Verso libre
Una de las cosas que más me gustó de Bergoglio fue su calidad y cualidad de verso libre.
Los extremistas de cada ala lo acusaron de ser de la contraria. Myriam Bregman, Zamora, Verbitsky, las Madres, las Abuelas, Cristina Fernández, etc, lo acusaron de ser cómplice de la dictadura en secuestro y tortura a dos personas, también de la orden jesuitica. La ultraderecha mundial lo acusó de comunista, de socialista, de perpetrar el ignominioso crimen de reivindicar la justicia social, además el presidente actual de Argentina, le dedicó una serie de improperios irreproducibles, gravísimos.
Lo de hacer equilibrio en el medio es difícil porque siempre te lleva de un lado a otro según pesen más o menos los extremos. Pero lo que hizo el papa no es situarse convenientemente, sino algo tan sencillo como salir de esa ecuación, se situó en otra dimensión no definida por los antagonismos al uso, profundizó en sus convicciones, se muñó de una filosofía propia alimentada por la praxis, con el contacto permanente con la gente de más abajo y la superestructura más encumbrada.
Y a la postre le encontraron 100 euros de patrimonio a uno de los hombres más poderosos, e hizo más por lo pobres, los hambrientos y los bombardeados que todos los caraduras de uno y otro extremo.
Como el papa cuervo
Hace algunas décadas, visitando Londres por primera vez, al salir de una boca de subte buscando un museo me percaté de que andaba despistado, entonces no había Google Maps ni TomTom, así que decidí parar a un viandante e incomodarlo con mi pesquisa, el buen hombre me respondió con esmero en la amabilidad y recién cuando ya me di por orientado, me preguntó ¿Perdón, de dónde es usted? -Argentino- le contesté a mi seguro servidor .
¡Ah, como Maradona!-lo cual nos sometió a una charla animada y terminé recomendandome más actividades que hacer por la zona.
Sonreímos mutuamente y nos despedimos estrechándonos las manos, con mucha más complicidad que rivalidad a merced del fútbol y sobre todo por las disputadas Malvinas. Me dejó tan buen sabor en el paladar aquella experiencia, que de repente entendí la relevancia para todo pampeano mundano que representaba aquel muchacho que tras Ricardo Bochini, Alfredo Di Stéfano y el Chueco garcía, manejaba como nadie la pelota y que lo había manifestado con meridiana claridad al mundo entero en el Mundial de México de 1986.
Hace mucho menos, , un editor español amigo me dijo:
-¡Bueno macho, estáis casi por devolvernos la colonización, tenéis al Messías, a la reina de Holanda y al interlocutor de Dios con la humanidad!
-Sí, pero de los tres, la relevancia de uno es porque le pega de maravillas a la pelota, otra porque se casó con un príncipe, mientras el tercero es porque desde que asumió la exclusividad de la conexión con el de la barba blanca, no sólo la Iglesia y sus feligreses, sino incluso gran número de ateos y agnósticos hemos sentido que la institución son todos y cada uno de ellos, y no somos pocos los que pensamos que es una pena que algunos Papas no asuman con cuarenta años.
Hoy, tras una larga resistencia, una lección de lucha por la vida, el ex técnico químico Jorge Mario Bergoglio se fue a su cielo como Papa Francisco, que fue hecho papa 12 años atrás por el Santo de Asís, en la quinta elección, tras la renuncia de Benedicto XVI, siendo el primer Papa Jesuita y el primero del hemisferio sur.
El primer Papa simpatizante del club San Lorenzo de Almagro.
El recorrido que dieron sus pasos, los aciertos y errores a los que lo condujo su profunda conciencia humanista, conocimiento teológico y notable vocación de servicio, los aprendizajes y la concientización, comenzaron mucho tiempo atrás, en parte tomando como punto de partida las escrituras sagradas y su propia interpretación de la religión, y en gran medida también tomando como base su profundo conocimiento y particular percepción de la realidad circundante, de los problemas y las alegrías de la gente, de la vida cotidiana, el conocimiento más empírico de la de realidad más concreta, como corresponde a la tradición de los jesuitas.
En los doce años en que tuvo lugar su papado, desde el mismo inicio dio un giro de timón y fijó su residencia en la Casa de Santa María en lugar de en el habitual Palacio Apostólico, mostrando con claridad sus intenciones de no escatimar en esfuerzos a favor de los humildes, como sugiere su opción preferencial por los pobres.
En la institución más monolítica, antigua y eficaz a lo largo de la Historia tanto en sus obras de bien como en las de “nada bien”, ostenta asombrosos logros en materia de economía, finanzas, administración de la institución, comunicaciones sociales, sanidad, laicado y familia, además de tribunales eclesiásticos y derecho canónico. Trabajó concienzudamente en la transparencia del dinero vaticano, el nexo entre la misión evangelizadora y la actividad económica, la simplificación de la burocracia.
Se destacó especialmente en la lucha contra males execrables a los que la Iglesia no se decidía a hacer frente, como la pedofilia trabajando duramente en la divulgación de la necesidad de proteger a los menores y a los seres humanos migrantes por condiciones de vida infrahumanas como el hambre y la guerra.Fue implacable con el abuso y la explotacion y recordo al mundo entero aquel rezo biblico en Mateo 19. tan obviado: "Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos".
Pero más allá de los logros concretos y tangibles aunque no desvinculado de ellos, Bergoglio devolvió, tanto para la feligresía como para el resto de habitantes del orbe, la sensación de que la Iglesia no es sólo un Estado Vaticano preocupado de sus bienes patrimoniales y su capacidad de ejercer el poder. Y aunque en un inicio pudo haber sido evaluado el perfil humilde del aspirante argentino, para recuperar la cercanía de la gente común a la Iglesia que venía perdiendo progresivamente de manera preocupante, lo cierto es que ha ido más allá, ha generado una simpatía diáfana por la sinceridad de sus anhelos para la humanidad.
Y por otro lado, lo que no es menos relevante, como ocurre con toda personalidad que cuenta en su agenda con la intención de poner en marcha cambios profundos en la conciencia a favor de los más desfavorecidos, despertó el recelo de determinados sectores del poder económico y político, tradicionalmente poco entusiastas de este tipo de perfiles. Cosechando también de los extremistas de todo color y condición los menos imaginativos disparates, para los incondicionales del panteón neocon trumpista, es nada menos que "comunista" y para los mileístas es irreproducible por su procacidad, mientras que para los acólitos de Corea del Norte, Madres de Plaza de Mayo y demás sectores de la izquierda intolerante, así como lo fue durante una década para el matrimonio Kirchner, era un ex colaborador de la dictadura en la desaparición de personas, acorde a la denuncia cursada por Zamora y Bregman.
Por eso en esta ocasión, aparte del dolor universal, de los feligreses leales, de los pobres, los excluídos, los estigmatizados por todos incluída la Iglesia pre papa Francisco, además de la pequeña cuota de gratitud que siento al ser puesto en el mapa, tal como lo hizo Maradona, siento un plus especial de orgullo, cuando en cualquier lugar del mundo, al responder la misma pregunta que me hiciera aquel viandante inglés en Russell Square, un verdadero cristiano me replicará:
-Argentino, como el mejor Papa.
Buen viaje Maestro
Con Vargas Llosa, no solo se ha ido uno de los mayores novelistas de la Historia de la literatura, más allá de ser un grande del Bum, de América, es un grande universal, hablaremos de su literatura como de la de Joyce, Carpentier o Borges. O quizás aún mejor. Y de lejos el más grande de la lengua en español vivo hasta ayer. “La Fiesta del Chivo” para mi fue el retorno a aquello más granado de su propia producción como “La ciudad y los perros, “Conversación en la catedral, “Pantaleón y las visitadoras” y otros, cuando lo leí me ocurrió algo mágico, hacía mucho que no redescubría esos destellos en el clímax del placer ante la perspectiva de que, esa misma tarde cuando terminase de hacer todo, iba sentarme a continuar leyendo una joya. Me volvió a pasar con Karl Ove. Y en otra medida me pasó con “El Hombre que amaba a los perros”. Es muy atrevido y no tiene demasiado sentido, pero se puede entender a quien asegure que don Mario es más prolífico, importante o buen escritor que el Gabo, sobre todo se complica porque nada nunca eclipsó la adicción producida y el exotismo de Cien años de soledad, pero a mi me ocurre algo así. Incluso esos libros menores que como "El sueño del celta" "Tiempos recios" etc., que son inevitables entre tanta excelencia, ya sea por la inexorable pulsión de escribir o por el ejercicio honesto, diáfano, de una exploración fuera de su zona de confort, también se los agradezco.
Hay una particularidad de Vargas LLosa que admiro, él nunca evitó el peso de la contradicción, de la paradoja, acaso en la convicción de que ello amerita, enriquece, lejos de desmerecer.
En cuanto se produjo el caso Padilla en Cuba (pocas veces se recuerda que en ese episodio gris, Padilla estuvo preso 30 y pico de días en cambio el francés Golendorf, que se llevaba un manuscrito de Padilla para publicar en Francia, no sé si Fuera de Juego u otro, lo metieron tres años por presunto agente de la CIA!), uno de los más contundentes en sus manifestaciones de condena fue él, encabezando a Cortázar, Sontag, Sartre, Duras etc. habiendo sido un utópico un verdadero iconoclasta contra la burguesía pacata de su propio país de la que por pedigrí formaba parte. A partir de ahí muchos consideraron a Vargas LLosa alejado del perfil antisistema capitalista o antiimperialista que debían presentar los escritores latinoamericanos, incluso se lo condenó más que a Borges en este sentido, sin embargo obras que denuncien los abusos del poder, torturas, violaciones, asesinatos en América Latina, como las escritas por Vargas Llosa en libros o en sus editoriales de El País, no han sido superadas ni siquiera por las soflamas de tantos redactores obsecuentes de pasquines infumables. Además de un escritor cumbre en una antología de la historia de la literatura, era un gran tipo, siempre en contra de las injusticias. Y una mezcla perfecta de hedonista epicúreo y estoico responsable.
Buen viaje Maestro y gracias por todo.
David, el último mohicano
Hace tiempo que Oregón le tomó el relevo al estado de Washington en la expresión estadounidense del progresismo, animalistas, ecologistas, el uso de la bicicleta, comida sana, ejercicio, igualitarismo, diversidades, en lo racial más o menos porque Oregón fue muy reactivo a recibir afro estadounidenses en sus tierras, hasta que el extravagante tejano Lyndon B. Johnson impulsó la agenta antirracista una vez asesinado Kennedy de quien era vicepresidente, por lo cual la población afro es sensiblemente menor en el estado que en otras zonas, aunque sí es muy numerosa la población inmigrante de México. Quizás convendría decir que el relevo a Seattle más que a Washington, lo tomó Portland y sus suburbios más que Oregon. Ciertamente es un placer para las familias, caminantes, sibaritas, pasear por ambas ciudades, por las riveras del Willamette o la bahía de Elliott, acaso en Seattle con espacios más abiertos que en Portland, pero en ambos con la tranquilidad de ver más bicicletas y tranvías eléctricos que coches y que colts en la cintura. El primer Starbucks con los pechos de la sirenita descubiertos cerca del Farmer Market Center de Pike Place donde venden todos esos productos directos de la tierra o el mar a la mesa, o los festivales de la cerveza de Portland, donde además de la bebida del lúpulo en su versión más ecológica, abunda la música de jazz, la buena onda, la charla y el ida y vuelta de su gente a Powell’s Book una de las mejores librerías posibles o cruzando el río, a la Willamette Writers Conference. Eso aparte de compartir evergreens transporte público y una buena porción de agua cayendo insistente en cascadas desde los dominios de los ángeles durante todo el año.
Pero tanto Washington como Oregón cuentan con otras localidades mucho menos cosmopolitas, y también por ende un poco menos espacio o sustrato para el progresismo pero igualmente mucho más tolerantes, abiertas y cordiales con la diversidad, que el resto rural o de espacios interiores del país, descontando áreas de California donde la mente abierta ha sido un sello histórico universal. Portland está al extremo norte del estado, bajando por la interestatal 5 que cubre todo el flanco oeste del país desde Canadá a México, se encuentran las ciudades de Salem famosa por sus brujas, después Eugene, y más abajo en el mapa Medford, cerca de la frontera con California norte.
Medford es una ciudad pequeña, con un centro que no supera las diez manzanas, pero con una cantidad de suburbios con barrios agradables, pensados para vivir tranquilamente en contacto con la naturaleza, relativamente cercana a varias bellezas nacionales, como Klamath Falls, el Crater Lake, un lago dentro del cráter de un volcán que ofrece unos paisajes únicos, o el Mount Shasta una montaña sagrada ya en el estado de California, con toda su extraña belleza y la mística que la rodea, que una vez avistada permanece en un compartimente del hipotálamo con conexión privilegiada con la retina, para que cada vez que se desee o se precise su recuerdo, aparezca al auxilio, nítida, majestuosa. Su gente varía entre aplicados en el trabajo y cómodos, casi displicentes en la estética personal. En Oregón la gente puede ir a la ópera con zapatillas y hasta en bermudas.
Desde hace un poco más de una década llevo visitando la costa oeste de Estados Unidos desde Port Townsend al norte de Washington, hasta San Francisco California, con mayor detenimiento en el área sub urbana de Portland, y de Medford, a raíz de una hermosa amistad que nació a partir de un trabajo conjunto. Fuera de la costa oeste solo conozco Nueva York, Carolina del Sur, Carolina del Norte y Miami que visité en varias ocasiones donde viven amigos y amores de toda la vida. Y aunque Miami para mi signifique más Cuba que EEUU, por la presencia allí de gran parte de mis amigos de juventud y niñez, por su gastronomía, clima e idioma, en realidad es una muestra de una de las cualidades distintivas del pasado de EEUU, su capacidad de integración de la inmigración y la oferta de oportunidades.
Pues en esta ocasión la mayoría de mi interés en el viaje a Medford y alrededores radicaba en tiempo compartido con mis amigos y en sentir de primera mano el fuerte choque significó la asunción por segunda vez de un personaje tan polémico, que despierta sentimientos tan extremos, la primera vez que el país eligió un “delincuente condenado” para presidir sus destinos, y todas las expectativas en torno a sus promesas extravagantes, a sus ocurrencias disparatadas, ya fuesen de campaña o improvisadas acunadas al calor de las masas. Como de música ligera.
Una vez en casa de mis amigos me empapé de primera mano de todo el acontecer cotidiano y sus repercusiones de lo que yo conocía como noticia de lo que se amsemejaba más a un “allá lejos y hace tiempo”, por mis amigos Ken y Adrianne , por sus conocidos, por las revelaciones de Rachel Maddow, a quien como no, la nueva política de carácter intolerante con la prensa, principio de toda dictadura, quiere suprimir de cualquier manera. Pero aun faltaba mi forma empírica, la más directa para enterarme de la sensación, del sentir de la gente, su ánimo, lo que proyectan: salir a la calle cada mañana a caminar millas, un poco para mantener mi forma y el resto para preguntar a cada persona que por una razón u otra debiese permanecer más de diez segundos delante de mi. Dependientes de cafés, de tiendas, comensales, parroquianos de bares, incluso transeúntes si se detenían en el saludo más de lo estrictamente necesario. Dentro siempre del marco del decoro y las buenas formas, mediante la sonrisa tan característica de esos lares aunque jamás esbozándola con la perfección Colgate de quien nace en aquellas tierras.
Algunos hablaron más, otros menos, pero siempre me respondieron con la cordialidad de Oregón. En la mayoría de los casos encontré dos cosas totalmente diferentes del tiempo previo a las elecciones, cero entusiasmo con Trump y Musk, obviamente quienes lo habían votado, una vez en el río no tienen otra que nadar, pero sin mostrar toda aquella algarabía de antes de las elecciones. Todos sin excepción hicieron mención de los precios, el desmesurado aumento de cada artículo, algunos atribuyéndolo a las desventuras del gobierno anterior, pero admitiendo su desagrado con la principal razón por la que lo votaron, más allá de que les quiten de encima a los inmigrantes. De este tema consideré conveniente no preguntar dado mi evidente acento extranjero con fonética del idioma español, pero me intrigaba saber, si en el caso de ser votantes de Trump y desear que expulsen a todos los inmigrantes que aun no tenían resuelta su situación legal, como tomarían que en el mismo acto les birlasen a quienes les hacían los trabajos de limpieza de las casas, de los coches, de los jardines, y cada cosa que hubiese que adecentar y tuviesen que contratar a un/una estadounidense que les cobrase el doble, trabajase la mitad y les metiese un lawsuit por cualquier nimiedad. Solo lo pregunté a los conocidos o a las visitas en casa de mis amigos. En aquellos que evidentemente eran contrarios al presente gobierno se notaban más ganas de exponer la evidente contradicción de su enfado por los precios con cierta alegría por el hecho de que quedase patente la mentira o ineficacia de las promesas. Solo pude ver dos automóviles evidentemente trumpistas por la exaltación de banderas, águilas, y simbología por el estilo, y un hombre al lado del cual me senté con mi café con leche de avena, que tenía descansando de la aureola de su testa una gorra de MAGA Trump 2024 sobre la mesa, por supuesto Made in China, como todo el merchadising de la Trump Tower. Resultó ser una persona muy simpática de charla ágil, de conversación fluida, al cual no le mostré como a nadie ni mi animadversión al personaje ni mi adhesión a sus soflamas, al final me citó para desayunar juntos y continuar la charla, al día siguiente. Ese momento tuvo su toque de magia porque a mi otro lado dos señoras sostenían una charla animada, a cada rato me miraba una de ellas, hasta que me habló, y se armó una espeice de debate sin dirigirse directamente entre ellos, sino usándome como catalizador, elemento transmisor del mensaje, una de las señoras era de etnia oriental pero hablaba con perfecto acento estadounidense, me comentó que había ido a Salamanca el año pasado y que le encantaba Europa, enfatizando: “por su progresismo”. Sentí que había cosechado un éxito de los notables en mi cometido pero también empecé a temer caerme de un lado u otro en el malabarismo a que me obligó estar en medio de sus respectivas aunque delicadas recriminaciones veladas. Al final me saqué una foto con David el trumpista quien se puso el gorro para la inmortalización, y me llevé de entre todos los entrevistados de forma coloquial, la única versión entusiasta y todavía muy confiada, pero ya admitiendo, acaso como excusa previa, que para poder cristalizar sus propuestas, eran necesarias dos legislaturas.
Mis amigos me recomendaron llevar conmigo el pasaporte ante el temor por los secuestros de extranjeros por efectivos no identificados, con capuchas, como en las dictaduras latinoamericanas. Al inicio les dije que era innecesario, que siempre había sentido una gran seguridad en todo el país, incluso en barrios densos como Harlem, que mi pasaporte era de la Unión Europea, pero terminé haciéndoles caso un poco por cordialidad, y otro al saber que habían metido en un campo de concentración de reciente fundación a tres alemanes capturados en la frontera, dos en el norte y una en el sur y que habían secuestrado a un joven por equivocación y lo enviaron a El Salvador a la cárcel infernal CECOT, tanto que el gobierno estadounidense reconoció el error, pero a la vez dijo no poder hacer nada al respecto. Esa historia me perturbó, de hecho, sería difícil imaginar una trama tan atrevida para una serie de alto terror sicológico.
Pero en realidad mi experiencia como siempre, versa sobre la amabilidad y ese carácter gregario de los norteamericanos, que oscila entre la simple sonrisa y los chistes rompedores de hielo, los policías de un auto en un semáforo me ofrecieron ayuda al verme mirando el mapa fijo de mi teléfono sin datos y los homeless, al cruzarse en las caminatas saludaban con la V de paz, me gustó esa costumbre. En la mañana temprano quienes salimos a caminar y a correr al suponernos parte de un grupo idéntico nos saludamos casi familiarmente, sobre las nueve y media se acaban los transeúntes y los saludos excepto esos de la V con los deambulantes sin casa tan característicos de todo downtown norteamericano, no de los suburbios.
En fin, la percepción general, sumando lo leído, lo visto, lo oído y lo escuchado, es que el imperio por primera vez ve amenazada su preponderancia, y lo vea o no, está empezando a caer, de a poco, solo las tejas flojas del techo por ahora, solo los bordes descascarados de la pintura por el momento. Por primera vez veo con mis propios ojos un fenómeno casi calcado a Fidel Guarapo Castro por esa capacidad de abducir voluntades reduciendolas a cenizas una vez utilizadas, un influjo perverso que tanto uno como otro infunde una mezcla de idolatría sacramental con un terror paralizante.
Sobre la reacción orgásmica de la comunidad cubana en Florida, portadora de un gen dependiente del caudillismo y el autoritarismo, frente a este espejo de intolerancia como socorro a la nostalgia de su identidad machadiana, batistiana, fideliana, cederista, escribiré en otro capítulo dada la cantidad de reflexiones que requiere el abordaje de dicho análisis. Aquí sólo diré que tras las medidas desorientadores de la flamante administración Trump, de retirar la protección a 300 mil venezolanos, de retirar el parole humanitario a cubanos, venezolanos, nicaragüenses y haitianos, y la expulsión in crescendo de cubanos en trámites de su residencia legal, los destellos entusiastas del clásico "bombochíe chíe chá" han disminuído drásticamente, dedicandose en los últimos días a justificar lo injustificable.
Cada época tiene su imperio e incluso mucho después de caído queda en parte de su población la misma sensación de quien es amputado, de contar con la extremidad durante un considerable espacio de tiempo después de seccionada, la derecha española por ejemplo no es capitalista, tiene reflejos medievales, feudales, echa de menos su pasado imperial, sabe que lo perdió pero a veces siente el brazo amputado como extensión de su muñón, igual que Italia con Roma, y más recientemente Inglaterra, incluso tras siglos se niegan a perder del todo el recuerdo megalómano, la ilusión de sus dominios, de su poder, de su grandeza, o sea que tardará en caer el imperio norteamericano y más aún tardará en afirmarse esa realidad en el hipotálamo colectivo. Pero precisamente todo este terror al exterior y a expandirse, a lo diferente de adentro y de afuera, siendo la antítesis de lo que hizo grande a EEUU, tanto en su aspecto negativo como positivo, tanto en sus expansiones territoriales y empresariales como en sus cálidas bienvenidas a todas las culturas del mundo en un crisol en que fraguaron las hamburguesas y salchichas alemanas, con el chop suey chino, los burritos mexicanos, el vino francés y el queso inglés, al punto que los exportaron como propio bajo la premisa de comerlo sin cubiertos y beberlo si vasos. Este miedo a todo lo que quede fuera de las altas murallas señoriales, en contraste con la expansión china, con el propio lenguaje de conquista oriental y la firme respuesta ganadora a las medidas arancelarias desesperadas, infructuosas, delirantes de la presente administración, anuncia crepúsculo. En el plano internacional, por primer vez en países de una diáfana tradición pro estadounidense, como Australia, Nueva Zelanda, países europeos, comienza a existir un distanciamiento por los ataques directos a las conquistas de los derechos de las minorías e individuales y de varios otros países a merced de los aranceles suicidas implementados por Trump, instigado por Peter Navarro, disparate que incluso provocó el alejamiento de Musk que amén de todo defecto, es un león de los beneficios económicos.
Todo imperio como condición sine qua non debe presentar un enorme atractivo, una vez que conquista los territorios, los mercados, las voluntades, después se impone por su magnetismo, el Gengis Khan conquistó mucho más territorio que Roma pero ni bien se retiró no permaneció ni una sola costumbre mongola en contraste con toda Europa romanizada y toda América romanizada a través de España y Portugal. Y de a poco el imperio estadounidense está perdiendo el magnetismo que embruja, no aparece más jazz, más blues, más rock, más Hollywood, más cadenas de comidas llamativas, nos siguen gustando a los ya colonizados del pasado, pero no enamora a las nuevas presas, más allá de la posibilidad de ganar buen dinero premisa que también prevalece en Emiratos, Dubai o Catar. Por supuesto le queda mucho carril hasta los estertores, pero la voz de alerta es que el nuevo deterioro que recién se percibe, se produce en los cimientos.
Y por supuesto lo raro sería que no me equivocase, como es habitual en quien se atreve a presagiar. Aunque mi fuerte no sean los vaticinios sino la observación y el análisis, lo cierto es que cuando en un punto confluyen la intuición, la percepción y la razón, se suele estar en presencia de lo más parecido a un acierto. En realidad rezo para que ojalá, esa capacidad norteamericana presente en toda su trayectoria y su literatura, cine, historias de vida, de llegar a lo mejor en lo más alto cuando todo parecía indicar el fin, se produzca una vez más por el bien de quienes amamos a Batman, a Hendrix, a Carver y a Streep a la barbacoa acompañados de salsa ranch.
Parque Aguirre
Una vez iba atravesando el parque Aguirre, como pisando huevos, hormigas, cucarachas, oh, eso sí era asqueroso, pisar una cucaracha sentir el cracksh y verle salir del interior la mucosidad amarilla Van Gogh, algunas la tenían verde Monet, el verde debía ser alimento recién ingerido y la amarilla, puaj, ya en proceso de cacona. De cualquier modo: al tema, iba cabizbajo quise decir, displicente, sin deseos de llegar a pocos metros de la entrada a la Anexa para no tener que sentarme en el aula y continuar faltando hasta los seis meses, iba casi caminando para atrás como años después caminaría Michael Jackson que por entonces cantaba María oh, oh, oh María. Con el rabo del ojo vi la habitual pandillita de muchachos sin camisa, en hora de escuela, olía a problema, o pojlema como dice la andaluza, uno, el mayor de todos estaba contando con un bisturí de cirujano, con el mismo que se sacaba punta a los lápices chinos, la barrriguita de un gorrión, otro le sostenía las alitas y el bichín intentaba decir algo con el piquito pero nadie entendía, ni sus torturadores ni los demás pajaritos de los frondosos arboles que poblaban el parque. Unos se hacían los sordos, otros los mongos, y otros los desentendidos. Fue superior al miedo que daba una pandillita de muchachos sin camisa a la hora lectiva y relativamente cerca de la Quinta de los Molinos de donde eran los Mao Mao. Me dije ¿serán los mao mao? Con minúscula, en ese momento el pingú era yo, no es que se notase demasiado en la bragueta pero estaba hecho un toletú.
-Eh, brother coño deja al bichito que no te ha hecho nada.
Quizás deba decir que tuve éxito porque vaya si lo dejaron, ipso facto, aunque de nada le sirvió a pobre gorrioncin, ya estaba todo despanzurrado. Lo dejaron sí y vinieron a mi. Lo cierto es que llevaban tiempos queriendo tener una oportunidad de meterse conmigo pero yo siempre, como un rugbier con la pelota avanzaba hacia mi destino esquivando obstáculos, si estaban en una esquina yo cruzaba por la otra, si estaban en el centro me pegaba a las paredes. Casi siempre eran varios pero aunque solo hubiese habido dos, el grande malo y algún guatacón, yo tomaba los recaudos pertinentes.
En la cuadra vivía Camilo, el mejor amigo de Gerardo que era el hermano mayor de mi amigo de la niñez, Fernando. Alguien le avisó a Camilo y bajó con el primer intercambio de golpes, yo en realidad saltaba y tiraba los golpes al aire con un cuidado milimétrico, quirúrgico, de no darle en la cara para no empingar más o lo que era peor, chotear, al abusador frente a su hueste. ¿Cómo cojones este argentino flaco, desgarbado, del Habana Libre, que se cree masacrador de cucarachas me va a interpelar por estudiar la anatomía de un gorrión cagarruciado?
Camilo solo habló y los muchachos se retiraron, él era mayor, y aunque era pepillo, también era guapo, por eso Gerardo lo tenía de amigo, entre otras cosas. Es que seamos sinceros, no era fácil ser del Habana Libre y tener que ir cuarenta y cinco días al campo a esos albergues o a esas otras becas todo el año.
Al otro día en el Hotel me miraban con admiración, mi amigo Fernan me dijo "coño sacaste la cara por un pajarito, te felicito" de repente sentí que las chicas de los distintos países que acompañaban nuestras travesuras me miraron como a Charles Bronson o más bien como a Daktari. Camilo me había hecho un doble favor, me salvó de un tranqueo y me corrió la bola de pingú, lo cual si bien en la casi totalidad del tiempo era bola enfangada, en aquella tarde del parque Aguirre, guiado por no sé bien que ánima, se materializó con la dureza del diamante.
Ayer presenciamos lo diametralmente opuesto, el hillbilly calzonazos y el ratón suertudo de las Torres Trump se metieron con el bajito ciertamente gastarín Jack Flash de miles de millones y censor, pero acreedor de todo elogio referente a timbales, profesor de master acelerado en pingudencia, y tuvieron la suerte de no estar en un campo de batalla en el que jamás se los podría hallar, porque el bajito sin saco y corbata habría hecho champola de guayabitos con los dos titiris.
Ni aquel episodio aislado del parque Aguirre consiguió asentarme en la fama de fajador timbalú, ni ese papelón que solo califica a los dos abusadores de la cortesía hierática, le resta el mínimo ápice de valor al pedigüeño ucraniano del par de huevos pysanki.
Panquequeadas criollas
¿Qué dirían los medios y la opinión pública argentina, si la cabeza visible de un hipotético gobierno populista nacional, dentro de una misma semana lanzase junto a unos amigotes una criptomoneda estafando por 100 millones de dólares a los inversores, poco después se fuese, por ejemplo a Venezuela a participar de un show alcanzándole un machete a Maduro al chasquuido de sus dedos, y a su regreso al país, designase a dedo a dos Jueces partidarios para la Corte Suprema?
Sumando en la misma semana algún evento homologable al papelón que protagonizado en la ONU, de decir que Rusia no invadió ni siquiera incomodó a Ucrania, para no contrariar a los patrones Musk y Trump, aliado de Putin, habiendo invitado hace solo un año a Zelenski a la ceremonia de asunción a la presidencia, como invitado especial ejemplo universal de resistencia contra la peor agresión del siglo, según sus propias palabras. Panquequeadas criollas.
Es una época diferente a todo lo que habíamos conocido, si bien es cierto que después de Perón del '45 y su Tercera Posición nunca más las clases humildes argentinas, ni siquiera los obreros, volvieron a confiar su voto o su simpatía a las distintas vertientes de la izquierda “roja”, suplantada por movimientos peronistas sociales en los años setenta y tras 1955 por un sector de la intelectualidad. Lo cierto es que siempre estuvo muy lejos de arraigar un sentimiento de derecha diáfana, con un discurso explícito declarado en todo su espectro, elitista (los economistas libertarios), clasista (funcional no ya a la clase pudiente, sino al selecto sector de los más ricos del mundo), represora (descansando sobre disposiciones arbitrarias, censoras, correctoras de la conducta colectiva), cruel (partiendo de la premisa de que “la justicia social es un crimen aberrante”) esto como esencia, y después como barniz, unos modales ofensivos, bruscos, procaces, poblados de insultos de cancha y de tráfico, munido de novedosos símbolos ostensibles de la vieja ideología: motosierras, guillotinas, serruchos, más emparentados con la hoz y el martillo comunistas, que con los simbolos que otrora usasen los antepasados de extrema derecha moldeados en la idea de la disciplina y el orden.
La gente, en su condición de masa, está decidida a explorar hasta sus últimos rincones y consecuencias este espectro ideológico, esta expresión colectiva del deseo. Cada vez estoy más convencido de que en verdad, era un filósofo camuflado aquel mendigo que en una charla ocasional en la sala de fotografía del Teatro San Martín a donde acudía los días fríos a calentarse, me dijo:
"Solo a una cosa temo más que al pueblo, al pueblo unido"
Francisco, el Gorbachov del Vaticano
Unos años atrás, Christian, el caminante más tranquilo de toda la Antica Trasversale Sicula, un toscano que completó los seiscientos setenta kilómetros de trayecto con su misterioso perro Pilu, me preguntó:
-¿Es cierto que el actual Papa de Roma estuvo involucrado en la muerte del Che Guevara?
Me quedé de piedra, había escuchado todo tipo de versiones, de tergiversaciones, de suposiciones, unas más acertadas que otras, de disparates y de verdaderos hallazgos acerca del destino fatídico de mi tío, pero nunca algo que se pareciese a aquello.
-Ni la más remota idea- le respondí y lo invité a que desplegase su versión. Christian llevaba años en la meditación y en la vida espiritual, por lo que su explicación vagaba entre jesuitas latinoamericanos, el Vaticano, Krishnamurti u Osho. Pero aún así me pareció brillante que entre un pueblo y otro de campesinos sicilianos un místico de la Toscana me preguntase esto tan solemnemente, la pauta de lo que el hermano de mi padre había pegado en tierras itálicas desde su propia muerte la conocía y la que podría generar Bergoglio cabía suponerlo, pero no podía imaginar que la mística uniese a estos dos argentos de manera tan sorpresiva, como si hubiese que salvarlos de las consabidas famas de sus rasgos y dotarlos de una vida paralela donde pudieron hacer lo contrario a lo que los conmina el tiempo y el espacio de esta dimensión compartida.
Cabía cierta lógica ya que en los años sesenta los jerarcas religiosos y los comunistas eran irreconciliables, pero en la actualidad habrían encontrado un espacio en el que dar rienda suelta a pasos tangibles sobre los senderos de la actual aritmética mundanal.
Me pareció fabuloso, y nunca mejor dicho porque su imaginería o conexión con esos otros mundos conformaban una fábula sin moraleja, un Ave Fénix y un Unicornio, un Grifo y una Harpía.
Un Bergoglio que asistía a sus misas, a sus obligaciones del espíritu y mandamientos de la conciencia, de barrios obreros a villas miserias, primero en bicicleta, luego en transporte público hijo de la tradición jesuita de estar de cuerpo presente en los penares de la evangelización , querido por todo su barrio, sus parientes, los feligreses de sus parroquias a lo largo de su camino de ascenso en la pirámide vaticana, tan difícil en los años que le tocó no sólo por la lejanía sensorial más que geográfica del confín del mundo salvaje, a la Roma de los Borgia, sino por las corrientes tan distantes de la jesuita que dominaron la Iglesia en tiempos de Karol Wojtila y de Ratzinger.
Sin embargo el mundo de repente asistió a como se hacía papa, aquel ex novio de una mujer alegre, tan sorprendida como lo estaría yo, por su elección de la sotana y el camino del evangelio, ese amigo de cada fiel, de cada descarriado e incluso de cada hereje, involucrado en la critica social en el período de gobierno de Kirchner y Fernández, aquel simpatizante de San Lorenzo, uno de los clubes de fútbol más enigmáticos de la capital argentina, al cual adhirieron personajes tan variopintos, como Viggo Mortensen, Pappo, Emilio Aragón Milikito, y hasta se dice que la escasísima simpatía que a Borges le inspiraba el fútbol, estaba circunscrita al club del barrio de Almagro.
Hoy nos aproximamos al cabo de la obra en vida de este Papa latinoamericano, franciscano y Jesuita. La obra continuará creciendo según sean regados los simientes bien plantados, de lo hecho el balance no puede ser más positivo, amén de las lógicas criticas que acuna cualquier personalidad de tal alcance, por parte de pequeños sectores que no recibieron toda la atención que a algunos disidentes les habría parecido más adecuada o justa. No sin olvidar que Wojtila y Ratzinger no sólo visitaron también Cuba, sino que Wojtila fue el Papa de Gorbachov y su Perstroika, y que desde los Cátaros la Iglesia no experimenta tantos mea culpa, ya por la pedofilia y abusos a menores, por la crueldad conque ha sido tratada la homosexualidad o la cercanía al dolor que provoca la miseria producto de la avaricia de quienes pueden acaparar cada vez más.
No sé si recuperó feligresía, eso le tocará a la institución analizarlo, pero claramente que a la gente movida por un afán de justicia, de concordia, de paz y humanismo sobre el planeta, le llegó de manera diáfana el estímulo emotivo de su palabra, de su evangelización, acompañada del ejemplo coherente, la humildad en su vida cotidiana renegando de los fastos del Vaticano.
Mi hijo me comentó en una ocasión “Francisco es el Gorbachov de la Iglesia”, me gustó el aforismo hecho expresión de deseo. A mi se me pareció más a Ernesto. El culto a la persona en este caso más que asumible es insoslayable, cada papa resume y reúne toda la importancia de su época, una vez concluído su papado, el nuevo elegido con nuevo perfil, generalmente no continúa, incluso interrumpe la obra del anterior.
Y este seguro servidor, agnóstico más que ateo, pero en cualquier caso absolutamente alejado de todo dogma anacrónico, perimido, jerárquico y con serios sesgos misóginos, como cada una de las confesiones monoteístas, puede asegurar que desde que asumió Jorge Mario Bergoglio como 266º papa de la Iglesia católica, ha experimentado el mayor afecto y cercanía a una institución, que en estos años hizo gala de esfuerzos denodados por regresar al más genuino espíritu cristiano, de “sentir en lo más intimo cualquier injusticia cometida sobre cualquier ser humano en cualquier parte del mundo”.
Cualquier semejanza con las palabras del icónico guerrillero argentino en su carta de despedida a sus hijos, dejémosla para la interpretación del misterioso amigo Christian, apestando la tierra allí donde el perro Pilu, responsable de su conexión cósmica, sea tan bien recibido como el papa al lomo de Pegaso, o el espectro del comandante sobre su famélico Rocinante.
Karla y el derecho a ser facha
Pensando bien, creo que Karla Gascón no debería ser cancelada ni siquiera por sus manifestaciones de extrema derecha en X, ex Twitter, cuatro años atrás.
En primera, creo que si se cancelase a todos los xenófobos racistas y apólogos de la violencia contra inmigrantes, judíos en la Alemania nazi, afroamericanos en Estados Unidos, como hizo Karla, entonces podríamos discutirlo, pero claramente no es así, el cine estadounidense cuenta con varios exponentes de la ultraderecha, pero impunes.
Segundo, porque no estoy seguro de que aun en el caso en que censurasen a todos resultase ser una buena idea, excepto sobre declaraciones que llamasen a la violencia, que en el caso de la actriz, aquella en la que felicita a Erdogán por reprimir a los kurdos, o la que indulta a Hitler podrían hallarse en el límite. Viví en sociedades que reprimían las ideas, las sensaciones, las inclinaciones, cualquier cosa que no estuviese perfectamente alineada con el gobierno, y fue la peor decisión que esos gobiernos adoptaron.
Tercero, porque pienso que precisamente las emancipaciones son necesarias para que la gente pueda expresarse como mejor le parezca, los trans con la misma libertad que los derechistas, por ende no cabría reprimir a una persona trans de ultraderecha, que aunque hoy nos parezca un contrasentido, una aberración, es lo contrario, que toda una comunidad unida por su preferencia sexual sea fiel a una ideología política debería ser lo anómalo. Precisamente en un ámbito de libertad, cuando sus reivindicaciones respecto del género son oficialmente atendidas, la comunidad se atomiza respecto del voto, ora continúa ora se deslinda del progresismo según sus intereses de clase, no ya de elección del objeto sexual o identidad de género. Así fue que en Madrid casi toda la comunidad gay de Chueca era votante del PSOE de Zerolo, pero una vez obtenidos los logros reivindicados, quienes desean pagar menos impuestos, o no simpatizan con los pobres o los inmigrantes, u obedecen a gustos conservadores se sintieron más libres de votar a la derecha, mientras aquellos con aspiraciones de nuevas emancipaciones o de justicia social continuaron donando su confianza a la izquierda.
La izquierda no puede apropiarse de su publico meta como si fuese su capataz. Si parte de su masa social obrera una vez conseguidos los beneficios deseados, los inmigrantes una vez obtenida la legalidad, o los gays o trans ya protegidos socialmente deciden girarse a la derecha, por la razón que sea, se les tendrá más o menos afecto, gratitud, o confianza en su coherencia, pero de ninguna manera se debe juzgar su libertad de elección.
De ese modo quien se mantiene solidario, firme en sus convicciones cívicas y de progreso social, cobra un genuino valor individual, y no el que se le presume por pertenecer a un colectivo rehén de una ideología. Lo que sí sería conveniente es que casos como en el de Karla, no lo tuviese que descubrir una periodista de un colectivo afectado por los agravios, sino que declarasen abiertamente su inclinación xenófoba y racista, para permitir que cada uno elija, con la misma libertad, rechazar o aceptar ubicarse a su lado.
Más perreo
Zac compró el mejor teléfono móvil de la flamante marca "Proof", con aplicaciones incluidas que le harían la vida un Edén de diversión.
El teléfono móvil era increíble incluso se podía comunicar por internet en el avión con una tarifa especial a través de los satélites sin contratar ningún servicio extra. El móvil era una academia, una universidad, enseñaba doce carreras, enseñaba historia del arte baile, pintura, escritura arquitectura, cine, teatro y música. Componía y creaba obras de teatro, era impresionante.
Un día Zac llamó a la compañía Proof, la marca del teléfono, quejándose de que había una cosa que no podía ver, los reels de Instagram.
Proof le pidió a Zac que se lo enviara por correo a portes debidos con la promesa de repararlo de forma gratuita y si no enviarle uno nuevo. Al cabo de cuatro días tenía nuevamente su súper teléfono y devolvió el que le habían mandado de cortesía. Lo encendió comprobó que todas las aplicaciones funcionaban perfectamente fue a Instagram presionó el botón de play sobre una de las historias y comenzó a sonar un reguetón mientras los personajes que recreaban el mini vídeo bailaban frenéticamente. Zac se sintió contento satisfecho con el enorme servicio de la compañía, el video se repetía una y otra vez con una nitidez de sonido increíble. Cuando se cansó de ver ese reel, pasó con el dedo al siguiente y retornaba al mismo video del reguetón y los pepillos bailando. Al inicio le hizo gracia hasta que la décima vez salió del programa entró en Youtube, salió de YouTube y volvió a abrir Instagram, esta vez en cuanto se abrió Instagram comenzó a sonar el reguetón y salieron los primeras cabezas exaltadas de los saltarines Jack Flash. A esa altura Zac empezó a preocuparse, volvió a mover los dedos hacia un lado hacia el otro hacia arriba y hacia debajo de la pantalla, pero siempre volvía el mismo vídeo con la misma música y los mismos bailarines. En la medida que se alejaba del teléfono el sonido aumentaba y en la medida en que lo acercaba su oído el sonido disminuía, de manera tal que él siempre percibía la música con la misma intensidad.
Apagó el teléfono, lo reinició, puso la contraseña colocó el dedo para la huella dactilar y de inmediato comenzó a sonar el reguetón sin necesidad de abrir Instagram. Zac tenía más de media hora de retraso para salir rumbo al trabajo, y los nervios sensiblemente alterados. Volvió a apagar el aparato qué cerró todas las aplicaciones, oscureció su pantalla, pero no pudo librarse del reguetón, qué con el móvil apagado sonaba incluso más alto .
Zac sacó el chip el teléfono y el reguetón siguió funcionando pero cada vez con el volumen más alto entonces lo estrelló contra una pared de concreto. El teléfono sufrió notables daños pero el zurullo sonaba cada vez más alto. Maldijo, gritó, saltó sobre el móvil, le pegó con un martillo, con una maza, usó el serrucho para seccionar las partes que quedaron divididas, pero el reguetón insistía cada vez con más fuerza. Recogió todos los pedacitos del móvil de los cuales, de forma autónoma salía la misma parte de la canción y el retumbar del bajo, se montó en su automóvil y fue hasta el puente del río Curí, donde lanzó todo desde lo alto a la parte más profunda. Pero para su sorpresa no dejaba de sonar y aunque parecía provenir desde el fondo del río, cobraba vigor alrededor de sus dos oídos. Y ahora, además, habían vuelto a la vida los bailarines y bailaban a su alrededor invitándolo a acompañarlos ofreciéndole sus manos. Cuando miró sus cabezas vio que ninguno tenía ojos, las cuencas estaban vacías.
Comenzó a bailar al borde del puente de manera histérica y desenfrenada gritando como poseído por un demonio. Zac odiaba el reggaetón. Quizás, si lo hubiera amado, o al menos tolerado, habría resistido un día más antes de lanzarse detrás de los restos del teléfono móvil desde lo alto del puente a lo más profundo del río, para poner fin a aquel infierno.
Cuando había descendido varios metros bajo el agua notó que en la medida que más bajaba más alto sonaban los berridos repetitivos, entonces casi con el último aliento y aterrorizado ante la inminencia de la muerte, decidió nadar frenéticamente hacia arriba buscando la superficie "No me importa, dios, Jesús, perdóname, quiero vivir, como sea , con reguetón, con mil tambores, pitos, flautas, alaridos, pero no quiero morir hoy" rezaba para su interior mezclando el estruendo con sus plegarias.
A punto de desmayarse, Zac sacó la cabeza del agua e inhaló una profunda bocanada, continuó respirando con frenesí y comenzó a flotar sobre la superficie pidiendo auxilio a gritos apagados por el frío y la fatiga, cuando de súbito vio unas manos que se extendían hacia él, de inmediato se aferró a una de ellas y al verle la cara notó que aunque no tuviese ojos lo miraba fijamente desde la sombra en la oquedad de las cuencas. Junto a los demás tarareó el ritmo de la sugerente letra que ya se había hecho carne en él:
"Mami quiero tu cucu, dame tu tota, que rica tota, que rico cucu, para mí piru, pirulí"
Una vez en la orilla soltó la mano de su salvador, fue en busca de alguna rama puntiaguda mezclada con la hojarasca, la halló y se la clavó con fuerza en ambos orificios de la oreja, sintió como la punta atravesó los tímpanos, pero su capacidad auditiva se hizo más diáfana y clara, en cambio los ojos saltaron fuera de las cuencas por la presión de la rama, así que no tuvo más remedio que tomar de las manos a sus partenaires en el baile, y empezar a descubrir, como quien se alimenta del caracú de sus propios huesos, mediante una concentración exquisita y minimizando los demás sentidos, todas las bondades ocultas del reguetón.