8 octubre 2024
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Toscar asoció los buenos momentos con ciertos pintores y sus cuadros y los ligados al mal rollo, con otros. De entrada había pensado en los impresionistas para las decisiones o instantes amables, esos ríos, catedrales y campos de Monet, gente en la orilla de un río de Renoir y Seurat, bailarinas divertidas de Degas, girasoles de Van Gogh, espárragos de Manet, toda esa luz simbolizaría los mejores deseos del alma, en cambio algunos flamencos y Goya en su pintura negra bien podrían representar los anhelos turbios, las travesías difíciles, el Bosco, Patinir y algunas telas de Brueghel el viejo y el joven, aunque ellos también crearon las mejores pinturas del júbilo de la vida cotidiana, del mismo modo que Van Gogh en su época de mineros belgas podría reflejar lo lúgubre y sus noches estrelladas la perdición mental, como las majas de Goya la más saludable pulsión de la vida. También pensó Toscar en dejar a los hombres con pipa acodados a las mesas de los bares de Cezanne en un terreno imparcial, ni bien ni mal, ni feliz ni triste, esos instantes en que nada de lo que ocurre tiene incidencia con quien lo experimenta. Y por último, el equilibrio entre la sombra y la claridad, entre lo oculto y lo evidente, esa porción de la vida que no se vive, que pertenece al más allá, al saber eterno de los tiempos y los elementos confiárselo a los cuadros de Vermeer y el Caravaggio.
El paso de la laguna Estigia
Published by martinguevara
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