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El blog de martinguevara

Blackmore con Brando.

30 Agosto 2012 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Relax

 

 

Una vez mientras no sabía bien donde pararía, estaba viviendo en una oficina que tenían ciertos muchachos en la habana, una noche puse el tocadiscos al mango con el lp made in japan de deep purple, sonaba lazy o space truckin una de esas largas con punteos y solos de batería interminables, yo estaba a oscuras con unos rones por dentro y por fuera y empuñando una escoba esmeradísimo en la mímica, sacándole chispas al punteo de blackmore, súbitamente entró un alto representante de esos muchachos y abrió la puerta sin avisar y cuando encendió la luz yo estaba meneando la cabeza frenéticamente, yo ya era un muchachote grande y me inundé de vergüenza, pero me hice el boludo, lo saludé y fui dejando de a poco lo que estaba haciendo explicándome como podía, aparenté con decoro salir de ese trance aunque sentí que un hormigueo constante acompañado de un tibio ardor tomó posesión de toda la curvatura de mis orejas hasta la punta de la nariz.

Un par de días después me tocó a mi entrar de repente a la oficina, era una casona burguesa del barrio de miramar, de dos plantas, tenía un generoso jardín, nunca supe porque habiendo tanto espacio se amontonaban en la entrada el televisor, el vídeo, la bandera en cuya asta yo había incrustado cierta vez una bala de una browning nueve milimetros, y el equipo de música; corría el año ochenta y pico y al no haber aparatos de video rusos, los japoneses que lograban establecerse en su lugar, se convertían en una atracción. Pues casi en el sitio exacto donde yo había estado con mi palo de escoba a modo de stratocaster, lo encontré al testigo de mi anhelo, solo, observándose a sí mismo con suma atención en un vídeo por la noche con la luz apagada y cuando entré, casi copiando mi frenesí de dos días atrás me dijo sin que yo preguntase nada, -Estoy revisando a ver como quedó para mandarlo a unos sindicatos! Y aunque él no daba brincos, cabezazos ni tenía las venas empapadas en ron, su voz temblaba del mismo modo que la mía había vacilado al dar explicaciones que nunca habían sido solicitadas.
En la entonces moderna pantalla enorme de aquel ya anciano tv, quien cuarenta y ocho horas atrás evitase sonreir con ademanes que lo evidenciaban ante mi eterna frustración frente a la fantasía de ser un rocker de gran tirón, desveló su pretensión de que al menos en apariencia aquella barriguita desapareciese entre los destellos de color gracias a la tecnología sony trinitrón y alguna chica lo mirase como sus menos cándidos que perversos ojos lo hacían desde la penumbra.
Marlon Brando y Jimi Hendrix, de ahí en más todo fue mutis y ninguno de los dos precisó de la prisa, para ir hasta la fuente a brindar elemental aseo a sus prendas interiores.

 

 

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Marxistas esteparios.

25 Agosto 2012 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Opinion crítica.

 

 

 

Con motivo de la reciente visita a Noruega, recordé esos comentarios tan extendidos en todos los ámbitos, que aseguran que en los países nórdicos se vivirá bien, pero que la tasa de suicidios es la mayor. Y recordé a Durkheim con sus cuatro clases de suicidas, y su opinión de que los ateos o protestantes se quitaban más la vida que los católicos o judíos. Al grupo de los suicidas altruistas pertenecerían los fanáticos militaristas, los hoy coránicos o los hasta ayer mismo seguidores de Bush. Y a los egoístas los carentes de fe en lo sobrenatural, en lo divino. 

El tema ha resultado siempre de mi interés porque acaso durante un tiempo más prolongado del que me gustaría admitir aunque menos de lo que me temo, me encontré formando parte del coro de este colectivo, pero a la manera que describiera Hermann Hesse en el lobo estepario, diciendo algo así como: " más que el que comete el acto de acabar con su vida, el suicida es quien vive constantemente con la navaja en las inmediaciones de su muñeca".
No me imaginaba otra razón para situar a los habitantes escandinavos entre los menos amantes de la vida que el hecho de que al tener resueltas tantas necesidades vitales, la angustia se quedase muy desprotegida de los artilugios y barnices en que suele estar entretenida en la mayoría de los casos. Como una zona llena de burgueses de buena vida, que sin embargo caminan constantemente sobre el enorme riesgo de tener el "Yo" completamente expuesto, el sentido de la existencia permanentemente evaluado. Me hacía más adepto a esta percepción comprobando que por el contrario los Estados con menor número de suicidios per cápita ostentaban el común denominador de la pobreza extrema.
Y entonces encontré esta estadística de la cual anexo el enlace, que aún sin dar del todo las espaldas a aquellas que dicen conocer casi todos los interlocutores de cualquier latitud cuando se habla de Escandinavia ya que coloca a Fiinlandia en el puesto número trece, arroja sin embargo un resultado más sorprendente aún para mi. De los diez primeros países con mayor tasa de suicidios, ocho fueron dictaduras del proletariado socialistas o aún lo son. 

 La primera es Rusia, la gran madre patria en la praxis del comunismo científico y en la perversión del socialismo utópico francés. Los dos países no ex socialitas que aparecen entre los diez primeros en esta estadística, son Corea y Japón, de politicas inconfundiblemente capitalistas, pero de una tradición en disciplina colectiva y de estricto acatamiento de las leyes y normas, que los sitúan en lo referente a la conducta social más emparentados con las sociedades regidos por dictados que los que disfrutan de la diversidad de opciones. 

En los años en que viví en Cuba, la más profunda muestra de insumisión a los dictámenes verticales que tuve oportunidad de presenciar, incluso más integral que la rebeldía , era el cese del entusiasmo por la vida, expresado bien con un agudo alcoholismo que confluía en muerte o deliriun tremens, en la depresión más absoluta, en la locura, o directamente en el suicidio. Claro, no existían estadisticas de absolutamente nada que no tuviese relación directa con los pretendidos logros del gobierno, de manera que si la realidad se atuviese a los resultados de los censos, en Cuba no habría prostitución, ni descontento social, no habría censura, presos politicos, abusos policiales, no habría drogadicción, ni enfermedades de transmisión sexual, no habría pobreza, ni siquiera alcoholismo y por supuesto; no existiría el suicidio, la mayor afrenta al sistema más anhelado por el hombre, la sociedad de la vida. Motivo que convertía en imputable penalmente a todo aquel que incurriese en un intento fallido. El suicidio estaba prohibido, perseguido y penalizado por la ley. 

Aún así la gente se quitaba la vida de todas las formas imaginables, siendo las más folclóricas el ahorcarse de una guásima o arbusto similar, arrojarse de un edificio, abrirse las venas, incluso indirectamente cayendo preso o adentrandose al Atlántico caribeño en un emparchadísimo neumático de tractor ruso, para cubrir la distancia que separa la isla con la Florida, pero había una manera de suicidarse en Cuba, que de por sí debería reservarle un sitio de honor en esa lista por su calidad, ya que no por la cantidad: el bañarse en kerosene o luz brillante y arrojarse uno mismo una cerilla encendida con los propios dedos, se rumoreaba que la mayoría de personas que usaban este drástico pasaje a las dimensiones próximas siguientes, eran mujeres y lo hacían por desengaños amorosos, lo primero era fácilmente comprobable, lo segundo solo a través de un medium. 

El mundo al que la isla está por despertar de su largo sueño pesado, es menos asfixiante y opresivo pero está lejos de ser halagüeño y sobre todo de recibir a nadie con los brazos abiertos, solo espero que en el futuro cuando se permita la publicación de las incidencias sociales, Cuba no mejore ese puesto en tal perturbador escalafón y que los desengaños amorosos hayan encontrado un tipo alternativo de alivio.


Ocho poblaciones ex conejillos de india de un fracasado experimento igualitario están entre las diez que menos valoran la vida.  Interesante dato conque el finado de Durkheim no pudo contar a causa de la cronología, y con el cual de seguro habría confeccionado un jugosísimo quinto grupo de tomadores de decisiones terminantes. 
Personas que se privan de la vida a fin de evitar los interminables estertores de una sofocante existencia.

  Un grupo más expeditivo que apático.

 

 

 http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_tasa_de_suicidio

 

 

 

 

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Acantilado.

16 Agosto 2012 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Europa Aorta

 

 

Desde el borde de un acantilado conocido aquí como fiordo, mientras el viento y el salitre del norte entran en contacto con el bronceado andaluz de la pasada semana, me siento a rumiar el remanente de la conversación que tuve la ocasión de mantener con un parroquiano en el bar donde decidimos que desayunaríamos cada día de los nueve que permaneceremos en esta idílica zona del planeta, en la población de Beitostolen, Noruega a unos doscientos cincuenta kilómetros al noroeste de Oslo.

Tras dejar absolutamente limpio el plato de restos de la nutriente yema de huevo extraído según la dueña de las gallinas de su corral y de la ya no tan inmaculada salchicha de marras, cuando la troupe compuesta de mi hijo y mi mujer nos disponíamos a regresar a la cabaña, a por el pequeño descanso post desayuno que me tomo en las vacaciones antes de un día de excursión, se me ocurrió tomar un tazón más del desabrido y sin embargo acogedor café de las estepas vikingas: - Vayan, que un par de minutos los alcanzo- fue lo que les expliqué para tomarme ese indispensable momento del día en que uno está solo y con posibilidad de colectar su pequeña anécdota personal , privada e intransferible, o bien el halo de misterio que permita recrear alguna en la imaginación y no tener necesariamente que esperar al regreso del viaje para compartir las historias pudiendo hacerlo cada noche con más o menos sazón entre los acompañantes de turno antes del chapuzón en la almohada. Mi esposa aceptó la invitación sonriente, pocas cosas al cabo de un café, huevos y salchichas, son menos reconfortantes que compartir mi mal humor matutino.

Cuando llevaba la taza por la mitad se sentó a mi lado un hombre que aparentaba tener mi edad y menos malas pulgas a esa hora ya que me saludó sonriente con el God morgen de casi todos aquellos rubios habitantes de tierras rodeadas de arenques y salmones de Alemania hacia arriba. Le contesté en mi rudimentario inglés, y me hallé naturalmente comunicativo teniendo en cuenta que la parla se daba antes de mi segundo café.  Al cabo de un rato nos habíamos contado de donde éramos , que hacíamos allí y lo agradable que aquella zona nos parecía, aunque dudo que cualquiera de los dos persiguiese otra cosa que relajarse un poco soltar la lengua  y ejercitar el arte perdido de que alguien nos prestase una pizca de atención. Pero entonces salió el tema de la crisis española, aún cuando le había dicho que soy argentino pero vivo en España, se ve que o bien lo dije de manera que únicamente lo entendiese yo, o bien que Argentina le sonaba menos que el sánscrito, entonces admití la charla sobre mi patria de acogida, ya que en efecto allí radico, mi estómago se alimenta de sus víveres mis pulmones de su aire y mi escaso entusiasmo de su actual realidad socio económica.

El noble conversador noruego se manifestó intrigado e incrédulo acerca de las noticias que muestran en los noticieros de su país como en el sur rendido, la política nacional se centra en beneficiar y proteger cualquier posible malestar que puedan tener los grandes bancos y la gran patronal en general, propiciando todo tipo de leyes y reglamentaciones que faciliten el despido y la explotación  de los trabajadores a los empresarios menos escrupulosos o más vetustos, de lo cual en España existe un nutridísimo catálogo capaz de provocar el aburrimiento del más interesado de los analistas.  El capítulo de la larga lista de injusticias que se están fraguando en el oculto programa del partido gobernante, que  encontraba particularmente más difícil de creer, era el de los desahucios. Per, quien así se llamaba según me confesó, decía que en su país era impensable que se protegiese los intereses de unos delincuentes como habían sido algunos bancos en la actual crisis, hasta el punto de dejar en la calle a una familia, y decía que él pensaba que  la televisión Noruega, persiguiendo directrices del poder político del norte  que procuraban ahorrar en los gastos de rescates a países europeos en problemas, exageraba la situación al punto de decir que los desahucios  se producían incluso cuando había niños y ancianos, que no importaba siquiera que estuviesen enfermos y que hubiese bebés, que los mandaban a la calle sin más, y que encima se estaba persiguiendo aprobar la supresión de toda ayuda a quienes fuesen indigentes o parados de larga duración, o sea a los que peor estaban mientras se aprobaban multimillonarias ayudas a las entidades financieras  más caras,  corruptas deficientes y que más dinero habían distraído en beneficio propio, o sea, a los que mejor estaban.

Fue entonces que experimenté por primera vez el sentimiento de ser en parte español desde un ángulo desde el cual nunca lo había vivido, tuve vergüenza de admitir la verdad.  Aún cuando soy un opositor frontal a la política de deterioro de los derechos y la modernidad que está llevando a cabo el actual gobierno, no pude en este caso asentir con el mismo vigor que lo hago en el resto de mi cotidianeidad, me dio una profunda vergüenza, como si en la observación más examinar a España me estuviese desaprobando a mi, como si se cuestionase de algún modo mi propia aptitud junto con la capacidad de esta España para formar parte del proyecto humanista que debe significar Europa en diferencia al resto de capitalismos. Fue un sentimiento repentino, ya que casi en el acto me repuse y con todos los bríos le dije _ Sí, soy parte de esa sociedad, pero ni les he votado ni les apoyo. Y continuamos hablando de aspectos más gentiles de la mañana, de la generosidad de los paisajes en aquellos pagos y del apego de los noruegos por marcar cada producto con el precio más alto del mercado. Aunque luego, según el el sueldo medio que me comentó ganan los trabajadores por allí, el país llegó a parecerme incluso barato.

Una vez en el acantilado, mientras me preguntaba como podían llegar las gotas de aquellas olas hasta allí arriba, vi a mi mujer y a mi hijo en la misma posición que yo, acuclillados de frente al océano, y les iba a comentar mi particular anécdota de la conversación con el noruego de unas horas antes, pero el sonido del viento y el mar me habrían obligado a castigar el edema de mis cuerdas vocales, podría contárselo en algún momento menos idilico, cuando ya estuviésemos en casa, esperando otra vez a que fuese viernes para que Rajoy anunciase un nuevo recorte a los españolitos de a pie, los que no tuvieron otra parte en esta crisis que su abulia y el excesivo énfasis puesto en el baile al son de la macabra música marcada por los beneficiarios de ayer y de hoy. 

 

Per no me había tomado un examen a mi, solo estaba compartiendo una charla de café con un desconocido, pero ofició como un llamado  del ánima del poeta perdido, de la España con el alma en pena: _ Si te sientes de esta tierra, ayúdanos tú también a cerrar el ciclo-

No sé que figura estaría yo ocupando en la cosmogonía del lugareño, probablemente la misma dada la infructuosidad de separar a los actores de una escena, el último suspiro del poeta maldito y entre ambos una deidad intermedia, Babalú Ayé.

 

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Convicciones multicolores.

12 Agosto 2012 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Cuba flash.

 

 

La última pregunta- me espetó el entrevistador- ¿ Cómo son las relaciones actuales de Cuba con Estados Unidos?– Perdón, pero no me encuentro capacitado para responder eso- fue mi respuesta y entonces el periodista pasó a otra última pregunta que guardaba en la recámara.

Una vez transcurridos unos minutos después de terminada la entrevista me quedé pensando en como habría podido aprovechar la cuestión para comentar aspectos de mi interés, acerca de los que puedo opinar sintiendome a gusto. Pero esto me ocurre en la vida casi con todo lo que expreso por medio de la voz. Si se me permitiese echar la cinta atrás indefectiblemente siempre cambiaría algo, aunque fuese solo una coma, quizás con la salvada excepción de esos exabruptos que encajan perfectamente en las situaciones. Las maldiciones. Tal vez esta sea una de las razones por las que prefiero manifestar mis pensamientos a través de la escritura, la otra es no escucharme en mi tono ligeramente nasal.

Pensé que tal vez no pueda hablar de cifras y datos respecto de la actualidad de los convenios, quizás no pueda dar fe de las transacciones y negociados entre estos dos países más acostumbrados a las hostilidades que a la convivencia. Quizás no pueda comentar el modo exacto en que se están comenzando a fraguar las capitulaciones de los postulados, de los juramentos, del absurdo, de la crueldad  y de la tozudez en ambas orillas a lo largo de más de medio siglo; pero sí que me habría gustado pasear mis apetencias e inquietudes en el viscoso terreno de las suposiciones.

Me hubiese gustado dirigirme a los cubanos que desde hace un tiempo más que prudente, vienen depositando su confianza en que tarde o temprano  la democracia occidental terminará por darle un merecido a los déspotas que los enviaron al exilio, a las prisiones o al ostracismo, y advertirles que se fuesen haciendo a la idea de que posiblemente los gobiernos de  las potencias capitalistas entrasen en una creciente amnesia paulatina, en la medida que también con la misma vertiginosidad atacase a la memoria de la dirigencia cubana, compuesta de los mismos que combatieron a sangre y fuego toda proximidad al capitalismo, a la democracia, a la sociedad de consumo ( exclusivamente para los representantes del vulgo, mientras en las familias de la dirigencia esas estrictas normas hallaban cierta relajación).  Solo por preservar la salud sería conveniente que tuviesen en cuenta al menos que existe la posibilidad, ya no tan remota, de que al quitar las barreras que al gran capital transnacional le ocasionaba severo malestar, al tiempo se diluyan los rencores bajo el peso del mercado, y comience un repentino romance entre los gobiernos occidentales y los mismos tiranos de siempre de la isla, sin cambiar siquiera la fachada, sin arrojar el látigo al abismo, sin pedir perdón por los desmanes, por los crímenes, por el asfixiante abuso sobre los abusados.

Una vez que puedan instalarse sin trabas las transnacionales expropiadas en el pasado o sus vástagos ¿ para qué persistir en el enfrentamiento?. Se dirán unos a los otros: “Negocios son negocios, no había nada personal”, harán borrón y cuenta nueva.  En definitiva ¿ quién está más apto para llevar los asuntos de un ministerio que alguien que ya tiene en su agenda los datos de todos sus homónimos en el mundo? Y por otra parte ¿ que utilidad podrán tener todos esos bregados luchadores por un mundo mejor, por justicia, por equidad e igualdad de oportunidades, frente a un manojo de pusilánimes de escasísima vergüenza que además de contar con la ventaja de una moral absolutamente moldeable, tienen también las riendas de las fuerzas represivas?. Por las dudas.

Yo me curaría en salud y recordaría por unos instantes quienes fueron los que comandaron los cambios  nada más ni nada menos que en la Unión Soviética, desde un Gorbachov y un Yeltsin , ambos dirigentes del PCUS en sus regiones de nacimiento y cómplices de cuanta tropelía se cometió bajo sus mandos cuando no responsables directos, hasta el ex agente del KGB Putin,  sin embargo cambios que resultaron ises del  campo socialistaue de ron los que comandaron losi cambios cia, por equidad e igualdad d eoportunidades una vez que de abruptos y radicales,  sin el más mínimo rastro de alguna utopía socializadora de las riquezas, ni siquiera de minimas garantías para los ex adorados proletarios. Desde occidente solo se les exigió que abandonasen sus posiciones políticas, no sus cargos. 

Sucede un tanto de lo mismo en Cuba.  Esa especie de obsecuentes  que al auto proclamarse comunistas cuentan con prebendas y privilegios frente a quienes  piensan de otro modo o simplemente presentan algún grado de pudor, y que han conformado en la práctica la totalidad de los burócratas en el poder de los países socialistas, habrán sido cualquier cosa menos comunistas y a su vez son quienes más daño han ocasionado a la percepción universal de dicho disparate de sociedad dictatorial y por ende imposiblemente igualitaria, convenientemente disfrazada de clímax, de no va más , de súmmum de las sociedades resumido en el principio marxista de: “ a cada cual según su necesidad”.

Cada amordazado, cada alcoholizado por la paranoia, cada reprimido, cada preso, cada disidente, cada rockero, cada espíritu libre aprisionado, cada exiliado, que pretenda que al cabo del gobierno de los gerontes hermanos, una vez extintos lo actuales parámetros socio económicos de gobierno de la isla, tendrán acceso a dirigir la construcción de una nueva sociedad, no olviden del todo el arte de resistencia y la persistencia, ni distraigan en la carretera sus petates de eternos opositores, tal vez conserven su razón de ser.

Podemos observar como alfiles, caballos y torres de los aparatos del establishment cubano ya se están aprovisionando a tiempo de pequeñas anécdotas de diferencias con la dirigencia, asegurándose una parcelita paradisidente de cara al experimento venidero. Ya pululan conversos coroneles, ministros, cancilleres, todo tipo de lacra que en su momento se emplearon con dureza contra  quienes escuchaban en el malecón a Grand Funk Railroad aplicandoles una mancha en el expediente acumulativo que les acomapañaría de por vida bajo la acusación de "diversionismo ideológico" o de "desafecto" por escuchar a la recien hoy legalizada Celia Cruz después de cincuenta años, quien en vida no pudo regresar a su país y cuyas canciones prohibieron ya que al parecer, su "Bemba Colorá" incitaba a subvertir el orden, o bien a quien deseaba leer “Paradiso” de Lezama Lima, literatura hippie o consumir cultura beat y ya con extrema contundencia a quien se le ocurriese exigir su prometida porción de libertad.

De entre aquellos que oí decir a viva voz para ser  escuchados en los cuatro rincones: ¡Socialismo o muerte!, dudo que uno solo esté dispuesto a morir por causa alguna que no sea el empacho de víveres, y menos aún que alguna vez, ni siquiera en sus peores pesadillas hayan hecho el más mínimo gesto de socializar algo propio.

Entiendaseme bien por favor, nada más distante que pretender que esas almas repletas de un inquietante vacío sólo habitado por la pusilanimidad más abyecta, aguarden fusil en mano, ateridos y aterrados  en la noche de la Sierra de El Escambray, el intercambio de disparos que los ubique en el único extremo posible hoy de su tan cacareado dilema; pero que al menos tengan el decoro de dar un paso al costado y sólo levantar la mano cuando sea el turno de los arrepentimientos y las excusas.

Me temo incluso que llegará el momento, en que para ciertos organismos de poder occidentales que alentan desde afuera a la disidencia, personas como Payá podrán pasar a representar una rémora, un incómodo testigo de la carencia de toda ética.

Y aunque  por supuesto todo esto deba permanecer en cuarentena al tratarse de una premonición elaborada con ingredientes de mi propia huerta, solo por si en este caso la excepción de la regla me consagrara con el don del acierto, no estaría de más que quienes han sido oprimidos  por la tiranía se hiciesen a la idea de una prolongada peregrinación en las antípodas. O como minimo a tener que compartir cama con los alacranes.

O quizás no haya dicho nada de esto cuando el periodista  me hizo lo que iría a ser la pregunta del estribo, porque aún existe una tercera  razón por la que prefiero escribir lo que pienso en lugar de decirlo, es que hablando puedo llegar a ser tan vehemente o por el contrario tan cínico que de ese modo cobran varios enteros mis posibilidades de acertar en los presagios.

 

 

 

 

 

 

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