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5 febrero 2013 2 05 /02 /febrero /2013 14:36

 

No tenemos mucho más que lo que podemos mantener, soportar, que aquello que estamos dispuestos a gestionar. 
En los últimos veinte años he modificado, limado, amoldado casi todas las aristas de las costumbres que había incorporado tras coquetear con la marginalidad y practicar no sin placer, la evasión de todo tipo de obligación ciudadana, la comisión de contravenciones contenidas en la amplia gama del muestrario de la picaresca popular. Llegué a hilar tan fino en mi afán de convetirme en buen ciudadano, que no tengo ni el más minimo impago en más de quince años, saldé todas mis deudas y llevo años siendo fuente de solución de problemas de mi alrededor. Hago frente a todas las cuentas, todos mis trabajos rinden impuestos, entiendo que hay que pagar algo si queremos que luego cuando seamos poco más que un conjunto de arrugas nos atiendan como es debido, las carreteras estén libres de baches mortales, los focos de las luces de la ciudad funcionen y las alcantarillas no huelan a mil demonios.
Aún así mi enconada dedicación no me elevó a los extremos asépticos que con gesto adusto me place presentarme hoy frente a la corrupción de los partidos políticos en el ámbito nacional español. De tal manera debo admitir que hasta solo un par de meses atrás:
Cuando me hacían un trabajo en el jardín, o me arreglaban una tubería aceptaba no reflejarlo en una factura para evitar el pago del IVA.
Cuando podía pasar sin que nadie se enterase unas pocas horas sin trabajar, no importa cuantas más o menos, lo hacía sin orgullo pero también sin demasiados remordimientos.
 

 Si viajaba, comía, bebía, pernoctaba en hoteles o era beneficario de enseres pagados por una empresa, no me entregaba con el mismo ahínco a la tarea de focalizar la procedencia, ni medir con estricta vara la necesidad de tales gastos, como cuando debía pagarlos de mi bolsillo. 

Durante la situación de "vacas gordas" o sea cuando había alegría alrededor, viví de fiesta, mientras el mundo, o sea nuestros semejantes, estaban muriendo de hambre y sinceramente a mi alrededor no tuve oportunidad de ver ni un sólo indignado siquiera. Todos, aunque estaban en diferentes salones, formaban parte del mismo festín.
Aún sin creer en los bancos, trabajaba por el dinero capitalista. 
No emigré a España para hacer la Revolución, sino más bien pensando en vivir en una sociedad más confortablemente con menor esfuerzo, a sabiendas de que la plusvalía que permitía tal desembolso, provenía de los explotados del resto del mundo.
Cuando había dos millones de parados en España, que era la época de mayor dispendio, de mayor algarabía de la abundancia, me importaban más bien un bledo, mientras que hoy pasamos el día recordando que hay seis millones de desempleados y que ello nos debe conducir a una actitud austera. ¿ Qué pasaba? ¿ Que dos millones de individuos eran pocas personas, que era un número insuficiente para mostrarse solidario?
En fin, que no llegué a hilar tan fino como me gustaría creer hoy al presenciar como huele la cacerola podrida de la política nacional. 
Me pongo como ejemplo para no caer además en el peor de los pecados, el del mal gusto; pero en honor a la verdad hay que admitir que en toda España no pasaban de unos pocos puristas, fundamentalistas, rigurosos ascetas, dotados de una predisposición antinatural contra el gozo, aquellos que advertían acerca de las conductas desmedidas del gasto, de las posibles consecuencias de la resaca, de la corrupción generalizada a todo nivel.
La solución dificilmente provendrá de volver a culpar otra vez a los demás, como única medida higiénica, a los sempiternos culpables en la tradición mediterránea: "los otros". 
Vendrá más bien de decidir en que tipo de sociedad queremos vivir, que normas somos capaces de respetar, si manteniendo la idiosincrasia mediterránea, la proclividad a la buena mesa seguida de siesta, el escaso apego al trabajo, el reconocimiento difuso de los límites de la corrección, o vendrá de sacrificarnos también nosotros los ignotos, ya que somos la fuente de los patrones del mañana, despedir educadamente a la cómoda ingenuidad que nos lleva a creer, que es posible crecer con una conducta relajada en las normas y pretender que esa misma masa, una vez arribada a un un nivel determinado, por arte de magia, fotosíntesis u ósmosis, consiga dar un giro radical a sus hábitos y transformarse en un ente ejemplar.

 El Occidente desarrollado es Roma, con sus virtudes y defectos. Traemos impresos en la tradición la capacidad a lo lúdico, al hedonismo, a la contemplación, la inclinación al disfrute mucho antes que al deber y del lado reprobable, la división jerárquica, y la expansión territorial. Hemos convenido en crear en su defensa un sistema basado en la hipocresía que nos ha deparado tantos gustos como sinsabores.  Y aunque las otrora culturas Bárbaras, no obstante su impericia en la gestión del placer, hayan conseguido a la postre crear un sistema tendiente a la perfección, que ha desterrado el "más o menos" de su lenguaje, un modus vivendi carente de improvisación, donde las nueve de la mañana, y las nueve y cuarto de la mañana son dos cosas absolutamente diferenciadas, debemos preguntarnos si tal fundamentalismo nos seduce lo suficiente como para eliminar la tradición de las cortinas y de dejar siempre algo de mugre bajo nuestras alfombras. Ya que teniendo a bien que el deseo de entrar al panteón germánico no nos conduciría automáticamente  a una situación socio económica como la alemana, siendo más probable que en los inicios desandemos las sendas de tanta tolerancia, adhiriendo a un estilo de vida más cercano al talibán afgano. 
Aún acordando en que los niveles de desenfado en el manejo de los dineros públicos de las actuales élites en España son ya insostenibles por nocivos y putrefactos, y que hay que aplicar un cortafuegos de inmediato porque traspasa lo aceptable, más urgente todavía y sobre todo más conveniente que llevar a la eterna pira a los chivos expiatorios de turno, sería debatir de manera madura, adulta, sosegada, entre todos los implicados, que tipo de sociedad queremos. Si deseamos y podemos ser como demandamos de los "demás", o si preferimos esperar por la próxima marejada, la próxima ola de bienestar, que por supuesto en caso de llegar, costará como siempre toneladas de sangre sudor y lágrimas.
Porque la pregunta íntima, que cada uno podría ir formulándose a sí mismo, sería: 
"Si convengo en transgredir las normas consensuadas, con la consiguiente desautorización moral, con el fin de beneficiarme de cuatro euros ¿ qué no sería capaz de hacer, tirando de la misma categoría ética, frente a la posibilidad tangible de un pellizco que solucionase al resto de mis días?"
Bajo un sólo condicionante tan simple como escasamente practicado: 
Respondernos por una vez con total sinceridad.

Conviene ser precavido con las expresiones de deseo, siempre se corre el riesgo de que acaben haciéndose realidad. Porque en la otra cara de la moneda en la cual figuran de un lado la corrupción y la relajación de la conducta, se encuentran  como ascendientes a Baco y a Epicuro, del mismo modo que en en el reverso de la que aparece la práctica de la tolerancia cero, el automatismo y la perfección, se aprecian los sellos del calvinismo y la fé coránica.

 

 

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17 enero 2013 4 17 /01 /enero /2013 00:33

 

Como cada día la prensa oficialista, no los pasquines contraculturales, ha publicado una nueva estafa, ilegalidad, corrupción, o simplemente hurto, según como quiera ser tratado a continuación de la noticia. Lo cierto es que es sobre quien fuera el tesorero del Partido Popular, y sobre quien cayesen varias acusaciones de corrupción, de lavado de dinero, de manejo turbio de cuentas, en beneficio del Partido y de él mismo.   Pero en esta ocasión las cifras del dinero negro que el ex tesorero del partido hoy en el gobierno, le fueron descubiertas en diferentes cuentas en Suiza tras un intento de  ocultación una vez que estallara el caso Gürtel, a saber: veintidós millones de euros. Este señor, Luis Bárcenas, fue defendido a capa y espada por el actual presidente del ejecutivo español Mariano Rajoy.

Quizás sea hora de empezar a cuidar lo más preciado que tiene cualquier sociedad, el crédito de sus ciudadanos.

Episodios de impunidad de los poderosos como este, corren en paralelo a cientos de otros casos de opacidad, mostrada para juzgar todo tipo de delitos y faltas, algunos de ellos de una profunda gravedad criminal, como los destapados casos de decenas de miles de presuntos bebés robados a sus madres durante el posparto,  vendidos posteriormente a los mejores postores, como ya evidencian las pruebas que poseen muchas de las víctimas agrupadas en “Afectados de clínicas de toda España. Causa niños robados”.

En dichos execrables  delitos habrían participado representantes de la Iglesia Católica y altos directivos de clínicas, políticos de prestigio,  de manera tal que la obstaculización a la justicia se daba por descontada dada la rabiosa actualidad de aquella famosa frase de Don Quijote a su célebre escudero: “ Con la Iglesia hemos dado Sancho”, pero de ahí a que el sistema judicial casi en masa diese la espalda a las víctimas de semejante crimen masivo, resulta un espectáculo esperpéntico que dota de una sensación de asfixia al resto de la sociedad.

Miles de niños robados.

El segundo país del mundo con mayor cantidad de fosas comunes después de Kampuchea, pero en el caso de España sin abrir, sin perseguir legalmente a los culpables, lejos de eso dotándolos de toda suerte de ardides que facilitan su impunidad.

El país en que hay mayor flujo de billetes de quinientos euros no declarados. Donde los políticos encausados con pruebas condenatorias resultan a la sazón, ni indultados, ni sobreseídos, ni amnistiados sino absueltos como inocentes para escarnio del erario público e indignación de los contribuyentes.

El país donde recientemente y no sin escándalo mediante, fueron indultados cuatro mossos d’esquadra, la fuerza policial en Cataluña,  inmediatamente sabida la sentencia condenatoria y por segunda vez consecutiva.

 El país donde los mayores causantes del desastre económico actual, no solo se “van de rositas” sino que parecen ser premiados por sus hazañas devastadoras escalando socialmente, en la vida pública o privada.

Un país en el cual aún existen personas con imputaciones penales ejerciendo la política.

Casos de robos confesados como el del Palau de la Música de Barcelona cuyos culpables continúan en la calle, casos como el del yerno del monarca del cual lo más probable es que por siempre resulten ilesos del más mínimo arañazo proveniente de las leyes, tanto el susodicho como su esposa la Infanta, que alega no tener conocimiento de las actividades del esposo.

El caso Gürtel casi al completo sin aclarar, la presunta compra de diputados socialistas  tránsfugas, los abusos policiales cerrados con rotundas sentencias condenatorias a la acusación, por incitar a la violencia a los efectivos. Golpizas indiscriminadas a adolescentes indignados por protestar pacíficamente, con heridas graves, incluyendo a una mujer que perdió un ojo por una pelota de goma disparada a corta distancia a su cara por los antidisturbios, actos que ni siquiera han merecido una sanción laboral a los culpables.

Ciertamente enumerándolos de corrido producen una sensación de desamparo  quizás exagerada por lo alamrante, pero lo cierto es que se van sumando tantos casos de flagrantes faltas al más elemental de los sentidos de la justicia, que comienza a resultar un trago difícil de pasar.

Todo ello aderezado con el hecho de que las cárceles españolas registran el mayor número de presos de Europa con más de 70.000 reclusos, con un común denominador que no nos remite a la nacionalidad, a la raza, a la estatura, al peso, a la religión, a la orientación sexual, ni a las preferencias culturales,  sino únicamente refiere a su situación económico social, a las espaciosas oquedades de sus bolsillos y sus apellidos poblados de un intenso y persistente vacío de poder.

España aún tiene la tarea pendiente de la profunda reestructuración del poder Judicial. Es acaso el poder que menos transformaciones ha experimentado desde el advenimiento de la democracia.

Constituiría  una temeridad innecesaria añadir al descontento de la población causado por la intensa crisis y la injusta distribución de sus efectos, la debacle en el crédito, en la última pizca de confianza que le va quedando al hombre común en los fundamentos culturales y formales que permiten mantener la armonía entre los ciudadanos, mediante la equidad de la dama invidente con la balanza y la espada.

La distracción de veintidós millones de euros, ya fuese cometida por un notable poderoso o por un villano infame, resulta un agravio poco presentable a simple vista, parecen ser demasiados euros como para seguir desviando la mirada hacia otro lado.

 

 

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15 enero 2013 2 15 /01 /enero /2013 02:56

 

 

 

Analizar si Fidel Castro, el fidelismo y tanto sus decisiones como sus consecuencias responden a una necesidad o a una casualidad histórica, representa un trabajo complejo que probablemnte excedería los límites del decoro en la extensión de un artículo.

Pero en tal caso, convendría comenzar por diferenciar bien al Fidel de cuando cabía la posibilidad de que si se mantenía fiel al PCUS podría terminar dirigiendo de alguna manera un macro proyecto en América Latina y Africa, que era un Fidel belicista al cien por ciento, simpatizante con la carrera armamentista de la URSS, aquel Fidel que se enfadó cuando Nikita Kruschev retiró  los misiles soviéticos que apuntaban a Estados Unidos, partidario del progreso industrial absolutamente contaminante,  de las centrales nucleares,  en su proceder era proclive al desarrollo a cualquier precio, obsesionado con la extracción de níquel en Moa en la provincia de Oriente, en una de las zonas con mayor riqueza en endemismo, líder militarista, que se mostraba dogmático, que aparentaba ser cientificista en sus planteos, en apariencia materialista dialéctico, ateo, anti regionalista, internacionalista, enemigo de todo gusto o resabio burgués; en contraste con el otro Fidel, en el que devino cuando quedó claro que dicho proyecto hegemónico y expansionista no tendría lugar por la caída del Imperio del proletariado, entonces experimentó sus camaleónicos cambios  una vez más, y luego de un hábil giro de cintura, de dos pasos al costado y dos hacia atrás, se ubicó repentinamente de modo irreconocible por sus enemigos y menos aún por sus amigos, en el liderazgo de la propuesta de no pago de la deuda externa en América Latina, en oposición a Alan García y a medio camino de Raúl Alfonsín que planteaba una moratoria. Estaba en ciernes el líder caritativo, que venía a ofrecer su inteligencia en pos de los pueblos oprimidos, comenzó a dar entrevistas a Frei Beto, se confesó cristiano, habló de su afecto por los Jesuitas, de a poco empezó a sacudirse el aroma a satélite de potencia mundial que lo inundaba por los cuatro costados, comenzó la andadura cubana con la finalidad de llenar la isla de empresas y empresarios, carentes de escrúpulos marxistas, ofreciéndoles una mano de obra baratísima, sin que estuviese organizada en gremios, sindicatos, sin posibilidad de reivindicaciones laborales, luego se despenalizó la posesión de divisas, incluso se llegó a coquetear desde la dirigencia con ciertas formas de críticas a la posición de dominio abusivo de Moscú en su era comunista. Recibió al Papa, e incluso hizo un sorprendente ataque al pedido de captura y extradición a España del dictador Augusto Pinochet, esgrimiendo que era una bravuconada más de la metrópoli hacia los colonos, en lo que más se asemejaba a una defensa de sí mismo que a Pinochet.

Hemos asistido en más de medio siglo de poder controlado por los mismos y concentrado en los hermanos Fidel y Raúl, a todo tipo de promoción y derogación de leyes, destituciones a quienes ellos habían nombrado, fusilamientos a quienes hasta entonces eran héroes nacionales, y vuelta a poner a alguien que a los pocos años era vuelto a destituir, ministros suicidados en celdas, políticas errantes puestas en prueba, borradas del mapa y vueltas a proponer, como los mercados libres campesinos, los taxis y paladares particulares, en fin un cúmulo sin parangón de despropósitos que si no fuese por su alto contenido trágico y dramático, nos podríamos quedar con su profundo calado cómico.

Sin embargo, aún cuando jactancioso me pavoneo por ahí  asegurando ser ya inmune a cualquier sorpresa en materia de escasez de coherencia, vergüenza o dignidad  política, debo admitir que jamás me habría podido imaginar que estando vivo Fidel y gobernando su hermano, con el mismo Buró político del mismo Partido Comunista Cubano como instrumentos de poder, los que tantas penurias y división entre las familias causaron por sus caprichosas disposiciones migratorias, tanto para salir del país quienes quisiesen viajar o irse a probar suerte al extranjero, como para entrar a Cuba aquellos a los que se les había desterrado, por batistianos en un principio, inmediatamente después por burgueses, luego por pequeños burgueses, luego por escorias, por homosexuales y por prostitutas,  por diversionismo ideológico, y al final ya por disidentes, que no es otra cosa que por revolucionarios.

 Así sin más, sin pedir perdón a tantas víctimas de un abuso masivo, de una anacrónica disposición imposible de explicar ni de defender , aún cuando hasta antes de ayer era respaldada por una pléyade, tanto de dentro como de fuera de la isla, quienes paradójicamente solían pasarse buena cantidad de su tiempo, viajando sin demasiadas restricciones con sus mensajes propagandísticos.

Aún teniendo en cuenta que ciertos grupos sociales no podrán beneficiarse de esta medida, no por su carácter tardío o por incompleto dejaré de reconocer lo reparadora que resulta en comparación con lo que hasta este punto había.

No me parece el momento de criticarla si va por el buen camino, pero quizás sí podría ser considerado propicio, deseable, plausible, unas convenientes disculpas, que aunque algo tardías para portar el elixir de la sanación, al menos sí a tiempo para concederle al futuro la posibilidad del perdón.

 

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12 enero 2013 6 12 /01 /enero /2013 02:03

 

Llegados a este punto me importa bien poco si Carromero es culpable del todo o no, porque en parte sí que lo es, le habían retirado el carnet de conducir por diversas temeridades e infracciones muy peligrosas al volante y alquiló un coche en esas circunstancias. 

Y para que en España le quitasen el carnet a un dirigente de Nuevas Generaciones de Madrid; créanme: era infractor.

Capítulo aparte merece el  gobierno de Cuba, que mete veinte años a la sombra a la gente por opinar diferente y a este pollo que se lo acusa de dos muertes, lo sueltan en  unos pocos meses por vaya a saber qué tipo de negociados, pero lo de España no es menos vomitivo. 

Repito: al margen de si merece o no la prisión, yo por lo pronto soy contrario a todo modo de tortura y la prisión es uno de los más dañinos que puede haber, es una venganza diabólica perpetrada por el Estado. Pero teniendo en cuenta que es el país con mayor cantidad de presos de Europa, unos 65.000, hay datos que consiguen destacar de manera ruborizante.

En España se libera a cuanto policía torturador con condena firme haya, y lo peor es que los hay, se van de rositas los antidisturbios que dejaron tuerta de un balazo a una manifestante, los que partieron las cabezas de niñas, de chavales de ancianos. 

En España el robo a gran escala, por personas de "clase" se castiga con veredicto de "no culpable" indefectiblemente, ni siquiera se llega a un indulto, a una amnistía o un sobreseimiento de causa, Inocente, así sin más. Y claro,  a renglón seguido indemnización con gran puesto de cientos de miles de euros o millones, a cargo del Estado o bien de la empresa privada a la cual favoreció dicho chorizo cuando estaba en pleno auge delictivo. 

Una persona en España puede ser el representante de los empresarios durante años, siendo más corrupto que Al Capone. Un politico puede decir que ganó la lotería cuatro años consecutivos mientras se enriquecía de manera ostensible y no levantar sospecha alguna en Hacienda, en cambio si usted se olvida de mencionar el más minimo ingreso en la declaración va preso directamente, sin escala en tribunales.

 Pueden defalcar, robar al erario público, corromper, prevaricar, todos los que acrediten estar muy ligados al poder.

Hubo un preso que estuvo 46 años en prisión provisional por errores de procedimientos, mientras que se sabía que llevaba varios años más de los que debía. Miguel Montes Neiro se llama y no había cometido ningún delito de sangre, pero portaba el peor de los pecados en España para quien quiera quebrar la ley, era un hombre común. No lo conocía ningún aristócrata, ni politico de alto rango, ni militar, ni policía.

Lo que en España se llama un pringado.

 El único denominador común de todos esos presos en la peninsula, no es la religión, la raza, la nacionalidad, el aspecto o su elección del objeto sexual. Concurre un único factor :

Y es que están muy lejos de la guinda que corona al gran pastel.

 

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31 diciembre 2012 1 31 /12 /diciembre /2012 02:16

 

 

Hubo un estruendo , un silencio y la convicción de haber entrado de cuerpo entero en alguna de sus peores pesadillas, en una auténtica tragedia.

No alcanzaba a saber bien en que lugar estaba cuando ya le habían comunicado que de sus compañeros de viaje, los dos cubanos habían muerto y el sueco ya había abandonado la isla rumbo a su país. Le dijeron que la cosa no pintaba demasiado bien para él.

En ese lapsus se movilizaron procesadores y generadores de opinión decantados con mayor o menor claridad hacia un lado u otro de los fervores que supieron despertar el medio siglo de hegemonía gubernamental en la isla de Cuba. Más bien furibundos hooligans de las insignias de una y otra orilla presentando pasión más que razón, toda vez que no queda ni rastro de las posiciones ideológicas asistidas por la pizca de seriedad con que solían apuntalar sus respectivos discursos, los enemigos dialécticos de antaño.

Se movilizaron junto a la información todo tipo de versiones, sostenidas por la sospecha, basadas en conjeturas, se abrió un frente que sin embargo no llegó a fraguar en intensidad ni en dureza, como otrora lo hicieran las diferentes batallas de opinión sostenidas entre la dictadura cubana y el resto del mundo, un tanto por el visible desinterés en la riña como táctica, por parte del ejecutivo de Raúl Castro a diferencia de su hermano Fidel, y por otra parte por las delicadas negociaciones que esperaban para ser atendidas, con el fin del retorno del mitad temerario y mitad infausto dirigente de las Nuevas Generaciones del PP, partido que actualmente preside con mayoría absoluta el gobierno del Reino de España.

Ángel Carromero se había dirigido a Cuba, para reunirse presuntamente y llevarles fondos de manera clandestina a dos de los más exquisitos disidentes que cualquier político extremista puede desear como oponente, para la organización a que pertenecían, con la fatalidad de que ambos murieron en un mal llamado “accidente” que transcurrió con él al volante.  Tanto si se atiende a la versión que sostiene la familia de Payá, según la cual fueron embestidos por detrás hasta salirse de la carretera y colisionar con el árbol fatídico, o si se cree la versión oficial, que asegura que Carromero no pudo controlar el vehículo por la velocidad y el estado de la carretera, la denominación del hecho como accidente es errónea, en el primer caso se desprende por lo evidente y en el segundo porque el ciudadano Ángel Carromero tenía retirados los doce puntos del carnet de conducir en España por diferentes infracciones y temeridades al volante, solo que aun no se había procedido a la retirada física del carnet. Si se conduce un vehículo en esas circunstancias, la tragedia es fruto de la     consecuencia, no del azar.

La perspectiva de cuatro años de prisión pendió sobre su ser. Según desde el ángulo desde el que se lo mire era terrible o una bendición. Para cualquier cubano eso sería como un sueño, solo el participar de alguna manera en la financiación de la disidencia, comportaría una cantidad ingente de años de condena, y si encima se era responsabilizado de la muerte de dos personas, cuatro años tendrían sabor a manjar. Pero desde el punto de vista del dirigente político en carrera hacia las fases superiores del Partido, cuatro interminables años en las cárceles cubanas, así fuese en la sensiblemente mejor prisión para extranjeros, sería la concreción de una de esas pesadillas de ubicación no demasiado nítida entre la remembranza y la premonición.

Al cabo de una serie de negociaciones llevadas a cabo con la prudencia y el escepticismo político necesarios para arribar al éxito, el dirigente a medio camino entre el héroe y el villano fue trasladado a España, para ser ingresado en la también nada ordinaria prisión de Perogordo, en Segovia, donde suelen pernoctar los reos VIP del panteón ibérico, sus ineludibles veladas a la sombra de la justicia.

Alrededor de dos mil cuatrocientos españoles están detenidos actualmente fuera de España en prisiones de todo el mundo, el 83% por delitos contra la salud pública, en su mayoría casos de pequeños tráficos de estupefacientes sin intervención de hechos de sangre. Es de recibo preguntarse si no habrá tenido algo que ver su filiación y cargo político en la prontísima puesta en marcha del convenio bilateral de sentencias penales firmado entre el país europeo y el caribeño y no sería descabellado asimismo, solicitar una explicación de con que fondos se atendió a este nebuloso caso especifico.

En la cálida perla del Caribe, los presos juzgados y condenados por delitos de mucha menor enjundia que los cargados sobre la espalda de Ángel Carromero, tanto los considerados presos políticos como los presos comunes por causas que solo en Cuba se penalizan con ingreso a prisión, conforman una abultada cantidad, aunque ciertamente imprecisa por la carencia de un portavoz único y fiable,  y en ese caso también corresponde preguntarse que negoció el estado de Cuba para que se diese carpetazo sobre el fallecimiento de dos militantes políticos, de dos ciudadanos cubanos, de manera tan ambigua y poco clara, y aunque solo fuese por respeto a todos esos presos que permanecerán hasta más allá del agotamiento de las reminiscencias y presagios de la más persistente de sus antiguas pesadillas,  invitar a que aclaren cuales fueron los privilegios y las prebendas aplicadas en este turbio caso, rodeado de velos y candados echados desde las correspondientes orillas de los antiguos contendientes. 

 

 

 

 

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26 diciembre 2012 3 26 /12 /diciembre /2012 17:53

Por más buena persona que intentes ser, por más solidario y entregado, no te hagas ilusiones, eres totalmente prescindible. Todo lo que no sea la desnuda soledad con que nacimos es una ficción que incluso puede ser muy bienvenida para recrear fantasías que apuntalen las flaquezas del ego. 

 


Per estarás solo contigo mismo, y eso será en el mejor de los casos, siempre que no olvides del todo brindarte algún homenaje de vez en vez, regalarte un guiño y no perderte en el magma de la insignificancia, en el calmante universo de la impersonalidad desde el cual no hay vía de retorno. Si entiendes eso amarás en la justa medida a tu propia persona en relación con los demás.

 

 

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24 diciembre 2012 1 24 /12 /diciembre /2012 23:58

 

 

¿ Por qué me consigue poner más redondito y atómico, una mujer saliendo a atender la puerta en ropa interior, que ella misma paseando en verano con un bikini, incluso de menor talla?
Hace tres días me pesqué una descomposición de estómago tremenda, un dolor de barriga agudo en el costado y la sensación física de haber sido sorprendido por Mike Tyson minutos después de insultar a su abuela, abundaron pastillas, tés, corridas al toilette, súbitamente las heces se me disparaban en cualquier dirección, con la suerte de que las tazas de water fueron ideadas para contener cualquier "shot" que no sea hacia arriba. 
Pensé que se trataba de cieguitos. 
O que podía ser una indigestión por unos ravioles de gorgonzola made in Alcorcón, con mantequilla derretida y queso Zanetti de meses de almacenaje. O tal vez unos bocadillos modestos que los asturianos llaman "pinchos" y que estando allí destinado por trabajo, tuve a bien ordenar dos, de lomo y de pollo rebozados en aceite de más de una fritura. El famoso aceite ingles de los mil demonios usado para las fish and chips, importado en exclusiva para mi pincho de materia cárnica rebozada.
Tras tres días así arribé a la conclusión de que debe ser más bien virus, una gastroenteritis be bop más que oportuna. Pero si la providencia quería expresarse, hacerse oir, irrumpir en modo de ser atendida con certeza, lo logró, ahora le pedía por favor que se manifestase, que se explicase, que me pusiese al tanto del significado de esta terrible diáspora de interioridades en la víspera de la Nochebuena.
Mi mujer y mi pichón se mostraron dispuestos a deshacer el atractivo plan de viajar trescientos cincuenta kilómetros a Madrid, para intercambiar unas voces en el más genuino estilo ibérico en el fragor familiar, en el seno del amor filial. Claro, algo cambiaba, no manejaría yo. Les dije por supuesto que ni se les ocurriese, que yo me sentía con fuerzas para seguir yendo de la cama y el living al inodoro como un poseso. 
¡ Ay si te hubiese tocado en Estados Unidos donde no conocen las bondades del bidet!
Casi los tengo que empujar para que subiesen al corcel metálico tuneado por las maniobras de parking de mi amada esposa, ella quería ver a sus hermanas y mi hijo a sus primos, les dije que sabía el camino al Hospital si lo precisase y les pedí solo que me acompañasen al pueblo a comprar un trozo de bife de lomo, solomillo de buey en una súper carnicería, una manteca más delicada que el canto de un cisne por si las dudas se pasaba el estruendo en mis tripas. Luego salté al pequeño mercado de enfrente y trabé un paquete de un arroz de buena calidad y un frasco de espárragos terminando por ser más realista y previsor que iluso. 
El bife era por aquella máxima de: seamos realistas, pidamos lo imposible.
El coche salió de enfrente de la verja de casa entre despedias y promesas de te llamo y te quiero. Una vez perdidos en el horizonte de las casitas me apresté a esperar que mi molestia se aliviara al sentirme solo, sin ceremoniales , sin obligaciones sociales. Pero los huracanados retorcijones y los galopes continuaron a la orden, prolijos, puntuales, inmaculadamente educados.
Leí, vi dos pelis, puse posts en las redes sociales, hasta dormí un poquito. Y debo admitir que antes de las doce me abordó una especie de pálida, disimulada, embarullada, pero auténtica desesperación por escuchar la llamada de mi tropa que no tuvo lugar hasta pasada la medianoche.
Curiosamente me pasó como frente la chica del bikini y sus prendas interiores, no siendo yo practicante de otra religión ni creyente en otra reparación que no sea la siesta, no involucrandome habitualmente en convencionalismos atávicos, no por profundas convicciones sino por haraganería frente los ritos, no alcanzo por ende a entender la diferencia entre un día como hoy, ni de cualquier otro onomástico o efeméride con el día más plebeyo del calendario. Pero admito que la sentí.
¿ Habrá sido porque se me chamuscó ligeramente el solomillo de buey?

 

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18 diciembre 2012 2 18 /12 /diciembre /2012 14:36

 

 

En estos días que se acerca el tradicional derroche de gastos en dulces, carnes, juguetes, perfumes, estos días de felicidad para los grandes almacenes, las grandes superficies, son propicios sin embargo para acercarnos aunque sea un poco a la médula espinal de nuestros problemas estructurales, de nuestras pifias ancestrales.

Soy de esos ilusos que considera que estamos diseñados y preparados para el amor por encima de todo lo demás; a sabiendas de que suena cursi, algo amanerado, un poco flojo de esfínter, con toques floridos y almibarados; pero esa imagen no es más que la que han querido hacernos ver desde el amplio y confortable habitáculo desde el que se mueven los hilos, ese es el diversionismo ideológico en su forma más pura, la distracción de nuestros genuinos intereses como seres destinados a compartir el hábitat, de nuestra condición de animales gregarios. 
El camino que finalmente nos llevará en andas hacia la mejor calidad de vida y el que no quieren que veamos, se andará con nuestra determinación a ser partes integrantes de un paisaje común, a entregarnos antes que a desconfiar, a sonreír antes que a fruncir el ceño, a considerar la proximidad del otro una bendición en lugar de un riesgo. Y con el esfuerzo que requiere el hecho de entender de una vez por todas que esta masa que habitamos el mundo, los cuales respiramos con idénticos recipientes el mismo aire y los cuales procesamos de igual manera unos que otros el alimento y la energía, solamente si logramos que todos lo podamos hacer con un mínimo de satisfacción, será entonces que también en el mismo acto, estaremos atendiendo en todas sus solicitudes y exigencias de ese yo, de ese individuo de rasgos únicos e intransferibles que somos en toda nuestra plenitud de igual modo que conformamos el ser social. 
No hay posibilidad de libertad y emancipación conviviendo con el temor, el odio o la desconfianza al otro.
Recuerdo que el primer "otro" que encontré con quien tuve que lidiar asuntos de cierta entidad, tenía habitación en mi propio ser.

Y luego a renglón seguido existe la segunda inyección de inmunidad al buen rollo, de exacerbación de la diferencia, que es la que nos aplican una vez que constatan que tenemos claro que de este modo no va el asunto.  Es entonces cunado nos inyectan el virus del revolucionario, del rebelde, del luchador, del antagonista, llevándonos a pensar que todo nuestro proyecto está sujeto a  ganar una o varias batallas, a erradicar al enemigo, los sempiternos  "malos" y de este modo nos llevan secuestrando desde eras perdidas en la lejanía, el paupérrimo pero importantísimo tiempo con que cada vida humana cuenta para transformar algo desde la raíz.

 Nada que no sea el interés no demasiado transparente de los habitantes del confortable ambiente desde el cual se manejan los hilos, pasa por el antagonismo, nada que realmente valga la pena pasa por suprimir o erradicar a los infectados por el virus de la primera, ni de la segunda inyección.

Aún cuando no tengo siquiera la más pálida idea de cómo proceder para mejorar las espinosas relaciones, las  enconadas disputas personales que nos acaecen, no me cabe duda que en el comienzo de la solución está presente el acto de mostrar el alma, de conceder amor y pocos rituales más.

 

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17 noviembre 2012 6 17 /11 /noviembre /2012 22:50

 

 

Andaba por las inmediaciones del museo Rodin y decidí entrar, me lo habían recomendado encarecidamente por la casona principal y los jardines además de por las obras escultóricas. Una preciosidad. 
En un instante me vi frente a El Pensador, a las estatuas de Honorato de Balzac, a las de Víctor Hugo, a las tres Sombras y a la Puerta del Infierno, un impacto nunca lo suficientemente anunciado. Eran hechas en bronce, luego aparecieron otras en mármol, de menor tamaño pero tan bellas o más si cabe. Tres pinturas de Rodin, además de una de Van Gogh, una de Monet y una de Munch, el noruego de el Grito. 
Y sobre el final del trayecto propuesto, casi cuando me iba a ir a tomar mi porción de aire afuera, cuando iba a poner coto al rejunte de imágenes, trazos y texturas que ya bailaban en mi retina sin orden ni armonía, provocados por los paseos alienantes por el museo cual auditor de cuadros realizando un inventario, vi dos obras que me impactaron y me dejaron abducido frente a ellas, acercándome y tomando distancia,  ora dando la espalda ora girándome repentinamente para sorprenderlas desde otro ángulo en el regreso de alguna travesura, estaban hechas en mármol verde, una era La ola y la otra Las chismosas, de Camille Claudel, no eran demasiado llamativas, ni  grandes, eran la cosa tallada más linda que he visto en mi vida. 
Y fue distinto incluso a las primeras veces que había tenido la oportunidad de ver enfrente de mi a los cuadros de mi educación, tras entrar a un salón ya indicado en un folleto, bien un Goya de toda la vida, como la Maja Desnuda o vestida, o cuando vi por primera vez el Guernica, que por más que me lo esperaba y que conocía cada figura en matices del blanco y negro no por eso dejé de quedarme de una pieza, cuando vi mi primer van Gogh, la primera bailarina de Degas, el primer Greco, cuando sin esperarlo apareció delante de mi una escena con vida, algo superior al arte, pintado por Vermeer, una holandesa en una habitación iluminada por un haz de luz flamenca, o cuando me pasó algo similar con los brillos y la sombras del Caravaggio o con un cuadro de Constable y sus nubes inglesas.

En el caso de las dos esculturas de Camille conocía la historia de la artista, había leído su biografía, los horrores a que ayudó Auguste a confinarla. Pero no fue hasta que me detuve en seco a mirar a las cuatro vecinas chismosas, quizás inventándose un adulterio inexistente o acaso revelando uno real, y a continuación una inmensa Ola a punto de caer sobre tres ninfas alegres, que Camille me ocupó, me invadió, apoderándose gentil pero bruscamente de mi impavidez, de mi anonadamiento, entonces mi alma le cedió albergue, y me convertí como un tiempo atrás ocurriese en Tordesillas en fiel escudero de la traicionada Reina de Castilla Juana la Loca, en su admirador y amante incondicional, dispuesto a sacudir de la testa toda la obra de Rodin almacenada hasta ese instante, y llevarmela de paseo por el Sena en la retina de manera firme y clara,  sentir el tacto de las uñas adolescentes, las yemas de los dedos geniales,  y sacudir su delantal cubierto de polvo y aceptar aquel desajuste en la pupila que aparece cuando se observa lo imposible, el brillo por el que todos los la encerraron. 
De paseo por el París de la libertad para los mediocres, con el fin de salvarla, fuera de Rodin y de la mansión de sombras de bronce, protegiendo sus manos del frío de los barrotes, recibiendo la mirada de sus ojos en espiral y desempolvando sobre el Sena el delantal de escultora manchado también, por el mismo tipo de sangre que sobre el final de sus días, le empapase a Juana el alma y ahogase su corona.

 

 

Las chismosas y la gran ola, de Camille Claudel
Las chismosas y la gran ola, de Camille Claudel

Las chismosas y la gran ola, de Camille Claudel

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14 noviembre 2012 3 14 /11 /noviembre /2012 19:54

 

 

Esta vez como nunca antes, el voto de los cubanos fue decisivo en Florida para que ganasen los Demócratas.

La ciudad de Miami hace tiempo que es lo opuesto a lo que debió su fama, aquella sociedad donde lo cultural no interesaba gran cosa, donde el exilio cubano era monolítico, donde ni una brizna de disidencia con las posturas oficiales u oficiosas del primer exilio era bienvenida, una Miami que aunque en lo económico y en lo legal en general poseía la misma libertad que en el resto del país, en lo referente a la política hacia Cuba y al voto a la presidencia de los EEUU era sofocantemente homogénea e injerencial.

Durante el poco tiempo que pude disfrutar de esa magnifica ciudad casi concebida por cubanos, pude comprobar que es un sitio con una gran pujanza en materia de cultura, en interés por el arte, desde su feria del libro, pasando por su feria de Art Basel y siguiendo por las diversas manifestaciones, en música, en plástica, , en literatura, en blogosfera, en innovadores conceptos de convivencia ciudadana. Y más que nada lo aprecié en la profundidad del discurso político, el nutrido y bien compartimentado aporte de las diferentes generaciones de cubanos, han construido algo único, digno de estudio sociológico para entender posibles "Babel" de clases sociales en la Cuba venidera, y en el mundo en vías de desarrollo en general.

En unas cuantas tardes pude participar de discusiones entre la generación del '60 fundamentalmente de derechas, sin embargo muy habituados ya, luego de 50 años al ejercicio democrático, a la tolerancia de otros puntos de vista, con emigrados de los '70, y con otros, ya de mi generación arribados a la ciudad fetiche objeto del deseo colectivo cubano en los años '90. Dirimiendo de una manera profunda sus divergencias y sus acuerdos, sin que mediase el antagonismo socio económico, que les evitó la situación de exiliados, de formar parte de un mismo bando, de considerarse víctimas de un mismo enemigo.

No conozco las últimas oleadas, sobre las cuales aborrezco la acusación que sobre ellos pesa de no saber hablar, escribir, posteriores incluso a los que ostentan la particularidad de no portar un nombre de pila que no empiece por "Y".  Y si bien estoy informado acerca de su nulo interés por la acumulación de bagaje cultural, de conocimientos académicos, todo sea dicho: en un país que consiguió devaluar el beneficio del saber hasta situarlo en los subsuelos, muy por debajo de la categoría de camarero de cafetería en divisas, cajero de hotel, o taxista, tampoco es menos cierto que esos muchachos llevan la última voz de la conciencia revolucionaria, son el producto que quedó, el verdadero resultado del experimento. En su fuero interno, inconsciente, comprenden y contienen tanto al primer intelectual exiliado de la isla, como al de los setentas y al de los noventas así como a todos los demás que fueron expulsados  por el proyecto revolucionario, y aunque lo parezcan casi proverbialmente, no son incultos absolutos, sino portadores de una gran identidad cultural gestada en el descarte de lo inviable, poseedores de gran inteligencia colectiva y práctica, y portadores de una importante cultura alternativa en un inicio, que rápidamente a la vista de los resultados se afianzó como la cultura del éxito, del poder. La más desprovista de modos y modismos alejados de cualquier forma de erudición, tajantemente desaprobados por todas las manera previas de entender la identidad e idiosincrasia cultural.

 Miami tiene la particularidad y la ventaja de contener del mismo lado, a las distintas partes que en un supuesto hábitat natural, se disputarían el dominio, pelearían por alienar al prójimo, por suprimirlo.

A menudo pienso en lo que era esa ciudad en el año 1959 y lo que es hoy en contraste con lo que ocurrió en La Habana durante el mismo período y me pregunto en términos maniqueos, quienes han sido los verdaderos constructores de la nueva sociedad y quienes la escoria, en todo sentido.

El poli cromatismo del exilio cubano de hoy, de sus inclinaciones culturales, humanistas, filosóficas, entre otras debe las razones de sus diferencias a las distintas desventuras, a los caprichos cambiantes con que a lo largo de más de cincuenta años de Revolución, sus dirigentes con una incoherencia política económica e  ideológica proverbial han sumido en la abulia a la población, provocando un amplio espectro de posiciones disidentes, de motivos para el desacuerdo, que en una buena parte nada tienen en común entre sí, más allá del rechazo a la pésimamente mal llamada Revolución.

Del mismo modo hoy no monopoliza el interés del público y los empresarios norteamericanos una única política hacia Cuba, ni siquiera en el de los políticos y las instituciones que clásicamente fueron partidarios de las posiciones más radicales de enfrentamiento y bloqueo. Tanto entre los demócratas como en algunos republicanos hace ya un tiempo empezó a anidar la idea, de que es mejor desembarcar con empresas que prohibirlas, de esa manera, tras insistir en la misma infructuosa vía durante medio siglo y empezar a probar un nuevo camino para llegar a los viejas metas políticas, junto a la dirigencia cubana y bajo la premisa de que "a nadie le amarga un dulce", probablemente hayan arribado a la idea de que no hay nada reprochable en ir haciendo algo de caja mientras se concretan objetivos.

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