Nuevas elites mini-revolucionarias
Ahora que Cuba ha decidido cambiar definitiva aunque solapadamente su modelo de sociedad, la estructura y las bases de su economía, y que comenzarán a florecer de un momento a otro el novedoso empresariado nacional, previsiblemente proveniente de las actuales jerarquías dada la cercanía al poder y dados los parámetros corporativos que irán derogando ellos mismos, sería conveniente reflexionar acerca del perfil de este tipo de nuevo rico que se avecina, pero que ya tiene sus antecedentes en las metamorfosis soviéticas hacia la Federación Rusa, en el Este de Europa, en Viet Nam y últimamente de modo paradigmático la gigante y milenaria China.
La modalidad del nuevo empresario de la sociedad post comunista reúne una serie de particularidades comunes, a saber:
Está más predispuesto a la competencia voraz que el empresariado gestado en las sociedades de mercado aunque esté menos preparado para acometerla.
Es un elemento descreído, apóstata de toda ideología, religión, filosofía que promulgue una finalidad basada en principios morales.
Es ateo, agnóstico, y además descreído de su propio adoctrinamiento.
Siente que pagó antes de comer, de modo que comerá a placer hasta reventar. Mientras el empresariado formado en la sociedad de mercado en algún momento de su vida puede experimentar la necesidad de un aporte espiritual a su vida, puede llegar a replantearse el sentido de lo hecho, allí en los diferentes recodos que las edades y sus invitaciones a la reflexión deparan a lo largo de la vida al hombre, en cambio el nuevo empresario formado en los obligados lemas de la igualdad social, en su momento de inflexión, suele reflexionar y revisar su trayectoria precisamente en el sentido opuesto, autocriticándose el dispendio fútil de energía y considerando que es momento de concentrarlas en beneficio propio, que es hora de no perder un minuto más en las viejas consignas engañosas ni en utopías estériles.
Considera una pérdida de tiempo la hipocresía habitual en el rico tradicional para equilibrar la culpa.
No pide permiso, no pide perdón ni da las gracias. Paga.
Para esta nueva clase la ostentación de la riqueza es un saludable signo de buen gusto.
No se explican la filantropía ni el mecenazgo en el arte. Aborrecen la cultura pero invierten grandes cantidades de dinero en pinturas y esculturas sensibles de revalorizarse.
Son directos, sinceros, primarios, sin barnices, sin profundidad. Enriquecen vertiginosamente a los fabricantes de cuanto elemento distintivo de mal gusto característico del nuevo rico pulule en los alrededores.
Visten visiblemente mal y se saltan semáforos a bordo de sus lanchas urbanas fabricadas en exclusiva para ellos, están incapacitados para entender que un Rolls Royce gris pueda constituir para nadie en su sano juicio, un símbolo de distinción.
Mientras con el mayor descaro, dejan ver que sus poderosos padres los criaron lo más lejos posible de aquellos lemas con los que adormecieron y atenazaron durante medio siglo a todo un país, y cambian la retórica en sus palabras aunque jamás en sus costumbres, empiezan a habituarse a destapar botellas caras de champán, aunque lo beban a pico de botella y unos pocos en copa, pero mezclado con cubitos de hielo.
Sonsoles vería el Jaguar
Cuando digo que soy cada día más zapaterista, no zapatista de Chiapas, sino simpatizante de José Luis Rodríguez Zapatero, lo hago en parte para provocar, un poco llevado por esas eternas ganas de joder, no obstante algo de cierto hay en tal afirmación.
Y además me place decirlo a partir de que los especialistas en estar siempre donde calienta el sol, se pusieron tan en contra.
Llevamos dos años y medio de un gobierno que subió para arreglarlo todo, con el voto del vulgo corrompido, del vulgo tentado a ceder derechos y logros a cambio de una pocas rupias.
El proletariado y la clase media "descalzas" (más que "desclasadas" como diría Marx) y una pequeña copa de anís perfumado para la resaca matutina de toda esa avaricia nocturna.
Dos años y medio en que no se hizo ni una sola cosa que alegrase a las mayorías, a las pequeñas minorías marginadas, o a las grandes minorías, sino que sólo se han emborrachado de felicidad hasta ahora, los del circuito cerrado, los que saben el secreto del monje orondo, el secreto del ábaco, la miseria del brillo y ese terror a estar al ras del suelo.
Los que se miran al espejo con el ombligo de lado.
Los que rompen el amor.
Los cuatro primeros años de Zapatero, fueron una orgía de placer, un "orgasmo permanente" como decía Zerolo, leyes para alivianar el dolor de las minorías relegadas, leyes en favor de la vida, mil vidas más por año en tráfico, miles de vidas menos truncadas por el tabaco, el terrorismo desterrado, nos sacó de la guerra de Irak a los cuatro días, restitución de los represaliados, ley contra el abuso a la mujer, de apoyo a los discapacitados, al matrimonio gay, apoyo a la cultura, al arte y un extenso etcétera.
Luego hubo un año más de alegría, de nuevas disposiciones para la gente. Y entonces arribó el fin del disfrute de la estafa que se había estado llevando a cabo durante años, eufemísticamente llamada "crisis".
Entonces esto descolocó a Zapatero. Al FMI dirigido por la picarona eminencia Rodrigo Rato. A Bush. A toda Europa, a toda Asia, a Standard & Poor's, a Murdoch, a Turner, a Morgan Stanley y a la mismísima Lehman Brothers, y a cuanto fiestero quedaba en el amplio salón de la jarana y la contorsión, con la nariz llena de polvo de tiza bailando al son de los jadeos y de las últimas luces.
El gobierno del PP en dos años no ha dado ni una sola satisfacción, ni siquiera a sus votantes, por el contrario se desvanece en escándalos de corrupción que no tienen ninguna consecuencia penal para los corruptos y corruptores, pero que al parecer no les está saliendo gratis en cosecha de simpatía de la población.
Incluso ese sector del proletariado y la clase media que se creían codo a codo con los banqueros y la gran patronal por votar al PP, ya se están empezando a asquear, y eso que son de estómago muy fuerte.
Tampoco me entusiasman las soluciones que afloran a la par del odio, de la bronca, cuando estas están hirviendo. Desconfío de quien dice venir sólo para hacerme el bien, en el momento ese que asegura que su único interés en la vida, es subir a lo más alto para hacerme el bien a mi, que sólo le interesa la suerte de la gente.
Cuando el país votó en masa a la solución mágica del Partido Popular, tenían la duda de si podrían solucionar el entuerto de la mal llamada “crisis”, sin embargo tenían la total certeza, de que lo primero que iban a hacer era atentar contra todo lo que oliese a derechos de la gente común, lo que atufase a igualdad de posibilidades, lo que se pareciese a una flor.
Por eso le llamamos la corrupción del proletariado.Porque eso lo sabían bien.
En aquellos días me placía repetir que le estaba muy gradecido a ZP por su temple y por algunas cosas más, la gente me miraba como a un loco.
La gente está loca. Hoy, aunque sólo han pasado dos años, nos parece que hace una eternidad desde que están los cuervos en el poder, Zapatero es como un cuento del lejano pasado, de otra Era, un insulto, una manera de patear balones desinflados afuera; el ahora calladito José María Ansar, se percibe infinitamente más cerca gracias a sus chanchullos, sus amistades, sus enchufados de rabiosa actualidad, por las arcadas que pueden llegar a dar incluso a esa gente de estómago muy duro.
A todo esto, vale decir que el de la ceja, ni ha asumido un cargo en una eléctrica, ni en una consultora, ni en una exclusa fecal, como cada ex presidente o ex ministro tuvo a bien hacer, tiene una casa normal, su esposa sigue intentando cantar, las hijas haciendo su propio camino, y él leyendo a Borges, aunque espero que algún día, lea también "1280 almas" de Jim Thompson.
Adiós
Las bodas en Cuba generalmente se celebraban yendo a la casa de uno de los recién casados y armando una fiesta con suficiente comida y bebida para que nadie se fuese de regreso a su hogar con hambre, con sed, ni criticando el surtido.
Me llevó hasta la funeraria de línea, le dio un rodeo con el coche y al ver que había banderas y un grupo nutrido de personas en la entrada y por los alrededores, me volvió a sugerir que no entrase, le agradecí y me bajé allí, y cuando fui a subir las escaleras me agarraron dos personas y me llevaron consigo a un banco del parque que hay frente a la funeraria, eran mi primo Pedro y Juan. Llevaba mucho tiempo sin verlos y tardé un instante en reconocerlos, me dijeron que esperaban que llegase Raúl o incluso Fidel y que no era bueno que estuviese en esas condiciones adentro, entonces les dije que quería declamar unos versos de despedida, al final se sumaron otros dos primos a sujetarme porque no terminaba de entender que tenía que ver una cosa con la otra. Hasta que cedí cuando me dijeron que les dirían a todos que yo había ido pero que no me aconsejaron no entrar. Juan nos llevó a Mariana y a mi a la Siberia.