Creo que la buenaventura, esa que otros llaman dios o cosas así, me dio más que a Elon Musk. A los treinta y cinco años yo tenía que haber muerto varias veces, y no solo no la espiché, sino que aunque un poco tocado en algunas esquinas, en otras soy un toro. Que digo un toro, un león. Que digo un león un tigre diente de sable..
Lógicamente modifiqué algunos hábitos, hago ejercicios dos horas al día seis días a la semana, no fumo ni tabaco ni porros, no bebo, no meto cocaína ni ácidos, ni otras pastillas que las recetadas para el cuore. Como bien, singo pausado, sin prisa, sin locura, sin arrebato, allegro ma non troppo. Hoy al pasar frente al espejo del vestuario del gimnasio, vi que tenía un pliegue de la nalga demasiado acusado y la bolsa de los huevos cayendo a la misma altura que el glande del rabo, está bien que mi rabo no es el del moreno del whatsapp pero tampoco como para dejarse empatar así, y entonces me dije "coño man ¿qué más quieres? lo importante es que estás aquí!"
La universidad de los límites de la vida no enseña nada que sirva de verdad, excepto una cosa, que nada puede enseñarte lo que te enseña vivir al límite.
Muchos que vivieron como yo, se fueron, los que conocía de esos estarán esperándome unos con los brazos abiertos, otros en guardia. Demasiados quedaron hecho un estropicio que ni siquiera pueden camuflar, agradezco a cualesquiera que sean los vientos que lleven la suerte y a la depositen en el lado adecuado de la delgadísima línea entre una cosa y la otra, por poder decir, heme aquí, tembonsón y relativamente cómodo con lo que soy.
Pero ¿qué soy, en qué me ha convertido tanto cuidado por no acompañar a mis compinches de huída por el filo?
¿A qué huelen hoy mis blue jeans si ya no están empercudidos del polvo de la pasión y solo le caen pequeñas motas de la buena senda? ¿Qué reemplazó a la sonrisa amenazante, a las puntas desprolijas moviéndose al son de unos versos declamados en pedo o de una versión plenamente libre de un pasaje de Erasmus de Rotterdam, sacado del pequeño libro de papel de arroz, bordes bañados en oro y tapa de cuero fina, que conservaba como única posesión junto a las Adidas Nadi de Dina? ¿A dónde llevarían aquellas plegarias al sol?
¿Tuvieron reemplazo aquellas zapatillas en cuanto el calcañar perforó la suela tras diez años de uso?
Lo esencial se resume en el condimento, el resto solo es gas.
Gas, gas, gas.