La puerta de la ficción II
La época histórica que más aportó a la la fertilidad de la imaginación, fue la corte de Enrique VIII en Inglaterra y sus derivados, esposas, hijas, parientes, auge y fin del Rasputin inglés Olivier Cromwell, la conversión a la iglesia anglicana, el universo Shakespeare, la victoria sobre la Armada Invencible y un etcétera inimaginable en la ficción, por imposible ensamblaje de semejante variedad de barroquismo rococó.
Las atroces peripecias en torno a Ana Bolena, su hermano Jorge, su tío Howard, Jane Seymour, entramadas en un inicio mediante la pericia del increíble Thomas Cromwell en torno al trono Tudor de Enrique VIII, conforma una historia de ascenso y declive a través de las miserias humanas, de una perfección tal que parece elaborada por un ejército de artistas, guionistas y actores prolíficos. Presagiando esas segundas partes de las obras exitosas, porque al cabo de veinte años de la ejecución de Ana, su hermano y también sus supuestos amantes, sobre los cuales ella juró sin temor ya a una inminente muerte en la Torre de Londres, que eran invenciones de los conspiradores en su contra, que su único pecado había sido poner en duda la fidelidad del rey, dar excesiva importancia a la merma de las atenciones del rey en el lecho conyugal, su hija Isabel, la causante de todos los dolores de cabeza al no haber nacido varón, resultó ser una gran reina y uno de los más firmes antecedentes familiares y de conducta de la recientemente fallecida Elizabeth the Second.
Curiosamente Isabel I que fue declarada ilegítima hija de Enrique VIII una vez ejecutada su madre cuando ella contaba con solo dos años, gobernó Inglaterra e Irlanda por más de cuatro décadas tras haber disputado el trono con sus medio hermanas Jane Grey y María, a quien sucedió una vez liberada de un año de prisión acusada de conspiración, y como una sombra del destino, un certero golpe de puñal de Ana y Jorge desde el limbo de los injuriados, puso fin a la dinastía de los Tudor. Dio lugar al teatro isabelino de Shakespeare, la mayor victoria naval inglesa contra la Armada Invencible. También acogió al protestantismo y fundó la Iglesia de Inglaterra de la cual fue su cabeza, costumbre que se convirtió en tradición hasta nuestros días.
Cualquiera que se plantee escribir ficción, si desea tener una idea de a donde puede llegar la realidad sin ningún aditivo ni aderezo alguno, debe primero leer la historia de Ana, imaginar sus dudas, ilusiones y terror, la de Thomas Cromwell, riquísima, inagotable, desde humanista en Inglaterra a demonio en Irlanda, también ejecutado en la misma Torre de Londres a su debido momento gracias a la conspiración del propio Thomas Howard, tío de Ana Bolena que años atrás había obrado para la muerte de su sobrina, y de cada una de las dagas escondidas tras las cortinas de palacio que consiguieron, en el momento apropiado, hundirse en la carne.
En toda aquella historia, curiosamente la única Bolena que vivió feliz y llegó a tener tataranietos en vida, fue María, la hermana de Ana, que fue primero llevada a la corte por su hermana y después desahuciada a los pocos meses una vez que se supo de su embarazo producto de amoríos con un joven apuesto del palacio. Alejada de tanta pompa en su destierro, llevó sin embargo una vida feliz, distante también de aquellas nutridas dosis, estimulantes para toda fantasía, de intriga, traición, avaricia y tragedia.
A menos de medio año del ascenso de Tronal Gump EEUU escapó de los compartimentos de la realidad más que en las películas de ciencia ficción en que es atacada la Casa Blanca por fuerzas extraterrestres, un disparate total en todos los sentidos, los votantes cubanos y venezolanos entusiastas trumpistas hoy en grave peligro de deportación, las calles de las ciudades principales bañadas de miedo, odio, inquina, represión de ideas en universidades, secuestro de personas en la construcción, brutalidad de ICE, incremento exponencial de precios de alimentos inmuebles, servicios, entre infinidad de vectores disparados en todos los sentidos que admite el absurdo. Pero lo más loco de la novela que escriben en la realidad los protagonistas del poder Tronal Gump e Elon Musk es el vodevil de la más fertil imaginación a solo cinco meses de la asunción de la dupla al gobierno. Las millones de mujeres votantes de Gump sabían que proponía "grab the pussy" a cualquier mujer a la que le apetiese meterle el bosbonique, sabían que pagaba prostitutas con dinero del contribuyente, y conocían la cercanía con Epstein; pero que se hayan peleado Musk y Gump y que vayan saliendo a la luz los espantos que siempre se avizoraron pero hoy parece ser que se certifican, no solo es terrible, sino que interpela todas las sociedades hipotéticamente libres, porque hoy a estos Enrique VIII se los vota, se los ubica voluntariamente en el poder.
Un hijo de inmigrantes absolutamente amoral y un inmigrante africano de moral más que dudosa echando del país a cientos de miles de inmigrantes que limpian, barren, construyen y arreglan todo lo que los estadounidenses ya no tienen ni idea de como hacer.
La última carcajada vibra en la garganta de la señora que se fue de Caracas o de La Habana al campo en vez de a El Doral o a Hialeah, como en la corte de Enrique VIII la ignota hermana de Ana Bolena a priori desterrada por su conducta libertina fue la que jugando con sus tataranietos en un destierro que le garantizó salud y vida, río última y mejor.