Amnesia selectiva
Ayer estuve conversando durante horas con un amigo íntimo de La Habana que pasó por casa y al que no veíahacía más de diez años.
Mi amigo había sido un irredento anti sistema, tenía un problema con las autoridades casi cada día. Así como yo sentía una gran antipatía por el gobierno y el poder, pero no por el sistema comunista sino por el poder en sí mismo. Ello nos llevaba a profesar la misma simpatía por Fidel y sus genízaros que la que ellos sentían por nosotros a quienes llamaban: lumpen, rockeros, borrachos, inútiles, poco revolucionarios, antisociales.
En síntesis, mi amigo se estaba volviendo loco en la isla porque tenía deseos de viajar, de leer lo que le daba la gana, de manifestarse, de disfrutar de la vida, y en la medida que iba creciendo iba tomándole una mayor animadversión al sistema, a la policía, al partido, a las infinitas organizaciones de masas, y ya al final a todo aquel que tuviese una guayabera y dos plumas en el bolsillo.
Como yo.
Hizo lo que pudo por irse de Cuba, teniendo en cuenta que en aquellos años intentarlo ya era un delito penado con cárcel, sin embargo él ni disimulaba, les decía a todo el que quisiese oír, que ya no aguantaba aquél país y aquella represión, los amigos empezaron a dejarlo sólo porque se despachaba en contra del gobierno sin tomar recaudos en cualquier sitio y a cualquier hora. En esos años sólo por manchar el nombre del Comandante se podía ir preso muchos años.
Lo único que quería era irse de Cuba, se convirtió en internacionalista proletario juntándose con muchachas de medio mundo para casarse y que lo sacasen de allí, después de que a mi me botaron, supe que participó en varios armados de botes domésticos para cruzar el estrecho, pero me confesó que no vio clara esa salida. Hasta que en 1997 pudo poner pies en polvorosa mediante un procedimiento legal, y de a poco fue calmando sus deseos de libertad de opinión, de acción, de movimiento, llevando ya casi veinte años disfrutando su materialización.
Para mi sorpresa en la conversación de ayer, mi amigo defendía una y otra vez a Raúl, a la Revolución, no directamente a Guarapo, aunque sí de manera velada porque estaba hablando conmigo, y a la vez atacaba todo el sistema capitalista e incluso al sistema democrático, siendo gracioso y curioso, que por decisión propia, no por coerción o amenazas, actualmente vive en un país desarrollado y con economía de mercado capitalista y una democracia representativa, de la que hace uso cada día al poder opinar a sus anchas.
En un principio me dejó anonadado, y quise saber más de los motivos de ese cambio, en lugar de ponerme a discutir lo evidente, quise profundizar en ello y preguntarle de manera subrepticia el por qué de tal giro, aún cuando maneja un automóvil que daría de comer a varias aldeas africanas, y disfruta de una vida pequeño burguesa sin la más mínima privación de los placeres que el capitalismo provee y el comunismo condena.
La verdad es que no conseguí sacar nada en claro. Al final decidí llevar las conversaciones por otros derroteros ya que somos amigos mucho más allá de cualquier barniz "politicoide" al uso, y no quería dañar un momento entrañable con palabras ríspidas.
Pero ahora más que nunca, me intriga saber como hicieron los mecanismos de propaganda de los hermanos Castromasov, para adocenar a un iconoclasta tan duro de roer a prueba de numerosos embates presenciales, al cabo de tantos años y tanta distancia.
El alcance de aquel paternalismo, la calidad del poder sobre la terminología del "Bien" que secuestraron para hacer uso de ella en exclusividad, de idéntica manera que lo hiciese Iglesia unos cuantos siglos antes, se instala de algún modo férreo en algún sitio del hipotálamo, atentando contra el goce del individuo desde el púlpito de la culpa, tan judeo cristiana como "comunistosa" fue en el último siglo.
Como un Síndrome de Estocolmo, pero que tiene lugar a la distancia, cuando el abducido experimenta la culpa de estar disfrutando de placeres "pérfidos" capitalistas, y de una libertad pecaminosa, lo curioso es que ello no los lleva a regresar a la austeridad y asepcia comunista. Sino que profundizan en el disfrute de las ventajas que ofrece el sistema capitalista y la insuficiente democracia, pero despotricando y renegando contra estos, como expresión de una bipolaridad o esquizofrenia colectiva.
Pasamos el resto de la noche riendo y recordando pasajes inolvidables e imposibles de repetir en otras generaciones, y no volvimos a mencionar la política de salón. Hasta que por la mañana cuando lo dejé en la estación de tren, en un rapto de claridad me dijo:
- Brother, yo sigo siendo el mismo, y los singaos esos también.
Maquiavélico Raúl
Durante muchos años se estudiarán los movimientos magistrales de cintura en política internacional tanto de Fidel como de Raúl Castro, cual obra de Nicolás Maquiavelo, pero Raúl si cabe, consigue incluso más con muchísimo menos, sentando cátedra en materia de pragmatismo desde su época al frente de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias).
Lo que sea que haya permanecido en una posición semi erguida durante estos cincuenta y largos años, lo que quiera que sea que tras la ruina tan proverbial de la Revolución ha mantenido al cubano unido al menos frente al caos, en cada poro de ello ha estado residiendo de algún modo Fidel "Guarapo" Castro, aunque solo fuese por el aura de divinidad que supo procurarse en torno a su persona.
La mayoría de los cubanos nacieron con él ya como el Big Brother absoluto, que todo lo sabe y todo lo observa, pero además como el padre de la patria, que subió a la Sierra con 12 hombres maltrechos y bajó con el pueblo victorioso detrás (sin detenernos demasiado en detalles, como todos esos compañeros, colegas y seguidores traicionados que sacrificó en el camino), o bien por el temor que infundía, ni siquiera su hermano Raúl, que es su sangre podría hacer nada con la oposición de Guarapo. Ni siquiera él.
Ya en el año 2006, Raúl tenía la convicción de eliminar la tristemente célebre libreta de abastecimiento, de ir soltando las amarras del mercado. Dio el pistoletazo de salida con puestos de mercadillo libre campesino y la liberación de los taxis particulares, los "boteros", incluso percibiéndose claros resultados tuvo que detenerlo y echarlo para atrás, por la "no satisfacción" de su hermano, conocida para el público en una de las reflexiones que vuelca periódicamente en el pasquin "Granma".
No se trata sólo de la oposición de Fidel, es de la casi totalidad de los cuadros anquilosados que tienen mucho que defender, demasiado que perder en sus nichos de poder e infinitas culpas que solventar, si se abre seriamente el juego politico a los cambios democráticos.
Y aún no siendo nada fácil, Raúl, entre fiesta y fiesta sorprendió a más de uno, con su templanza llevó el gobierno mucho mejor que lo que la mayoría había imaginado, para los intereses suyos personales y familiares primero que todo, de las clases dominantes luego y por último para la vida cotidiana del pueblo cubano, que en honor a la verdad la mejoró sensiblemente con respecto del hermano, aunque ello no represente mayor mérito.
Se lo observaba detenidamente desde varios ángulos y desde algunos, sin catalejo. Él no se llevaba particularmente bien con Chávez, y se temía cierta frialdad con el "surtidor del pan", entonces hizo movimientos magistrales para estudiosos de la cintura política, de lo práctico, e incluso de la impudicia, con fines estratégicos.
Porque no se trata sólo de hasta que punto él hubiese estado dispuesto a renegar, a desistir, a claudicar como estandarte y autor material e intelectual de la dictadura del proletariado, a olvidar y lograr hacer olvidar su papel como activo represor de gays, artistas, periodistas, escritores, rockeros y cualquier mínima expresión de simpatía por el enemigo imperialista, para lo cual ya hay que tener un cinismo a prueba de todo, sino que también y he ahí lo difícil, la cuestión era ¿cómo hacer para encontrar nuevos "Surtidores del pan" para su sempiterno jineteo institucional sin que le recordasen quién era y lo que representaba?
Pues lo hizo, mientras Maduro una vez usado y exprimido, iba cayendo en desgracia aunque esa caída duraría largos años antes de conocer el frío pavimento, la Perla del Caribe, no sólo volvió a estar de novia con el imperialismo insaciable del Norte, sino que de amante vespertina, se buscó nada más ni nada menos que a la Francia de los derechos y de la libertad.
Las dos democracias más antiguas del planeta, los dos referentes de libertad, se repartieron más que disputaron el amor de la Perla, y ella, ufana, así como susurraba en ruso y luego en tono venezolano, volvió a suspirar en inglés, y a gemir en el francés de Fouché, no en el Danton. Pero Obama acabó en Tronal Gump y Francia en Macron y Raúl ni corto ni perezoso, decidió vivir sus últimas primaveras hasta los rumores de hoy a la sombra de las conquistas familiares, dejando las vicisitudes de la visibilidad del poder al insulso puesto a dedo, apodado "sin casa" por el ingenio popular, más de pueblo foráneo que del autóctono, Díaz Canel y su esposa Chanel.