Ojo Navidad, que muerdo
Cuando se va acercando la navidad, cada vez más próxima al fin del verano, me crece, a la par que a las calles le salen esas luces de campanitas, renos y pinos, una persistente urticaria en diagonal a la ingle. Muy probablemente participe la escasa reflexión a que invita, el anticristianismo que invoca en ese gasto desaforado, sin dejarse un solo céntimo, ni en el bolsillo pequeño del blue jean, para los necesitados, que precisamente, eran el "mercado meta" de ese Jesús al que dicen celebrar.
También puede ser que la bronca provenga de la ruptura abrupta de la tradición del arbolito, de las bolas de colores, acaso el desdén comenzó cuando me sacaron de aquella infancia, cuando la copa del cristal fino se hizo añicos y usurpó su lugar una enmohecida y proletaria perga de cartón, en la nueva realidad donde se nos dijo que la Navidad era un despropósito porque Dios no existía, cosa que todos ya sabíamos, como también intuíamos que tampoco papá Noel ni los reyes magos, aunque el silencio conspiranoico obrase a la perfección para indicarles que aceptábamos sus agasajos. Ccomo los del sigiloso ratoncito Pérez cada vez perdía un colmillo blanco.
De repente éramos hombres, habíamos crecido, "basta de chuminadas y boberías de niños malcriados en el capitalismo ¿qué es eso de navidad, chocolates, turrones, frutos secos, comida y arbolitos iluminados?" Ahora teníamos que formarnos para un día ser milicianos del bien, de repente teníamos enormes trancas, cojones monumentales, éramos ultra valientes, y recontra pingudos. Se acabó la bobería, lo único que se festejaría en esas fechas, sería el 2 de enero el sagrado triunfo de la involución, la victoria de la morronga por sobre la mariconería de turroncitos y cohetes ¿qué cosa es eso chico? ¿tú eres hombre o poeta? ¿tú eres revolucionario o indeciso? ¡Vamos a estar aquí!
Quizás después de tanta realidad, de tanto materialismo panzón y duro frío dialéctico, de tanto ¿qué bolá yenika? se me olvidó el espíritu inocente y las bondades que pueden encerrar esos dos días, nochebuena y navidad, solo esos dos días, y acaso la mañana de los reyes magos en enero. Pero jamás habría podido olvidar por más revolución que me convirtiese en un súper toletudo guapo de orilla, las semanas cada vez más sempiternas en que se ha convertido este esperpento de navidad al que le aplican el plural y se multiplica por decenas de veinticincos de diciembres cada fin de año.
Llámenme amargo obrero, como al renegado de la isla, como al malhumorado de la choza, como al ermitaño de la montaña, el probe Migué, llámenme Stormy Monday si quieren, como Albert King, o llámenme míster “aguas fangosas”, pero cada vez que se acerca este tormento me sale urticaria dentro en cada uno de los granos de pus virtuales que me pueblan los timbales.
Simon Bolívar es de todos
En las elecciones del seis de diciembre en Venezuela, se podía esperar, se intuía un castigo al chavismo, a Maduro por su falta total de carisma y su prepotencia y a Diosdado Cabello por su mano de hierro, aunque más que nada por la situación económica del país, hundido, destruido, arrasado por la ineptitud, la intolerancia el enfrentamiento entre compatriotas.
Pero nadie podía aventurar un resultado tan contundente, un correctivo tan severo.
Cierto es que aunque Maduro intentó por todos los medios que no se diese, dejando urnas tardías, amenazando por televisión que serían “candela con burundanga” en caso de perder, luego lo aceptó como es debido en un político cívico.
Estos años he conocido a grandes y buenas personas de aquella gran nación sudamericana, seres humanos que viven un profundo amor a su país, impresiona ver como la gente venezolana ama a su tierra, tanto los de una ideología como los de otra tienen una fuerte conciencia social, son seres informados, interesados a su modo en el destino de su terruño.
Hoy los felicito a ellos, ganadores desde ayer, pero parias estos últimos dieciséis años, y expreso mi deseo que de ahora en más, ni unos ni otros vuelvan a incurrir en el odio y la confrontación entre los venezolanos. Y también felicito al pueblo que lamenta haber perdido, temeroso de una improbable revancha, del retorno a una situación, que también por suerte, es muy improbable que vuelva a tener lugar.
De aquí en más todos saldrán ganando. Obviamente, unos más que otros.
La “oposición", llamada en su estado natural a no conocer la lucha, a no tener contacto con las privaciones, ni con el olor del suelo que pisan los pobres y el color de sus pies, no obstante estos años conoció de cerca tanto el dolor del destierro, de la represión en carne propia, como las penas de los que menos tienen.
No se quedaron lamentándose en su cascarón, ni siquiera los del exilio se contentaron con la patada en el trasero. Salieron a luchar, a manifestarse como siempre habían visto hacer a los alborotadores naturales, los que hasta entonces habían estado relegados del poder.
En un fenómeno nuevo en América Latina, las élites labraron un fuerte carácter en la lucha de oposición en condiciones verdaderamente difíciles, y sobre todo desconocidas por ellos hasta el momento.
Similar como fenómeno, salvando las distancias, a lo que ocurriese con buena parte de los terratenientes argentinos en el siglo XIX durante la conocida como “época de Rosas”.
A su excelente formación académica y al alto nivel cultural propio de las clases altas y medias altas venezolanas, estos años los opositores sumaron conocimiento y cercanía al pueblo, sumaron conocimiento y cercanía al dolor del destierro, de la prisión, de la desaparición. También sumaron mucha gente del pueblo, muchas personas han ido quitándose las vendas de la cara.
Espero por el bien de América que la conciencia que hayan ido forjando estos años, sea inclusiva. Al fin y al cabo, la vida y el ejemplo de Simón Bolívar es propiedad de todos los venezolanos.
Que una buena parte de la alta y media sociedad haya aprendido que los abusos de poder y la marginación de los desposeídos, indefectiblemente terminan siendo aprovechados por populistas y dictadores ególatras, interesados más en su propio beneficio que en cualquiera de las soflamas que los caracterizan.
¡ Que viva Venezuela, los venezolanos... y la isla Margarita!
Españoles, esta vez piensen por favor
Amigos españoles, por favor, tómense en serio este lapso de tiempo para decidir quien va a dirigir el destino de la nación, quien administrará el dinero y el futuro de todos los ciudadanos.
Cuando lo hagan, tengan por favor en cuenta estos cuatro años, las promesas de quienes ustedes votaron, sabiendo ya que eran los mismos golfos que dieron la espalda al desastre causado por el petrolero Prestige, pero albergando la poco noble esperanza, de que tal vez, aunque destruyesen todos los logros sociales a su alcance, trajesen algo de dinero fácil a los adocenados bolsillos populares.
Por favor reflexionen, reparen, con sus propios elementos, instrumentos o rudimentos de análisis, y vean que son los mismos que han atacado la línea de flotación de los logros sociales, conseguidos por la emancipación de las personas a lo largo de la Historia, y han destruido buena parte de ellos en pos de entregarlos para beneficio de la elite económica y de poder, ante quienes ellos responden.
No pierdan de vista ese paisaje por favor, ya que ocupa el noventa y nueve por ciento del horizonte.
Por una vez no sucumban a ese sempiterno círculo vicioso, consistente en elegir al dueño del látigo, gestado en el terror medieval de la Inquisición, de los señores feudales, de la extrema crueldad de los diferentes reyes y aristócratas y más tarde, la de los períodos dictatoriales que han prevalecido en la política nacional y que una y otra vez nos han llevado al final del camino al grito de: ¡Vivan las cadenas!
Confíen alguna vez en que son ustedes los dueños del destino de sus pasos, y empiecen a participar de las decisiones, hoy existe un instrumento idóneo para expresar incluso la opinión más secreta, apta hasta para el más atemorizado de los ciudadanos. La boleta dentro del sobre y en el cuarto oscuro.
Que no se quede solamente en un castigo a los depredadores de nuestro bien común, sino que este mes sirva para reflexionar acerca de lo que queremos ser.
Creo que en el fuero interno, en lo más íntimo, la mayoría quiere salir ya de una vez y por todas de esta adolescencia tardía, de este conservadurismo interesado inducido por el poder, de la parcial y por supuesto incompleta interpretación de la "tradición", toda vez que se nos ocultan con dolo los innumerables episodios de tradición hispana e ibérica de rebeldía, de valor, de ajuste de cuentas con sus opresores.
El primer y hasta ahora único momento en la Historia de las personas, en que el más acaudalado de los banqueros tiene el mismo peso que el más paupérrimo de los mendigos, es en el instante de votar. Cinco minutos antes y cinco después la diferencia entre ambos es insalvable, pero en ese momento puntual ambos valen igual para decidir quien nos gobernará.
Seamos merecedores de tal derecho y privilegio.
Lámpara verde
No sabía que hacer. Me quedé un rato largo mirando la lámpara verde de base bronceada, mi lámpara de abogado de despacho caoba- algarrobo y tapiz de billar, mi lámpara de Biblioteca nacional.
Dejé el bolígrafo, el móvil y la Pepsi sin burbujas que me estaba tomando y decidí salir a caminar por la ciudad.
Hay que aprovechar, no siempre se está solo en la nada, sin nada que hacer y con ganas de nada.
El diario anunciaba un concierto de greasy blues rock irlandés en el Gran Café. Los conciertos del Gran café son con olor a concierto de rock, el local es pequeño, de techo bajo, todo madera, y una tarima muy cercana a todos, el lugar es tan recogido que la tarima es casi simbólica.
Lo único que cambió del Gran café es aquel humo que solía haber cuando se podía fumar dentro de los locales. Ya no fumo hace años, agradezco no tragarme bocanadas de humo expelido con dióxido pero me solidarizo en secreto con esas sombras encorvadas, chupando el filtro con prisa, con culpa, o desafiantes, con una bufanda de cenicero por el frío del ciudad, mientras los que entran al local se tapan la nariz.
En la carnicería no se la tapan, se traga todo el olor a cadáver aséptico, en la perfumería menos aún, adentro todas las flores muertas, en cambio en el bañó del Gran café sí, hay que volver a taparse la nariz.
El concierto se anunciaba a las diez dela noche, me asomé a las diez en punto, y sólo había una mesa con tres parroquianos bajando cervezas, tenían el pelo largo, barba, eran fuertes y vestían camisetas de rock.
Me asomé a preguntarle al de la puerta que vendía las entradas si tocaban por fin o se había suspendido, me dijo que la gente llegaría más tarde. Le pedí un volante publicitario del grupo, dije que daría una vuelta y volvería, como cuando estás agobiado en una tienda que dices "- Vuelvo antes de que cierre" -
Al regresar sobre mis pasos, uno de los tres de la mesa se quedó mirándome fijo, intente girar la cabeza en dirección a la calle, pero su mirada tiraba de mi como una rienda de la cabeza de un caballo terco, me costó pero logré zafar y encaminarme a la esquina, luego pude ver con el rabillo del ojo que reía con los demás sin demasiada convicción.
Seguí caminando un rato pensando que si encontraba algo agradable que hacer podría retornar cuando estuviese más concurrido el local. Una Gibson Les Paul estaba de pie sobre del escenario, me gusta el sonido de esa guitarra tanto para rock como para blues, es muy acertada para un concierto en un garito pequeño, con los altoparlantes al lado dela oreja, para el guitarrista es un placer pisar el mástil y hacer un bend con dos cuerdas, sonando una distorsión no obstante muy limpia, el mástil es cómodo y las platinas nacaradas a cada rato llaman a los dedos del guitarrista para que haga un bend, para el público es precioso.
Claro te tiene que gustar la guitarra, el blues y rock greasy. Mientras iba pensando eso llegué casi a mitad de camino entre el Café y mi casa, así que pensé que otro día vería a otro grupo, y pasé a comprar una Pepsi light como la gente, con burbujas.
Cuando llegué a casa encendí la lámpara verde de bibliotecas finas, la luz iluminó el volante que le había pedido al portero del Gran café, y ahí estaban de pie, los tres barbudos de la única mesa ocupada, retratados mirando al foco de la cámara, los Crow Black Chicken de la Gibson Les Paul.
Fracocentristas
Doy por sentado que aceptamos el hecho de que cada gusto, inclinación estética, e incluso ética, nos viene legada y precedida de legionarios, de barcos con cañones, de arcabuces, de cimitarras, de aviones y bombas, de cohetes, etc. según sea la época de la colonización o la conquista.
Palermo chico y el barrio de los psicoanalistas se hizo a imagen y semejanza de París, las cúpulas de Congreso de Roma, Avenida de Mayo de Madrid no porque Baires esté geográficamente entre Italia España y Francia, sino por una neo-colonización cultural de que fuimos objeto muy a gusto, pero precedida de ese acto de violencia colonialista.
Nuestros referentes culturales e históricos, Gardel era francés, Cortázar belga y hablaba más francés que español, amaba París, Borges habría querido ser Londinense, san Martín luchó para España, y vivió y murió en Francia, quería vivir en Londres, Sarmiento incorporó la escuela francesa, Guevara hablaba francés antes que castellano y leía los poetas malditos franceses antes que a Vallejo, y un extenso etcétera.
También dicho esto, hay que decir que tanto los celtíberos hispanos adoptaron la cultura romana, como los mayas la española, como luego Buenos Aires la francesa y la inglesa las familias patricias, por la colonización, pero también porque tenían algo que ofrecer, por ejemplo, el Gengis Kan conquistó más que Roma, pero los pueblos conquistados no adoptaron ni una tradición mongola, , la URSS ejerció un dominio astricto y omnipresente en Cuba, y en La Habana no quedó ni una traición rusa, ni un solo dibujito animado se ha vuelto a pasar en la TV, sin embargo siguen viendo al gato Félix y a Mickey Mouse. Porque además de los tanques hay que llevar aportes.
El alcohol no era la droga autóctona de América, pusieron proscritas las originales y dejaron legal la importada de Europa, y así en todo el mundo, como los nombres de los colonizados y sus religiones, pero eso lo doy por sentado que lo conocemos y lo aceptamos.
Los argentinos somos eso, hablamos una lengua romance y no una lengua Pampa, Ona, Tehuelche, como cabría para quienes critican que sintamos el atentado de Paris, vestimos como europeos o norteamericanos, no como vietnamitas o laoseanos, ni siquiera como quilmes o diaguitas, comemos asados de vaca y cordero como los ingleses, ravioles como los italianos, tortilla como los españoles, etc. Rara vez comemos ñandú, llama, guanaco o armadillo.
En la patria de la carne proliferaron los Mc Donalds, le llamamos Patty como los norteamericanos a la carne picada, desde mucho antes que arribara el primer restaurante norteamericano de pattys.
Ahora bien, más allá de eso, el hecho de que en Madrid se sienta muy cercano lo sucedido en París, no tiene que ver en absoluto con esto, España es el país menos afrancesado que uno puede imaginar dentro de Europa a pesar de la cercanía a Francia, y muy a pesar mío, que como porteño soy mucho más francocentrista y amante de lo parisino que la mayoría de los españoles de la meseta, que construyeron una identidad en oposición al refinamiento y la sofisticación francesa, donde la campechanía es una virtud y la pedantería intelectual un defecto al revés que en la idiosincrasia gala, donde un exceso e campechanía puede ser tomado como una vulgaridad indeseable y cierta petulancia , altivez , complejidad en el pensamiento, tanto como en el vestir, en las formas y en el discurso, es gratamente bienvenido en virtud de un refinamiento integral, ético y estético.
Madrid vivió un verdadero shock con atentado terrorista más grande la historia de Europa, en marzo del 2004, y los efectos están en el hipotálamo de la población todavía.
Fueron casi los mismos quienes lo cometieron y casi las mismas victimas, en el caso de Madrid murió la gente que iba a laburar a la mañana en el tren y en caso Paris, la misma gente que ya había salido del trabajo e iban a escuchar rock o a tomar un café. No eran los grandes potentados europeos, ni ninguno de los culpables de la miseria del mundo.
Y además concurre el hecho de que es un país vecino, limítrofe y que la amenaza se vuelve a cernir sobre el área.
Sí, en Madrid o en Buenos Aires podría haber costumbre nigerianas en lugar de europeas, impuestas primero por los trogloditas de la antigua Eritrea al Nilo, luego por el Nilo al mediterráneo, luego a Grecia, luego a Roma luego a toda Europa, más tarde a América, y por fin al mundo, pero eso es Historia , esa ya no la podemos cambiar, lo que sí puede hacer de ahora en más quien quiera, es aprender a hablar quechua, aymará o guaraní ponerse un taparrabos y vivir en la selva.
Pero es cierto que no cuenta con la prensa suficiente.
Nanorrelato neandertal
Estaba reescribiendo un artículo para adecuarlo a los requisitos editoriales y me di cuenta de que ya no podía podarle más palabras sin privarlo de las ideas originales, del ritmo deseado, del giro, del viaje que todo escrito por estricto o resumido que sea, debe representar. Si no, deja de ser un bojeo a un continente de conceptos, para convertirse en una vuelta a la manzana, o en un giro sobre el eje de una percepción más o menos ocurrente.
Una cagada.
En cada post ya hay que sacrificar casi todo artilugio, toda descripción, hay que recurrir a imágenes globales para ubicar al lector en un tiempo y un espacio, rodeado de un medio ambiente con una sola palabra. ya sacrificamos adjetivos, metáforas, analogías, símiles, cosa hasta cierto punto de agradecer porque pocos son García Lorca. Pero es cierto, hay que matar la inspiración, porque el lector quiere papa frita, pero además la quiere con el sabor a ketchup ya incorporado y si se puede la quiere en la boca. Ya dejamos atrás el momento en que las lenguas tuvieron su máximo desarrollo y aplicación a la literatura o al discurso y vamos en franca caída, con el placer del trabajo cumplido, ya podemos tirar la casa por la ventana,entregarnos al descuido total tras haber alcanzado un inédito e irrepetible "nivelazo". Flaubert, Borges , Joyce, Proust, Dante A. o Goethe quedaron atrás, ya no los lee nadie ¿para qué? o mejor dicho: ¿páké? Se convirtió en un lujo para excéntricos o eruditos, el leer una idea desarrollada, olisqueada, saboreada , palpada por todos lados por el escritor y luego cerrada, o dejada abierta, pero no sin escudriñar hasta el último de sus rincones.
Estamos de regreso al sonido gutural, al berrido vocal, que le servía al hombre de las cavernas o de las sabanas para advertir lo estrictamente inmediato.
Cuanto menos logremos para comunicar algo más exitoso se considera el soporte y por ende mucho más valioso.
Twitter empieza a ser un poco tedioso para algunos, inútilmente extenso, porque la prohibición de usar más de 140 caracteres sin querer ha hecho que la mayoría de la gente busque consumir los 140, y no se trata de eso, se trata de usar 1 si se puede!
Si se puede decir ¡Cuidado! ¿para qué estirar inútilmente la advertencia con ¡Cuidado con el camión!?
Estamos yendo nuevamente hacia el : Argh; Urgh; berp; grock, sólo dudo que nos tome los años que nos llevó llegar desde ahí a Borges o Joyce.
Y no es que me parezca mal, si el receptor capta igual o mejor la idea, recibe la misma necesidad de la comunicación pero también el deleite de ser el comunicador por parte del emisor y pierde mucho menos tiempo a través de un youtuber que de Dostoyevsky ¿para qué estirarse?
No es que me parezca mal, lo que pasa es que lleva tiempo acostumbrarse.
Eurocentrismo
Doy por sentado que aceptamos el hecho de que cada gusto, inclinación estética, e incluso ética, nos viene legada y precedida de legionarios, de barcos con cañones, de arcabuces, de cimitarras, de aviones y bombas, de cohetes, etc. según sea la época de la colonización o la conquista.
Palermo chico y el barrio de los psicoanalistas se hizo a imagen y semejanza de París, las cúpulas de Congreso de Roma, Avenida de Mayo de Madrid no porque Baires esté geográficamente entre Italia España y Francia, sino por una neo-colonización cultural de que fuimos objeto muy a gusto, pero precedida de ese acto de violencia colonialista.
Nuestros referentes culturales e históricos, Gardel era francés, Cortázar belga y hablaba más francés que español, amaba París, Borges habría querido ser Londinense, san Martín luchó para España, y vivió y murió en Francia, quería vivir en Londres, Sarmiento incorporó la escuela francesa, Guevara hablaba francés antes que castellano y leía los poetas malditos franceses antes que a Vallejo, y un extenso etcétera.
También dicho esto, hay que decir que tanto los celtíberos hispanos adoptaron la cultura romana, como los mayas la española, como luego Buenos Aires la francesa y la inglesa las familias patricias, por la colonización, pero también porque tenían algo que ofrecer, por ejemplo, el Gengis Kan conquistó más que Roma, pero los pueblos conquistados no adoptaron ni una tradición mongola, , la URSS ejerció un dominio astricto y omnipresente en Cuba, y en La Habana no quedó ni una traición rusa, ni un solo dibujito animado se ha vuelto a pasar en la TV, sin embargo siguen viendo al gato Félix y a Mickey Mouse. Porque además de los tanques hay que llevar aportes.
El alcohol no era la droga autóctona de América, pusieron proscritas las originales y dejaron legal la importada de Europa, y así en todo el mundo, como los nombres de los colonizados y sus religiones, pero eso lo doy por sentado que lo conocemos y lo aceptamos.
Los argentinos somos eso, hablamos una lengua romance y no una lengua Pampa, Ona, Tehuelche, como cabría para quienes critican que sintamos el atentado de Paris, vestimos como europeos o norteamericanos, no como vietnamitas o laoseanos, ni siquiera como quilmes o diaguitas, comemos asados de vaca y cordero como los ingleses, ravioles como los italianos, tortilla como los españoles, etc. Rara vez comemos ñandú, llama, guanaco o armadillo.
En la patria de la carne proliferaron los Mc Donalds, le llamamos Patty como los norteamericanos a la carne picada, desde mucho antes que arribara el primer restaurante norteamericano de pattys.
Ahora bien, más allá de eso, el hecho de que en Madrid se sienta muy cercano lo sucedido en París, no tiene que ver en absoluto con esto, España es el país menos afrancesado que uno puede imaginar dentro de Europa a pesar de la cercanía a Francia, y muy a pesar mío, que como porteño soy mucho más francocentrista y amante de lo parisino que la mayoría de los españoles de la meseta, que construyeron una identidad en oposición al refinamiento y la sofisticación francesa, donde la campechanía es una virtud y la pedantería intelectual un defecto al revés que en la idiosincrasia gala, donde un exceso e campechanía puede ser tomado como una vulgaridad indeseable y cierta petulancia , altivez , complejidad en el pensamiento, tanto como en el vestir, en las formas y en el discurso, es gratamente bienvenido en virtud de un refinamiento integral, ético y estético.
Madrid vivió un verdadero shock con atentado terrorista más grande la historia de Europa, en marzo del 2004, y los efectos están en el hipotálamo de la población todavía.
Fueron casi los mismos quienes lo cometieron y casi las mismas victimas, en el caso de Madrid murió la gente que iba a laburar a la mañana en el tren y en caso Paris, la misma gente que ya había salido del trabajo e iban a escuchar rock o a tomar un café. No eran los grandes potentados europeos, ni ninguno de los culpables de la miseria del mundo.
Y además concurre el hecho de que es un país vecino, limítrofe y que la amenaza se vuelve a cernir sobre el área.
Sí, en Madrid o en Buenos Aires podría haber costumbre nigerianas en lugar de europeas, impuestas primero por los trogloditas de la antigua Eritrea al Nilo, luego por el Nilo al mediterráneo, luego a Grecia, luego a Roma luego a toda Europa, más tarde a América, y por fin al mundo, pero eso es Historia , esa ya no la podemos cambiar, lo que sí puede hacer de ahora en más quien quiera, es aprender a hablar quechua, aymará o guaraní ponerse un taparrabos y vivir en la selva.
Pero es cierto que no cuenta que la prensa suficiente.
Al pueblo argentino, salud
El único instante a lo largo de la historia de la humanidad en que tiene la misma relevancia la opinión del banquero más acaudalado que la del linyera más paupérrimo es en el momento de depositar el voto en unos comicios para elegir quien conduzca el destino de una nación. Dos minutos antes y dos más tarde el banquero a mover los lobbies que sustentan al poder y el mendigo a escuchar el eco en el vacío en sus bolsillos.
El 25de Octubre pasado le tocó ese honor a toda persona mayor de edad con ciudadanía argentina, con una reedición en el día de hoy, en una segunda vuelta eligiendo entre los dos candidatos más votados en la primera.
En un minuto de sus vidas hoy fueron todos iguales ante la posibilidad de dar un giro u otro al destino del país, quien quiso votar salió por un instante de su oquedad y de su lobby y manifestó sus filias o sus fobias, su recompensa o su castigo, pintó de óleo su tela o garabateó en la servilleta su mamarracho, con las ecuaciones a su alcance, con lo que encontró encima de la mesa.
Diciendo las mismas palabras no todos quisieron decir lo mismo, o mejor dicho no todos dijeron lo mismo por las mismas razones, dentro de los votantes de un signo unos fueron motivados por la ilusión y y otros movidos por la decepción, unos apoyaban la alternativa de hoy desde hace años y otros la empezaron a considerar hace pocos días, habrá incluso los que hayan obedecido a un impulso, a una intuición, al poder del olfato o de la duda, el espacio de inteligencia poco frecuentado en que nos suele depositar la incertidumbre.
Con una alta participación en los comicios y un comportamiento cívico ejemplar, el soberano pueblo argentino, el mismo que en las dos presidencias anteriores había decidido apoyar la candidatura peronista de los Kirchner, en este caso y de una manera contundente, más que todo atendiendo a las encuestas previas, a las elecciones PASO y a las del 25 de Octubre, esta ocasión se decantó por “Cambiemos” y el candidato del PRO, Mauricio Macri, quien no proviene de ninguna de las dos fuerzas tradicionales que habían alternado en el gobierno de la Argentina en las etapas democráticas, ni peronista ni radical, aunque reúna dentro de sus votantes a la fuerza Radical.
Empresario, personaje vario pinto, decidido, versátil, disperso en ocasiones, centrado en otras, con casos judiciales, ex presidente de Boca Juniors, club de fútbol seña y santo post moderno del pueblo de la descamisa y el choripán, representante de la ciudad y del campo, de la clase media, de la Capital, de los Unitarios frente a los Federales del siglo XXI.
En cualquier caso un aire nuevo, una incógnita, el atractivo y a la vez el reparo de que todo puede ocurrir.
Argentina cambió de gobierno y de signo político. También cambió de costumbres, de tradiciones, exceptuando reductos muy polarizados o cargados telúrica más que ideológicamente por el peronismo, abrió la caja de sorpresas.
Siempre hay algo fresco y aprovechable en los cambios, pueden atemorizar por su proximidad estética al caos, pero son las mayores oportunidades para el relevo de nivel.
Del período que se cierra hay tantos aciertos como errores o empecinamientos, tantas luces económicas hubo en la época de Lavagna como sombras en la era que cierra el período, tantos logros en materia de derechos humanos respecto de los tropelías y atropellos protagonizados por las dictaduras militares, como desatención a aspectos de higiene democrática, de tolerancia, humildad y pluralismo.
Los cambios de gobiernos, las alternancias en el poder tienen mucho más relación con el mundo de las percepciones y de la saturación de los modelos vigentes que de las políticas concretas, que de los exhaustivos análisis de los pro y los contra, que los sesudos reparos en la lógica.
Al final, un país al igual que una persona, necesita de la magia del entusiasmo, precisa abrir el paquete que contenga olor a nuevo, con el tiempo verá si el artilugio comprado es de la calidad prometida o no, pero por lo pronto, la alegría de abrirlo le da ese plus de fuerzas y de ilusión de que se compone la vida.
El desafío de Macri y su equipo como del pueblo argentino, será lograr cambiar las cosas mal o no hechas, modernizar aquellas anquilosadas, y tener la sabiduría de no atentar contra las que se hicieron bien.
Civilización o barbarie
Homenaje de los parisinos en el Hotel Le Carillon