¡Felices fiestas de los Grandes Almacenes!
Bajé con la bolsita de la compra doblada dentro de mi abrigo, con el fin de proveer mi alacena y nevera, con una barra de pan, algo de mantequilla, ensalada, un par de manzanas, jugo de naranja y un pomelo. Nada más.
Escogí cada alimento entre la muchedumbre apelotonada en los pasillos con sus carritos hinchados de productos más que para festejar el nacimiento de Odín, Jesús o Barrabás parecía que para despedir la vida ante la inminencia del Fin de los Tiempos. Conseguí hacerme con la última Coca Cola cero de azúcar y cero de cafeína, metiendo primero la mano entre una masa informe, luego al ver que no llegaba y quedaban dos botellas metí el brazo hasta el hombro quedando apoyado totalmente sobre las asentaderas de una dama oronda y ni aún arriesgando mi buen nombre ante la señora y su plebe conseguía llegar a mi objetivo, así que tuve que sumergirme entre los cuerpos inflados de pre turrones, pre cenas, pre almuerzos, tapeos, meriendas, piscolabis, desayunos opíparos, apoyé la bolsa en una góndola vacía, arrasada, desierta de catástrofe y hambrienta, y me sumergí entre adiposidades bufandas abrigos carritos, corderos, besugos, gambas a tres veces su precio habitual y tras dejar atrás la calva de un señor bajito, las enormes tetas de una anciana guerrera, barrigas y más barrigas, llegué intacto aunque sobado a la estantería de mi elixir imperialista y ¡Voilá! cogí la última botella por el cuello, pero no podía despegarla y me percaté que un flaco, el único flaco en el universo entonces, tiraba de la misma botella por la parte posterior, acaso gracias a ello no hubo que discutir porque la presión de los dedos que me permitió el delgado diámetro que yo sostenía era susceptiblemente mayor que la presión que a duras penas conseguía imprimir el único flaco de diciembre alrededor del culo de la botella.
Me abracé al recipiente y regresé a mi bolsa flotando entre carne recubierta de ropa y grasa.
Cuando llegué a la cola para pagar, vi que era tan larga y yo estaba tan agotado, que aún cuando conseguir cada artículo me había supuesto un derroche de creatividad y ejercicios innovadores, decidí desistir del intento de competir con semejantes manadas para lograr abonar mis delicias.
Eso sí, cuando vi una tromba en forma de tsunami humano entrando por la puerta automática, saqué todos los productos y los puse en una góndola semi vacía, nada de ubicarlos en sus sitios.
Huí despavorido y le compré la Coca Cola con cafeína a la tienda "carera" de las papas fritas para desprevenidos en la vía principalis, y por lo menos llegué a tiempo para terminar de ver mi serie favorita.
Tras este episodio se me ocurrió que para las próximas fiestas de "Los Grandes Almacenes" podríamos ganar todos si los empleadores en general, transfiriesen las pagas dobles de los trabajadores de diciembre, directamente a los grandes almacenes, por ejemplo: un 50% a E.C.I. un 20% para Inditex, un 20% para Carrefour, y el 10% restante para el resto de cadenas, y que a los trabajadores los empresarios los colmasen de baratijas, corderos y pescados carísimos y entonces todos saldríamos ganando.
El trabajador no debería gastar horas reptando de tienda en tienda, el empresario soltaría menos por más, los grandes almacenes ahorrarían en sueldos a dependientes y finalmente, aquellos que sólo queremos una barra de pan, mantequilla, ensalada, un par de manzanas, jugo de naranja, un pomelo y que tal vez, a última hora le sumemos un refresco light sin cafeína, saltaríamos de alegría aunque echásemos de menos ese candoroso magreo ocasional entre góndolas.
Bueno ¡Felices Fiestas de los Grandes Almacenes!
¿Por qué no viene Ernesto?
La Revolución había entrado en ese impasse en que hasta las parejas incurren pasado el fulgor inicial, el fragor de sofás y camas. Enfrentaba dilemas acerca de los caminos a tomar para dejar atrás la isla Utopía y concentrarse en el rigor de las asperezas que conforman la realidad. El adiós a la inocencia y la incógnita de los nuevos horizontes, ya no habría más besos apasionados bajo el farol ni lencería destrozada a dentelladas.
Había llegado el momento del frío con la helada URSS observando. El Che años atrás había intimado con Fidel en el centro de la ilusión mesiánica, dando cauce a la lava del volcán interior en una actividad más riesgosa que la escritura, que la observación, que el alpinismo, que la aviación y el rugby, la subversión del mundo a través de la voluntad.
Anduvieron caminos paralelos, con luz propia, aunque de distintas fuentes. Ernesto asumió el liderazgo de Fidel, pero no dejó de apuntar a cada paso del camino las ideas que le parecían más apropiadas para construir la liberté, égalité y fraternité americana y criticar aquellas que colisionaban con sus fabulaciones iniciales.
Llegó el triunfo con la erótica del poder, el gozo del amor incondicional; eran precursores de la estética rock, barbudos, pelos largos y poco aseados, lumpen, rebeldes y desobedientes, educados en buenos colegios, con ideales altruistas; les faltaba la música, el hedonismo y el amor declarado a Baco; les sobraba la pólvora, la invasión de la voluntad y exceso de testosterona, pero enamoraban. A continuación enfrentaron la meseta que sucede al clímax como peor pudieron.
Fidel, desaforado, enloqueció contra quienes le hacían sombra y le recordaban que el proyecto era inclusivo, democrático; Ernesto no se limitó a obedecer a su comandante desde el paredón, la economía o el trabajo voluntario. El romance ya era rutina, sobraban barrigas aburguesadas y faltaba el estruendo de la pólvora, el bálsamo a nuevos campos poblados de injusticias como excusa para el adiós y un nuevo amor.
Nacido para que su asma lo empujase hacia adelante con temeridad, solo Goethe, Verlaine, Luis Felipe y Sartre podrían entender su agobio.
La satisfacción, como en la Utopía de Tomás Moro, era improbable, como la creatividad en el arte antes de ser traicionada por el punto final, por la última pincelada, el descanso del cincel, cuando reniega de su capacidad transformadora y se convierte en pieza.
El Che, como la Pietá Rondanini de Miguel Ángel quedó en el limbo de lo imposible, encima de la cresta de la ola, frente al viento, en el punto más alto que el mar concede, no llegó a desaparecer entre espuma y remolinos como Fidel y el agua, tan sabiosy adaptables.
Pero desde el corazón de África, la hoguera dio paso a un páramo; acababa de perder a su madre en su lejana Argentina ¿cómo mantener encendido el motor? ella se había ido con dolores terribles sin derramar ni una lágrima, su única súplica fue repetitiva:
-¿Por qué no viene Ernestito? Nadie sabía donde estaba aunque sabían que ya no estaba en Cuba y no querían decirle para no preocuparla.
Pasó a otra dimensión de la existencia en la misma fecha del cumpleaños de sus otros dos hijos varones, que estaban presentes a los lados de la cama, y a ala vez tan ausentes para Celia como lo estaba Ernesto.
La URSS ya no era bolchevique, Fidel ya no era rebelde y su motor requería nuevo combustible para otro camino; el retorno a la nada, la última estocada del templario, el último galope a lomos de Rocinante al encuentro del molino y de Dulcinea. La ternura del guerrero antes de enterrar la espada.
Su imagen perpetuada en afiches de la izquierda y más tarde en jóvenes deseosos de ejemplos de coherencia, en tatuajes, camisetas y billeteras, junto a Marley, Lennon o Hendrix, con el ansia intacta
Finalmente, el arribo a Utopía.
El Rock de la Prisión
Por menos que la letra de la canción Doo Doo Doo (Heartbreaker) de The Rolling Stones. un grupo de doce raperos hoy en España fue condenado a dos años de prisión.
Condenados a dos años más un día de reclusión en una cárcel, importante lo de más un día, ya que aproxima la posibilidad de hacer efectiva la pena en prisión y que no sea conmutada como en la mayoría de los casos en que se es condenado a dos años; no obstante, de todos modos dos años de condena en el país donde políticos que se han pasado lustros en un alto cargo ideando como robar cada día más dinero del erario público, están en la calle o en suntuosos yates y exclusivas pistas de esquí esperando la sentencia de un juicio que nunca llega a puerto.
Donde los policías que han declarado su firme convicción de que hay que ocasionar un suplicio hasta la muerte a la Alcaldesa de Madrid, a electos dirigentes políticos de este país, a todos “los negros”, “los moros” y los progresistas, están sueltos en la calle.
Donde los extremistas que golpearon a destacados demócratas asistentes a un acto en la librería Blanquerna, ya condenados, pasean ufanos por la calle, aterrorizando por supuesto a todo progresista que se crucen.
Quienes golpean cada día a mendigos sin hogar, africanos subsaharianos vendedores ambulantes, beréberes que entran de forma ilegal, y un variado etcétera de seres humanos desafortunados, que en cualquier alma mínimamente piadosa sólo despertarían misericordia, están aguardando una medalla. Sin hacer mención a los impunes mensajes de odio que reciben periódicamente figuras públicas que no pertenecen a la derecha ni a la ultraderecha, sin que ningún fiscal actúe ni de oficio ni siquiera a partir de las denuncias de los afectados.
Mientras tanto, titiriteros, “tuiteros”, cómicos, juglares, bardos, trovadores de la ciudad son apresados, procesados, condenados nada menos que a prisión, o a multas de sumas de dinero lo suficiente abultadas como para, en una sociedad pautada por el pavor a no tener dinero, infundir aún más miedo que las rejas.
La finalidad no es la crítica vacía, sino movilizar conciencias, debemos detener el deterioro de la Democracia, hay que defender nuestro modo de vida e impedir el vertiginoso retroceso que está sufriendo nuestra sociedad a razón de la indulgencia y las anacrónicas leyes promovidas y aprobadas por actual gobierno.
Millones de personas en el mundo sufren cárcel, torturas, muerte, para soñar con poder cambiar su destino, nosotros podemos hacerlo votando, tomemos conciencia de que lo nuestro debemos defenderlo nosotros, nadie vendrá a salvarnos.
Por una vez preguntémonos antes de votar ¿Es acertada la elección del zorro para cuidar a la gallina?
Los Rolling Stones por esta letra, por por Sympathy for the Devil y por Street Fighting Man, Jimi Hendrix por Hey Joe, The Beatles por Happiness is a warm gun, Kiss por casi toda su discografía, como el difunto Frank Zappa e Iggy Pop, y la casi totalidad de músicos de punk ingleses y de rap norteamericano, o cualquier mención de los grupos de funk a Black Panthers, sin necesidad de irse tan lejos el Rock Radical Vasco "RRV" la Polla Récords, programas de TV como la Bola de Cristal, la Alaska y el Carbonell de aquella época, toda la Movida Madrileña y la TV de Pilar Miró en la España de hoy, guardando proporcionalidad con los raperos, irían todos juntos de cabeza a la trena a cantar el Rock de cárcel de Elvis Presley.
Fragmento de Doo Doo Doo (Heartbreaker) de The Rolling Stones
“La policía en la ciudad de New York
perseguía un tipo por el parque
un caso de identidad errónea
le metieron una bala en el corazón
rompe corazones con tu revolver
Voy a destruir tu mundo
romper corazones con tu revolver
voy hacer pedazos tu mundo ..”
Doo Doo Doo (Heartbreaker)
Todos con Elvis a cantar al "Trullo"