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El blog de martinguevara

Esclavas sexuales en Europa siglo XXI

17 Junio 2019 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Opinion crítica.

Este es un tema verdaderamente sórdido en casi toda Europa, es el único tipo de esclavitud que persiste en el viejo continente, pero es una esclavitud con las reglas más implacables de la América hispano portuguesa y franco anglosajona, del Nilo o de Roma. 

Peor aún en muchos caos, mujeres amenazadas de muerte ellas y sus familias, golpeadas, torturadas, humilladas, drogadas, y violadas frecuentemente en el corazón de civilización europea, a la vista de todas las autoridades y de la Justicia tuerta, que ya sea por participación directa en las ganancias de los antros de tortura física y psicológica a estas santas esclavas, o porque en definitiva en el lupanar se encuentran los hombres de todas las clases sociales, más que tolerar promueven en todos los casos estos palacios de suplicio y de humillación, tanto a la mujer esclava como al cómplice del crimen que se desfoga humillándose en el acto, eufemísticamente llamado "cliente".

Yo empecé a hacer un trabajo de investigación, solitario, sin contactos ni sin protección, quería escribir una nota exhaustiva sobre el tema y tomé como referente uno de estos mega "Clubs" protegidos por las instancias de poder que se encuentra entre Valladolid y Tordesillas. Al poco de comenzar a indagar, fui ubicado en mi teléfono móvil que era de mi trabajo de entonces, y ello me retractó más que el temor a las amenazas, similares a las que ya había recibido a lo largo de mi vida por diferentes razones, a veces nobles, las menos de las veces y otras, la mayoría, dignas de abandonar en el olvido.

Las amenazas fueron pocas pero demasiado descaradas, se notaba que no temían denuncias, y precisamente una cosa en que me interesaba adentrarme, aunque sabía que estando solo, sin credenciales, sin contactos era muy peligroso, era precisamente en la demasiada obvia connivencia de gente poderosa bajo la sombrilla de la legalidad. 

¿Cómo podía ser que enormes naves con carteles inmensos en la misma carrera, que ni siquiera escondían la actividad "alegal" de la prostitución, bajo sospecha de esclavitud reiteradamente denunciada, y donde se dispensaba alcohol a todo cliente, no hubiese inspecciones, patrulleros detenidos afuera, al menos para hacer controles de alcoholemia, sabiendo que allí no paraba ningún autobús, ni tren y que todo cliente conducía beodo, y sin embargo sí se ponían unos pocos kilómetros más adelante o atrás a realizar dicho control? 

Se inspeccionan casas de jóvenes que tienen plantaciones de cannabis, se inspeccionan en barrios de emergencia donde existe sospecha de venta de estupefacientes, me preguntaba entonces ¿cómo podía ser, que con todas las sospechas tan fundadas de que en varios locales de ese tipo además de traficarse con la vida de seres humanos se traficaba con drogas de manera permanente, e incluso se convertía en drogadictas a varias de las cautivas, no hubiese cada día una inspección y se cerrasen los locales y apresasen todos los proxenetas y traficantes de mayor escala que los gitanillos de la chabola o los chavales de la plantación en el garaje?

Pero sobre todo y fundamental, ¿cómo en una sociedad de unas fuerzas de seguridad tan bien estructuradas que han conseguido desarmar cédulas e incluso organizaciones terroristas, podía persistir la excusa de que esos agujeros, esas catacumbas de seres humanos aterrorizados concebidas para materializar el auto menosprecio de otros seres ya aplastados, visibles desde todo ángulo, iluminadas con insistencia, eran inexpugnables dada la insuperable astucia de sus propietarios proxenetas, abusadores, extorsionadores, esclavistas? ¿Cómo una sociedad que ha conseguido reparar las injusticias más lacerantes, que presume de una conciencia cívica y de respeto a los derechos humanos puede convivir tan pasivamente con un crimen tan generalizado, impune, tolerado e incluso pasado por alto por los sectores más militantes en favor de la justicia social y de género?

Pero aflojé; mi hijo pequeño tenia cuatro o cinco años, yo mantenía una casa y un modelo de felicidad que funcionaba muy bien, así que no quise, por un lado perder el trabajo sin saber si podría siquiera concluir aquél artículo y si luego me lo validaría algún medio, muy poco inclinados a publicar algo que incriminase a personas con cierta cuota de poder, y por supuesto tampoco quería recibir un buen tranqueo a la salida de un hotel o un restaurante, así que desistí y sepulté toda posibilidad de sentir orgullo por haberme involucrado en defender, salvar o al menos denunciar los atroces abusos que se fraguan en nuestra bella, civilizada y burguesa Europa contra los seres más frágiles y desprotegidos, las esclavas sexuales.

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Alma Mater

10 Junio 2019 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Relax

Hay malas hierbas que se expresan a través de cardos y otras en forma de flores. Hay zonas umbrías por el efecto de una amenazante tapia guardiana y otras por la sombra de un manzano en flor.

Así mismo hay tristezas y tristezas.

Hay recuerdos que apenan el alma porque nos retorna la sensación de un vacío tras el barniz, de un engaño, de un abandono, y otras memorias que nos entristecen porque reviven algo precioso, un ser amado que ya no está, un instante de felicidad que se presiente tan lejano y ajeno como cuando sucedió, y que sin embargo tuvo lugar.


Cuando era chico cruzaba del hotel donde vivía a la escalinata de la Universidad de La Habana, en el lado derecho del Alma Mater había unos arboles con sus ramas entrelazadas, me embrujaba subir hasta el tope del follaje e ir pasando con mucho cuidado de árbol en árbol intentando no vencer con mi peso las ramas que los unían. En ese instante con los ojos abiertos atento a los peligros, era no obstante como si los tuviese cerrados y fuese reproduciendo en la vigilia uno de los sueños recurrentes, en el cual conseguía mantenerme a flote a una altura similar a la de aquellos arboles, y pasaba por encima de la gente y los problemas nadando en el aire. Eso fue bastante antes de conocer el ron.


Hoy sentí que mi abuela, aquella que cuidaba de que la nuez que se me había prendido al pecho no me subiese hasta la garganta, me acarició la frente una vez más. 


Y la nuez bajó.

Estaba a punto de regalarle una lágrima a un cardo, a la sombra de una tapia, a una tristeza gris, cuando apareció una flor de hierba mala, la sombra de un manzano cuya rama se extiende hasta el regazo del Alma Mater que resguardaba el ímpetu de mis vuelos errantes.

Ala Mater U. de La Habana y árboles laterales

Ala Mater U. de La Habana y árboles laterales

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El jamón y la verdad

10 Junio 2019 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Cuba flash., #Relax

Durante los primeros años de mi estancia en La Habana vivía en el Hotel Habana Libre, que había sido antes de la Revolución Hotel Habana Hilton. Cada mañana bajaba a desayunar a un coqueto restaurante en la planta Mezzanini, ordenaba un par de huevos fritos que venían con unas gruesas fetas de jamón caliente debajo, y pedía además una ración queso fresco. Me comía los huevos pero el jamón y el queso lo metía dentro de los panecillos calientes untados con mantequilla, los envolvía en las finas servilletas de tela blanca y los llevaba a la escuela.

Mis compañeros del colegio no tomaban el desayuno en aquel restaurante, y la gran mayoría hacía años que no habían tenido la ocasión de saborear el jamón. Yo me ocupaba de acercarlos a ese recuerdo impreso en el hipotálamo.

Una tarde se acercó uno de los “compañeros revolucionarios” del ICAP que atendía a mi familia, y se tomó un tiempo para explicarme que en Cuba se había hecho la Revolución para que todo el mundo fuese igual, sin embargo-dijo- aún quedaban cosas por hacer, y por el momento la población de “fuera del Hotel” no tenía el mismo acceso al modo de vida que generosamente la Revolución nos estaba brindando a los de “dentro del Hotel”.

Sugirió que no llevase más los bocaditos de jamón al colegio, porque los niños podrían estar llevándose una idea equivocada.

En ese instante conocí el carácter subversivo de dos de los elementos más extraviados y extrañados en la isla de Cuba: el jamón y la verdad.

El jamón y la verdad
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