La fiesta del orgullo gay es peronista.
El peronismo se caracterizó por llevar a la realidad latinoamericana el gatopardismo practicado en Europa tras la II Guerra Mundial, cuando las elites económicas entregaron un pequeño porcentaje para no perder la totalidad, en vistas de los deseos crecientes de los pobres del mundo, previo a la Guerra de parecerse a lo que se comentaba que era la vida de los proletarios bolcheviques en la Unión Soviética, que contaban todos con pan, techo, estudio y trabajo, en comparación con las condiciones de abandono a que estaba sometidos en sus sociedades. Con la excepción acaso de EEUU donde si bien existía una simpatía expresa hacia los soviets humildes, también es cierto que la tradición de una buena paga solventaba la ausencia del estado en la protección de los trabajadores. Tras la negociación entre los aliados y la URSS para quedarse cada uno con la mitad de la Europa más cercana dividiendo Berlín en dos y trazando una línea de norte a sur, la parte occidental se despertó tras el horror de la guerra y el mayor enfrentamiento entre el anticomunismo y el comunismo y entendió que nada podían hacer mejor, que establecer la salud y educación pública universal y gratuita, el derecho a a vivienda y trabajo o protección social, y entonces se intercambiaron las variables de la ecuación, y fueron los obreros soviéticos quienes desearon vivir en las sociedades del otro lado del muro virtual, que tenían la misma protección para los más humildes, pero donde además existía la posibilidad de progreso económico y se gozaba de ciertas libertades para el individuo, que hasta entonces, la verdad, que al proletariado universal le había interesado bien poco dada la emergencia de conseguir comida, cura y techo. Pero una vez alfabetizados y garantizadas unas condiciones básicas, comenzaron a desear el disenso, la posibilidad de huelgas, manifestaciones o sindicatos no alineados con el poder.
Perón fue la expresión máxima de esta extraña muestra de sabiduría de las clases dominantes. Perón sacó de la miseria a los trabajadores, semi-dignificó sus vidas llenando sus cacerolas, los colegios para sus hijos, los hospitales para sus afecciones, derecho a la vivienda, las vacaciones y los sindicatos. Digo semi, prque a la vez que sacrificó del sistema capitalista unos pocos recursos para humanizar el trato al trabajador, se preocupó de crear un sistema por el cual esos trabajadores se convirtiesen en clases subsidiadas, que jamás tuviesen intenciones, ni por supuesto posibilidad, de llegar al poder y protagonizar los cambios más profundos de sus intereses de clase.
Hoy en todas las televisiones del mainstream, en todas las radios, casi todos los partidos políticos, promocionan la fiesta del Orgullo alegre, o Gay Pride (eligiendo uno u otro idioma), pero sobre todo la elite económica mundial está feliz, alegre, dichoso de que mass media, los partidos de pseudo izquierda post moderna, el progresismo tolerado considere la estandarización del movimiento LGTBIQ+ , como su revolución consumada. Y por supuesto relegue, postergue, desatienda, olvide, desprecie, obvie todos los objetivos naturales de lo entendido como izquierda histórica. Mejoras salariales, equilibrio social, protección del medio ambiente, erradicación de la xenofobia, el racismo, el clasismo, eso en cuanto la izquierda, y en cuanto al progresismo capitalista, la movilidad social, la igualdad de oportunidades en el progreso económico social. Por supuesto que era necesaria la desaparición de todo prejuicio sobre la elección del objeto sexual de cada persona y sobre todo la desaparición de los prejuicios cualquier fuente de placer, y el entierro definitivo del derecho de nadie y mucho menos el estado, de juzgar u opinar en lo que hace cada uno en su intimidad o su vida afectuosa.
Desde todas las minorías, ya fuesen ideológicas o hedonistas, se entendía que reivindicar los derechos de la comunidad gay debía ser una lucha compartida, transversal, porque si se lograba visibilidad para el colectivo social más marginado por la cultura patriarcal, todos los demás grupos relegados serían beneficiados. Con esta convicción, cuando regresé a Argentina tras la dictadura en 1983, conocí a Croxatto, la abogada de la incipiente Comunidad de Homosexuales de Argentina, participé con ella con un entusiasmo nuevo, rompedor, de las propuestas que en ese tiempo de mecanismos y reflejos tan arcaicos, la organización recién salida de años de terror, llevaba a cabo.
Pero hoy ¿cuánto de la fiesta del Orgullo de la diversidad de identidades, géneros y disfrutes del placer, se debe a las reivindicaciones y la emancipación de los masacrados, humillados, marginados, durante siglos alrededor del planeta en casi todas las culturas, y cuanto a la asimilación bonapartista del mainstream que hasta hace un pestañeo eran sus verdugos?
El grupo Bilderberg se fijó en cual de esas emancipaciones les costaba menos económicamente y con cual perdían menos y claro, al no estar libres los multimillonarios de desear un buen tolete en las postrimerías, expresaron, acaso incluso más faustos que sensatos, un rotundo sí a la saturación de festejos del universo LGTBIQ+
Por supuesto bienvenida sea esta expresión de evolución de la conciencia social, la tolerancia y la concordia, pero no descuidemos el enorme abismo que aun aprisiona y devasta a tantas personas en este mundo tan desigual descansando en estas aromáticas y valiosas, pero tan escasas hojitas de laurel.