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21 marzo 2012 3 21 /03 /marzo /2012 20:13

 

 

 

Entrevista concedida al periodista y escritor Alvaro Alba.

 

Álvaro Alba (Cuba, 1963) vivió en la URSS, luego en Ucrania y Rusia, y ahora en Estados Unidos. Llegó a Odessa en 1982 donde consiguió el Master en Historia. A tenor con la “perestroika”, fue uno de los organizadores del grupo de jóvenes cubanos que se pronunciaron contra Fidel Castro en Moscú. Escribió para la prensa independiente de Ucrania y fue asistente en la corresponsalía del madrileño diario ABC en Moscú.


¿ Ser un familiar del Ché, ¿Cómo ha repercutido en tus opciones de vida, tanto políticas, morales, éticas, religiosas, etc? ¿En ser o vivir de determinada manera?

Hasta los diez años, momento en que nos trasladamos con mis padres y hermanos a La Habana desde Buenos Aires, yo no tenía ni idea de que era sobrino de tal personaje. Conocía a mis tres tíos y sabía que tenía uno que había fallecido. Al llegar a La Habana, nos esperaron con pompas y honores, nos llevaron al Hotel Habana Libre a vivir, con todo a nuestra disposición, y entonces me enteré que tenía un tío que había sido como los héroes de comics y personajes de Emilio Salgari que me gustaban y allí surgió la primera contradicción, desde el primer día. Me dijeron que mi tío, el Che, había hecho una Revolución y muerto intentando hacer otras para que todos los niños del mundo fuesen iguales, y justamente ese mismo hecho en ese mismo día me convertía en un ciudadano VIP, diferente a los otros niños.

A partir de los diez años y hasta que me aislé absolutamente de todo foco donde el Che tuviese alguna relevancia, y viví sin que nadie supiese que era su sobrino, toda la vida tuvo influencia sobre mi persona, incluso cuando lo ocultaba y llevaba la vida normal que llevo ahora, porque en cierto modo es un estigma, que es positivo y también puede no serlo tanto.

El sedimento que dejó e mi vida, es una voz que dice dos cosas, “haz lo que creas que debes hacer cueste lo que cueste” y la otra es “donde quiera que veas una injusticia sé capaz de conmoverte con ella”. Donde quiera y a manos de quien quiera que la haga. Luego un tercer aspecto, que puso su vida en lo que pensaba, se involucró sin medias tintas.

En las opciones de vida que me marcó fueron las opuestas, cuando adolescente en ser un antihéroe, un antisocial, o como el término marxista indicaba un lumpen, que era un desclasado social, en este caso no proveniente del proletariado sino de la pequeña burguesía.

Puedo coincidir en cierta arista de él con el aprecio por el  hombre  solitario, por el errante, de no demasiada buena fortuna, el perdedor con dignidad que se transforma en el ganador a la postre, pero se puede decir que ya era mi tendencia, ya que mi padre es un hombre de valores muy claros y diáfanos, que en el corto tiempo que vivimos juntos alcanzó a dejarme un poso de mensajes en el sentido en que lo importantes ser una buena persona, que al final del camino eso sea lo que quede. Aunque es muy probable que mi padre o bien haya rescatado algunos de esos valores de su hermano mayor, o de la misma fuente que él los había mamado. Otra cosa es por los derroteros que luego la vida los condujo como personas, pero aquel era el mensaje en el seno del hogar.

Por el contrario, yo nunca fui revolucionario, ni creí en tal solución para nada. Por no verlo como nada productivo y también por carecer de madera para ello, como todos los familiares de Ernesto, excepto mi padre y mi tía, parece que él absorbió todo lo que se precisaba en materia de valor y coherencia. No me atrae la política de masas en ninguna de sus vertientes, ni el mesianismo de ninguna de las formas que se presente, pero mucho menos aún obteniéndolo mediante la violencia, ese es el sino y la cruzada de mi mensaje. El daño solo acarrea dolor.

 

¿Has tenido una vida privilegiada en algún sentido por tu conexión con Guevara?

En parte está respondido en la primera pregunta. Y extendiéndome un poco más, puedo decir que sí, en parte, y no parte.  

Mi familia sufrió el exilio de la Argentina por los gobiernos de extremismo de derechas, donde la persecución era al militante socialista, o al que tuviese ideales en ese sentido, no precisaba ni ser revolucionario al uso, con ser un estudiante progresista emancipado, podía ser desparecido. Durante el tiempo en que esto tuvo lugar en todo el cono Sur de América Latina, allí mi parentesco no representaba una ventaja frente a los demás.

Pero en nuestra estancia en Cuba, era todo lo contrario, vivíamos por encima en todos los  vectores en que se analice a la población en general.

Sobre esto, el peso del mito sobre un joven inquieto, y las más disparatadas anécdotas de La Habana en los ochenta, estoy escribiendo un libro en colaboración con Adrianne Miller, una persona que debió abandonar Cuba de adolescente, con la diáspora conocida como los Pedro Pan, y que entre ellos y yo encontramos un punto de confluencia en ideas, sensaciones, percepciones, aún cuando provenimos de los extremos opuestos por nuestra historia familiar. En el libro que saldrá en los próximos meses, amplio generosamente el espíritu de la respuesta a esta pregunta.

¿Cuál es el recuerdo personal que más acude a tu mente en relación con el Che?

Cuando yo nací el Che ya era ministro de Industria, y solo visitó la Argentina durante unas cuantas horas para entrevistarse con el presidente Frondizi, cuando yo era un bebé, por ende yo no lo conocí. Pero en relación a él, sin lugar a dudas el recuerdo que más me queda es la frase pioneril matutina: “ Pioneros por el comunismo; Seremos como el Che!” Por la carga abstracta que para un niño esto tenía agravado por el parentesco. Con relación a una percepción de lo que pudo ser mi tío, el carácter valiente dispuesto y siempre presto a leer y viajar de mi tía, su hermana inmediata, y la lealtad de mi padre a su persona son lo más cercano que tengo. Y aunque ambas sean intangibles están grabadas en mí ser a fuego, para lo bueno y lo malo.

Hay una tercera que cuando era un joven díscolo y desaliñado me repetían desde todos los sectores: “Si tu tío, volviese a nacer y te viese lo mal estudiante que eres ( por ejemplo) se volvería a morir.” Y curiosamente es eso lo que pienso que le pasaría si reviviese y viese en lo que sus compinches se han convertido.  

¿Donde quiera que viajas alrededor del mundo encuentras a alguien con una camiseta del Che. ¿Piensas que el mundo realmente conoce al Che o conocen al Che de Fidel Castro?

En efecto, aprendí con los años a sustraerme de que ese hombre del cual es la foto más reproducida del mundo, es el hermano de mi padre, por simple salud mental. Creo que con conocen lo que era, lo que hacía ni lo que significaba, cada uno le otorga una simbología acorde con los objetivos que persigue en ese momento, un joven anarquista de Cristiania en Copenague me dijo que él pedía marihuana libre y por eso usaba al Che, porque representaba el antisistema. Yo  desde luego no me consideré en lo absoluto en el derecho de sugerirle otra camiseta ya que mi tío, ni nadie de mi familia concilia bien con ese reclamo, más bien todo lo contrario. Y como esta anécdota hay cientos, pero al Che se lo suele encontrar en el mismo lugar que a Lennon y a Bob Marley. A Fidel no.

Son dos personas absolutamente distintas, y no lo digo como dicen los defensores de Fidel, porque él esté vivo y Ernesto haya muerto, aunque ese no sea un detalle menor. Sino porque uno era marxista leninista y el otro marxista Groucho Marx, por aquella famosa frase: “Tengo estos principios; y si no le vienen bien no se preocupe tengo otros”. 

¿Le llamaron “El Guerrillero Heroico” y hasta escribió un manual para la guerrilla ¿Por qué fracasó el Ché en sus experiencias guerrilleras fuera de Cuba?

Una novia suya , comentaba que Ernesto no hacía nada bien, y sin embargo era genial, estando cerca suyo se sentía estar frente a una personalidad muy fuerte; pero ello no solo no garantizaba el éxito, sino, y esto es cosecha propia, que formaba parte del atractivo espíritu del ser trágico, del hombre que temerario que conduce hacia el fracaso irremediablemente , pero que como dije antes, ese fracaso lo conduce a una victoria a largo plazo, póstuma, aún cuando no hubiese sido famoso, no me refiero a la celebridad, sino al enigma que ejercen las personalidades que teniendo todo a favor para conformarse con algo, siempre buscan lo imposible, van hacia más allá del límite, tras el cual irremediablemente encuentran el vacío.

Esto es a mi juicio, y es lo que a mi resulta atractivo de mi tío. 

¿Desde tu punto de vista, ¿Crees que si el Che viviera en el mundo de hoy, haría lo mismo?

No puedo considerar estos futuribles. Lo que sí creo es que pondría el cuerpo en lo que dice, si dice ser un revolucionario estaría en las selvas, en las trifulcas, en los sitios de problemas, no en los manjares y festines. Y si estuviese en ellos diría que quiere comer langosta y beber champán. Porque así hizo siempre. 

¿Qué tanto te ha tocado el mito del Guerrillero Heroico?

Ha sido muy difícil cuando era adolescente varón, en una familia y en una sociedad ciertamente con características si bien no machistas en lo referente al sojuzgamiento de la mujer, sí en lo tocante a las virtudes cultivables de la hombría. Una persona con tanto fracaso como dices en la praxis, pero tanto éxito en el imaginario de la virilidad, es muy difícil de emular, aunque esa lucha se da con el padre, mi padre ya lo era en sí, porque es lo que se conoce como un tipo duro, pero el alcance de la sombra del mito del Che me alcanzó de lleno, y salir de este me costó lo mío. Por supuesto que no puedo culpar al Che, ni a nadie, de los problemas de los tropiezos ni las flaquezas de mi  vida, como la de cualquiera, pero si cabía se hacía más difícil, cuando me autocomparaba, aunque fuese de manera inconsciente  con mi tío. 

 ¿Otros parientes de Ernesto como la viuda Aleida, sus hijos Hilda, Camilo o sobrinos como Canek Sánchez Guevara, han publicado libros, ofrecen conferencias, participan en foros etc. ¿Cómo convives con este “constante volver” a la figura del Che? 

Por circunstancias que cuento en el Memoir, yo me fui de la sombra de mi tío, y logré que todo mi entorno sea libre de la contaminación Guevara. Mis amigos, en mi trabajo, mis vecinos, ni mis parejas, hasta mi esposa no sabía en un principio que era familia de Ernesto, llegar a tener todo por mí mismo, aprecios y rechazos por mi persona y nada más, y ganarme la vida fuera de los ámbitos de la izquierda, de Cuba, de los partidos afines al Che,  no solo me hizo muy bien, sino que me salvó.

Yo no hablo de mis parientes, en todo caso nunca negativamente, cualquier entuerto lo dejo para el consumo y ripio interno, y no me importa si previamente alguno habló mal de mí, creo que hay que marcar la diferencia, no se corrige el canibalismo comiéndose a los  caníbales.

Creo que ha sido suficientemente duro tener que aguantar esa losa para los sobrinos como yo, así que imagino que para hijos es muy duro.  Yo los quiero mucho en su medida a unos más que a otros, claro, pero no tengo nada ni contra los peores hombres de la humanidad, imagínate como lo iría a tener con ellos, con independencia de si es correspondida la actitud. Que hagan lo que quieran, que vendan lo que quieran, tienen derecho. Lo único que les recomendaría a ellos y a todos, es coherencia en la vida, nada más. No creo que alguien esté capacitado para decirle a otro lo que debe hacer de su vida, ni se me ocurriría aceptar que alguien me diga ni lo hago yo. 

  

 ¿Qué relación de convivencia te une con el resto de la familia Guevara? 

Siempre fui un elemento discordante, polémico, por diferentes razones en distintas épocas, nunca participé de la normalidad total, en una familia que por otro lado, nada tiene de normal. Pero debo decir que es una familia divina, aún cuando en muchos momentos pensaban muy distinto de mí y públicamente cando en su mayoría me dieron la espalda, en privado siempre me dieron afecto, hay personas como mi tía que considero portadora de las enormes virtudes del siglo XX, una gran persona con mucha valentía para vivir la vida como ella decide, para ayudar a los demás en circunstancias de mucho peligro. La vida me ha enseñado que las mujeres son mucho más duras cuando lo son y virtuosas que el más virtuoso de los hombres al contrario que lo que el machismo suele sugerir. Así como lo veía a mi abuelo un gran hombre. Es una familia que ha pasado por muchas cosas muy duras a partir de la fama de Ernesto, antes eran una familia muy acomodada, pero la diáspora tuvo lugar y nunca paró del todo, una vez que se desata nada regresa a su sitio.  Todos, los que más y los que menos hemos perdido y ganado algo extra en esta aventura. Pero unos más que otros.

¿Cuáles crees que son los aportes positivos y negativos de Guevara a la sociedad?

Es muy pretencioso de mi parte decir taxativamente algo así, como una categoría. Pero creo que el ejemplo de la coherencia con lo que se piensa sería para mí lo bueno, y el despropósito del mesianismo, de pensar que a través de la voluntad se consigue transformar la realidad, sería lo que yo percibo como erróneo. Sin entrar en el terreno de los actos, ni los altruistas ni los reprobables ni los censurables.

Ernesto Guevara es una personalidad apasionadamente amada y odiada por unos y otros. ¿En este sentido quiénes están más cerca de la verdad? 

Todo en la vida es una moneda de dos caras, según lo que les haya tocado a cada uno. Un mismo cuchillo a una persona le sirvió para cortar unas verduras, y a otra para cortarse un dedo, luego cada uno habla del cuchillo con diferentes muestras de apego.

¿Te consta que Guevara se graduó como médico o es parte de la leyenda?  

 Me consta que no llegó a ejercer como médico en un consultorio por sus actividades de todos conocidas, pero también curó a más gente que muchos médicos. Y sí te puedo decir que a contracorriente eligió la carrera, era médico de vocación. De lo demás no tengo noticia.

¿Cuál ha sido el juicio más errado para calificar a Ernesto? 

 

 El hombre nuevo.

 

Era un hombre de valores antiquísimo, de los valores del aventurero y el guerrero de todas las obras clásicas, con toques muy de la época por supuesto.

 

La intención que permanecía en Cuba alentada por Fidel de que todos fuesen como el Che, y te invitaban por ello a ser ciegamente obediente a toda jerarquía sin analizar ni debatir, cuando hizo lo contrario en todo a lo que se suponía que debía hacer, incluso en lo referente a como la URSS pretendía que se comportase. Pero también debo decir que pienso que desde la izquierda querer presentarlo como el ejemplo de hombre nuevo es un error porque el modo de sociedades autómatas en que aquellos grandes modificadores del mundo queríamos que viviésemos, solo con motivaciones morales, no materiales, con todo controlado, con todo hecho está demostrado que es absolutamente inhumano;  no me refiero al carácter cruel, sino a que es antinatural en el hombre, sencillamente no es viable, carece del más mínimo atractivo.

 

También me gustaría apuntar que por lo general conviene guardar distancia con las versiones  oficiales de los acontecimientos que se suelen presentar para ser consumidos por la Historia de manera impoluta y conveniente. En la cabeza de mi tío probablemente anidasen inquietudes, fuerzas, impulsos que quizás no estuviesen todo lo cercanos a esas ideas altruistas, a las ideologías de ningún Partido, a veces más allá de la propia conciencia. Siempre sospecho mucho de las intenciones declaradas, y creo que en el inconsciente radica la mayor parte de la explicación real de las cosas. Con lo cual, no solo en el caso del Che, naturalmente, sino en casi todas las excusas o explicaciones oficiales que ofrecemos para justificar nuestros actos, pienso que se oculta, más allá de nuestras intenciones una razón casi siempre más estrechamente ligada a los amores primarios, a los deseos y frustraciones más íntimas, en definitiva más cercano al revoltijo de ruidos y sensaciones que se tienen en la boca del estómago, que al auxilio al niño hambriento de África.

En Cuba se cuenta una leyenda rosa sobre el Ché; en el exilio, a partir de testimonios, se ha compilado su contrapartida ¿Cuáles son sus conclusiones?

La de las dos caras de la moneda, que es en se sentido que estamos  haciendo la colaboración Adrianne y yo.

Y estamos dando nuestro testimonio a quien lo precise de la posibilidad de la tolerancia, del afecto, de la paz entre las partes, de que hacer un mundo mejor es posible, que hay que comenzarlo desde la base como las casas, que hay que escuchar al otro y saber que en algo tendrá la parte de razón que nos falta y con la que podríamos hacer un todo, que entender que el mundo es para todos, y los países son de todos sus habitantes. Mis conclusiones son que el día que entendamos que todos los cubanos tienen los mismos derechos en Cuba, y las personas en mundo,  construiremos sin lugar a dudas,  no sin esfuerzo y sacrificio de todas las partes, pero con una gran satisfacción, una Cuba y un mundo  donde no quepa la exclusión de ninguna idea, de ninguna anhelo siempre y cuando sea con respeto por el ser humano.

 

La entrevista fue publicada abrevida en algunos items.

 

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20 marzo 2012 2 20 /03 /marzo /2012 20:27

 

 

 

 

El surtidor se detuvo repentinamente y el empleado nos dijo que lo sentía pero que nuestro crédito no llegaba a más, habíamos alcanzado el límite que le estaba permitido al padre de mi amiga, entonces le propuse que si le echaba diez litros más le pagaba por encima con dos dólares. Trato cerrado. Fue a buscar un latón un embudo y una manguera y nos terminó de echar lo que habíamos acordado.

Manejé hasta su casa y la dejé con el Lada. Teníamos que devolverlo con algo de gasolina en el tanque si queríamos volver a usarlo otra vez.

Me despedí y fui a sentarme en la parada de la guagua que me llevaría a casa. Me sentía bien, había pasado una semana en Varadero soltando toda la adrenalina que me sobraba, el festival era lo de menos, aunque  había estado muy divertido, pero lo que me recargaba las pilas era el buceo y nadar en aquellas aguas turquesas de temperatura perfecta y luego salir a aquella arena a dejar que los bichos de la imaginación hiciesen su trabajo mientras me secaba al sol. La guagua demoraba  mucho, así que me dispuse a caminar unas seis cuadras donde se tomaban otras dos además de aquella, el problema era que llevaba el petate al hombro, no contenía mucha ropa pero sí un cinturón de plomos  y las patas de rana, que incomodaban un poco al andar.

En el camino encontré abierta la cafetería que me temía estuviese cerrada. No había casi nada como de costumbre, así que me pedí una línea de ron y me senté en la barra.  Dada la cercanía y el volumen de la misma no tuve otra alternativa que  escuchar la conversación de los parroquianos vecinos, pero en La Habana lo indiscreto era mostrarse discreto así que giré mi banqueta al grupo y sonreí. De a poco la sonrisa se me empezó a desdibujar.

Estaban comentando una noticia fresca, que más que una noticia era un trascendido a modo de rumorología como se comunicaba en La habana lo que olía a verdadero, que iba por fuera del Granma y el Juventud Rebelde, en otras palabras: todo, con excepción de la fecha y la meteorología. Incluso las noticias  ya publicadas rubricadas y aceptadas por la población como ciertas, se refrendaban en los discutideros y mentideros de la calle, con volumen de voz más o menos alto según el tenor de la información. Decían que iban a echar al cantante de salsa Oscar de León de la isla. Que las autoridades le habían recomendado no ponerse el tremendo crucifijo de oro en el cuello, en la actuación del festival de Varadero que esperaban fuese todo lo multitudinaria que de hecho fue, y se lo puso. Yo no daba crédito a lo que oía, habían ido grupos  de rock como los húngaros Lokomotiv LTG a tocar y yo los había visto en el teatro Karl Marx con crucifijos,  dicen que también lo llevaba Billy Joel, pero a ese concierto solo pudieron acudir militantes del Partido y de la juventud comunista, ni un solo elemento humano que se pudiese considerar auténtico público.

Y es verdad que no tenía en mente muchos más ejemplos de personas que pudiesen manifestar su religiosidad a través de las indulgencias , de los elementos fetiches de las mismas, pero creía recordar que todos me contaban que cuando bajaron de la Sierra Maestra muchos rebeldes lucían en sus pechos al aire sendos crucifijos, incluyendo al mismo Fidel.

Lo cierto es que  aunque yo no asistí a ese recital ya que no me apasionaba la música de Oscar de León, lo había visto a él en el lobby del  Hotel Internacional y sí que no pude dejar de mirar la cruz de oro que llevaba en el pescuezo, era verdaderamente llamativa  y de un gusto que lnvitaba a dudar si no habría sido ese el verdadero motivo de su expulsión. Pero les pregunté que como sabían que lo habían expulsado , les dije que yo venía de allí, y que aunque se hubiese acabado hacía tres días el festival , nadie comentaba nada en las calles ni en los bares sobre esa noticia. Me dijo uno de los tres que se lo había comentado un  periodista en la UPEC hacía un par de horas, que él había ido a buscar a su novia trabaja allí y escuchó el comentario.

Pasaron los días y supe que a Oscar de León no lo habían echado de Cuba, aunque quizás sí habían estado algo molestos con él, ya que lo  cierto fue que no lo dejaron volver otra vez, y la versión semi oficial, o sea la que no salió en los periódicos pero sí se podía repetir por la calle sin problemas, era que a su llegada a Miami lo presionaron sus sponsors para que hablase mal de Cuba y así lo hizo.  Yo me preguntaba como podía ser que si sabían que lo habían presionado lo culpasen de algo tan habitual como era hablar mal de lo que estaba mal. Aunque esto no validaba por sí la inmediata versión underground del trío noticioso, les otorgaba el beneficio de la duda.

A lo largo de los doce años que viví en la isla si bien no estaba perseguida penalmente la práctica de la religión o sus ritos, con  excepción de los testigos de Jehová y los Abacuá o el ñañiguismo que eran derivadas de las creencias africanas con deidades del panteón Yoruba, sí es verdad que a nadie que no tuviese ochenta años y por ende atesorase el deseo de alguna clase de futuro, se le ocurría colgarse una cruz , ni veinte veces más pequeña y de metales menos nobles que la del cantante de salsa. Las iglesias eran solo visitadas en las misas dominicales por ancianas o feligreses que  por alguna otra causa, ya estaban muy jugados y no temían una nueva mancha en el expediente.

No iba preso quien acudiese a un centro de culto, pero se debía olvidar de ascender el más mínimo escalón en su profesión, de salir del escueto salario de 98 pesos, por supuesto olvidarse de tener la posibilidad de viajar algún día, de tener acceso a un automóvil, a una moto , a un aire acondicionado, ni siquiera a cenas en restaurantes que se daban por los CDR o por los centros de trabajo. No debía albergar el más mínimo anhelo de que se lo tuviese en cuenta para los beneficios, y encima cada vez que había algún hecho que se consideraba atentado a la Revolución, y se precisaba un sospechoso desafecto del sistema, los agentes del MININT no dudaban en hacerle la visita de rigor, solo para tener una conversación informal.

En fin, hace mucho no vivo en la isla. Y me dicen que las cosas están cambiando, y algunas cambiaron hace muchos años, como cuando el anterior Papa polaco anticomunista visitó la isla recibido con pompas del Estado.

Dicen que esta visita Papal que se avecina unirá a todos los cubanos, pero que tendrá  como fin darle un tiempo más de vida al régimen, amigar poderes que nunca debieron estar enemistados, ya que nadie, puede estar medio siglo gobernando un país , excepto un Papa, un dictador o un rey. Me cuentan que Cuba ha cambiado que ahora se puede hablar, que el Obispo sale por la televisión y que se transmite en Miami.

 Mientras, otros amigos me cuentan que la gasolina sigue estando regulada  para cubanos, como todo en la vida cotidiana y si la quieren deben pagar por fuera algunas divisas, como antes, solo que ahora con Euros y con  bastante más que dos. Estos me cuentan que en esencia nada ha cambiado, que los desafectos son más pero  continúan yendo a prisión, que siguen los mismos en los mismos sillones, y que aunque hoy te permitan ser católico, incluso parece ser promovido el deseo institucional de que así sea,  me confirmaron que los religiosos aún son los que no viajan, los que no ascienden en el empleo, los que no mandan. En fin, que puedo seguir encontrando la información fiable en las caladeros de charlatanes y chismosos de la ciudad, más que en la prensa oficial,  y dicen que en el Granma  ya solo queda de noticia fiable el estado del tiempo.

  Porque escamotean hasta la fecha, no hay esfuerzo ya que las autoridades no estén dispuestas a hacer para detener la llegada del mañana.

 

 

 

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15 marzo 2012 4 15 /03 /marzo /2012 11:37

 

 

 

Bajé a  Madrid por un asunto de trabajo y decidí dejar el coche y moverme en el metro, que no sé si será el mejor del mundo como rezan los carteles colocados por el ayuntamiento, pero con seguridad es un medio de transporte muy cómodo, sensiblemente mejor que ir de aquí para allá con el automóvil sin saber que calle está trancada por reparación o cual acaban de incorporar a la prohibición de circular por ellas si no es residente, bajo pena de gruesas multas.

En cuanto me senté una señora mayor se quedó mirándome y me levanté de inmediato para cederle el asiento, me hizo un gesto con la mano indicándome que bajaba en la siguiente parada, sonreímos mutuamente y giré la cabeza hacia el otro lado pero con le rabo del ojo percibí que continuaba mirándome. A lo mejor si cerraba los ojos con fuerza y giraba nuevamente la cabeza hacia ella y los abría de repente, sería posible que me encontrase a una joven trasnochada, con la garganta seca y los pies ardiendo. Pero no, la joven estaba del lado en que yo tenía enfilada la cara para evitar el contacto visual con la anciana. Pero esa no me estaba mirando, no hasta que comencé a observarla. Del caribe me quedó el descaro para abarcar todo con la mirada cuando quiero tener una idea completa de algo. Le chica estaba de pie en diagonal a mi, tenía el pelo largo y vestía de vaqueros y camiseta ajustada,  llevaba unos auriculares cubriéndole las orejas, y movía levemente la cabeza, tarareaba la música, entonces me pareció adivinar un rock. Afiné mi pésima percepción auditiva y logré escuchar unos vientos,  trompetas o saxos. Ya había menos confusión, parecía funky. De repente miré a la mujer mayor y me sonrió una vez más mientras emprendía su andar hacia la puerta de salida, salió como si tararease algo, como si lo musitase.

Sacudí mi cabeza. La señora que había y yo éramos unos de los pocos que no teníamos walkman o iPod o mp4 o similar, emitiendo música en el oído.  Yo llevo la música donde quiera que voy, soy propietario del peor oído de que tengo noticias, pero aún así la música me embruja, la llevo dentro y a veces me muevo como la chica de los audífonos pero sin ellos.

Los primeros recuerdos de haber escuchado música es con María Elena Walsh. Acaso sigan siendo de las más bellas canciones en letra y música que jamás haya escuchado. Infinidad de canciones. Recuerdo también a las trillizas de oro, y a los payasos Gaby Fofó y Miliki, con su Hola don Pepito. Recuerdo el himno, la Aurora, el carnavalito en las clases de folclore, palito Ortega, Donald y las cosas que se escuchaban en casa. Mercedes Sosa, y toda la corriente de la canción protesta, y lo más beat que escuché antes de que mi tía Celia me llevase al cine a ver Yellow Submarine, y me quedase enganchado de por siempre a los Beatles y a mi tía Celia, eran los discos de Joan Manuel Serrat que había en casa, con su melena, la guitarra eléctrica y la batería.

Antes de irme de Argentina hubo una explosión de música rock, de la que alguna reminiscencia me llegó , pero con nueve años era poco lo que la disfruté, en los ámbitos de la izquierda clásica la llamaban música de drogadictos.

Cuando llegué a Cuba, empezaban los Van Van, que siempre fueron igual de buenos, sonaban modernos los Irakere, la Monumental , la Ritmo Oriental, y sobre la música revolucionaria, Carlos Puebla, y diferentes grupos infumables de los que no recuerdo ni el nombre. Allí conocí la música de Chico Buarque , la de Viglietti, la de los Fronterizos, Atahualpa Yupanqui, y Violeta Parra. Pero con nada de aquello movía mi cabeza  hasta que escuché a Grand Funk Railroad, y a partir de ahí comencé a escuchar rock, y funk a la hora en que podía molestar más. Carl Douglas con su Kung Fu, los Stories, con Brother Louie, Led Zeppelín, Deep Purple con Smoke on the water,  Honky tonk woman de los Rolling Stones y los eternos Beatles con cada vez más canciones.

Para entonces ya conocía a Pablito Milanés, Amparo Ochoa, Uña Ramos, Les Luthiers, El temucano, o Harry Belafonte. Como estaba rodeado de un ambiente politizado, el éter a menudo se sobrecargaba de música protesta. Creo que no hay cantante aburrido del Planeta que no me haya tragado por aquellos días.

Escuché a la Nueva Trova a partir de un disco de mi madre del grupo de Experimentación Sonora del Icaic, y en la canción Cuba va, era el ritmo y el modo de cantar que esperaba. Pero fue solo un espejismo, volvieron a la guitarrita como único instrumento y el verso libre ipso facto.

Bob Dylan, Grateful Dead, Rare Earth, Credence Clearwater, a los que llamábamos los Aguas claras.  Entró la música bailable, Silver Convection, Abba, Donna Summer, Bonney M, Gloria Gaynor, The Commodores, y la tapa al pomo fueron los Bee Gees, en ellos se detuvo unos años la moda musical, eran el paradigma de lo que había que hacer, hasta los Rolling  Stones empezaron a cantar con falsetes y a usar el sonido de los graves de modo exagerado.

Otra vez Led Zeppelin, Deep Purple, Genesis, Yes, Queen, Pink Floyd y entonces conocí a Jimy Hendrix y se abrió un nuevo mundo, incluso entendía mejor la música de los Stones, de Dylan de los Zeppelin, y eso me llevó a escuchar blues. También llegaron los discos de Peter Frampton con Show me the way, Ted Nugent, Pat Travers, y los Kiss.

Solo quería escuchar rock and roll, the Doors, The who, the Kinks, the faces,  Winter, Bowie, o los Police, pero también estaban Roberto Carlos Andy Gibb y Nicola di Bari.

 No fui el hacha del barrio bailando, pero me sabía mover con la música disco, nunca tuve mucha idea de bailar son ni música salsa. La verdad es que no me gustaban los bailes acompasados, me gustaba lo que a los viejos les escandalizaba, bailes en cada uno va por su lado, en que no se sabe quien es la mujer y quien el hombre, y que te dejan tan extenuado que más tarde toca bailar juntos, muy apretados.

Mucha música funky para luego terminar con Billy Joel, Barry White o Manilow, pechito con pechito.

  Entonces conocí el reggae. Marley , Tosh y Cliff. Y para mi solazo individual me dejé llevar por el duende del guagancó y otras formas de la rumba. También cantos afrocubanos a deidades del panteon yoruba. El tambor africano y las numerosas maneras que adoptó en Cuba aún me embrujan como pocos sonidos pueden hacerlo. A esa música no hay que pretender entenderla, comprenderla, sino que es mejor dejar que sea ella quien te recorra cada rincón, la cual te estudie.

Las chicas del rock que me movieron el suelo fueron Joplin, Pat Benatar, Patti Smith, y me gustaba el look de Chrissie Hynde, la de Pretenders.

Empecé a escuchar jazz, primeramente de Nueva Orleans, y Dixieland que es el mismo pero tocado por blancos, y luego swing, scat, ragtime, hasta que escuché be bop, en eso me quedé unos años. Luego Coltrane Keith Jarret y más rock de los viejos grupos. 

Al regreso a la Argentina entré en contacto con una catarata musical, el rock nacional, ya tenía dos discos de Sui Géneris y Pappo, pero conocí además otros grupos excelentes de Charly García, a Fito Paez, Baglietto, Spinetta, Porchetto, Los Virus, Abuelos de la nada, los blues de Celeste Carballo, Yorio, y mucho más Pappo y su guitarra gentil y abrupta.

Y al final me rendí y dejé entrar la música clásica, pero ese capítulo da para tanto que mejor lo dejamos en que ciertos compositores, los más conocidos por todos, me cautivan aún como en el primer día. Sobre los últimos años que viví en Buenos Aires comencé a acudir al teatro Colón a escuchar conciertos u óperas, con entradas muy acordes a la exigua economía que acuciaba mi bolsillo, siempre en las últimas plantas, en el gallinero. Luego en Madrid acudí al Teatro Real, ya en mejores localidades, pero siempre aquellas de oferta, lo importante era la música, que cuanto más alto mejor se oye.

También en España le tomé el gusto y el punto al flamenco, música de duende como los cantos afrocubanos y el blues. Mi mujer me regaló una guitarra Telecaster para un cumpleaños de hace una década. A lo largo de estos años no saqué más que algunos arpegios, ni armé más de dos o tres temas. No la toqué como Albert Collins ni Keith Richadrs, pero sí lo suficiente como sentir cierta forma autocompasiva del gozo aún siendo un oreja dura, alguien que genéticamente está menos preparado para tañir las cuerdas de un instrumento musical que para volar autopropulsado hacia el infinito, más allá del Sol.

A través de mi vida he escuchado la música con dos  fines. Una es  el aporte contracultural, la compañera constestataria, como para otros fue un rudimento revolucionario; la segunda es que me hace sentir un placer  atenuado, sostenido, como el efecto del agua de una pequeña cascada  de montaña cayendo sobre el reverso de mis manos, que me ayuda a sobrellevar los rigores cotidianos y consigue calmar alguna parte levemente rayada en el anverso de mi hipotálamo.

Cuando llegó la parada en que debía bajarme para ir a buscar el coche, vi la etiqueta del jean de la chica de los auriculares y como el pantalón escindía su cuerpo en dos mitades simétricas, noble zanja, entonces pensé en comprarme un walkman rojo como el primero que tuve, pero más moderno y pasarme el día moviendo la cadera  y los brazos al ritmo de la misma música de siempre en los nuevos soportes. Pero no sé si esos aparatos son precisamente para mi, que necesito ver gente alrededor compartiendo mi ruido o mi silencio, mi rock and roll de frenéticos riffs y punteos, para dejar luego que los mimos asomen con la sugerente melodía de el gato que está triste y azul.

O subir a la buhardilla y ejecutar en la Telecaster, alguno de los tres arpegios aprendidos, hasta que mi hijo y mi esposa  supliquen por silencio de rodillas y prometan ser buenos durante el resto del día.

 

           

 

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10 marzo 2012 6 10 /03 /marzo /2012 01:20

 

 

 

Abrí el periódico sentado en el sillón de cuero frente a un café con leche por degustar y me percaté de que por primera vez en mucho tiempo sostenía en mis manos el matutino de papel.

Ya no es una percepción de que el mundo de la lectura será digitalizado, en mi caso es un hecho.  Cabe discutir cuanto me aleja este soporte de usar esos valiosos e insustituibles minutos de solazo en lo que era la lectura clásica. Desde las primeras horas en vela del día hago un repaso  en computadora por diferentes periódicos nacionales e internacionales, reviso mis casillas de correo, las redes sociales, algunas páginas informativas que no son exactamente periódicos ni blogs, y luego paso a ver cuadros y recuadros, esquemas y formulas del trabajo, cuando dejo paso  a mi mujer en el ordenador principal de la casa y doy mi último sorbo de café para salir a discutir el cobre por los campos de Castilla casi cada día, por lo general ya leí lo que en libro serían unas diez páginas, y en periódico de papel hubiese supuesto la totalidad de lo que se suele consumir. Y aún quedan las lecturas del resto del día, carteles, señales direcciones, indicaciones, más información en su mayoría descartable, prospectos, folletos, tarjetas, navegadores, mensajes e internet en el móvil, y a media mañana otra lectura de algún capitulo del libro que  lleve encima, y al cerrar el día una nueva tanda de internet y papelitos del trabajo antes de tomar por unos pocos minutos ya, inevitablemente, ya más por una cuestión de honor que de placer, el libro de la mesita de luz. Que aún continúa siendo de papel y cartón, y que aunque no sepa por cuanto tiempo más, todo parece indicar que por muy poco más. Sin contar con lo que escribo, ya casi siempre en un ordenador, que también lo leo, incluso dos y tres veces.

El diario decía que habría huelga general en España en marzo de 2012, a unos días de aprobada por amplia mayoría del Partido Popular,  la ley laboral que más daños inflige a la clase trabajadora, que más logros se cepilla de un plumazo, que más modifica el mapa de los emolumentos a percibir y los derechos de los trabajadores sin modificar no obstante ni un ápice sus pésimas costumbres  y usos. Los vicios anti productivos de una ociosa clase sospechosamente llamada trabajadora.

Y es que en efecto, para paliar los daños de una mal llamada crisis ya que muestra visos de status, que incluso amenaza con profundizar antes de estabilizarse, convenía llegar a un acuerdo, a un consenso con las partes interesadas y sentar las bases para la construcción de un nuevo país, de una nueva mentalidad frente al trabajo, habida cuenta que las relaciones de poder a nivel mundial están experimentando modificaciones estructurales que dejarán con toda probabilidad un mapa muy diferente del que estamos acostumbrados a ver, por un lado Estados Unidos rigiendo los destinos económicos del mundo y por otro Alemania, Francia e Inglaterra desde Europa apuntalando esa supremacía occidental. Parece que el castillo de naipes si bien no se viene abajo del todo, si que pierde algunas de sus plantas superiores, aquellas armadas con mayor dificultad, desde las cuales el mundo se observa por encima del hombro. No se invertirá la tortilla pero parece que ya no gozarán de esa diferencia tan abismal con el resto de civilizaciones, que les permitía dormirse en los laureles. Y a España ese octavo lugar entre las economías desarrolladas del mundo que ostentó alguna vez, lamentablemente lo más probable parece ser que le vaya a sonar a lengua olvidada, a leyenda perdida en el magma de los tiempos. Porque con suerte y muchísimo esfuerzo podrá resituarse al nivel de las sanas y competitivas economías pujantes de los países satélites de las potencias emergentes asiáticas más Brasil. No del todo  halagüeño el panorama que aparece pintado en el horizonte.

Sin lugar a dudas había que darle unos retoques a los hábitos adquiridos en los últimos cuarenta años de enorme crecimiento, desproporcionado con la educación del nuevo proletario burgués, con el aprovisionamiento del acervo cultural de este para su novísimo nivel.  Almuerzos opíparos, parones para descansar y siestas que ya es imposible cristalizar por la lejanía del trabajo y la casa, extensos descansos para desayunar en medio de la mañana, largos períodos de tiempo de vacaciones extras a las correspondientes, por fechas festivas en su mayoría religiosas, puentes, fiestas regionales, pagas dobles , cestas , cenas de empresas,  variadas maneras de la alegría ibércia y un extenso etcétera que llevaría demasiado espacio enumerar pero que se resume en dos palabras: escasa productividad.

Con arreglo al mundo tal como lo conocemos, Alemania paga la factura, y hasta ayer no muy a desgano ya que no era poco lo que ganaban teniendo a los países mediterráneos de rasgos displicentes , como consumidores exclusivos de su tecnología punta. Pero esto se está modificando a pasos muy aligerados.

Nadie parece ya querer subvencionar a nadie.

Pero de ahí a ocasionar un tajo transversal en los derechos elementales de la clase productiva, sin el más mínimo consenso, a través de una ocultación institucional a todos los niveles y no desprovista de toda suerte de engaños y estafas a nivel de propaganda electoral, va un trecho que conviene al menos analizarlo antes de ser andado.

La reforma laboral debería contener cambios que apuntasen a una recuperación no solo del número de empleos, sino de la eficacia del sistema. Y en este apartado si bien los empleados suspenden con una nota llamativamente baja, los empleadores no le van a la zaga. La medida se ceba exclusivamente en convertir lo más posible  una clase obrera europea en una oriental, pero no toca en absoluto las modificaciones de la clase empresarial española, a la sazón mucho más vetusta e inapropiada para hacer frente a los nuevos desafíos que los actuales damnificados.

El empresariado español es básicamente pre capitalista, con muchos comportamientos feudales en sus manejos, muy apegado a formas de relación con el poder que resaltan por su carácter corrupto al ser observadas bajo un prisma moderado y moderno. Este empresariado recurre muy a menudo al pago de prebendas, de comisiones de tajadas a los representantes del poder público, como medio de obtener las licencias que le permiten desarrollar sus actividades lucrativas. La altísima connivencia de los asuntos privados con los poderes públicos y la escasísima percepción de incurrir en una falta o delito que en España se tiene, dado a los inexistentes castigos que estas practicas delictivas conllevan, unido al adocenamiento de sus políticas empresariales, y a la practica dinástica dentro de las empresas, incluso en la concepción popular de que el patrón debe ser el mismo que lo es desde tiempos pretéritos ya que sabe como hacerlo, cuando es justamente los contrario, hacen que sea de carácter urgente una ley de reformas del mercado laboral pero en lo que atañe a cúspide de la pirámide jerárquica precisamente.

En el  sentido de la corrupción mucho hay que trabajar ,que legislar y que sentenciar, y respecto del atraso cultural del concepto de empresa se haría bien en insistir en las buenas prácticas a través de manuales, de televisiones, de cursos, en fin los mecanismos represivos unidos a la profilaxis y la educación. Del mismo modo que con la clase trabajadora.

Estamos acaso en uno de los tiempos menos propicios para la algarabía y el festejo, en horas muy bajas de la moral colectiva, los corruptos salen airosos de los combates dilécticos y legales, y sus perseguidores resultan  gravemente lesionados por las leyes que deberían auxiliarlos. Está el país al revés. Y de este contexto no se salva la masa que forma la sociedad. El empleado debe hacer un un esfuerzo, para trabajar acorde al nivel de vida que desea mantener o bien aceptar de buena gana el tren de vida que corresponde a su actual productividad. Sin que ello suponga una merma de los derechos obtenidos por luchas pretéritas. Y el tejido empresarial debe hacer votos por cambiar radicalmente su estructura mental, y valorar más los recursos humanos buscando fórmulas que promuevan la eficacia en detrimento de las rémoras que premian  el presentismo y la obsecuencia jerárquica.

Pero nada de eso encontré en el periódico. Solo una esquela debajo del anuncio de la huelga general, como contrapeso a las fuertes medidas anti populares impuestas por decreto, que dice que el gobierno promueve un código de buenas practicas, a través del cual apela a los buenos sentimientos de la banca, la misma que condujo a esta situación de descalabro económico sin ruborizarse demasiado, para que muestre tener su porción de corazoncito con el desgraciado que deba sufrir un desahucio, que en España va acompañado de la permanencia de la deuda  adquirida de por vida aunque se entregue el bien hipotecado, y se le perdone la deuda. Siempre que el banco así lo desee hacer.

 

Le seguía de lejos la sección de deportes, a la que acudo sin demasiado preámbulo, a falta de contratapa cómica como en Argentina,  cuando siento que el contenido de lo que estoy leyendo, por su tenor graso comienza a ponerse espeso, denso, o cuando está a punto de conseguir enrabietarme, en una  de las pocas mañanas, de las últimas en que leeré el diario de papel, arrebujado en mi sillón de cuero frente a la humeante taza  aromática.

 

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7 marzo 2012 3 07 /03 /marzo /2012 02:58

 

 

 

Me había dado ataque de asma violento a causa de la humedad y el viento que soplaba del mar con fuerza dejándome los bronquios adobados de sal mojada. Le había dejado mi aparato Ventolin a Ian, nuestro amigo de Dublín, en el castillo de Kilkenny, me lo pidió para quitarse el asma matutina que parece atacar con mucha frecuencia en la húmeda Irlanda, lo usó antes de lavarse los dientes y cuando me lo devolvió su boquilla de plástico azul olía a mil demonios, así que decidí que era una buena ocasión para pasar por generoso,  estaba a tiempo de ganarme algunas Guiness a cambio de mi buen acto. Pero no pudo ser, tomamos esa misma tarde el tren a Galway, nos despedimos de Ian camino de la costa oeste, de modo que el gesto resultó plenamente altruista.

No tuve más remedio que ir al médico, mi mujer hablaba mejor inglés que yo, pero yo era menos tímido para comunicarme así que al final en los viajes  siempre terminaba parloteando yo, aunque detrás la tenía como un acicate corrigiéndome cada interjección, cada error gramático como un mosca testicular.

- Hospital- dije y el taxista me entendió sin mayores complicaciones.

Me dijo que si quería me esperaba afuera sin el taxímetro encendido. La verdad es que ya nos habíamos acostumbrado a la amabilidad de la gente en Irlanda y Gran Bretaña, llevábamos unas semanas dando vueltas en tren y ferris por las islas y en varios sitios nos habían llevado en automóvil cuando únicamente habíamos preguntado una dirección, en un pueblo incluso el que nos subió al automóvil nos invitó a tomar unas cervezas a su casa, cosa que declinamos más por prisa que por decoro, no sin sentirlo verdaderamente en el alma.

Así que la campechanía de la gente no nos asombraba ni siquiera en la distinguida Londres. Pero sí una singularidad.

En el trayecto al Hospital, que resultó ser una pequeña clínica, se desarrolló una charla en la que le contamos que íbamos desde España pero que yo era argentino, y mi mujer le contó que yo tenía ascendientes irlandeses, que eran más exactamente de aquel Condado, entonces él miró por el retrovisor y me dijo,

 -Sí en efecto , esta es la zona de Irlanda en que hay gente con el pelo moreno como usted- le expliqué que mi pelo lo más probable es que no fuese herencia de ningún irlandés ya que yo llevaba muchas generaciones de argentino, y ahí, en ese pozo sanguíneo lo más posible era que hubiese habido de todo. Cuando le dije el apellido, me dijo que esa era una de las veinte tribus de Irlanda, y de las más importantes de esa zona, que me llevaría cuando me hubiesen curado.

Directo al castillo Lynch, que provenía de la voz normanda Lench o de la gaélica O’ Loinsigh. Y que era cerca de donde el gobernador de ese mismo apellido había colgado a su hijo hasta la muerte por ladrón, dando además un escarmiento a todos los habitantes de la ciudad. El médico me dio unos medicamentos allí mismo después de atenderme y me recetó otros que me dieron en la farmacia de al lado gratuitamente, al igual que la consulta.

En agradecimiento a su generosidad,  le conté al taxista que aquel antepasado nuestro que era ilustre dentro de la familia, y al cual se le adjudicaban todo tipo de proezas heroicas antibritánicas, había brindado su aporte genético en su descendencia para que surgiese otro familiar mío ilustre, pero este famoso incluso fuera del ámbito familiar, el Che Guevara. A lo que no tuve que agregar nada más, el hombre tenía buena constancia de las raíces irlandesas del personaje americano, y con cara de niño sorprendido me llevó hasta el castillo y no nos permitió pagar  la carrera. Le dí la mano, las gracias y caminé hasta el muro del edificio en una calle peatonal donde sesionaba un banco.

Un banco, nada muy diferente de un palacio de gobierno, ni susceptible de adoptar muy distintas medidas con sus hijos díscolos.

Galway acaso es la única ciudad irlandesa donde la gente es sofisticada, donde algunos bares cuentan con mesas que no están pobladas de cervezas Guiness sino de un café, un vino y una vela. Gente estilizada con y sin asma, que camina por su malecón recibiendo el salitre en sus caras. Y es que fue una ciudad muy cosmopolita, incluso Colón estuvo allí antes de pergeñar sus planes para rodear el mundo en busca de la pimienta y el orégano para las chuletas renacentistas.

Ese tenor mundano de la urbe le permitió al tatarabuelo de mi abuelo, salir de allí con rumbo a Cádiz, cuando sintió a los ingleses pisarle los talones, por su actividad nacionalista o por cualquier otra menos épica; da igual, el paso del tiempo y su audacia le habían granjeado el derecho de agenciarse la anécdota que mejor le calzase a su memoria y a la salud de nuestra estirpe.

Regresamos de aquél largo viaje muy contentos y cargados de anécdotas con cierto charme, más o menos barnizadas y tamizadas en el salitre de la costa oeste.

Esto fue a finales del siglo XX, hoy en 2012 está teniendo lugar una polémica desatada en la misma ciudad del Ventolin gratuito, a raíz de una propuesta para homenajear a la figura de Ernesto Guevara de La Serna, conocido como el Che, con un monumento a construir por el artista de Dublín Jim Fitzpatrick.

La idea inicial es promovida por las cancillerías de Argentina y Cuba, y aceptada por el Mayor Billy Cameron de la ciudad de Galway, quien encontró una fuerte oposición por parte de Ileana Ros-Lehtinen, representante del Estado de Florida del Comité de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, la cual plantea que este monumento ofendería a las victimas del Che y de toda la Revolución, y sus familiares exiliados en Estados Unidos o a la memoria de los fallecidos. Argumentando que sería una rémora para el turismo y para atraer inversiones extranjeras, a lo que ciertos sectores irlandeses responden con la afirmación contraria, o sea plantean que semejante celebración llevaría turismo, le daría fama a la ciudad, y que sería un homenaje a las causas de los desfavorecidos por las que el Che luchó y murió.

La polémica está servida.

Debo decir que desde que uso la razón, en la medida en que me fue cedida,  jamás se tuvo en cuenta la cantidad de víctimas necesarias para erigir casi todas las estatuas que pueblan parques, plazas y espacios públicos, de guerreros, libertadores, militares, o "héroes" del mundo entero, a  merced de una evaluación de la virtud de forma totalmente parcial.  Incluso vivo en España, un país donde continúa siendo motivo de debate, terminar de una vez con todos los monumentos que celebren la triste obra del falangismo, que aún adornan prestigiosos enclaves de pueblos y ciudades.

Pero aún teniendo en cuenta el sospechoso dato de que este fuese el primer caso, en que contar con victimas mortales fuese óbice para permitir el emplazamiento de una celebración plástica, como monumento, estatua ecuestre u otro tipo de escultura en espacio público, pienso que no está del todo desacertada la propuesta de que solo se erijan figuras que sean consensuadas por todos los ciudadanos y por todas las sensibilidades, y acorde a mis cánones del buen gusto agradecería que se abstuviesen de colocar aquellas de personajes que se hubiesen destacado por su agresión a cualquier ser vivo.

Aunque en un principio debiésemos dejar desnudos los sitios públicos infestados de innumerables pedestales de vencedores inmortalizados, o debiésemos revisar desde los ídolos de los cómics con que nuestros hijos y nosotros nos criamos hasta los valores  consensuados como cualidades del héroe.

Encontraría de buen gusto y casi de aplicación obligatoria la propuesta y las razones de la señora Ros-Lehtinen, si previamente o al unísono se procediese a derrumbar todas las efigies que hubiesen provocado algún daño irreparable en vidas, incluidas desde luego las de la antigüedad y quizás con mayor razón, así como toda obra que en su construcción habría causado pérdida de vidas humanas.

De lo contrario, si esto a alguien le pudiese suponer un ejercicio de coherencia demasiado onerosa,  mientras tanto creo que lo más atinado y lo más cercano al ideario democrático, es que cada uno de nosotros en nuestro pleno uso de la libertad, sin coerción alguna decida que monumentos quiere visitar,  que ídolos desea  adorar o admirar, y que ideologías, religiones, o tendencias desea suscribir.

Por lo demás yo desearía por siempre  que en Galway  se hiciese un cuadro del taxista que nos esperó a la puerta de la clínica durante una hora y luego nos llevó gratis hasta el castillo de Lynch.

 Y colgarlo allí mismo, sobre el balcón donde el gobernador ahorcó a su hijo, no para dar escarmiento a los hombres , sino un nuevo tipo de mensaje no de carácter vinculante.

Darás un aventón al prójimo.

 

 

 

El lienzo del castillo Lynch.
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6 marzo 2012 2 06 /03 /marzo /2012 15:16

 

 

 

Por más que me haya deshecho todo lo que he podido, de que a lo que quedó le haya puesto una base resistente con rueditas a modo de side-car procurandome la mayor comodidad al andar, por más que le haya colocado incluso un chip y motor propio, es tanta la carga que llevo encima en materia de educación culposa judeocristiana- comunista- socializadora- kibutz- koljosiana, que aunque quisiera, aunque fuese mi deseo más intimo, no podría pertenecer sin despertarme en medio de la noche orinado de pies a cabeza, a la tribu New Age, ni a la horda individualista de la sociedad post industrial a la que pertenecemos. Pero sí defiendo que por menos que realizarse en la vida,  que perseguir la satisfacción de estar aquí que permita compartir lo mejor de uno mismo y en cierto modo tender a pasarlo todo lo bien que se pueda: ¿ para qué vivir?.
Tanto la lepra como la cura necesitan de lo mejor de la piel, la carne y el hueso para hacer bien su trabajo.
No veo ninguna posibilidad , ni siquiera en medio de una catástrofe, de que anulando los rasgos personales, distintivos se puedan obtener buenos resultados, frente a resaltarlos a potenciarlos, y eso sí, a diferencia de los individualistas, poniéndolos en función del bien común, del beneficio comunitario. Solo entonces puedo soportar el concepto de la Masa.

Incluso en el deporte de equipo pienso que todo funciona mejor cuando se coordinan las diferentes habilidades en pos de un objetivo compartido, dando rienda suelta , incluso exhortando a cada individuo a sacar lo mejor de sí, sin que olvide que es parte de un todo; más que cuando, o bien el equipo se somete a un dictamen  del cual no se puede substraer, o cuando cada uno va por libre a su aire.


He podido observar como después del fin la HIstoria, a la que se refería Fukuyama o Lipovetsky, las masas ya atomizadas, libres de elegir, nos uniformamos con vaqueros en las mismas cantidades que los acartonados pero más baratos trajes que aborrecimos, y nos atiborramos de hamburguesas de una o dos marcas por libre elección, y es que al final somos muy parecidos, somos muy predecibles, pero solo si alcanzamos ese nivel de "idiota social" por nuestra cuenta , seremos además un idiota feliz, realizado, con nuestra cuota de frutraciones pero pocos odios sociales.
El único inconveniente es que esto nos dejaría con pocos culpables a nuestro alcance fuera de nosotros mismos, que nos socorran en caso de precisar un siempre bienvenido chivo expiatorio.
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4 marzo 2012 7 04 /03 /marzo /2012 23:08

 

 

Hace poco tiempo que entré en contacto con Twitter, y más recientemente tuve la ocasión de conocer a los famosos Trolls, esos sujetos cuyo único fin es criticar sin aportar muchos elementos positivos. Apareció uno primero acusandome de traicionar el latinoamericanismo. Nunca entendía  quienes dicen tener al enemigo en sus paises y luego son nacionalistas.

Al poco se fueron sumando más, hasta que constituyeron una especie de comando inquisitorial que se hacían con mi escueto espacio virtual tan rápido como una plaga.  Sin preámbulo alguno me llamaron extremista de ultraderecha, Yoanista a sueldo de la CIA, e incluso llegaron a referirse a mi como fascista.

Al margen  los resultados que arrojó un elemental análisis de los sentimientos que aquellas acusaciones provocaron en mi, que fueron disimiles y no siempre del orden de la risa burlona, lo que más me impresionó es lo poco actualizado del repertorio de acusaciones y agravios. Teniendo en cuenta la similitud que guarda con los epítetos vertidos sobre el mismísimo Trotsky quien no fue sospechoso de imperialista, con motivo de su ostracismo por parte del estalinismo.

No podría asegurar que dichas exaltaciones no me provocaron un gozo orgiástico, aunque debo admitir que tampoco me causaron molestias particulares, incluso encontré apasionante que alguien me considerase de la ultra derecha. No obstante hubo un post de un Troll que me dejó pensativo, y que logró aportarme más en materia de conjetura, aunque de tenor muy concreta esta, que muchas pesquisas previas realizadas para tal fin a lo largo de mi vida.

 El post del Troll rezaba: "Este tipo no es nadie y se cree el centro del mundo", en referencia a mi persona.

Y por primera vez, aunque de manera concluyente,  esto me condujo a preguntarme, si acaso, todos los problemas de estos pobres diablos, y de todos esos seres que siguen consignas ciegamente, cuales soldados capaces de morir y matar por ordenes arbitrarias, no tienen su génesis, en el desconocimiento de que el centro de cualquier vida, sea esta insignificante, honorable o despreciable, es el beneficiario de esa vida.

Desde la antigüedad, ciertas líneas de pensamiento se inclinan por considerar que en el individualismo, no radica la superioridad humana, sino que es una rémora de su condición que le impide un estadio superior, una vez que consigue dejar paso a la conciencia de masas, habida cuenta de la necesidad de la unión para cristalizar los proyectos sociales.  Y que siempre que se alcance una conciencia de rebaño a merced de este proceso de generosidad, se consigue, paradójicamente,  crecer como individuo, como seres racionales, distanciándonos más de la bestia, y del egoísmo natural de los animales. Conozco esta corriente, y creo que ni en casos de emergencia marcadas por desastres naturales o provocados por el hombre, conviene estar preparado para poder asumir ese triste rol de masas, que haga primar la  condición del nosotros frente a la del yo.

Me caben serias dudas si aún en condiciones extremas, la disciplina y la sincronización en el grupo no se alcanzan con mayor eficacia si cada uno hace gala, de sus mejores habilidades.

Quizás el talón de Aquiles de las sociedades, que fueron  incorrectamente llamadas socialistas, y de todas las autoritrias en general, más que el haber privado de la posibilidad de un mundo material variado, de la elección de diferentes opciones en política, que la opción de un modo de ser y manifestarse sin ser previamente refrendado en las organizaciones de masas, ni consensuado por ningún Partido; no haya sido, sino otro que someter al dictamen del rebaño, del tropel, de la masa informe, de la manada, todo vestigio y muestra de brillantez personal, toda ambición o motivación nacida desde las entrañas del ser, del único todo indivisible, del que hasta ahora se tenga noticia aparte del átomo, del Yo.

Aún cuando no contemplo la posibilidad de las fuerzas sobrenaturales en los destinos de mi vida, ni profeso fe alguna que no sea la libertad y el placer de la vida como única religión, empiezo a aceptar que sin embargo sí que me acompaña en las diferentes etapas de mi vida, el karma de encontrarlos vociferando sus incongruencias, y cercenándose a ellos mismos sus propias alas,  a los modernos intolerantes de siempre, a los mismos viejos Trolls.

 

 

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29 febrero 2012 3 29 /02 /febrero /2012 01:47

 

 

Al poco de regresar a Buenos Aires,se me hacía pesada la relación familiar, y era lógico yo ya tenía veinte años, y mucha necesidad de vivir solo, de modo que me fui a una pensión del barrio de Flores, de habitaciones de madera noble y escaleras anchas, y una señora de  peinados y costumbres tan antiguas como reconfortantes que oficiaba como anfitriona solía repetir:  

_ "Todos tenemos algún defecto, no ocurre igual con las vitudes".  

Yo había decidido dejar de beber, y lo estaba cumpliendo sin ayuda de fármacos ni de grupos de apoyo. Debo decir que hasta la fecha llevaba tres años bebiendo al más alto nivel, pero mi cuerpo era joven y la afición aún no me había minado el físico de manera tal de no poder detenerla por un tiempo. Le pagaba por habitación y desayuno, pero todas las noches me traía una sopa o un sandwich, decía que yo le recordaba no sé que pariente, con elcual por lo visto se llevaba muy bien. Solía bloquear los bolsillos y destrabar la bragueta al escuchar cualquier elogio a mi persona, y sabe Dios devorador que entonces nada me habría gustado más, pero aquel no era el caso, al menos no sin mayor decoro en el cortejo. Guardaba apariencia antigua, pero no presentaba aspecto de vieja, su figura esbelta, la fuerza de su mirada y el sinuoso e impreciso talle de sus vestidos, dejaban presagiar sorpresas más bien agradables bajo aquellas prendas, aunque aquellos patitos solo navegaban sobre las aguas de mis lagunas mentales.
En aquel sitio después de las horas de trabajo, me sentía con una libertad inmensa, leí toda la obra de Shakespeare traducida al castellano en volúmenes de Ediciones Cubanas, bajo los títulos de Dramas históricos, Tragedias y Comedias, solo me dejé para más tarde los sonetos. Así fue que me enamoré para siempre de la literatura de Shakespeare, porque aún cuando había pasado tanto tiempo y procedía de un sitio tan disímil del mío culturalmente, hablaba con un lenguaje atemporal de los problemas universales, de los asuntos de todas las personas, que parecía escrito por un compatriota contemporáneo atravesano las ciudades y los campos con una mochila al hombro y observando todo a su paso, solo que de una calidad literaria que convertía en imposible esa contemporaneidad, porque solo había habido uno tan bueno y había escrito mucho tiempo atrás en la nubosa Inglaterra. 
En aquellos días compré mi primera walkman, era roja y me pasaba el tiempo libre con música en el oído y libros en la mano, le di un poco de descanso al rock para empezar a escuchar jazz, blues y música clásica. Me pasó con Beethoven lo mismo que con Shakespeare. La sopa de la anfitriona era realmente exquisita.
Mozart es para mi la belleza en las formas, la gracia , la variedad inagotable, el trino el gemido del orgasmo y el salto por la ventana de la morada de la adúltera; Bach sin embargo era el reposo, la belleza del contenido, el olfato, el tacto con el anverso de la mano, la caricia del aire tenue, la tibieza del sol comedido, la suavidad del terciopelo y el descanso en el cuello mullido, pero Beethoven era el toro, era el rayo, el trueno, la ola gigante de mis pesadillas y el barco inmenso de mis sueños, era el crepitar del fuego, la copula entera, la pelea a puñetazos, el galope, el disparo en la batalla, el petate del caminante silencioso, del hombre que asumía riesgos; también era el herido, el perdedor, el malquerido, el difamado, el desterrado, el borracho, Beethoven era un semidios veterano más sabio que el Dios Bach y más fuerte que el brillante arcángel Mozart.
 

Las sopas de la anciana, la madera de su casa en medio de mi abstinencia, las palabras de William y el piano de Ludwig, quedaron atrapados dentro de mi, no muy lejos de los blues, donde atesoro mis defectos favoritos.  

 

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24 febrero 2012 5 24 /02 /febrero /2012 22:15

 

 

 

  Hoy un amigo me llevó a preguntarme si me estaba olvidando de mencionar ciertas cosas en los intentos de reflexiones convertidos en artículos.

Mi amigo me dijo que coincide conmigo en muchas criticas que hago del sistema mal llamado revolucionario en Cuba, pero que lamenta que nunca mencione las políticas bien hechas, los logros que se alcanzaron, y que por supuesto en cincuenta años, fueron más de uno y de diferente tipo.

He pasado un mal rato sinceramente, porque lo primero que sentí, es algo similar a lo que desde ciertos sectores, ya no tan queridos como mi buen amigo, se me quiere hacer sentir desde siempre. Me embargó un vértigo por la posibilidad de estar equivocándome irreversiblemente.

Analicé un poco la jugada, y ello me llevó unos tormentosos aunque apasionantes malos sueños de una movida siesta, que me recordaron la niñez y adolescencia más que cualquier otra cosa, cuando no podía apoyar la cabeza en ningún lugar sin que me asaltase una gran variedad de pesadillas.  Volví a despertar y seguí analizando el partido. No llegué a ninguna conclusión aún, voy actuando según pienso, nutriendo los pensamientos según siento y voy actuando.

 

El bien y el mal se disuelven en distintas porciones de otros ingredientes menos categóricos, e incluso se mezclan e intercambian aspectos de sus personalidades , se socorren mutuamente.

Las concesiones que se vieron obligados a hacer,  aquellas que nos refriegan constantemente cuando solicitamos cualquier explicación sobre cualquier deficiencia, fueron hechas como contrapeso para que un grupo pudiese perpetuarse en el poder, como sustento de una teoría que les permitía el acceso a ese estado de las cosas.

Algo había que dar, y según se lo analice, al lo largo del tiempo se puede concluir en que fue mínimo, ya que se pasó a dejar un país que había ostentado altos índices de nivel de vida en casi todos los tópicos en que se lo mire, en lo que es hoy a causa de diferentes razones, que no son estrictamente de orden voluntaria. El espíritu paternalista de este totalitarismo, no contempla que su pueblo atraviese una situación de serias dificultades económicas.

Huelga decir, pero lo quiero dejar asentado, que las guerras, todas sin excepción, las penas de muertes, las torturas , y todos los abusos sobre las personas,  inocentes o no, me parecen reprobables, deleznables y están en el lado opuesto mi filosofía de vida.  Como decía un primo mío, en una  entrevista a un periodista "... usted no encontrará ni una sola persona en esta familia que le diga que está de acuerdo con la Guerra de Irak"  ni con esa ni con ninguna, el derramamiento de sangre solo consigue un dolor irreparable. O sea que cada vez que me han propuesto hacer algo público para hablar mal de las guerrillas porque matan, o de los paredones en Cuba, yo les aclaro que en la misma entrevista mencionaré las guerras, las bombas y los ejércitos imperialistas como igualmente terroristas que estos guerrilleros.

Entonces  cambia el tono de la propuesta y pasamos a otro compartimento de la charla.

Y entre los conocidos de izquierda extrema piensan que soy un reformista trasnochado, malamente europeizado, y que le hace el trabajo al enemigo, aunque desde luego no oportunista,  no tuve como ellos el don de la ubicuidad, siempre voy contracorriente de la moda, ahora que en Argentina gran parte de mis conocidos, por cierto muy criticos, ostentan buenos cargos, yo aún cuando no tengo opinión sobre aquel proceso, prefiero estar al margen de toda prebenda, en Cuba fui apestado mucho tiempo por lumpen y aquí, soy un opositor absoluto a toda la chamusquina que huele a franquismo, fascismo, reminiscencia de la Santa Inquisición, que está creciendo últimamente y nos está sumergiendo nuevamente en el oscurantismo tenebroso del medievo. Pero sin la virtud de la poesía  y la caballerosidad.

También soy poco apegado a las mieles del trabajo, a la seriedad y quizás algo charlatán.  Lo que es, es.

 

Los logros de que hacen gala los dirigentes cubanos y algunos defensores, de esos que mastican cada día jugosos asados que en el socialismo serían condenados por subversivos, son lo mínimo que le supongo y pido a la Revolución, porque por menos que eso, no hay debate: ¿por qué aguantar medio siglo de sistema dictando estrictamente lo que hay que hacer y pensar, y la escasez de todo, y no poder salir de la isla ni a pedir sal al vecino?

Y a continuación de ello ¿no es más perverso este chantaje emocional, que una sociedad que directamente se autoproclame fagocitadora de lo que nos dejemos fuera de nuestra cartera?.

Escribo sobre Cuba y sus "contradicciones" porque me resulta intelectualmente interesante, pero no leerán una palabra de mis escritos, acerca de la mala suerte que tuvo ese sistema con su hambre, ya que esa la considero solo una circunstancia, aunque muy perversa, y sobre la cual hay mucho que discutir, si es inevitable, o si cediendo poder se habría podido evitar, pero no aprovecharía jamás esa mala suerte para atacar las políticas perversas de la dirigencia cubana acusándoles de hambrear a su pueblo, ya que en la misma insidia,  haría perder fuerza a los verdaderos argumentos.

 Admito que la vida que me proporciona esta sociedad me tranquiliza, no me interesa en absoluto la riqueza, aunque sí la holgura . Admito que no vivo en la pobreza igual de feliz que en la opulencia, ni igualmente cómodo. Y a continuación digo que no puedo ayudar a nadie, ni participar en causa alguna si antes no me siento bien en la vida. El mundo lo empezaremos a mejorar no sin antes comenzar a ser sinceros con nosotros mismos y con los demás.

Desde hace mucho sueño con una sociedad donde no se suprima a ninguna sensibilidad, en incluso todas participen de los destinos de los gobiernos y las decisiones importantes, un sistema que contemple la posibilidad de que convivan politicas de la derecha, grosso modo las de finanzas y aparatos represivos o mal llamados de seguridad,  con las de de caracter social  como educación y salud diseñadas por la izquierda.

Es fin , culmino diciendo que quizás deje de escribir sobre el engaño de la generosidad de la Revolución socialista, cuando se admita que se hizo, como en casi todos los terrenos de la vida, lo que se pudo hacer, sin  arrogarse intenciones grandilocuentes ni soluciones trascendentales.

  No me alegra saber que hay nenes que se van a morir hoy por ncarecer de un plato de comida, pero soy de los que ha decidido y no sé si incorrecta y egoístamente vivir su vida en familia, intentando hacer lo mejor posible a mi alrededor, y hacer el bien en donde en realidad se pueda percibir, que irme de una vez y por todas a pasar el mismo hambre que ese niño, por vergüenza torera o cristiana, y morir igual que él. Nunca se sabe,  quizás un día lo haga, desde ya admito que está en algún lugar de mi hipotálamo, no dejo de ser un producto culposo de esta educación Judeo Cristiana, con sus pro y sus contra.

 

 El día que me vean muy preocupado por África, será desde una tribu, y no puedo jurar que eso no vaya a ocurrir jamás, aunque por ahora desde León, provincia de trato amable y generosas bandejas de manjares, le envío a mi  amigo y a mi gente en general este afectuoso saludo.

 

 

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23 febrero 2012 4 23 /02 /febrero /2012 00:59

 

 

 

 

             Dos cosas unen a los exiliados cubanos en Miami, una es la nacionalidad, y la otra es la poca gracia que les causa la sola mención de Fidel.

Los familiarizan estas características, pero no tienen muchos otros  denominadores comunes.

Creo que Miami resulta un prisma mucho más rico en matices para observar las características de las diferentes generaciones de cubanos que se han sucedido desde hace aproximadamente cincuenta años que la misma Habana.

De generaciones y clases sociales.

Los exiliados de la época del triunfo de la revolución, familiares de batistianos, hacendados, azucareros, son quienes reclaman además de mayor veteranía, más derechos a la hora de ser tomados como víctimas de Fidel, pero también en muchas ocasiones quienes menos mermados resultaron, por la pluralidad democrática de la sociedad norteamericana.

Luego están los exiliados de poco después, de los años sesenta, gran parte de ellos, personas ilusionadas en un principio con el cambio democrático que suponía la revolución, con el regreso a las reglas constitucionales, con algunos aportes en materia de justicia social, pero no de relaciones de producción. Desde alta y media burguesía, profesionales, propietarios de pequeños y medianos negocios prósperos. Dirigentes de partidos políticos, estudiantiles y sindicalistas. Incluso aquellos catorce mil niños conocidos como los Pedro Pan.

Hasta 1980, cuando se reedita otra gran diáspora, se fueron produciendo emigraciones por goteo aunque de importante cantidad de personas, impulsadas en su mayoría por el deseo de progreso económico, y de mayor libertad de expresión, ya se empezaban a ver elementos que habían participado activamente en la construcción del socialismo y que desencantados con los resultados deficientes elegían el destierro. Esta gente en su mayoría atravesaba el proceso del exilio o emigración en la más absoluta soledad e indefensión, pasaban años desde que solicitaban la salida hasta que les era concedida. Pasaban todo tipo de humillaciones y vejámenes realizando los eternos trámites correspondientes hasta el momento de subir en el avión. Ya consolidados los CDR, y sin su principal motivo que era vigilar la actividad contrarrevolucionaria, casi finalizados con el derrocamiento de los alzados de la sierra del Escambray, y la derrota de los invasores de Playa Girón, estos comités, además de los típicos chismes de barrio, se cebaban en vilipendiar a las familias que habían solicitado la salida y estaban en proceso de ser aceptados, se los marginaba, causando una gran división en la población entre personas que habían sostenido una relación de amistad, incluso de parentesco con ellos.

Los marielitos de 1980, fueron un fenómeno en Cuba y en Miami, en la isla porque se iban por primera vez en masa generaciones de personas formadas en la revolución, muchos que habían formado parte de las agrupaciones de masas revolucionarias, y que en algún momento habían participado de la efervescencia entusiasta que recorrió como una marea los cinco continentes. Y en Miami , porque por primea vez, sus compatriotas emigrados de antaño, recibían una tropa compuesta en gran parte por clase trabajadora, por primera vez un grueso importante de emigrantes de la raza afrocubana, con usos y costumbres clásicos de las clases proletarias de todo el mundo, prescindiendo del refinamiento y la sofisticación, para dar lugar a una sencillez e inocente gracia, lo suficientemente ocultadas por las primeras emigraciones cubanas en Miami, un tanto por la distancia social que los separaba, y otro tanto por la labor que les había llevado empezar a ser aceptados en los pantanos de Florida, como unos ciudadanos más.

Emigrantes de clase trabajadora desilusionados con la revolución que debió colmar sus expectativas de clase, pero no lo hizo, y en lugar de aprovechar este filón, el exilio aristocrático de Miami, los recibió con un entusiasmo menor que escaso.

Luego se fueron sucediendo otra vez por goteo los abandonos, hasta la crisis de los balseros, momento en el cual, quien no se quería de ir de Cuba eran casi exclusivamente los que ostentaban cargos de poder, y que por ende vivían opíparamente, 34000 balseros abandonaron la isla poniendo en altísimo riesgo sus vidas,  debido a una relajación de las normas de inmigración en las costas de Florida.

Después de ese flujo, se sucedieron hasta nuestros días los viajes sin retorno en busca de nuevos horizontes económicos pero sobre todo de libertad de elección y opinión. Así como a lo largo de todo el espectro, se sucedieron las salidas forzosas de presos politicos, una vez liberados, como de otros represaliados y de sus familiares.

Los motivos por los cuales cada una de las migraciones, rechazan a la revolución y a su líder máximo, varían desde la acérrima enemistad como es el caso de los primeros exiliados, hasta la abulia frente a la politización y doble moral extrema, del lenguaje y de la vida cotidiana dentro de los límites de isla, pasando por la objeción de conciencia de verdaderos revolucionarios que sintieron que la dirigencia los habían traicionado en todos los terrenos.

El reto será como harán para convivir en respeto mutuo esas diferentes susceptibilidades, percepciones de la política, de la sociedad, de la tolerancia, de la cultura, de los valores, en fin ese enorme Babel con idéntica lengua, cuyo sitio natural en una sociedad normal habrían sido tierras cubanas, pero que actualmente convive sin mayores contratiempos en un país que les ha brindado su apoyo, todo hay que decirlo, gracias también a la conveniencia de este en promover actos que desprestigiasen a una ya insalvable revolución.

La revolución cometió errores y ultrajes en su trato a todas las migraciones, incluso a la primerísima que escapaba de la justicia.

Para un demócrata pacifista, los fusilamientos merecen la más categórica reprobación, incuso aquellos de los más execrables torturadores, de los asesinos que arrancaron las uñas y la piel de estudiantes universitarios, de valientes trabajadores de la CNOC primero y luego la CTC de Lázaro Peña, de comunistas de Mella, de ortodoxos de Chibás, de  militantes del PSP, y de todos los demócratas y gente de bien, que se oponía al nivel de corrupción y violencia existente en la época de Batista. Pienso que en el mismo momento en que se creyó combatir el mal usándolo del mismo modo, como la ley del talión, no solo no se repuso un crimen anterior, sino que en el mismo sitio donde antes existía un abuso cometido por la violencia institucional, pasó a haber dos. Lavar la sangre con sangre es multiplicar por dos su derramamiento,  además de lágrimas, de bilis y de otros líquidos que en honor al decoro, huelga mencionar.  

A todos los exiliados sin excepción, se los trató de gusanos, de anticubanos, como si existiese el copyright de la esencia cubana ligada a una ideología, y se les impidió ver nuevamente a sus parientes y amistades, a sus barrios, en fin, a su país. Ese cordón cual umbilical une a las diferentes migraciones.

Tendrán un arduo trabajo para ponerse de acuerdo, en que ninguna posee el don de la verdad, por ende el bastón de mando debe ser de todos, debe ser compartido. Cada época de emigración tuvo sus características, unos han sido más aguerridos militantes anticomunistas, otros al contrario, y lo que le reprobaban a Fidel fue la traición los principios básicos de la igualdad en el pueblo que propone el comunismo, a otros como al abajo firmante, formaban parte de la generación que no soportan en sus vidas, más bajadas de línea, más teques, más cuentos políticos, ni militancias de ningún tipo, que solo quieren que se los deje hacer sus vidas tranquilos sin decirles lo que deben pensar ni hacer. Una generación que les dice a los políticos: ¿Quieres hacerme un bien? Olvídate que existo.

Ahora les tocará a ellos, los emigrantes, los desterrados, con toda su mochila de conocimientos y experiencias,  demostrar si en estos cincuenta años aprendieron la lección de la tolerancia. Gente que conviven como un gran conjunto, y sin embargo en condiciones naturales habrían sido clases antagónicas, habrían supuesto los empleadores y empleados, gobernadores y gobernados.

Al final, aunque no en suelo cubano, la revolución consiguió hacer desaparecer los antagonismos de clases.

No harían mal en practicar allí donde se encuentren, porque quizás más pronto que tarde, tengan la oportunidad, ineludible, de llevar a cabo todo lo aprendido.

 

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