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El blog de martinguevara

Oscar ¡aquí la pinga!

31 Marzo 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Relax

Están todos amargados porque quieren que los presentadores y el público de los Oscar vuelvan a ser finos y educados.

¡Noooo!, mejor la diversión, negrones, hispanos, narras y blancos churrupieros de solar metiendo pinga, cojones, galletas y gaznatones.

Como mínimo espero que el año que viene el presentador se resingue en el bollo de la abuela de un nominado, y este saque un cohete, lo cague a balazos, y se arme una despingazón de rubias contra pelirrojas arrancándose los aretes, dejándose más que calvas que Jada de tirarse los pelos, Scarlett Johansson dándole tranca a Noami Watts, y Noomi a Nicole Kidman, Portman y Roberts en una guerra de escupidas y arañazos, Kim Bassinger aprovechando la burumba para hacerle un cunnilingus público a Emily Blunt, Latifah dándole tremendo tranqueo a Sigourney Weaver, y esta meándole la cara a Vanessa Redgrave que está en el suelo enredada a galletazos con Salma Hayek.

Al Pacino dándole una patada en los huevos a su hermano mayor James Caan, Robert de Niro cobrándole un antiguo cuerno a batazos a Robert Duvall, Swarzenegger corriendo por el pasillo con Danny de Vito detrás con la pinga afuera gritándole " te voy a singar a ti y a tu madre, cherna de playa" Denzel Washington y Joe Pesci dándole un ramillete de patadas a Seagal en el suelo que llorará implorando clemencia. Y detrás de una cortina Russel Crowe echándole un palito a Kevin Spacey mientras Anthony Hopkins baila un flamenquito encima del desmayado zorro Banderas.

Y desde el más allá Liz Taylor muriendo de envidia por no haber podido rasguñar las tetas de Sophia Loren, Sir Lawrence Olivier haciendo la mímica de jalar el gatillo contra James Stewart y el espectro de Gary Cooper escupiendo desde su nube encendido de deseos.

En una nube algo apartada, alrededor de una pequeña mesa de poquer Gary Grant, Bette Davis y Sidney Poitier jugaban una partida, se le acercó Ava Gardner con los ojos como platos diciendo "Chicos, abajo hay un lío que no me interesa ¿puedo entrar a la partida?" raudo Poitier se levanta, retira un poco la silla vacía y le dice "por supuesto encanto, los cuatro estamos de suerte".

Por menos que esta parrillada ¿para que encender el fuego?

 

Oscar ¡aquí la pinga!
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Tango y mambo

26 Marzo 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Argentina frizzante, #Relax

Argentina y Cuba fueron dos proyectos de la Metrópoli que en cierto sentido mejor le salieron. No es que los demás países de América no ostenten particularidades que los coloquen en idéntica importancia que estas dos naciones, pero muchos guardan cierto justificado recelo con el centro colonizador, en cambio en estos dos ejemplos lo hispano tuvo una gran aceptación, porque más allá de los siglos de dominio colonial, recibieron gruesos contingentes de inmigrantes que cambiaban sus aires para progresar trabajando o bien por razones políticas y criaron sus hijos en las mismas escuelas que las de los trabajadores cubanos y argentinos, conformaron las nuevas conciencias proletarias de estos nuevos países, llevaron de España e Italia en el caso de Argentina, los cantos de lucha de las fábricas europeas, sus pasquines, no solo sus experiencias en los oficios, sino sus conocimientos sindicales, militancias de marcadas ideologías revolucionarias anarquistas, socialistas y comunistas. Sus contribuciones fueron importantes, pero la más importante de todas, es que se diluyó el recuerdo del español patrón, de repente pasó a ser un compañero de trabajo, un quiosquero, el que ponía café en el baro o cortaba fiambre en el almacén.

Cuba y Argentina estuvieron unidas por la pasión caribeña por el tango y por el cine de grandes escaleras, largas cortinas y teléfonos blancos.  Los cubanos se conocían de memoria cada película de los años de oro de aquel cine tan característico, y había numerosas peñas de tango en distintos barrios de La Habana. Otra característica que compartieron fue el alto nivel de vida de sus clases medias, la calidad de sus universidades, en las que sin embargo, quedaba excluidas las clases bajas trabajadoras, en Cuba la descendiente de africanos, y en Argentina de los pueblos originarios pre colombinos. Los payasos Gabi, Fofó y Miliki eran españoles emigrados a Cuba, el creador de la CMQ Goar Mestre, emigró tras la revolución cubana a Buenos Aires, donde fundó canal 13 en 1960, Fidel Guarapo Castro formaba parte de un grupo de apoyo al peronismo en Cuba, incluso en carácter de tal viaja a Bogotá al Congreso de estudiantes cuando lo sorprenden los hechos de abril de 1948, conocidos como el Bogotazo. Artistas iban y venían, se radicaban aquí o allá, eran dos patrias lejanas pero que tenían ciertos nexos intangibles. A uno le fascinaba el tango al otro el mambo.

Avanzado el siglo XX, el argentino Ernesto Guevara se integró de tal manera la lucha revolucionaria cubana, que adquirió su ciudadanía legal y espiritualmente, allí fue guerrillero, ministro, padre, esposo y amigo. Precisamente a partir de Ernesto empezaron a ir argentinos a la isla, ya no artistas, sino escritores como Cortázar, periodistas como Massetti, amigos suyos como Alberto Granados, arquitectas como Celia y Ana María Guevara y otros profesionales que simpatizaban o estaban comprometidos en mayor o menor grado con la misma causa que Cuba, para contribuir dada la inmensa diáspora de profesionales de clase media que había emigrado al norte una vez les confiscaron negocios, propiedades o efectivo.

La cosa es que argentinos y cubanos tenían ya lazos históricos cuando yo arribé a La Habana en mayo de 1973,

En el hotel donde viví los tres y medio primeros años, mi mejor amigo había nacido en Cuba pero hijo de Timossi, un argentino que había acompañado a Masetti en la tarea de fundar Prensa Latina, el órgano de prensa cubano, también Manuel Roca y hermanos, hijo del abogado Gustavo Roca y Betty Feijin, mis amigos Mariano y Patricio Duhalde y sus padres Eduardo y Lali, la esposa del sindicalista Ongaro. Jorge Masettti hijo, su hijito Jorgito y su mujer Mónica, estaban las hijas de Mario Roberto Santucho y una sobrina, Juan Pablo Vivanco de las Juventudes Guevaristas llegó tras el golpe asegurando que la toma del poder no sería inmediata, “la lucha sería prolongada”, estaba toda mi familia, abuelo, tíos y primos, incluso estaba Hamlet, que era un guerrillero dominicano de las tropas de Caamaño, hijo de argentinos. Mitad eran peronistas y mitad marxistas leninistas o trotskistas. Había un caso curioso, el del representante del Partido Comunista argentino, Juan Lanutti, cuyas hijas mellizas iban a mi misma aula en la primaria, mientras todos los argentinos de izquierda morían iban presos o se exiliaban, Juan con su familia regresaron a la Argentina por orden del Partido. La URSS había establecido fuertes nexos comerciales con el gobierno militar que se vieron rodeados de otros lazos menos decorosos.  A los del PC la dictadura no los tocaría. Sin embargo guardo muy buen recuerdo de Juan y de mis amigas Graciela y Liliana Lanutti. También el doctor Ricardo Yofre, tío de Vaca Narvaja,  que tantas veces atendió mis ataques de asma y a su esposa Perla, ambos padres de una desaparecida, y preso político, recuerdo también al médico Marqués y Rosita, él era pionero en acupuntura. Había unos argentinos exiliados, que hijos de una española que de niña se exilió en Altagracia y creció con mis tíos, que era como familia mía, Carmen González Aguilar, cuya hija Soledad fue secuestrada y sus hijos apropiados por los militares, y recuperados por un comando montonero del hospital donde estaban y luego llevados a la embajada de España, donde los recogió Pepe Aguilar, y más tarde fueron a Cuba, con otra de los tantos hijos de Carmen, Patricia Schjaer y su esposo el Piojo, que se hicieron cargo de la crianza de los nenes.

Eso sí, todos estos, excepto los Sachjaer Aguilar que eran como familia, eran unos argentinos que ni en pedo los habría conocido en mi barrio, en mi casa, en nuestras vacaciones en el campo o en la playa. No guardaban relación alguna con los amigos que yo extrañaba, estos hablaban de revolución, de muertos, de presos. Bueno, con Fernando y Manuel que era cordobés y tenía ese acento tan característico, no hablábamos de nada de eso. yo no hablaba de nada de eso, me negaba en rotundo, solo hablaba de un preso, mi viejo.

En la beca, escuela al campo, tenía un amigo Juan José sánchez, nacido en Bolivia, de madre argentina, tenía una hermana desaparecida en Argentina, la mamá era Matilde Artés, conocida como Sacha, tenía el pelo más largo que vi en mi vida. Sacha era pura energía, en 1978 decidió mudarse a España, para hacer activismo y buscar a su nieta que había sido apresada junto a la hija en Oruro, Bolivia, donde fue salvajemente torturada y luego trasladada a un campo de detención clandestino en Argentina, donde continuaron los tormoentos hasta la muerte, la niña fue entregada a una familia de represores. Con el tiempo Sacha encontró a su nieta Carla. A diferencia de la mayoría de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Matilde había sido precursora, ella misma, de la lucha de la hija.

Después cuando nos fuimos a Alamar, casi no vi ni un solo argentino, todos los exiliados eran chilenos y uruguayos, acaso algunos nicaragüenses y salvadoreños que iban a practicar tiro y artes de guerrilla, angolanos en la zona de estudiantes, y muchos rusos y europeos del este en la zona de “las casitas de los rusos”, un amigo italiano que terminó singándose a mi ex novia, pero previamente me regaló todo el rock que se escuchaba en los países prohibidos, era de Kiss Army y tenía infinidad de discos. No sé si hice buen cambio, rock por jeva. Pero era ex jeva, ojo esto había que aclararlo, era importante para la moral de barrio. Había una argentina muy amiga de mi madre, la Negra Ángela, mamá de Santiaguito, Petete que era hijo también de Deodoro Roca hermano de mi amigo Manuel, un revoltijo revolucionario. Ellos eran peronistas, ella montonera, una mujer de un alma divina, llena de vida y risa, mis primeros cigarrillos los fumé en su casa, H. Upmann, Montecristo, Partagás, eran cigarrillos muy fuertes, mucho más que los habituales Populares. En realidad el primer cigarrillo lo había fumado con Evelio en el hotel Habana Libre a los trece años, pero ese día vomité hasta el amanecer y no volví a probarlo hasta los de la Negra. Mamá era uña y carne con ella. La Negra fue apresada y conducida a un infierno de tormentos apenas regresó a Argentina en la tristemente célebre “Contraofensiva Popular” organizada por los Montoneros, en la cual solo me remito a los hechos conocidos no a la infinidad de versiones sobre confabulaciones que se tejieron alrededor al haber sido un fracaso de tales dimensiones, algunas llegaban a asegurar que era un acuerdo de Montoneros con Massera, cosa que dudo mucho porque después conocí a la cúpula de Montoneros y si bien ideológicamente eran puzzle, lo que se puede llamar un desastre, en materia de dignidad la mayoría de ellos parecía estar distante de poder fraguar aquella sugerida tamaña traición. Nunca más supe nada de la Negra, la verdad es que la familia Roca no la trataba con demasiado cariño, excepto mi amigo Manuel con quien mantenía una relación de profundo afecto mutuo.

En Alamar vi desaparecer los pocos argentinos que había, tras el golpe y la amistad de la URSS con la Junta Militar Argentina a raíz del comercio de trigo y cereales que rompía el bloqueo de ventas de estos productos que EEUU le había impuesto a la URSS, estos dieron la orden a Fidel de que podía albergar revolucionarios argentinos en Cuba, pero en ningún caso hablar ni publicar en medios criticas al gobierno argentino, que era el que más militantes de izquierda estaba matando , ni mucho menos permitir desarrollar en la isla actividades o investigaciones que desprestigiasen al gobierno fascista argentino. Así es que muchos se fueron a Europa, incluso mi tía, que desde Suiza podía movrse en defensa de los presos para proteger a mi padre. Por otro lado la oficina del Departamento de América del comandante Piñeyro se había alejado mucho del PRT, a la vez que se había acercado a los Montoneros, que por coincidencia, había depositado en la isla varios de los millones del rescate de los hermanos Born.

 Cuando nos mudamos a Miramar, de repente volví a ver muchos argentinos, un chorro, un montón, todos juntos de sopetón. Ya los conocía porque mi madre había empezado a colaborar con la oficina de Montoneros en La Habana que estaba en Miramar, se iba durante toda la semana, se quedaba a dormir en una casa a la entrada de Miramar, frente en un parque precioso que había poco después del puente de hierro. Los primeros que conocí fue la familia de Popi, Mariano, Paula, Lucía y Mariana, que era chiquitina y todavía guardaba algo del acento que había adquirido en el Líbano donde habían vivido un par de años, recuerdo que Popi decía que Mariana llegó a hablar tan bien aquella lengua, que en castellano decía “mamá boneme la bantalona”  en lugar de poneme el pantalón. Mi vieja se hizo intima amiga de Popi, que era un cúmulo de gracia, un desperdicio de histrionismo, cada cuento, cada historia era para reir, Popi era de ademanes finos, Mariano quien más tarde supe que se llamaba Miguel era más serio, químico, de una responsabilidad y seriedad no conocida en Cuba. Una vez yo había quedado para ir a hacer una guardia enla oficina de ellos, porque a todo esto mi madre quería integrarme de a poco a ese grupo, resulta que como aplatanado cubanizado lo dejé “embarcado” entonces más tarde que la hora acordada llamé desde una cabina para decir que no podía ir inventándome cualquier excusa, entonces Miguel, que por entonces era Mariano, me reprendió seriamente, al principio me enfadé mucho por la bronca que me echó, pero eso me acercó mucho más a esa familia, hacía diez años que no tenía padre, había crecido sin una figura masculina que me pusiese las riendas, yo hacía literalmente lo que me daba la gana, había dejado la escuela, bebía como un cosaco, evitaba todo lo que pudiese parecerse a una brizna de responsabilidad. Y Mariano me puso los puntos, fue algo maravilloso, nunca se lo dije pero me hizo muy bien, porque su regaño fue entre paternal y jerárquico militar. En cierta forma me recordó a mi padre que era recto y firme en las cosas que decía, cosa que en Cuba había desaparecido, nadie era serio, firme o recto, todo era mentira, desde los potrillos desbocados como yo, a quienes usaban traje militar, comandantes que por la noche eran unos borrachos, singadores de titis, vaciladores de prebendas, todo era doble moral hasta que aparecieron los Giraudo Peire.

Al poco tiempo de eso, la organización en el exterior le dijo a mi madre que era mucho mejor que viviese cerca para no tener que ausentarse en la semana y nos mudamos a 1ª y 16 en Miramar, unos departamentos que hoy son hotel de cuatro estrellas, muy cómodos, que gestionaba Tropas Especiales. Tenía diecisiete o dieciocho años, no tenía ninguna intención de sumarme a ningún proyecto revolucionario de nadie en ninguna parte del orbe, pero me gustaban los nuevos amigos de mi madre. Entre ellos había una señora que acababa de llegar a Cuba, madre de Leonardo Bettanin, un montonero del sindicato de actores, ex diputado nacional que había jurado por Evita y los compañeros, y cuando vio que el gobierno de Perón se desviaba de la lucha de ellos, dejó el puesto, fue asesinado en 1977 en la provincia de Rosario, junto a dos compañeros, su hermana Cristina que también estaba en la casa se suicidó con una pastilla de cianuro, su madre, su esposa y sus hijas fueron secuestradas por los militares, las nenas enviadas a una comisaría, y las dos mujeres salvajemente torturadas. Juani, contaba las torturas con chistes, era extremadamente cómica, llena de vida, era un amor de mujer, sentada en la cocina de mi casa contando historias del cine argentino, de los actores, ella había vivido todos los horrores imaginables pero siempre estaba dispuesta a hacer reír aunque su alma estuviese ahogada en una pena gélida imposible de sanar. Sus nietas estaban con ella en Cuba, eran, me permito una hipérbole en el epíteto, divinas, dos cositas chiquitas llenas de brillo, siempre sonrientes. No entiendo como se le puede hacer tanto daño a una familia y que sigan siendo tan buenos. A Juani la soltó el propio General Galtieri con un vaso de whisky en la mano, recomendándole no meterse en más problemas.

De los jefes Montoneros, vi un par de veces a Yager, El Roque, antes de que regresase a Argentina y muriese en un combate con las fuerzas militares, impresionaba su porte. En la oficina de 1ª y 14, conocí a Roberto Perdía, el Pelado, quien había lanzado en 1978 aquella Contraofensiva Popular en que se licuó la Negra y tantos militantes montoneros. Perdía era un hombre tranquilo, tenía una charla pausada pero algo esquivo, no provenía de peronismo pero desde 1970 era uno de los jefes montoneros, al igual que Mario Eduardo Firmenich, a quien le decían el Pepe, y que nunca me causó buena impresión. Un año nuevo, en el jardín de la oficina de La Habana, como no había cohetes como es tradición en Argentina, se puso a disparar al aire, había algo en ese acto que me provocaba un profundo rechazo, más allá del arma en sí. Yo quería vivir entre montoneros sin recordar en ningún momento que tenían nada que ver con ningún acto violento.  A la oficina iban Lito experto en aquella incipiente computación, su esposa, y sus hijos con quienes aprendí a manejar, iba el Chacho y la Chacha, y por último dejé al más digno de aquellos jefes, a quienes llegué a sentir como familia, Fernando Vaca Narvaja, el Vasco, y su esposa la Gringa, con sus nenes Gustavito y Susu, más tarde tuvieron otro bebé.

El Vasco tenía todas las virtudes, era un tipo firme, valiente en la lucha, un hombre serio pero muy afectuoso, lo que se dice “buena gente”, la Gringa era muy risueña, se reía con un particular sonido de ronquido más que de carcajada, su madre era una irlandesa que no hablaba ni papa de castellano, le daba bien a la cerveza como buena irlandesa y siempre que iba a su casa y estaba de visita, la encontraba sonriente, años más tarde me hice asiduo a visitar Irlanda, encontré que la mayoría de la gente es así, igual a la mamá de la Gringa. Fueron muy solidarios con todos los que lo necesitaban, no hablo de política sino de la vida cotidiana, con mi vieja y con todos. Años más tarde de aquello regresé a Cuba, y cuando no tenía donde vivir, el Vasco y la Gringa me dieron las llaves de la oficina, me pusieron un colchón en un cuarto enorme, y me dijeron esta es tu casa. El primer lugar a donde llevé de visita a mi primer hijo, Alejandro, cuando era un bebé de poco más de un mes, fue a casa de ellos. Susu había sido mordida en la cara por un pastor alemán cuando era aun más pequeña, el vasco le disparó un tiro a su animal, de la misma manera que era un tipo gentil y muy amable, sí me lo podía imaginar disparando un arma contra cualquiera o cualquier cosa. Un día se le cruzó un automóvil en La Habana y antes de que arme una de las clásicas discusiones de tráfico, salió del coche con la pistola en la mano y el guapo de turno desapareció chirriando ruedas.

El Vasco regresó a Argentina y se fue a vivir a Floresta, se puso una gomería, y se quedó ahí llevando una vida sencilla, afrontando lo que fuese que le tuviese preparado el destino, mientras otros vivían aun de las regalías del secuestro de Bunge y Born, en Barcelona o en donde fuese.

En Miramar había una guardería de hijos de militantes montoneros desaparecidos, muertos en combate o presos. De ahí recuerdo a Susana Croatto y Estela, eran inseparables, tenían toda la ternura del mundo para aquellos niños, su hija Virgina y su hermanito, y un montón de pibes que iban y venían de Argentina a Cuba de ahí a Europa. Juan Carlos Volnovich era el sicólogo que hizo un trabajo profundo para abordar los traumas de aquellas criaturas. Hace poco consulté a Volnovich sobre la comunidad judía en Cuba, porque yo sabía que él sabía como conseguir comida kosher en aquel páramo de la abundancia alimenticia. La esposa de Volnovich, Silvia Werthein tenía familia también que eran primos de Yamila, hija de Juan Carlos, y otros que también estaban emparentados con ellos, que habían vivido en Santiago de Cuba y llevaban poco tiempo en La Habana, los Orlandini, de los cuales Diana era mi amiga. Un día en Buenos Aires en la calle Canning fui a visitar a los abuelos de Diana, unos viejos divinos que las veces que los visité me colmaban de dulces típicos judíos, hechos por sus manos.

Por aquellos años los Montoneros tenían una estrecha amistad con Yasser Arafat, que en ese entonces nadie lo consideraba terrorista, sino un luchador palestino dirigente de la OLP. En la oficina había un cuchillo de tipo kriss, con una hoja ancha ondulada donde figuraba una inscripción que hacía referencia a la amistad entre las dos organizaciones, pero con un error tipográfico en el nombre de Arafat que provocó que no pudiesen regalárselo como era su finalidad. Aquel cuchillo me encantaba, por la forma y el significado, puede que se haya ido con los peces y las sirenas del Caribe, en una entrada de mar violenta que se llevó casi toda la edificación de aquella casona, acaso con algún otro objeto testigo la historia de los años setenta.

Recuerdo un chico sin padres, no sé si estaban desaparecidos o muertos en combate, que vivía en México y en vacaciones junto a los de Abal Medina, iba a Cuba con los niños de la guardería, los mayores estaban preocupados por él porque le gustaba mucho el rock, de él grabé sus discos de Pappo's Blues, y los Rolling Stones, le había ido no demasiado bien en el grado escolar que estaba cursando, y le echaban la culpa al rock, ni tomaba alcohol ni mucho menos drogas, solo le gustaba el rock'n'roll. En aquellos años la izquierda escuchaba folclore casi como militancia, acaso algo de tango, nunca Edmundo Rivero, y quizás música clásica, pero al rock, de manera idéntica a la ultraderecha les parecía algo demoníaco, que pervertía la pureza revolucionaria o las raíces nacionales. Ni que hablar de lo que pensaban de fumar marihuana y ya ni mencionar de sus criterios acerca de gays y lesbianas. Me gusta recordar esto, cada vez que veo que hoy la izquierda, sin haber hecho ninguna autocritica, mea culpa o vía crucis, se apropia de las reivindicaciones de esas sensibilidades sociales otrora tan estigmatizadas, sin mediar el más minimo pudor.

Más allá de la historia de violencia que no me toca a mi analizar ni juzgar, aunque sí cuestionar, los militantes montoneros que conocí, con raras excepciones, eran personas llenas de humanidad. Entre sus jefes, Yager era distante y frío, Perdía demasiado cercano, a Firmenich no lo puedo calificar, y el Vasco era una persona íntegra. Por allí pasaron también el doctor Obregón Cano y Bidegáin, históricos del peronismo, que con motivo de Malvinas regresaron a Argentina.

Mi madre era de extracción muy humilde, mi abuela era un inmigrante de una aldea de Burgos, España, y mi abuelo un uruguayo soldador de cascos de barco, hijo de inmigrantes de las Canarias. Ningunos de mis abuelos fueron peronistas, pero vivieron la época del peronismo y probablemente se beneficiaron de las mieles que derramó para las clases más humildes. En su juventud mi madre militó con el Partido Socialista, después se casó con mi padre, marxista leninista pero sin militancia, hasta que en los setenta decidieron que la familia nos fuésemos a Cuba así mi padre regresaba a militar en el PRT sin la preocupación de los peligros familiares. En aquel exilio mi madre quedó demasiado atrapada en la familia Guevara, mientras mi viejo había empezando una nueva relación con una militante, que a la sazón era una superior a él. Creo que la amistad con la Negra Angela, le abrió a mi madre el camino al peronismo, al que si bien nunca había pertenecido, no le guardaba ningún rencor, más bien desde pequeña habría conocido sus beneficios y además le guardaba afecto, como muchos argentinos, a la figura de Eva Duarte de Perón, siendo que el apellido de mi madre también era Duarte, aunque no era pariente de Evita. Y luego la conexión con los montoneros le devolvió un pedazo de Argentina, mi madre nació en San Telmo, era profundamente porteña y así de melancólica, y además la liberó de cierta asfixia que sentía por la omnipresencia Guevara en la isla. Mamá continuaba enamorada de mi padre, profundamente subyugada por los Guevara pero ya también algo agobiada, y la nueva perspectiva montonera le daba cierta libertad, y se reivindicaba a si misma como autónoma de la familia. En aquellos años había un corte muy abrupto entre el PRT y los Montoneros, incluso en las cárceles en Argentina se veía reflejado, los marxistas del Partido Comunista eran los mejor tratados por la dictadura, porque Videla se había hecho cercano a la Unión Soviética, los Montoneros compartían con algunos carceleros algo tan profundo e inexplicable como ser, no importa si de derecha o de izquierda, peronista. Y los del PRT-ERP eran considerados la peor plaga, terroristas y encima marxistas leninistas. Todo eso se trasladaba al resto del mundo, mi abuelo Ernesto desconfiaba un poco de los Montoneros, pero no por marxista, sino por haber sido anti peronista en los años de Perón, quien hay que admitir, que en el plano teórico, guardaba una cercanía de formación con las ideas del fascismo y el falangismo europeos. Pero el abuelo con el tiempo se hizo muy cercano al Vasco y la Gringa, dicutían de política en términos amables.

Cuando regresamos a Buenos Aires el 17 de diciembre de 1983, a una semana de que asumiese Raúl Alfonsín, me reencontré con millones de viejos y nuevos argentinos, a los cuales he ido perdiendo y recuperando tanto dentro como fuera de mi, a lo largo de esta vida. Lo mismo que me pasó a mi respecto de mi país les ocurrió a millones de cubanos respecto de su tierra.

Al final de todo esto, espero que todo este ateísmo tan arraigado como amargado sea pura bazofia, y en verdad exista un cielo argentino y uno cubano, que intercambien visitas, pero de los que nunca, ni ángeles palurdos ni endemoniados, nos veamos obligados a emigrar.

 

 

 

 

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El Che en Madrid

25 Marzo 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Europa Aorta, #Relax

Ernesto Guevara en Madrid, en la plaza de toros de Vista Alegre, en la cafetería California de la Gran Vía, en las Galerías Preciados que abrieron una tarde de domingo para que pudiese comprar una cámara de fotos, libros y alguna otra cosa, haciendo honores a la Facultad de Medicina, en Moncloa y otras fotos con paseantes.

Le generó particular ilusión poder ver Madrid, esa amalgama de toda España, una tierra tan unida a su familia, aunque la mayoría de sus apellidos fuesen llegados de Iberia a América varios siglos antes. Fueron tres las veces que paró en Madrid como escala, una en junio de 1959, otra en septiembre de ese mismo año regresando del mismo viaje y la tercera en 1966, caracterizado como Ramón, el hombre de negocios uruguayo de calva pronunciada que pocos meses más tarde moriría en Bolivia. Las fotos pertenecen a las dos primeras escalas, yendo a distintos puntos de Europa, recién triunfada la Involución cubana, cuando Guarapo lo había destinado a las relaciones con el resto del mundo, Europa y Asia ¿sería por sus modales pequeño burgueses, por hablar francés o por ir quitándoselo de encima?

 Dejó y se llevó fuertes impresiones de la ciudad de Madrid

En Cuba por supuesto no fue divulgada esta visita. España estaba gobernada por el único fascista genocida que quedaba en pie de mediados de siglo, Franco, enemigo mortal de todos los exiliados españoles a quienes dio albergue, entre otros, su padre Ernesto y su madre Celia en Altagracia, Córdoba. Pero así no enemigo de Fidel, cuyo padre, Ángel Castro, era tan furibundo franquista, que había aportado dinero para el golpe de estado a la República ejecutado en 1936; en el fondo (sin alejarse mucho de la superficie), aunque de barnices ideológicos de aspecto diferente, sentían atracción y cierta simpatía mutua, como buenos caudillos autoritarios, como buenos dictadores vitalicios.

Ernesto tenía permiso para hacer escala en Madrid, pero todo el tiempo tenía dos policías secretos vigilándolo, para informar a sus superiores qué hacía y si se reunía con alguien susceptible de engrosar la cifra de encarcelados o eliminados.

¿Qué pensaría hoy sobre esta España?, me pregunto yo en lugar de la recurrente interrogante que me hacen sobre cuales serían sus impresiones sobbre la Cuba actual, ¿entendería que en su tierra a nadie le importe León Felipe, Unamuno, Miguel Hernández, Antonio Machado, Goya o Picasso? ¿Cómo entendería a esta nueva izquierda anti taurina, defensora de los derechos de homosexuales, del carácter más burgués del feminismo que toma como patrón al sufragista en contraste con el feminismo obrero inglés, de los inmigrantes que dejaron sus países en la miseria para buscar la salida más individualista, que lo último que menciona en su discurso es al peón, al currito, al campesino, al marginado del híper consumo, dejándolos en manos de la demagogia de la ultraderecha?  ¿Percibiría en ello evolución o erosión de la izquierda? Él, que tenía una mente desarrollista inserta en un ser romántico, ¿vería avance o retroceso en el abandono de la España de cañas y barro, de boina y refrán, de trabajo y lucha en pos de la de tinte claro para aclarar la cabellera, de chalet adosado hipotecado, de música mala, libros pésimos, cruceros en un charco y amnesia del pasado?

Le sugirieron no ir vestido de verde olivo para guardar discreción  dadas las diferencias ideológicas, aunque aún Cuba no se había declarado el carácter socialista de la revolución ni se había alineado con la URSS, dijo que no, que su condición revolucionaria era permanente, asumiendo en todo momento todos los riesgos.

Trascendió que lo pasó muy bien y que una de ellas fue una visita inolvidable, habló con madrileños de a pie, tomó café, comió pulpo, asistió a ver una corrida de toros, pero imagino que sobre todo habrá descansado un poco del alboroto rebelde de la incipiente revolución de los guajiros, dejando que recorra su cara ese aire fresco tan característico de Madrid rebozado de olor a churros, a tortilla de papas y chorizo saliendo de los bares, y en secreto se habrá dejado arrullar por la cultura de la madre patria y por las miradas de las madres de la patria. 

La uña de un guerrero republicano aun tibio en su impoluta mortaja fantasmal, a modo de saludo marcó su mejilla con un arañazo inter dimensional. Y a modo de reclamo.

El Che en MadridEl Che en Madrid
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Nunca Más

24 Marzo 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Argentina frizzante, #Opinion crítica.

Estaba reconociendo mi país tras diez años de exilio, caminando por las calles de San Telmo, una tarde de los últimos días de diciembre de 1983, había acabado de regresar con mi madre y hermanos, mi padre había permanecido en Argentina todos esos años, la mayoría de ellos preso, y llevaba unos meses en libertad.

Yo iba tras una conga que se había armado en una batucada de brasileños en la plaza Dorrego, en Cuba había juntado el valor suficiente para largarme a mover el esqueleto con cierta gracia ajena al Río de La Plata con la condición de que fuese alejado de cualquier cubano, diez años no me dieron tiempo a atreverme a desafiar el ridículo de bailar rumba delante de una mulata soleada, pero fuera de allí yo me creía un trompo. Iba de un lado a otro de la conga soltando pasillos improvisados algunos, practicados otros. Una muchacha local empezó a bailar conmigo, con modales de murga oriental, y ahí estábamos, cada uno dandolo todo, lo mejor de nuestra sapiencia rítmica para dar lustre a aquel sol que caía sobre uno de los barrios más porteños.

Mi abuela Elena y mi abuelo Miguel vivían allí décadas atrás cuando nació mi madre, entre tangos y bifes de costilla. Mi padre había alquilado un departamento con su nueva compañera, en Balcarce y Garay, al lado del Pillín de San Telmo, donde pizzas, empanadas, graseosas, y chupadas de poronga, se sucedían cada noche en que unos viejos tangueros se reunían a jugar al truco, cantar tangos, beber vino de damajuana, y recibir a la uruguaya en el hediondo baño del fondo, por unos pocos pesos. Mi viejo había salido de la prisión donde había estado encerrado ocho años y medio hacía pocos meses, y no confiaba demasiado en el cambio de gobierno, decía que los represores estaban frescos, recién habían abandonado el humo, se preocupaba si me quedaba hasta tarde dando vueltas por ahí.

Me despedí de la chica de la murga, y se me acercaron dos paseantes que me doblaban en edad, ella se llamaba Gladys y él Juan, se conocían desde adolescentes, él había emigrado a Nueva York como traductor. Fuimos a tomar unas cervezas, despues subimos a casa de ella en Paseo Colón, fumamos unos porros y nos fuimos a la cama, pasamos la tarde haciendo el amor, y me quedé dormido en su cama. Cuando me desperté eran las once de la noche, tomé un café, charlamos un poco más, supe que había sido abogada de presos políticos y en ese entonces lo era de la incipiente CHA (comunidad de homosexuales argentinos), me contó que se quedó en Argentina y vivió el miedo todos aquellos años, como abogada en temas matrimoniales, de herencias, sucesiones, y en 1982 se sumó al proyecto de la CHA, años dificiles, ya que como en todo el mundo la izquierda los trataba igual de mal que la derecha, como a los hippies o fumadores de hierba. Gladys Croxatto, como mi viejo, tampoco confiaba demasiado en el rol de la cana en la incipiente democracia. Nos emplazamos para volver a vernos y me fui apresurado a lo de mi viejo, sabía que estaría nervioso, al salir a la calle no vi un alma, apreté el paso a la luz de la luna, saqué un cigarrillo Parisienne negro, de tabaco caporal, pero de inmediato me percaté de que había olvidado la caja de fósforos en lo de la pareja de baile y bailongo, vi una silueta a unos metros delante de mi caminando en la misma dirección y me apresuré para alcanzarlo con el fin de pedirle fuego, cuando estaba cerca, pegó un salto hacia adelante, exhaló una voz seca, cortante y giró la cabeza que sostenían dos ojos redondos como platos, lo cual hizo que a mi vez yo me asustase también, le dije:

-Solo quiero fuego para encender mi cigarrillo.

-No, no, no tengo- me dijo y aligeró más aún el paso.

Varias veces me ocurrió lo mismo a lo largo de toda oscuridad en Buenos Aires, yo no estaba acostumbrado a esa muestra de miedo tan marcado, que en Cuba la exhibía alguien que hubiese atravesado una situación más traumática que el ser requerido por lumbre. Entonces asocié esos respingos de los transeúntes, a cualquier hora del día, con los años de desaparición de las personas en aquellos coches Ford Falcon, que acababan de pasar.

Me reencontré con mis dos mejores amigos de la primaria, Silvina y Juan Martín. Lo de Silvina fue todo gracias a ella, a su chispa, a esa energía que le sale por los poros. A los pocos días de que soltaron a mi padre de la cárcel, él iba en un vagón del subte y percibió que una jovencita lo miraba, él se tenía por pintón pero era demasiado joven la chica e intensa la mirada, tampoco tenía pinta de ser de los servicios, de repente ella se acercó y le dijó: Soy Silvina, hija de Héctor y Delia ¿sos vos? se dieron un abrazo y cambiaron datos de contacto. Gracias a que Silvina no estaba permeada por aquel miedo, nos volvimos a ver. Sus padres tenían tres hijos, ella de mi edad, Daniel de la edad de mi hermano, y Hernán de mi hermana. íbamos todos a la misma escuela, íbamos de vacaciones juntos en campings, festejábamos los cumpleaños juntos. Héctor, que no tenía nada que ver politicamente con nosotros, sin embargo, un día que mi viejo estaba huyendo, se atrevió a darle albergue por una noche. Ese acto lo guardo en el pecho. Eran la excepción. A Juan Martín lo encontré por la guía, mi inseparable amigo de la infancia. Fuimos a un bar de San Telmo, también con mi hermano, a tomar una cerveza y cuando estábamos charlando aparecieron cuatro policías vestidos de civil, nos hicieron levantar, separarnos, enseñar la cédula de identidad, estaban agresivos, hostiles, yo temía por mi hermano menor, pero al final nos dejaron advirtiendonos que no se habían ido. Ahí mismo terminamos la charla, fuimos a casa y Juan Martín tomó un taxi, y como si aquello hubiese sido definitorio, pasó mucho tiempo hasta que volvi a ver a mi amigo.

Las hermanas españolas de mi abuela y sus hijos y nietos, se empecinaban en decir que nadie sabía lo que estaba pasando, que algo debían haber hecho aquellos a quienes se los llevaron. Algo no me cerraba del todo, los primos de mi madre, a partir de 1976 les impidieron a sus padres, que escribiesen a mi abuela que vivía con nosotros en Cuba, mi madre me había comentado que era para cuidarse por el alto riesgo que ello significaba, entonces ¿cómo que no sabían nada? ¿a qué venían esos sobresaltos cada vez que abordaba a alguien que iba caminando solo, a veces sin siquiera hablarles, unicamente con pasarles por al lado y no siempre de noche?

A las pocas semanas se juntaron para hacer un equipo de trabajo de plomería, arreglo de calefacción, tuberías, refacciones varias, cinco personas, cuatro eran ex presos políticos, Ángel, un muchacho que había caído muy joven proveniente de las Juventudes Guevaristas del PRT, el Bibi, Héctor Camps de Padrós, cuadro sindicalista peronista, Pedro Igón, del PRT, que cayó junto a su esposa Zulema en Paraguay donde estaban exiliados, cuando Gorriarán Merlo liquidó a Somoza en un atentado, les dieron de lo lindo y los mandaron a Argentina, salvaron la vida porque no guardaban relación con el atentado, mi viejo que cayó a final de 1974 y era del PRT, y por último yo, que no era de nada, y solo había pasado algunas veces unas horas detenido en calabozos transitorios, por curda o algún que otro altercado en la isla. Aquellos fueron cuatro meses sobre los que me debo un libro, solo no he acometido tal empresa por lo poco probable de que por más habilidad que consiga aplicar llegue a plasmar con gracia y fidelidad, los disparates, desmanes, aventuras y desventuras que protagonizamos cada día, sin proponérnoslo en aquel Buenos Aires, donde ya de por sí el orden de todas las cosas estaba revertido, no subvertido, sino hiperbolizado, atomizado, fragmentado como en un cuadro cubista, de manera tal que nada perdía su esencia, ni la desintegraba, solo la multiplicaba, exploraba cada una de sus propias aristas, una Buenos Aires de destape, descorche, desatornille, y desdoblamiento donde estos locos agregaban un rayo más para el brillo del absurdo en que se convirtieron todas esas liberaciones de ideas, de emociones, de proyectos, de sentimientos, de deseos, de vida.

Al cabo de cada día teníamos una nueva anécdota desternillante, yo llevaba sin ver a mi viejo diez años, en los que durante ocho años cada noche me iba a la cama con el temor de que lo liquidasen, el silencio de aquellas noches cálidas trajo un sin número de sueños de cementerio, y en solo unos pocos días de compartir aquel trabajo en que ninguno, excepto Pedro y Bibi, teníamos ni idea de lo que debíamos hacer cuando nos llamaban para arreglar un desperfecto, las risas producto de los disparates  que hacíamos, nos unieron como si yo no hubiese crecido de los diez a los veinte años el doble de mi tamaño, y como si sus largos meses de celdas de castigo se diluyesen en ese acto de cagarnos de risa sobre una anécdota que acabábamos de construir en tiempo compartido.

Una de las pocas veces que la expedición no fue nada cómica, fue cuando nos llamaron de la casa de las Madres de Plaza de Mayo, en Avenida de Mayo frente a la plaza del Congreso, para que les pusiésemos una reja en una ventana que daba a una especie de patio interior. La reja teníamos que hacerla y colocarla, la sede era un departamento normal, en aquellos momentos habían intentado entrarles o les habían entrado, no recuerdo bien, el asunto es que pasamos unos días compartiendo con las madres que entraban a la sede y las que estaban permanentes trabajando, y aunque me había criado en un país donde esa información no escaseaba, el hecho de tenerla de primera mano, sus anécdotas, el verlas en su quehacer cotidiano me produjo una sensación de respeto y afecto que sin embargo me hicieron sentirlas distantes, un respeto distinto a todos los demás que había experimentado hasta entonces, las sentía unidas solo a ellas mismas, como si entre ellas y todo lo demás hubiese una barrera tan invisible como insalvable, la ausencia de sus hijos y la convicción de que hasta que no apareciesen, no volverían a ser algo distinto de Madres de Plaza de Mayo. Fue la única salida en que hicimos todo bien, esa y la vez que nos llamó Carmen Agiuilar y Roberto Sachjaer a mi viejo y a mi para arreglarles el depósito del inodoro, creo que más que nada Carmen debía querer ayudar como podía a mi padre que era como un hermano menor.

Hoy es 24 de marzo  y se conmemora un nuevo aniversario del golpe de estado de la Junta Militar que desató un período de auténtico terror, que dejó a gente incluso apolítica, dando respingos en medio de la calle al serles requerido algo tan pedestre como fuego para fumar, que dejó a muchas familias como la de mi abuela materna avergonzadas dando explicaciones de por que se aterrorizaron, a la vez que decían no saber nada de lo que había ocurrido, que produjo la unión de las madres de desaparecidos y abuelas de niños apropiados convertidas hoy en día en una institución histórica, en una marca de los tiempos, en la única hoja que se pudo recuperar de ese diario cortado abruptamente, manchado de sangre en lo más álgido de la vida.

Hoy cientos de miles sino millones se suman a los significados y significantes de recuperar la memoria, de exigir la verdad, el juicio y el castigo, pero lo cierto es que en aquella Argentina, que festejó el Mundial de 1978 mientras estaban torturando salvajemente a esos desaparecidos que luego tiraron al río, la Argentina de la plata dulce del “deme dos” de 1980, la Argentina de Viva Galtieri cuando la ocupación de Las Malvinas, todos aseguraban no saber nada, ese país asustado y sonrojado encontré despertando de la pesadilla y del pudor cuando volví, con unos pocos miles de simpatizantes del Partido Intransigente que reivindicaban la justicia, un Alfonsín y un Moreno Ocampo que se atrevieron, aun con las picanas y las pistolas humeantes, a juzgar a las Juntas Militares, sin demasiado entusiasmo y apoyo popular. Sólo acompañados de la efervescencia de la muchachada del rock, la batucada de San Telmo y las tardes de Barrancas de Belgrano. Confío en que esta conciencia tardía, nacida de modo genuino en las nuevas generaciones, no sea una moda acomodaticia, y signifique una barricada perpetua del Nunca Más contra la siempre presente tentación del poder de cualquier signo, al autoritarismo, a la dictadura, a decidir a quien pertenece la vida.

Nunca Más
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Basta de abuso con el pueblo de Cuba

18 Marzo 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Cuba Opinión, #Opinion crítica.

Mientras todos los medios y la opinión pública están ocupados o abducidos por la catarata de desinformación sobre la invasión a Ucrania, y mientras Estados Unidos se hace carantoñas y besitos con el régimen de Maduro, que este acepta gustoso, Cuba continúa ascendiendo escalones en la represión al descontento popular.

En tanto el mundo está en otra línea, la "Lustitia" del gobierno isleño, encarcela a 127 personas con condenas  entre 6 y 30 años de prisión, donde convivirán con asesinos, violadores, ladrones violentos. Muerte en vida, solo por salir a protestar una vez en sesenta años, sí, por una vez en 60 años, a manifestar un enorme infección de descontento acumulada en el interior al no poder volcarla por ninguna vía de lastre, expresión callejera en la cual algunos se excedieron, como cada día en todas las sociedades del mundo donde tienen permiso para manifestarse, donde cuentan con diferentes partidos políticos, publicaciones, libertad de opinión, y cuando rompen algo son reprimidos por la policía en el momento del vandalismo, detenidos y liberados antes de 24 horas, con una citación a juicio, que en general se queda en una dura multa, o en una condena de prisión de seis meses a dos años, que si no tienen antecedentes, no la cumplen oficiando como una seria advertencia.

Lo más terrible, no es que un gobierno de partido, periódico, televisión, radio, y discurso únicos y vitalicios, en el cual todo aquel que no esté contento está invitado a irse afuera o adentro (entre rejas) haya ascendido tantos escalones en la aplicación de condenas ejemplares intimidatorias, sino que el mundo "libre",  no se exprese en consecuencia, los medios, bien por Ucrania, o por el acercamiento de EEUU a Venezuela, estén más callados que las momias, los partidos políticos que en las sociedades occidentales reclaman más democracia participativa que solo votar cada dos años, sin embargo traguen con este semejante atropello a los más básicos derechos civiles, incluso derechos humanos, en una sociedad donde ni siquiera cada seis décadas se puede votar.

El avance las corrientes ultra derechistas intolerantes, regresionistas, en las democracias occidentales, el avance de la intolerancia de extrema derecha en la Europa del Este, desde los gobiernos de Orbán en Hungría  y Morawiecki en Polonia, a los emprendimientos bélicos de Putin en Ucrania, dominio de Chechenia, Bielorrusia y Crimea, el avance de los populismos corruptos que se venden como una pseudo izquierda en América Latina, de corrientes extremistas dentro los propios Estados Unidos que llegaron incluso a asaltar mediante la violencia, el Capitolio, templo de la política, hace vislumbrar un futuro nada feliz para las aspiraciones de progreso y de crecimiento mundial en armonía, o concordia,  de manera cívica, con conciencia social y ecológica. Un claro retroceso en el bienestar universal.

Pero ese análisis forma parte de otro capítulo, por lo pronto deberíamos ser capaces de pensar que estos 127 chivos expiatorios, son personas con una vida y con familias, que salieron a manifestarse por la razón que les viniese en gana, muchos de ellos menores de dieciocho años en el momento de ser apresados a la espera de juicio en las cárceles, y ahora son condenados en su mayoría, a pasar más de una década de reclusión en el peor ambiente de violencia y corrupción humana, habiendo sido defendidos por abogados estatales que cuando no declinan su juramento hipocrático, cumplen el rol de fiscales. Acaso mi inflexibilidad en todas estas injusticias flagrantes, provenga de la lectura de la carta de mi tío a sus hijos al abandonar Cuba previendo que nunca volvería a verlos:" sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo, esa es la cualidad más linda de un revolucionario" no especificó "excepto en Cuba" como algunos se lo tomaron. En mi vida cambié lo de revolucionario por ser humano.

¡Basta de abuso con el pueblo cubano!

 

Basta de abuso con el pueblo de Cuba
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Basta de atropellos en Cuba

17 Marzo 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Cuba Opinión, #Cuba flash., #Opinion crítica.

La "justicia" cubana condenó a 127 manifestantes del ya célebre 11-J, a penas de entre 4 y 30 años de prisión.

En pleno 2022 esto no puede ser tolerado, pasado por el tamiz de la normalidad por las sociedades abocadas a profundizar cada vez más sus mecanismos democráticos, sin embargo a merced de mantener un sitio en el mundo donde permanezcan intactas las utopías de los años revueltos, donde fijar con pisapapeles la eterna la juventud, mirar hacia otro lado con este atropello a los derechos humanos intolerable bajo todo punto de vista.

Lo peor es que quienes defienden ese régimen, a menudo protestan porque en sus países, solo pueden votar cada dos años, y quisieran tener participación constante en las decisiones del poder, impugnan la mínima injerencia de las autoridades en el derecho de cada ciudadano a protestar donde y cuando sea necesario, oportuno, o deseado.

Nostálgicos que hace ya hace años abandonaron sus impulsos igualitarios y hoy disfrutan de la sociedad de consumo, de opinión,  de libre publicación y asociación política e ideológica, sin embargo apoyan que un gobierno de partido único y monolítico, condene a prisión por décadas, a ciudadanos tengan o no razón, descontentos con las políticas aplicadas, que en pleno uso de sus elementales derechos humanos, salen a la calle a protestar por única vez en sesenta años, por el motivo que sea y reivindicando o aspirando a lo que les de su reverenda gana, represión y luego condenas justificadas en la exaltación de unos pocos inadaptados que causan daño a un automóvil y a determinado mobiliario urbano.

Más allá de la ideología, filosofía, sensibilidad política de cada cual, todo el mundo debería condenar este atropello criminal a las mínimas bases consensuadas entre las sociedades cívicas actuales. No es un bombardeo de un país europeo, que es lo único que interesa, pero es el encarcelamiento en prisiones paupérrimas de un régimen autoritario a más de cien personas por expresar su descontento en sus calles, en las calles que entre cráteres volcánicos van y vienen cada día famélicos pedaleando a y desde sus trabajos, pagados en una moneda que no puede comprar absolutamente nada de las góndolas que ofrecen productos a cambio de divisa del enemigo, las mismas calles que observan como las paredes de las construcciones que otrora las vestían y engalanaban, hoy lloran a cántaros su propia destrucción, la desatención y el descuidado siempre que no pertenezcan a un circuito turístico, o un barrio residencial de altos dirigentes.

No hablo de la protesta enérgica de los viejos enemigos de la revolución cubana, de las fuerzas de derecha y ultraderecha, hablo de la indignación que todo el mundo progresista, socialdemócrata, de conciencia humanitaria, incluso socialista debería manifestar ante esta barbaridad.

Ya ni siquiera se está exigiendo que permitan a todo cubano fundar partidos políticos con absoluta o relativa libertad, que sería lo único presentable, sino que al menos puedan salir a la calle a expresar, a gritar, a sacar la pus acumulada de tanta infección. Que puedan, siempre que no se incurra en delitos o actividades terroristas, contar con espacios donde emitir opinión, favorable, al margen o contraria al sistema, con absoluta libertad.

¡Basta de atropellos en Cuba contra quien no piensa como mandan los represores!

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Ni Pravda ni Granma ni NY Times

16 Marzo 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Relax, #Europa Aorta

Hoy no hay dos bloques como cuando surgió esta desconfianza mutua entre Rusia y EEUU y sus satélites,  cuando existían tales bloques, en materia de información era sensiblemente peor en el socialista, no solo no se podía estar informado de nada de lo que publicaba la prensa "enemiga" sino que no se podía ni siquiera mascar un chicle, ni comer una hamburguesa, comprar un Ford, viajar al capitalismo, hasta había una tela que reunía las características para ser considerada enemiga, el blue jean, “pitusa” en cubano. Aquello cuando no era asfixiante era sofocante, TASS daba la orden desde la URSS y Prensa Latina , así como cada agencia de los países del CAME, luego COMECON y afines, tenían que publicar eso y no moverse ni un ápice.

Usemos memoria, claro que hemos visto más manipulación que el espanto de manejo tendencioso de las noticias en esta invasión de Ucrania y las de Irak o Afganistán de Bush,  mucha más, hasta limites que hoy parecen distópicos, por ejemplo no supimos nada del deterioro del campo socialista europeo, hasta la caída de un día para otro del comunismo en Alemania, Polonia, y  hasta que cayó completamente, las huelgas del sindicato Solidaridad, que eran las mayores en el mundo, nos decían que eran unos pocos exaltados manipulados por la CIA. Cuando ocurrió el desastre de Chernóbil en los periódicos Granma y Pravda salió la noticia de que había habido una pequeñita salida de material radiactivo y que solo había afectado a “dos operarios,” lo recuerdo como si lo estuviese leyendo hoy. Luego a los años cuando me enteré que había sido el peor accidente nuclear, me embargó una mezcla de rabia y pena,  pensando en cuantas cosas más nos habrían mentido cada día durante tantos años, supongo que en todas las que fuesen de su interés. De ahí nació que decíamos en Cuba, que la única información verídica del Granma era la fecha. Claro, el bloque que ha salido triunfador de la contienda

Muchas veces, incluso los generales que participan activamente en guerras, al cabo de los años padecen serias depresiones al enterarse de que fueron utilizados con excusas espurias para fines perversos y con objetivos completamente distintos a los declarados.

En Las Malvinas, hasta el mismo día de la rendición de las tropas argentinas, la prensa vendía que Argentina iba ganando, que los ingleses estaban casi derrotados. El propio Hitler, a la vez que mandaba a la población a las cloacas y túneles de Berlín, donde poco más tarde, de la manera más cruel ordenó sacrificarlos, mandaba a publicar que aun cuando Alemania estaba haciendo sacrificios notables y notorios, sin embargo estaban ganando la Guerra, cuando ya, literalmente, habían perdido todo. Lo mismo ocurrió con Rusia en Afganistán, y Estados Unidos en Vietnam, cuando tras sacrificar la vida de dos millones de vietnamitas a bombazos, tiros, Napalm, agente naranja, mientras corrían hacia los pocos helicópteros que no habían abandonado la zona devastada, su prensa decía a su opinión pública que todavía se podía ganar, aunque hay que decir, que en todo caso, esa fue la guerra mejor contada, en la que se llegó un punto álgido de excelencia periodística, más agracias a la lucha y emancipación de los periodistas que a licencias de imparcialidad informativa de los medios. También cabe decir que en Nueva York ya no había casi medios de prensa que apoyasen la guerra, por el desfile de bajas norteamericanas y en esa instancia, por el desprestigio universal generalizado.

Cada sociedad es sensible a diferentes estímulos emocionales, en Cuba para que la población, demillero de laas milicias, mantuviese la moral alta apoyando el envío de tropas a Angola, Mozambique y Etiopía, hacían hincapié en el hambre y las condiciones de vida paupérrimas de de sus pobladores y la crueldad de sus explotadores, en EEUU, lo que no pueden mostrar nunca los medios, son soldados estadounidenses retornando a casa en ataúdes, las imágenes de los cajones bajando de aviones han girado más de una vez a la opinión pública en contra de una guerra que al principio aprobaban, las imágenes de niños alcanzados por el Napalm hicieron mucho más daño fuera de los Estados Unidos que dentro. En Rusia, al revés que en EEUU, desde las descomunales batallas de la II Guerra Mundial,  teniendo su clímax en Stalingrado y Leningrado, que se saldaron con resistencias míticas, mostrar a los muertos caídos en combate aumenta el compromiso del pueblo aunque menos de la tropa, allí lo que no es recomendable es mostrar la resistencia de la tropa enemiga y menos de gente común del pueblo, pasó en Afganistan,  Chechenia y podría ocurrir en Ucrania si se alarga más de lo recomendable la guerra y Zelensky da la apariencia en las redes y medios de ejercer una resistencia numantina, precisamente por la Historia de grandeza del Ejército Rojo en la resistencia , no en el ataque, para el ruso común la grandeza radica en resistir, para el estadounidense  pedestre, en “patear traseros”,  ostentan la Historia inversa, su punto fuerte es invadir, nunca fueron invadidos. Cada país tiene su talón de Aquiles y los medios lo conocen muy bien.

La primera víctima mortal en todas las guerras, es la verdad.

Ni Pravda ni Granma ni NY Times
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Blue jean ruso

15 Marzo 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Cuba Opinión, #Europa Aorta, #Opinion crítica., #Relax

La “rusofobia” que se está intentando insuflar en la gente desde los medios afines al poder económico militar, yo la conocí elevada a la enésima potencia en Cuba. Donde no te invitaban a la censura sino que estaba prohibida toda la cultura estadounidense, incluida las representaciones de las mayores luchas de emancipación de las clases bajas, feministas, excluidas, a través de los hippies, de los beatniks, del rock, del jazz, de la lietratura lumpen, de la indumentaria contestataria.

En mi expediente escolar acumulativo figuraba una mancha que rezaba "Diversionismo ideológico", por escuchar a los Stones, Gran Funk y Jimi Hendrix, y plasmar sus nombres e imágenes en mi cartera de libros hecha de tela denim, como algunos de mis pantalones traídos por alguien que tomaba aire fresco viajando afuera, estirados hasta que la costura no daba más, tela prohibida por enemiga, porque sí, se llegó a entender que una tela podía contener la fuerza suficiente para ser considerada una peligrosa amenaza: "la rabia del pitusa, del blue jean, del denim".

Las consecuencias para mi no eran agradables pero tampoco sensibles, porque era extranjero y familiar de pincho, pero para mis amigos cubanos esa mancha en el Expediente Escolar Acumulativo, era algo muy jodido para luego estudiar carreras, para los trabajos decentes, para la convivencia en la cuadra, sólo por esta estupidez tengo amigos que se fueron para jamás volver a su tierra, ese fue toda su actividad enemiga, escuchar Grand Funk, vestir un vaquero, y a veces tomar mucho menos ron que los ministros y pinchos barrigones de guayabera, tres plumas en el bolsillo y dos queridas de bajichupa en su Lada tuneado de chivatón Be bop.

La misma aberración que hoy se quiere recrear con la "rusofobia" fue un clásico dentro de la izquierda con Estados Unidos e incluso Europa, toda la órbita de la URSS prohibía masticar chicles, Moscú llegó a reprender a Tito, de Yugoslavia, por fabricar gomas de mascar, pantalones vaqueros y permitir grupos de música pop, moviendo las caderas con los pelos largos. A la URSS no la derrumbó un enfrentamiento militar, sino el deseo reprimido y postergado de deglutir una hamburguesa, tomar un refresco, ponerse un vaquero, y escuchar rock de "afuera". 

Hoy en occidente quienes todavía guarda un odio revanchista antiguo a Rusia, reproducen esta censura en la medida de sus posibilidades. No se puede prohibir como se hacía en el campo socialista, pero señalan el camino, la tendencia. Esta semana, la Filmoteca de Andalucía prohibió la proyección de un filme de Tarkovski.

¡Aflojemos! las bombas del ejército de EEUU o de Rusia nada tienen que ver con su cultura , su pueblo y sus maravillas.

 

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Congelados

15 Marzo 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Relax, #Opinion crítica.

Esta serie, con los primeros cosmonautas, hombre, mujer y animal, algunos de los compositores más grandes de la música culta, varios de los mejores autores de la Historia de la literatura universal y del cine, la pintura, el ballet, el pensamiento, es para que no olvidemos lo que ese enrome, remoto, enigmático país al que ahora todos estamos tan invitados a odiar, ha dado a la humanidad.

Lo mismo experimenté en mi vida a la inversa, cuando Estados Unidos bombardea inmisericordemente cualquier país, masacrando todo lo que encuentra a su paso, en Cuba se prohibió, pero además en muchos países animan a odiar al país del norte de manera integral, incluyendo su historia de democracia, de luchas y logros de emancipaciones sociales, de cultura de las clases trabajadoras y estigmatizadas, como el jazz, el blues, el rock, la novela negra, su literatura general, invitan a rechazazar el cine, los refrescos, el pollo frito, las hamburguesas, las costillas de las cadenas estadounidenses, los blue jeans, los coches, los equipos de música, de computación, televisores, maquinaria....¡Por favor!

Putin es un sátrapa, un megalómano con ínfulas imperiales, pero una cagadita al lado de lo que ha dado ese país, claro, una cagadita que ahora está causando mucho daño, pero no odien a esa larga estepa helada y a su producción en materia de arte, humanidades, ciencias e incluso deportes, el país no tiene nada que ver.

Grandes Maestros de la gran música.

Tchaikovsky, Stravinsky, Rimsky Korsakov, Rachmaninov, Mussorsky, Shostakovich, Prokofiev.

Grandes de la literatura universal.

Tolstoi, Dostoievsky, Gogol, Pushkin, Gorki, Maiakovsky, Sholojov, Grossman, Chejov.

Tres de los mejores cineastas, dos de los mejores pintores y tres de los/as mejores bailarines.

Einsestein, Mijalkov, Tarkovsky, Kandinsky, Chagall, Nijinski, Barishnikov, Plissetskaia

Laika, Yuri y Valentina

Pioneros del espacio

No podían faltar algunos de los tantos grandes pensadores políticos, Lenin, Bakunin, Trotsky, Kropotkin.

Y por supuesto, el mayor pícaro, bribón y timador de la Historia, Rasputin, que ostentaba algún otro récord menos refinado, aunque nada despreciable a juzgar por los enrabietados maridos en la corte del Zar.

 
Congelados
Congelados
Congelados
Congelados
Congelados
Congelados
Congelados
Congelados
Congelados
Congelados
Congelados
Congelados
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Congelados
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Si la mañana fuese en primavera

13 Marzo 2022 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Relax

Mis dóciles momentos de bronca, mis ancestrales instintos para la conservación, mi frágil alma frente al desprecio, mi pétrea certeza, reverdecen, refulgen, brillan y explotan tras la devastación provocada por el desamor; no obstante, todo en mi reblandece y una vez cálido, apacible, mullido, penetra los rincones más umbríos, ocupa los intersticios más guarecidos, ante el suspiro, el aliento, la exhalación y el tenue sonido de notas serenas que precede y presagia a un “sí”, tal como el aire supera la ventana en una mañana de primavera.

Si la mañana fuese en primavera
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