El Pepe
Lo interesante del fenómeno Mujica más allá de su incólume sobriedad en lo material y abundancia en las lecciones de vida, era el significante que adquirió su trayectoria. De hecho el valor de todo lo demás va a caballo de esta singularidad.
Era descendiente de vascos e italianos, por línea paterna llegaron a ser propietarios de una estancieta donde desde su infancia se familiarizó con la vida en el campo, una familia de raigambre política en el Uruguay a lo largo del siglo XX y finales del XIX. Comenzó desde muy joven su actividad militante de izquierda en política institucional uruguaya.
En 1962 pasó a ser un importante lugarteniente en el MLN-Tupamaros, padeció una de las experiencias de cautiverio más extremas como su propio comandante Raúl Sendic de una extensa trayectoria militante formativa y de inserción en la clase obrera siendo procurador, un hombre que abogaba por la autogestión de empresas dentro del socialismo all estilo de Tito en lugar del alineamiento incondicional a la Unión Soviética en contraste con el Partido Comunista que dirigía Rodney Arismendi, y también a diferencia de este, optaba por la lucha armada, siendo aún hoy los Tupamaros referentes de organización, precisión y creatividad en robos a importantes bancos , secuestros de altos cargos de gobierno, al punto que Michel Mann se basó en sus quirurgicas acciones, para recrear los "trabajos" de la banda de delincuentes organizada, en su icónica película "Heat".
Pepe Mujica pasó en total quince años en prisión, apresado cuatro veces y fugado de prisión dos, la última vez fue herido con seis balazos, fue además de Sendic, Huidobro y otros, uno de los presos rehenes de la dictadura, amenazados de muerte si Tupamaros volvía a ejecutar alguna acción. Durante el increíble espacio de tiempo de once años pasó recluido en condiciones absolutamente infrahumanas. A partir de su liberación en 1985 junto a la cúpula de Tupamaros, la organización abandonó la línea de lucha armada para incorporarse, mediante el MPP (Movimiento de participación popular) al Frente Amplio del también firme líder antifascista uruguayo, político y ex militar, Líber Seregni, que del mismo modo permaneció casi una década en prisión y fue liberado en 1984. Un apunte al dorso, Uruguay, país siempre distinto en el área, la Suiza de América, períodos democráticos largos, comportamiento cívico que quedó reflejado en un hecho insólito en la época y en el continente. En el año 1980 la dictadura militar organizó un pleibiscito popular para legitimar una adecuación de la Constitución en benefico del propio gobierno, el resultado fue negativo y lo aceptaron sin maniobrar para revertirlo, lo cual abrió un proceso de retorno a las urnas.
Y aquí comienza la singularidad histórica de pepe Mujica, que lo convirtió en un símbolo de humildad y de transparencia y sinceridad en el mundo, el fenómeno latinoamericano homologable a Mandela, y que cosechó simpatías en la opinión pública universal salvando los espectros ideológicos y de clases, desde Fidel Castro hasta Juan Carlos Borbón, desde el obrero más humilde al banquero más acaudalado. De donde precisamente proviene la crítica, amable pero aguda, a su legado por parte de la izquierda tradicional.
Pepe pasa de ser un guerrillero convencido en la toma del poder mediante la lucha armada para fundar una sociedad de justicia social e igualdad sin clases sociales, entendiendo clases las que se dividen entre las propietarias de los medios de producción y las operarias de los mismos, a proponer lo mismo pero mediante el proselitismo, la militancia política, el activismo partidario.
Hasta ahí no había contradicción ni siquiera existía en el Cono Sur debate sobre esta posición, una vez que arribaron las democracias tras los gobiernos militares que descabezaron las organizaciones guerrilleras y los partidos políticos de izquierda revolucionaria, en Chile MIR, PC, MAPU, en Argentina ERP, Montoneros, en Bolivia ELN y en Uruguay MLN-Tupamaros y PC, era un tácito acuerdo, una conclusión que de madura caía por su peso, no existía espacio para pensar en más aventurerismo armado por más que la lógica de la relación de poder así lo sugiriese o evidenciase, la experiencia había sido tan lapidaria, tan profunda y ancha la derrota, tanto el dolor y la muerte que en este aspecto no había ninguna disidencia.
Pero la realpolitik en el poder tiene sorpresas reservadas solo a los elegidos que consiguen arribar al sillón de mando. Una vez en el poder el gobierno de pepe Mujica consiguió reducir la pobreza pero muy lejos de plasmar una sociedad de justicia e igualdad de oportunidades, de acceso a la propia formación por la que abogaba Mujica, no se redujo la brecha entre ricos y pobres, sin embargo se atendió minuciosamente los reclamos de las clases más humildes, pero a la vez que se atendieron los de los acaudalados empresarios y banqueros. De alguna forma Mujica estaba interpretando en el "paisito" el anhelo peronista de la tercera posición, del equilibrio entre las clases antagónicas según el manual marxista, y según la realidad durante buena parte de la Historia desde la revolución industrial inglesa en aquellos Birmingham, Liverpool y Manchester del siglo XVIII hasta el día de hoy en la mayoría de la geografía mundial, con las particularidades lógicas identitarias de cada época impuestas por la cronología.
En numerosas ocasiones Mujica hizo alusión a este aspecto irresoluto de su gobierno, confuso, inconcluso para unos, ejemplar para otros, explicando que la misma paciencia que le impuso a sangre y fuego los once años en un pozo, le impuso una mirada diferente de como alcanzar la misma aspiración de la juventud, que ya en su madurez opinaba que jamás vería concretada, que era un proceso lento de maduración, que no se ganaba nada con arrancar el fruto de la planta cuando aun solo era un capullo, había que respetar procesos acompañándolos pero sin presionarlos más allá de sus tiempos naturales. Él prefirió que los bancos y los empresarios ganasen y estuviesen contentos y así poder llevar a cabo políticas de asistencia a los más desfavorecidos, que los procesos más emparentados con la expropiación de la riqueza y su repartición tal como objetaban sus tibios pero seguros críticos desde la izquierda. Mujica además expresó en diversas ocasiones que no pudo hacer ni la mitad de lo que estaba proyectado, solo había podido llevar a cabo una ínfima parte de sus anhelos más profundos,
La derecha también le criticó que en su gobierno el país no avanzó en el sentido macroeconómico más pragmático. Quizás ninguno de ambos extremos estaban preparados para acompañar una mente que había madurado, más tácticas que estrategias en la convicción de que una vida humana, acaso tímidamente alcanza para ver inaugurados los caminos hacia los más humildes, aunque firmes objetivos.
Porque en definitiva ¿qué países, qué dirigentes consiguieron esas sociedades de igualdad y justicia social, acaso la URSS, Cuba, Corea, China antes del pragmatismo capitalista? Más bien estas sociedades, si bien en determinados terrenos apresuraron ciertos procesos, en general conocieron lo infructuoso y baldío de arrancar del árbol la fruta cuando aun es poco más que una flor.
Quizás imbuido por la inevitable fuerza de los chispazos de vanidad que atrapan incluso a las almas más modestas, cedió ante la tentación de convertirse en un personaje mediático, pero en su favor obra que fue un servicio a la transversalidad, a la universalidad, a la ética personal y a la concordia social.
Puede haberse sentido cómodo en algún momento con su propia imagen, pero dudo mucho que se hubiese enamorado de esta, teniendo en cuenta ese amor de compañerismo, de militancia al más atemporal de los estilos, a cada centímetro de espacio, a cada árbol, y a vaya a saber a que rasgo de la calidad humana en la profundidad del dolor y la soledad, profesado desde la juventud, compartido en los momentos más difíciles y los más fáciles con Lucía Topolansky. La sencillez en lo material y la complejidad en lo ético y espiritual, su franqueza y valor, sí fueron indiscutibles rasgos personales e intransferibles que unidos a su historia particular, lo elevaron a la categoría de mito.
Mi tía Celia, era arquitecta, titular del Seminario Métodos de Investigación en Historia Urbana y fue profesora asociada de una cátedra sobre teoría marxista en la Carrera de Sociología de la UBA, hasta que fue expulsada en abril de 2012, oficialmente por la edad no obstante estar perfecta de capacidad, energía y salud y, entre bastidores, por sus encontronazos nada sutiles y sus criterios muy contrarios a lo que ella consideraba una impostura de Cristina Fernández, cuando se ponía furiosa por alguna incoherencia de la entonces presidenta, o simplemente producto de una rivalidad entre mujeres de carácter fuerte, solía decir "No aguanto más este país yo me voy a Uruguay con Pepe, que lo quería mucho a Ernesto"
Recuerdo cuando sedesde la izquierda más tradicional (y también más real) se acusaba a Mandela de traicionar sus ideales por pacificar Sudáfrica, una conversación que tuve con mi padre en la época en que era radical en sus ideas revolucionarias, pero habiendo ya pasado el tormento de ocho años y medio de prisión en las cárceles de la dictadura militar argentina, en que me dijo:
"Hay que ser muy desubicado para criticar a un hombre que mantuvo su firmeza tras 30 años de prisión, que haga lo que crea más conveniente para su país ¿quién lo va a hacer mejor?"