The Rolling Stones
En 1995 me invitaron por dos veces a ver los Rolling Stones en Buenos Aires, en la cancha de River Plate, dieron cinco conciertos a estadio lleno. El primer show mi invitó mi amigo Omar que también me había invitado hacía dos años a ver a Keith Richards & X-pensive Winos en cancha de Vélez Sarsfield, y el segundo show lo vi por cortesía de mi amiga Regine, fuimos con su hija Aimée que hoy es una excelente artista de instalaciones y performances, Por entonces las entradas para el césped, sin división, costaban 50 pesos, equivalentes a dólares, yo no tenía un duro pero vivía rodeado de amigos que conocían mi devoción por el rock. Siempre tuve amigos que eran mejores personas que yo, en resumen, en la vida, la familia se me quedó coja, pero con los amigos salí ganando por goleada. Mi amigo más Stone era Marcelo, que no solo tenía todos sus discos, sino que conocía casi todas las interioridades de la banda y tocaba varios de los riffs de Richards. Marcelo después tocó la guitarra en Suárez, una banda de culto del Buenos Aires de los años noventa, eran auténticos pero también se esforzaban en ser modernos, por tal razón su rock mezclaba a Reed, Cave, Cure o Morrisey, pero si uno escucha bien los temas en que la segunda guitarra la tocaba Marcelo, percibe la influencia del viejo lobo del rock’n’roll. Y Silvina, mi amiga desde la infancia, había pegado un trabajo de intérprete de inglés- español en EMI Records, su trabajo era atender a todos los grupos que llegaban a Argentina enternecidos por el mítico 1 por 1, un dólar, un peso. Silvina se hizo amiga de Linda, la esposa de McCartney, me contaba que los ojos de Bowie eran una locura, y que Mick Jagger era un pelotudo. Para no aguarme la fiesta, yo había preferido pensar que ella lo diría porque acaso se portaba como una super estrella, quizás era algo engreído, pero hoy pienso que acaso sea más simple aceptar lo que Silvina observó de cerca.
Después los vi dos veces en España, en el estadio del Atlético de Madrid "Vicente Calderón", en una entrevista Keith Richards dijo que él creía que se llamaba "Calderón" por lo caliente que ponía aquello. Yo no había reparado en que ese apellido en español, en efecto significa un caldero muy grande. Por entonces las entradas estaban sobre los 80 euros. Una de las veces que lo vi con Patricia, la madre de mi hijo Martintxo, estábamos en el césped al lado del escenario. En un momento que la gente se apelotonó Patricia se desmayó, como le había pasado en la multitudinaria huelga contra Aznar en tiempo del no a la guerra, pero un desmayo a plomo, el público de alrededor me ayudó a levantarla, y fuimos pasándola hasta la base del escenario donde un responsable de seguridad, hacía señas para que pasasemos, la pasé por arriba de la valla y luego salté, en ese instante Jagger estaba delante nuestro pero unos dos metros por encima, la llevaron a la ambulancia al lado del escenario y recién entonces Patricia empezó a despertar, así que nos quedamos viendo la traca final del show a pocos metros del escenario. Aquel día, que cuando terminó el concierto, dos operarios de los que desarmaban el escenario cayeron desde muy alto y fallecieron.
Y otra vez, tuve una entrada para verlos en Valladolid, pero venían del show de Lisboa afectados, dijeron que eran problemas de las cuerdas vocales de Mick y se canceló el recital. Manejé desde Madrid, el precio de las entradas me lo reintegraron en el acto, pero el combustible no, de todos modos fue el fiasco más feliz de mi vida, porque en las afueras del estadio Zorrilla, estaban, como siempre los vendedores de marketing oficial y otros buscavidas con camisetas más baratas que las que se daban a cambio de pasta que iba directa a los bolsillos Stones. Allí compré una camiseta roja a un vendedor de barba que no era español, me interesé por su historia y en un momento en que no había clientes alrededor de su mesa, me contó que él era holandés, y que era de los primeros públicos de los Rolling Stones de fuera de Inglaterra, cuando a poco de formarse, tocaban en Amsterdam y cada noche se armaban peleas tremendas con la policía. En los años sesenta empezó a seguirlos y a vender tickets de entradas, cuando faltaba mucho para internet, y en los setenta ya era como de la gran familia Stone que viajaba, en su caso solo por Europa. Me enseñó fotos con todos los integrantes, se había hecho amigo de Stu, Ian Stewart, el sexto Stone, que por su pinta de bolsa de papas y su enorme mandíbula, Andrew Oldham dijo que no podía figurar en las fotos, pero tocaba el piano y los teclados antes que Chuck Levell. Esa historia me pagó el viaje frustrado, si hubiesen tocado, habría visto un recital más de los Stones pero no habría conversado con ese particular vendedor, que me confesó que ya en los últimos años, a él le permitían vender su mercadería sin importunarlo pero que ya no los veía, salvo excepcionalmente cuando tocaban en teatros.
En Río de Janeiro y en La Habana tocaron para cientos de miles de asistentes sin coste alguno, pero en los últimos conciertos de la gira Sixty, ya cobran acorde a la posibilidad de que sea la última vez que salgan de gira y la audiencia pueda contar que asistieron al fin de una era. Y a la del holandés errante.
Oswaldo Payá y Harold Cepero, prohibido olvidar
A 10 años de la desaparición física de Oswaldo Payá y Harold Cepero, la placa, la calle o plaza recordatoria que se hace más necesaria es en su barrio habanero de El Cerro, alejada de todo negocio y veleidades.
Urge recuperar es el mensaje del propio Payá en el Proyecto Varela, a lo que dedicó su vida y obra, sus ideas y ejemplo pacifista cristiano, de concordia, libertad y progreso para Cuba y hacer caso omiso, a las tergiversaciones de quienes hoy se erigen en sus voceros incitando a baños de sangre entre cubanos, a los que de más está decir, no están dispuestos a donar ni una gota.
Payá fue un grande al que ahora muchos se adhieren por conveniencia, con la aquiescencia incluso de algunos de sus allegados que conocen y padecieron el apartheid de que fue objeto por parte de los comecandelas que hoy lo reivindican.
Sus compañeros del Proyecto Varela y de la primera formación, el Movimiento Cristiano Liberación, recuerdan como no conocía el descanso a la hora de ir de una iglesia a otra de las diferentes parroquias sobre las cuales trabajaba entre El Cerro y El Vedado, concientizando tanto sobre la necesidad de un futuro mejor, como de sus convicciones católicas, en el sentido más asimilable a Cristo posible. Estudió ingeniería, entre otras razones, porque carreras como periodismo, abogacía, estaban vedadas para los activistas católicos.
Tras la muerte de los dos activistas, el español conductor del automóvil, Ángel Carromero, despues de ser liberado de una condena por homicidio involuntario por la justicia dictatorial, no ha sido lo rotundo que era de esperar frente al público y al periodismo general, durante todos estos años asegurando con tono de sugerencia, que la pérdida del control del volante sobre la gravilla se produjo por un atropello intencional desde la parte posterior de su vehículo, sin concretar una narración convincente de los hechos. Por su parte Jens Aron Modig ha vivido aterrado desde aquello, lo conocí en una visita que me hicieron al Parlamento sueco en Gamla Stam, estaba sentado en un sofá situado en un pasillo, frente a la cafetería que servía el piscolabis de los políticos, me lo presentó Mileydi Fougstedt de SILC junto al joven del partido liberal que nos hacía el recorrido, y el Presidente de las Juventudes Demócrata Cristianas de Suecia se quedó paralizado, me tendió la mano como salida de un ataúd, cuando le dijeron en sueco es el “brorson del Che” antes de que le explicasen más sus ojos se volvieron los de un cordero aterrado. Tenía pensado hacerle algunas preguntas sobre aquel nefasto día, por supuesto con toda la delicadeza que el caso requería, pero al ver que se hundió nuevamente en el sofá como una albóndiga rehuyendo mi mirada, la de Mileydi y la del amable político liberal, abandoné la intención. Es de suponer que ambos fueron seriamente advertidos, de manera más eficaz que mediante una amenaza al uso, por la Seguridad del Estado cubana, que a lo largo de las décadas ha conseguido que incluso, hermanos, padres, hijos callen o tergiversen las versiones sobre las muertes de sus padres, ha logrado que compañeros de comandantes de la revolución, oculten, hasta muchos años más tarde cuando se atrevieron a hablar, sus propias y más intimas sospechas de que sus desapariciones físicas fueron producto de atentados maquinados desde dentro del aparato revolucionario.
La verdad sobre la muerte de Oswaldo y Harold, si fue provocada como todos a su alrededor, incluído el propio Payá esperaban que un día siucediese, o solo fue tremendamente afortunada para el régimen cubano, tarde o temprano saldrá a la luz como salen las espinas de los erizos, y como salen todas las verdades, pero por lo pronto lo importante es tomar el ejemplo de la lucha, la convicción, el humanismo y el amor que inundaba el pecho de estos dos grandes cubanos, y particularmente en estos días, de gran descontento en la isla, de movilizaciones de descontento por todo el territorio nacional, hagamos que así como la tragedia de su final están insertas por siempre en el triángulo rojo de la bandera por la que vivieron, lo estén también en el futuro esperanzador de sus franjas banquiazules.
Basta de obsecuencia
Basta ya, hay que exigir a Ucrania y a Rusia que paren la guerra, no incentivarla, incrementarla, y favorecerla como estamos haciendo, solo para ganancia de la gran industria armamentista...y por supuesto de sus lacayos.
Ucrania y Rusia tienen una historia compartida de errores aciertos, agresiones y uniones mutuas, Nikita y Brezhnev, máximos mandatarios de la URSS, eran ucranianos por ejemplo, no es nuestra historia en absoluto. ¡No es nuestra guerra! a los Ucranianos ni a nadie les importa un pepino cuando tenemos problemas con Marruecos, Argelia, las identidades nacionales catalanas o vascas o gallegas, precisamente porque son nuestros problemas y no solo no se convierten en ibéricos, como nosotros hoy casi nos creemos ucranianos a merced de una obsecuencia difícil de entender, sino que ni les importa, “les chupa un huevo”
¿Pasar hambre y frío por las veleidades de Putin y sus jenízaros o por la vanidad vacua de Zelensky y un grupo de nazis de Asov? Ni locos
¿Por qué, habiendo tecnología para introducir una mosca letal en el recinto más vigilado, o dinero para pagar a cualquier "traidor sensato", nadie acaba con Putin de una vez? Está más que claro que en las instancias que corresponden, quieren estirar esta situación hacia el infinito, Putin ha resultado ser el mejor aliado de la industria de las bombas y los cañones de nuestros amos y de sí mismo, y del miedo como instrumento para lacerar las conciencias y las aspiraciones de los europeos en el terreno de los logros en derechos y confort.
¿A qué viene esta obsecuencia extrema a los magnates de la industria armamentista?
No más adocenamiento a quienes están azusando esta guerra enviando armas y evitando cualquier posibilidad de punto final.
España no tiene que reducir el gas, ni gastar mil millones de euros en bombas y cañones, ni albergar y subvencionar a más marines estadounidenses en la base de Rota. Y por otro lado, dadas las ya vicisitudes a que se ha sometido al pueblo español para satisfacer al imperio, exijamos que en el próximo episodio conflictual en nuestro suelo, se involucren todas las fuerzas y fondos europeos y estadounidenses para participar en la solución de nuestros problemas.
Basta de ser la meretriz y encima poner la cama y el champán.
Escritura literaria
El plan era pasar unos días en Catania para asistir a un simposio de literatura, con el tiempo se había hecho critico de escritura, más que literario.
Bruno pensaba que la crítica literaria comprendía un conocimiento integral de lo más importante publicado en la historia de la narrativa, en cambio ser experto en escritura, centraba su atención en el camino, la construcción de la sinopsis de las historias, tanto del trecho más conveniente para ascender la colina como de la visión de la montaña en su totalidad antes del momento de abordarla. La musicalidad de la palabra, el pentagrama que compone una idea plasmada con una fusión de sonidos imaginados que además de sorprender por los atajos tomados, por las asociaciones, o la inteligencia de la observación, lleven al lector a un salón de baile donde sea protagonista y partenaire. Bruno atesoraba profundos conocimientos sobre literatura universal, adquiridos únicamente mediante la lectura que aun así aparentaban cierta solidez, no de modo académico, amalgamados en las esquinas menos visibles, en los costados menos expuestos, lo cual le daba a su retórica una belleza imperfecta, que sin llegar a ruinosa presentaba aspectos decadentes, en la cantidad suficientes para ser considerado una genialidad. Pero había un inconveniente difícil de salvar, detestaba más la mitad de lo consagrado como gran literatura, se había dado cuenta en un trabajo de unos meses en una librería en Palermo, cuando lo seleccionaron para la suplencia pensaba que flotaría en un oasis hecho a su medida, cosa que comenzó a mellarse en la primera ocasión que le pidieron con rotundidad un ejemplar de lo que él llamaba libros Kellog’s, que podían ir desde los infinitos bodrios de Danielle Steel, dan Brown llegando a los más disimulados de Stephen King, totalmente aptos para playa, sin dar lugar a consejos y recomendaciones, y fue incrementándose una vez que conoció a los verdaderos lectores en carne y hueso de Corin Tellado o de JJ Benítez, y así fue entrando en que existían en la realidad los devoradores de novelas de Pérez Reverte, Dueñas o Isabel Allende, entonces, frente a estas evidencias, comenzó a sentir cierta inseguridad de sus premisas anteriores tan bien estructuradas en su primera juventud, y desde entonces no modificadas ni siquiera revisadas, sobre que el boom latinoamericano había sido el peor engaña bobos, un trampantojo para europeos o eurocentristas, una acertada distorsión sobre los fenómenos que la miseria, la explotación, la humillación de las razas marginadas, la brutalidad, el fetichismo, la superchería, recreada con colores vivaces, sazonada con crudeza digerible por las mentes acomodadas en su coqueteo con la sensibilidad social desde el buen sofá, así como el blues descubrió que con la voz y quitara de Son House nunca llegaría a las grandes masas y ofreció las mismas vicisitudes de la huida de los campos de algodón, pero suavizadas con trompetas, baterías, armónicas, guitarras y bajos en la voz de BB King, no menos conocedor de aquellas penurias. Tomó conocimiento de una nutrida cantidad de movimientos y épocas absolutamente prescindibles en la historia de la literatura universal, los "decoradores" latinoamericanos ni se acercaban a lo peor. Y aún sin desconocer las grandes capacidades para la escritura, para mezclar el entretenimiento con cierta revelación de algunos aspectos verdad, más sugeridos que mostrados, como en los cuadros de Claude Manet, sentía un muy bajo aprecio por aquel movimiento literario del que sin embargo, y sin gustarle rescataba por su pericia como escritor a su máximo exponente, Gabriel García Márquez, y excluía de los cantamañanas, reconociendo como a uno de los grandes intelectuales y escritores de la lengua hispana a Mario Vargas Llosa, pero por la misma razón, prefería valorarlos y estudiarlos mientras los desgranaba en cursos de escritura en vez de verse obligado a catalogarlos acorde a sus criterios en charlas literarias. En la librería descubrió que quitando a los franceses de diferentes épocas, a los británicos, a las grandes espadas españolas en poesía y novela, algunos alemanes y muchos rusos, de los libros fundacionales griegos e italianos, por fundacionales, a los norteamericanos desde Mark Twain a Raymond Carver, a los argentinos Borges y Cortázar, sin evaluar la literatura oriental, la cual no alcanzaba a conmoverlo excepto Kenzaburo Oé y Mishima, luego un rejunte de varios países en que pueden entrar Kafka, Pessoa o Carpentier por ejemplo, lo demás no lo consideraba digno de una antología universal de lo que se podría considerar imprescindible en literatura, y como sabía, que como ocurre con todo en esta vida, lo más probable es que estuviese equivocado en algunos aspectos que el tiempo develaría, pero que aún desconocía, entonces prefirió dedicar sus charlas, simposios, cursos, exclusivamente a la belleza y el dolor de la escritura, más que a sus aspectos técnicos, lo cual, se decía a menudo, era una forma camuflada de hablar de literatura, evitando los inconvenientes.
King's Cross St Pancras
Como nadie quiso responder a las preguntas Gamsa dejó claro que no volvería nunca más a armar un debate de aquellas características. Había dejado de confiar en sus correligionarios, todo le parecía vacío, superficial, él mismo se veía como un exponente de la frivolidad, decidió no hablar nunca más, pero antes debía llegar a un rincón de la India en donde algunos gurús meditaban durante meses, incluso años sin emitir palabra alguna. El problema es que no pensaba dejar de comer y los gurús acompañaban la economía de palabras con la de alimentos.
Decidió hacer lo mismo pero más cerca de su casa, a la vuelta de un Kentucky Fried Chicken, a donde podía escabullirse cada vez que los gurús sucedáneos de los indios, de la ciudad de Londres, reunidos en aquel edificio húmedo y sin ascensor de King's Cross, estuviesen durmiendo la mona de sus fumatas hachís y ácidos dedicadas a Visnu y a Brahma, como aporte inglés a las deidades ciertamente humilladas durante la colonización británica.
En ese KFC contaban con pantallas para ordenar y pagar el menú sin necesidad de dirigir la palabra a nadie. Cuando se puso obeso como una bola de grasa, empezó a fumar la mezcla dedicada a los dioses para amortiguar la gula. En efecto adelgazó de forma notable, y en cambio de comer compulsivamente, dormía como un lirón, se despertaba fumaba, y volvía a dormir.
Al cabo de dos años Gamsa, se había olvidado de hablar las palabras pero también de pensarlas, solo conseguía divagar en un lenguaje inconexo aunque puro, tan espiritual como inmaterial, hasta que en un paso por la esquina un perrito Yorkshire le meó el tobillo y el pie derecho, que desde hacía dos años calzaba solo con sandalias llevándolo al descubierto en su parte superior.
Líquido a raudales, el perrito lo tomó por un árbol al ver que no emitía sonido alguno, Gamsa sintió un repentino placer al sentir ese calor en su pie en aquel día húmedo y frío, pero cuando se dio cuenta que lo estaban meando, cambió la expresión atolondrada de su rostro, mostró los dientes y gritó:
-¡Mierda!
Un transeúnte que cruzaba frente a él, atildado con un saco de tweed escocés, con expresión de contrariedad levantó la mirada hacia los ojos encendidos de Gamsa, y le aclaró:
-No hijo, no es mierda, es pis.
Entonces Gamsa volvió a hablar, primero con el hombrecito del tweed, estaban parados justo en la esquina de Brill Place, el verde persistía a la caída de las hojas, la dueña del perrito llegó solicita aunque tarde pidiendo perdón por las molestias y se apresuró a desaparecer parque adentro, al principio Gamsa quería explicar que su expresión no respondía al estado de los desperdicios del Yorkshire sino que era una interjección, pero no hallaba las palabras, entonces el hombre de los zapatos impolutos lo calmó con una sonrisa "solo tenía ganas de hablar con alguien y usted me dio pìe", el hombre que ya entraba en sus años menos ágiles, advirtió en un comentario, que era una mañana fría para ser otoño, pero con una luz especial que junto a la humedad dotaba de perlas de brillo a las hojas que persistían aun en las ramas, mientras que desnudaba a las caídas mostrando toda la gama de marrones, beige, carmelitas, amarillos, rojos bordeaux de que eran capaces, ofreciendo, junto a esos cuervos que exploraban la base de las raíces, un ambiente digno de ser mirado a párpado extra abierto y aspirado a pulmón lleno, en vistas de podría pasar tiempo para que alguien debidamente vestido, paseando a esas horas por al lado de la terminal donde miles de almas corretean cada día de un lado a otro en busca de conexión de tren, pudiese volver a apreciar un espectáculo de semejante belleza y calma. Gamsa asentía a todo lo que el hombrecito decía, le parecía que el tono con que expresaba sus palabras obraban, junto al paisaje que estaba describiendo, una suerte de milagro que no podía desperdiciar. Atinó a balbucear los primeros vocablos con sentido razonable que pudo construir en mucho tiempo, y tras despedirse, recoger sus cosas del antro gurú, usó el impulso para charlar con el conductor del ómnibus, con una señora que paseaba sin perrito, más tarde con su familia anonadada, mitad feliz mitad atribulada, cuando regresó a su casa. Dejó los ácidos y el hash, el pollo frito, los alrededores de King's Cross St Pancras, las chancletas en otoño, y retornó a sus simposios, debates y conferencias convencido de que tenía suficiente profundidad que aportar a la superficie de sus reflexiones de antaño, partiendo de la premisa de lo compacto o licuado que puede expeler un lobo devenido en Yorkshire y de un rincón de la India, algo distorsionada y muy comprimida, que consiguió instalarse en las inmediaciones de su poco querido, pero familiar Brixton.
La revancha
No necesariamente con los mismos protagonistas, pero a menudo la vida te da la revancha, la oportunidad de riposta.
Cuando recién había salido de la pubertad, me levanté una mulatica muy mona, estuvimos tomando y yendo de un lado a otro hasta que nos fundimos en un beso y empezamos a apretar, pasamos las manos por cada centímetro de lo que cubría la ropa interior. En un momento en que ya me había deshecho de lo que tapaba las tetas y las había estado sobando, fui a besar un pezón y cuando acerqué la cara a la redondeada teta, un pestazo de mil demonios me echó para atrás como puñetazo de Clay.
Se me hacía incomprensible ese hedor en un pezón, hasta que cuando el viaje de la razón concluyó en su morada cerebral, se evidenció que era mi mano la que olía a rayos y centellas, porque primeramente había estado hurgando en el complemento del chichón: el chochín; a veces se es tremendamente afortunado sin saberlo, como en esa ocasión que por la razón que fuese, no había bajado a libar del pozo.
Muchos años después, más recientemente, también en una tarde de suerte en que conseguí sacar el anzuelo con pesca, ya no de esas presa tan titis ni tan ricotas de antaño, pero para mis abriles, un bomboncito más que aceptable. Tras paseos y charlas arrancamos sobre la pista del "peeting", la apretadera en los asientos delanteros del coche salvando palancas de cambios y de frenos, manos por aquí, no había suficientes dedos para tanta teta, bollo y culo, como suele pasar al inicio, por eso ese momento hay que disfrutarlo como un enano, nunca habría otro instante como ese con la misma mujer, la primera exploración es una explosión de clorofila, un chorro de sangre nueva. Ella ora metía mano por aquí, desabrochaba cinturón por allá, hasta que bajó a saludar al amigo, que a esa hora reclamaba más atención que un controlador aéreo a los empleados de pista. Le estuvo sacando brillo a la flauta durante buen rato y cuando subió a darme un beso en la boca de repente recordé a la mulatica del pezón descompuesto, sus labios olían a sobra de langostinos, pero de la navidad pasada. Pegué el respectivo respingo hacia atrás todo lo que las cervicales me permitieron, y cuando vi su cara de asombre, caí en que esa vez, las sobras de la pescadería no provenían de su oquedad sino de mi prominencia.
Estábamos más calientes que una cafetera así que la cosa siguió con los elementos menos afectados, y tras el dispendio de las secreciones del caso, esbocé una sonrisa y salvando los obstáculos de la cronología, uní las dos pestes en una, entendiendo por fin aquella sentencia tan mentada que rezaba:
"Hoy por ti, mañana por mi"
11 de Julio
11 de Julio
Hubo un día que la gente explotó, hubo un día que la gente dijo basta, hubo un día que la gente perdió el miedo a expresarse, hubo un día más cívico que todos los demás días en que la gente si bien no no gritaba, y acaso no rompía ningún vidrio, sin embargo durante décadas acumulaban la indignación, la humillación, la burla generalizada, las parafilias que generaban la metabolización de los abusos, la perturbación que causa la doble moral permanente, cronometrada al milímetro y al segundo como un viaje al espacio, la sordidez del espacio donde la vergüenza reside, donde se cobija
donde intenta apartarse de la cotidianeidad de las vidas que deben seguir funcionando como si todo anduviese sobre ruedas engrasadas y bien atornilladas.
Porque cívico es construir una sociedad justa, cívico es reclamar y hacer valer derechos, cumplir con deberes para con la sociedad, largamente sobrecumplidos en más de sesenta años, cívico es protestar, cuando se rompe el asa que sostiene la taza de la razón, de la equidad, de la justicia, manifestarse en consecuencia, mostrar no solo el enfado generalizado, el hastío colectivo, sino la energía y las ganas de establecer un espacio conjunto, donde todos tengan cabida, donde ninguna idea sea reprimida, donde ninguna persona sea secuestrada, abusada, reprimida por sus aspiraciones, anulada por sus sueños, donde el único límite para ejercer la libertad de un individuo, sea donde comienza el derecho y la libertad de otro individuo.
El 11 de Julio, día en que desde San Antonio de los Baños, en la provincia de La Habana se produjo una protesta masiva que alcanzó 62 puntos de la isla, representa el día de la dignidad, del civismo, de la conciencia de progreso, y de la certeza de que la lucha pacífica, la lucha democrática es capaz de mover todas las conciencias.
La dictadura cometió el más grave de los pecados al no ser capaz de interpretar con algo más de inteligencia y empatía las protestas a lo largo de toda la isla, y responder en la persona del presidente Díaz Canel puesto a dedo por Raúl Castro, con un abierto llamado a reprimir sin piedad cualquier muestra de descontento por las paupérrimas condiciones de vida de los ciudadanos, la opresión y prohibiciones en que viven sometidos. Una vez más el sistema saturado, perimido, incapaz de dar de sí ni siquiera una respuesta a la problemática de alimentar a su población, en lugar de leer en clave incluso socialista, que los hastiados, los manifestantes, eran el sujeto de la Revolución, el pueblo más humilde, el pueblo más trabajador, marginado de los privilegios, mestizo, estigmatizado y en consecuencia escucharlos aunque fuese de manera hipócrita y mostrar cierta sensibilidad. Tras reprimir a golpes y prisión inmediata, a lo largo del año, el poder ratificó su mano dura aplicando penas de prisión absolutamente desmedidas y violadoras de los Derechos Humanos a casi trescientos manifestantes, bajo la excusa de que las protestas fueron orquestadas e inducidas por elementos contrarrevolucionarios desde el exterior, incurriendo en el absurdo de señalar el dedo y no hacia donde el dedo apunta. Ninguna manifestación en la historia tiene lugar si no existen causas, y todas desde la revolución francesa, la rusa, la cubana, la polaca, la portuguesa o la tunecina son dirigidas por un partido o líder.
Hoy, a un año de aquella deflagración pacífica, el deber de quienes estamos a salvo de las necesidades permanentes, acuciantes y selectivas (nunca a quienes detentan el poder ni sus familiares), lejos de los golpes, de la represión, de la prisión y las sentencias condenatorias a décadas de reclusión en condiciones inhumanas, conviviendo con criminales de toda laya, quienes estamos distantes de tener que decidir si por una vez somos libres, dignos y salimos a dar el pecho en lugar de seguir aguantando un cúmulo insoportable de privaciones e injusticias, quienes tenemos la barriga llena y la almohada mullida, estamos obligados moralmente, como mínimo a rendir homenaje a los valientes que sembraron un hito, un paradigma, que obligará aún a los más fieles seguidores de la utopía inicial de la revolución, a los más puros cultores de los sueños de los años sesenta, a que cuando observen e intenten explicar la Historia del proceso cubano, hagan un obligado alto en el camino, para reflexionar o desentenderse, del grito desesperado de un país entero.
No más bombas
La realidad es que ya entre EEUU y Europa con Reino Unido, cuentan con más de diez veces en cantidad, y varias en calidad, el armamento que posee Rusia. En una hipotética conflagración no haría ninguna diferencia tener veinte veces más de bombas que diez veces más, si no se les gana con esas diez veces má,s no se les gana con nada.
Una persona está igual de muerta con un solo tiro, que con una bomba que lo despedace en mil trozos. No es necesario el gasto que implica esa dflagración y es incluso violento, cuando es en base al empobrecimiento de la población.
Lo único que buscan las excusas escasamente confeccionadas de usar la invasión a Ucrania para fabricar más bombas y cañones en España, R.U., resto de Europa y EEUU, es obedecer y enriquecer de una forma intolerable a la industria armamentista.
En resumen, por principios, los cívicos demócratas decimos siempre no a la guerra y a las armas, a todas las armas, pero aún mucho más si en vez de abordar una hipotética unión de pequeños países del Caribe, Costa Rica y Belice para armarse, que ciertamente andan flojos en defensa, hablamos de Estados Unidos de América, Reino Unido y las potencias europeas, que cuentan ya con armamento suficiente para destruir a diez planetas Tierra.
Lo último que precisa el mundo es regresar a una carrera armamentista como la protagonizada por la URSS y EEUU en el siglo XX, a costa por supuesto, del empobrecimiento de la población trabajadora y la clase media, en este caso europea y en menor medida, estadounidense. Y ni siquiera me estoy refiriendo a los más necesitados del orbe en África, Asia, América Latina, donde, para tener lugar el incremento de bombas y misiles que se acordó en la última Cumbre de la OTAN 2022 en Madrid, deberían morir de hambre, unas cuantas decenas de millones de seres humanos.Si bien es cierto que el circulo vicioso de saturación de la situación de paz y crecimiento y a continuación guerra de cada vez mayor destrucción y muerte, parece natiral por extendida y repetida, lo cierto es que mediante la ciencia, los humanos hemos llegado a revertir peores ciclos que se consideraban igual de naturales e inevitables.
Unámonos a las fuerzas de Eros en su lucha contra Tanatos.