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El blog de martinguevara

Cuervo loco

24 Junio 2025 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Relax

El ocho de Mayo de 1945 mientras Alemania ofrecía su rendición y con ello se declaraba el fin de la Segunda Guerra Mundial, miles de personas morían aún producto de las bombas arrojadas por aviones que ya habían partido con la orden de bombardear, soldados que aún cumplían las órdenes de luchar, nazis que todavía estaban a cargo de infelices moribundos a los que debían asesinar y que no conocían las últimas novedades.
En las guerras anteriores esto ocurría exponencialmente, a veces tardaban varios días las tropas en conocer la orden del fin de las hostilidades y continuaban lidiando en batallas sangrientas en las cuales morían miles de personas en tiempos que técnicamente, ya eran de paz, incluso hoy con toda la tecnología que nos narcotiza, si se detiene de repente una guerra se le puede avisar en el instante a los aviones, morteros, barcos, batallones, pero las bombas, los misiles o las balas ya disparadas continuarían hasta su destino final de carne, hueso y cal.
Hoy al despertarme apagué primero el ventilador, encendí luego la música de una lista de blues de Spotify ¿por qué tanto blues, rock'n'roll, funky, será verdad lo del diversionismo ideológico? y sí, todos los gustos vinieron en barcos de guerra y se impregnaron cañonazos ¿qué me habrá robado, el deleite de una milonga pampeana, de una vidala, de un tango canyengue o de uno de salón? bueno al fin y al cabo es música. Atravesé el pequeño salón de mi reducido pero coqueto apartamento de estudiante lascivo con el fin de hacerme desayunos lavarme cara boca y nudillos (es que había soñado que ganaba en una pelea a muerte de Kung Fu) y de repente me percaté que en el aire continuaba una estela del viento reciclado que el ventilador había estado dispensando toda la noche y los blues, si bien ya desperezaban los acordes de sus doce compases, también destacaban una catarata de silencio que los acompañaba de manera absoluta, el ruido del silencio se convirtió en macho alfa y rabió contra el residuo del viento artificial y los punteos iniciales de "Three O'clock in the morning".
Continué mi camino a la cocina asombrado por la sensación que producía el fenómeno, abrí la nevera para sacar la leche de avena y el viento helado despeinó aún más mi cabellera matutina, los punteos ya reñían de manera ostensible con el silencio, parecía una pieza sublime a la vez que absurda por la variación en la sonoridad de las cuerdas, aún cuando conservaban los acordes de la pieza original, el sonido era totalmente distinto, donde habitualmente se escuchaba el tañer del mástil ahora aparecía un ruido apagado, hueco, terminal, ahogado, y allí cuando normalmente se había escuchado una acorde agudo descendía en barrena con un eco bajo, grave, emparedado.
No admití estar asustado pero lo estaba, puse el agua calentar sin mirar atrás, abrí la ventana de la cocina, en el suelo había pequeñas manchas de aceite que habían dejado unos trocitos de pimientos y cebolla asados la noche anterior, me agaché a limpiarlas con un trapo empapado de agua hervida y pretendí que con esa ocupación doméstica desaparecerían los efectos tardíos del viento en medio del silencio, pero no habían hecho más que comenzar. Salí de la cocina camino al baño sin ocultar ya mi alarma, hice una parada antes para cerciorarme de que el ventilador estaba apagado y de que la aplicación musical funcionaba bien, en efecto, todo eso estaba en orden, pero el viento no cesaba de crecer en su ímpetu y el silencio de ir conquistando espacios que nunca antes había siquiera visitado, abrí las ventanas y no llegaban ningún sonido del exterior excepto el esfuerzo de un córvido que estaba intentando atravesar nuevamente pero hacia el sentido opuesto, la cerca anti pájaros del patio central de mi edificio, luchaba para regresar al aire libre, pero todos los demás sonidos que eran habituales cada mañana, habían desaparecido o no se habían presentado y dejaron lugar a los acordes confusos de una pieza irreconocible difícil de catalogar, donde convivían panderetas con cuerdas vientos y xilófono, rara pero bella. El soplo cada vez más fuerte del viento carecía de sonido, cerré la ventana para asegurarme de que los objetos que comenzaban a perder su equilibrio por la ventolera, permaneciesen ligeros, prestos a flotar y no enraizados, y entonces con el agua borboteando en el hervidor y el queso en la galletita me encaminé hacia al baño, tuve que lavarme los dientes en medio de un ciclón silencioso, en un caos sedado.
Con el susto creciendo en el cuerpo abrí la ventana del baño que da a la otra cara del apartamento, entonces escuché ladrar al chihuahua de mi vecina, un golpe de sol barrió el fresco de mi cara, se volvía a escuchar clara la voz y la guitarra de BB King, y para cerciorarme llamé con un silbido a la vecina que de inmediato acudió y sonriendo me preguntó:
-¿A dónde vas con esos pelos?
La saludé pero no hablé demasiado porque tenía la voz entrecortada, le dije que después nos veríamos y volví a cruzar el apartamento coqueto de soltero libidinoso hacia el otro lado, abrí la ventana y ahí estaban todos los sonidos de la calle, ya no había viento, el blues que sonaba limpio sin pandereta ni bandoneón me pareció seco, vacío, como amputado, y el pájaro había dejado de aletear rindiéndose a su suerte. Regresé a la cocina donde ya no soplaba el viento ni había manchas de aceite y tomé con prisa la escoba, fui a la ventana más cercana a donde estaba el córvido resignado, extendí la escoba y le di unos suaves pero decididos golpecitos con la parte de los pelos al trasero del ave atrapada, hasta que entre mi utensilio y su renovado aleteo, no sé si merced de haber percibido la cercanía de la salvación o por temor a las probables inclinaciones maliciosas acunadas en la envidia propia de un ser que carece de alas, el pájaro, seguramente con su lección bien aprendida, salió despedido hacia el sol creando un contraste nítido entre su negro bruñido y el resplandor de finales de Junio.
Entonces regresé a la ventana que daba a la de mi vecina con una brisa cálida en la nuca y los estertores de Sweet little angel y, tras silbar para que se asomase, le dije en respuesta a su pregunta:
-Nada, es que soñé que seguía peleando Kung fú tras el final de la guerra, y desperté de repente para evitar daños innecesarios en este páramo de virtudes, armonía y aire fresco- y me respondió:


- Vale, pero péinate que pareces un cuervo loco.

 

Curvo atrapado y liberado

Curvo atrapado y liberado

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