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El blog de martinguevara
Ultimos Posts

Españoles de trabajo y española de cerveza e incultura

16 Noviembre 2025 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Argentina frizzante, #Europa Aorta, #Relax, #Opinion crítica.

Isabel Díaz Ayuso hace pocos días a los diputados de Vox que rechazaban recibir inmigrantes de fuera de Europa, les dijo algo como esto:

"¿Y quién les va a limpiar las casas, les va a atender a vuestros mayores, quién va a levantar los edificios y a sacar la fruta de los campos?"

Me gustaría dejar una constancia para la pedorra presidenta de la CAM, que no hay nada peor que un piojo resucitado.

Yo tuve dos abuelas como todo el mundo, mi abuela materna nació en la provincia de Burgos, España, y una vez que murió mi bisabuelo Valentín, emigró junto a toda su familia a Argentina, ella y sus hermanas fueron a trabajar a casas de familias pudientes argentinas, en el caso de mi abuela Elena de niñera, y los hermanos varones a pelarse bien el pertuso en los trabajos duros, que los porteños no querían hacer.

Mi abuela paterna, Celia, contó con una niñera de Galicia, Carmen Arias, que de forma idéntica a mi abuela Elena, emigró para criar a su futuro ínclito primogénito y a la segunda hija Celita.

Es como si mi abuela europea hubiese sido personal de servicio de mi abuela sudamericana ¡Como cambian los tiempos Venancio!

Ambas abuelas fueron profundamente humanas y buenas. A ninguna de las dos las modificó su posición en la relación de poder y trabajo en cuanto a su ética. Elena y Celia fueron a su manera un dechado de virtudes y de ética personal.

Aunque también emigraron a Argentina y a México destacados españoles, eminencias en todos los terrenos, Manuel de Falla, Rafael Alberti, Carlos Bosch García, como a Europa emigraron Cortázar, Borges, Carpentier, Lezama Lima o Vargas LLosa y tantos que ambos lados del océano enriquecieron la vida cultural del país de destino.

Estaría bien que esta militante del PP se cultivase un poco, no que tuviese respeto as los demás sino a los propios compatriotas suyos españoles que pasaron décadas y de a millones emigrando precisamente para limpiar suelos, traseros y casas, y no solo no les lesionó el orgullo sino que son los mejores , más orgullosos y firmes españoles que he conocido a lo largo de mi vida y tras treinta años en España.

PD: El uso de esta medicina es tolerada y permitida también para Meloni y los italianos.

Española inculta y españoles cultivados en la emigración y trabajo.
Española inculta y españoles cultivados en la emigración y trabajo.

Española inculta y españoles cultivados en la emigración y trabajo.

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Ser joven facha es lo que mola

3 Noviembre 2025 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Europa Aorta, #Opinion crítica.

Los jóvenes españoles son más de derechas que nunca en los últimos 40 años. Lo dicen las encuestas. También confirman que, por primera vez, los menores de 30 años se declaran más conservadores que los españoles en general y que cualquier otro grupo de edad.

Un grupo etario sumamente importante ya que será quien dirija los destinos de la nación en la cima de la pirámide y los que ejecuten en la base.

Un conjunto etario de ultraderecha acostumbrado al botellón cada fin de semana, a hacer lo que les da la gana, vivir de los padres, abuelos, estudiar poco la mayoría,  trabajar un 75% nada, y el 25% restante durante las ocho horas diarias legales, con calefacción y aire acondicionado, paro, salud gratuita, educación subvencionada, carreteras, calles, servicios gratuitos a cargo del estado. Una juventud hija de clase obrera con jubilaciones dignas, pensiones o ayudas estatales, siempre un plato rebosante en la mesa, televisor, móvil, automóvil o transporte público subvencionado por el estado que del que dimiten

Un conjunto etario que nació con el derecho de criticar lo que le parezca, si es a la izquierda con mucho más margen de permiso para el insulto y la agresión que a la derecha, optar por una diversidad multicromática de partidos políticos incluso fundarlos si es su deseo. No leen más allá de Tik Tok o las sandeces más llanas que se pueda imaginar, para los que FB es de viejos porque hay “demasiadas letras escritas, poca imagen y casi nada de movimiento” dixit.

Tienen sexo con quien les place, cambian de pareja, tienen relaciones hetero, homo, lesbico, bi, tri, fuman todo tiepo de hierbas que alegren el SNC, jalan y se colocan con un surtido de sustancias de laboratorio que haría sonrojar a la mismísima Bayer inventora de la heroína en el siglo XIX. Beben como cosacos, no respetan a ninguna autoridad hasta que no se les quita el aguinaldo, les importa un bledo los mandamientos y los pecados capitales, aunque simulen recuperar la religión en su costado marcial de las cruzadas contra las religiones de frontera, mucho antes por una cuestión racial que religiosa ya que a los protestantes anglicanos y germanos que pululan, ensucian, pagan las cervezas y vomitan las calles de las islas Baleares y Canarias les hacen reverencias.

Todo lo que disfrutan fue legado por las luchas reivindicativas, por las olas de emancipaciones que costaron millones de vidas a lo largo del orbe y del tiempo. Todo lo que les proviene de la izquierda se lo quiere quitar de una vez y para siempre esa derecha camuflada en hedonista y lúdica a la que adhieren.

Por todas y cada una de sus costumbres, los grises de antaño que dicen añorar los cagarían a palos, los jueces les echarían años de calabozo infames sin ningún derecho, los curas enviarían al ostracismo y la estigmatización social, hasta sus familias se avergonzarían de sus conductas libertinas, anarquistas, de rojos desvergonzados, y según la época de la ultraderecha que elijan también les podría tocar  ser arrojados por la borda del bergantín con proa a una nación sola, grande, gris como la alpargata y católica como Torquemada.

Lo que sí les dio la derecha a la gente en este país, fue tortura, muerte, miseria, hambre en la dictadura, y en la democracia ley mordaza, desahucios, más carga impositiva, palos, y mucha pero mucha corrupción.

Quienes le dieron todo a esta población sobre todo los pobres que eran un 90%, fue a la izquierda democrática, la de la rosa que vino después del eurocomunismo.

Si un día llegasen a cumplirse sus oscuros deseos, no les alcanzarían los días de la eternidad para arrepentirse.

 

Jovenes de ultraderecha.

Jovenes de ultraderecha.

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Mi viejo

31 Octubre 2025 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Argentina frizzante, #Opinion crítica., #Cuba Opinión

La política es una mierda. Divide más que une. Cuando divide es medular, puede llegar a expresarse mediante una crueldad devastadora, en cambio cuando une es como ajena, es incapaz de despertar grandes caudales de amor, esa tarea se la lega a la poesía.

Desde los diez años pasé otros diez pensando casi todas las noches en como estaría mi padre. Lo extrañaba, solo quería dos cosas, que no lo matasen y volver a verlo. Me importaba un comino, un carajo, una reverenda morronga y una gran mierda la revolución, la salvación de Asia, África y América Latina frente a la perspectiva de no tener a mi viejo con su risa estruendosa, su bigote, sus manos grandes, su carácter chinchado cuando lo tenía, su amistad y su directriz de padre. Me importaban un pepino los heroísmos ante la idea de que quedase seco en una de esas golpizas, en uno de esos períodos de castigo en una de esas infames celdas, de Sierra Chica, de Rawson, de Caseros o de Córdoba, en que para que no olvidasen que eran cautivos les echaban agua bajo la puerta en invierno y los fajaban bien de vez en cuando.

Una de las razones de mi bronca a todo ese proceso revolucionario cubano fue exactamente eso, que se llevó a mi padre a luchar como su hermano mayor, le importaba más como lo vería él desde el más allá, o como lo hubiese visto en vida, o como lo consideraría Fidel Guarapo como si a Guarapo le importase un carajo algo o alguien que no fuese exclusivamente él mismo, él solo y para sí. Incluso aunque prefiriese salvar del hambre a los niños del litoral y la puna, a los niños de África, o los de Bangladesh, seguiría maldiciendo la revolución y su reputísima madre.

El viejo es un buen tipo, pasó de todo y ahí está. Tiene huevos de toro, se la banca, como se dice en Argentina. Nunca perdonaré esta granada de despiece abrupto que fue todo ese desastre que a mis primos dejó sin su padre, medio locos todos y sin el viejo, obligados a jurar amor a la revolución tanto como la amó él cuando en el fondo la odiaban porque les quitó el cariño de la otra mitad, para que al final lo delatasen aquellos por los que fue a morir en aquella quebrada infame. Lo mismo le pasó a mi viejo, lo delató un vecino. Nunca perdonaré a la revolución que se lleve para siempre la lumbre de cada casa, las noches de cartas, de charlas, de chistes, de una voz creíble que de la orden de ir a la cama.

Pero al menos tengo el privilegio de una oportunidad de en cada abrazo cuando cada tantos años se tercia, sentir la pérdida de esos años, pero también el cariño y la gratitud de que no se haya quedado en alguna de aquellas celdas, ni en alguno de los otros negocios. Vaya si perdí tiempo discutiendo, vaya si hubo reproches, yo porque no estuvo, él porque yo no seguí esa perversa revolución. Pero el tiempo no es que cure todo, es que da la posibilidad y está en cada uno el hacerlo, de revisar sus frustraciones, sus broncas, sus deudas, sus cagadas y también sus aciertos y valorar si vale la pena seguir pegado al dolor como al honor.

Cada uno describe a su padre a su manera, para mi es su voz clara, profunda, sus manos grandes, y esa risa que ya de a poco se va atenuando. Pero sobre todo los ojos, una mirada, si se la observa de frente y se ofrece directa y diáfana, puede ciertamente decir más que mil palabras y dar más explicaciones que cientos de páginas. Lo que no recibí sin embargo lo puedo dar, he ahí el quid.

Ahí está, para siempre, mi viejo.

 

Con mi viejo en Portela

Con mi viejo en Portela

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Tierra de nadie

31 Octubre 2025 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Argentina frizzante, #Opinion crítica.

Tanto en EEUU como en Argentina, una importante cantidad de gente defiende que Netanyahu (no Israel) bombardee y masacre a decenas de miles de personas, aduciendo la razón de que dos mil años atrás los semitas que vivían ahí fueron expulsados (judíos semitas que no se parecían en nada a los asquenazi yiddish que controlan Israel) lo cual hoy les otorga pleno derecho sobre esas tierras. Resulta curioso porque a su vez, en EEUU están echando a los mejicanos que hace solo menos de trescientos años, no dos mil, eran los dueños de California, Utah, Nevada, Nueva México, Arizona y Texas enteras, además de partes de Oklahoma, Wyoming, Colorado y Kansas. Mientras en Argentina plantean dividir el país entre la "gente decente como uno" y los "negros de mierda",  siendo que tampoco hace dos mil, sino menos de solo quinientos años, los dueños de la tierra de Argentina eran los ascendientes de los que hoy, según el presidente y sus diputados, defecan en baldes y deben ser segregados.

Incluso sin emitir juicios de valor, resulta un poco raro ¿no?

 

Semitas y argentinos
Semitas y argentinos

Semitas y argentinos

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Paripé solidario

31 Octubre 2025 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Cuba flash., #Cuba Opinión, #Opinion crítica.

Deberíamos criticar e incidir sobre los verdaderos ataques a los derechos humanos, sobre los déficits que padece la población, no mentir, exagerar hasta conformar un verdadero dislate.

En Cuba desde hace décadas existe una falta total de libertad de partidos políticos, de expresión, de prensa, en otro tiempo ni hablar, ni publicar en redes, ni leer literatura no comunista se podía, bajo amenaza de cárcel, exilio o peor aún. Comida restringida, no se podía viajar, tener dólares, comprar nada que fuese para extranjeros, entrar siquiera a un hotel, o una tienda de cosas bonitas vendidas en divisas. La posesión de dólares era motivo suficiente para unas largas vacaciones entre asesinos tras las rejas. Escuchar rock, ponerse un pitusa estadounidense, cualquier ropa o elemento del capitalismo si no se era hijo de ministro o algún pincho, podía traer consecuencias no deseadas, era motivo de estigmatización e impedía el progreso o normal desempeño en cualquier sector social. Nadie podía viajar, comprar coches, casas, hacer negocios. La comida era para todos pero muy limitada, los juguetes una vez al año. Todos tenían casa básica, comida pero siempre lo mismo "tres mosqueteros", guagua pero apretado como sardina, campismo popular, laguer de perga, apagones eternos, todo tipo de carencias y lo q1ue no era obligado estaba prohibido. Todo eso es cierto, y eso es lo que hay que denunciar. Pero no mentir.

Durante décadas Cuba ha sido el país que menos fallecidos ha registrado en el área en la época de ciclones, mucho menos que en el propio Estados Unidos, con todo su desarrollo, y ni hablar que en América Latina, aun en las peores crisis se ha hecho todo lo posible para proteger a la gente de la muerte, lo mismo con las plagas y las epidemias. No digamos mentiras. Venir a decir ahora que no les envíen ayuda porque la roban los generales y los mayimbes para sus putas y sus fiestas es una falta a la verdad que no solo califica a quien lo dice, sino que perjudica a las denuncias basadas en la más estricta realidad, ya que entran en la misma sospecha de calumnia y engaño.

Cuba y EEUU están enfrentados desde hace 65 años, producto de la Guerra Fría, la vez que más cerca se estuvo de la III Guerra Mundial fue producto de un desencuentro entre ambos países en que terció la URSS, la Crisis de Octubre, ya Kennedy lanzó su embargo/bloqueo a la isla, endurecido en numerosas ocasiones bajo ley Torricelli, Helms Burton, y otras disposiciones agregadas y a veces relajadas de la medida restrictiva. De ahí que todas las tensiones y medidas se hayan endurecido de ambos lados, ni EEUU confió en Cuba cuándo les ofreció médicos para el Katrina, sabiendo en su fueron más íntimo que no iban a aceptar, un perfecto paripé propagandístico, del mismo modo que jamás Cuba aceptaría de su enemigo ayuda con la condición de ser repartida in situ por ellos.

Fundamentalmente porque ese tipo de sociedad estaba fundamentada en el bien colectivo, en las sociedades del socialismo real, aun con las mejores intenciones lo tendiente a la individualidad resulta siempre un fracaso, en cambio, incluso con las peores intenciones lo colectivo sale aceptable como mínimo. Así pasó en China y URSS, atendiendo los desastres colectivos eran eficaces, de hecho Cuba, en un período de grandes dificultades económicas brindó a los niños de Chernobil una ayuda de mayor calidad que los países más desarrollados. Y dicho sea de paso, mucho mejor que a los niños cubanos sin ninguna radiación que solo querían beber leche y comer carne.

Concurre una razón lógica, en la economía de mercado mientras más pura, menos interesa el salvamento de gente pobre, no money in it!

 

Huracán Katrina en EEUU y huracán Melissa en Cuba
Huracán Katrina en EEUU y huracán Melissa en Cuba

Huracán Katrina en EEUU y huracán Melissa en Cuba

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Asado honey barbecue

29 Octubre 2025 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Argentina frizzante, #Opinion crítica.

La mayoría de mi vida la pasé fuera de mi país, aunque ahí experimenté mis mayores emociones y de ahí recogí una identidad que tuve la fortuna de pasear ufano por medio mundo.

Ser argentino siempre fue motivo de orgullo, mi viejo tenía una librería en la calle Corrientes a media cuadra del teatro San Martín, la noche previa a mi nacimiento, mis viejos cenaban con amigos en Pippo vermicelli al tuco y pesto y tuvieron que salir rajando a maternidad porque mi madre rompía aguas. Mamá nació en San Telmo, llevaba el tango en la médula espinal. El viejo también fue camionero de Mendicrim y preso político. Eran de River, de Boca, del SIC. Mi revista era Billiken, mi cuadro Independiente, en una época que nada, ni en fútbol ni en cine, ni en música, se comparaba al Club de Avellaneda, Santoro, Galván, Bertoni y el mago Bochini. Todos los pibes querían ser Bochini , afanaban y se peleaban por sus figuritas. El Torino era un coche admirable en el mundo, de fabricación nacional, ni hablar del morfi, del club los fines de semana y el verano, del campo, los caballos, el asado, los paisanos y los paraísos que sugerían el camino.


Dos personas quedaron en mi hipotálamo como si fuesen de mi núcleo familiar, mi maestra Isabel, y mi doctor Urkovich. No solo en América, sino en el mundo no era generalizada esa calidad profesional, ese amor a la dedicación, a los niños, a la vida, que era propiciado por una sociedad alejada de la perfección, pero tan añorable como una mañana de primavera.

El valor que tenía la curiosidad por saber, por la cultura, popular, erudita o elitista, esa mezcla tan equilibrada de franco centrismo con el folclore telúrico, y la en muchas ocasiones desmesurada autoestima, pero no solo por la escarapela sino por un conjunto sólido de costumbres, valores y también defectos, tan destacados que convertían en infructuosa la tarea de buscar algo homologable fuera de nuestras fronteras. Eso se llevaba uno en su mochila intima al resto del mundo, Identidad y orgullo. Ser argentino era mucho más que una cuestión de pasaporte, de partida de nacimiento. Tres conflagraciones contra los ingleses. Una derrota inapelable a la injerencia foránea en ocasión de la tristemente célebre exhortación "Braden o Perón" , un embajador frente un milico general, en lo personal siempre prescindiría de ambos, pero en el dilema planteado el embajador simbolizaba la prepotencia imperial, aunque disfrazada del salvador anti hitleriano, que tampoco, convengamos, era poca cosa. Incluso los lemas populares aislaron a los aires bolcheviques, "ni yanquis ni marxistas: peronistas"; consigna mucho más ilustrativa que acertada.

Hoy no reconozco a mi país. Que solo seamos lo que somos a través del fútbol y el mate, no alcanza ni para cruzar las fronteras, Paraguay y el sur de Brasil comparten esa identidad, si vamos al paisito, además de fútbol y mate, compartimos asado, dulce de leche, tango y acento. No alcanza ni para salir a pie

Cero interés institucional por proteger, incentivar e identificarse con la cultura, desprecio absoluto total a las raíces folclóricas, a la justicia social, a la solidaridad con los desfavorecidos, los necesitados, ya sea por discapacidad, por desventaja de oportunidades, por edad, cuando incluso los inuit esquimales, insistían en alimentar con bocados de comida masticada a sus ancianos, para que no fuesen a entregar sus cuerpos ya viejos a los osos polares para no ser una carga. Si bien es cierto que el desdén con la corrupción es histórico y representa un rasgo identitario argento, no así la indulgencia frente al narcotráfico inserto en un gobierno.

Pero hoy un rasgo me distancia con profunda tristeza de lo que otrora fue mi identidad argentina, la decisión de la mayoría de mis compatriotas, de aceptar sin rémora, sin rodeos ni siquiera un poco de disimulo histriónico que evite el rubor, de la manera más impúdica, incluso con entusiasmo, semejante ostentación de entreguismo incondicional de rodillas, aceptando solícitos cualquier condición. Como un perrito moviendo la colita por una feta de salame.

De ahí que ya no sea tan diáfano y claro el sueño de algún día poder irme a vivir al campo en el que de niño pasaba felices días entre primos, tíos, y paisanos. Me daría igual que hubiesen cambiado las alpargatas, la boina y el facón por unas Skechers, una gorra de los Yankees y un Iphone en la cintura, pero por favor bajo la parrilla brasas de carbón o leña no una llama, y sobre los fierros un cacho de vaca Hereford, nunca un costillar de cerdo embadurnado en Stubb's  honey BBQ. Sin acritud, me encanta ese plato, pero por favor en mi pampa no.

No recuerdo que intelectual dijo que Argentina generaba personajes icónicos para camisetas, desde Evita, Maradona, Che Guevara a Messi, Papa Francisco o Mafalda. Remeras que se vendían junto a las de Marley, Lennon o Hendrix.
Hoy ¿en qué vidriera podría exponerse un T-shirt del presidente con su motosierra a los pies de Tronal Gump?

 

Asado argentino y barbacoa estadounidense.
Asado argentino y barbacoa estadounidense.

Asado argentino y barbacoa estadounidense.

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De Monet a Rothko

27 Octubre 2025 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Europa Aorta, #Opinion crítica., #Argentina frizzante, #Relax

Lo más probable es que los atrasados seamos los que pensamos que se debe guardar cierta coherencia, cierta lealtad a las ideas propagadas en voz alta con las que se invitó a unirse al respetable.

Lo más probable es que transcurrida la cantidad de tiempo prudente nos demos cuenta de que todo ese constructo que considerábamos imprescindible para resultar fiables ante los nuestros, ya fuese en barrio, escuela, trabajo, familia amistades, no sea más que una rémora en una vida ya demasiada sobrecargada de puntos de estrés y de obligaciones naturales, como para encima llenarla más a empujones con ceremoniales de una ética completamente anacrónica.

Los que nos escandalizamos ante el abrazo de Milei con Bullrich a tan solo una semana de llamarle terrorista infanticida colectiva, considerando que una semana, sola, impertérrita, hierática, así como es ella de nada más que siete días, puede separar el hoy del "pasado" y permite cambiar de convicciones, de amigos, de ideas, de estrategias, de ideologías, de prácticamente todo, menos acaso, como dijo Francella, de pasión. En la época de nuestros viejos, del mío por lo menos y sus compañeros de militancia, amigos de juventud, de una u otra sensibilidad ideológica, no les bastaba una vida para poder permitirse el lujo de cambiar diametralmente de posición sin sentir cierto rubor ante los conocidos. En nuestra generación ya alcanzaba con menos tiempo para dejar de ser un vago absoluto munido de argumentos frente a la alienación del trabajo y pasar a ser un yuppie de una transnacional, unos veinte años se consideraban suficientes para poder pasar de fumar porros todo el día a condenar la haraganería juvenil, menos tiempo se habría considerado desvergonzado. No menos de quince años para pasar de ser un anticonsumista empedernido a cambiar compulsivamente de celulares, relojes, televisores y en lo posible de automóvil.

Unos años después de mi generación ya no tenían demasiado pudor al dejar de chivatear gente a lo loco y sin bragas y mudarse por arte de magia al norte revuelto y convertirse en un acérrimo ultraderechista que ahora acusaba a cualquier humanista de comunista. Aunque este último ejemplo está más bien motivado por ganarse los puntos necesarios para ser aceptado entre los nuevos correligionarios, o para disimular y que estos no hurguen demasiado en su pasado.

Y así progresivamente se ha ido acortando el período necesario de luto para cambiar de idea, de color o de bandera. Hoy un hombre divorciado tres veces con seis hijos, lo ves entregando las nalgas en cuatro patas y te dice de lo más tranquilo que no le llames por su nombre antiguo que ahora se llama Lorena. No hay demasiadas cosas que avergüencen por la falta de palabra, de compromiso, de lealtad o de coherencia.

Y puestos a sopesar, pienso que lo antinatural era lo de esas generaciones que nos precedieron, y nuestras dificultades para aceptar que ya no nos atraía el mismo deporte, el mismo estilo de pintura, incluso la mayor traición en mi época, cambiar de gusto musical, por como nos tomarían nuestros semejantes también deseosos de desechar sus convicciones perimidas, oxidadas, artrosicas.

Quizás sí esté bien prometer jamás pedir un préstamo y el mes próximo pedir tres créditos seguidos de la mayor cantidad nunca vista, jurar tener el dinero para dolarizar y después negar incluso que se deseaba dolarizar. Quizás ese sea el verdadero sentido de libertad, no tener ningún lazo moral con nada, ningún tipo de compromiso por mínimo que sea, desnudando el término "estafar" "engañar" "cagar" de su sentido impúdico, felón, aleve, toda vez que nos preceda el derecho de modificar en parte o en todo cualquier convicción, idea o juramento.

Cuando esto se traslade a los contratos entre partes será el sumun de la libertad absoluta, el Viva la Pepa total. Habrá que especificar con meridiana claridad si se puede cambiar de idea antes o después de medianoche.

Aunque no sé por qué, pero yo que en lo absoluto me siento viejo, ni siquiera mayor de edad, podría seguir robando chocolatines Jack o chicles Bazooka de los kioscos, sin embargo del mismo modo que nunca pude cambiar de Billiken a Anteojito, de Salgari a Verne, de Borges a García Márquez, de Allan Poe y Mujica Lainez a Bradbury, de Monet a Chagall. no podría dejar a Hendrix y Beethoven aunque el material finito de sus talentos establezca un claro contén a la sorpresa y la novedad. Pero claro tampoco lucho contra el deseo de hacerlo, habría que ver como sería si mi hipotálamo albergase como natural la caducidad tan temprana de todo asidero identitario.

Sin embargo debo admitir que durante muchos años desprecié la pintura abstracta, y pocas veces me sentí mejor, más pleno, más realizado en la voluntad de atravesar muros, que cuando comencé a disfrutar como perro con dos colas de Rothko, Mondrian, Kandinski y Pollock.

 

De Monet a Rothko

De Monet a Rothko

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Wydma en Oslo

27 Octubre 2025 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #eur

Una tarde golpearon la puerta de Guillermo a quien llamaban Willy, mientras estaba dormitando. Willy había pasado desde los veinte y dos años hasta los cincuenta y cuatro cagando gente, jodiendo cuanta vida mostrase esa pequeña hendiduras por donde meter toda la corrosión que pudiese soportar. Llevaba en la ciudad de la justicia dos años, las manos ya no eran lo que habían sido, su espalda acostumbrada a dormir sobre pompas de plumas de ganso o a veces sobre el cochón de agua que había mandado poner en todas las dependencias de su apartamento de cuatrocientos metros cuadrados del centro de la ciudad a donde llevaba las “churris”, ahora era una bolsa de durezas causadas por la incomodidad de dormir durante el primer año sobre una colchoneta fina como una feta de jamón de los bocadillos del aeropuerto y sobre dos cuando al año y medio pudo comprarse otra colchoneta de segunda mano. Jamón y queso de aeropuerto.

Willy trabajaba como un mulo abriendo agujeros en la madera, eso era lo único que había conseguido aprender a hacer, en toda su anterior vida de adulto cagador solo había desarrollado habilidad para seducir, maniobrar, amnipular y al final estafar. Abría empresas de construcción que levantaban inmensos bloques con unos charcos en el medio a los que llamaban piscinas, y donde se alojaría a cambio de treinta años de su trabajo a obreros que se creían de clase media por usar corbatas de rebajas y tirarse en esos charcos con azulejos azules los fines de semana en que el sol arreciaba . Unas corbatas tan baratas que si las tirasen a las piscinas recalentadas por las meadas de bebés, niños y manganzones con las bolas grandes como lámparas para dar un paseíto hasta el baño, como mucho solo conseguiría adecentarla. Aparte de los cientos de empleados que tenía contratados por semanas, días, a veces horas con overol y casco protector, también Willy contaba con un buen puñado de empleados con corbatas dentro de las oficinas, y lo primero que hacía cuando ascendía a uno era mandar a llamarlo a la dirección, hacerlo tomar asiento y preguntarle si sabía hacer el nudo “Windsor” doble cruzado que formaba un perfecto triángulo. Entre los empleados, que en su mayoría no tenían ni idea de cómo se hacía, ya era sabido que de todos modos a esa pregunta había que responder negativamente y entonces, digamos que la rúbrica al ascenso era enseñarles a hacerse el nudo Windsor en sus corbatas de tres al cuarto, además de recomendarle muy encarecidamente una nueva casa donde adquirir prendas de este tipo acorde con el nuevo status. “Pedazo de hijo de puta” pensó Wydma cuando pasó a su lado.

Wydma era hermana del loco que unos meses atrás había entrado a una licorería insultando y tirando piedras de tamaño temerario a todos los que estaban dentro, odiaba a los borrachos. No consiguió contusionar a todos pero llenó de moretones a unos cuantos y a dos los dejó bastante jodidos. Mientras vaciaba su saco de cambolos pensaba en esos locos estadounidenses que entran con ametralladoras de última generación disparando a todos los rincones llenando el suelo de chocolate, se hizo llamar “Billy the Kid”. Billy fue preso y Wydma puso rumbo a Escandinavia.

Desde pequeña le había subyugado la idea de vivir en una estepa nevada, en una casita de chocolate con un tejado cubierto de hiedra en verano y de nieve apelmazada, tupida, en invierno, renos alrededor, y no tan lejos, los lapones. Pero al aficionarse a las series nórdicas grabadas en pueblos costeros y ciudades, también por la proximidad de la materialización de su deseo en la cual intervenía más los datos concretos de precios, supermercados, comidas, restaurantes, tiendas, medios de transporte, y otras comodidades convenientes, sobre todo en el aislado norte, empezó a preferir dentro de sus anhelos, la nieve igual de caída y agrupada en cantidades generosas, pero sobre un emplazamiento más urbano.

Fue a Oslo, conocía a un amigo checo que vivía en la ciudad, se alojó dos meses en su apartamento que era de dimensiones aceptables para dos personas, pero como cabría suponer al menos en el terreno de las probabilidades el amigo tenía intenciones de intercambiar secreciones. Cosa a la que Wydma no se opuso en absoluto, en cierto sentido hasta le pareció una prestación extra, pero teniendo claro que era para dejar escapar la tensión en unos cuantos gemidos, contorneos, mamadas mutuas, paseo de lenguas y sobre todo abrazos, que al fin y al cabo eran protectores. Wydma era especial, todo lo hacía con sentido, no necesariamente para obtener algo pero sí habiendo sopesado pros y contras, y para ella empezar en una ciudad tan distinta en todo a su idiosincrasia suponía una presión extra que de alguna manera debía liberar. Milenko era una perfecta vía de descarga, un tipo alegre, amable, culto, estaba bueno, quizás con el culo un poco flácido pero tenía buen rabo, ella solo tuvo que dar unos retoques en las costumbres higiénicas y la sugerencia de cierta variedad culinaria, por lo demás estaba perfecto, además de contar con refugio hasta que pudiese independizarse. Ella le propuso pagarle la habitación que ocupó, pero Milenko se negó, solo le puso la condición de compartir gastos de comida y el dispendio, tampoco demasiado seguido, de esas energía hierática acumulada en la semana. Wydma era rubia, tenía el pelo lacio, ojos verdosos, piel pálida, pero sus curvas, el culo, las tetas, los muslos y sobre todo la gracia al andar eran marca registrada de allende los mares por donde el sol calienta más, Milenko se preguntaba como no se cansaba de caminar y hablar como si estuviese bailando, a veces se le paraba solo de mirarla, “uf es explosiva, blanca y mulata, dos en una, y las dos son unas bombas”, pero no la molestaba más que esa emergente vez a la semana en que todo parecía confabularse para sintetizarse en un abrazo ¿qué importancia tenía si con génesis en el deseo lascivo o de cueva cucha? Al final era un imperioso anhelo de ambos, el placer y la caución entreverados sin mezclarse intercambiando virtudes, tras el vidrio climatizado de una ventana empañado por dentro, congelado por fuera.

Ella no estaba ni estaría enamorada de él, pero la pasaba bien, le encantaba calentarlo y después fornicar con desenfreno. Milenko ya le había dicho que le gustaba la ropa interior blanca, de algodón, podían presentar algunos estampaditos pero tenues que no irrumpiesen en los dominios del blanco descolocándolo, en todo caso que lo potenciasen, le encantaba la vista de la vulva desde atrás apresada por la braga blanca, las piernas que aparecían desde los pliegues que formaban los glúteos, y cuando apretaba levemente con sus manos las nalgas cubiertas por esa tela ajustada, suave al tacto, se producía un contacto directo entre los dedos y la zona del cerebro encargada de enviar de inmediato la señal de zafarrancho al rabo. Una tarde Wydma fue a comprar un nuevo juego de lencería

del tipo que tanto a ella como a Milenko le gustaban, en la tienda le atendió una empleada que hablaba español, así que se entretuvo charlando un poco más de lo estrictamente necesario, la muchacha era uruguaya, había vivido casi la mitad de su vida en Buenos Aires y ya iba por la otra mitad entre Copenague y Gotemburgo, estaba probando hacía pocos meses vivir en Oslo, pero su intención era mudarse a una ciudad pequeña del interior, Wydma le dijo que esa era exactamente su misma intención. En realidad no lo tenía definido del todo pero encontrarse a alguien que pareciese tan cercana, tan ella misma y que tuviese esa decisión tomada cuando había cubierto una parte de la geografía escandinava viviendo, terminó de ponerle la guinda a un deseo que se mostraba más firme en la medida que se alejaba hacia atrás y en tanto iba acercándose al momento de decidir el enclave exacto en donde le gustaría “arranchar” todo se hacía más difuso y empezaba a carecer de sentido, como si la finalidad de esa idea motivadora no fuese más que una excusa para escapar del tedio, de sí y de su futuro.

 

Oslo

Oslo

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Toscar y Milda

24 Octubre 2025 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Relax

Todo comenzó cuando Toscar hizo un movimiento brusco por un repentino dolor lumbar y al regresar a su posición perdió estabilidad, trató de sujetarse pero ya era tarde, la cabeza había comenzado a tirar del cuerpo hacia abajo y cayó con todo su peso sobre el hombro, del toro mecánico con que extraía los pallets dispuestos en stock en la nave industrial en la que llevaba dos años trabajando. Tuvo fractura de clavícula y una vértebra dorsal, el yeso lo tuvo que llevar puesto seis meses, cada dos meses se lo renovaron por el desgaste y para analizar el progreso de la cura, esos instantes los aprovechaba para rascarse, ventilarse, asearse, moverse y volverse a rascar con una sensación de alivio retrospectivo que le proporcionaba un placer difuso e intenso.
A los seis meses, cuando le retiraron el yeso se dirigió al departamento de Recursos Humanos para ponerse a disposición de la empresa y comenzar a determinar cual sería la cuantía de su indemnización. La empresa le comunicó dos decisiones en ese mismo instante, ni regresaría al trabajo ni recibiría un solo céntimo por su accidente laboral. Ahí comenzó la andadura por el desierto de adhesiones, solidaridades y apoyos de parte de la ley para Toscar, cada día que pasaba en su lucha por reparar lo que consideraba una injusticia medieval se quedaba más solo en el apoyo en público, más acompañado en el apoyo en privado, pero sobre todo más indignado y apertrechado de una fuerza de voluntad que desconocía en absoluto directamente proporcional a la profundidad de su enfado, rellenando un espacio generalmente destinado en exclusiva a la depresión.
Del dinero que tenía ahorrado le quedaba más o menos para una semana de compras de alimentos al más bajo precio que se conseguía en el barrio. Había un supermercado a cuatro kilómetros pero debía ir en coche, lo que gastaba en combustible era el doble de lo que se ahorraba en la compra. Pero ese día dijo “basta” y se fue a un restaurante del barrio aledaño, en la avenida principal, donde se gastó en comer con su vino y su postre todo lo que le quedaba para alimentarse en su semana de despedida de la resistencia pasiva, decidió apresurar el ¡puafata! el ¡tawata! el ¡bumbata! Tal como pensaba que sonaría el trastazo contra la acera, el choque contra la vereda amortiguado por las ratas o las navajas de los pendencieros, la curvatura convexa de los baches, la caricia de las agujas de las jeringas y el brillo de los vidrios de las botellas.
Fue de casa en casa de amigos, familiares que todavía no estaban podridos de verlo, tocando timbres a horas intempestivas o demasiado apropiadas, justo cuando la cacerola salía de la hornalla. Se dio cuenta de lo buena que puede ser la gente, que acaso en algún recodo del camino pudo haber no contado con toda la suerte que habría deseado atesorar, y que puede haber sido producto de la acción de algún o alguna hijo o hija de la remil puta, pero que en general cada cosa que él tocaba buscando alguno de los sucedáneos del amor le respondían afirmativamente, pero eso sí, siempre era gente sin acceso a ningún poder.

Su novia, Katja, encontró demasiado pedregosa la relación, había pasado de divertirse siempre que se veían, haciendo el amor y el humor, a pasar estrecheces y discutir alimentando un tumor. Así que sintiéndolo mucho, con el dolor de su alma lo dejó en Pampa y la vía más tirado que un dardo. Toscar dijo que lo entendía, -cómo no te voy a a comprender si esto es un desastre, si no te apoyo más es porque el otro soy yo-  Esos conocidos que a veces llamamos amigos, pero que sirven muy poco más que para ir a tomar un helado  o una cervezas, también de a poco, sin declaración de ruptura como la novia, se alejaron de igual manera, comenzó a haber una sensación de frío allí por donde pisaba Toscar que lo llevó a sentirse una especie de súper héroe de los cómics. -Nadie está cerca de Batman ni de Superman, menos de Flash o Linterna Verde- pensaba Toscar – aunque seguramente todos los habitantes de la ciudad de Gotham o los colegas de Clark Kent querrían tocarlos, pasar dos segundos a su lado, sacarse unas selfies anacrónicas con cámaras Kodak descartables o mejor aún con Polaroids, era distinto en este sentido, pero si se hubiese hecho una instantánea de Superman y una de él, estarían idénticamente igual de solos frente a los que les esperaba.

La ventaja de pensar en un súper héroe solitario en lugar de en un apestado, es que le daba la capacidad de pensar en cuál sería su próximo paso en vez de salir disparado queriendo dejar su culo atrás. Toscar sabía que el engaño solo dependía de la posición que uno tomase en el relato, cualquiera fuese su sinopsis. Primero empezó como un mandato para reforzar su confianza en tiempos de telarañas, pero de a poco se fue convenciendo de que, en efecto, aquello que no lo mataba lo hacía más fuerte, y desde luego la soledad no era en modo alguno una amenaza.

 

Capítulo II

Albertico, su amigo casi hermano, aunque como él solía decir “un casi hermano de los que salen buenos” al revés que los otros, se aproximó más en la medida que la mala suerte iba cercando a Toscar e iba despejándole el camino de obstáculos para caer hasta el último peldaño de su  yo más desprovisto de falsas apariencias, de barnices, luces y adornos. Un yo que no estaba compuesto de adoquines ni de estiércol como solía conocer, sino de tierra seca, casi polvo de tierra, sin piedras ni plantas. Albertico era cazador. Salía cada mañana a resolver las ecuaciones que la vida le planteaba para poder llevar algo a la olla. Era una manera de decir ya que frecuentemente resolvía recursos para una temporada, en los peores casos era como cazar una perdiz y en los mejores, ¡ay los mejores! Todavía nunca había chocado con las mejores tardes de caza, pero se acercó un par de veces alzándose con un buen turrón. De todos modos aunque Albertico se creyese un mago de la calle, el ventilador de la aspiradora, estaba tan lleno de códigos impuestos por la corrección caballeresca del ladrón y estafador que se imponía códigos a manera de solucionar el tema de la imagen propia ante sí mismo, ni viejos ni menores, ni a mujeres ni a hombres demasiado nobles, ni a débiles ni a pobres, que parecía más bien un bombero de salvataje de alta montaña en vez del delincuente que creía ser. Al principio su estrecha amistad se debía a que Albertico se había singado a la hermana de Toscar, era una hermana mayor, y era hija de la madre con otro padre, no era para tanto pero dentro de ese decálogo de comportamientos de Albertico eso no estaba del todo bien, así que al inicio sintió compasión por el amigo, como si fuese un poco cornudo, era solo la hermana pero bueno una hermana tan linda, en fin. Sentía culpa, pero con el tiempo fue afianzando la amistad de tal manera que quien le aconsejaba las vías de escape o coartadas en sus "palos" era Toscar, que no tenía ni idea siquiera de robarse un dulce del kiosco. Sin embargo al muy cabrón se le daba bienorquestar planes, era como un campeón de ajedrez, pensaba en todo.

Toscar y Albertico eran del mismo barrio de clase obrera y marginal. Los tiempos en que por lo general todos los vecinos tenían trabajo habían quedado muy atrás, la mayoría de familias eran un burujón de desastres, de gritos, portazos de vetes para el carajo, a tomar por el culo o a la reputa madre que te parió. Ya ni siquiera las viejas estaban pendientes de los chismes porque eran tantos que no daban abasto para comentarlos en el mercado o la plaza. Bueno ese terraplén al que llamaban eufemísticamente “plaza” acaso porque le quedaban unos banquitos de la época en que los viejos jugaban cartas y dominó. Ya solo paraban los chavales día y noche, los de vida más o menos sana paraban por la mañana hasta la hora de comer, a media tarde ya se hacían con el terraplén los que ya se veía que nunca terminarían progresando en un trabajo y por la noche los que ya tenían demasiadas claras las sombras verticales de las rejas en sus caras. Ni los de la mañana ni los de la tarde ni los de la noche estudiaban ni trabajaban en nada, pero los matutinos al menos estaban bajo la vigilancia todo la atenta que se podía de madres, padres parados tíos y primos mayores también, más o menos vagos, pero con un cable a tierra. De esos había sido Toscar y Albertico de los de la noche. Toscar quería progresar, sabía que para eso tenía que salir del barrio, con una beca, con buenas notas, o escapando a Dinamarca, tenía esa obsesión, Copenague y después Jutlandia, tenía esa idea fija imaginaba Jutlandia semi vacía, enorme, donde necesitaban de todo por ende seguro que él lo precisarían para algo, ahí sería muy importante en lo que supiese hacer. Su fantasía y anhelo había nacido de unas imágenes campestres, de inmensas praderas de pasto verde claro brillante y florecitas violetas come las de brezos pero menos rudas, que formaban la mayor parte de una película danesa que había visto cuando niño, de la cual no entendió nada, pero que le dejaron fijadas en el hipotálamo las fotos fijas, claras y diáfanas que conformarían la base de su sueño motivacional. Para ese objetivo Toscar se aplicó en los estudios, pero además encontró placer en la lectura y libro tras libro se cultivó de manera bastante solida, llegó a atesorar conocimientos básicos de pintura y arquitectura, nociones dispersas, intuición natural, un acervo cultural destacable en el barrio pero que no dejaba de tener solo tres patas.

Albertico era al revés, no solo no le interesaba ascender en la escala social o cultural sino que no le importaba en absoluto ocupar posiciones consideradas de descenso. Siempre que el menoscabo fuese de cara a los demás y que consigo mismo se sintiese a plenitud, le importaba un pepino en que nivel se encontrase, incluso le hacía cierta gracia y le proporcionaba chispas de orgullo que cierto tipo de persona prefiriese mantenerlo a distancia. Tal vez por esa razón Milda, la hermana de Toscar, se sentía atraída por él.

Ella había tenido que ayudar a su madre en todo desde que era adolescente privándose de las salidas de exploración en los dominios de la alegría que las chicas de su edad solían practicar en su barrio, a veces por el estado de extenuación absoluta de la madre, que no paraba de trabajar, y a veces porque prefería no ir con esos vestidos o jeans sin swing que colgaban de las cuatro o cinco perchas que poblaban el generoso espacio dentro del placard. Milda leía novelas de amor y de viajes con idéntico interés y escribía con fruición, volcaba todo lo que le pasaba por la cabeza durante el día en diarios que se apilaban en forma de cuadernos y agendas, ella tenía una letra tan ininteligible que ni ella la entendía a veces. Cuando más prolíficas fueron las horas de apuntes en sus cuadernos fue cuando la madre comenzó a discutir con demasiada frecuencia con el padre de Toscar, con quien habían convivido en una más que aceptable paz hasta que el niño dejó de tener esos cachetes redondeados y los últimos retazos de la risa de bebé que traía atenazada, como encadenada desde la cuna. El primer novio que tuvo, Frede, tenía un año más que ella, cada vez que se quedaban besándose en la esquina el padrastro salía a llamarla y cuando se despegaba de sus besos y sus manos que agarraban todo lo que sobresalía, se quedaba mirando impresionada un chichón enorme en la bragueta de Frede, que sabía como iba a bajarlo más tarde, casi de la misma manera que ella al poquito rato de entrar a la casa. Pero no fue Frede el primero en acostarse con ella. Su padrastro de tanto asomarse a la ventana para llamarla, empezó a mirarla cada vez más tiempo antes de pegar el grito que la reclamaba para cenar o dormir. Un día se sorprendió tocándose por encima del pantalón mientras miraba como Frede levantaba la parte baja del vestido de la medio hermana de su hijo, metiendo la mano entre las dos nalgas que ávidas, devoraban los dedos hasta los nudillos, junto a la diminuta ropita interior al compás de sus inquietantes contorneos, mientras sus bocas seguían aplastando unos labios contra otros, saboreándose comisuras, lenguas, mejillas y orejas, sin permitir a un pequeño vello o a la astilla de un taco de cera, obstaculizar la ruta del retozo.

Cristian y Sari, padrastro-padre y madre de Milda y Toscar, ya no sentían la misma tensión pasional haciendo el amor que al inicio de su relación, cada vez era más frecuente que los besos cercanos a la eyaculación o los orgasmos fuesen con la cabeza al costado de la mejilla, cada uno con sus ojos cerrados o entornados forzando la aparición furtiva de imágenes de vecinos, compañeras de trabajo, amigos de la familia, cualquier auxilio era bienvenido en ese instante. Y también por supuesto era algo previsible y soportable mientras no se evidenciase demasiado. Llevaban un tiempo ya prolongado durmiendo juntos, habían sido muy lujuriosos en la cama aunque poco creativos, habían disfrutado como enanos cada centímetro de la carne del otro, los líquidos, las protuberancias y las voluptuosidades, incluso hubo un tiempo de promiscuidad programada, se podría decir que habían disfrutado bien el uno del otro exprimiendo la fruta hasta la cáscara. Aquellas guardias desde la torre de control de su ventana a la apretadera de su hijastra, a la que Cristian nunca antes había mirado con picaresca lasciva, pero que ya resultaba imposible enfriar la temperatura ante semejante metedura de mano, en que ora el culo, oras las tetas, quedaban expuestas escapando de las prendas a la evidencia del esplendor de su suavidad, de su esponjosidad, de su maniobrabilidad. Daban a Cristian un extra de energía y deseo que, una vez exportado, sorprendía a Sari, que ante tanto ímpetu de vanguardia no encontraba mejor camino que aquella senda poblada de abetos, colibrís y arroyos de agua cristalina para dejar llevar su barca, aunque obviamente ella, en su fuero interno y no demasiado profundo, sabía que el cariz de aquel arrojo, aunque no provenía de las monótonas ensoñaciones de costumbre, era motivado por algún novedoso agente externo de los que ya era imposible prescindir. De algún modo la calentura de Milda y su novio en la apretadera de la esquina, dotaron de cierta alegría y distensión el tiempo compartido en salón, cenas, desayunos y juegos de cartas, que de manera sorpresiva también reencontraron su cauce sobre la mesa del comedor una vez expulsadas las miguitas de pan, las cucharitas y los vasos de la cena.

Pero Cristian tenía un gran amigo, Bent, compañero de trabajo en su juventud, al que no tenía reparo en confiarle los sucesos, sentimientos o emociones más íntimas, botella de espirituoso mediante. Solían encontrarse en presencia de sus respectivas familias, hijos o esposas, y al cabo de un rato uno le decía a otro de manera espontánea –Oye, vamos a tomar un cafecito a la esquina- y ahí comenzaba la noche de curda. Era el único momento en que Sari creía perderlo como había perdido a cada hombre de su vida empezando por su propio padre, y solo por esta razón odiaba a Bent, ya que era imposible odiar Bent por otra cosa, era tan exquisito visitante como anfitrión, no olvidaba detalle alguno, se movía con una bien labrada educación, nunca daba un paso más allá del que le era concedido con un ademán o una invitación directa. Era sumamente cuidadoso de las relaciones interpersonales y un conversador ecléctico, divertía a niños y adultos por igual. Excepto cuando se sumergían ambos amigos en esa catarata irrefrenable, que ambas esposas sabían que de un momento a otro llegaría, pero albergaban la vana esperanza de que un día sus respectivas  presencias fuesen mayor estímulo para sus esposos que el taburete de un bar y la charla de borrachos en el billar. La esperanza presenta forma de paloma dócil mientras por dentro se pelea con sus compañeras por un trozo de pan, mientras que la dura realidad es un águila que, junto a su compañero o amiga vitalicia, vuela tan alto y tan lejos que es imposible que llegue a molestar a alguien. La esperanza es inofensiva y la realidad temeraria.

A veces en las visitas de dos o tres horas compartiendo una cena, una larga sobremesa, risas, reflexiones, parecía que esa sería la ocasión en que el amor marital tendría más posibilidades y llegaría a su fin el encuentro, cuando de repente, en voz alta uno de los dos le proponía al otro ir a por su cafecito de rigor. Unas veces para variar usaron, sin acuerdo previo, la excusa de ir a buscar un helado, e incluso llegaron a decir la verdad en cuanto al líquido que irían a homenajear - ¿qué te parece si nos tomamos una cervecita y volvemos?- Cuanto más se acentuaba el diminutivo mayor se vaticinaba la curda. Ambos lo hacían sin la mínima mala intención pero al cabo de un rato estaban enredados en ese triángulo en que la botella presidía la pirámide con mano de hierro. Más de una vez Sari estuvo a punto de explotar pero contenía ese impulso violento, no quería volver a trabajar como una burra, desde que estaba con Cristian más del setenta por ciento del sostén de la casa provenía del trabajo de él, por primera vez desde que era niña, había podido volver a tener tiempo para pintar, para leer y ver televisión, no quería arruinar eso solo por unos celos incontrolables, que incluso no alcanzaba a distinguir bien, si eran hacia ese nexo tan imposible de penetrar o romper de su esposo con su amigo o hacia el elixir de la botella, que en todo caso, y por suerte, solo bebía con Bent.

Pues un día Cristian le confesó a Bent la calentura que estaba experimentando observando la apretadera de su hijastra con el novio, no solo le reveló la consecuencia sino que fue a los detalles, a esos dedos de él arrastrando la braguita hacia la profundidad de la hendidura de las nalgas donde cualquier cosa podía ser imaginada, el contorneo de ambos provocado por el aguijoneo del gozo, le confesó como él, juraría que desde lejos podía oír los jadeos, los suspiros, los “ah” los “uf” y los “oh”,  y para ser más leal con su amigo le dijo como se le ponía el rabo y que rico era eso para después singarse a Sari con fiereza, tanta, que a veces debía contenerse y disimular la excitación distribuyéndola en dos polvos, cosa que sorprendía Sari, quien no obstante conseguía asumir sin derroches de voluntad.

“Por la cuenta que le trae”

Una tarde fría Bent fue a cuidar la casa de su amigo y su familia a petición de este, se había ido con Sari a pasar un día afuera y los muchachos se quedaban solos -“no hace falta que te quedes todo el tiempo solo que veas que llegan a casa bien, por favor y un millón de gracias” – en esa ocasión la agradecida fue Sari. Por una vez toda la simpatía del amigo de su esposo no finalizaría con el broche de una buena curda. “ustedes saben que es un placer para mi y un honor a la amistad”. 

Cuando regresaron Toscar y Milda, él les propuso una pizza, los muchachos aceptaron gustosos, pero Milda le dijo que tenía que salir un rato a ver a su novio. “si el maldito celoso de Cristian te lo permite ¿quién soy yo para frenarte?, ve pero no vuelvas muy tarde”

-Bent, cuando sea la hora basta que subas al cuarto de invitados y me pegues un grito como hace Cristian

-Hecho.

Terminaba de salir Milda por la puerta y Bent subió las escaleras estrechas y se metió en el cuarto de invitados con la luz apagada.  Tuvo que esperar un poco porque los novios fueron a tomar algo como de costumbre. Bent no los tenía tan cronometrados como Cristian, pero la espera había valido la pena, al cabo de no demasiado rato ahí estaban en el punto exacto en que le había descrito su amigo, besándose con frenesí, ella iba mucho más allá de lo que Cristian le había contado, tomaba iniciativas muy audaces sobre la bragueta del novio, sacó su glande a través de la cremallera del jean y comenzó a meneársela, hasta que bajo ese tenue pero perceptible haz de luz comenzó a hacer unos movimientos principiantes, inexpertos, hacia arriba y abajo volviendo a besar al novio en la boca, mientras Frede sumido en el éxtasis de las caricias lo redondeaba paseando sus manos por las tetas, las nalgas, la vulva por encima de las braguitas adheridas a los labios de un sexo hinchado y empapado. A esa altura con la suma de las fantasías que ya tenía estancadas pero al rojo vivo en su cerebro y lo que acababa de ver y suponer, estaba caliente como una cafetera. Abrió la ventana y gritó ¡Milda, sube! Comieron un par de porciones de pizza de barbacoa, una ignominia que causaría el infarto de cualquier italiano desde el Véneto hasta Trapani, pero por como la devoraron no cabía duda que estaba riquísima. Y entonces Bent le pidió que subiera con él al cuarto para enseñarle lo que se veía desde ahí, cuando llegaron le pidió que mirase por la ventana y se puso detrás de ella, empezó a describirle con voz aterciopelada lo que acababa de presenciar y como lo había puesto, que no era justo que él fuese a llamarla para comer y tuviese que vivir algo semejante, que le había descolocado todas las hormonas y se sacó el rabo para enseñarle que duro lo tenía, Milda comenzó a recular hacia donde podía en la penumbra y el pequeño espacio que le dejaba Bent, primero queriendo simular que nada de eso estaba pasando, después le pidió disculpas, le dijo que no sabía que se veía tanto, pero no era solo Bent el que estaba muy excitado, así que Milda echando su culo hacia atrás comenzó a acomodar el tronco del Bent en el canal de su trasero giró su cabeza y con los ojos entornados ofreció la boca con los labios húmedos y la lengua asomando por la comisura, entonces él acarició sus pechos, introdujo la mano en su blusa y acarició los pezones, que estaban duros, empinados, el jadeo de ambos era fuerte, Bent tomó la mano de Milda y la colocó en la base de su pene ella como si tuviese un milenio de experiencia comenzó a acariciar los testículos y el mástil hasta el prepucio mientras él acariciaba con suavidad la entrepierna de ella que cada vez temblaba más, hasta que paseó sus dedos por la entrada de la vagina, los gemidos de Milda, los pequeños sonidos en medio de un extraño silencio y la puerta abierta hicieron que Toscar sintiese curiosidad por lo que estaba ocurreindo allá arriba. Así es que sintiéndolo mucho ambos se soltaron y abrocharon lo que habían conseguido liberar ni bien escucharon los pasos en la escalera del muchacho.

-Hola, estaban muy callados,  ¿está todo bien?

-Sí, Toscar, estábamos mirando los rincones de la ventana porque vimos una araña para asegurarnos que no había más.

Milda se fue a su habitación doblemente excitada, su cuerpo era un volcán, quería cerrar rápido la puerta para comenzar a masturbarse con una intensidad volcánica, la misma que ella pensaba que estaría invadiendo a Bent.

-¿Está todo bien Milda, pasa algo hermana? Dijo Toscar asomándose a la habitación ya a oscuras de su hermana.

-Si, es que tengo mucho sueño.

Toscar le pidió permiso a la hermana para dormir abrazado a ella, ella asintió, él entró al edredón se puso en posición fetal detrás del cuerpo de su hermana mayor,  así estuvieron un largo rato, mientras él intentaba dormir ella imaginó que las manos del hermano eran las de Frede y Bent, Toscar en la ignorancia absoluta de la versión extraoficial no obstante sintió algo diferente, un placer indescriptible al rodear con las yemas de sus dedos el vientre de su hermana y subió a las tetas, ella apretó su trasero contra la ingle de él. En el más absoluto silencio y sin evidenciar nada, ambos experimentaron orgasmos intensos, aunque de diferente índole. El de ella había sido procurado con insistencia, sintió una punzada de culpa por usar al hermano para su fin pero le tranquilizó la idea de que él no sabía nada de lo que estaba ocurriendo, y que además, era medio hermano, no lo hizo con la mitad familiar. El orgasmo de Toscar fue el primero de su vida, no supo hasta mucho tiempo después que había sido aquello, también la culpa de haberlo experimentado con su hermana le llegó mucho tiempo más tarde. Su cuerpo entero tembló, su pene se había endurecido y alcanzado un tamaño  como nunca antes lo había sentido, una corriente le recorrió todo el cuerpo, no solo los testículos y el tronco del rabo sino desde cada dedo del pie hasta cada raíz capilar del cuero cabelludo y empapó su calzoncillo de una sustancia espesa. Plácidos, habiéndose brindado un amor más que fraternal, se quedaron dormidos alumbrados por la luz de la luna que atravesaba las cortinas de la bendita ventana. 

Nunca más mencionaron el episodio, pero a partir de ese día Milda sintió que su hermano la había pasado en edad, y Toscar, que nunca supo lo que había ocurrido poco antes con Frede y luego con Bent, cuando fue consciente de que su primera relación sexual, aunque difusa, imprecisa, sin preámbulos fue con su hermana, tuvo una ambigua sensación, por un lado de una culpa que se presentaba cada vez que se aproximaba la posibilidad de una relación sexual y por otro una seguridad en sí mismo y en que cada cosa que desease, si lo hacía con ahínco y determinación, terminaría por cumplirse.

 

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Bombardeos de la paz

11 Octubre 2025 , Escrito por martinguevara Etiquetado en #Europa Aorta, #Opinion crítica.

Sentí conformidad y algo de alivio con que el Nobel de la Paz no se lo llevase el mayor instigador de odio entre norteamericanos y con los inmigrantes dentro de los EEUU, tras enviar tropas a LA y militarizar Portland y Seattle.

Y por otro lado creo que a María Corina habría que premiarla con un reconocimiento a la lucha, al coraje. Las palabras existen para describir objetos y acciones, el hecho de exhortar a una sublevación armada, a Guarimba y pedir intervención militar a Trump con su 82ª División aerotransportada y a Netanyahu con sus bombardeos,  de ninguna manera está relacionado la palabra Paz, sino más bien lo contrario, amén de las razones que lo impulsen y de la sensibilidad ideológica de cada cual. Que la hubieran dignificado con un reconocimiento que enaltezca su espíritu su energía, su valor, sería acertado, pero no con el premio pensado para activistas que aboguen por solucionar cualquier conflicto de forma pacífica.

Supongamos que a una gran bailarina le entregan un premio pensado para la Mejor novela, y que cuando alguien se sorprende por el gazapo le dicen "Pero hombre, no vas a negar que es una gran bailarina". ¡Claro que no, incluso reconozco que es la mejor, pero el premio es para novela no para ballet!

No andaba muy enterado de la trayectoria de María Corina Machado más allá de la buena gente que conocí en años pasados en EEUU, Oslo, Vilna y Estocolmo; pero a raíz de este premio me he informado sobre sus pasos y me resultó lamentable lo que encontré sobre las exhortaciones a diversas formas de derramamiento de sangre y felicitaciones a Netanyahu por el genocidio en Gaza.

Nadie le puede negar el valor y la entrega a la lucha por sus ideas, pero tampoco nadie puede negar su instigación a las formas más incisivas de violencia.

Lo difícil de entender es como manipularon, retorcieron, atomizaron, la semántica del término "paz" los componentes del jurado en Oslo para encontrarle cabida a María Corina entre el significado y significante que dio lugar a la famosa paloma blanca que inmortalizó  Pablo Picasso con trazos simples y magistrales.

Lo único bueno de todo esto es que ojalá sirva para normalizar la situación política en Venezuela. Sin dictadura, sin autoritarismo, violencia gubernamental ni tampoco violencia opositora ni extranjera.

Y para que en vez de mostrar obsecuencia a Trump dedicándole el premio, le exija que no revoque el TPS en Noviembre que protege de la expulsión y el infierno a más de 300 mil exiliados venezolanos en Estados Unidos.

Bombardeos de la paz
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