29 Septiembre 2017
, Escrito por martinguevara
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#Europa Aorta
A lo largo y ancho del territorio nacional está repleto de ciudadanos con edad de votar que mañana mismo acudirían a unas urnas dispuestas en su Comunidad Autónoma para decidir si quieren seguir formando parte una Monarquía con notables privilegios de todo orden respecto al resto de la población o si desean una nueva forma de Estado en la cual todos los ciudadanos sean responsables de sus actos y sean idénticamente iguales ante la ley, y donde la jefatura de Estado se decida a través de procedimientos menos anacrónicos que la fecundación de un óvulo por un espermatozoide del predecesor.
Muchos se lanzarían en tropel para expresar si prefieren modificar o aceptan un Estado que no reconoce los cientos de miles de víctimas de la barbarie fascista, que no hace nada por extraer sus cadáveres de las fosas comunes y restituir su honor condenando aunque sea simbólicamente a sus ejecutores y permitiendo que haya un punto de inflexión, de borrón y cuenta nueva.
Numerosos ciudadanos de todo el territorio Nacional saldrían a votar mañana mismo para decidir si quieren un verdadero capitalismo donde todos tengan igualdad de oportunidades de negocio, de comercio, de educación, y no sea un coto privado de una casta generada a través del paso de los siglos y tamizada en las últimas décadas, una sociedad en la cual cualquier empresa empresario que comete torpezas o tropelías en el plano financiero y pierde, no es rescatado por sus víctimas contribuyentes, un capitalismo moderno sin prejuicios de procedencia de clases, de razas, de credos, que esté equilibrado por fuertes medidas sociales que además de no permitir la indigencia, la miseria, la pobreza, impulsen el deseo de progreso y de crecimiento intelectual, cultural y económico en lugar del estancamiento y el aborregamiento generalizado.
No pocos ciudadanos atenderían una convocatoria mañana mismo para decidir en las urnas si desean continuar con una judicatura cómplice y parte de la mayoría de los hechos delictivos de corrupción a gran escala, tomarían parte en decidir si las prisiones deben continuar siendo zonas de reclusión de elementos que presenten exclusivamente rasgos de notoriedad social, de influencia institucional y económica, absolutamente nulas.
Una gran parte de la población, si se hiciese un trabajo previo de concienciación desearía asistir mañana mismo a votar para independizarse del asfixiante corset socio económico cultural que cada vez más le están imponiendo a toda España.
Pero no necesariamente yéndose del territorio nacional, del enorme espacio de riqueza que compartimos, sino precisamente uniéndonos más todavía en torno a ciertas normas, reglas, pautas de progreso, civismo, concordia, sofisticación de las instituciones, tan innegociables como impostergables, y que dentro de estas exigencias participe todo el espectro social del territorio, toda la masa humana compuesta de la suma de individuos y de numerosas minorías aportando sus reclamos y reivindicaciones.
Catalunya independiente de por sí sola no significa absolutamente nada, puede ir en cualquier dirección, y dirigida por las manipulaciones emocionales nacionalistas lo más probable es que en un inicio aparente ir en el sentido del progreso pero inmediatamente tome el rumbo opuesto.
Sin embargo, sí hay que decir que la movilización no de los oportunistas dirigentes nacionalistas tan corruptos y voraces como sus supuestos adversarios españoles, sino de la heterogénea masa social catalana, desde los campesinos con sus tractores por Barcelona, los estudiantes, los obreros, los profesionales, los intelectuales, inclusive la pequeña y mediana empresa, nos están enviando un mensaje claro, fresco, renovador, de que la movilidad más que posible es necesaria llegado cierto punto, nos están demostrando que podemos y debemos exigir progreso, y participar en las tomas de decisiones de nuestro espacio común compartido y en el caso de que nos haya sido usurpado, reconquistarlo democráticamente.