo pensamos dos veces y llenamos una serie de impresos.  A la semana nos llamaron para admitirnos como Guías.

No teníamos ni la más mínima idea de lo que había que hacer, pero según lo que nos indicaron que sería nuestra responsabilidad parecía fácil, sólo había que estar dispuesto a llevar a un grupo de  unos quince niños de diez a  doce años, desde el albergue al comedor, a la playa, al teatro, al cine y planear alguna que otra actividad de  entretenimiento nocturna, y con ello superaríamos con creces cualquier evaluación.

El campamento había cambiado mucho desde al año 1973 cuando había intentado curar allí el asma. Era un área inmensa, que se había diseñado con muy buen gusto, para albergar a pioneros del país entero durante todo el año, pero fundamentalmente durante los meses vacacionales.  Los albergues eran coquetas casitas de dos plantas con un jardín delantero y trasero, la planta baja con habitaciones donde se disponían las literas de los alumnos, una cocina con una nevera, y varios cuartos de baño. y en la parte superior dos habitaciones para los profesores o Guías. Cada pocas casitas estaban los comedores, las canchas de diferentes deportes, las piscinas,  hasta había salas de espectáculos, para teatro y cine. Y todo ello regado con las orillas del  mar de las playas de Tarará, de arena clara, aguas tibias, con cocoteros que habían reemplazado a los pinos de antaño.

El primer día designé un niño monitor de todos los demás para que me ayudase en las labores de mando y organización. Fuimos a desayunar, luego a la playa , luego a almorzar, por la tarde no salimos a ningún sitio, ya que me quedé durmiendo la siesta, cenamos a la tarde noche y por la noche organicé un torneo de ajedrez, en al cual solo se divirtieron cuatro muchachos ya que la mayoría eran jugadores de dominó. Los llevé a desayunar al día siguiente y luego le dije al monitor que los llevara a la playa un rato, yo fui a nadar, después fuimos todos a almorzar.

Por la tarde conocimos a dos guías de las niñas, nos empatamos en la playa así que dejé instrucciones a Israel, que era el monitor, pequeñito en tamaño, pero guapo y temido por los demás niños, para que se hiciese cargo de la tropa sin que los demás niños llegasen a mostrarse irascibles. Al día siguiente me preguntaron si irían al cine, les dije que sí, y luego de almorzar volví a dejarlos al cuidado de Israel, me  fui  abañar a la playa y a jugar al frontón, y cuando regresé el  Nene me dijo que había problemas con los niños, que querían ir a la dirección a decir que  no los estaba llevando a ninguna actividad después de la playa de la mañana. Armé un torneo de boxeo después de llevarlos a cenar, y fue un error porque los ánimos estaban caldeados y más de uno descargó su bronca dentro del improvisado ring. Mi novia circunstancial nos vino a buscar con la del  Nene y fuimos a una fiestecita de guías, nuevamente le pedí a a Israel que cuidara la tribu,  me advirtió que ya estaban empezando a sublevarse, le dije que les dijese que al día siguiente iríamos a cine y al teatro.

En la fiesta tomamos tragos y contamos cuentos con otros guías. Cuando regresamos a la habitación yo fui con mi novia de Tarará al cuarto acompañados de una botella de licor de plátano, un sirope viscoso y dulzón que sin hielo era muy difícil de tragar. Imposible fuera de Tarará.

Nos quedamos dormidos como troncos, a la mañana siguiente y me despertó un ruido fortísimo en la puerta. Cuando abrí el primer ojo, mi compañera se había esfumado, miré el reloj y vi que eran las once, me levanté a abrir la puerta y casi me da una piedra en la cara. Entonces Israel subió la escalera y me contó que no había podido controlarlos más, que salieron todos a la calle y empezaron a coger aleatoriamente los yogures de la caja que dejaban cada mañana en la puerta de nuestro chalet y los yogures de los demás, y algunos se habían ido a la playa, otros empezaron a tumbar almendras a pedradas, y otros a lanzar las almendras y alguna piedra contra la puerta del Nene y la mía, momento en el cual me desperté. Salí a poner orden y me di cuenta del lío que se había generado. Llamé al Nene, fuimos a buscar los niños que faltaban y los llevamos todos al comedor, luego nos metimos en el cine y hablé con el responsable y nos pasaron dos películas. Y cuando llegamos al chalet para descansar, nos aguardaba el personal de la dirección, para comunicarnos que nuestra gestión como Guías había llegado a su fin. Sólo Israel ensayó una tímida defensa en nuestro favor cuando el directivo preguntó a los niños si estaban contentos con nosotros.

Recogimos los bártulos, y recién entonces al ver que desaparecíamos de sus vistas, todos los niños se despidieron de forma más educada que afectuosa. El directivo me aseguró que aquello iría directamente a nuestro expediente escolar acumulativo, al lado del "diversionismo ideológico" "conducta antisocial" y otras manchitas. El Nene se lo tomó menos en broma que yo, él continuaba estudiando y no era sobrino del Che, aún así, no dejábamos de reír de camino a casa, recordando el enfado que habían tenido esos muchachos en aquella mañana. Un tipo mayor, que iba sentado delante de nosotros, acompañado de otros me pidió con cierta actitud hosca que apagase el cigarro negro sin filtro que estaba fumando, abrí la ventanilla para que se disipase el humo, como condescendencia con el hombre, y le pedí que por favor no jodiese más.

 Ya había tenido suficiente por ese día.

Tarará
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Poca cosa

2 Abril 2014 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Europa Aorta

 

 

 

     Las reivindicaciones de la lucha ciudadana de hoy en día, las que buscan apoyo en la sensibilidad de los partidos de izquierda, se encuentran plagadas de frases como:

 " Se han robado todo nuestros ahorros, devuélvanlos"

 " Nos han desahuciado, nos quitaron nuestra propiedad"

 "El fondo de inversión era una tapadera y una estafa"

 "Las ayudas de miles de millones a la banca deberían dárnoslas a nosotros"

 "Los préstamos bancarios que firmé para hacerme con un piso nuevo con piscina y una 4x4 Land Rover, eran una estafa y me dejaron en la ruina, perdí mi puesto de maestro de obras en el que subcontrataba en negro a dos dominicanos, un boliviano y un marroquí que me trabajaban el doble por la mitad, y ahora Caritas me tiene que dar la ropa"

 "¡¡¡Viva Caritas!!!"

 Eslóganes que defienden exclusivamente "lo mío", eslóganes de luchas burguesas. Están tan carenciadas de un sustento filosófico, político o ideológico que se sitúan incluso en el pre marxismo. Previos incluso a la aparición de los primeros anarquistas.

Marx hizo ver que pedir al aumento de salario aparte de que no contribuía en absoluto a cambiar la sociedad sino a asentarla, era contraproducente para el trabajador ya que únicamente le pagarían más si conseguían extraerle más plusvalía o reducir los costes de la empresa. Marx, hace ya unos cuantos años, advirtió a los trabajadores que romper la máquina de la fábrica no conseguía más que el nada desdeñable alivio de sacarse una gruesa espina devolviendo un golpe, no había que luchar contra la máquina sino contra su dueño y cambiar el orden de juego. Aquello que proponía el bueno de don Carlos demostró en la práctica ser una entelequia, pero en cualquier caso la sociedad ideal no es la que precedía aquella chapucería.

 Son curiosas también las luchas de esas minorías que tanto incordian a los sectores más tradicionalistas, con el mismo cariz que las que enrabietaban a más no poder a los Partidos Comunistas de lso apíses del Segundo Mundo y a los movimientos revolucionarios de hace no demasiado tiempo, el reclamo del derecho a la individualidad, a la libertad de elección en todo, más democracia, más participación critica, menos autoritarismo.

 ¡Precisamente lo que más detestaba y temía la izquierda clásica y tradicional!

 Luego se festejan como logros propios de la emancipación, diáfanos retrocesos conceptuales y concesiones a los estamentos del poder clásico, como por ejemplo los matrimonios de las personas del mismo sexo.

¿Qué es eso de presentar semejantes bodorrios como algo progresista? vayan a decírselo a los anarquistas de hace nada menos que dos siglos!

 El matrimonio, esa institución tan conservadora contra la que parecía se habían manifestado esos mismos grupos que en cierto modo pretendían ser objetores de conciencia, para que al final todo terminase reduciéndose, a marcarse como objetivo poder ser como aquellos a los que se decía denostar, dejando claro que aquellas peroratas no eran más que una demostración del fuerte deseo de ser tratados del mismo modo que sus verdugos e igualmente tenidos en cuenta.

 Como las organizaciones del Black Power que sintieron que la cúspide de sus conquistas era lograr tener sus propios negros. Ascender como clase en lugar de erradicar la diferencia. Ocupar el lugar del esclavista.

 Hoy la izquierda está en evolución, y de ello es prueba el hecho de que esté más perdida que perro en cancha de bochas, que parezca desaparecida, ya que de ahí saldrá algo nuevo y espero que también bueno, pero entre tanto ajetreo conviene cuidarse de no perder la brújula, y recordar que la finalidad debería ser buscar formas novedosas de sociedades más justas, y no precisamente convertirse en centinelas de aquellos prejuicios, vicios, reflejos y modelos acartonados y perimidos, cuyo hábitat es precisamente el génesis de todo este despropósito en que hemos desembocado como proyecto de convivencia.

Curioso que las reivindicaciones de izquierdas que toman las calles hoy en día, sean para defender el derecho a la tradición, la familia, el capital y la propiedad.

 

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